Personas migrantes marroquíes en la playa del Tarajal, a 17 de mayo de 2021, en Ceuta, (España).Ceuta paga los platos rotos del enfado de Rabat con Europa
por el Sáhara
Marruecos eleva la presión para anticiparse al fallo de la
justicia europea que con toda probabilidad el próximo mes de junio le impedirá
seguir comerciando en la UE con productos del Sáhara Occidental
Organizaciones saharauis ya alertaron hace unos días de que
“iba a pasar algo” porque Rabat estaba trasladando migrantes en autobuses desde
las costas del Sáhara al norte del país
Fernando Varela
La presencia en España de Brahim Ghali, el líder del Frente
Polisario, para ser atendido de complicaciones respiratorias provocadas por una
infección por covid-19 ha sido la excusa de Marruecos para provocar la llegada
masiva de migrantes a Ceuta, pero no la motivación de fondo. Esa es, al menos,
la opinión de todos los expertos en el Magreb consultados por infoLibre, que
sitúan la actitud de Rabat en un contexto mucho más ambicioso que pasa por
presionar a España y a la Unión Europea para tratar de que sigan la senda
marcada por Estados Unidos durante los últimos meses de mandato de Donald Trump
y reconozcan el Sáhara Occidental como territorio marroquí.
Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales en
la Universidad Complutense y experto en geopolítica del Magreb y política
exterior española, sostiene que la actitud de Marruecos tiene que ver con
varios elementos. En primer lugar, con la inminente sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de la Unión Europea que, a petición del Frente Polisario,
con toda probabilidad anulará los acuerdos de asociación y pesca suscritos en
2019 entre la Comisión Europea y Marruecos.
Un fallo que, de confirmarse, no sólo pondrá en cuestión la
legitimidad de Rabat a la hora de negociar con Bruselas sobre los productos
saharauis sino que supondrá un ataque directo a la estrategia del Gobierno
marroquí que, de momento sin éxito, intenta que el reconocimiento de la
marroquinidad del Sáhara Occidental por parte de EEUU sea secundado por la
Unión Europea. Y Marruecos quiere anticiparse a la sentencia para tratar de
conseguir que el Consejo Europeo encuentre la manera de no aplicar en la
práctica la sentencia de la justicia de la UE, algo que a todas luces se le
viene encima.
En su estrategia en Europa, señala Barreñada, Marruecos
“tiene ganada a Francia”, su aliado más fiel en el viejo continente, pero no a
España, que desde hace años trata de mantener una política de “neutralidad
activa”, y mucho menos a Alemania, con quien mantiene un fuerte contencioso. El
Gobierno de Angela Merkel no se ha prestado a atender las demandas de Rabat y
el desencuentro ha acabado afectando gravemente sus relaciones, hasta el punto
de que ambos países retiraron en marzo a sus respectivos embajadores. Rabat se
queja de que Alemania se resiste a considerar el Sáhara un territorio marroquí.
De todos los países de la Unión, España el más vulnerable a
la presión. Y Marruecos es lo que está haciendo estos días, atacar al socio de
la UE al que más puede dañar. De ahí que la estrategia española para hacer
frente a Rabat está apoyándose en las instituciones europeas, que son en última
instancia las que Marruecos quiere obligar a cambiar de posición sobre el
Sáhara.
El segundo elemento que hay que tener en cuenta para
entender lo que está pasando, explica Barreñada, tiene que ver con la
reanudación de las hostilidades en el Sáhara. Entre octubre y noviembre
Marruecos aprovechó para permitir a 20.000 migrantes intentar alcanzar Canarias
desde la costa saharaui, desencadenando una llegada masiva a las islas que
desbordó la capacidad de acogida del archipiélago.
Con esta estrategia, Rabat buscaba forzar a España a
reconocer implícitamente que el Sáhara es marroquí, porque un acuerdo de 1992
estableció que Marruecos sólo aceptaría devoluciones a su propio territorio. Y
lo consiguió, recuerda el profesor de la Complutense, porque el Gobierno
español aceptó devolver al Sáhara a los migrantes llegados a Canarias, obligado
en parte por la urgencia de resolver la crisis humanitaria que vivían las
islas.
Barreñada tiene pocas dudas acerca de la utilización de los
migrantes como arma política. El último ejemplo, muy revelador, es lo que está
pasando en Ceuta. Organizaciones saharauis ya alertaron hace unos días,
recuerda, que “iba a pasar algo”, porque Marruecos estaba trasladando migrantes
en autobuses de las cosas del Sáhara al norte del país. “Y hoy nos encontramos
con esto”.
Estas circunstancias son las que llevan al profesor de la
Complutense a concluir que el permiso otorgado al líder del frente Polisario
para ser hospitalizado en España es “sólo una excusa” para el desencuentro. Una
trampa en la que “España ha caído de bruces” y ante la que ha reaccionado
erróneamente. Tratar de justificarse alegando razones humanitarias, como ha
hecho la ministra de Exteriores es, según Barreñada, una forma de “rendición”
ante Marruecos. “No hay que dar explicaciones por un acto soberano”, sentencia.
En vez de eso, el Gobierno “ha agachado la cabeza”. De manera que es Marruecos
quien conserva “la iniciativa del relato”.
Irene Fernández-Molina, profesora de Relaciones
Internacionales de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y experta también en
el norte de África, tampoco tiene dudas acerca del vínculo que la situación en
Ceuta tiene con el Sáhara. Y sugiere distinguir entre el “detonante a corto
plazo”, que parece ser la hospitalización de Ghali, y todo lo que tiene que ver
con la situación que desencadenó Trump al reconocer que el Sáhara es territorio
marroquí, contraviniendo todas las resoluciones de Naciones Unidas.
La “frustración” de Rabat
Se trata de una “estrategia de presión” provocada por la
“frustración” de que ningún actor internacional importante haya seguido la
senda de Estados Unidos y haya reconocido el Sáhara como parte integral de
Marruecos. Ni siquiera Francia, que es su aliado más importante en Europa,
subraya Fernández-Molina.
De ahí que Rabat haya recurrido a quien más puede presionar,
que no es otro que España, utilizando a Ghali como pretexto. Porque en los
últimos cinco años la cuestión de la soberanía sobre el Sáhara, explica la
profesor de Exeter, se ha impuesto al deseo de tener una relación política y
económica lo más estrecha posible con Estados Unidos y la Unión Europea. En
estos momento, “si hay que elegir entre las dos almas de la política exterior
marroquí, la proeuropea o la territorial”, Rabat elige la segunda, subraya.
Bernabé López García, profesor honorario de Historia del
Mundo Árabe Contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid, está de acuerdo
con que lo que está pasando en Ceuta no es otra cosa que “una manera de
chantajear a España para que se apunte a la decisión de Trump” y reconozca el
Sáhara como territorio marroquí. La acogida a Ghali, admite, le ha brindado
“una oportunidad en bandeja” para que parezca “que tiene razón en sus
presiones”, aunque según López García las acusaciones contra el líder de
Polisario son bastante discutibles. Es “una técnica de Marruecos para
desprestigiar a sus disidentes”, explica.
¿Cómo se sale de esta situación? Fernández-Molina apunta a que
“a corto plazo España tendrá que conseguir apoyo político y financiero” sobre
todo por parte de la Unión Europea. Pero “a largo plazo no tiene solución”, al
menos “mientras tengamos fronteras y pretendamos externalizar el control
fronterizo a estados vecinos”, una estrategia que además “tiene un impacto
negativo en materia de derechos humanos”.
Cada una de las crisis que se ha producido en el pasado
entre España y Marruecos se ha “desactivado de forma diferente”, recuerda
Barreñada. La de Peregil la resolvió Estados Unidos llamando al orden a las dos
partes. “Y España se dio por satisfecha” en una época en la que el entonces
presidente, José María Aznar, tenía excelentes relaciones con Washington.
Al final los conflictos, subraya, acaban desactivándose
“porque España no profundiza en la confrontación”. Y acaba “haciendo
concesiones” pese a ser, sobre el papel, la parte con más recursos e
influencia.
El arabista López García se moja más. Y recomienda al
Gobierno español hacer lo contrario que la ministra Ana Palacio durante el
conflicto de Peregil. “Menos Marlaska en Ceuta” y más negociación. “Que [la
ministra Laya] coja un avión y se plante en Rabat.” Para “obligarles a negociar
de tú a tú”.
El conflicto, recuerdan todos los expertos consultados,
viene de lejos. Barreñada sitúa lo que está pasando en Ceuta en lo que han sido
las relaciones bilaterales entre los dos países “desde siempre”. Especialmente
durante el periodo democrático. A lo largo de los años se han ido alternando
“momentos de colaboración, incluso de euforia”, con “episodios de tensión”.
Se trata de “dos países que son buenos socios, a los que
interesa mantener relaciones estrechas, pero que también son vecinos mal
avenidos”. A Rabat y a Madrid les interesa la relación comercial: España es el
principal socio comercial de Marruecos y a Marruecos también le interesa el
“enganche económico” con España y con la Unión Europea. A lo que hay que sumar
el interés español en asuntos que exigen colaboración policial: narcotráfico,
delincuencia, terrorismo y “la cuestión migratoria”, en la que el Gobierno ha
acabado por “subcontratar el control” de la frontera. Este martes, como reveló
infoLibre, el Consejo de Ministros aprobó destinar 30 millones a financiar a la
policía marroquí.
https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/05/19/ceuta_paga_los_platos_rotos_del_enfado_rabat_con_europa_por_no_haber_secundado_trump_reconocer_anexion_del_sahara_120652_1012.html
Nota del blog .- Tampoco hay que olvidar que el pasado 13 de noviembre Marruecos rompió el alto el fuego
suscrito con el Frente Polisario en 1991. Desde entonces se libra una guerra en
el Sáhara Occidental ante la cual el Gobierno de España, la Comunidad
Internacional y la mayor parte de los medios han mirado para otro lado. A las
escaramuzas que están teniendo lugar en el frente hay que sumar el recrudecimiento
de la represión del pueblo saharaui en los Territorios Ocupados, en los que la
cara más visible es la activista Sultana Khaya, en arresto domiciliario,
violada por paramilitares marroquíes, al igual que su hermana; incluso su
madre, de 84 años, ha sufrido agresiones física.
Por otra parte si miramos las fotos como la de arriba , los migrantes son marroquíes no subsaharianos , por eso ya la mayoría han sido devueltos .Y es que a pesar de las cifras millonarias que llegan desde
Europa y, bilateralmente, desde España, indicadores como el Índice de
Desarrollo Humano (IDH) de la ONU evidencian la pésima calidad de vida de la
población marroquí en líneas generales. Lo mismo sucede si se toman otras
métricas como el PIB per cápita, que sitúa al país en el puesto 132 de 196.
Aquello de abordar la migración en origen hace aguas por todos lados. Incluida la propia monarquía alauita que se enfrentaría a nuevos problemas y utilizaría la salida migratoria como válvula de escape como hizo el franquismo en España en los años 60 . No olvidemos tampoco las recientes rebeliones en el Rif . Entre unas y otras Marruecos en olla a presión .
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