Este texto es un fragmento del nuevo libro de David Harvey, The Anti-Capitalist Chronicles, editado por Pluto Press.
Los dos costados de la libertad
David Harvey
"Como socialistas nuestra tarea es defender la
libertad" :: Marx y la libertad. Un arma de doble filo. Libertad sin
justicia. Más allá del mercado
"La propaganda de la derecha sostiene que el socialismo
es enemigo de la libertad individual. Pero en realidad es al revés: trabajamos
para crear condiciones materiales bajo las cuales las personas puedan ser
verdaderamente libres, sin los límites rígidos que el capitalismo impone a
nuestras vidas."
***
Durante unas charlas que di en Perú surgió el tema de la
libertad. Un grupo de estudiantes estaba muy interesado en esta pregunta:
"¿El socialismo implica renunciar a la libertad individual?".
La derecha se las ha arreglado para apropiarse del concepto
de libertad como si le perteneciera y para usarlo como un arma en la lucha de
clases contra el socialismo. Argumenta que la sumisión del individuo al control
estatal impuesta por el socialismo o por el comunismo es algo inevitable.
Mi respuesta es que no deberíamos abandonar la idea de que
la libertad individual es una parte constitutiva de un proyecto socialista
emancipatorio. La conquista de las libertades individuales es, tal como
argumenté en aquella ocasión, una de las metas centrales de estos proyectos
emancipatorios. Pero esta conquista requiere la construcción colectiva de una
sociedad en la cual todas las personas tienen la oportunidad y la posibilidad
de realizar su potencial.
Marx y la libertad
Marx dijo algunas cosas muy interesantes sobre este tema.
Una de ellas es que "el reino de la libertado comienza solo allí donde
termina el trabajo impuesto por la necesidad". La libertad no significa
nada para alguien que no puede alimentarse, que no puede acceder un servicio de
salud adecuado, a una vivienda, al transporte, a la educación, etc. El rol del
socialismo es proveer estas necesidades básicas para que la gente sea libre de
hacer todo lo que desee.
El punto de llegada de una transición socialista es un mundo
en el cual las capacidades y la potencia individual son liberadas completamente
de los límites que les impone la necesidad y otras limitaciones sociales y
políticas. En lugar de conceder que la derecha tiene el monopolio sobre la
noción de libertad individual, debemos reclamar la idea de libertad para
nuestro proyecto socialista.
Pero Marx también señaló que la libertad es un arma de doble
filo, dado que quienes deben trabajar en una sociedad capitalista son libres en
un doble sentido. Pueden vender libremente su fuerza de trabajo en el mercado a
cualquiera. Pueden ofrecerla bajo los términos de un contrato negociado
libremente.
Pero al mismo tiempo son "no libres" porque se han
"librado" de cualquier control o acceso a los medios de producción.
Por lo tanto, deben entregar su fuerza de trabajo al capital para vivir.
Estos son los dos costados de su libertad. Para Marx esta es
la contradicción central de la libertad bajo el capitalismo. En el capítulo
sobre la jornada laboral de El capital, lo pone en estos términos: el
capitalista es libre de decirle al trabajador o a la trabajadora: "Quiero
emplearte pagándote el salario más bajo posible por la mayor cantidad de horas
posibles para que hagas exactamente el trabajo que yo preciso. Eso es lo que te
exijo cuando te contrato". Y el capitalista es libre de hacer esto en una
sociedad de mercado porque, como sabemos, la sociedad de mercado se trata de
ofrecer y de competir por esto y por aquello.
Pero por otro lado, quien trabaja también es libre de decir:
"No tienes derecho a hacerme trabajar 14 horas por día. No tienes derecho
a hacer lo que quieras con mi fuerza de trabajo, especialmente si esto acorta
mi vida y pone en peligro mi salud y mi bienestar. Solo estoy dispuesto a
trabajar durante una jornada justa a cambio de un salario justo".
Dada la naturaleza de una sociedad de mercado, tanto el
capitalista como el trabajador tienen razón en lo que reclaman. Marx dice que
ambos tienen razón por la ley del intercambio que domina en el mercado. Dice
también que entre derechos iguales solo decide la fuerza. La lucha de clases
entre el capital y el trabajo define la cuestión. El resultado depende de la
relación de fuerzas entre el capital y el trabajo que, en algunos casos, puede
volverse coercitiva y violenta.
Un arma de doble filo
Esta idea de la libertad como un arma de doble filo es muy
importante y debe ser considerada con más detalle. Una de las mejores
elaboraciones de este tema se encuentra en un ensayo de Karl Polanyi. En su
libro La gran transformación, Polanyi dice que hay buenas formas y malas formas
de libertad.
Entre las malas formas que enumera se cuentan las libertades
para explotar al prójimo sin límites; la libertad de obtener ganancias
exorbitantes inconmensurables con el servicio que se brinda a la comunidad a
cambio; la libertad de evitar que las invenciones tecnológicas sean utilizadas
para el beneficio de toda la población; la libertad de sacar rédito de las
tragedias humanas o naturales, algunas de las cuales son secretamente diseñadas
para el beneficio de agentes privados.
Sin embargo, continúa Polanyi, la economía de mercado bajo
la cual prosperan estas libertades, también generó libertades por las que
tenemos una alta estima: la libertad de conciencia, la libertad de expresión,
la libertad de reunión, la libertad de asociación y la libertad de elegir el
propio trabajo.
A pesar de que podemos apreciar estas libertades en sí
mismas, no dejan de ser, en gran medida, un producto derivado de la misma
economía que es responsable de las libertades malas. La respuesta de Polanyi a
esta dualidad le resulta muy extraña a algunas personas, dada la hegemonía
actual del pensamiento neoliberal y la forma en la cual el poder político
existente nos presenta la libertad.
Polanyi escribe: "La quiebra de la economía de
mercado" — es decir, la posibilidad de ir más allá de la economía de
mercado— "puede suponer el comienzo de una era de libertades sin
precedentes". Es una afirmación bastante impactante. La libertad real
comienza una vez que se abandona la economía de mercado. Polanyi continúa:
La libertad jurídica y la libertad efectiva pueden ser
mayores y más amplias de lo que nunca han sido. Reglamentar y dirigir puede
convertirse en una forma de lograr la libertad, no sólo para algunos sino para
todos. No la libertad como algo asociado al privilegio y viciada de raíz, sino
la libertad en tanto que derecho prescriptivo que se extiende más allá de los
estrechos límites de la esfera política, a la organización íntima de la
sociedad misma. De este modo, a las antiguas libertades y los antiguos derechos
cívicos se añadirán nuevas libertades para todos y engendradas por el ocio y la
seguridad. La sociedad industrial puede permitirse ser a la vez libre y justa.
Libertad sin justicia
Ahora bien, creo que esta idea de una sociedad basada en la
justicia y en la libertad fue la agenda política del movimiento estudiantil
durante los años sesenta, la agenda de la así denominada "generación del
68". Había una demanda muy extendida tanto de libertad como de justicia:
libertad de la coerción del Estado, libertad de la coerción impuesta por el
capital corporativo, libertad de las coerciones del mercado, todo esto
conjugado con la demanda de justicia social.
La respuesta política capitalista a esto durante los setenta
fue interesante. Implicó abordar estas demandas para decir: "Les daremos
las libertades (con algunas salvedades) pero se olvidan de la justicia".
Lo que terminó por significar esta libertad fue muy
limitado. En gran medida se trató de la libertad de elección en el mercado. El
libre mercado y la liberación de cualquier regulación estatal fueron las
respuestas a la cuestión de la libertad. Y hubo que olvidarse de la justicia.
Esta sería impartida por la competencia de mercado, que supuestamente era tan
efectiva que aseguraría que cada quien recibíría lo que merecía. Sin embargo,
el efecto fue que se le dio rienda suelta a muchas de las libertades malas (por
ejemplo, la liberta de explotar a otras personas) en nombre de las libertades
virtuosas.
Este giro fue algo que Polanyi evidentemente reconoció.
Observó que el pasaje hacia el futuro que él imaginaba estaba bloqueado por un
obstáculo moral, y este obstáculo moral era algo que él denominó "utopismo
liberal". Creo que todavía nos enfrentamos a los problemas que plantea este
utopismo liberal. Es una ideología que se ha generalizado en los medios de
comunicación y en los discursos políticos.
El utopismo liberal del Partido Demócrata, por tomar un
caso, es uno de los obstáculos en el camino hacia la conquista de la libertad
real. "La planificación y el control", escribió Polanyi, "están
siendo atacadas como si implicaran la negación de la libertad. En cambio, se
define como lo esencial de la libertad a la libertad de empresa y a la
propiedad privada". Esto es lo que plantearon los principales ideólogos
del neoliberalismo.
Más allá del mercado
Yo creo que este es uno de los temas principales de nuestra
época. ¿Vamos a ir más allá de las libertades limitadas del mercado y de la
regulación de nuestras vidas por las leyes de la oferta y la demanda? ¿O vamos
a aceptar, como dijo Margaret Thatcher, que no hay alternativa? Somos libres de
todo control estatal pero tenemos una relación de esclavitud con el mercado. No
hay ninguna alternativa a esto y más allá de esto no hay ninguna libertad. Esto
es lo que profesa la derecha, y esto es lo que mucha gente ha llegado a creer.
Es la paradoja de nuestra situación presente: que en nombre
de la libertad hemos adoptado la ideología del utopismo liberal, que en
realidad es una barrera para alcanzar la libertad real. No creo que estemos en
un mundo de libertad cuando alguien que quiere recibir una buena educación debe
pagar una inmensa cantidad de dinero y cargar con una deuda enorme por el resto
de su vida.
En Gran Bretaña, una proporción considerable de la provisión
de vivienda durante los años sesenta estaba a cargo del sector público; se
trataba de una vivienda social. Cuando era joven, esta vivienda social brindaba
satisfacción a una necesidad básica por un costo razonable. Luego llegó
Margareth Thatcher y lo privatizó todo, argumentando básicamente que
"seríamos más libres cuando poseyéramos nuestra propiedad y nos
convirtiéramos en parte de una democracia de propietarios".
Una situación en la cual el 60% de la provisión de vivienda
estaba a cargo del sector público se transformó de repente en una situación en
el cual solo el 20% —o tal vez menos— lo estaba. La vivienda se convierte en
una mercancía, y la mercancía forma parte de las actividades especulativas.
Hasta tal punto de convertirse en un vehículo para la especulación. Cuando el
precio de las propiedades sube, el costo de la vivienda sube sin que se
incrementen proporcionalmente los medios de acceso.
Estamos construyendo ciudades y viviendas de un modo que le
brinda una libertad enorme a las clases altas mientras hace que el resto de la
población sea cada vez menos libre. Creo que Marx se refería a esto cuando hizo
su célebre comentario: el reino de la necesidad debe ser superado para alcanzar
el reino de la libertad.
El reino de la libertad
Esta es la forma en la cual las libertades de mercado
limitan las posibilidades y, desde este punto de vista, creo que una
perspectiva socialista implica una respuesta del tipo de la de Polanyi; es
decir, es necesario socializar el acceso a la libertad socializando, por
ejemplo, el acceso a la vivienda. Hacemos que deje de ser algo que está
simplemente en el mercado para que se convierta en algo que existe en el
dominio público. La vivienda pública es nuestro lema. Esta es una de las ideas
básicas del socialismo en el sistema contemporáneo: poner las cosas bajo
dominio público.
Muchas veces se dice que para alcanzar el socialismo debemos
renunciar a nuestra individualidad y hacer un sacrificio. Ahora bien, esto
puede ser verdad hasta cierto punto; pero tal como dijo Polanyi, queda una
enorme libertad por conquistar si vamos más allá de las crueles realidades que
nos imponen las libertades individualizadas del mercado.
Creo que lo que Marx quería decir es que hay que maximizar
el reino de la libertad, pero que esto solo puede suceder si se dan respuestas
a los problemas que surgen del reino de la necesidad. La tarea de una sociedad
socialista no es en absoluto regular todo lo que sucede en la sociedad. La
tarea de una sociedad socialista es garantizar que todas las necesidades
básicas sean atendidas —de manera gratuita— para que las personas puedan hacer
todo lo que quieran cuando lo deseen.
Si le preguntan a alguien ahora mismo "¿cuánto tiempo
libre tienes a tu disposición?", la respuesta típica es "no tengo
tiempo para casi nada. Todo mi tiempo está ocupado en hacerme cargo de esto y
de aquello". La libertad real implica un mundo en el cual tenemos tiempo
libre para hacer todo lo que queremos, y para un proyecto emancipatorio
socialista esta es una de las misiones principales. Por lo tanto, esto es algo
por lo que debemos trabajar.
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