sábado, 31 de julio de 2021

El crac del neoliberalismo

 



El problema del rescate del neoliberalismo

La economía imperante ignora las cuantiosas intervenciones públicas que requiere el capitalismo de ‘libre mercado’

Robert Pollin / Gerald Epstein (Boston Review) 


El principio más básico que sustenta la economía neoliberal mantiene que el capitalismo de libre mercado –o al menos una buena aproximación a él– es el único marco eficaz para lograr un bienestar económico generalizado. Desde este punto de vista, solo los mercados libres pueden aumentar la productividad y el nivel de vida medio, al tiempo que proporcionan altos niveles de libertad individual y resultados equitativos en materia social: los grandes gastos públicos y las regulaciones estrictas son, simplemente, menos efectivos.

Estas premisas neoliberales han dominado la política económica de Estados Unidos y de todo el mundo durante los últimos cuarenta años, empezando con la elección de Margaret Thatcher en el Reino Unido y de Ronald Reagan en Estados Unidos. La máxima de Thatcher de que “no hay alternativa” al neoliberalismo se convirtió en un grito de guerra que reemplazó lo que había sido, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el predominio del keynesianismo en la creación de políticas económicas globales que, por el contrario, consideraba que las intervenciones gubernamentales a gran escala eran necesarias para lograr estabilidad y un nivel razonable de justicia bajo el sistema capitalista. Esta ascendencia neoliberal ha sido respaldada por una abrumadora mayoría de economistas profesionales, incluidos lumbreras como los premios Nobel Milton Friedman y Robert Lucas. 

sigue ...https://ctxt.es/es/20210701/Politica/36593/rescate-neoliberalismo-intervenciones-publicas-libre-mercado-Robert-Pollin-Gerald-Epstein-Boston-Review.htm

jueves, 29 de julio de 2021

¿Quién respalda los disturbios en Cuba?.

La contrarrevolución cultural de Cuba: raperos y artistas respaldados por el gobierno de EE. UU. Ganan fama como 'catalizador de los disturbios actuales'.


Max Blumental

martes, 27 de julio de 2021

La amnesia colonial del Reino de España

Annual: lo que es un desastre es no tener memoria


                              Laura Casielles


El centenario de la batalla de Annual es un recordatorio de que España no ha hecho los deberes en lo que se refiere a revisar su historia colonial.

Hace justo un siglo, en julio de 1921, España vivía un momento que iba a cambiar en muchos sentidos el curso de su historia. Ocurría, como muchas veces los puntos de giro, en la periferia, fuera de foco. En una guerra que hasta aquel momento apenas si salía en las noticias: la que se libraba en el norte de Marruecos, donde aquel verano la pretendida metrópolis iba a sufrir la mayor derrota militar de su historia. Fue lo que aún hoy se llama “desastre” de Annual, en una muestra casi inconsciente de que nuestro país no ha hecho los deberes en lo que se refiere a revisar su historia colonial –como también en el caso de 1898, a lo que se llama “desastre” es al momento en el que un país colonizado se levanta contra la metrópolis y tiene éxito–. En España, lo colonial forma parte de un silencio que se entreteje con muchos otros: los que tocan a la guerra civil, la dictadura y la democracia. Una caja negra de la memoria que solo ha sido abierta muy tímidamente, por más que sus consecuencias lleguen hasta nuestros días.

La colonización del norte de Marruecos comenzó a mediados del siglo XIX, cuando “un grupo de militares españoles empiezan a articular un discurso que pronto se hará muy popular, según el cual España tiene en ‘África’ (referido a Argelia y, sobre todo, Marruecos) unos ‘derechos históricos y geográficos’ que la dotarían de una mayor legitimidad colonial que cualquier otra potencia europea”, según explica la investigadora Itzea Goikolea-Amiano, especialista en historia, cultura y política del Marruecos colonial. Se trata de una curiosa retórica que permitirá blanquear la colonización con la idea de una “hermandad” que se remite a la historia de Alándalus, convenientemente mitificada.

Y que contrasta con que, en realidad, la mayor constante de esa colonización, al menos en su primera etapa, fue la guerra. La llamada “guerra del Rif”, que durará más de 15 años, es solo la última de las que vivió la zona, en un proceso de casi 70 años al que la administración española se refería sin embargo con el eufemismo de “pacificación”. Eran guerras de pobres contra pobres: solo iban a luchar a Marruecos quienes no podían pagar para evitarlo. En general, la opinión pública española no era particularmente favorable a aquel conflicto que se veía como fuente de más gastos que alegrías.

Pero entre conflicto y conflicto, las conferencias internacionales blindaron el control de España sobre el territorio. En 1912 se estableció un “protectorado” –otro eufemismo– en la zona, pero España no lo firmó directamente con el Sultán, sino con Francia, a la que correspondía la zona sur del país. Es decir, que en tanto potencia administradora, nuestro país siempre fue subsidiario de su vecino del norte. También cuando, 44 años más tarde, se firmasen la independencia y sus acuerdos.

Foto: AbdelKrim en 1922 (Alfonso Sánchez)

El intento español de controlar el territorio no quedaba sin respuesta. En el Rif se producía una contestación que siempre se ha vestido de guerra santa, pero que tenía mucho más que ver con una resistencia al expolio de las minas de la zona. España respondía a esas revueltas con la ayuda de los llamados “moros amigos”, élites locales que mejoraban su posición gracias a sus acuerdos con la administración colonial. El que sería el gran héroe rifeño de Annual, Abdelkrim El Jatabi, procedía de una de estas familias de “moros pensionados”, pero a principios de los años 20 cambió de bando para llevar a cabo una decisiva labor de organización de la guerrilla.

Frente a esa política de atracción, había también sectores dentro de la administración y el Ejército españoles que pedían más guerra. Esta opción tomará fuerza sobre todo a partir de 1920, cuando se puso al frente de la Comandancia General de Melilla a Manuel Fernández Silvestre. Bajo su mando, se abandonó la actitud defensiva y se comenzó a intentar avanzar para ganar nuevas posiciones en la zona de Annual.

María Rosa de Madariaga –autora de libros como España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada En el barranco del lobo: Las guerras de Marruecos– destaca las precarias condiciones de las tropas que sufrían las consecuencias de aquella decisión: “La defensa de los recintos era endeble, casi siempre de sacos terreros y alambradas. En lo que respecta a la tropa, la instrucción de los reclutas era muy deficiente, de solo un mes. Muchos no sabían tirar y algunos ni cargar el fusil”.

Todo empezó a recrudecerse en junio de 1921, cuando el puesto español de Igueriben cayó bajo el asedio de las harcas –las formaciones de guerrilla de las tribus rifeñas– lideradas por Abdelkrim. La situación se fue complicando progresivamente para los españoles por el desabastecimiento de víveres y agua. Pero el momento que más presagió lo que iba a venir fue quizá la batalla de Abarrán, ya a principios de julio, que los españoles perdieron por algo que parecía esperable: las “tropas indígenas” abandonaron por primera vez de manera masiva sus puestos para pasarse al lado de sus compatriotas.

De Madariaga cuenta que fue un incidente más bien anecdótico el que marcó un giro en los acontecimientos. El 20 de julio había concentrados en Annual, según sus cálculos, unos 5000 soldados españoles–. Según el relato de esta historiadora, Fernández Silvestre decidió abandonar la posición por un aviso de ataque que podría haber sido una exageración: “No había ni mucho menos miles de harqueños que avanzaban sobre Annual, sino un nutrido grupo de rifeños que, por haber celebrado una reunión aquella madrugada, se dirigían a relevar las guardias más tarde que de costumbre”. El caso es que “cuando se dio la orden de salida, las unidades salieron del campamento en precipitada fuga”. 

El relato que transmite De Madariaga es todo lo contrario a la épica: una huida movida por el pánico, en la que muchos oficiales dejaron atrás a sus tropas, que escapaban encontrando a su paso cada vez más posiciones abandonadas, en un camino de salida encajonado. Los refuerzos llegados de la Península tampoco fueron capaces de cambiar la situación, por más que incluyeran a Millán Astray desfilando por Melilla al mando de la Legión. El 10 de agosto los rifeños ocuparon la última posición de la zona. El territorio conquistado en 12 años se había perdido en 21 días.

En las dos orillas

No se sabe con seguridad qué ocurrió con el general Silvestre: desaparecido en la desbandada, hay quien sostiene que se suicidó y quien sostiene que cayó abatido en combate. Otra cosa que no se sabe con seguridad es cuántas personas murieron en aquellas semanas. Para María Rosa de Madariaga, la cifra puede oscilar entre 8.000 y 10.000 soldados españoles, aunque “cabe preguntarse si los que figuraban en sus puestos solo lo estaban en el papel, pero no lo estaban físicamente en el momento de los hechos”. Según explica, “hubo unidades que marchaban al mando de un sargento porque a sus capitanes o tenientes los habían perdido de vista. [Otros] se arrancaban las estrellas y los emblemas para no ser reconocidos como oficiales”. En todos esos detalles se ha venido jugando a lo largo del siglo otra batalla: la del honor.

Foto: Soldados españoles defienden su posición en Dar Drius, en 1921 (José María Díaz Casariego)

Si hasta aquel momento las crónicas de la guerra de Marruecos pasaban bastante desapercibidas frente a urgencias más imperiosas como la subida del precio del pan, a partir de aquel momento se convirtieron en el tema estrella. Ante el estupor de la opinión pública por la debacle, comenzaron a florecer los discursos en los que la salvaguarda del orgullo patrio iba de la mano con la demonización del “moro”, presentado por la prensa como enemigo sanguinario a través de relatos y fotografías.

La derrota en Marruecos había causado una fuerte crisis política en España. Alfonso XIII encargó a Antonio Maura un gobierno de concentración nacional, una de cuyas primeras acciones fue abrir una investigación sobre lo ocurrido: el llamado Expediente Picasso, un voluminoso documento que se presentará en el Congreso en otoño de 1922, revelando un inmenso cúmulo de errores militares y políticos que no hicieron sino aumentar la tensión. Menos de un año más tarde, el general Primo de Rivera aprovechaba la inestabilidad para dar un golpe de Estado.

Para Bernabé López García, experto en historia del Magreb que ha trabajado particularmente las relaciones hispano marroquíes, “Annual reveló todo lo absurdo y corrupto que encerraba la guerra rifeña. La búsqueda de responsabilidades llegó tan arriba, que estuvo a punto de salpicar al trono y de ahí el golpe de Primo de Rivera con todo lo que ello supuso. Todo el africanismo militar que aquella guerra encerraba trajo nuestra guerra civil y la segunda y larga dictadura. Y si me apuras, Vox y el voxismo”. También María Rosa de Madariaga traza una línea de filiación entre aquellos hechos y lo que vendría luego: el deseo de revancha que se alimentó tras aquella derrota “contribuyó a fortalecer el poder de los elementos más cerriles y ultramontanos del Ejército, particularmente los jefes y oficiales de las fuerzas de choque, que serían la punta de lanza de Franco”.

En cuanto a la otra orilla, los acontecimientos también tuvieron consecuencias. En septiembre de 1921, Abdelkrim reunió a las distintas tribus y proclamó la República del Rif, que logró mantener su independencia hasta 1926. El profesor e investigador Mohamed Daoudi señala la ambivalencia que esto supone para Marruecos: aunque se reconoce la importancia de la victoria de Annual en términos de lucha anticolonial, es problemático destacar en exceso la figura de Abdelkrim, un icono para la identidad colectiva rifeña.

Tanto los colonizados, el Rif, como los colonizadores, España, siguen siendo marginales en la historiografía marroquí hegemónica y el discurso político. Por eso asuntos como la brutalidad de la guerra química solo salen a la luz en momentos de tensión entre ambos países. El Estado marroquí normalmente se desentiende y de manera oficiosa fomenta (o tolera) que las ONG e investigadores saquen el tema contra España cuando la situación política es tensa”, explica Daoudi. Un juego interesado que dificulta, a su entender, cualquier posible conversación en términos de reparaciones.

En cuanto a España, un siglo más tarde solo la derecha más recalcitrante parece querer recordar lo que ocurrió en Annual. Y lo hace desde la perspectiva de recuperar algo así como un honor perdido: restaurar la memoria de los mártires, esclarecer el número de muertos –españoles, por supuesto– y rendirles homenaje. Como mucho, se proponen cierres simbólicos en clave de equidistancia, como cuando el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Josep Borrell, invitaba hace unos meses a que la efeméride sirviera para iniciar con Marruecos un proceso de “cerrar heridas de unos y de otros” que tuviera en cuenta “los daños que se generaron las dos partes”.

Para Itzea Goikolea-Amiano, uno de los problemas para abordar esta historia es que nos ha llegado sobre todo a través del relato militar: una mirada centrada en las “hazañas” y anclada en la mirada colonial que continúa repitiéndose de manera acrítica. “En algunos reportajes sobre el centenario de Annual que he tenido la ocasión de leer se han repetido ideas coloniales como que los habitantes de la zona del Protectorado eran salvajes y, sobre todo referido al Rif, que vivían en un territorio sin ley ni gobierno. También he visto que en eventos específicos se ha aprovechado la ocasión para reforzar un sentido de “respetabilidad” del ejército. Es lamentable que no se haga una revisión, ¡hace un siglo de Annual!”.

Pero ese siglo no ha disipado los fantasmas, e incluso ha alimentado otros, como el conflicto del Sáhara Occidental –también de raíz colonial– que constituye una bisagra clave de las relaciones entre España y Marruecos. Los acontecimientos recientes en Ceuta y Melilla ponen de manifiesto la pervivencia de un imaginario que se apoya en “la imagen negativa construida de un sur asociado a violencia, a guerra, a muertes y sufrimientos inútiles de soldados que algunos transforman en gestas heroicas y episodios de honor y orgullo”, en palabras de Bernabé López García.

Y también aquello que, según recuerda este profesor, escribió Manuel Azaña en 1923: “Lo que se ventila en nuestro problema marroquí es la subsistencia o la caducidad de los valores creados hace siglos por los dueños de España, que administran su historia. Ciego estará (ciego de soberbia), quien no advierta que los moros influyen en España mucho más que los españoles influimos en Marruecos”. Recordar el centenario de Annual no es una cuestión de heroísmos o mitologías nacionales. Se trata, simplemente, de encajar una pieza que suele faltar en un puzle cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días.

Fuente: https://www.lamarea.com/2021/07/23/annual-lo-que-es-un-desastre-es-no-tener-memoria/

Nota del blog .-España no solo no ha restituido las 122 piezas del tesoro de Quimbaya solicitado por Colombia ni ha dado los primeros pasos en el tortuoso camino de asumir la culpa y pedir perdón, sino que ni siquiera guarda silencio al respecto. España, en contra de la corriente europea, está más por la apología colonial, lo que quizá se deba a que todavía no ha asumido, no ya que no es un Imperio  , sino que no volverá a serlo y, lo que es peor, que de seguir creyéndose Imperio cada día se verá más sola y troceada. Porque España sigue creyendo ser Imperio como el trastornado sigue creyendo que es Napoleón. Igual. 

Y por supuesto algo tiene que ver que  actualmente sigua siendo una monarquía . Aunque la República cometió un claro error no dando la independencia al  Rif durante la guerra, por no querer enfrentarse a Francia . Y luego  bajo la dictadura de Franco    le dieron la independencia bajo ordenes americanas y  igual a la provincia del Sahara. Y termino siendo "El Imperio que nunca existió". https://www.margenlibros.com/libro/el-imperio-que-nunca-existio_208416

lunes, 26 de julio de 2021

Jesús Ynfante y la Santa Mafia

                                                                                      


Recordando a Jesús Ynfante y su Santa Mafia .

Cincuenta años de un libro que nos abrió los ojos . 

Jesús Aller

El periodista y escritor gaditano Jesús Ynfante (1944-2018), exiliado en Francia tras sufrir la represión franquista, se dio a conocer en 1970 con «La prodigiosa aventura del Opus Dei: Génesis y desarrollo de la Santa Mafia», un libro publicado por Ruedo Ibérico cuya distribución no estuvo permitida en nuestro suelo, pero que se convirtió enseguida en un éxito editorial allende sus fronteras y seguramente en uno de los textos impresos más codiciados de que se tiene noticia.

La obra arrojaba luz meridiana sobre lo que muchos presentían y desnudaba una férrea estructura de poder disfrazada de espiritualidad, que resultaba imprescindible para comprender la deriva ideológica de la dictadura durante el despegue económico de los años 60. Transcurrido ya medio siglo desde su aparición, es un deber de gratitud recordar aquel fruto de la labor de un veinteañero que demostró con su ópera prima las virtudes que habrían de caracterizar toda su carrera.

Un clásico con plena vigencia

En la presentación, el autor dedica su obra, con frase de Larra, “A los batuecos, a quienes una larga costumbre de callar ha entorpecido la lengua.” A ellos se encamina el resultado de una investigación “rayana en lo detectivesco”, que comienza con un repaso de la biografía del fundador del Opus Dei en el primero de los ocho capítulos. El lector queda sorprendido desde el principio por la prosa bien trabada, que expone con rigor sin desdeñar la ironía, por la abundancia y diversidad de las fuentes manejadas y por la minuciosidad del aparato de notas a pie de página.

Un sacerdote con grandes ambiciones

Josémaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro en 1902 en una familia de clase media, y cursó estudios de Derecho y eclesiásticos. Ordenado en 1925, ejerce de sacerdote en Madrid, y en 1928 comienza a dar forma a una asociación para la que elegirá después el nombre de Opus Dei. Sus primeros miembros son universitarios que aceptan votos de pobreza, castidad y obediencia y en 1932 alcanzan el número de 13. El proyecto cuenta con una aprobación verbal de la jerarquía que hasta 1941 no se expresa por escrito.

En los años de la Segunda República, Escrivá abre en Madrid y Valencia pequeñas residencias de estudiantes donde realiza su apostolado y proselitismo, pero sólo tras la guerra la empresa coge vuelo, al conectar perfectamente con el espíritu de la época. Tomando como modelos organizativos la Institución Libre de Enseñanza y la Compañía de Jesús, el Opus Dei trata de extender el nacional-catolicismo en los ambientes universitarios y profesionales, los sectores más intelectuales de la vida del país. A través de este proceso y bajo la máscara de la “santificación del trabajo”, se implementaban en realidad una estricta ortodoxia, una disciplina férrea y un entramado mafioso que pronto generó pingües beneficios y decisiva influencia social al máximo nivel político y económico.


Santa Mafia nos ilustra con reveladores episodios de la trayectoria personal del fundador, que se instala en Roma en 1946 y en 1968 solicita y consigue el título de marqués de Peralta, en una operación que le costó un cuarto de millón de pesetas. El culto a su figura y a los detalles más nimios de su vida es una de las características que marcan a la cofradía que creó a lo largo de toda su historia. Falleció en 1975 y fue beatificado en 1992 y canonizado en 2002.

Ciencia católica”: el proyecto echa a rodar

En los años 40, el control del recién fundado y generosamente financiado Consejo Superior de Investigaciones Científicas, una de las obras mimadas de Franco, por parte de su secretario general, José María Albareda, sacerdote y miembro conspicuo del Opus, permitió poner los cimientos de una “ciencia católica” en el país. Algunos ejemplos desgranados muestran a las claras los altos niveles de incompetencia y rancio dogmatismo nacional-católico que marcaron los primeros pasos de esta institución.

Se analizan también pormenorizadamente los progresos de la Obra entre destacados grupos universitarios de Sevilla y Barcelona, así como el asalto que se emprende después a las cátedras de toda España, paisaje devastado por las depuraciones de la guerra y postguerra, a través del nombramiento por el gobierno de todos los miembros de los tribunales entre 1940 y 1951. Aclaremos que José Ibáñez Martín, ministro del ramo en ese periodo, era otro íntimo colaborador del de Barbastro. Al mismo tiempo, se produce un abordaje a las enseñanzas medias, vivero de alevines para el proyecto, y a los Colegios mayores, procesos descritos en detalle por Ynfante. La Universidad de Navarra, controlada por el Opus desde su fundación en 1952, desempeñó un papel central en estas estrategias.

La preocupación de la Obra por dirigir la maquinaria capitalista del país se manifiesta en la fundación en 1958 del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa), en Barcelona pero dependiente de la Universidad de Navarra, que será el semillero de las elites gestoras de la economía española.

La relación con la jerarquía católica

En los años 60, el Opus Dei tiene mayor influencia en los entramados políticos que entre la jerarquía eclesiástica, y recibe aceradas críticas por parte de miembros destacados de la Compañía de Jesús, por ejemplo, comprensibles si tenemos en cuenta que ambas instituciones se disputaban un mismo territorio. El tiempo, sin embargo, consolidó las posiciones de la Obra, asentada enseguida sobre fuertes apoyos en la Curia vaticana, y ello a pesar de tener que nadar contra corriente durante el concilio Vaticano II, y bregar con las denuncias de “fundamentalismo” que circularon por entonces.

El incremento de influencia se potenció tras la época narrada en el libro, con el acceso en 1978 a la silla de San Pedro de Karol Wojtyla, y llegó a su cenit en 1982 cuando éste, a través de su constitución apostólica Ut sit, elevó al Opus Dei al rango de prelatura personal, lo que garantizaba al fin una total independencia de la institución ante las iglesias locales y subordinación directa a la Santa Sede.

Una máquina bien engrasada

Ynfante nos describe en detalle cómo se accede a la Obra, historia que comienza con la invitación a un joven, o no tan joven, a un retiro espiritual, y continúa con la “pitada”, solicitud de ingreso a través de una carta al Padre, en la que el neófito especifica el grado que le ha sido aconsejado: “numerario”, que no exige el sacerdocio, pero sí celibato y formación sacerdotal, y lo incorporará al núcleo duro del Opus Dei; “supernumerario”, para miembros casados o sacerdotes diocesanos; u “oblato”, típicamente para personas sin estudios superiores ni relevancia social. A los seis meses puede materializarse la “admisión”, vinculación jurídica con la Obra, y la formulación de los tres votos. Un año después, en la ceremonia de “Oblación”, la adhesión se renueva, y lo seguirá haciendo cada 19 de marzo durante seis años (en el transcurso de una misa) hasta hacerse definitiva. Sólo entonces se recibe la alianza que simboliza la culminación del proceso. Se detallan también en el libro las rutinas, jaculatorias, rezos y penitencias que jalonan la vida de los miembros, así como el programa de retiros y convivencias que se prodigan.

La estructura de poder tiene su centro en Roma en un presidente y un Consejo general, y se prolonga en Consejos regionales y locales. Las casas donde habitan los numerarios tienen un director (siempre un sacerdote), que atiende a lo espiritual, un subdirector, encargado de las actividades prácticas y un secretario. La “sección femenina” de la Obra copia rasgos de la masculina, pero con un carácter subordinado. En ella, el acceso al grado numerario puede lograrse por medio de una jugosa dote, y hay una preocupación especial por integrar como oblatas a las trabajadoras de los servicios de limpieza de casas y residencias.

No resultaba fácil calcular los efectivos de la institución, pero Ynfante estima una cifra aproximada de 25 000 personas en todo el mundo, incluidos cooperantes, para el año 1964. Según él, el “espíritu de la Obra” se basa en el sometimiento a una voluntad superior a la que se atribuye origen divino y que “santifica” la labor intelectual y empresarial impuesta socialmente. Las actividades son variadas, como se verá, pero una destacada es la fabricación de prestigios, a bombo y platillo, para los compañeros de militancia, de lo que se dan buenos ejemplos.

La conquista del Estado

Los cuatro primeros capítulos aportan interesantes datos sobre la historia y el funcionamiento de la Obra, pero sólo en el quinto comprendemos que lo que se ha descrito hasta entonces es en realidad un aparato burocrático totalitario capaz de controlar y dirigir la economía y la política de un país. Esta sección está dedicada a escudriñar el sistema de gobierno impuesto en España tras la Guerra Civil, autocracia de Francisco Franco revestida de nacional-catolicismo, y en ella Ynfante nos aproxima en detalle al círculo de familiares y allegados del dictador, núcleo decisorio del régimen, y nos revela cómo en la maquinaria militar y política de éste se observa, a partir de 1951, el acceso imparable de miembros de la Obra a posiciones clave.

Laureano López Rodó, un catedrático de Derecho administrativo y miembro numerario del Opus, desempeña un papel crucial en el asalto al poder que culmina en 1969 con un gobierno dominado por la Obra. Las fricciones desencadenadas por este irrefrenable ascenso con los falangistas, el otro grupo influyente del régimen, incluyeron un muy tímido apoyo por los del marqués de Peralta a las Comisiones Obreras que acababan de nacer, como forma de restar fuerza a los sindicatos verticales. Hay que decir, sin embargo, que esta simpatía no libró a Marcelino Camacho de sufrir largos años de cárcel.

La infraestructura económica

Desentrañados el abordaje a las cátedras universitarias, la ocupación del CSIC y la conquista del poder político, el extenso capítulo sexto se dedica en exclusiva a las finanzas de la Obra, cuyo primer elemento importante fue el control del Banco Popular. En España la Iglesia participaba, secular y suculentamente, del dominio económico, como propietaria de bienes inmuebles, empresas y bancos, como se recuerda en el libro, pero lo que se observa en los años 60 y se describe exhaustivamente en él, es un asalto inusitado por parte del Opus Dei a las estructuras de poder de las grandes corporaciones bancarias, en una época en que además los miembros más destacados de la oligarquía se sumaban a la Obra o colaboraban con ella.

El entramado que Ynfante pone ante nuestros ojos tiene ramificaciones financieras, pero también en las industrias de la construcción, química, textil, farmacéutica y cinematográfica, y esto sin olvidar la exportación de vinos, que en ella estuvo el origen de RUMASA. La siderurgia y la minería quedaban, sin embargo, principalmente para otros grupos oligárquicos. Se analiza por último la penetración de la Obra en el mundo editorial, a través de Rialp y Magisterio Español sobre todo, y SARPE para las revistas. En el periodismo,los de Escrivá controlaban la agencia Europa Press, así como el diario El Alcázar hasta 1968 y la cadena SER. En el momento de publicación de Santa Mafia eran ocho los periódicos en sus manos, entre ellos Madrid y Nuevo Diario, con otros muchos participados o en su órbita de influencia.

Ideología e imperialismo de la Obra

Ynfante define la ideología del Opus Dei como clerical-autoritaria, y ve tras ella a una burguesía que ha tomado al fin el control del país, y que después de un período de imposición puramente fascista, en la guerra y su inmediata postguerra, y cuando el desenlace del conflicto mundial desaconsejaba guiños totalitarios, halla en la tecnocracia un instrumento óptimo de enriquecimiento. Sus bases teóricas pueden rastrearse en Donoso Cortés, Marcelino Menéndez Pelayo y Ramiro de Maeztu, y alientan luego en una amplia nómina que se repasa concienzudamente, de Pemán a Fernández de la Mora, todos ellos intelectuales muy publicitados en su época, generosamente amamantados por los presupuestos del Estado y rendidos admiradores del Caudillo que libró a España del comunismo y la llevaba paternalmente por caminos de progreso.

El último capítulo se dedica a la expansión de la Obra y su ideología clerical-autoritaria a nivel mundial, proceso que se dinamiza a partir de 1969 y refleja la vitalidad del fascismo español travestido de espiritualidad cristiana. Ynfante documenta el ritmo y los métodos de la penetración en Europa y América, y aporta sorprendentes datos de la pujanza en los Estados Unidos y Francia. Sin embargo, se presentan evidencias también del desgaste generado por esta dinámica enloquecida de los años 60, con deserciones, críticas e historias truculentas de odios y vendettas que minan el prestigio de la institución. Además, en 1969 estalla el caso Matesa, del que los de Escrivá no van a salir muy bien parados.

La obra concluye con una justificación del uso del término “mafia” para describir la Obra, tal vez exagerado si atendemos a una definición académica del vocablo, pero consolidado por una década de empleo en medios de comunicación de todo el mundo. También se utilizó mucho la expresión “Octopus Dei”.

Apéndices y anexo

Cuatro apéndices sirven al autor para pasar revista a lo escrito hasta ese momento sobre el Opus Dei con una perspectiva no hagiográfica; para diseccionar Camino, culmen del pensamiento del santo aragonés; para hacer un recuento preliminar de los centros, residencias, casas de ejercicios, etc. de que disponía la Obra en 1970; y para reproducir las “Constituciones” de la institución, documento en latín para uso exclusivo de sus jerarcas, que según algunas fuentes llegó a manos de Ynfante cuando era secretario de José Vidal-Beneyto, quien lo poseía por haberlo sido a su vez de Escrivá en su juventud, y según otras fue filtrado por un prominente jesuita. En este texto, que se presenta en traducción de Agustín García Calvo, resplandecen todos los rasgos de la estructura clerical-autoritaria.

Un anexo aporta dos largas listas de militantes y simpatizantes de la Obra, información valiosa aunque incompleta y no exenta de errores, que se obtuvo a partir de testimonios confidenciales de antiguos miembros.

Un brillante y valiente periodista de investigación

Santa Mafia desmontaba con rigor los relatos apologéticos imperantes en la época sobre el Opus Dei, y confirmó lo que muchos intuían. Los detalles escabrosos que revelaba contribuyeron sin duda al desprestigio de una congregación que había alcanzado la cima de su poder justo cuando la obra se publicó. Sin embargo, el nacional-catolicismo era un elemento decisivo en la transición gatopardesca que se diseñaba en las alturas y tampoco se trataba de que la sangre llegara al río. La hermosa frase final del libro: “Es un deber inaplazable la destrucción del actual ‘orden franquista’ y de la sociedad clasista y burocrática.”, no coincidía para nada con lo que planeaban los arquitectos del nuevo orden, y sólo esto explica que el eco oficial y mediático del magistral trabajo de Ynfante no estuviera nunca a la altura de sus merecimientos.

En Francia, el autor de Santa Mafia colaboró en periódicos y revistas como Le Canard Enchaîne y Charlie Hebdo, y publicó nuevos libros: Los negocios de Porcioles: las Sagradas Familias de Barcelona (1974); Los negocios ejemplares: Rumasa, Sofico, Matesa, los negocios del ‘Caudillo’ (1975); El ejército de Franco y de Juan Carlos (1976); Los negocios militares. Las fuerzas armadas en España (1976); y Un crime sous Giscard: l’affaire de Broglie, l’Opus Dei, Matesa (1981). Solamente los títulos nos dan una idea del certero instinto que guiaba la elección de sus temas de trabajo. Y hay que añadir además que, en el tratamiento de éstos, siempre destacó por lo incisivo y exhaustivo de sus análisis y por la contundencia bien argumentada de sus conclusiones.

Tras la muerte del dictador, Jesús Ynfante se estableció en España, donde continuó con su actividad periodística. Fue también corresponsal de la agencia EFE en Bruselas hasta los años 90, y siguió publicando libros, dos más profundizando en su ópera prima: Opus Dei. Así en la tierra como en el cielo (1996) y El santo fundador del Opus Dei (2002), además de la novela El silencio de la termita (1983) y nuevos trabajos de investigación: La fuga de capitales y los bancos suizos (1978); Libro negro de la colza: el misterio del síndrome tóxico por el aceite (1982); Los muy ricos: las trescientas fortunas más grandes de España (1998) y La cara oculta del Vaticano (2004). Dejó inédito un ensayo sobre lo que él denominaba: “La remonarquía española”.

Este mes de julio en que se cumplen tres años de su fallecimiento en Los Barrios (Cádiz) resulta un buen momento para recordar al investigador y periodista que con inteligencia, tesón y duro trabajo iluminó alguno de los secretos más oscuros de nuestra historia reciente. Este video ofrece una breve información sobre Santa Mafia y Ruedo Ibérico, y recoge las intervenciones de Jesús Ynfante en el programa de La Clave sobre el Opus Dei (1984). El debate completo puede seguirse aquí.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/


 Conclusión , del blog ,  la mafia política  "franquista" del PP  no es de ahora

domingo, 25 de julio de 2021

La guerra de Libia se baso en mentiras.

El informe del Parlamento del Reino Unido detalla cómo la guerra de la OTAN en Libia en 2011 se basó en mentiras

 

 Ben Norton . 

Un nuevo informe publicado por el Parlamento británico muestra que la guerra de la OTAN sobre Libia de 2011 se basó en una serie de mentiras.

Libya: Examination of intervention and collapse and the UK’s future policy options” (Libia: Examen de la intervención y colapso y las futuras opciones políticas de Reino Unido), una investigación realizada por el Comité de Asuntos Exteriores de la bipartita Cámara de los Comunes condena el papel interpretado por el Reino Unido en la guerra, que derrocó el gobierno del líder Muamar Gadafi en Libia, y sumió el país del norte de África en el caos.

“No hemos visto pruebas de que el Reino Unido llevase a cabo un análisis apropiado de la naturaleza de la rebelión en Libia”, afirma el informe. “La estrategia de Reino Unido se basó en suposiciones erróneas y en una comprensión incompleta de las pruebas”.

El Comité de Asuntos Exteriores concluye que el gobierno británico “no fue capaz de identificar que la amenaza a los civiles fue exagerada y que los rebeldes incluían un elemento islamista importante”.

“La investigación libia, que se lanzó en julio de 2015, se basó en más de un año de investigaciones y entrevistas con políticos, académicos, periodistas y más. El informe, que fue publicado el 14 de septiembre, revela lo siguiente:

  • Gadafi no estaba planeando masacrar civiles. Este mito fue exagerado por los rebeldes y los gobiernos occidentales, que basaron sus intervenciones en poca información de Inteligencia.
  • La amenaza de los extremistas islamistas, que tuvieron una gran influencia en las revueltas, fue ignorada -y los bombardeos de la OTAN hicieron esta amenaza incluso mayor, proporcionando a ISIS una base en el norte de África.
  • Francia, que inició la intervención militar, estuvo motivada por intereses económicos y políticos, no humanitarios.
  • Las revueltas -que fueron violentas, no pacíficas- probablemente no hubieran tenido éxito si no hubiera sido por la intervención y la ayuda militar extranjera. Los medios de comunicación extranjeros, particularmente Al Jazera de Qatar y Al Arabiya de Arabia Saudí, también difundieron rumores infundados sobre Gadafi y el gobierno libio.
  • Los bombardeos de la OTAN hundieron a Libia en un desastre humanitario, matando a miles de personas y desplazando a otros cientos de miles, transformando Libia de ser el país africano con el mayor nivel de vida a un estado fallido devastado por la guerra.

Mito sobre que Gadafi iba a masacrar a civiles y falta de información de Inteligencia

“A pesar de su retórica, la proposición de que Muamar Gadafi había ordenado la masacre de civiles en Bengazi no se apoyaba en ninguna prueba disponible”, afirma claramente el Comité de Asuntos Exteriores.

“Mientras que Muamar Gadafi ciertamente amenazó con violencia a aquellos que se levantaron en armas contra su gobierno, esto no se traducía necesariamente en una amenaza contra todo el mundo en Begazi”, añade el informe. “En resumen, la escalada de amenazas a los civiles fue presentada con una certeza injustificada”.

El sumario del informe también señala que la guerra “no contó con información precisa de Inteligencia”. Añade que “Al parecer, agentes de Inteligencia de Estados Unidos describieron la intervención como una decisión tomada a la ligera”.

Esto desafía y contradice lo que las figuras políticas afirmaron en aquellos momentos previos a los bombardeos de la OTAN. Después de los violentos levantamientos que estallaron en Libia en febrero, y de que Bengazi -la segunda ciudad más grande de Libia- fuera tomada por los rebeldes, figuras de la oposición en el exilio como Soliman Bouchuiguir, presidente de la Liga para los Derechos Humanos con sede en Europa, afirmaron que si Gadafi retomaba la ciudad, “se produciría un auténtico baño de sangre, una masacre como la que se vivió en Ruanda”.

El informe del Parlamento británico, sin embargo, señala que el gobierno libio había retomado ciudades de los rebeldes a primeros de febrero de 2011, antes de que la OTAN lanzase su campaña de ataques aéreos, y las fuerzas de Gadafi no habían atacado a los civiles.

El 17 de marzo, señala el informe, dos días antes de que la OTAN empezase a bombardear, Gadafi dijo a los rebeldes en Bengazi: “Tirad vuestras armas, exactamente como hicieron vuestros hermanos en Ajdabiya y otros lugares. Ellos depusieron sus armas y están a salvo. Nunca los hemos perseguido”.

El Comité de Asuntos Exteriores añade que, cuando las fuerzas del gobierno de Libia retomaron la ciudad de Ajdabiya en febrero, no atacaron a los civiles. Gadafi “también intentó apaciguar a los protestantes en Bengazi con una oferta de ayuda al desarrollo antes de desplegar finalmente las tropas”, añade el informe.

En otro ejemplo, el informe indica que, después de luchar en febrero y marzo en la ciudad de Misrata, la tercera ciudad más grande de Libia, que también había sido tomada por los rebeldes, solamente un 1% de las personas matadas por el gobierno de Libia eran mujeres y niños.

“La disparidad entre las muertes de hombres y mujeres sugiere que las fuerzas del régimen de Gadafi atacaban a los combatientes en una guerra civil y no a civiles indiscriminadamente”, asegura el Comité.

Altos funcionarios británicos admitieron en la investigación del Parlamento que no tuvieron en cuenta las actuaciones que de verdad estaba llevando a cabo Gadafi, sino que pidieron la intervención militar en Libia basándose en su retórica.

En febrero, Gadafi pronunció un acalorado discurso amenazando a los rebeldes que habían tomado el control de las ciudades. Dijo que “solo eran unos cuantos” y “unos pocos terroristas”, y los llamó “ratas” que “están convirtiendo Libia en los emiratos de Zawahiri y Bin Laden”, haciendo referencia a líderes de Al Qaeda.

Al final de su discurso, Gadafi prometió “Limpiar Libia, palmo a palmo, casa por casa, hogar por hogar, callejón por callejón” de estos rebeldes. Muchos medios occidentales, sin embargo, dieron por sobreentendido e informaron rotundamente que estas palabras significaban una amenaza para todos los manifestantes. Un periodista israelí popularizó esta línea de información convirtiéndolo en una canción titulada “Zenga Zenga” (callejón, en árabe). El vídeo de Youtube con el discurso remezclado circuló por todo el mundo.

El Comité de Asuntos Exteriores apunta en su informe que, en aquel momento, los funcionarios británicos “carecían de información de Inteligencia fiable”. William Hague, que sirvió como Secretario de Estado británico para Asuntos Exteriores y de la Commonwealth durante la guerra en Libia, afirmó al Comité que “Gadafi había prometido “ir casa por casa, habitación por habitación, exigiendo su venganza contra el pueblo de Bengazi”, citando erróneamente el discurso de Gadafi, añadiendo que “un montón de gente iba a morir”.

“Dada la falta de información de Inteligencia fiable, tanto Lord Hague como el doctor Fox destacaron el impacto de la retórica de Muamar Gadafi a la hora de tomar su decisión”, apunta el informe, también haciendo referencia al entonces Secretario de Estado para la Defensa, Liam Fox.

George Joffé, un académico del King’s Collegue de la Universidad de Londres, y un experto en Oriente Medio y Norte de África, declaró al Comité de Asuntos Exteriores para su investigación que, mientras que Gadafi algunas veces utilizaba una retórica intimidatoria bastante de “helarte la sangre”, ejemplos del pasado mostraban que el líder libio que tanto tiempo llevaba en el poder era “muy cuidadoso” para evitar la muerte de civiles.

En una ocasión, contó Joffé, “en lugar de intentar eliminar las amenazas al régimen en el este, en Cyrenaica, Gadafi se pasó seis meses intentando pacificar a las tribus del lugar”. Gadafi “hubiera sido muy cuidadoso con la respuesta real” agregó Joffé en el informe. “El temor a la masacre de civiles fue enormemente exagerado”.

Alison Pargeter, investigadora senior del Instituto Royal United Services, y especialista en Libia que también fue entrevistada para las investigaciones, se mostró de acuerdo con Joffé. Pargeter dijo al Comité que en aquel momento no había pruebas reales de que Gadafi se estuviera preparando para lanzar una masacre contra sus propios civiles”.

“Emigrados opositores a Muamar Gadafi explotaron la agitación en Libia exagerando la amenaza a los civiles y alentando a las potencias occidentales a intervenir”, señala el informe, resumiendo el análisis de Joffé.

Pargeter añadió que los libios que se oponían al gobierno exageraron el uso de “mercenarios” por parte de Gadafi, un término que a menudo se utiliza como sinónimo para designar a los libios de ascendencia subsahariana. La investigadora añade que los libios le habían dicho: “Los africanos están viniendo. Nos van a masacrar. Gadafi está mandando africanos a las calles. Van a matar a nuestras familias”.

“Creo que eso se amplificó demasiado”, asegura Pargeter. Este mito amplificado llevó a la violencia extrema. Los libios negros fueron reprimidos violentamente por parte de los rebeldes libios. La AP (Associated Press) informó en septiembre de 2011: “Fuerzas rebeldes y civiles armados están acorralando a miles de libios negros y migrantes del África Subsahariana”. Señalaba: “Prácticamente todos los detenidos dicen que son trabajadores migrantes inocentes”.

(Los crímenes que cometieron los rebeldes contra los libios negros iban a llegar a ser mucho peor. En 2012, hubo informes sobre que los libios negros fueron metidos en jaulas por los rebeldes y obligados a comer banderas. Como informó previamente Salon, Human Right Watch (HRW), también advirtió en 2013 de “graves y continuadas violaciones de los derechos humanos cometidas contra los habitantes de la ciudad de Tawergha, que son considerados por lo general como seguidores de Muamar Gadafi.” Los habitantes de Tawergha eran mayoritariamente descendientes de esclavos negros y eran muy pobres. HRW informó de que los rebeldes libios llevaron a cabo el “desplazamiento forzado de unas 40.000 personas y que las detenciones arbitrarias, las torturas y los asesinatos son generalizados, sistemáticos y lo suficientemente organizados como para considerarse crímenes contra la humanidad”.)

En julio de 2011, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner reconoció que Gadafi es alguien dado “a utilizar una retórica exagerada”, pero en febrero, los gobiernos occidentales convirtieron sus discursos en armas.

El Comité de Asuntos Exteriores señala en su informe que, a pesar de la falta de información de las agencias de Inteligencia, “el gobierno de Reino Unido se centró exclusivamente en la intervención militar” como solución en Libia, ignorando otras formas disponibles de compromiso político y diplomáticas.

Esto es coherente con la información difundida por The Washington Times, que averiguó que el hijo de Gadafi, Saif, había esperado negociar un alto el fuego con el gobierno de Estados Unidos. Saif Gadafi abrió comunicaciones sigilosamente con la Jefatura del Estado Mayor Conjunta, pero la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton intervino y pidió al Pentágono que detuviera las conversaciones con el gobierno de Libia. “La Secretaria Clinton no quiere negociar en absoluto”, dijo a Saif un funcionario de Inteligencia de EEUU.

En marzo, la Secretaria Clinton había llamado a Muamar Gadafi una “criatura” “que no tiene conciencia y que amenazará a cualquiera que se ponga en su camino”. Clinton, que tuvo un papel de liderazgo en presionar para que la OTAN bombardease Libia, afirmó que Gadafi “haría cosas terribles” si no se le detenía.

Desde marzo hasta octubre de 2011, la OTAN llevó a cabo una campaña de bombardeos contra las fuerzas del gobierno de Libia. Afirmaba estar en una misión humanitaria para proteger a los civiles. En octubre, Gadafi fue brutalmente asesinado -sodomizado con una bayoneta por los rebeldes. (Al oír la noticia de su muerte, la Secretaria Clinton anunció, en directo en televisión, “We came, we saw, he died!” (¡vinimos, vimos y él murió!).

El informe del Comité de Asuntos Exteriores no obstante señala que, si bien la intervención de la OTAN fue vendida como una misión humanitaria, su objetivo ostensible fue logrado en tan solo un día.

El 20 de marzo de 2011, las fuerzas de Gadafi retrocedieron aproximadamente 40 millas [algo mas de 64 kilómetros] de Bengazi, después de que atacaran los aviones franceses. “Si el objetivo primordial de la intervención de la coalición era la urgente necesidad de proteger a los civiles en Bengazi, entonces este objetivo se logró en menos de 24 horas”, dice el informe. Sin embargo la intervención militar continuó durante varios meses más.

El informe explica: “la intervención limitada para proteger a los civiles se transformó en una política oportunista de cambio de régimen”. Este punto de vista ha sido cuestionado por Micah Zenko, un alto rango del Consejo de Relaciones Exteriores. Zenko utilizó los propios materiales de la OTAN para demostrar que “la intervención libia lo que pretendía desde el principio era el cambio de régimen”.

En su investigación, el Comité de Asuntos Exteriores cita un informe de Amnistía Internacional de junio de 2011, que señala que “la mayoría de la cobertura de los medios occidentales ha presentado desde el principio un punto de vista muy sesgado de la lógica de los acontecimientos, presentando el movimiento de protesta como completamente pacífico y sugiriendo repetidamente que las fuerzas de seguridad del régimen estaban masacrando impunemente a manifestantes desarmados que no suponían ninguna amenaza para la seguridad.”

Amnistía Internacional también dijo que fue incapaz de encontrar pruebas para las acusaciones de que el gobierno de Libia había dado viagra a sus tropas y los había alentado a violar a mujeres en las zonas tomadas por los rebeldes. La Secretaria de Estado Clinton, entre otros, había contribuido a esta mentira no probada.

Extremistas islamistas y la expansión de las armas libias

Hoy, Libia alberga la mayor base del grupo extremista genocida ISIS fuera de Irak y Siria. Otros grupos islamistas se apoderaron de grandes franjas de territorio después de que fuera destruido el gobierno de Libia.

“Ahora está claro que las milicias de militantes islamistas tuvieron un papel importante en la rebelión de febrero de 2011 y después”, afirma claramente el Comité de Asuntos Exteriores.

“La información de las agencias de inteligencia sobre el alcance de la implicación de los elementos militantes islamistas en la rebelión anti-Gadafi fue del todo inadecuada”, añade el informe. Cita al antiguo jefe de Estado Mayor de Defensa británico David Richards, quien “confirmó que la información de inteligencia sobre la composición de las milicias rebeldes “no era tan buena como uno hubiera deseado”.

La investigación preguntó a Richards si sabía si miembros del Grupo combatiente islamista de Libia afiliado a Al-Qaeda estaban participando en la rebelión de marzo de 2011. Dijo que “era una zona gris”. Richards recordó que “libios respetables estaban asegurando a la Oficina de Exteriores que “Extremistas islamistas no se beneficiarían de las revueltas, pero admitió, con el beneficio de la retrospectiva, que aquello no era más que un deseo en el mejor de los casos”.

“La posibilidad de que los grupos militantes extremistas intentaran beneficiarse de la rebelión no debería haberse reservado para la retrospectiva”, comenta el Comité. “Las conexiones libias con grupos extremistas militantes transnacionales eran conocidas antes de 2011, porque muchos libios habían participado en la insurgencia iraquí y en Afganistán con Al-qaeda.”

La destrucción del gobierno de Libia por parte de la OTAN también causó que algunas de sus inmensas reservas de armas y municiones “cayeran en manos de milicias” y que fueran traficadas por todo el norte y oeste de África y Oriente Medio”, señala el Comité de Asuntos Exteriores.

“La incapacidad de la comunidad internacional para asegurar las armas abandonadas por el régimen de Gadafi alimentó la inestabilidad en Libia y permitió que aumentase el terrorismo por todo el norte y oeste de África y Oriente Medio”

Cita un estudio de un panel de expertos de la ONU, que encontró armas del antiguo gobierno de Libia en Argelia, Chad, Egipto, Gaza, Mali, Níger, Túnez y Siria. El panel de la ONU señala que “armas originarias de Libia han reforzado significativamente la capacidad militar de grupos terroristas que operan en Argelia, Egipto, Mali y Túnez”.

Un estudio anterior del Parlamento británico citado por el informe también descubrió que las armas libias terminaron en las manos de Boko Haram, el grupo extremista afiliado a ISIS que ha llevado a cabo masacres de civiles en Nigeria.

El Antiguo Jefe de Estado Mayor de Defensa, Richards dijo a los investigadores que el Reino Unido esperaba impedir que las armas y munición del gobierno de Libia fueran confiscadas, pero no pudo recordar que el gobierno británico “hiciera nada para lograrlo”.

Motivaciones políticas y económicas de Francia

El Comité de Asuntos Exteriores confirma que “Francia lideró a la comunidad internacional en avanzar el caso para una intervención militar en Libia en febrero y marzo de 2011.” El Reino Unido se unión después, seguido de Estados Unidos.

El informe también señala que las principales razones para que Francia presionase en pro de la intervención militar en Libia eran los “recursos financieros casi sin fondo” de Gadafi, el plan del líder libio de crear una divisa alternativa al Franco francés en África. “El plan a largo plazo de Gadafi de suplantar a Francia como poder dominante en el FrancAfrique” y el deseo de “aumentar la influencia francesa en el norte de África”.

Inicialmente, los Estados Unidos no estaban decididos sobre la intervención militar en Libia, según el informe. “Había divisiones en el gobierno estadounidense”, descubrió la investigación. Esto confirma lo que ha dicho el presidente Obama después (dijo que la guerra de Libia había sido su “mayor error”), y lo que el New York Times averiguó en su propia investigación detallada.

Francia y el Reino Unido fueron los primeros en presionar a la comunidad internacional para imponer una zona de exclusión aérea en Libia, aparentemente para proteger a los civiles, según el informe. Sin embargo, una vez que estuvo a bordo del plan, los Estados Unidos fueron los que más agresivamente presionaron para la intervención militar.

“Los Estados Unidos fueron fundamentales en ampliar los términos de la resolución 1973 [Del Consejo de Seguridad de la ONU] más allá de la imposición de la zona de exclusión aérea para incluir la autorización de “Todas las medidas necesarias para proteger a los civiles”, señala el informe. “En la práctica, esto llevó a la imposición de una zona de exclusión vial y la autoasumida autoridad para atacar a todo el comando del gobierno de Libia y su red de comunicaciones al completo”.

Explicando las motivaciones de Francia, el informe cita un email de abril de 2011 a la entonces secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton que destacaba que “Gadafi tenía recursos financieros casi sin fondo para continuar indefinidamente”.

“El gobierno de Gadafi tiene 143 toneladas de oro, y una cantidad similar de plata”, escribió el asistente de Clinton Sidney Blumenthal, citando “fuentes con acceso a asesores de Saif al-Islam Gadafi”, el hijo de Gadafi.

Se pretendía que este oro “fuera utilizado para establecer una moneda pan-africana basada en el Dínar de oro líbio”, dice Blumenthal, citando “individuos con conocimientos”. Añadió que “Este plan había sido siseñado para proporcionar a los países del África francófona una moneda alternativa al Franco francés”.

“Oficiales de Inteligencia franceses descubrieron este plan poco después de que comenzase la actual rebelión, y esto fue uno de los factores que influyeron en la decisión de Sarkozy de comprometer a Francia con el ataque a Libia”, escribió Blumenthal, haciendo referencia al entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, del partido de derechas Unión por un Movimiento Popular.

Los oficiales de Inteligencia francesa articularon 5 factores que motivaron a Sarkozy:

“1- Un deseo de obtener una mayor participación en la producción de petróleo de Libia
2- Aumentar la influencia de Francia en el Norte de África
3- Mejorar su situación política a nivel interno en Francia
4- Proporcionar al ejército francés una oportunidad de reafirmar su posición en el mundo
5- Hacerse cargo de la preocupación de sus asesores por los planes a largo plazo de Gadafi, para suplantar a Francia como poder dominante en el África francófona.”

El papel crucial de la intervención extranjera

El informe del Parlamento británico señala que los bombardeos de la OTAN “movieron la balanza militar en la guerra civil de Libia en favor de los rebeldes”.

“La combinación del potencial aéreo de la coalición con el suministro [extranjero] de armas, Inteligencia y personal a los rebeldes garantizó la derrota militar del régimen de Gadafi”, añade el Comité de Asuntos Exteriores.

La resolución 1973, en marzo de 2011, del Consejo de Seguridad de la ONU que impuso una zona de exclusión aérea en Libia, se suponía que era para garantizar una estricta implementación del embargo de armas”, sigue señalando el informe, pero “la comunidad internacional miró para otro lado ante el suministro de armas a los rebeldes.”

Las fuerzas rebeldes sobre el terreno dentro de Libia “estaban reforzadas por personal y servicios de Inteligencia proporcionados por” Reino Unido, Francia, Turquía, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, según desvela la investigación.

El entonces jefe de Defensa británico David Richards también dijo a los investigadores que el Reino Unido “tenía unas cuantas personas empotradas” en las fuerzas rebeldes sobre el terreno.

Richards hizo hincapié en “el grado en que los elementos de los Emiratos Árabes y Qatar… tuvieron un papel importantísimo en el éxito de las operaciones sobre el terreno”.

Citando a The Guardian, el informe señala que Qatar dio en secreto misiles antitanques de fabricación francesa a algunos grupos rebeldes. La investigación también dice que Qatar, una monarquía teocrática “canalizo sus armas hacia milicias favorecidas en lugar a a todos los rebeldes en conjunto.”

Por otra parte, Alison Pargeter, la especialista en Libia, dijo al Comité “También creo que los medios árabes tuvieron un papel importante aquí”.

La especialista destacó Aljazeera, un medio de comunicación qatarí, y Al Arabiya, un medio de comunicación saudí, por difundir historias infundadas sobre Gadafi y el gobierno libio. Estos medios “verdaderamente estaban difundiendo exageraciones que después resultaron no ser ciertas”, explica.

Desastre humanitario y ecos de la guerra de Irak

El informe del Comité de Asuntos Exteriores reprocha a Reino Unido, Estados Unidos y Francia por no haber articulado “una estrategia para apoyar y dar forma a la Libia post Gadafi”.

El resultado de esto, señala el informe en el sumario, “fue el colapso político y económico, la guerra entre milicias y entre tribus, crisis humanitaria y migratoria, violaciones generalizadas de los derechos humanos, la propagación de las armas del régimen de Gadafi por toda la región y el crecimiento de ISIS en el norte de África”.

El Comité cita en informe de Human Right Wotch de 2016, que indica:

“[Libia] se dirige hacia una crisis humanitaria, con casi 400.000 personas desplazadas internamente y el aumento de la interrupción de los servicios básicos, como el suministro de electricidad y combustible. Fuerzas implicadas en el conflicto continúan llevando a cabo con total impunidad detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos ilegales, ataques indiscriminados, secuestros y desapariciones forzadas de gente de sus casas. El sistema nacional de justicia criminal se ha derrumbado en la mayoría de las partes del país, empeorando la crisis humanitaria”.

Antes de los bombardeos de la OTAN de 2011, por otro lado, Libia había sido la nación más rica de África, con la esperanza de vida más alta y el Producto Interior Bruto per cápita más alto. En su libro “Perilous Interventions” (intervenciones peligrosas) el antiguo representante de la India en la ONU, Hardeep Singh Puri, señala que antes de la guerra, Libia tenía menos pobres en su población que los Países Bajos. Los libios tenían acceso gratuito a una sanidad y educación pública, acceso gratuito a la electricidad y a préstamos sin intereses, y la mujer gozaba de una gran libertad que había sido aplaudida por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en enero de 2011, en vísperas de la guerra que destruyó su gobierno.

Hoy Libia sigue siendo un país tan peligroso que de hecho el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes no pudo viajar al país durante sus investigaciones. Señala en el informe que una delegación visitó el norte de África en marzo de 2016. Se reunieron con políticos libios en Túnez, pero “no pudieron visitar Tripoli, Bengazi, Tobruk o ningún otro lugar en Libia debido al colapso de la seguridad interna y el estado de derecho”.

El informe sobre Libia del Parlamento británico llega justo dos meses después del informe Chilcot, la investigación del gobierno británico sobre la guerra de Irak, que también admite que la invasión de Irak liderada por Estados Unidos estuvo basada en numerosas mentiras, y de igual modo desvela que la guerra no ha hecho sino reforzar a Al-Qaeda y otros extremistas.

Citando la investigación de la guerra de Irak, el informe de Libia hace comparaciones entre las acciones de la administración del ex Primer Ministro Tony Blair y la de David Cameron. En 2010, Cameron creó el Consejo de Seguridad Nacional, ostensiblemente para proporcionar un modo de supervisión que no había antes de la invasión de Irak en 2003.

El informe de Libia, sin embargo, pide al gobierno británico que encargue una revisión independiente del Consejo de Seguridad Nacional. Esta revisión “debería estar informada de las conclusiones de la investigación sobre Irak y examinar si las debilidades en la toma de decisiones deo gobierno en relación con la intervención en 2003 han sido abordadas con la llegada del Consejo de Seguridad Nacional”, dice el informe.

En el único momento de humor en el -por otro lado macabro- informe, el Comité resume la situación humanitaria en Libia hot escribiendo, “En abril de 2016, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, describió la Libia de después de la intervención como un “Espectáculo de mierda”. Es difícil estar en desacuerdo con esta sucinta valoración”.

Por Ben Norton – @BenjaminNorton. Ben Norton es un reportero especializado en asuntos políticos que escribe en Salon.

Fuente: Salon – U.K. Parliament report details how NATO’s 2011 war in Libya was based on lies.

Traducido y editado por el equipo de redacción de UMOYA.






https://www.salon.com/2016/09/16/u-k-parliament-report-details-how-natos-2011-war-in-libya-was-based-on-lies/


NOTA .-(1) Ver el informe original en inglés