Rajoy insinúa que bastaría con que Puigdemont dijese que no
hubo proclamación
Ultimátum a la Generalitat con difusa oferta de cambio constitucional. Este es el resumen de la situación, el día después de la elaborada perifrasis de Carles Puigdemont en el Parlament de Catalunya: independencia suspendida seis segundos después de haber sido enunciada.
El PSOE apoya la activación –a cámara lenta– del artículo 155 de
la Constitución en Catalunya, a cambio de la puesta en marcha del
proceso de reforma de la Constitución. El Gobierno, con pleno apoyo
socialista, quiere que el presidente de la Generalitat deje claro, en un
plazo de cinco días, que no ha proclamado la independencia de
Catalunya. Al mismo tiempo, el bloque político fiel a los pactos de 1978
se compromete a impulsar, en un plazo de seis meses, las bases de una
reforma constitucional que naufragaría sin apoyo catalán.
Destilado final: aparcar la independencia, a cambio de unas
reformas que sólo podrían tener éxito con el consenso de más de la
mitad de la población catalana. Una reforma constitucional
mayoritariamente rechazada en Catalunya sería un rotundo fracaso
político. Ultimátum a cambio de un cierto horizonte de cambios. Esta es
la clave. Nada está definitivamente resuelto, los ánimos siguen
caldeados en toda España, mucha gente se halla angustiada y deprimida,
la cuestión de Catalunya es portada recurrente en todos los informativos
del mundo, la situación mantiene un potencial conflictivo
extraordinario, pero se empieza a perfilar un cierto horizonte. Bajo
esas coordenadas se celebra hoy la fiesta del 12 de Octubre.
Sánchez consigue evitar otra crisis PSOE-PSC con la oferta constitucional
La ironía en España es una mata rebelde. Lo resiste
todo y crece en las más difíciles circunstancias. Después de unos días
de gran angustia colectiva, ya está rebrotando. “Independencia a la
catalana; 155 a la gallega”. Este era ayer uno de los comentarios que
podían oírse en Madrid, tras conocerse la primera respuesta del Gobierno
a la suspensión de la independencia de Catalunya seis segundos después
de haber sido enunciada –que no declarada– por Puigdemont.
El presidente de la Generalitat tiene ahora un plazo de
cinco días para aclarar el sentido de sus palabras en el Parlament. En
caso de que afirmase haber proclamado la independencia, dispondría de
otros cinco días para corregir y regresar al orden constitucional.
Transcurrido ese tiempo, el Gobierno podría solicitar la convocatoria
del pleno del Senado para que autorizase, por mayoría absoluta, la plena
activación del famoso artículo 155, que es una traslación casi literal
del artículo 37 de la constitución federal alemana de 1949, también
conocida como la ley fundamental de Bonn. A partir de ahí, tierra
incógnita, puesto que ese mecanismo constitucional nunca se ha aplicado
en España. El Gobierno central podría intervenir todas las competencias
de la Generalitat que estimase necesarias para asegurar el cumplimiento
de la Constitución en Catalunya. Dos ejemplos: podría nombrar un nuevo
mando de los Mossos d’Esquadra, o disponer de la competencia para la
disolución del Parlament y la convocatoria de elecciones autonómicas.
Artículo 155 a paso lento. Tras recibir el requerimiento
del Consejo de Ministros, Carles Puigdemont respondió lo siguiente a
través de las redes sociales: “Les pides diálogo y responden poniendo el
155 encima de la mesa. Entendidos”. Como decíamos antes, la situación
dista de hallarse resuelta y mantiene en su interior un alto potencial
explosivo. No hay que ser muy intuitivo para adivinar que las fuerzas
soberanistas catalanas se hallan en una situación muy compleja. La CUP
amenaza con abandonar la mayoría parlamentaria, lo cual obligaría a
convocar elecciones en un corto plazo de tiempo. El grupo dirigente del
PDECat se debate entre el regreso sin complejos a una política pactista,
el reclamo de la desobediencia y la convocatoria electoral (en manos de
Puigdemont). ERC observa de reojo al PDECat, saboreando unas encuestas
que en estos momentos le son muy favorables. Oriol Junqueras mantiene un
perfil bajo. Quien más arriesga en estos momentos, en todos los
sentidos y en todas las direcciones, es el presidente Puigdemont. El
bloque social soberanista se halla en estos momentos en una situación de
fuerte estrés.
“Albert Rivera es el operador político de Aznar en esta crisis”, afirma Pablo Iglesias
En su comparecencia ante el Congreso, Rajoy no
quiso efectuar ayer ninguna concesión al presidente de la Generalitat.
Se negó rotundamente a cualquier tipo de mediación internacional y
señaló que todo diálogo debe circunscribirse al ámbito constitucional.
Rajoy tomó la palabra pensado en los miles de personas que hoy acudirán
con banderas españolas a contemplar el desfile militar en el paseo de la
Castellana de Madrid, desfile en el que por primera vez en muchos años
participará la Policía Nacional. Los aplausos a la policia y a la
Guardia Civil serán atronadores. Rajoy también habló pensando en los
demás gobernantes europeos, a los que les vino a decir: este es un
asunto nuestro.
El jefe del Ejecutivo no hizo ninguna concesión a
Puigdemont, pero tampoco se mostró amenazante. En un momento dado
sugirió que bastaría con que reconociese que el martes pasado en el
Parlament de Catalunya no hubo en realidad ninguna proclamación de
independencia, puesto que el pleno no se pronunció al respecto. Aitor
Esteban, portavoz del PNV había subrayado este punto. Rajoy dijo lo
siguiente: “Ni siquiera hace falta que rectifique [Puigdemont] basta con
que repita lo que ha dicho el señor Esteban”. Nos acercamos por tanto a
un momento de alto interés semántico.
Rajoy también recibe en estos momentos mucha presión. En
estos momentos, el presidente del Gobierno tiene a su derecha a Albert
Rivera y a casi toda la prensa de Madrid, que cada mañana le pide más
mano dura. Espoleado por los sondeos, Rivera sueña con una pronta
convocatoria electoral en Catalunya. El líder de Ciudadanos quisiera que
el Estado convocase esas elecciones tras la aplicación del 155.
“Desconfíe del señor Rivera, señor Rajoy; el señor Rivera
es el principal operador político de José María Aznar en la actual
crisis política”. Esa fue la estocada que le dedicó Pablo Iglesias.
Carles Campuzano calificó a Rivera de “falangista” y la presidenta de la
Cámara estableció que esa expresión no figure en el diario de sesiones.
Rajoy mantiene el pulso. Pedro Sánchez evita una nueva
ruptura PSOE-PSC con la oferta de reforma constitucional. Podemos y PSOE
se vuelven a distanciar. El PNV, altamente preocupado, se mantiene
lejos de Rajoy. Los soberanistas catalanes, muy estresados, se vigilan
mutuamente, porque las elecciones están ahora más cerca que la
independencia.
Nada aún está resuelto.
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Nota del blog .- Decir ahora el bipartidismo que van a reformar la Constitución sin decir que van reformar ni haber firmado un programa es puramente un lavado de cara en una palangana cuando lo que necesitan es una bañera o una ducha ,dudo mucho que los independentistas al mismo tiempo que les den palos participen ¿ y cómo van a hacer una reforma territorial sin Cataluña ? Si al mismo tiempo Cataluña , aplicado el 155 será algo así como una provincia intervenida además más de seis meses… Eso de la reforma de la Constitución , dentro de la Constitución ,es un brindis al sol para salir el PSOE y todos del apuro .. Supongo que Puigdemont les enviara el discurso que dio el otro día , eso si traducido al castellano , error seria si dijera otra cosa o sino convocar elecciones en Cataluña..ya que la CUP , les quitara el apoyo y tirar para delante parando el articulo 155 y si lo aplican es un palo en falso .
" Si el líder popular sigue pensando que la desafección creciente de más de dos millones de catalanes se resolverá con el Código Penal y la fuerza. Está listo .El llamado problema catalán como una cuestión de orden público no es precisamente una mirada de Estado, es la mirada de unos gestores que renuncian a hacer política porque delegan en fiscales, jueces y policías la contención de un fenómeno de una dimensión excepcional".
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