¡Madrid, Llibertat!
El equipo estratégico de Díaz Ayuso apuesta por replicar el
modelo de discurso del populismo ultranacionalista
Las coincidencias con el argumentario del secesionismo
catalán presentan un curioso fenómeno de comunicación política
La apuesta de lo populares madrileños choca con los
intereses de todas las fuerzas, incluidos importantes sectores del PP
José Miguel Contreras | Eva Baroja
El equipo estratégico de Díaz Ayuso apuesta por replicar el
modelo de discurso del populismo ultranacionalista.
El pasado 21 de septiembre, Pedro Sánchez visitó la sede de
la Comunidad de Madrid como prueba de su voluntad de colaborar
institucionalmente con el control de la expansión del virus en la región más
castigada de Europa. La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, respondió con
un discurso ambivalente en el que mostraba su voluntad de llegar a acuerdos
pero, a la vez, advertía de que la comunidad no podía ser tratada como el
resto, porque era peculiar. Desde el atril, delante de la llamativa hilera de
banderas españolas y de la comunidad lanzó su ya popular mensaje de que “Madrid
es España dentro de España”. En su intervención, concluyó que “tratar a Madrid
como al resto de las comunidades es muy injusto”.
El discurso de Díaz Ayuso fue objeto de todo tipo de
chanzas. La peculiar definición de una injusticia basada en que te traten igual
que a los demás tampoco era fácil de asimilar. Sin embargo, en ese momento
empezaba a perfilarse una línea de comunicación política que intenta marcar el
actual debate público. De la noche a la mañana, el PP madrileño parece haber
encontrado una atalaya en la que situarse. Piensa que puede darle una posición
ventajosa frente a sus oponentes. La estrategia pasa por replicar la estructura
de un discurso nacionalista similar en muchos aspectos cruciales al que ha
utilizado hasta la saciedad el movimiento independentista catalán.
El PP ha conseguido extender entre buena parte de sus
votantes su posición de un abierto enfrentamiento entre gobierno central y
autonómico. De hecho, entre ellos se ha extendido la idea de dos partes
enfrentadas a las que se exige buscar una solución. Como explica Rafa Rubio,
profesor de Comunicación Política de la Universidad Complutense, “vamos a
seguir encontrándonos la pelea permanente entre dos relatos que utilizan la
realidad a su antojo para defender una posición. Cuando hay tantas decisiones
entrecruzadas es muy complicado atribuir la responsabilidad a unos o a otros”
El nacionalismo madrileño
Este fin de semana, el periodista Pablo Ordaz recogía en las
páginas de El País el testimonio del sociólogo Narciso Michavila, el asesor
electoral de Pablo Casado: “Es mi mirada de sociólogo, pero creo que la
pandemia ha hecho desde la primera ola que aflore en Madrid un sentimiento que
no había aflorado jamás en Madrid, y es un sentimiento de nacionalismo
madrileño, provocado en parte por una especie de madrileñofobia que ha podido
surgir en el resto de España por temor al contagio. (...) Y yo creo que lo que
hace Isabel, y Miguel Ángel Rodríguez, es enarbolar el sentimiento
nacionalista”.
Efectivamente, todo el trabajo de comunicación desarrollado
desde la Puerta del Sol cimenta un discurso basado en un principio conocido de
todos: existe en España una región castigada y perseguida por un gobierno
central autoritario y antidemocrático ante el que sólo cabe el enfrentamiento
abierto en defensa de la libertad, la dignidad y la democracia. Escuchar estos
días a Díaz Ayuso supone recordar palabra por palabra las intervenciones de
Torra o Puigdemont, cambiando Cataluña por Madrid.
Queda la duda de a quién beneficia la situación actual. Toni
Aira, profesor de comunicación política en la UPF Barcelona School of
Management, afirma que “esta era la crónica de un estado de alarma anunciado,
la teatralización de unos y otros llevaba a pensarlo. Ayuso quería que se le
aplicara el estado de alarma para victimizarse y quitarse de encima lo más
antipático de la gestión. Se ha mostrado absolutamente incapaz al frente de una
crisis de estas dimensiones”.
La victimización como elemento movilizador
El principio de victimización, clásico de los nacionalismos
excluyentes, pretende extender un impulso de movilización en torno a una serie
de símbolos que, supuestamente, se ven amenazados por la vileza y la maldad
intrínseca en un poder dictatorial. En el caso catalán lo representaban la
Corona y el Gobierno del Estado. Mientras, desde el nacionalismo excluyente
madrileño, el enemigo que acecha y ataca es un Gobierno socialcomunista que no
conoce límites en su deseo de destruir el propio Estado que debe administrar.
Como señala Toni Aira, “es una situación muy esperpéntica y la antítesis de lo
que debería ser la acción política y más en tiempos de pandemia”.
Al igual que ha ocurrido en Cataluña, el populismo
ultranacionalista vive de atribuirse una representación universal que nadie le
ha dado. El pacto de los populares con Ciudadanos y la extrema derecha de Vox
le permitió a Díaz Ayuso ocupar la presidencia. Desde esa posición ha asumido
que lo que ella defiende es lo que los madrileños en su totalidad defienden. Al
igual que Puigdemont mantiene que es la voz del pueblo catalán, la presidenta
madrileña no duda en mantener que representa a los madrileños en su totalidad.
Cabe recordar que el PP en las elecciones autonómicas de Madrid obtuvo el 22%
de los votos. Fue apoyado por poco más de 700.000 madrileños. El PSOE fue el
partido más votado, por encima del 27% y casi con 900.000 votos. Rafa Rubio
cree que “el argumentario del PP reafirma un relato que va mucho más allá del
covid, es decir, la propia utilización de las instituciones por parte del
Gobierno”.
Atribuirse poderes fuera del marco constitucional
En un esquema idéntico al que sigue el secesionismo catalán,
su decisión de imponer un discurso unilateral lleva al gobierno madrileño a
enfrentarse a la legislación vigente que otorga al Estado español atribuciones
avaladas por la Constitución. La decisión de Pedro Sánchez de aprobar el estado
de alarma, ante la negativa de la CAM a seguir las indicaciones del Gobierno,
se considera bajo este escenario un acto de opresión y de aplastamiento de los
intereses reales de los madrileños que, por supuesto, sólo representa Díaz
Ayuso.
Para que este modelo de autoatribuciones funcione son
necesarios símbolos que permitan la identificación del grupo dominante. Desde
esa perspectiva, la derecha madrileña ha elegido hacer suyas instituciones del
Estado en su conjunto, como la figura de Felipe VI. El despertar del
sentimiento republicano tras los escándalos hechos públicos protagonizados por
el rey emérito sirve de apoyo a un movimiento de defensa de la figura del
actual monarca, tan absolutamente innecesario como aparente. La bandera
española y el himno nacional pasan a ser los símbolos de una sojuzgada
comunidad de Madrid porque, como dijo la presidenta: Madrid es España, dentro
de España. Para Toni Aira, “el PP en Madrid ha exacerbado dos tendencias o
maneras de hacer política: erigirse siempre como los más liberales pervirtiendo
el propio concepto liberal y una especie de nacionalismo madrileño, envueltos
permanentemente en la bandera de Madrid”.
El conflicto madrileño y el conflicto catalán
Todo lo ocurrido parece haber abierto un “conflicto
madrileño” de la misma forma que subsiste el llamado “conflicto catalán”. En
realidad, en ambos casos el enfrentamiento surge de la no aceptación de los dos
gobiernos autonómicos de la limitación de su poder según la Constitución. Por
este motivo, esgrimen con un lenguaje casi idéntico la apertura de un diálogo
consistente en que deben ser aceptadas sus posiciones como única alternativa.
La representación de la realidad que pretenden transmitir es
sencilla: ellos son los que defienden de verdad a los ciudadanos de sus
comunidades, mientras el Gobierno del Estado busca dañarles con saña. No sólo
buscan destruirles económicamente, sino que no les importa acabar con la vida
de los ciudadanos que los gobiernos autonómicos sí que protegen. La idea que se
pretende trasladar es que todo lo que viene del Estado maligno y autoritario es
negativo para los habitantes de la región, mientras todo el ansiado bienestar
proviene de la bondadosa y eficaz administración autonómica.
Ciudadanos en el rol de ERC
Al igual que en el caso catalán, la coalición que sustenta
el gobierno autonómico tiene serios rasgos de inconsistencia. Ciudadanos acaba
por repetir, para su desgracia, el siempre incómodo rol desempeñado por ERC. Si
en Cataluña Puigdemont acaba por decidir el rumbo de la mayoría
independentista, en Madrid el PP decide con innegociable autoridad lo que hace
el Gobierno. Ciudadanos superó los 600.000 votos en las elecciones y quedó a
menos de 100.000 del PP. Ya nadie parece acordarse.
Este mismo domingo, Begoña Villacís, líder de Ciudadanos en
el Ayuntamiento de la capital, realizaba unas llamativas declaraciones a los
medios en las que mantenía que lo que sucede en la comunidad de Madrid supone
”un fracaso de la política” que sólo puede ser superado si las partes en
conflicto se sientan a hablar y a acordar soluciones. Sólo le faltó decirlo en
inglés: “Sit and talk”. Ciudadanos, al igual que ERC, vive en un estrecho
habitáculo pese a su amplia representación parlamentaria. No se atreve a
enfrentarse abiertamente a Díaz Ayuso para no ser acusado de traición al
emergente movimiento ultranacionalista. Tampoco quiere secundar de forma
inquebrantable todas las iniciativas del PP para no verse abocado a su
desaparición por la inutilidad de su propuesta. Como ERC, es partidario del
pacto, pero al final no pacta.
El otro problema que vive Ciudadanos es el de compaginar su
papel a nivel nacional con el que desempeña en Madrid como coaligado del
gobierno. Rafa Rubio ve que “Ciudadanos ha intentado jugar la misma carta que
viene jugando hasta ahora, la de ser el intermediario útil, pero esta es una
posición muy compleja cuando se forma parte del Gobierno. Este intento de jugar
a hacer de mediador político en Arrimadas funciona, pero en Aguado es difícil
de manejar”.
Cacelorada en Madrid , contra el gobierno central en barrio "pijo"El fantasma electoral
Al igual que ocurre en Cataluña, el fantasma electoral
sobrevuela la coyuntura actual. En el caso de Madrid, toda la presión actual la
tiene Ciudadanos, que es quien sostiene el gobierno de Díaz Ayuso. Tal y como
explica Toni Aira: “Ciudadanos parecen ser los más centristas de la clase,
piden sentido común y te vienen a dibujar, con poca lealtad hacia su socio, que
si por ellos fuera la cosa se estaría conduciendo de otra manera. Estas
diferencias podrían perfectamente no haberlas hecho públicas, como ocurre en
otros gobiernos de coalición, pero quieren ponerse en valor con el fantasma de
la posible moción de censura y cuidar la relación con el PSOE”.
Algunos analistas quieren ver en el giro ultranacionalista
madrileño del PP la posibilidad de forzar un adelanto electoral que le diera
una mayoría suficiente para gobernar sin el condicionante de Ciudadanos y
adelantando por la derecha a Vox. Parece claro que los populares están marcando
la agenda informativa. El actual debate público es el que Díaz Ayuso y sus
asesores han buscado. Según Toni Aira, “El PP está encantado con que esto pase
y la sobreactuación lo demuestra. Se nota que lo buscaban y, finalmente, cuando
les ha caído el premio gordo, están exagerando en la reacción”.
Dos frentes fragmentados e indefinidos
La estrategia de Díaz Ayuso y su asesor de cabecera, Miguel
Ángel Rodríguez, se apoya en la fijación de dos frentes en conflicto. En
realidad, la situación es mucho más compleja. Dentro del PP, no existe un
consenso total respecto a que la batalla planteada desde la Puerta del Sol
beneficie al PP en su conjunto. Hay quien cree que se trata de posicionar a la
presidenta de Madrid como futura candidata a suceder a Pablo Casado y hacerla
aparecer como la que mejor puede confrontar con Pedro Sánchez.
Para Vox y Ciudadanos, el actual escenario es más que
incómodo. Vox, en Madrid, se queda sin hueco si es el PP el ariete contra el
Gobierno de coalición. En toda esta batalla está intentando quedarse al margen
colocando la moción de censura de Abascal como su escenario ideal. Ciudadanos
vive su particular penitencia. Nada bueno va a obtener de la actual
conflagración. Su papel queda desfigurado y sin un rol significativo.
Para Pedro Sánchez, el “conflicto madrileño” choca
abiertamente con su propuesta de una respuesta unitaria frente a la emergencia
sanitaria y económica. Dos no acuerdan si uno no quiere. Parece claro que la
derecha no va a facilitar una posición de consenso nacional en los tiempos
actuales. Unidas Podemos necesita tener su propio espacio político. La tensión
existente le permite asumir un papel más relevante en sus manifestaciones
públicas, aunque, por contra, tiene que resistir un ataque permanente al ser
utilizado como flanco prioritario de las embestidas contra el Gobierno de
coal
https://www.infolibre.es/noticias/comunicacion_politica/2020/10/13/madrid_llibertat_111974_2022.html
Nota del blog .- El fantasma de la caja B..en internet
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