jueves, 16 de mayo de 2024

Rizal en la independencia de Filipinas

                                                                                    


             

Ecos de un mundo globalizado en la independencia de Filipinas

 Por Jesús Aller

 | 15/05/2024 | 

  Reseña de Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial, de Benedict Anderson (Akal, 2024)

Benedict Anderson aportó reflexiones novedosas y sugestivas sobre el origen, relativamente reciente, de los estados nación que hoy se quiere que parezcan construcciones milenarias.

 Publicó también numerosos trabajos sobre la “primera globalización”, aquel lapso entre 1870 y 1914 cuando las luchas revolucionarias y anticoloniales se entrelazaban por todo el planeta. En esta última producción destaca Bajo tres banderas, una obra de 2005 de la que Akal acaba de reeditar la versión castellana de Cristina Piña Aldao que publicó en 2008. El libro profundiza en temas muy caros a su autor, como el auge del nacionalismo y su conexión con las prédicas anarquistas en un contexto anticolonial. El escenario en este caso es el archipiélago filipino a finales del siglo XIX, y se presta especial interés a dos protagonistas esenciales: el novelista José Rizal y el folclorista Isabelo de los Reyes.

 Nacido en China en 1936, Anderson comenzó a formarse como historiador y desarrollar su pensamiento marxista y anticolonial en Inglaterra, pero enseguida recaló en la Universidad de Cornell (Nueva York), donde enseñó e investigó hasta su jubilación en 2002. Era un políglota que hablaba un buen número de lenguas europeas y del sudeste asiático, y su campo de estudio más asiduo fue la historia reciente de Indonesia, sobre la que tuvo un relevante papel al desacreditar las falsedades del gobierno sobre la represión de la disidencia tras el golpe de Suharno en 1967. Expulsado del país en 1972, sólo se le permitió regresar veintiséis años después, tras la renuncia de Suharno. Benedict Anderson falleció en una pequeña ciudad en las montañas de Java en 2015.

 Las ideas de nuestro historiador sobre el origen de los estados nación están expuestas sobre todo en el que probablemente es su libro más influyente: Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, cuya primera edición es de 1983. Aquí se defiende que la alfabetización en lenguas vernáculas y la desaparición del latín como nexo cultural, junto a la universalización de la imprenta y la lucha contra las monarquías absolutas, fueron factores clave del surgimiento de ese vínculo ficticio que va a servir de instrumento al desarrollo del capitalismo. De acuerdo con Anderson, las primeras naciones se definen a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en América y de allí la idea se expande a Europa y de ésta a todo el mundo con el colonialismo.

 Dos protagonistas de la independencia de Filipinas

 El libro comienza presentándonos a Isabelo de los Reyes (1864-1938), abogado y estudioso de ideas socialistas, que en El folk-lore filipino (1887), obra premiada en Madrid, interpretó sus propias observaciones en su tierra a la luz de los planteamientos de los folcloristas y etnólogos europeos contemporáneos, con el propósito de combatir el dominio ideológico de la iglesia católica y la opresión colonial. De los Reyes trató de poner en pie en este trabajo una “ciencia nueva”, que recopilara información sobre el pasado indígena y el saber popular, e hiciera posible un renacimiento de la cultura autóctona.

El siguiente protagonista es José Rizal (1861-1896), oftalmólogo, escritor y héroe de la independencia fusilado por los españoles, autor de dos novelas de mérito que tienen la virtud de incorporar el sudeste de Asia a este género literario. Noli me tangere (1887) y El filibusterismo (1891) comparten personajes y contundencia anticolonial en sus argumentos y Anderson nos demuestra que reflejan influencias de autores tan variados como Sue, Larra, Dumas, Douwes Dekker, Galdós, Poe o Huysmans. Se analiza también el trasfondo político de la segunda novela, en el que se advierten signos de un desastre que se aproxima. En palabras de Anderson: “La propia Europa, pensaba Rizal, estaba amenazada por una enorme conflagración entre sus belicosas potencias, pero también por violentos movimientos desde abajo. El filibusterismo se escribió desde las alas de un proscenio mundial en el que todos, Bismarck y Vera Zasúlich, las manipulaciones yanquis y las insurrecciones cubanas, el Japón Meiji y el Museo Británico, Huysmans y la Comuna, (…) tenían su lugar. Ésa es la sensación de El filibusterismo. Algo se acerca.”

 Otro capítulo de Bajo tres banderas repasa los últimos años de Rizal en su patria, cuando convertido en referencia intelectual del independentismo, buscaba una estrategia de acción política para sus ideas. Los planes iniciales de establecerse con su familia en el extremo nordeste de Borneo se vieron frustrados y al fin decidió en 1892 fundar la Liga Filipina, asociación para el progreso de las islas que pretendía luchar por los derechos de los naturales, aunque rehuyendo promover la independencia. Ese mismo año el autor de El filibusterismo es deportado y la Liga entra en declive, mientras comienzan las actividades guerrilleras del Katipunan, una sociedad secreta separatista que insensatamente busca el apoyo del imperialismo japonés. Aunque Rizal se distanció de los métodos violentos de este grupo, fue juzgado por un tribunal militar y fusilado.

 Anderson analiza los problemas que afrontaba en Madrid en esta época el régimen de la Restauración, con insurrecciones en curso en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y sangrientos atentados anarquistas en Barcelona, como el del día del Corpus de 1896. Se presentan evidencias además de múltiples conexiones que lubricaban la resistencia anticolonial. El ácrata cubano Fernando Tarrida del Mármol (1861-1915), encarcelado y torturado en el castillo de Montjuïc tras aquel atentado, una vez libre se convirtió en París en el más entregado propagandista contra la brutal represión desatada tanto en las colonias como en la metrópoli. La muerte de Cánovas a manos del anarquista italiano Angiolillo en 1897 propició una política más conciliadora, y en Cuba Valeriano Weyler fue sustituido por el mismo Ramón Blanco que había tratado de salvar a Rizal poco antes en Filipinas. Sin embargo, ya era demasiado tarde, pues como señala Anderson los estadounidenses imponían su estrategia con paso firme; el hecho es que en tan sólo ocho meses la Perla del Caribe quedaría engarzada en su corona imperial.

 En estas páginas finales nos topamos de nuevo con Isabelo de los Reyes, encarcelado en Manila tras el levantamiento de 1896 y deportado después a Barcelona, donde termina en las lúgubres mazmorras de Montjuïc. Allí traba contacto con anarquistas, sobre los que luego escribió: “Repito, bajo palabra de honor, que los llamados anarquistas, nihilistas o, como dicen hoy, bolcheviques, son los verdaderos salvadores y defensores desinteresados de la justicia y de la hermandad universal. Cuando los prejuicios de estos días de imperialismo moribundo hayan desaparecido, ocuparán justamente nuestros altares.” Liberado a comienzos de 1898, Isabelo, apoyado por Pi y Margall, Lerroux y Federico Urales, rehízo su vida y se unió a las agitaciones de la Rosa de Foc, pero en tan sólo tres años regresó a su país, ya sometido por los estadounidenses, y allí puso en práctica lo aprendido con los libertarios españoles, tratando de organizar al proletariado. Huelgas y manifestaciones empezaron de aquella a ser comunes en Manila, y conoció entonces Isabelo de nuevo la cárcel por breve tiempo. En 1912 se presentó con éxito a las elecciones para el consejo municipal, y en 1922 al senado, puestos desde los cuales defendió a las clases más desfavorecidas.

 Bajo tres banderas analiza el desarrollo de la mentalidad anticolonial en el archipiélago filipino a finales del siglo XIX, y lo hace a través de un recorrido por la vida y obra de algunos de sus protagonistas más destacados. El libro demuestra que en aquel momento de convulsiones globales, preludio de las de la centuria siguiente, se aprecian notables convergencias y sinergias en estas luchas, y mientras la literatura aporta recursos emotivos a las reivindicaciones, la etnología las provee de argumentos. Queda claro también que las demandas de independencia se nutrieron del fermento antiautoritario del anarquismo, sin dejar por ello de acudir en ocasiones, demasiado cándidamente, a la dudosa ayuda de imperios en expansión, enemigos de los propios enemigos. Un nuevo mundo emergía por entonces como un mosaico de compactos estados nación, invenciones perfectas para los despojos y guerras de la acumulación capitalista.

 Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

https://rebelion.org/ecos-de-un-mundo-globalizado-en-la-independencia-de-filipinas/

 

lunes, 13 de mayo de 2024

Fin de ciclo

                                                                                   

 FIN DE CICLO


Se está acabando el ciclo de los desafíos a la Transición y a la Monarquía, el ciclo de la rebelión y la desobediencia al Régimen del 78 que empezó con el 15M y se cierra con la muerte del 'procés' en las urnas

Javier Gallego

 Las elecciones en Cataluña son un nuevo capítulo de la serie Fin de ciclo: el fin del ciclo de los desafíos a la Transición y la Monarquía, el ciclo de la rebelión y la desobediencia que se abrió con el 15M y siguió con el procés, en el que se mezcló el proyecto emancipador y democratizador de la calle con el proyecto identitario con el que la derecha catalana intentó lavar sus pecados en el sudario de la patria. Ahora ese sudario envuelve el cadáver del procesismo. El procés ha muerto. No el independentismo, pero sí esta fase del proyecto separatista en Cataluña. Después de mayorías absolutas que pusieron en jaque al Estado español, los partidos nacionalistas han tenido sus peores resultados en toda la democracia. Los peores. Es fuerte.

 Nunca habían subido tan alto, nunca habían caído tan bajo. Tan rápido como subieron, han bajado. Es el signo de los tiempos: estallidos tan urgentes como pasajeros que vienen a acabar con todo en tan poco tiempo que son destruidos por sus ansias y por un sistema caníbal que devora hasta sus hijos, como Ciudadanos, cuando deja de necesitarlos. El caso del independentismo, como el de Podemos es distinto, porque se enfrentaron al poder establecido y han acabado devorados por fuera mientras se comían por dentro. Los motivos de su hundimiento son múltiples. No ha llevado a Cataluña a la Arcadia prometida, se ha ocupado más de la independencia que de la solvencia, más de sus líderes que de sus bases, y ha terminado dividido, enfrentado y dando el poder en Madrid a uno de los partidos del 155 y pactando con el Estado que usó todo su poder, toda su maquinaria del fango, para acabar con ellos. En un ámbito en el que la traición se paga cara son demasiadas concesiones al enemigo.

 La última fue el pacto con el Gobierno de coalición, que la derecha española llamó una rendición de España al independentismo cuando es justo lo contrario: el separatismo aceptó la Constitución española, la unidad de España y al Borbón de turno. La derecha repite que Sánchez rompe España, pero España solo se rompe cuando la derecha quiere unirla a la fuerza, cuando quiere reducir su diversidad a la España única del toro de Osborne, el Bertín y el Soberano. Sánchez no ha dejado de bajar la inflamación que alcanzó máximos históricos con las palizas que ordenó el PP el 1 de octubre. Es obvio. Las inflamaciones no se bajan a golpes sino con cuidado, cariño y reposo.

 Es lo que ha recetado el Doctor Sánchez a los catalanes: les ha dado la amnistía, los indultos y a Salvador Illa, el hombre tranquilo y el más españolista de los socialistas catalanes, que contenta también a los que se sintieron abandonados por España ante el desafío independentista. El presidente del Gobierno es el principal ganador de la noche electoral y el artífice de la vuelta a un Régimen del 78 reformado. Él lo representa mejor que nadie: es un poco de izquierdas cuando conviene pero nunca demasiado, progresista en lo social, liberal en lo económico, republicano de alma, pero de cuerpo monárquico. PSOE hasta el tuétano.

 El Perro está llevando dócilmente al redil a las ovejas negras del rebaño, con la ayuda de una izquierda adormecida como las langostas en una olla hirviendo. Cuando queramos darnos cuenta estamos todos dentro, tan felices de haber parado a la ultraderecha como de haber vuelto al Régimen del 78. Puigdemont quería la Restauración ayer, tendrá la Restauración del ayer. El regreso al bipartidismo. El viaje no ha sido en balde. Hemos ganado en pluralidad y plurinacionalidad, en libertades y derechos. Pero también nos han caído mordazas y palos, repliegues y retrocesos, una ultraderecha española y otra catalana, y las cloacas funcionando a todo trapo. Cuando el desafío independentista, escribí un artículo titulado “Adiós R78, hola 15M”. A dos días del 15 de mayo, me temo que hay que decirle adiós al 15M y hola al R78 reformado. A los que creemos que necesita mucho más que una reforma, que necesita una ruptura y una república, nos toca volver a empezar. Este ciclo se ha acabado.

https://www.eldiario.es/carnecruda/lo-llevamos-crudo/ciclo_132_11363998.html

                                                                    

 

 

 

viernes, 10 de mayo de 2024

Inglaterra como Israel .

  

La Historia contradice la narración sobre el 7 de octubre

Hoy presentamos el texto de una conferencia impartida el 4 de mayo en la ciudad francesa de Boulogne-sur-mer. Thierry Meyssan explica que el conflicto actual en Palestina no es imputable a las poblaciones árabes ni a los judíos, sino que fue organizado, desde 1915, por la potencia colonial británica para garantizar que el Estado o los Estados que surgiesen en Palestina nunca llegaran estar en condiciones de poder garantizar su seguridad por sí mismos. Sin tener conciencia de ello, durante la operación del 7 de octubre y la actual guerra de Israel contra la población de Gaza, palestinos e israelíes se ven arrastrados por aquella política. Y si los anglosajones “no logran” detener la limpieza étnica contra la población de Gaza es porque ven las masacres como simples variables de ajuste.  


Aunque las masacres en Sudán y en el Congo están siendo mucho más mortíferas que en Palestina, hoy vengo a hablar a ustedes de estas últimas. En efecto, es la primera vez que vemos una limpieza étnica, en vivo, en nuestros teléfonos celulares. Quisiera mencionar diversas informaciones que ya he abordado en diferentes artículos, pero que, evidentemente, ciertos medios no quieren integrar a sus análisis.

Quisiera decir que no existe la fatalidad comunitaria. Este conflicto no ha sido provocado por las poblaciones de Palestina –sean judías, cristianas o musulmanas– sino por potencias externas que desde hace un siglo han actuado para que [esas poblaciones] nunca conozcan la paz.

Tras las pantallas bordades que lo ocultan a la mirada del público, el príncipe de Gales –protector de la Hermandad Musulmana– recibe la visita de Dios y se convierte en el rey Carlos III.

LOS BRITÁNICOS CREARON EL ESTADO DE ISRAEL

En aras de facilitar la comprensión, hablaré en primer lugar del Reino Unido. Ustedes vieron la coronación del rey Carlos III. Seguramente recuerdan que, en medio de la ceremonia, se despojó de sus ricas vestiduras y le pusieron una bata de lino. Sus pajes lo ocultaron instalando a su alrededor tres pantallas bordadas para que los asistentes a la ceremonia no quedaran deslumbrados. Cuando quitaron las pantallas, ya se había convertido en rey. Le entregaron entonces los símbolos de su poder: el cetro y el orbe. ¿Qué sucedió durante los instantes que estuvo fuera de la vista del público? El príncipe de Gales vio a Dios, como Moisés ante la zarza ardiente [1].

Ustedes probablemente piensan que esta explicación es absurda y están preguntándose cómo pueden sus súbditos creerse ese cuento de hadas. En realidad, desde el rey Jacobo VI, en el siglo XVI, los soberanos británicos se declaran reyes de Israel [2]. Fue en contra de su concepción del derecho divino que Oliver Cromwell derrocó al hijo de Jacobo VI, Carlos, y proclamó la Commonwealth [la Mancomunidad Británica]. Sin embargo, el Lord Protector también era un iluminado que afirmaba que había que reunir a todos los judíos en Palestina y reconstruir allí el Templo de Salomón [3]. En definitiva, las dinastías [británicas] posteriores retomaron todas ese mito, adoptaron diversos ritos e impusieron algunos a sus súbditos, como la circuncisión judía, que se practicaba [por defecto] en las salas de maternidad del Reino Unido para todos los niños varones. en el momento de su nacimiento, durante el siglo XIX.

Dos años antes de la Declaración Balfour (1917), que anunció la creación de un hogar nacional judío en Palestina, un diplomático judío y futuro ministro de Exteriores, Lord Herbert Samuel, había redactado un memorándum sobre El Futuro de Palestina (1915). El memorándum aconsejaba la creación de un Estado judío que permitiría poner toda la diáspora al servicio del Imperio. Un poco despues, [Lord Herbert Samuel] precisó que el nuevo Estado nunca debería poder garantizar su seguridad por sí solo, para que fuese eternamente dependiente de la Corona de Inglaterra. Eso es exactamente lo que estamos viendo hoy en día. Esa es la maldición que persigue a la población de Palestina.

Después de la declaración de Lord Arthur Balfour vinieron los 14 puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson. [En esos 14 puntos, Woodrow Wilson] describe los objetivos que su pais había alcanzado durante la Primera Guerra Mundial. El punto 12 está redactado de una manera extraña, pero en la Conferencia de París, que redactó el Tratado de Versalles, [Woodrow Wilson] precisó por escrito cómo había que comprender [aquel punto 12]: la creación del Estado de Israel en Palestina (y del Kurdistán en Turquía). La Guerra Mundial había provocado un cambio en la correlación de fuerzas, de manera que, desde aquel momento, Washington trabajaba junto a Londres en la defensa de intereses comunes.

Durante el periodo que separó las dos Guerras Mundiales, la inmigración judía hacia la Palestina bajo mandato británico transcurrió bien. Los árabes propietarios de tierras vendieron sin problemas parte de sus tierras a los judíos. Pero, a partir de 1920, terroristas árabes asesinaron judíos. Uno de aquellos asesinos, Mohamed Amin al-Husseini fue condenado por los británicos a 10 años de cárcel, pero nunca hicieron aplicar la sentencia. Todo lo contrario, Lord Herbert Samuel –el mismo que había escrito que nunca debía existir seguridad en Palestina– lo indultó y lo nombró Gran Muftí de Jerusalén, supuestamente para mantener un equilibrio entre las dos grandes familias locales.

Apareció un salafista –o sea, un musulmán deseoso de vivir como vivían los compañeros del Profeta en el siglo XVII–, Izz al-Din al-Qassam, quien ya había organizado una revuelta contra los franceses en Siria, se convirtió en imam en Haifa y decidió declarar la yihad, pero no contra el ocupante británico sino contra los inmigrantes judíos. Hubo entonces atentados y pogromos contra los judíos. Para mantener la paz civil, los británicos mataron a al-Qassam, cuyo nombre llevan hoy las Brigadas al-Qassam del Hamas.

La muerte de al-Qassam no resolvió absolutamente nada. Los británicos, fieles a su técnica colonial de “dividir para reinar”, siempre desarrollaron con una mano lo que combatían con la otra. En 1936, Lord William Peel, al frente de una comisión oficial, aseguró que sólo se podría restablecer la paz separando las poblaciones árabe y judía en dos Estados diferentes. Eso es lo que hoy se designa como la “solución de los dos Estados”.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el Gran Muftí de Jerusalén se convirtió en aliado del canciller Adolf Hitler, levantó a los musulmanes de los Balcanes para enrolarlos en las SS y apoyó la “solución final de la cuestión judía”. Por su parte, los fascistas judíos –los “sionistas revisionistas”– del ucraniano Vladimir [Zeev] Jabotinsky, lucharon, junto a las potencias del Eje, contra los británicos. Mientras tanto, los sionistas lucharon junto a los Aliados, aunque se oponían a los límites que los británicos imponían teóricamente a la inmigración judía, límites que eran sólo teóricos.

El primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, junto a su padre, el historiador fascista, Benzion Netanyahu.
Fuente: Oficina del Primer Ministro

En mayo de 1942, los sionistas se reunieron en el hotel Baltimore, en Nueva York, bajo la presidencia de David Ben Gurion. Allí fijaron los principios del futuro Estado de Israel. Hasta ahora nos habían asegurado que Ben Gurion era un hombre de buena voluntad. Pero en el periodo entre las dos Guerras Mundiales Ben Gurion había sido compañero de Jabotinsky y se había pronunciado por la limpieza étnica en Palestina. Un libro publicado en hebreo en Israel, hace dos semanas, por una gran casa editorial, asegura que [Ben Gurion] era mantenido al corriente de las negociaciones del húngaro Rezso Kasztner con [los nazis] Heinrich Himmler y Adolf Eichmann, [negociaciones] que duraron hasta la caída del Reich. Kasztner decía que compraba la huida de un millón de judíos húngaros. En realidad, sólo salvó a su familia y a sus amigos. Lo peor es que obtuvo 8,5 millones de francos suizos –una suma colosal en aquella época– haciendo creer a familias judías ricas de Hungría en la posibilidad de una fuga [4]. Si los documentos citados en ese libro son ciertos, quedaría demostrado que David Ben Gurion también era un estafador que engañó a su pueblo.

Las Naciones Unidas propusieron:
 no dividir Palestina –o sea, ignoraron la “solución de los dos Estados” que proponía Lord Peel;
 instaurar [en Palestina] un régimen republicano, democrático y representativo;
 garantizar las culturas de las diferentes minorías;
 garantizar la libertad religiosa de judíos, cristianos y musulmanes.

Conferencias y negociaciones se sucedieron vanamente. El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas –que sólo contaba entonces 56 Estados miembros– aprobó el plan de partición elaborado por una comisión especial [5]. Ese plan fue inmediatamente rechazado por todos los países árabes.

El 14 de mayo de 1948 –o sea, 2 meses y medio antes del fin del mandato británico [en Palestina], David Ben Gurion ignora las discusiones y proclama unilateralmente la independencia del Estado de Israel. Al día siguiente de aquel acto de fuerza, mientras los 100 000 soldados británicos comenzaban a retirarse, Egipto, Jordania, Irak, Siria, Líbano, Arabia Saudita y Yemen del Norte envían sus tropas para defender a los árabes de Palestina. La cofradía egipcia que se hace llamar la Hermandad Musulmana también envía un grupo de combatientes, bajo el mando de Said Ramadan –yerno del fundador [de la Hermandad Musulmana] Hasan al-Banna y padre de Tariq Ramadan. En aquella época, aquellos países no disponían de ejércitos dignos de ese nombre y fueron rápidamente derrotados. Así nace el mito de la invencibilidad de Tsahal [las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)].

Pero, como señala mi amigo libanés Hassan Hamade, esa narración es falsa. En realidad, los jefes de Estado árabes ya estaban en contubernio con Israel y los judíos no eran más valientes que los árabes. Por ejemplo, el emir Majid Arslan, ministro de Defensa libanés, encabezó sus tropas, sin encontrar mucha resistencia, hasta Belén y liberó la ciudad. El presidente libanés, Bechara el-Khoury, le ordenó inmediatamente abandonar el campo de batalla. Cuando el ministro se negó a cumplir aquella orden, el presidente lo destituyó, pero Arslan continuó la guerra como simple oficial. En definitiva, sus tropas [libanesas] no fueron vencidas por los judíos sino por el ejército “jordano”, dirigido por un general británico, John Bagot Glubb, más conocido como “Glubb Pacha”, y por un centenar de oficiales también británicos. En realidad, Jordania no tenía allí ningún soldado sino que desde el primer día de la guerra la Legión Árabe, que se componía de británicos durante la Segunda Guerra Mundial, había cambiado su nombre por “ejército jordano”, conservando sus oficiales británicos. Fueron los ingleses y los jordanos quienes salvaron a Israel desde el momento de su creación, como acaban de hacerlo nuevamente cuando Irán atacó [Israel] el mes pasado. Aquella guerra no era un intento de aplastar Israel sino la primera manifestación del sionismo árabe.

Las Naciones Unidas, inquietas ante aquellos acontecimientos, mandaron un enviado especial, el sueco Folke Bernadotte, para recuperar el control de la situación después de la acción de fuerza israelí y la guerra israelo-árabe. Desde que llegó, [Folke Bernadotte] entendió que la Comisión Especial que había elaborado el plan de partición ignoraba las realidades demográficas: los israelíes reclaman un territorio exageradamente extenso en relación con la cantidad de israelíes y gozan del apoyo de gobiernos árabes sionistas que inicialmente habían fingido apostar por la diplomacia y después por la guerra.

El 17 de septiembre de 1948, los “sionistas revisionistas” –o sea, los fascistas judíos– asesinan a[l enviado de la ONU] Folke Bernadotte y al jefe de los observadores de la ONU, el coronel francés André Serot. Mi abuelo por parte de madre, Pierre Gaisset, se hallaba en otro automóvil, no fue herido y asumió las funciones del coronel Serot. El asesino, Yehoshua Cohen, no fue perseguido y 2 años después se convirtió en guardaespaldas personal del primer ministro David Ben Gurion. El jefe de los “sionistas revisionistas”, Yitzhak Shamir, fue nombrado inmediatamente a la cabeza de un departamento del Mosad. Así realizó acciones secretas, por cuenta del Reino Unido y de Estados Unidos, durante toda la guerra fría, desde Guatemala hasta el Congo, y finalmente se convirtió en primer ministro de Israel (1983-1984 y 1986-1992).

El 29 de noviembre de 1948, el gobierno de Ben Gurion, que finge estar buscando a los asesinos de Folke Bernadotte y de André Serot, presenta un pedido de admisión en las Naciones Unidas, acompañando el pedido de una carta donde declara que «el Estado de Israel acepta por la presente, sin reserva alguna, las obligaciones que impone la Carta de las Naciones Unidas y se compromete a observarlas desde el día en que se convierta en Miembro de las Naciones Unidas». Convencida, el 11 de mayo de 1949, la Asamblea General de las Naciones Unidas acepta [6]. Actualmente, varios Estados están pidiendo que, ante el no respeto sistemático del compromiso que Israel había contraído, su adhesión sea “suspendida”.

LA OPERACIÓN “DILUVIO DE AL-AQSA”

Regresemos a la actualidad. El 7 de octubre de 2022, la resistencia palestina, por iniciativa del Hamas, lanzó una amplia operación contra una base militar israelí e igualmente contra civiles. A la luz del derecho internacional, los árabes de Palestina son una «población bajo ocupación», según las Convenciones de Ginebra tienen, por consiguiente, derecho a atacar Israel. Pero pueden atacar sólo objetivos militares, no kibutz, ni raves. El objetivo de la operación era tomar prisioneros militares y, eventualmente, rehenes civiles para negociar la liberación de los rehenes palestinos retenidos en Israel, o sea los “prisioneros administrativos”. Se desconoce el número de prisioneros y de rehenes aprehendidos [durante la operación palestina] y la proporción de civiles y militares. Según el Hamas, más de 30 oficiales [israelíes] están retenidos.

Esta operación, “Diluvio de al-Aqsa”, se preparó durante los 3 últimos años, a la vista de todos [7]. Se construyeron cientos de kilómetros de túneles con el uso de equipamiento especializado que sólo pudo entrar en Gaza con aprobación de las aduanas israelíes. Al menos 1 millón de metros cúbicos de tierra y grava tuvieron que ser desplazados a la vista de los servicios de seguridad israelíes. Varios campos de entrenamiento fueron construidos y se hicieron entrenamientos en el uso de deltaplanos [o ala delta]. Los servicios de inteligencia de Israel no fueron los únicos que observaron todo eso. También lo observaron los de otras potencias, como Egipto y Estados Unidos. Numerosos informes fueron enviados al primer ministro Benyamin Netanyahu, quien, sin embargo, no reaccionó. Peor aún, en agosto de 2023 [Netanyahu] destituyó a su ministro de Defensa, el general Yoav Gallant, porque este último se quejaba ante el consejo de ministros de su ausencia de reacción. Sin embargo, teniendo en cuenta la reacción del público, [Netanyahu] prefirió reintegrar [al ministro] para no tener que explicar por qué lo había destituido.

Israel acusó de ser miembro del Hamas al periodista que publicó fotos del 7 octubre mucho antes de la intervención de las fuerzas de seguridad israelíes.

El Hamas despertó a las diferentes facciones palestinas –la Yihad Islámica, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y la Iniciativa Nacional–, a las 4 y media de la mañana para que participaran en una operación que comenzaría a las 06:30 horas –o sea, antes de que saliera el sol. La operación comenzó con la destrucción de todos los autómatas de vigilancia del Muro de Separación. Por consiguiente, la alarma se dio desde las 06:30 horas. A las 08:00 horas, las agencias de prensa del mundo entero comenzaban a divulgar imágenes del ataque [8]. Pero las fuerzas de seguridad israelíes no intervinieron antes de las 09:45 horas.

Desde el inicio de su intervención, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aplicaron la “directiva Hannibal”, una instrucción que les ordena matar a sus propios militares antes que verlos convertidos en prisioneros del adversario. Las cifras de víctimas israelíes divulgadas por el gobierno israelí no distinguen entre las víctimas imputables a los atacantes y las víctimas imputables a los defensores. Idénticamente, el gobierno israelí denunció exacciones que los atacantes en principio ni siquiera tuvieron tiempo de perpetrar en el marco de un ataque por sorpresa. Pramila Patten, de Islas Mauricio, relatora especial de las Naciones Unidas sobre las violencias sexuales, audicionó a las víctimas y los testigos de la operación Diluvio de al-Aqsa y concluyó que pudieron haber sido cometidas algunas exacciones sexuales pero que las acusaciones más graves –como la castración de soldados– no eran creíbles [9]. Los informes sobre decapitaciones de bebés fueron retirados después de una investigación de Al-Jazeera.

La oposición israelí se niega por ahora a abordar la cuestión del posible papel del primer ministro en la organización de esa operación. Pero esa cuestión debe ser planteada: Benyamin Netanyahu es hijo del fascista Benzion Netanyahu, quien fue secretario particular de Vladimir [Zeev] Jabotinsky, el aliado [judío] de Benito Mussolini –fallecido al principio de la Segunda Guerra Mundial–, y siempre ha expresado su admiración hacia esos dos personajes.

Benyamin Netanyahu siempre apoyó al Hamas, considerándolo un aliado táctico que permitía combatir al movimiento al-Fatah de Yaser Arafat. Sin embargo, hasta 2017, el Hamas se presentaba como la «rama palestina de la Hermandad Musulmana». Esta última fue restructurada en 1949 por los servicios secretos británicos siguiendo el modelo de la Gran Logia Unida de Inglaterra [10].

En 1950, la Hermandad Musulmana fue integrada al dispositivo anglosajón de la guerra fría. Fue en ese momento cuando Sayyed Qutob, el teórico de la yihad, se convirtió en la vedette de la Hermandad Musulmana. Por supuesto, en 2017 los habitantes de Gaza deseosos de defender su país se convirtieron en seguidores, pero exigieron que el Hamas rompiera con la Hermandad Musulmana y con los británicos.

En definitiva, las dos corrientes han coexistido dentro del Hamas [11]. El 19 de octubre de 2022, el presidente sirio, Bachar al-Assad, recibió a Khalil Hayya, líder de la corriente revolucionaria del Hamas. En cambio, Assad se negó a recibir a Ismail Haniyeh y a Khaled Mechaal, líderes de la corriente del Hamas que se mantiene vinculada a la Hermandad Musulmana [12]. O sea, desde el punto de vista árabe no hay un solo Hamas sino dos. En efecto, durante toda la guerra contra Siria el Hamas luchó del lado de Al-Nusra (la rama siria de al-Qaeda), del ejército de Israel y de las fuerzas especiales de la OTAN, contra la República Árabe Siria. El 9 de diciembre de 2012, elementos del Hamas iniciaron en Yarmouk –en las afueras de Damasco– una operación de eliminación física contra líderes del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), entre los que se hallaba uno de mis amigos [13].

No sólo es una falsedad atribuir el ataque del 7 de octubre únicamente al Hamas, sino que es igualmente falso ignorar que hay dos Hamas. Esas mentiras permiten presentar la operación “Diluvio de al-Aqsa” como un gran pogromo antisemita, según palabras del presidente [francés] Emmanuel Macron, cuando en realidad se trata de un acto de resistencia, como lo ha subrayado Francesca Albanese, la relatora de la ONU para los derechos humanos en el territorio palestino ocupado.

LA MASACRE CONTRA LA POBLACIÓN DE GAZA, CON LA COMPLICIDAD DE LOS ANGLOSAJONES

Estamos siendo testigos de una masacre que ya ha costado la vida a 35 000 personas, testigos de la desaparición de 13 000 otras bajo los escombros [que dejan los bombardeos israelíes], de las heridas físicas infligidas a otras 120 000 personas. Toda persona dotada de sentimientos humanos sólo puede sentir horror ante esos actos. Esto no tiene nada que ver con la identidad de las víctimas, es sólo una cuestión de humanidad.

Según el primer ministro Benyamin Netanyahu, se trata sólo de una operación de policía para arrestar a los atacantes del 7 de octubre. Pero todo el mundo ha entendido que no existe ninguna relación entre aquel ataque y la operación israelí actual. Esta última tiene como único objetivo hacer insoportable la vida de los habitantes de Gaza hasta que se vayan por sí mismos. Ese era el programa de Vladimir [Zeev] Jabotinsky y de su secretario, Benzion Netanyahu. Y recibió el aval de quien negoció con los nazis y después se convirtió en fundador de Israel, David Ben Gurion.

A lo largo de toda esta masacre y todavía hoy, los anglosajones suministran a Israel el armamento para perpetrarla.

Sin embargo, ahora que comienzan a surgir manifestaciones en universidades estadounidenses contra todo este derramamiento de sangre, ahora que esas manifestaciones se extienden por Estados Unidos y llegan a Francia, la administración Biden se planteó la posibilidad de derrocar a Benyamin Netanyahu para sustituirlo por el general Benny Gantz. Por supuesto, a la luz del derecho, [Biden] no tiene derecho a decidir tal cosa, pero Washington tiene un largo historial de golpes de Estado y “revoluciones” de colores. El secretario de Estado, Antony Blinken, invitó [a Gantz] a “conversar sobre la situación”. Benny Gantz aceptó, organizando a la vez un encuentro con el gobierno [del primer ministro británico Rishi] Sunak durante su viaje de regreso.

Pero las cosas no salieron bien [14]. Benny Gantz entendió perfectamente que Washington le pedía que parara la masacre, lo cual él aprobaba, pero también informó a sus interlocutores sobre su propia voluntad de proteger el país destruyendo el Hamas. Sus interlocutores, sorprendidos, entendieron que no se estaba hablando de «un hijo de puta sino de nuestro hijo de puta», según la expresión del presidente [estadounidense] Franklin D. Roosevelt, y avisaron inmediatamente al primer ministro británico, Rishi Sunak. Cuando Benny Gantz llegó a Londres, para reunirse con el consejero especial de seguridad, Sunak apareció en la reunión y trató de explicarle a Benny Gantz, siendo entonces Gantz el sorprendido, que no debía tocar a los «hijos de puta» del Hamas porque algunos son «nuestros hijos de puta». Así que los anglosajones no derrocaron a Benyamin Netanyahu.

El primer ministro británico, Rishi Sunak (a la derecha en la foto), explicó personalmente al general israelí Benny Gantz (a la izquierda) que no debe tocar al Hamas.

Visto desde Londres y desde Washington, las masacres de civiles son deplorables, pero en definitiva son sólo variables de ajuste. En el actual estado de cosas, Israel es un Estado indispensable. Si fuese pacífico y se hiciese normal, ya no les serviría para nada. Como la República de los Corsarios, en el siglo XVIII, Israel les permite realizar las mayores operaciones de lavado de dinero y sirve de refugio a algunos de los mayores criminales del planeta.

Un responsable de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) me contó que trabajó en el bar del hotel King David, en Jerusalén. Un día fue testigo de la llegada de varios comerciantes de diamantes, que no habían pasado por la aduana y venían en vehículos bajo escolta militar. Aquellos hombres y algunos clientes procedieron a intercambiar diamantes y dinero en efectivo, y luego se fueron de incognito. Ese tipo de deal no podría realizarse en ningún otro Estado.



[1«El 6 de mayo en Londres y el 9 de mayo en Moscú, imágenes de dos mundos», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de mayo de 2023.

[2«Stratégies de gouvernance britanniques: sectes religieuses», [En español, “Estrategias británicas de gobierno: sectas religiosas”], por Leonid Savin, Geopolitika, 10 de abril de 2024.

[3«¿Quién es el enemigo?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de agosto de 2014.

[4«Resurge en Israel el “Caso Kastner”», Red Voltaire, 6 de mayo de 2024.

[5«Plan de partage de la Palestine», ONU (Asamblea General), Réseau Voltaire, 29 de noviembre de 1947.

[6«Admission d’Israël à l’Organisation des Nations Unies», Réseau Voltaire, 11 de mayo de 1949.

[7«Lo que se esconde tras las mentiras de Netanyahu y las fintas del Hamas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de noviembre de 2023.

[9Mission report. Official visit of the Office of the SRSG-SVC to Israel and the occupied West Bank. 29 January – 14 February 2024”, Office of the special representative of the secretary general on sexual violence in conflicts.

[10Yo presenté una historia internacional de la Hermandad Musulmana en uno de mis libros, Sous nos yeux. Ese texto está disponible gratuitamente en internet, publicado en 6 partes en el sitio web de Red Voltaire.

[11A Document of Genéral Principles and Policies, Hamas, mayo de 2017.

[12«Cómo Netanyahu falsifica la actualidad», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de noviembre de 2023.

[14«Washington, Londres y Tel Aviv, atascados en Palestina», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de marzo de 2024.


domingo, 5 de mayo de 2024

Hannah Arendt y España .

                                                                               


Hannah Arendt contra el general Franco

Agustín Serrano de Haro, científico titular en el Instituto de Filosofía del CSIC, rastrea en su libro 'Arendt y España' un episodio que define como crucial en la biografía de la pensadora alemana

Lucas Marco

 En 1941, Hannah Arendt (Linden-Limmer, 1906 - Nueva York, 1975) visitó el cementerio de Portbou (Girona) buscando infructuosamente la tumba de su amigo Walter Benjamin. “El cementerio da a una pequeña cala, directamente al Mediterráneo, y está esculpido en terrazas de piedra; en estas paredes de piedra es donde se introducen también los féretros. Es con mucho uno de los lugares más fantásticos y hermosos que nunca haya visto en mi vida”, escribió a Gershom Scholem en una carta del 17 de octubre de 1941, desde Nueva York, a donde consiguió llegar a duras penas tras haber sufrido el internamiento en los campos de concentración franceses y haber conseguido cruzar los Pirineos, atravesar España y embarcarse en Lisboa hacia el otro lado del Atlántico. Arendt fue apátrida durante 18 años, desde que el régimen nazi le negó la ciudadanía en 1933 hasta que consiguió la estadounidense en 1951.

 Agustín Serrano de Haro, científico titular en el Instituto de Filosofía del CSIC, ha reconstruido en Arendt y España, editado por Trotta, el paso de la pensadora por la dictadura del general Francisco Franco, en una obra que aporta valiosas claves sobre la trayectoria vital de la protagonista. Se trata de un “episodio crucial de la biografía de Arendt”, explica el autor a elDiario.es.

 Hannah Arendt —una mujer judía, apátrida y con antecedentes en Alemania (fue arrestada en 1933 tras pasar semanas en la Biblioteca Estatal Prusiana documentando el auge del antisemitismo por encargo de la Organización Sionista Alemana)— consiguió huir con su madre a través de Praga y Ginebra.

 Exiliada en Francia, en mayo de 1940 Arendt fue internada una semana en el Velódromo de Invierno de París tras un decreto del Gobierno francés a consecuencia de la declaración de guerra a Alemania. Paradójicamente, la mayoría de alemanes en Francia eran exiliados y perseguidos por el nazismo. El 23 de mayo fue trasladada, primero en autobús hasta la estación de Lyon de París y, de ahí, en tren al campo de concentración de Gurs, a los pies de los Pirineos. “Después de la invasión alemana, el Gobierno francés no tuvo más que cambiar el nombre de la empresa: tras habernos encarcelado porque éramos alemanes, no nos liberaron porque éramos judíos”, escribió en Nosotros, refugiados, un breve texto publicado originalmente en la revista The Menorah Journal en 1943 y recuperado por la editorial Altamarea.

 Construido un año antes y formado por 382 barracones, el campo de Gurs había albergado en una primera fase a soldados republicanos, además de brigadistas internacionales, que huyeron de España tras la victoria franquista en la Guerra Civil. En el campo, según afirma Elisabeth Young-Bruehl en su biografía canónica, Arendt “se hundió en una de las peores crisis de su vida”.

 En una carta a su exmarido, el filósofo Günther Anders, la apátrida describe la situación de las mujeres en el campo, “tan apretujadas a la noche que el más leve movimiento llevaba a caer sobre la vecina, rodeadas por el alambre de espino en el que se ponía a secar la ropa”.

 Tras cuatro semanas de internamiento y aprovechando el caos propiciado por el armisticio del 22 de junio y la desintegración de la Tercera República francesa, Arendt se las arregló para abandonar Gurs. “En medio del caos resultante, nos las compusimos para obtener documentos de libertad, con los que podíamos abandonar el campo”, relató en una carta publicada en 1962 en la revista Midstream.

 La pensadora aludió poco en sus escritos a su experiencia en los campos franceses. Sus biógrafos se han guiado por las pistas que dejó en su abundante correspondencia, disponible en los 'Hannah Arendt Papers' de la Congress Library, que también custodia los pasaportes que ilustran este reportaje. Sin embargo, su paso por los campos y su condición de apátrida fermentó algunos de los conceptos esenciales de su pensamiento y de su obra posterior.

 Certificado de identidad y de viaje expedido en Francia a Hannah Arendt en 1938. Library of Congress, Manuscript Division, Hannah Arendt Papers

“Arendt sostenía que había que pensar a partir de la experiencia, y no sobrevolándola con conceptos o reconstruyéndola con ideas. Y ella desde luego experimentó las condiciones de vida en los campos de internamiento de la República francesa, y también, muy significativamente, el tipo de decisión administrativa y de control solo policial que puso en pie esos campos”, explica Serrano de Haro.

 La mayor parte de los internos que sobrevivieron a las condiciones del campo fueron deportados a centros de exterminio en 1942 y 1943. Arendt logró llegar a Lourdes, donde se encontró casualmente con Walter Benjamin. La exiliada hizo caso omiso a la orden del régimen colaboracionista de Pétain que obligaba a los judíos a registrarse en la prefectura de Policía.

 A principios de julio, se encaminó a casa de una amiga cerca de Montauban, una localidad occitana que albergaba a numerosos exiliados republicanos —entre ellos Manuel Azaña, fallecido allí el 3 de noviembre de 1940— y a huidos de los campos de toda Francia, gracias a la ayuda de su alcalde, el socialista Fernand Balés.

 En la calle mayor de Montauban, “por una de esas afortunadas triquiñuelas de la Historia” se topó con su marido, Heinrich Blücher, con quien se fundió en un “gozoso abrazo”, según relata Elisabeth Young-Bruehl en su biografía de Hannah Arendt. Blücher (Berlín, 1899 - Nueva York, 1970), un antiguo espartaquista reconvertido en crítico con el estalinismo y huido de Alemania en 1934, había sido evacuado cuando los alemanes ocuparon París y consiguió huir hacia el sur.

 Tras el reencuentro, el matrimonio movió cielo y tierra en Marsella para superar, con apoyo de organizaciones de auxilio internacional y de ayuda judía, los complicados trámites legales que les permitirían abandonar la Francia de Vichy. Todo ello a pesar de ser apátridas y exiliados (Arendt, además, judía) y probablemente portar documentación falsa.

 En Marsella, Walter Benjamin confió a Arendt y Blücher sus manuscritos, entre ellos las Tesis sobre la filosofía de la Historia, con la esperanza de que los hicieran llegar al Institut für Sozialforschung de Nueva York. Fue el 20 de septiembre, durante el último encuentro del matrimonio con su amigo, seis días antes de su suicidio tras su paso fallido por la frontera.

 Benjamin había enviado una copia a Gershom Scholem aunque el manuscrito nunca llegó a Jerusalén. También había entregado a su amigo Georges Bataille una segunda copia y ambos la habían ocultado en la Biblioteca Nacional de París. “Aunque Arendt no estaba al corriente de este hecho y, por tanto, ella tendría un gran temor por la copia que llevaba y pensaba única”, precisa Serrano de Haro.

 El texto fue entregado en mano a Theodor Adorno en Nueva York tras haber pasado de forma semiclandestina por España. Sin embargo, el manuscrito de Arendt bajo el título original alemán de Rahel Varnhagen. Vida de una judía alemana de la época romántica, que también viajaba en la maleta de la pensadora, se perdió en las primeras mudanzas en Nueva York y no fue recuperado, aunque incompleto, hasta que una amiga a la que le había confiado una copia en París se lo entregó en 1945.

 La “lucidez” y el “coraje” de Arendt

 El matrimonio, en definitiva, se salvó de milagro: “Todo pudo acabar de otra manera, o más bien de manera fatal, que era casi la única alternativa”, dice el autor. ¿Una simple cuestión de suerte? “Es verdad”, afirma Agustín Serrano de Haro, “que a Arendt la suerte le fue propicia, la que no tuvo Walter Benjamin; ella misma podía reconocerlo así. Pero junto a esto debe constar también su lucidez y coraje de no hacerse en ningún momento ilusiones acerca del curso de los sucesos. Si ella no hubiera abandonado el campo de Gurs sola y con solo su cepillo de dientes, o si se hubiera registrado ante las autoridades de Vichy, su suerte habría estado echada, como la estuvo para quienes siguieron las sugerencias y órdenes de aquellas autoridades, en la creencia vana de que 'no todo era posible'”.

 Su breve etapa española, en pleno proceso de fascistización del régimen franquista con la Gestapo campando a sus anchas, queda soslayada en las biografías de Arendt. “El paso por España seguía teniendo algo de azaroso, de peligroso, por las posibles arbitrariedades de las autoridades policiales, por sorpresas en los pasos fronterizos, sin mencionar que ella y su marido debían de contar con alguna documentación falsificada, ya que no se habían registrado en Vichy”, recuerda Serrano de Haro.

 El autor ha reconstruido el paso por España con las pocas referencias en la correspondencia de Hannah Arendt y con testimonios de experiencias similares a modo de “fuentes indirectas”, como el de Lisa Fittko en De Berlín a los Pirineos: Evocación de una militancia, además de bibliografía especializada. No ha hallado rastro de la filósofa y de su marido en el Archivo General del Ministerio del Interior (en el Arxiu Històric de Girona figura una tal Jerzy Arendt, detenida en Blanes en septiembre de 1942 por paso clandestino de frontera).

 Con una infraestructura ferroviaria gravemente dañada por la guerra y billetes que sólo se podían adquirir en cada una de las estaciones de partida, las escalas y los retrasos en su periplo por la Península debieron ser largos. “Los detalles del paso por nuestro país (duración, ruta, circunstancias de las conexiones ferroviarias y esperas en las estaciones, visión de las ciudades, etcétera) he podido reconstruirlos por testimonios de otras personas en fuga, de condición muy similar, sobre todo mujeres judías, y en el período de tiempo próximo, entre octubre de 1940 y diciembre del 1941”, afirma el autor.

 El 22 de mayo de 1941, Hannah Arendt y Heinrich Blücher llegaron a Nueva York desde Lisboa con 25 dólares en el bolsillo y una asignación mensual de 75 dólares de la Zionist Organisation of America, según la biógrafa Elisabeth Young-Bruehl. Poco después llegó su madre, la socialdemócrata Martha Arendt. En Estados Unidos, Arendt inició una carrera universitaria, un ámbito que no era precisamente su preferido pero que estabilizó las condiciones del matrimonio, y se convirtió en una de las más importantes pensadoras de la filosofía política, siempre con una voz independiente y crítica, singularmente en relación con la fundación del Estado de Israel.

 En Nosotros, refugiados, Hannah Arendt describe así el fardo de los judíos europeos supervivientes: “Perdimos la casa: es decir, la intimidad de la vida cotidiana. Perdimos el trabajo, o sea, la confianza de que somos de alguna utilidad en este mundo. Perdimos el idioma, o sea, la naturalidad de las reacciones, la sencillez de los gestos, la expresión espontánea de los sentimientos. Abandonamos a los parientes en los guetos polacos, nuestros mejores amigos fueron asesinados en los campos de exterminio, y esto significa la laceración de nuestras vidas privadas”.

 El primer franquismo en los textos arendtianos

La experiencia propia en los campos franceses marcó su pensamiento político y, especialmente, su obra Los orígenes del totalitarismo, publicada apenas un lustro después de la caída del nazismo y planteada con un “método heterodoxo”, según apunta Salvador Giner en el prólogo a la edición española, que la sitúa “fuera de todas las convenciones de la teoría política de su tiempo, así como también fuera de la historiografía convencional”. La propia Arendt reconoce que escribió el ensayo, un rastreo de la innovación política radical de los regímenes totalitarios y del imperialismo, en un “contexto de incansable optimismo y de incansable desesperación”.

 Su experiencia de apátrida en Europa emerge en la distinción entre los campos de internamiento y el purgatorio concentracionario del Gulag o el infierno en la tierra de Auschwitz. “En su pensamiento la experiencia debe promover distinciones y no subsunciones o identificaciones globales que borren las diferencias significativas”, matiza Serrano de Haro.

 ¿Cómo encajaba la tipificación del primer franquismo en los textos arendtianos? “La tesis de Arendt de que el franquismo es una dictadura militar, de tipo no totalitario, tiene que ver con su propia determinación restrictiva de cuáles son en rigor los regímenes totalitarios, que en realidad no coincide siquiera, o sin más, con la dictadura nazi o con la bolchevique, sino solo con aquélla en el período entre 1938 y 1945 y con el estalinismo en el período entre 1937 y 1939, quizá ampliable a la hambruna provocada en Ucrania en 1930”, explica Serrano de Haro. “En general”, abunda el autor, “su enfoque es contrario a incluir bajo la rúbrica de totalitarismo la violencia orientada a la conquista del poder o a la consolidación en él, por cruel que la represión generada sea, por ejemplo, en contextos bélicos o posbélicos”.

 “De hecho, ella misma recomendaba para el caso de España el escalofriante libro de Georges Bernanos Los grandes cementerios bajo la luna sobre la represión del bando sublevado en Mallorca”, recuerda el autor de Arendt y España. Serrano de Haro advierte que “con el acontecimiento totalitario se trataría siempre de una inflexión o salto, a la vez cualitativo y cuantitativo, de dictaduras ya terribles y ya consolidadas con vistas a una reconfiguración global de toda la realidad, sin reconocer límites nacionales ni europeos, sin atenerse a intereses limitados de poder. La ideología totalitaria como una suerte de apropiación de la Historia universal a través de esta violencia sustancial y exponencial no es una cosmovisión que busque estabilizar un orden social o asegurar una dominación política. No puede tampoco ejercerse en un Estado jerarquizado, monolítico, sino en uno 'dual', en que el nervio del poder reside solo en las unidades de élite o en la policía política, no en el Ejército”.

 A Hannah Arendt siempre le sorprendió la persistencia del antisemitismo en España, a tenor de la expulsión de los judíos, ordenada por los Reyes Católicos en 1492: “En cambio, lo que sí destaca Arendt son las virtualidades del antisemitismo para la propaganda ideológica y la movilización en diferentes contextos políticos; la conspiración judía servía para dinamitar un Estado de Derecho y para perseguir fines dictatoriales incluso en esos países donde no quedaba ya población judía, como era el caso de España en los años treinta”.

 El libro de Agustín Serrano de Haro, además del rastro de Ortega y Gasset en Los orígenes del totalitarismo y las miradas Arendt hacia la Guerra Civil, dedica un revelador capitulo al papel de la pensadora al frente de la dirección ejecutiva, entre 1960 y 1967, de Spanish Refugee Aid, organización estadounidense fundada por Nancy Macdonald y dedicada a la ayuda del exilio republicano español no comunista, especialmente socialistas y anarquistas.

 La exclusión de la ayuda a refugiados comunistas en los estatutos de Spanish Refugee Aid se basaba en “motivos prácticos e ideológicos”. Los refugiados comunistas, recuerda el autor, “sí contaban con redes de auxilio internacional y, además, la organización norteamericana quería mostrar con hechos que se podía ser a la vez antifranquista y anticomunista”. Las actividades de la Spanish Refugee Aid incluían el envío de ropa, dinero en efectivo o productos de primera necesidad además de atención médica o programas de reunión familiar.

 Arendt encabezó esta organización no gubernamental, que contaba con Pau Casals y Salvador de Madariaga como presidentes honoríficos, en un periodo en que ya se había convertido en un referente intelectual de primer orden (sus crónicas para The New Yorker reunidas en 'Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal', con la consiguiente polémica y ruptura más que definitiva con el sionismo, se publicaron en 1963): “Esta implicación suya se produce en un momento en que ella había alcanzado ya un muy alto reconocimiento intelectual, tanto en EEUU como en Alemania”.

 En 1957, seis años después de haber obtenido la nacionalidad estadounidense, la pensadora escribió: “Mientras la humanidad esté organizada nacional y territorialmente en Estados, una persona apátrida no es simplemente expulsada de un solo país, de origen o de adopción, sino de todos los países —pues ninguno está obligado a recibirla y a concederle la ciudadanía—, lo que significa que en realidad ha sido expulsado de la humanidad”.

 De nuevo, la vivencia de la evasión de Europa se asoma en esta etapa de su vida. Donatella Di Cesare, profesora de Filosofía en la Universidad de La Sapienza, lo explica en un texto que acompaña a la edición de Nosotros, refugiados: “La experiencia decisiva para ella fue la de una huida, atormentada y llena de riesgos, que empezó en 1933, cuando debió abandonar la Alemania nazi, y se prolongó hasta 1951, cuando finalmente le fue concedida la nacionalidad americana. Durante dieciocho largos años, los más difíciles de su vida, fue una judía alemana apátrida, obligada a sufrir la falta de derechos políticos, y también la ausencia de derechos humanos. Esta condición fue la base de su pensamiento filosófico”.

  También de su acción pública. “Es muy llamativo”, observa Serrano de Haro, “el período relativamente largo, siete años, en que ella ejerce esa presidencia ejecutiva de Spanish Refugee Aid, que la obligó a bastante trabajo de gestión, de recaudación de fondos y de organización de actividades, dedicaciones que no le eran especialmente gratas”.

 Dos años después de cesar en la dirección de Spanish Refugee Aid, la firma de Hannah Arendt destacaba en un telegrama enviado al secretario general de las Naciones Unidas en protesta por los desmanes del régimen franquista. “Toda esta dedicación de Arendt a unos compatriotas nuestros casi olvidados de todos tiene algo de conmovedor para los españoles”, concluye Agustín Serrano de Haro.

 La “lamentable” pervivencia de la censura franquista en las traducciones de Arendt

Agustín Serrano de Haro también incluye un capítulo dedicado a las traducciones en España de las obras de Hannah Arendt, que en muchos casos no han sido actualizadas y se corresponden con la versión autorizada por la censura franquista.

 “Es muy lamentable el hecho de que se sigan leyendo en español las versiones de Arendt que fueron censuradas por el franquismo hace más de 50 años”, dice el autor, que ha rescatado del Archivo General de la Administración los expedientes de la censura franquista a obras como La condición humana y Eichmann en Jerusalén.

 Sobre este último libro, que Lumen solicitó editar en 1967, el “anónimo revisor” al que se le encargó tantear la obra por parte de la sección de ordenación editorial del Ministerio de Información y Turismo pidió eliminar dos pasajes. Mientras que en la edición original en inglés “la España de Franco” figura como uno de los regímenes amigos de la Alemania nazi, en la versión española la referencia desaparece. En un párrafo sobre el campo de Gurs, la versión de la censura franquista rebaja “enormemente” la cifra de judíos internados que aporta Arendt y convierte la calificación de “infame” en la de “conocido”.

 “Eichmann en Jerusalén se halla, en particular, en un estado lamentable, no solo por los fragmentos suprimidos, también por el cúmulo de errores de traducción que contiene”, lamenta Serrano de Haro, quien considera “inaudito que no se haga una nueva versión digna”.

 La editorial Taurus, por su parte, se saltó a la torera la petición de la censura de eliminar tres “alusiones directas a España” en Los orígenes del totalitarismo. Sin embargo, otras traducciones de las obras de Hannah Arendt con el lastre de la censura franquista persisten hoy en día: “La razón es únicamente la desidia a la hora de revisar o rehacer las traducciones existentes, que se siguen vendiendo estén cómo estén y, en general, están mal”.

 “Es inaudito que no se haga una nueva versión digna. En general, las ediciones españolas de los grandes libros de Arendt no están cuidadas”, lamenta Agustín Serrano de Haro.

 

https://www.eldiario.es/cultura/hannah-arendt-general-franco_1_10915777.html