La muerte del periodismo .
Jonathan Martínez
13/08/25
.La historia de la prensa europea
discurre por insólitos meandros. Pongamos por caso Alemania. En 1927, antes del
ascenso del nazismo, la primera sesión del nuevo Parlamento de Hamburgo empezó
con una agitada controversia. Resulta que el diputado socialdemócrata Theodor
Haubach se enfrentaba a una querella en calidad de editor del Hamburger Echo.
El injuriado era el diputado conservador Josef Hoffmann. Un artículo sin firma
lo atacaba con alusiones a su estatura. Decía el Hamburger Echo que la altura
de Hoffmann era inversamente proporcional a la cortedad de su entendimiento.
La acusación no era gratuita. En
fechas previas, Hoffmann había denigrado los fastos de la Constitución de
Weimar y había tachado a los celebrantes de judeodemócratas y marxistas. Esta
anécdota explica por sí sola la ensalada ideológica que iba a encender los
hornos crematorios de Auschwitz. Haubach, por su parte, tuvo que abonar una
multa de mil marcos por la ofensa. Una minucia en comparación con las
represalias que lo aguardaban. Los nazis lo encerraron durante dos años y lo
apartaron del periodismo. Por fin, en 1945, lo ahorcaron en la prisión
berlinesa de Plötzensee.
Por entonces Werner Lorenz era un
alto funcionario de las SS que había inculcado a su primogénita el amor por los
caballos. La pequeña Rosemarie, instalada en la alta sociedad y casada con un
empresario del cemento, hubo de interrumpir sus pasiones hípicas a causa de la
guerra. En aquel tiempo horrible fue enfermera voluntaria. Luego la guerra
terminó y el Tribunal de Núremberg condenó a su padre por crímenes contra la
humanidad. En los informes de las Naciones Unidas aparecen cargos por secuestro
de niños, reasentamiento de extranjeros, esclavitud y saqueo de bienes públicos
y privados.
Aquella condena no entorpeció los
sueños de Rosemarie, que no solo retomó la equitación sino que además rehízo su
vida sentimental con el empresario de prensa Axel Springer. Springer acababa de
fundar el periódico Bild, una firma sensacionalista y conservadora que
terminaría dominando el mercado informativo alemán. Basándose en fuentes de la
inteligencia estadounidense, el periodista de investigación Murray Waas
sostiene que el imperio mediático de Springer prosperó gracias a los siete
millones de dólares que le proporcionó la CIA en los años cincuenta. En 1951,
el Alto Comisionado estadounidense John J. McCloy anunció medidas de gracia
para un centenar de criminales de guerra en Alemania. Werner Lorenz salió en
libertad en 1954.
En 1967, Springer difundió los
valores corporativos que debían reinar en sus periódicos: el apoyo a Israel, a
la OTAN y al libre mercado. El tiempo pasó pero aquella declaración aún puede
leerse con leves variaciones en la página web del grupo editorial. Por el
camino ha habido cambios. Al capital familiar se ha sumado el dinero de KKR, el
fondo de inversión proisraelí que ha tomado el control de los grandes
festivales de música en España. Como explica Jordi Calvo en nombre del Centre
Delàs, los inversores del grupo Axel Springer forman parte de la cadena de
suministros bélicos que utiliza el ejército de Israel contra la población
palestina.
El otro día, Israel mató en Gaza al
periodista palestino Anas al Sharif y a otros cinco reporteros de Al Jazeera.
En octubre de 2024, las FDI lo habían acusado de tener vínculos con Hamás y
aquel informe se convirtió en su sentencia de muerte. No sabemos si las armas
que han matado a Anas al Sharif llevan el sello de KKR, pero sabemos que el
Bild ha relativizado el crimen deslizando sospechas de terrorismo sobre el
periodista caído. La portavoz estadounidense, Tammy Bruce, ha añadido que los
miembros de Hamás acostumbran a hacerse pasar por periodistas.
Desde el 7 de octubre de 2023,
Israel ha asesinado a cerca de doscientos profesionales de prensa. ¿Cómo es
posible, se preguntan algunas voces, que haya periodistas impasibles ante el
exterminio de sus compañeros? La respuesta es sencilla: porque no son sus
compañeros. Porque apelar a la solidaridad gremial por encima de las relaciones
de dominación es una fatiga inútil. Tan periodista era Theodor Haubach como los
redactores del Völkischer Beobachter que avalaron su ajusticiamiento. Nemi
El-Hassan es tan periodista como los periodistas del Bild que consiguieron
apartarla de la televisión pública entre dudosas acusaciones de antisemitismo.
El periodismo muere pero también
mata. Dispara balas de indiferencia, titulares capciosos y tinta pagada por
grandes capitales que lo mismo son dueños de un telediario que de un festival
de música o de una multinacional armera. Israel no quiere testigos en Gaza
aunque ya no queden alfombras para cubrir tanta mierda. Pero la historia es
pertinaz y no se calla. Lo escribió Theodor Haubach antes de que lo colgaran de
una viga. “Es posible matar a la persona que resiste pero no es posible
destruir la idea de la resistencia. Ni siquiera el exterminio puede erradicar
la memoria de lo que ha sucedido”.
https://www.publico.es/opinion/columnas/muerte-periodismo.html
Nota del blog .-
Cómo la prensa de Alemania ayuda a Israel a legitimar el asesinato de periodistas en Gaza
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