Frantz Fanon: La
locura que nos revela (3)
Por Diogo Tabuada
02/08/2025
Messali Hadj pasará a la historia como el primer argelino en
llamar a la independencia. Este hijo de un zapatero del interior del país creó
la llamada Estrella Norteafricana, una organización anticolonial argelina
estrechamente ligada al partido comunista francés. En los años 30, la
organización rompe definitivamente con el partido comunista y funda el Partido
del pueblo argelino, en cuyos estatutos ideológicos se contemplaba el populismo
islámico, el socialismo y el jacobinismo. Al partido del pueblo argelino se le
achacó el practicar un indisimulado culto a la personalidad de Messali; aguanto
con una política conciliadora con Francia hasta que se fraguó una represión
terrible al pueblo argelino que lo hizo cambiar a posiciones decidicamente
revolucionarias: Nacía el FLN argelino.
Adam Shatz destaca el ambiente intelectual con el que, en lo
referente a la gestión psiquiátrica, se tuvo que encontrar Fanon. Antoine
Porot, creador del primer pabellón psiquiátrico moderno en 1912, se
caracterizaba por sus enfoques reformistas y empatizaba con las ideas de
Gobineau: había que entender a la sociedad nativa; pero bajo este imperativo
epistemológico se ocultaba lo que Gobineau realmente fue: no otra cosa que un aristócrata
de la supremacía blanca que acuñaba perlas como “El musulmán argelino es
histérico, intelectualmemnte superior y predispuesto a la criminalidad”.
Fanon, anticipándose a Michel Foucault y a su Historia de la
locura, y a efectos tanto prácticos como teóricos, quiso recuperar la
importancia del ambiente cotidiano en los psiquiátricos para integrar
socialmente al paciente. La introducción de la cestería, el teatro, el cine,
los juegos de pelota… etc, no tuvieron en cuenta algo que a Fanon se le había
pasado por alto: este intento de recuperación del ambiente cotidiano fue un
éxito, sí, pero sólo con los pacientes Europeos. Los pacientes árabes volvían
automáticamente a sus habitaciones en su gran mayoría, lo que hizo que Fanon
cayese en la cuenta de que había introducido pasatiempos y elementos culturales
de la vida occidental. Y, sí, fue entonces cuando creó un café maure -cafetería
mora-, un salón oriental e incluso sesiones de cuentacuentos ligadas a la vida
árabo-musulmana: “La cultura Argelina tiene otros valores al margen de la
cultura colonial”, llegó a afirmar Fanon, mostrando así su capacidad para
ponerse en el lugar del otro sin dejarse cegar por la influencia de la cultura
francesa en su construcción como sujeto político.
Es en Argelia donde Fanon asiste a ceremonias nocturnas
donde personas que sufrían de histeria se curaban en crisis catárticas
producidas por danzas locales en las que la imaginería mítico-narrativa del
pueblo estaba muy presente –los djinns son precisamente eso: seres mitológicos
dotados de libre albedrío creados por los más profundos anhelos del pueblo
argelino-. En estas ceremonías, Fanon encontró una actitud cultural realmente
piadosa y comprensiva hacia la enfermedad mental: los argelinos no culpaban al
doliente de su locura, sino a los djinns que los poseían, logrando de este modo
abrir un cauce de liberación individual y comunitaria para los individuos
afectados de alguna enfermedad mental. Pocos son los casos en los que las
ciencias sociales occidentales han pretendido liberarse de los prejuicios
creados por la propia epistemología y antropología cultural europea para
aceptar que tales ritos y danzas no son una superstición sino una creación
cultural y colectiva que logra acercarse a la enfermedad mental de un modo radicalmente
diferente; en Sociología de Argelia, de Pierre Bourdieu, así como en la obra de
Germaine Tillión en los años 30, encontramos algunas de esas excepciones.
Fanon conoce a los integrantes del FLN Argelino en unas
condiciones que el sentido común no sospecharía nunca: serán precisamente
intelectuales católicos, europeos y de izquierdas -entre los que se encontraba
el psiquiatra Jean Aymé- quienes lo introducirán en la organización. Los
conocerá en las revistas clandestinas de los católicos antifascistas, entre
ellas, Cahiers du Témoignage Chrétien. Entre ellos se encontraba también André
Mandouze, que tomó la decisión de viajar a Argel por el profundo amor que
sentía por San Agustín.
En el FLN toma conciencia de la importancia de elaborar una
estrategia contra la violencia colonial que no deshumanice al otro. Lo marcará,
sin duda, la anécdota de un niño argelino que mataría a un turista Europeo sin
alegar otro motivo que un odio visceral irreprimible hacia todo lo europeo.
Aquí, Fanon toma conciencia de la profunda importancia de la violencia
ambiental en la vida cotidiana de un contexto colonial, a saber, de la
dificultad o incluso imposibilidad de substraerse a ella y de no reproducirla
miméticamente.
Un elemento clave de análisis en el libro de Adam Shatz es
el siguiente: a día de hoy puede consultarse la elocuente carta que Aimé
Cesáire escribió a Maurice Thorez, el secretario general del partido comunista.
En esta carta, Cesáire le comunicaba que se había adherido al partido con la
esperanza de que el marxismo se pusiese al servicio de la gente negra, no la
gente negra al servicio del marxismo.
Que Cesáire era lo opuesto a Senghor: Cesáire
pensaba, deseaba y escribía aceptando la vieja y ancestral sabiduría de los
pueblos africanos, pero al mismo tiempo la integraba en una proyección ética y
política de futuro: el horizonte era la liberación política de la gente negra,
lo que implicaba, por supuesto, la descolonización integral del ser africano
dentroy fuera del contienente. Como Cesáire, Fanon -lo que agranda más su
legado- llega incluso a adelantarse a Oruientalismo, de Edward Said (1978)
cuando escribe y toma conciencia de que la Cultura cosmopolita no quiere
destruir a la subalterna, sino hacer de ella algo exótico e interesantea través
de la mirada erudita.
Fanon aceptará prácticamente todo el legado y ejemplo del
líder del FLN argelino, Abane Ramdane, quien tendrá una profunda influencia en
su modo de pensar y actuar dentro del meollo de la dominación colonial de
Argelia por parte de la metrópolis parisina. Dentro del frente argelino Fanon
experimenta la clásica fraternidad -entre varones- basada en el terror,
experimentando en carne viva el papel cohesionador -pero paranoico- del típico
miedo paranoico al enemigo interno dentro del partido. Se da cuenta, entonces,
de los factores extra-psiquiátricos de la irracionalidad humana, anticipando
-otra vez, de nuevo, anticipando- los trabajos de autores relevantes dentro de la
corriente antipsiquiátrica como R.D Laing y Thomas Szasz.
Otra figura importante que ejercería una gran influencia en
Fanon es el panafricanista y socialista Guineano Ahmed Sékou Touré. Touré solía
pregonar en sus discursos que prefería la libertad argelina siendo pobre que la
concepción occidental de la riqueza insertándose en una Argelia que deviniese
cada vez más y más y más dependiente de la metrópolis. De Gaulle viaxaría a
Conakry, capital de Guinea, para convencer a Touré de que formase parte da comunidade
francesa, una estructura supranacional que, supuestamente, reconocería la
soberanía de de Guinea aceptando ciertas reformas en el status colonial del
país. Justo en esa visita es cuando Touré sorprende al mundo entero profiriendo
las siguientes palabras en público: “No aceptaremos nunca la dominación.
Preferimos la pobreza en la libertad que la riqueza en la esclavitud”.
El 28 de Septiembre de 1958, Guinea votará masivamente NO a
su integración en la comunidad francesa. De Gaulle y Francia se retiraron
furiosos: se cortaron todos los cables telefónicos, se llevaron todos los
archivos, se destruyó mucha maquinaria, se arrancaron instalaciones eléctricas,
se rompieron mapas e incluso se destruyeron vacunas infantiles. Guinea quedó
sin apoyo internacional, aislada y con pocas infraestrcuturas, pero fue el
primer país africano de influencia francófona que consiguió la independencia
plena. Touré se convertiría en un símbolo global de la lucha y dignidad
anticolonial; su actitud ante De-Gaulle sería admirada por líderes políticos de
máxima importancia para el ideario panafricanista como Kwane Nkrumah, Amílcar
Cabral, Patrice Lumumba y el propio Frantz Fanon.
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