miércoles, 18 de julio de 2018

Stalingrado de Jochen Hellbeck,

 Resultado de imagen de Stalingrado, la ciudad que derrotó al Tercer Reich de Jochen Hellbeck,'Stalingrado', al fin una obra digna

  Rafael Poch de Feliu
La descripción de la guerra de los soviéticos ha estado siempre lastrada en Occidente por los prejuicios anticomunistas

El régimen ucraniano prohibió este año la comercialización en su territorio del libro Stalingrado del historiador británico Antony Beevor. El motivo son unos párrafos del libro referidos a las instrucciones impartidas durante la ocupación a los nacionalistas ucranianos por las tropas alemanas de que fusilaran a niños. Las masacres de los nacionalistas ucranianos en Ucrania Occidental (Galizia y Volinia) están profusamente documentadas no solo en Rusia y en la propia Ucrania, sino también en Polonia (véase el artículo de Rafal A. Ziemkiewicz en Rzeczpospolita, del 29 de abril de 2008). La prohibición no altera los hechos.
Para el régimen de Kiev es embarazoso por la sistemática glorificación que practica de los protagonistas de aquellas masacres que, hay que decirlo, no necesitaban ninguna directiva nazi para asesinar judíos, rusos, polacos, checos y hasta compatriotas ucranianos malos patriotas, sin hacer distinción de hombres, mujeres, niños o ancianos.
El libro de Beevor (editado en español por Crítica en 2006) fue un best seller elogiado por Orlando Figes y hasta por Robert Conquest, el cruzado de la guerra fría metido a historiador que multiplicó por diez las cifras esenciales de víctimas de la represión estalinista hoy perfectamente documentadas, sin que se le conozca corrección o enmienda. Hoy gracias a un nuevo libro sobre el tema, Stalingrado, la ciudad que derrotó al Tercer Reich de Jochen Hellbeck, recién publicado por Galaxia Gutenberg, se puede relativizar el relato de Beevor e incluso caracterizarlo como la típica obra occidental cargada de prejuicios.
Hellbeck, un profesor alemán de la Universidad de Rutgers (EE.UU.) ha producido una rara obra que permite comprender cómo funcionaba el bando soviético en la batalla que cambió el curso de la II Guerra Mundial, cuáles eran los mecanismos y reflejos que explican el heroísmo extremo, la tenaz voluntad y la disposición al sacrificio que animaban a los combatientes soviéticos y que decidió el curso de aquella epopeya. Si se tiene en cuenta que la instantánea de Stalingrado es un buen resumen de la guerra de la URSS, estamos ante un libro esencial.
Hellbeck cuenta con una fuente documental inédita absolutamente excepcional: el trabajo de una comisión histórica que los soviéticos enviaron a Stalingrado al concluir la batalla. Dirigida por Isaac Mints, esa comisión realizó entrevistas en profundidad con generales, oficiales, simples soldados y civiles. El material recogido es apasionante y habla por sí mismo sobre las motivaciones, impulsos e ideales de los combatientes soviéticos, sobre su mentalidad y actitudes, sobre la calidad y eficacia de la movilización y agitación del régimen estalinista en sus fuerzas armadas, y, por supuesto, sobre el extraordinario heroísmo de los combatientes, sin el cual nada se entiende.
Al lado de ese trabajo documental, Beevor, y antes que él muchos otros autores occidentales, demuestran su desconocimiento del medio ruso-soviético, atribuyendo el aguante, el ardor y el heroísmo de los defensores de Stalingrado, a los tópicos sobre el atávico salvajismo y la absurda disposición a morir de las “hordas asiáticas”, es decir al argumentario que los propios nazis establecieron para explicar su aplastante derrota.
Hellbeck llama la atención sobre lo que ha sido un tópico de la narrativa occidental del impulso ofensivo soviético. Las tropas que vacilaban o retrocedían eran aniquiladas por sus propios compañeros desde la retaguardia. Citando vagos “informes”, Beevor dice que en el 62 ejército el General Vasili Chuikov hizo ejecutar a 13.500 soldados, cuando los documentos del NKVD solo mencionan 278 en todo el frente de Stalingrado, solo una parte de ellos adscritos al ejército de Chuikov. El ametrallamiento esporádico de tropas en desbandada a cargo de su propio bando, algo que también los alemanes practicaron con sus aliados rumanos en Stalingrado, es también motivo de una escena central en la película dedicada a Stalingrado del director francés, Jean-Jacques Annaud, Enemigo a las puertas (2001), repleta de groseras escenificaciones que parecen meros peajes ideológicos del director al establishment de Hollywood; la grotesca presentación de Jruschov rodeado de caviar y vituallas de lujo o el sueño de la heroína, judía, de emigrar a Palestina, obligado tributo al sionismo.
Como solía ocurrir en la URSS con las cosas bien hechas, el trabajo de la Comisión histórica sobre Stalingrado fue ninguneado y no publicado. El resultado era demasiado fiel a la realidad, con todos sus claroscuros, como para no desafiar a la estupidez de la autocracia estalinista. El director de la comisión, Isaac Mints, fue atacado y maltratado, como lo fue Vasili Grossman, otro gran cronista, este literario, de aquella batalla. Ambos eran judíos y sufrieron los prejuicios del tradicional antisemitismo ruso, agravado en la última etapa de la vida de Stalin. Ambos no pudieron ver el reconocimiento ni la publicación de su valioso trabajo. Y sin embargo, como explican sus familiares, ese trágico destino no afectó ni un ápice a la emoción biográfica que embarga a todos los que vivieron aquella epopeya, toda una generación. La hija de Mints explica cómo su padre tenía que ponerse en pie para cantar las canciones de guerra de aquella época, tanta era la emoción que le embargaba.
Hellbeck encontró el material del grupo de historiadores dirigido por Mints, un trabajo que éste, como el propio Grossman, tuvo que esconder para preservarlo para la posteridad. Con ese hallazgo y la ayuda de un grupo de jóvenes historiadores rusos, el historiador alemán ha dado forma al primer libro de historia convincente en su retrato de las relaciones internas y mentalidades entre los combatientes soviéticos.
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 Nota 1 ...STALIN y su guerra

 y ver   .

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lunes, 16 de julio de 2018

La crisis de la globalización.

La crisis de la globalización: ¿una guerra inevitable?

  James K. Galbraith
 
La falsa ilusión de la globalización, tal y como la concibió hace veinte años gente muy insensata, es insostenible
La boca del logo
En su libro más reciente, Kari Polanyi Levitt señala que la palabra “globalización” no aparece en los diccionarios de lengua inglesa Oxford Shorter English anteriores a 1994 ni en los programas correctores ortográficos de la época. Surgió de la nada en ese momento por una razón: para arrojar cierta luz de benigna inevitabilidad sobre el proyecto de hegemonía occidental que se ofrecía como futuro tras la disolución de la URSS.
Hoy, mientras escribo en el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx, este proyecto no ha estado a la altura, y quizá se tambalee y esté a punto de sufrir su propia disolución. Hay tres motivos principales: uno es China; el segundo es Rusia; y el tercero, y más importante, es la mala gestión financiera de Estados Unidos y Europa.
La gran idea de la década de 1990 era que un orden mundial liberal, abierto y unificado, dominado por los bancos, podría llevar democracia y prosperidad al Este. Esta idea, ciertamente, se había puesto a prueba en el hemisferio sur desde comienzos de la década de 1980 y la experiencia se denominó la “Década Perdida”. Sin embargo, en el Este era novedoso –además de ser, hasta cierto punto, algo en lo que se confiaba fielmente en los vertiginosos momentos en que se producía la desaparición de un socialismo mediocre en Europa.
La ilusión no duró mucho tiempo. En Rusia se vio frustrada por los tanques de Yeltsin en 1993 y después por la descarada corrupción de su reelección en 1996. Entretanto, la promesa de la prosperidad se desvaneció en una orgía de privatizaciones, alzamientos de bienes, sustracción de salarios y pensiones y desastres demográficos. A finales de la década de 1990, el engaño había quedado totalmente al descubierto, había que tomar medidas correctivas y el coqueteo ruso con la democracia “occidental” llegó a su fin.
China, entretanto, escogió un camino distinto: un kadarismo de dimensiones épicas. Recordemos al primer ministro húngaro que instalaron los soviéticos tras la derrota de la revolución de 1956, que entonces declaró: “Si no estáis contra nosotros, estáis con nosotros” y encontró el modo de lograr una liberalización social y cultural y una economía basada en el consumo sin llevar a cabo una reforma política. Elevémoslo a una escala exponencial y tenemos a China. Una prudencia crucial impidió, a mediados de la década de 1990, la liberalización de los controles del capital, de modo que en 1997 China se libró de la crisis financiera asiática. Posteriormente, el crecimiento chino de la década de 2000 provocó un boom mundial de los productos básicos que hizo posible el verano sudamericano y que llevó cierto grado de democracia social sostenible a dicho continente por primera vez.
Cimientos vacíos
En Occidente, George W. Bush y Dick Cheney demostraron la obsolescencia y futilidad del poder militar moderno en Afganistán e Iraq. Al mismo tiempo, tras la ampliación de la OTAN y Kosovo, agotaron lo poco que quedaba de respeto en el Este –así como entre una parte importante de la opinión europea– por la idea de que los valores occidentales eran un principio rector en vez de un eslogan vacío. La globalización se convirtió en sinónimo de la aceptación de que un país, que funcionaba por su propio interés y sin tener en cuenta a nadie más, establecería los términos por los que se gobernaba el mundo, lanzando su fuerza militar incluso mucho después de que se hiciera evidente, a ojos de cualquier observador imparcial, hasta qué punto los beneficios eran inferiores a los costes.
Así, al final de la era Bush, la gran crisis mostró al mundo entero los cimientos vacíos de las finanzas de Occidente. En la década posterior, la consecuencia derivada de las doctrinas económicas reaccionarias y de unos legisladores obstinados e incompetentes ha sido hacer trizas el gran proyecto constructivo de la era neoliberal, concretamente la Unión Europea. De este modo, una década después de que Wall Street siguiera el camino de la URSS –aunque fue rescatado y apuntalado, a diferencia de los soviéticos, manteniéndolo en modo zombi bajo la administración de Obama–, tenemos un mundo envejecido, una potencia hegemónica cansada y una alianza tambaleante que provoca peleas y que, de repente, se sorprende al comprobar que en realidad no puede ganar una guerra nuclear.
En Siria, Rusia ha puesto fin al proyecto de cambio de régimen, cuyos efectos se extenderán a Ucrania, el Cáucaso y finalmente al corazón de Europa. En África y Asia occidental, China está al frente de la ingeniería de desarrollo. Estos fenómenos carecen de contenido ideológico; no tienen nada que ver con Marx, Lenin o incluso el socialismo –únicamente con la consolidación de una política de interés nacional no dominada por Estados Unidos–. En Sudamérica, por el momento, los regímenes neofascistas enfocados hacia EE.UU. van en aumento, pero no pueden durar mucho. Y cuando los oprimidos se rebelan de nuevo, los líderes de esos países tendrán que cuestionarse quién interfiere en sus asuntos políticos y quién no.
Guerra o depresión
De modo que sí, crisis de globalización. Una crisis con una posibilidad razonable de acabar mal, bien en una catastrófica guerra o –más probablemente– en una Gran Depresión en Occidente, junto con una consolidación de estrategias de desarrollo nacional en el continente euroasiático. Al fin y al cabo, China realmente no necesita a Estados Unidos. Y, al fin y al cabo, Rusia, puede forjar las alianzas que necesita con sus vecinos geográficos cercanos, incluidas algunas zonas de lo que alguna vez se consideró Europa “occidental”. Estos procesos, a menos que se vean interrumpidos por una guerra o revueltas internas, probablemente se opondrán a una ruptura procedente del exterior.
Para Occidente todo esto plantea una cuestión profunda y difícil. Si has dilapidado la reputación de poseer valores superiores, si has degradado la democracia a favor de las finanzas, si has mostrado desprecio por las estructuras del derecho internacional de posguerra y, al mismo tiempo, has demostrado que Mao no iba desencaminado cuando acuñó el logrado “tigre de papel”; después de hacer todo eso, ¿cómo restituyes tu reputación y posición en el mundo?
Un poco de humildad, de reconocer que la falsa ilusión de la “globalización” tal y como la concibió hace veinte años gente muy insensata es insostenible, y que la creación de un programa de reconstrucción nacional y regional centrado en los problemas más urgentes –sociales y los derivados del cambio climático– podría ser la forma correcta de empezar.


sábado, 14 de julio de 2018

La sombra alargada de la justicia alemana .

 

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¡Hay jueces en Berlín!

El Fiscal Alemán tiene que conceder la extradición y el Tribunal Supremo español tiene que juzgar a Puigdemont por malversación. Ni el Fiscal General puede no conceder la extradición, ni el Tribunal Supremo español puede rechazarla


El diario .es




Al que fuera fiscal general del Estado, José Manuel Maza, fue a quien se le ocurrió que la conducta de Carles Puigdemont y de otros políticos nacionalistas durante los meses de septiembre y octubre de 2017 había sido constitutiva del delito de rebelión. Para la inmensa mayoría de los miembros de la comunidad académica, cuya opinión quedó fijada en un manifiesto hecho público y me imagino que también para buena parte, posiblemente para la mayoría de los jueces y fiscales, aunque no podemos saberlo, dicha calificación penal no era la procedente. Pero los jueces de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo que tuvieron que admitir a trámite primero la querella activada por el fiscal general y que han tenido que ir tomando después distintas medidas en el recorrido procesal de dicha querella, sí han considerado que la calificación jurídica de la Fiscalía General era la apropiada y han llegado hasta dictar un auto de procesamiento firme por tal delito de rebelión.  
La verdad judicial española, por el momento, es la de que hay indicios sólidos de que  en los meses de septiembre y octubre se pudo cometer un delito de rebelión por un número determinado de autoridades y dirigentes nacionalistas catalanes. Eso es lo que vienen reiterando todos los miembros del Ministerio Fiscal que han intervenido y todos los magistrados de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo que han tenido que tomar decisiones respecto de las querellas activadas por la Fiscalía General del Estado. Aunque el Auto de la Sala del Tribunal Supremo que dio firmeza al Auto de Procesamiento dictado por el Juez Instructor deja claro en su fundamentación jurídica que estamos en un momento inicial del proceso y que la calificación de las conductas de los querellados como constitutivas del delito de rebelión puede ser revisada, la decisión final del auto es mantener la acusación por rebelión.
La justicia española no ha sido capaz de convencer a la justicia de varios países europeos, Bélgica, Alemania, Reino Unido y Suiza, de que hay indicios en la conducta del señor Puigdemont y demás querellados que permitan tal calificación jurídica. Hasta el día de hoy, 12 de julio, no disponíamos de ninguna decisión firme al respecto de la justicia de alguno de estos países.
A partir de este jueves ya no es así. El Tribunal Superior de Justicia de Schleswig-Holstein ha hecho público un comunicado de prensa en el que da a conocer su decisión de que no considera que la conducta de Carles Puigdemont pueda ser considerada constitutiva de los delitos de rebelión, sedición, desórdenes públicos o corrupción. Únicamente ve indicios de un posible delito de malversación. 
Se trata de una decisión firme, que únicamente puede ser recurrida en amparo por Carles Puigdemont ante el Tribunal Constitucional. Para todos los demás: Fiscalía del Land de Schleswig-Holstein, Fiscalía General del Estado, "tribunales españoles" (palabras textuales del comunicado) y  acusación particular, la decisión es firme. No cabe recurso contra ella.
Se trata, por tanto, de una decisión de obligado cumplimiento, que delimita tanto en positivo como en negativo la actuación de las partes implicadas en el proceso. 
En positivo, la decisión obliga al fiscal general del Land de Schleswig-Holstein a conceder la extradición de Carles Puigdemont a España, a fin de que pueda ser procesado por el delito de malversación. El Tribunal se expresa en imperativo: el Fiscal General CONCEDERÁ la extradición. La decisión ya está tomada. Únicamente se trata de ejecutarla. 
En negativo se impone a los "tribunales españoles" la limitación de no poder perseguir penalmente a Carles Puigdemont nada más que por el delito de malversación. El Tribunal Superior de Schleswig-Holstein recuerda expresamente en el apartado 5 de su comunicado que él asume que los tribunales españoles respetarán el principio de especialidad, de acuerdo con el cual el enjuiciamiento en España se limita ahora a la extradición declarada admisible por malversación, y que no procesarán al perseguido Puigdemont, tras su extradición, por cargos de corrupción o rebelión. 
El fiscal alemán tiene que conceder la extradición y el Tribunal Supremo español tiene que juzgar a Puigdemont por malversación. Ni el fiscal general puede no conceder la extradición, ni el Tribunal Supremo español puede rechazarla. Pienso que incluso antes de que la decisión fuera firme, el Tribunal Supremo había perdido el control sobre la euroorden que dictó en su día el juez instructor y no podía dejarla en suspenso o retirarla. Pero de lo que estoy seguro es de que, una vez hecha pública la decisión, ya no puede hacerlo de ninguna manera.
Más todavía. En mi opinión, la Fiscalía General del Estado tiene la obligación de retirar la acusación contra Carles Puigdemont por el delito de rebelión. El Tribunal Supremo por lo que al delito de rebelión se refiere, ya no tiene nada que decir. Ni siquiera puede reflexionar sobre ello. La decisión sobre el alcance de la posible conducta delictiva de Carles Puigdemont ya está tomada. Y es una decisión firme, únicamente recurrible, repito, por el propio Carles Puigdemont.
Obviamente, si no se puede proceder por rebelión contra Carles Puigdemont, que era la máxima autoridad de Catalunya, mucho menos se podrá hacerlo contra los demás querellados. Aunque la decisión del Tribunal Superior de Schleswig-Holstein únicamente afecta de manera directa a Puigdemont, indirectamente afecta a todos los demás querellados.
Más todavía. Todas las medidas cautelares adoptadas tienen que ser levantadas inmediatamente y, por supuesto, tiene que dejarse sin efecto la suspensión cautelar en el ejercicio de la función parlamentaria acordada por el Juez Llarena contra Carles Puigdemont y otros cinco diputados.
El delito de rebelión era un espejismo que estaba en la cabeza, trastornada por alguna razón que no alcanzo a entender, de los últimos fiscales generales designados por Mariano Rajoy y de los Magistrados de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo. El contacto con la realidad democrática europea ha hecho que tal espejismo acabe desvaneciéndose.
No estamos en la España de Franco, aunque parece, tras oír los comentarios de González Pons y de Albert Rivera después de que se conociera el comunicado de prensa del Tribunal alemán, que a algunos políticos de la derecha española les gustaría que todavía estuviéramos en aquella España en la que era posible disfrazar la persecución política como un proceso penal.
Con el Gobierno de Mariano Rajoy se ha intentado. Pero afortunadamente estamos en la Unión Europea y hay forma de defenderse frente a un atropello de esa naturaleza.
¡Hay jueces en Berlín!

 
  y ver 
 https://www.ara.cat/es/opinion/javier-perez-royo-aviso-para-navegantes_0_2049995207.html..

 y ver  .http://cort.as/-86bP


Nota .-   En paralelo, las especulaciones se disparan. Por ejemplo, respecto a la posibilidad de que Carles Puigdemont fuera reelegido president en caso de ser entregado a España sólo por malversación. De entrada, quedaría muy probablemente en libertad provisional. Ya no estaría acusado de rebelión. Todas las piruetas que hizo el TC en enero pasado para evitar su investidura caerían como un castillo de naipes. La justicia alemana proyecta, en efecto, una sombra alargada, muy alargada. Dejaron al Supremo a los pies de los caballos.  . pues no es porque no se lo hubieran dicho .. aqui 100 penalistas dijeron lo mismo , y uno de ellos redactor  del articulo del código penal ( Garrido) o sea que no es solo por la ley alemana sino la española lo mismo .

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Los ahorcados de Londres .


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Cuando se ahorcaba a los pobres




Antoine Lilti






Todavía por traducir al español, The London Hanged: Crime and Civil Society in the Eighteenth Century [Los ahorcados de Londres: Crimen y sociedad civil en el siglo XVIII] (Londres, Allen Lane, 1991), primer libro importante de Peter Linebaugh, acaba de ser traducido al francés con el título de Lespendus de Londres. Crime et societé civile au XVIII siècle por la editora radical Lux Editeurs. Recogemos dos reseñas recientes que acaso animen a una pronta publicación en lenguas peninsulares. S 
El paseante londinense que pasa por el ángulo noreste de Hyde Park no dudará de que en ese lugar se levantaba la siniestra horca de Tyburn, de la que se colgaba varias veces al año a los condenados a muerte. En un libro que hizo época, publicado en 1991 en Inglaterra, reeditado varias veces y por fin traducido al francés, el historiador norteamericano Peter Linebaugh ha querido saber quiénes eran esos desgraciados y qué delitos les condujeron a este triste fin. El resultado es un libro impresionante y desbordante: un fresco vibrante de la clase obrera inglesa en el amanecer del capitalismo.
Linebaugh demuestra, gracias a una minuciosa investigación en los archivos judiciales, que los ahorcados de Londres sólo muy raramente eran delincuentes encallecidos. Más a menudo se trataba de trabajadores pobres, marineros, artesanos, criados, condenados por haber robado algunos objetos. Tyburn se convirtió en símbolo de la criminalización de los pobres, emblema de una violencia ejercida por las élites contra esta población obrera cuyos hábitos, solidaridades y tradiciones entorpecían el auge del capitalismo inglés. En la línea del gran historiador inglés, E. P. Thompson, del que fue alumno, Linebaugh insiste en la contradicción entre las costumbres populares que consistían, por ejemplo, en substraer un poco de materia prima para consumo personal, y el carácter ya para entonces sagrado de la propiedad individual. La “col” de los sastres, compuesta de pedazos de tela sobrante enrollados en una pelota, era considerada un robo, lo mismo que el ron extraído de los barriles por los marineros. Esas formas de apropiación, hasta entonces toleradas e incluso inscritas en el corazón mismo de las relaciones de trabajo, podían en adelante llevar directamente  a la horca. El robo, a cambio, se convirtió en una forma de contestación del nuevo orden económico, del mismo modo que las numerosas evasiones de la cárcel, muy populares entre el público inglés, desafiaban la represión.
Los ahorcados de Tyburn habrían sido, por tanto, víctimas de una violenta lucha de clases. La “tanatocracia”, ese sistema represivo fundado sobre la pena de muerte, constituiría la faz sombría del surgimiento del salariado. Digámoslo: esta explicación demasiado sistemática, sin matices, no convence por completo. Se podría objetar que la represión judicial era bastante más severa en los siglos precedentes y que los ahorcamientos cesaron precisamente en Tyburn a finales del siglo XVIII, en el momento en que la Revolución Industrial cobraba impulso. Por otro lado, el peligro consiste en identificar de forma demasiado general delincuencia y pobreza, en nombre de un romanticismo de la ilegalidad. Pero en el fondo estas reservas no afectan a lo esencial, pues la potencia y riqueza de este libro llegan bastante más allá: atañen a la reconstitución minuciosa e inspirada del Londres popular.    
Peter Linebaugh posee un talento innegable para hacer revivir el mundo de marineros y tejedores, mozos de cuerda y carniceros, de prostitutas y carpinteros. El crecimiento demográfico de Londres, que llegó al millón de habitantes a finales de siglo, hacía de la ciudad un crisol popular y cosmopolita en el que convergían miles de irlandeses, antiguos esclavos negros, soldados tullidos, refugiados venidos de toda Europa, atraídos todos por la promesa de libertad religiosa y por la prosperidad económica, todos obligados a vivir en condiciones precarias. El libro está repleto de anotaciones concretas sobre el mundo de los oficios, de visiones sobre los horizontes lejanos del comercio imperial. Nutrido de referencias literarias, atravesado de un aliento indiscutible, Los ahorcados de Londres tiene a veces la apariencia de una epopeya del pueblo llano londinense. Linebaugh no quería estudiar solamente a los ahorcados de Tyburn, deseaba rendirles homenaje y defender su memoria. Hacía falta para ello que la sensibilidad del militante se aliara a la erudición del historiador. Siguiendo este plan, la apuesta se sostiene por entero.  
Fuente: L´Obs, nº 2799 , 28 de junio-4 de julio de 2018

Las normas nacientes del capitalismo se entreveían a la sombra de un patíbulo londinense en el siglo XVIII  

En el extremo noreste de Hyde Park se alzaba la horca de Tyburn, «árbol de los ahorcados» de Londres. De 1571 a 1783 fueron allí ejecutadas en público 50.000 personas. Analizando las decisiones judiciales que llevaron a esas detenciones y a las confesiones de los atormentados recogidas por los capellanes que comerciaban con ellas, el historiador borteamericano Peter Linebaugh muestra que en el siglo XVIII Tyburn sirvió sobre todo para castigar los atentados contra la propiedad y de falsificación de moneda cometidos por artesanos cualificados, aprendices y marineros de todos los orígenes, londinenses, ingleses, irlandeses y extranjeros.
Prototipo de esta «historia desde abajo», del punto de vista de los dominados, inaugurada por el británico Edward P. Thompson, la obra reconstruye los conflictos de clase nacientes en el «taller del mundo» que era Inglaterra entonces. Tolerada antes como complemento de la remuneración, la sisa se convierte en un delito mayor, y la propiedad privada, en un absoluto. Para implantarse, el capitalismo exige una mutación antropológica profunda. Es preciso quebrar la indolencia de nacimiento de los pobres y sus veleidades de independencia, meter en la cabeza de los futuros obreros de la gran industria las normas económicas, jurídicas y morales del nuevo sistema. Junto a esta lección contundente de sociología histórica, los relatos de vida de los ahorcados hacen de este libro un cuadro apasionante del Londres de las «clases peligrosas», una vibrante Comédie humaine de los sin poder.
(Sin firma).
Fuente: Le Nouveau Magazine Littéraire, no 6, junio de 2018


profesor de Historia en la École Normale Supérieure, es editor de la célebre revista Annales: Histoire, sciences sociales. Y autor ente otras obras de Le Monde des salons: Sociabilité et mondanité à Paris au XVIIIe siècle (París, Fayard, 2005).
Fuente:
Varias
Traducción:

Lucas Antón 
 
 
 Nota  .-  Peter Linebaugh  tien otro singular libro traducido al castellano



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Howard Zinn  lo ha calificado como «un libro maravilloso en que Linebaugh y Rediker han hecho un extraordinario trabajo, investigando una serie de episodios enterrados y escritos olvidados, para recuperar, con elocuencia y talento literario, la historia perdida de la
resistencia a la conquista capitalista en las dos orillas del Atlántico».
  http://cort.as/-7xfW

jueves, 12 de julio de 2018

Llarena , cada vez más liado .

La suspensión

De todos los delitos por los que podían ser juzgados quienes, según el estado actual de cosas, aparecen como principales responsables judiciales del proceso, se eligió la rebelión , un delito más aplicado en democracia por la jurisdicción ordinaria.
Cabe reiterar una vez más que ninguno de los delitos por los que se han abierto diligencias se ha dado en la realidad. Cabe reiterar una vez más la arbitrariedad del enjuiciamiento a que se somete a los anteriores presidente, consejeros, integrantes de la Mesa del Parlamento y los miembros de la sociedad civil, los Jordis.
Pero aún no respondemos a la cuestión del primer párrafo: ¿por qué se han elegido estos delitos, delitos que, como ya hemos visto, los tribunales europeos no compran. La razón radica en el artículo 384 bis de la ley de Enjuiciamiento Criminal (LECr):
"Firme un auto de Procesamiento y decretada la prisión provisional por delito cometido por persona integrada o relacionada con bandas armadas o individuos terroristas o rebeldes, el Procesado que estuviere ostentando funciones o cargo público quedará automáticamente suspendida en el Ejercicio del Mismo Mientras dure la situación de prisión. "
Es decir, la norma se refiere a sujetos integrados en bandas armadas o que están relacionados, o que son terroristas o rebeldes ellos mismos. Para estos encausados, cuando el procesamiento es firme (no hay lugar para más recursos) y se encuentren en prisión provisional, se produce la suspensión automática de sus cargos públicos, sean electos o no.
Lo adelantamos en su día que con respecto a la previsión legal de los individuos rebeldes. La cosa no era pan comido. Si se aplica la ley, ley bastante maltratada hasta ahora por quien más y mejor debería aplicar y garantizar, la respuesta debe ser negativa: no puede tener lugar ninguna suspensión.

Si se aplica la ley no puede tener lugar ninguna suspensión

Vayamos por partes. De dónde sale este precepto de la LECr? La ley orgánica 4/1988 entre otras modificaciones legales fue la que le introdujo. Posteriormente, este precepto fue objeto de un doble recurso de inconstitucionalidad por parte de los parlamentos catalán y vasco, que resolvió la STC 199/1987 . Si bien es cierto que sostuvo que el artículo 384 bis era constitucional, fijó su contenido en su fundamento jurídico 4º, párrafo 7º.
La cuestión que se dilucidaba era si las limitaciones de derechos previstos en el artículo 55. 2 de la Constitución daban cobertura a la limitación prevista en el referido artículo 384 bis. Con una simple lectura de la mencionada disposición constitucional se ve que no hace ninguna referencia a rebeldes ni a rebelión.
A fin de mantener la constitucionalidad del precepto, en unos años en los que tanto la sangría terrorista era aterradora como la amenaza del golpismo se había hecho patente el 23-F, el Tribunal Constitucional (TC) dio al artículo 384 bis su alcance constitucional. Esto significa que este y no otro es su contenido y que, por tanto, es de obligatorio acatamiento para todos los tribunales. Este radio de acción queda así fijado y no lo pueden rehuir, ampliándolo o modificándolo, los órganos judiciales.
El TC dijo:
"Se Cierta que el art. 55.2 [de la Constitución] no ha mencionada expresamente a los rebeldes, sino solo a las bandas armadas o Elementos terroristas. Sin embargo, no menoscabe duda de que, como señal el Letrado del Estado, la rebelión es la más grave de las acciones delictivas susceptibles de ser realizadas, o intentadas, por una banda armada. Por definición, la rebelión se realiza por un grupo que Tiene el propósito de uso ilegítimo de armas de guerra o explosivos, con una finalidad de produc la destrucción o eversión del orden constitucional. A su vez el art. 8 de la Ley Orgánica 9/1984 equipara la integración en una organización rebelde a la integración en una banda armada, refiriendose a la utilizacion de 'armas de fuego, bombas, granadas, sustancias o aparatos explosivos o mitjans incendiarios de cualquier clase'. Por ellos a tales rebeldes en cuanto integran el concepto de banda armada del arte. 55.2 de la Constitución, las resulta legítimamente aplicable la suspensión de Derechos a la que habilita el precepto constitucional. "
Sólo los procesados ​​y encarcelados que hayan utilizado armas de guerra o explosivos se les podrá aplicar la suspensión automática
O sea, los sujetos a los que se refiere el artículo 384 bis LECr, dejando de lado los sujetos integrados en organizaciones terroristas, son aquellos rebeldes que integran una banda que se sirve para sus fines de armas de guerra o explosivos a fin de derribar el régimen constitucional.
Ni los hechos que son públicos y notorios ni de lo que hasta ahora han dicho las diversas resoluciones judiciales, tanto de la Audiencia Nacional (Juzgado Central de Instrucción número 3 y Sala de lo Penal -cuando eran competentes-) como la Sala de Admisión, el juez instructor y la Sala de Apelaciones del Tribunal Supremo, hay ningún elemento que permita considerar que los procesados ​​por el delito de rebelión -sin de base, lo reiterem- han cometido la variante más grave, con el uso organizado de armas de guerra o explosivos.
Dicho de otro modo, de las diversas modalidades de rebelión previsto en el Código Penal, a los procesados ​​y encarcelados que hayan cometido el delito agravado por haber usado armas de guerra o explosivos se les podrá aplicar la suspensión automática prevista en el artículo 384 bis LECr. Este precepto, al fin y al cabo, sólo se convierte constitucionalmente aplicable a una clase de autores de las diversas modalidades del delito de rebelión: quienes han procedido con armas de guerra o con explosivos.
Como este obviamente no es el caso, la suspensión automática de funciones o cargos públicos una vez sea firme el procesamiento para los que se encuentran en prisión provisional no puede darse.
Esto es el plano legal y constitucional. Que se cumpla no depende ni de los procesados ​​ni de los que, con mucha preocupación, observamos los acontecimientos procesales con una brizna de esperanza no confirmada, a la vista de la experiencia, por la aplicación del ordenamiento jurídico.

  Joan J. Queralt  es catedrático de derecho penal .




 Nota  .-  Ver resumen de la sentencia  http://cort.as/-805S ... El diputado "temporal": el último invento del juez Llarena para forzar la ley.. Esta figura de un diputado que asume "temporalmente" los cargos y funciones no está contemplada por el reglamento del Parlament, ni en la LOREG, ni en ninguna parte. esta previsión "no tiene ninguna base", porque sería como "nombrar diputados provisionales", y no simplemente delegar el voto como hasta ahora hacían. un acta que es personal e intransferible y a la que sólo pueden renunciar ellos, no el grupo. En caso de renuncia a esta acta "temporal", presentada a la Mesa, se tendría que correr de nuevo la lista, impidiendo a los diputados suspendidos recuperarla ..
Y solo le faltaba a Llarena que hoy 12/ 7/ 2018 ,el tribunal alemán   decida solo estraditar a  Puigdemont solo por malversacion y negar la rebelión  ,  malversación que Montoro y Rajoy negaron. menudo lio  ....http://cort.as/-84Vz y  qué ridiculo mas espantoso, encima ahora los de españa son presos politicos .http://cort.as/-84lW .
Lo que es claro es que ni en Alemania, ni en Bélgica, ni en Dinamarca, ni en Escocia, ni en Suiza se considera que haya habido delito de rebelión ni de sedición. Y no creo que haya una conspiración de esos países contra España. Más bien parecería que los fiscales y el juez encargados de la causa utilizaron, o se les hizo utilizar la justicia como represalia. Si así fuera, y calmadas las pasiones, habría que pensar muy bien que esa utilización de la justicia que hoy les tocaría padecer a otros mañana le puede tocar a uno. La instrucción de Llarena se va a pique, esperemos que no llege a Estrasburgo , sino incluso tendremos que darles indezminización....La no extradición por rebelión es firme y definitiva. Contra la extradición por malversación?¿ cabe recurso y se recurrirá. La batalla continua y continuará salvo que se retire la orden. Han perdido, punto. Hay presos políticos (ninguno está en preventiva por malversación, ni hay instrucción sobre esa causa) en en el reino de España, en opinión del tribunal superior del Estado alemán de Schleswig-Holstein. Gravísimo precedente, y estaban avisados, pero ni por esas. Espero que Montoro sea requerido en la apelación.
El auto de Llarena es un conjunto , .. todos para el son culpables de rebelión ..y, sedición ..TODOS ... pero el tribunal aleman lo desmonta En el auto de las euroórdenes, Llarena consideraba (en condicional) la rebelión un “delito plurisubjetivo”, es decir, un único delito cometido entre varias personas que se han repartido los papeles, lo que aconseja juzgar a la vez a todos los que han participado, no solo a algunos. Por ese mismo motivo se han acumulado todas las causas en una. Si la extradición llegara acompañada de la prohibición de juzgarles por rebelión, afectaría negativamente a toda la causa, y así no va a ningun lado ya , cayo en su propia trampa . Dejaron al Supremo a los pies de los caballos.   . pues no es porque no se lo hubieran dicho .. aqui 100 penalistas dijeron lo mismo , o sea que no es solo por la  ley alemana sino la española lo mismo .
 Era  fundamental  condenar a Puigdemont ,por  rebelión y  sedición , por ser el jefe  y los otros los subordinados, ahora sino condena al jefe , o lo condena solo por malversación , ¿cómo va condenar a los subordinados por rebelión y sedición ? .(Refrescando la memoria .http://cort.as/z8-4) 


 

lunes, 9 de julio de 2018

La lepenización de europa.

La UE asume una política migratoria lepenizada


 Rafael Poch .

 Eurasia.
El nacionalismo alemán se derechiza y confirma la tendencia general


La última cumbre de la UE, en los últimos días de junio, vino precedida, el 19 de junio, por una reunión preparatoria Merkel-Macron. El Presidente francés, al que se presentó como la “esperanza blanca” de la UE, no pinta nada. “Merkel y Macron acuerdan un presupuesto para la zona euro”, celebraba el titular. La simple realidad es que ya no queda absolutamente nada de la propuesta de Macron para “refundar Europa” sin tocar su andamiaje neoliberal.
El “presupuesto de la zona euro” de Macron debía ser (se suponía) para financiar todo aquello que la austeridad germana asfixió. Tenía que ser “un presupuesto de varios puntos del PIB de la zona euro”. Merkel aclaró que nada de eso: sería un “presupuesto de dos dígitos” (es decir inferior a los 100.000 millones, o sea calderilla) y encaminado a la “competitividad y la convergencia”, es decir cero keynesianismo. Hasta el cándido François Hollande obtuvo más, la última vez que propuso algo parecido a Merkel. Respecto a los otros puntos del programa de Macron, “parlamento de la zona euro” (¿para hacer qué?), “convenciones ciudadanas” para discutir el futuro de la UE, etc., hace tiempo que nadie se lo toma en serio.
Hubo que esperar diez días, al 30 de junio, para comprender quién había marcado línea en aquella cumbre: la derecha alemana. Ninguna sorpresa, la derecha alemana gana siempre en la UE. La “línea europea” es básicamente el mínimo común denominador del conjunto, orquestado por el nacionalismo alemán. La novedad es que ese nacionalismo se derechiza. En el Bundestag ya tenemos el mayor grupo parlamentario de extrema derecha del continente: 92diputados. Merkel no quiere que su CDU sea erosionada por la derecha, así que cede ante la propia extrema derecha de su familia política, la CSU bávara, que está muy cerca de la Alternative für Deutschland.
Con italianos, austriacos y otros presionando, y con ese panorama interno, el resultado de la cumbre ha sido una política migratoria de extrema derecha que confirma la gran tendencia del neoliberalismo, la lepenización de Goldman-Sachs: 1-Refuerzo de las fronteras exteriores de la UE vía la ampliación de las competencias y el presupuesto de Frontex, la agencia europea competente, 2 – Incrementar la repatriación de emigrantes irregulares estableciendo campos de concentración en África del Norte y en el interior de la UE, instalaciones que llevarán nombres de camuflaje como “centros de control” o “plataformas de desembarco”.
Desde 2014, 16.000 emigrantes han perdido la vida en el Mediterráneo tratando de alcanzar Europa, unas 35.000 desde el año 2000, según la agencia de refugiados de la ONU. Según la International Organization for Migration, por cada ahogado en el Mediterráneo, habrían dos que sucumben en el Sahara. En los últimos catorce meses, unos 13.000 refugiados y emigrantes fueron abandonados por las autoridades argelinas en los confines de su frontera con Níger, incluidos mujeres y niños, informó a finales de junio la agencia AP, según la cual algunos de ellos murieron desaparecidos en aquel tránsito. La presión organizada europea, con fondos y directivas, sobre los países norteafricanos y subsaharianos conduce a cosas así.
Mientras toma cuerpo una política europea de extrema derecha, la izquierda no parece capaz de ir más allá de la acogida in extremis de los necesitados y a largo plazo agitar un vago sueño angelical sin fronteras que es un subproducto humanitario de la mundialización neoliberal. No hay política, solo caridad y “derechos humanos”. No hay estados nacionales soberanos, ni internacionalismo, solo ONG´s y políticas de imagen con el último contingente humano a la deriva en el Mediterráneo. A partir de ahí muchos cortocircuitos, porque en ese cuadro se puede ser, como el Partido Verde alemán, a la vez liberal-caritativo en materia del escándalo humanitario en el Mediterráneo y gran sostenedor de las intervenciones militares occidentales, que es uno de los ríos que alimentan el flujo emigrante.

viernes, 6 de julio de 2018

La “lepenización de Goldman-Sachs”.


Antes de que la lepenización de Goldman-Sachs nos robe todas las banderas

 
Eurasia


La política migratoria de la UE es síntoma de una tendencia y reto para una izquierda sin soluciones


En el lento tránsito de la Unión Europa hacia su fragmentada y disgregada inoperancia, asistimos a la coalición del neoliberalismo con la extrema derecha política. Es lo que bauticé como la “lepenización de Goldman-Sachs”. La cumbre de finales de junio adoptó una política de extrema derecha en materia de refugiados: 1-Refuerzo de las fronteras exteriores de la UE vía la ampliación de las competencias y el presupuesto de Frontex, la agencia europea competente, 2 – incrementar la repatriación de emigrantes irregulares estableciendo campos de concentración en África del Norte y en el interior de la UE, instalaciones que llevarán nombres de camuflaje como “centros de control” o “plataformas de desembarco”.
Mientras los jefes de estado europeos alcanzaban -de madrugada e in extremis, como viene siendo habitual- estas resoluciones, la semana se saldaba con por lo menos 220 personas ahogadas en el Mediterráneo, según la estimación de la agencia de refugiados de la ONU. Desde 2014, 16.000 han perdido la vida tratando de alcanzar Europa, unas 35.000 desde el año 2000, según la misma agencia.
Lo peor está por venir
Aunque el actual flujo migratorio hacia Europa no es significativo para un conjunto de 500 millones de habitantes -y comparado con la situación en Líbano o Turquía es francamente insignificante- logra potenciar la “lepenización” política en muchos países a causa del encogimiento del estado social y de la competencia entre pobres autóctonos y pobres foráneos, hasta el extremo de alterar los mapas políticos nacionales.
Lo que comenzó siendo un fenómeno francés con el éxito del Frente Nacional de Le Pen, afecta ahora a muchos países europeos. La novedad es que esta “lepenización” se ha instalado en Alemania. La canciller Merkel, que en 2015 se marcó el brevísimo farol de acoger emigrantes por una mezcla de razones de imagen y de falta de mano de obra, ha visto como en dos años se formaba en su Bundestag el mayor grupo parlamentario de extrema derecha de Europa (92 diputados). La derecha alemana no ha tenido ningún problema en asumir el programa lepeniano, que ha llegado al poder en Italia, en Austria y otros países, bajo el impulso de la retrograda CSU, el partido que gobierna Baviera prácticamente sin interrupción desde antes de que el Partido Comunista Chino llegara al poder en 1949.
Las predicciones y proyecciones del calentamiento global sugieren que el actual problema migratorio dejará de ser anecdótico. Unido a los efectos del belicismo en Oriente Medio, del comercio injusto por doquier y del neocolonialismo bajo otras formas en África y otros lugares, el cuadro es inequívoco.
El vector de esta política apunta hacia una división del mundo en dos categorías, dos castas geográfico-sociales, en la que el estrato superior que podría implicar al 20% de la población del planeta podría vivir en un cuadro de relativa distribución, suficiente para generar un consenso y una fuerza militar capaz de mantener al 80% restante en una posición totalmente subyugada y paupérrima. Evocando este escenario, el sociólogo Immanuel Wallerstein observa con razón que, “el orden mundial que Hitler tuvo en mente no era muy diferente”.
Actuar sobre el conjunto
¿Qué vamos a oponer a eso?, ¿el open arms y el elogio infantil del mundo feliz sin fronteras, versión humanitaria de la mundialización neoliberal del capital? Mantenerse en esa posición ha sido, precisamente lo que ha llevado a millones de ciudadanos europeos a emigrar electoralmente a la extrema derecha, desde la izquierda y la socialdemocracia. En Francia y en Alemania (véase la discusión en el último congreso de Die Linke) se comienza a tomar conciencia de algo banal: por supuesto que es inaceptable la política de campos de concentración y el holocausto mediterráneo, pero el problema -no el actual, sino el que nos garantizan las proyecciones futuras y que conduce a esa especie de reedición del mundo hitleriano- es irresoluble sin actuar sobre el conjunto.
Acabar con el orden desorden neoliberal-belicista, dejar de participar en él y romper con las alianzas que lo promocionan, sería el primer artículo del decálogo para cumplir con el mundo.
El antibelicismo habría que conjugarlo con políticas contra el crecimiento crematístico que está en el origen de tales desastres, con el fin de las políticas comerciales basadas en la rapiña y el abuso así como con los regímenes emplazados en el Sur para garantizarlas, con la práctica del multilateralismo en la esfera diplomática, con la denuncia de los acuerdos y relaciones desiguales, con el coto al extractivismo y a la emisión desenfrenada de gases responsables del efecto invernadero, con el respeto y desarrollo de los acuerdos internacionales en la materia, con el cumplimiento del insuficiente compromiso de la ONU de dedicar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo, con la prohibición de la venta de armas y la sanción al colonialismo, con la promoción del desarme de los recursos de destrucción masiva comenzando por las cinco potencias nucleares del consejo de seguridad de la ONU, etc., etc.
Solo desde un programa político reformista y humanista que apuntara en esa dirección, podría un estado nacional cerrar sus puertas a los grandes flujos migratorios que están por venir, alegando su compromiso práctico con un mundo viable y la necesidad de preservar su estabilidad interna, sin la cual se pierde toda posibilidad de acción política.
Solo los gobiernos del Norte que cumplan con el mundo podrían cerrar sus puertas al emigrante sin sentir la vergüenza que suscita la presente política hipócrita de la Unión Europea, hablando por un lado de derechos y valores mientras se organizan centros de detención de emigrantes en África y se alimentan las hogueras globales con un modo de vida inviable para todos y sostenido por el militarismo.
La izquierda debería reflexionar sobre cómo abordar esto y dejar de parapetarse en el “open arms” y el “mundo sin fronteras” que nos vendieron los gringos junto con su globalización, un mundo en el que los estados son sustituidos por ONG´s y la política por la manipulable ideología de los derechos humanos.
De la misma forma en que la solución a la desigualdad no es la caridad, sino la nivelación social y una política fiscal acorde, el problema de los emigrantes debe enfocarse en el marco de programas de cambio general. Antes de que la lepenización de Goldman Sachs nos robe todas las banderas.