¿Al servicio de qué masas debemos estar?
Un relato etnográfico desde Nou Barris. Sobre militantes independentistas un poco clasistas y de cómo la cuestión social está siendo desplazada por la cuestión nacional |
El día 24 de octubre, a las siete de la tarde, se celebró la audiencia pública del distrito de Nou Barris. A la audiencia se presentaron, entre otros, 30-40 vecinos de Ciutat Meridiana, con sus camisetas verdes y unos globos colorados. Después de una breve exposición de los puntos del orden del día (cuestiones poco relevantes, relativas a temas forestales y a la patrimonialización de antiguos edificios rurales como Can Valent y la Granja del Rich), se dejó espacio para la petición de turnos de palabra desde el público. Fueron muchísimas las manos que se levantaron.
En efecto, el problema detectado en las últimas semanas en el barrio tiene que ver con una serie de notificaciones de desahucios, por parte de Mossos, a vecinos “okupas” que viven en pisos de propiedad de bancos que han sido cedidos al Ayuntamiento o comprados por el Patronato. A estos vecinos el Ayuntamiento les ha prometido la formalización de contratos de alquiler social. Sin embargo, el banco en cuestión, Sareb, se habría “olvidado” de parar el procedimiento penal; por lo tanto, la maquinaria jurídica ha seguido su camino y los Mossos se han presentado a las puertas de estas familias. Los contratos de alquiler social todavía no se han firmado, y los vecinos en cuestión se encuentran totalmente desamparados frente a la llegada de los Mossos, sin títulos que legitimen su presencia en el piso (justo hace un par de semanas conté el caso de Joy, que se llevó un disgusto tan grande que tuvimos que llamar a la ambulancia). En pocas palabras, personas a la espera de un alquiler social han visto llegar, en su lugar, a los Mossos.
Las intervenciones fueron numerosas. Entre problemas de urbanismo y problemas de mascotas en el espacio público, se habló también del trato inquisitorio y humillante de los funcionarios del Patronato y del maltrato institucional a las familias “okupas”, se pidieron soluciones para familias a punto de ser desahuciadas y se expusieron las contradicciones en los protocolos de los Servicios Sociales que terminan siendo pagadas por los propios usuarios, sobre su propia piel.
Después de una media hora de intervención, tomó la palabra L., que pidió leer, en cuanto miembro del ex “Comitè de Defensa del Referèndum”, ahora “Comitè de Defensa de la República”, un “Manifiest per la Independència”: “El dia 1er d’octubre, el poble català va expressar la seva voluntat de...” L. no pudo acabar ni siquiera la primera frase, porque rápidamente “el pueblo” se levantó en un coro de protestas. “Buuuuuu...”, “Aixó no toca avui!”, “Fuera!” fueron las voces –numerosas - que se levantaron desde el público. Rápidamente la situación degeneró en una casi-riña. “Llibertat d’expressió! Llibertat d’expressió!”, gritaban algunos exponentes del Comitè presentes entre el público, contra otros vecinos, también entre el público. La regidora tuvo que volver a llamar al orden dos veces. A la tercera, después de otras riñas, entre un “¡Viva el Rey!” y gente que salió de la sala muy ofendida – y otra gente detrás corriendo para convencerles de que no se marcharan– L. pudo terminar la lectura del manifiesto. Los aplausos fueron pocos, casi exclusivamente desde el fondo de la sala, y desde luego ninguna de las camisetas verdes aplaudió.
“Yo también soy comunista, pero no soy tonto”, declaró poco más tarde un vecino en su intervención, recordando que cuando él había sacado el tema de la corrupción de los Pujol, en una audiencia anterior, el moderador le había interrumpido diciendo que la audiencia era “para hablar de cosas del distrito”. “Me marché aquella noche muy avergonzado. Sin embargo, hoy se ha dejado espacio a la lectura del manifiesto de la CUP –que tampoco me parece que tiene que ver con ‘cosas del distrito’.”
Las intervenciones siguieron con orden. Muchas madres “okupas” expusieron sus angustias. Jordi Martínez (Col·lectiu Sentit Comú) observaba hace pocos días que son las clases trabajadoras las que más sufren –muchas veces, añadía, “indeciblemente”-. Yo creo que hay pocas palabras mejores que “indecible” para referirse a las historias que cuentan estas madres. Historias que ni siquiera ellas conseguían terminar de explicar, que ni siquiera ellas conseguían verbalizar, con la voz rota por las lágrimas, a pesar de su inmenso esfuerzo de dignidad.
Otro petición desde el público, también por parte de un miembro de la CUP, fue el retiro de la bandera española de la sala del Ayuntamiento de Nou Barris. El argumento era la violencia de la guardia civil hacia los vecinos en los colegios, el 1O. “Se me remueven las entrañas cuando veo esa bandera.” Un argumento legítimo, quizás poco apropiado en un contexto en el que una serie de otros vecinos (¿ellos no son parte del “poble catalá”?) estaban expresando la violencia sufrida por parte de los Mossos –una violencia más psicológica que física, pero no por eso más fácil de soportar. “¡Esa es mi bandera!” exclamó entonces una señora desde el público. Las denuncias de los vecinos de Ciutat Meridiana no parecían sin embargo suscitar gran interés por parte de los militantes independentistas, más ocupados en hablar entre ellos en el fondo de la sala.
La regidora intentó calmar varias veces la situación y apeló a evitar una “guerra de banderas”. “Cada uno puede decir lo que siente”, recordó, “cómo ha vivido el 1 de Octubre, o cómo vive el día a día sin compartir lo que ha pasado el 1 de Octubre.” “La razón de las notificaciones por parte de los Mossos es que los trámites en los juzgados van lentos y Sareb no colabora,” añadió. “Desde Patronato y Habitatge se han comprometido a dar un papel donde consta que vivís ahí, hasta que no firméis definitivamente el contrato. Es que todos los circuitos, el de los juzgados, el de los bancos, el de Habitatge… van cada uno a su rollo y costa molta feina de coordinació. Ya sabréis que la expulsión afecta a muchos vecinos de todos los barrios, también gente que alquila un piso en el centro y ha visto duplicarse el alquiler de un día al otro. Nosotros si tuviéramos una vivienda para todos, os aseguro que la tendríais. Pero no la tenemos. Entonces tenemos que trabajar siempre en condiciones de urgencia. Desde el Ayuntamiento estamos haciendo muchas cosas, ya sé que no son suficientes, pero necesitamos la ayuda también del resto de la administración pública. Y yo, la sensación que tengo en estas semanas, es que no puedo hablar con nadie. Ni desde la Generalitat, ni desde el Estado. Están todos ocupados en algo 'más importante'".
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