«Horrendo asesinato» en Lviv
Dos hombres esperan a su víctima a las puertas de su casa, cuya dirección había sido publicada unas horas antes en la web Myrotvorets, vinculada al Ministerio del Interior. A bocajarro y sin dejar ninguna opción de supervivencia, la persona es tiroteada por dos matones que huyen de la escena, serán detenidos tiempo después y nunca serán juzgados. Es lo que ocurrió hace más de once años al periodista Oles Buzina en el primero de los muchos asesinatos políticos que se han producido en la Ucrania post-Maidan, post-Revolución de la Dignidad. Cometidos por miembros de la extrema derecha como el C14 en el caso de Buzina o un simpatizante de Azov en el de Farion, el SBU en el de Zajarchenko, fruto del enfrentamiento armado entre el SBU y el GUR en el del negociador Denis KIreev, asesinado en 2022 o adjudicados a Rusia sin ninguna investigación seria, estos casos son una muestra de la inestabilidad política existente actualmente, pero también mucho antes de que los tanques rusos cruzaran la frontera el 24 de febrero de 2022. El último caso se produjo ayer en Lviv, capital nacionalista, centro histórico de la extrema derecha banderista y una de las zonas más alejadas de la guerra.
Como puede verse en las imágenes publicadas poco después del crimen, un hombre disfrazado de repartidor esperaba pacientemente entre dos vehículos en un barrio residencial de la ciudad. El asesino, que aún no ha sido detenido, pero contra el que ha comenzado ya la búsqueda, sigue brevemente a su víctima antes de detenerse, apuntar y disparar en ocho ocasiones. Es así como ayer murió Andriy Parubiy, una de las figuras políticas cuya trayectoria marca el paso de la transición ucraniana: desde una Ucrania en la que la extrema derecha nacionalista actuaba en la marginalidad y el país se ubicaba en la periferia europea sin gran interés para el establishment político o los grandes medios al actual Estado, centro de la política exterior de Bruselas. En esta transición, la extensa trayectoria de Parubiy en movimientos radicales queda eclipsada por los cargos institucionales en la última década.
“El ministro del Interior de Ucrania, Ihor Klymenko, y el fiscal general, Ruslan Kravchenko, acaban de informar sobre las primeras circunstancias conocidas del horrendo asesinato en Lviv. Andriy Parubiy fue asesinado. Mi más sentido pésame a su familia y seres queridos. En la investigación y búsqueda del asesino se están empleando todas las fuerzas y medios necesarios”, escribió Zelensky para confirmar la noticia, que rápidamente dio lugar a un torrente de reacciones de los sectores esperados: el activismo vinculado a países occidentales y su prensa afín, las instituciones de la Unión Europea y el nacionalismo ucraniano.
“Profundamente conmocionada por el terrible asesinato del ex presidente de la Rada Suprema ANdriy Parubiy en Lviv. Mi más sentido pésame a su familia y amigos”, escribió Roberta Metsola acompañando su mensaje de condolencias con una foto en blanco y negro del político asesinado en una de sus varias visitas al Parlamento Europeo. Pese a su extensa trayectoria en la extrema derecha más violenta, las instituciones europeas abrieron sus puertas a Parubiy, que pudo reunirse con jefes de Estado y de Gobierno que, con sus actos, normalizaron la participación de grupos que, hasta entonces, habían sido considerados creadores de odio. Tampoco la relación entre Parubiy y el Parlamento Europeo fue siempre tan idílica como cuando comenzó a ser recibido con ovaciones. Solo unos años antes, la institución era el blanco de la ira del nacionalista, ofendido por la crítica del Parlamento a la concesión del título de Héroe de Ucrania a Stepan Bandera, calificado entonces de colaboracionista del nazismo.
“Oh Dios. Andriy Parubiy, figura clave de la revolución Euromaidán y ex presidente de la Rada, ha sido asesinado en Lviv. Al parecer el asesino conducía una bicicleta eléctrica”, escribió Ilia Ponomarenko, periodista afín al movimiento Azov y perfecto exponente del tipo de figura informativa que ha creado la Ucrania de Maidan y para quien la promoción de las ideas nacionalsitas es el principal objetivo.
“Es impactante y devastador leer que Andriy Parubiy fue asesinado hoy en Lviv. Es una enorme pérdida. Fue un verdadero estadista; sus iniciativas siempre estuvieron encaminadas a defender la identidad y la nacionalidad de Ucrania. Memoria eterna”, escribió la activista anticorrupción y habitual lobista de instituciones como el Atlantic Council, Olena Halushka. La activista es una exponente de la clase social dedicada a la promoción de causas patrocinadas por Occidente, que en los últimos años ha sustituido a la sociedad civil organizada desde abajo y que, a diferencia de esa nueva clase militante, no disfruta de generosas subvenciones de instituciones extranjeras ni cuenta con protagonismo mediático que rápidamente se transforma en político. Aunque en muchas ocasiones se ha remarcado el enfrentamiento entre esa tecnocracia activista subvencionada desde los países aliados y el nacionalismo, las fronteras entre ellos nunca han sido estancas, especialmente porque siempre contaron con un enemigo común, Rusia y todo aquel grupo, organización o persona que pudiera ser difamada como prorrusa, etiqueta adjudicada automáticamente a quien debía ser enviado al ostracismo. En las arenas movedizas de estos tiempos convulsos en los que Ucrania vivió un golpe de estado camuflado de revolución, dos masacres que no han querido investigarse y una guerra civil, todo ello antes de la invasión rusa, Parubiy supo posicionarse en el lugar adecuado y en el momento indicado para pasar de ser una figura de los márgenes de la pequeña base social ultranacionalista a ser considerado un político respetable. Todo ello sin nadaptar su visión política del mundo, renunciar a la ideología violenta que le hizo célebre ni necesidad de explicar por qué alguien con sus ideas y trayectoria podía encajar perfectamente en la nueva élite política creada en 2014 y ser uno de los políticos destacados del proyecto Solidaridad Europea, con el que acompañó a Petro Poroshenko a una caída política de la que ninguna de sus figuras ha conseguido, hasta ahora, recuperarse.
“El asesinato de Andriy Parubiy, ex presidente del parlamento de Ucrania y feroz opositor de Rusia, es el asesinato más importante de una serie de asesinatos de alto perfil desde que comenzó la guerra con Rusia”, escribió el corresponsal de Financial Times Christopher MIller apuntando directamente a la mano del Kremlin. “Andriy Parubiy, expresidente del parlamento ucraniano, fue asesinado en Lviv, según informes preliminares de los medios. La Policía Nacional confirma que una reconocida figura cívica y política, nacida en 1971, fue asesinada a tiros hoy en la ciudad. Hace un año, el servicio de seguridad ucraniano me informó que Parubiy figuraba en la lista rusa de personas a las que querían asesinar cuando comenzaron la invasión número 22. ¿Podrían los rusos hacer esto en Lviv?”, añadió Yulia Mendel, primera portavoz de Zelensky en su llegada al poder. Culpar a Rusia, sin duda la respuesta más sencilla y que menos complicaciones supone para Ucrania, ha sido la primera reacción de gran parte del nacionalismo ucraniano, que acostumbra a ver la mano de su odiado vecino. Despachar el crimen como golpe mafioso, asesinato por contrato o venganza política de Moscú es cómodo y, sobre todo, ayuda a ocultar las circunstancias en las que una figura tan oscura como Andriy Parubiy llegó a ser presidente del Parlamento, segunda autoridad política del país.
“Rusia ha sido acusada de inmediato en todos los asesinatos políticos posteriores al Maidán, como los de Pavel Sheremet o Denis Voronenkov. Sin embargo, en todos estos casos, militantes de extrema derecha vinculados a los servicios de seguridad ucranianos surgieron como sospechosos en las investigaciones policiales”, afirmó el periodista opositor ruso Leonid Ragozin, a lo que Mark Ames respondió insistiendo en que “Paruby sabía mejor que la mayoría cómo organizar una revolución en Ucrania. El momento del asesinato de Parubiy, justo después de las grandes protestas contra Zelensky y el inicio de una campaña liderada por el Reino Unido para promover a Zaluzhny en lugar de Zelensky, junto con las presiones del armisticio, apunta hacia adentro». “Este es un asesinato de alto perfil. Parubiy comenzó como cofundador del Partido Social-Nacional neonazi de Ucrania, luego líder de la autodefensa de Maidán con sus presuntos tiroteos de falsa bandera, presidente de la Rada y enlace clave para impulsar la adhesión de Ucrania a la OTAN. El padrino de los banderistas”, resumió el periodista estadounidense.
Miembro fundador y primer líder de Patriota de Ucrania, ala paramilitar de la Asamblea Social Nacionalista, a su vez sucesora del Partido Social Nacionalista de Ucrania, Parubiy ha sido una de las figuras más relevantes de ese grupo de organizaciones que finalmente dieron lugar tanto a Svoboda como a Azov, a la extrema derecha banderista como se conoce actualmente y a las facciones de inspiración neonazi. Parubiy, que en una entrevista confirmó que sus ideas políticas no habían cambiado desde sus tiempos en movimientos políticos de la derecha más extrema del continente europeo aprovechó sus experiencias previas para convertirse en una de las personas clave durante la revolución de Maidan. Como jefe de las autodefensas, su papel en las muertes que finalmente dieron lugar al derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich nunca quedó esclarecido, pero la sombra de la duda siempre acompañó a aquella imagen de Parubiy saliendo del hotel en el que había creado su cuartel general a personas fuertemente armadas. Parubiy fue también uno de los protagonistas a la hora de armar la protesta y, como informó entonces The New York Times, acudió armado y encapuchado a una reunión con el entonces embajador de Estados Unidos en Ucrania.
La trayectoria vital y política de Parubiy es una buena representación de la deriva que ha tomado Ucrania en la última década y media. De enfrentarse al Parlamento Europeo en defensa de Stepan Bandera, entonces héroe solo para unos pocos, Parubiy pasó a dirigir el proceso según el cual las tropas de choque de Maidan fueron equipadas para el combate urbano para, con el explícito apoyo de Occidente, poner fin de forma prematura, irregular y violenta al mandato de un presidente elegido en las urnas. Reflejo de que las estructuras de Maidan se reconvirtieron en las instituciones de seguridad del país, una forma de infiltración de la extrema derecha en espacios clave del Estado, Parubiy fue nombrado brevemente presidente del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa. Fue entonces cuando, apenas unos días antes de la masacre de 2 de mayo, se reunió en Odessa con activistas nacionalistas a los que equipó con chalecos antibalas. Como los asesinatos de Maidan, tampoco los de la Casa de los Sindicatos han contado con una investigación que buscara esclarecer los hechos y castigar a los culpables.
Nombrado tras la victoria electoral de Petro Poroshenko, también cercano a los sectores banderistas, presidente de la Rada, Andriy Parubiy es el ejemplo perfecto de por qué la extrema derecha no precisa de grandes resultados electorales de partidos como Svoboda o de figuras como Andriy BIletsky para ejercer su influencia y consolidar el discurso nacionalista como discurso oficial del Estado, algo que comenzó mucho antes de la invasión rusa y que ha aumentado aún más desde entonces. Desde la tribuna de segunda autoridad del país, Parubiy tuvo la oportunidad de difundir su mensaje de odio contra la población del este -afirmando, por ejemplo, que la Unión Soviética había expulsado a la población ucraniana para repoblar esas áreas con población rusa- o defender su sueño de realizar una operación Krajina contra la población de Donbass.
“Memoria eterna, Andriy Volodymyrovych. Siempre fuiste un patriota de Ucrania e hiciste una gran contribución a la formación de nuestro Estado. Mi más sentido pésame a su familia y seres queridos. Esta es una profunda pérdida para el país. Debemos esclarecer con prontitud las circunstancias de la muerte y castigar a todos los responsables.”, afirma el panegírico de la primera ministra Svyrydenko. De líder paramilitar, autor de un libro titulado “Visión desde la derecha”, firmado y dedicado por Jean Marie LePen, a presidente del Parlamento y líder patriota, la vida de Andriy Parubiy es la representación de los cambios que ha vivido el país y la forma en la que una ideología antes marginal se ha abierto paso para convertirse en el discurso oficial. Su final, asesinado en un ajuste de cuentas interno o externo, es también el reflejo de las consecuencias que el proceso ha tenido para Ucrania.
https://slavyangrad.es/2025/08/30/horrendo-asesinato-en-lviv/#more-32942
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