Ecos de un mundo globalizado en la independencia de
Filipinas
Por Jesús Aller
| 15/05/2024 |
Reseña de Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial, de Benedict Anderson (Akal, 2024)
Benedict Anderson aportó reflexiones novedosas y sugestivas
sobre el origen, relativamente reciente, de los estados nación que hoy se
quiere que parezcan construcciones milenarias.
Publicó también numerosos trabajos sobre la “primera
globalización”, aquel lapso entre 1870 y 1914 cuando las luchas revolucionarias
y anticoloniales se entrelazaban por todo el planeta. En esta última producción
destaca Bajo tres banderas, una obra de 2005 de la que Akal acaba de reeditar
la versión castellana de Cristina Piña Aldao que publicó en 2008. El libro
profundiza en temas muy caros a su autor, como el auge del nacionalismo y su
conexión con las prédicas anarquistas en un contexto anticolonial. El escenario
en este caso es el archipiélago filipino a finales del siglo XIX, y se presta
especial interés a dos protagonistas esenciales: el novelista José Rizal y el
folclorista Isabelo de los Reyes.
Nacido en China en 1936, Anderson comenzó a formarse como
historiador y desarrollar su pensamiento marxista y anticolonial en Inglaterra,
pero enseguida recaló en la Universidad de Cornell (Nueva York), donde enseñó e
investigó hasta su jubilación en 2002. Era un políglota que hablaba un buen
número de lenguas europeas y del sudeste asiático, y su campo de estudio más
asiduo fue la historia reciente de Indonesia, sobre la que tuvo un relevante
papel al desacreditar las falsedades del gobierno sobre la represión de la
disidencia tras el golpe de Suharno en 1967. Expulsado del país en 1972, sólo
se le permitió regresar veintiséis años después, tras la renuncia de Suharno.
Benedict Anderson falleció en una pequeña ciudad en las montañas de Java en
2015.
Las ideas de nuestro historiador sobre el origen de los
estados nación están expuestas sobre todo en el que probablemente es su libro
más influyente: Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la
difusión del nacionalismo, cuya primera edición es de 1983. Aquí se defiende
que la alfabetización en lenguas vernáculas y la desaparición del latín como
nexo cultural, junto a la universalización de la imprenta y la lucha contra las
monarquías absolutas, fueron factores clave del surgimiento de ese vínculo ficticio
que va a servir de instrumento al desarrollo del capitalismo. De acuerdo con
Anderson, las primeras naciones se definen a finales del siglo XVIII y
comienzos del XIX en América y de allí la idea se expande a Europa y de ésta a
todo el mundo con el colonialismo.
Dos protagonistas de la independencia de Filipinas
El libro comienza presentándonos a Isabelo de los Reyes
(1864-1938), abogado y estudioso de ideas socialistas, que en El folk-lore
filipino (1887), obra premiada en Madrid, interpretó sus propias observaciones
en su tierra a la luz de los planteamientos de los folcloristas y etnólogos
europeos contemporáneos, con el propósito de combatir el dominio ideológico de
la iglesia católica y la opresión colonial. De los Reyes trató de poner en pie en
este trabajo una “ciencia nueva”, que recopilara información sobre el pasado
indígena y el saber popular, e hiciera posible un renacimiento de la cultura
autóctona.
El siguiente protagonista es José Rizal (1861-1896),
oftalmólogo, escritor y héroe de la independencia fusilado por los españoles,
autor de dos novelas de mérito que tienen la virtud de incorporar el sudeste de
Asia a este género literario. Noli me tangere (1887) y El filibusterismo (1891)
comparten personajes y contundencia anticolonial en sus argumentos y Anderson
nos demuestra que reflejan influencias de autores tan variados como Sue, Larra,
Dumas, Douwes Dekker, Galdós, Poe o Huysmans. Se analiza también el trasfondo
político de la segunda novela, en el que se advierten signos de un desastre que
se aproxima. En palabras de Anderson: “La propia Europa, pensaba Rizal, estaba
amenazada por una enorme conflagración entre sus belicosas potencias, pero
también por violentos movimientos desde abajo. El filibusterismo se escribió
desde las alas de un proscenio mundial en el que todos, Bismarck y Vera
Zasúlich, las manipulaciones yanquis y las insurrecciones cubanas, el Japón
Meiji y el Museo Británico, Huysmans y la Comuna, (…) tenían su lugar. Ésa es
la sensación de El filibusterismo. Algo se acerca.”
Otro capítulo de Bajo tres banderas repasa los últimos años
de Rizal en su patria, cuando convertido en referencia intelectual del
independentismo, buscaba una estrategia de acción política para sus ideas. Los
planes iniciales de establecerse con su familia en el extremo nordeste de
Borneo se vieron frustrados y al fin decidió en 1892 fundar la Liga Filipina,
asociación para el progreso de las islas que pretendía luchar por los derechos
de los naturales, aunque rehuyendo promover la independencia. Ese mismo año el
autor de El filibusterismo es deportado y la Liga entra en declive, mientras
comienzan las actividades guerrilleras del Katipunan, una sociedad secreta
separatista que insensatamente busca el apoyo del imperialismo japonés. Aunque
Rizal se distanció de los métodos violentos de este grupo, fue juzgado por un
tribunal militar y fusilado.
Anderson analiza los problemas que afrontaba en Madrid en
esta época el régimen de la Restauración, con insurrecciones en curso en Cuba,
Puerto Rico y Filipinas, y sangrientos atentados anarquistas en Barcelona, como
el del día del Corpus de 1896. Se presentan evidencias además de múltiples
conexiones que lubricaban la resistencia anticolonial. El ácrata cubano
Fernando Tarrida del Mármol (1861-1915), encarcelado y torturado en el castillo
de Montjuïc tras aquel atentado, una vez libre se convirtió en París en el más
entregado propagandista contra la brutal represión desatada tanto en las
colonias como en la metrópoli. La muerte de Cánovas a manos del anarquista italiano
Angiolillo en 1897 propició una política más conciliadora, y en Cuba Valeriano
Weyler fue sustituido por el mismo Ramón Blanco que había tratado de salvar a
Rizal poco antes en Filipinas. Sin embargo, ya era demasiado tarde, pues como
señala Anderson los estadounidenses imponían su estrategia con paso firme; el
hecho es que en tan sólo ocho meses la Perla del Caribe quedaría engarzada en
su corona imperial.
En estas páginas finales nos topamos de nuevo con Isabelo de
los Reyes, encarcelado en Manila tras el levantamiento de 1896 y deportado
después a Barcelona, donde termina en las lúgubres mazmorras de Montjuïc. Allí
traba contacto con anarquistas, sobre los que luego escribió: “Repito, bajo
palabra de honor, que los llamados anarquistas, nihilistas o, como dicen hoy,
bolcheviques, son los verdaderos salvadores y defensores desinteresados de la
justicia y de la hermandad universal. Cuando los prejuicios de estos días de
imperialismo moribundo hayan desaparecido, ocuparán justamente nuestros altares.”
Liberado a comienzos de 1898, Isabelo, apoyado por Pi y Margall, Lerroux y
Federico Urales, rehízo su vida y se unió a las agitaciones de la Rosa de Foc,
pero en tan sólo tres años regresó a su país, ya sometido por los
estadounidenses, y allí puso en práctica lo aprendido con los libertarios
españoles, tratando de organizar al proletariado. Huelgas y manifestaciones
empezaron de aquella a ser comunes en Manila, y conoció entonces Isabelo de
nuevo la cárcel por breve tiempo. En 1912 se presentó con éxito a las
elecciones para el consejo municipal, y en 1922 al senado, puestos desde los
cuales defendió a las clases más desfavorecidas.
Bajo tres banderas analiza el desarrollo de la mentalidad
anticolonial en el archipiélago filipino a finales del siglo XIX, y lo hace a
través de un recorrido por la vida y obra de algunos de sus protagonistas más
destacados. El libro demuestra que en aquel momento de convulsiones globales,
preludio de las de la centuria siguiente, se aprecian notables convergencias y
sinergias en estas luchas, y mientras la literatura aporta recursos emotivos a
las reivindicaciones, la etnología las provee de argumentos. Queda claro
también que las demandas de independencia se nutrieron del fermento
antiautoritario del anarquismo, sin dejar por ello de acudir en ocasiones,
demasiado cándidamente, a la dudosa ayuda de imperios en expansión, enemigos de
los propios enemigos. Un nuevo mundo emergía por entonces como un mosaico de
compactos estados nación, invenciones perfectas para los despojos y guerras de
la acumulación capitalista.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede
descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.
https://rebelion.org/ecos-de-un-mundo-globalizado-en-la-independencia-de-filipinas/
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