Reino de España: Cristóbal Montoro y el capitalismo de
amiguetes
Gustavo Buster .
Daniel Raventós .
Miguel Salas
20/07/2025
Cuando tras el debate
parlamentario del pasado 9 de julio se daba por aplazada hasta otoño la crisis
del gobierno Sánchez, la imputación de Cristóbal Montoro, exministro
todopoderoso de Hacienda con J.M. Aznar y M. Rajoy, y otros 27 altos cargos de
su equipo ha vuelto a poner las cosas en su sitio. Es decir, nos ha vuelto a
situar en la realidad del régimen del 78 y su capitalismo de amiguetes.
Entretenidos como estábamos, sin aliento, por la ofensiva
reaccionaria del PP y de Vox con el caso de corrupción Koldo-Ábalos-Cerdán, por
la respuesta homeopática de Sánchez en el Comité Federal del PSOE, por el
congreso del PP para elevar a Feijóo como un nuevo “cirujano de hierro”, por la
búsqueda del chivo expiatorio y la “caza de emigrantes” desatada por la extrema
derecha en Torre Pacheco, de pronto nos hemos vuelto a tropezar con quién manda
de verdad en el Reino de España y cuáles son los mecanismos que hacen funcionar
el régimen del 78. Ahora sí es posible comparar la corrupción estructural del
sistema, la que estaba detrás del consulting “Equipo Económico” de Montoro y
las amnistías fiscales, y la corrupción personal de los pagos con mordidas de
casas de amantes y facturas de prostíbulo de Koldo-Ábalos, porque a Cerdán aun
le están buscando el dinero y los talones.
En medio del lawfare generalizado que ha dejado como
herencia el colapso del bipartidismo -que no es sino la otra cara del espejo
del capitalismo de amiguetes, también en crisis desde la Gran Recesión de
2007-2008 y el “rescate” de las Cajas de Ahorro en 2011-2012-, de pronto el
juez Rubén Rus Vela, del juzgado de instrucción nº2 de Tarragona levanta el
secreto del sumario después de 7 años y, apoyándose en siete tomos de
instrucción con miles de páginas, imputa a una de las dos patas del equipo
económico de M. Rajoy (que, como todos sabemos, perdió una moción de censura
ante Pedro Sánchez en junio de 2018, precisamente por la corrupción del PP en
el caso Gürtel). La otra pata, como es conocido, es la que encabezaba Luis de Guindos,
desde el ministerio de economía. Y ambas patas, a pesar de sus conflictos, así
como el propio gobierno de M. Rajoy, tenían como cimientos la cripta en la que
había acabado enterrado en vida el heredero natural de J.M. Aznar, Rodrigo
Rato.
Un sumario de siete años sobre el capitalismo de amiguetes
De lo que se va filtrando del gigantesco sumario, el
consulting “Equipo Económico” era lo más parecido a una cheka tributaria. Como
nos cuenta Ernesto Ekaizer -uno de los pocos de los que nos fiamos para estas
cosas- hay correos electrónicos inculpatorios sobre Rodrigo Rato, Jordi Pujol y
Esperanza Aguirre, las empresas y lobbys gasísticos, energéticos, del juego, de
la construcción. Se manejaban datos fiscales y se amenazaba con ellos a
periodistas y la competencia vía inspección de Hacienda. Se preparaban y
aprobaban leyes a petición de las empresas beneficiarias, a veces directamente
y otras perjudicando indirectamente a la competencia.
En un país en el que los tribunales aún desconocen quién se
oculta detrás de “M. Rajoy”, la lista de afectados que hacen cola para
personarse en la causa contra Montoro en cuanto sea posible, es larga. Por
supuesto, ya lo han anunciado Rato y Esperanza Aguirre. Pero más importante
será si lo hace Luis de Guindos. Para hacer esta conjetura nos apoyamos en las
memorias de su etapa de gobierno, España amenazada: de cómo evitamos el rescate
y la economía recuperó el crecimiento, Península 2016. El argumento es muy
sencillo, tras el peor gobierno que hubiera tenido el Reino de España hasta
entonces, el de Rodríguez Zapatero, Rajoy echa mano de De Guindos para salvar
la economía española de las consecuencias del estallido de la burbuja
inmobiliaria, que se lleva por delante a las Cajas de Ahorro, esas huchas de
los caciques de las Autonomías. Mientras tanto, Rodrigo Rato ha llegado a la
presidencia de Caja Madrid tras año y medio de negociaciones en el PP, tras
abandonar a mitad de mandato la presidencia del FMI y con el consenso de todas
las fuerzas políticas y sociales de la capital del reino, que estaban en el ajo
desde el cese de Miguel Blesa. Los sucesivos planes diseñados para el rescate
de Bankia -fusión de Caja Madrid y Bancaja en junio de 2010, con salida a
bolsa- no son sino una cesión detrás de otra por parte del gobierno Zapatero a
lobistas e inversores. La falta de confianza es tal en los “mercados” que se
vislumbra el peligro de un rescate sin precedentes a toda la economía española.
El nuevo gobierno Rajoy actúa recuperando esa confianza adelantando la
aplicación en seis meses a la banca de los acuerdos de Basilea III, quiebra
definitivamente Bankia, se pide un rescate financiero a la UE de 24.000
millones de euros, que “no va a costar un euro a los españoles” (Rajoy dixit) y
se impone la política de austeridad, recorte de derechos sociales y laborales y
el segundo giro neoliberal tras el de Aznar. Hay una versión contraria de los
acontecimientos, la de Rodrigo Rato (Hasta aquí hemos llegado, Península 2023)
escrita en la cárcel. En la cárcel estaban con él algunos de los imputados por
el uso de las tarjetas de crédito black, de las que había informado a De
Guindos el nuevo presidente de Bankia -y el banquero mejor pagado del país-
José Ignacio Goirigolzarri.
Mientras tanto, según el sumario, el consulting “Equipo
Económico”, Montoro y su equipo en Hacienda, se ponían las botas con las
mordidas de los sectores industriales, energéticos y de ocio a la vez que
aplicaban las condiciones impuestas por el rescate de la UE, la austeridad y
los recortes.
Sigue…
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