jueves, 4 de enero de 2024

La mentira del Holodomor

  

La mentira del Holodomor

noviembre 17, 2023

noviembre 17, 2023

El termino Holodomor («hambre de masas» en ucraniano y ruso, [o «hambre hasta la muerte», según Wheatcroft]) define la gran escasez que atormentó Ucrania y otros territorios de la Unión Soviética entre 1932 y 1933. Semejante crisis fue consecuencia de errores de cálculo manifiestos acerca de los resultados que podía acarrear la colectivización, cuyos efectos se vieron ampliados por una operación de puesta en práctica a marchas forzadas y guiada por la ilusión de que sería posible manipular de la noche a la mañana a decenas y decenas de millones de familias sin provocar alteración alguna en el sistema de producción (…), así como por la falta de conciencia de que la forzosa dislocación económica y geográfica privaría a dichas poblaciones —precarias por obra de la pobreza— de los mecanismos de defensa y protección ante situaciones de tensión y dificultades que (…) se habían frenado y destruido inopinadamente.

Este párrafo de Livi Bacci se publicó en este  blog el 12 de marzo de 2022 AQUÍ. Es posible que haya lectores que juzguen poco afortunado el título de la entrevista que publicamos, pero el lector inteligente comprobará que en ningún momento se cuestiona el Holomodor sino la mentira, ahora ampliamente promovida, de que la hambruna constituyó un genocidio deliberado y étnicamente selectivo de ucranianos, kazajos u otros pueblos de la URSS. Por último, es una norma respetar el título del artículo que se publica, aunque pueda inducir a errores de apreciación.

Una entrevista con el historiador Stephen Wheatcroft, uno de los mayores expertos sobre la hambruna de los años 30 en la Unión Soviética.

El World Socialist Web Site habló recientemente con Stephen Wheatcroft, profesor de historia rusa y soviética en la Universidad de Melbourne, Australia. Wheatcroft es uno de los mayores expertos mundiales en la hambruna soviética y en la historia económica soviética en general. Ha llevado a cabo una extensa investigación de archivos en la antigua Unión Soviética y, junto con el difunto Robert W. Davies, es coautor de un informe en siete volúmenes sobre la industrialización soviética. Wheatcroft también coeditó varios volúmenes documentales sobre la agricultura soviética, 1927-1939, y es autor de múltiples artículos sobre la hambruna, la industrialización y otros aspectos de la historia soviética. También ha escrito sobre el papel de las estadísticas en el pensamiento y la escritura económica de Vladimir Lenin y el devastador impacto del estalinismo en las estadísticas soviéticas.

Basándose en las estadísticas y los informes que estuvieron disponibles tras la disolución de la Unión Soviética, Wheatcroft y Davies ofrecieron un relato exhaustivo de la colectivización forzosa y la hambruna en la Unión Soviética en 1932-1933 en su volumen de 2004 The Years of Hunger (Los años del hambre). Su relato, sin parangón hasta la fecha, es una refutación irrefutable de la mentira, ahora ampliamente promovida, de que la hambruna constituyó un genocidio étnicamente selectivo de ucranianos o kazajos u otros pueblos específicos de la URSS.

 
Clara Weiss: La hambruna soviética y su impacto en Ucrania es uno de los temas más complicados y políticamente cargados de la historia soviética. ¿Podría describir cómo se ha desarrollado la investigación sobre la hambruna soviética en las últimas décadas? ¿Cómo resumiría las principales conclusiones de su propia investigación?

Stephen Wheatcroft: La cuestión de la responsabilidad por la hambruna en Ucrania es muy importante, especialmente en estos momentos difíciles en los que se están haciendo afirmaciones muy incendiarias. Durante la primera Guerra Fría, me pareció importante tratar de mantener un sentido de realismo al analizar el Gulag. La realidad del Gulag era abominable en sí misma. Exagerar su tamaño más de cuatro o cinco veces, como hicieron quienes afirmaban que había entre 8 y 12 millones de personas en el Gulag en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, disminuía el impacto del Gulag al hacerlo menos real. La escala exagerada encajaba con la idea de que la represión era la totalidad de lo que era la Unión Soviética. Espero haber contribuido a socavar la visión totalitaria de la política soviética y a establecer una comprensión más realista de la escala y la naturaleza de la represión y la política en la Unión Soviética.

En la década de 1970, cuando era estudiante, pude pasar dos años estudiando en Moscú con un intercambio del British Council en el Instituto de Economía Nacional de Moscú: El Instituto Plejánov, y tuvo un profundo efecto en mi visión y comprensión de la sociedad soviética. Conocí y comprendí a muchos de los principales historiadores soviéticos, especialmente a Viktor Danilov. Estos intercambios ya no son posibles, y las posibilidades de que mejoremos nuestra comprensión de las diferentes culturas se hace más difícil.

La apertura de los archivos soviéticos en la década de 1990 supuso un gran avance en nuestra comprensión de la historia soviética. Hubo un breve periodo en el que Robert Conquest y otros guerreros de la Guerra Fría y entusiastas del totalitarismo afirmaron que los materiales que surgían de los archivos sobre la magnitud de la represión que cuestionaban sus puntos de vista eran todos falsos, pero finalmente se vieron obligados a aceptar que los datos que surgían de los archivos eran reales, aunque aún así se las arreglaron para evitar admitir que sus estimaciones anteriores sobre la magnitud de la represión eran erróneas.

Cuando trabajábamos en nuestro libro sobre la hambruna soviética y los problemas alimentarios de 1931-33, R.W. Davies y yo pudimos utilizar los archivos estatales y del partido (hasta el nivel del Comité Central del partido). Y aunque no pudimos acceder directamente a los archivos del Politburó y de la Seguridad del Estado, nuestro trabajo con Viktor Danilov y su grupo también nos dio cierto acceso a estos materiales. Pensamos que nuestro libro [Wheatcroft/Davies, The Years of Hunger, 2004] había resuelto muchas de las disputas anteriores sobre la naturaleza y la causalidad de la hambruna. Concluimos nuestro volumen distinguiendo nuestros puntos de vista de los de Robert Conquest. Conquest, escribíamos, había afirmado «que Stalin ‘quería una hambruna’, que ‘los soviéticos no querían que la hambruna se afrontara con éxito’ y que la hambruna ucraniana fue ‘deliberadamente infligida por su propio bien’. Esto le lleva a una conclusión radical: «La principal lección parece ser que la ideología comunista proporcionó la motivación para una masacre sin precedentes de hombres, mujeres y niños»». [Los años del hambre, p. 441.]

Concluimos: «No eximimos a Stalin de responsabilidad por la hambruna. Su política hacia los campesinos fue despiadada y brutal. Pero la historia que ha surgido en este libro es la de un liderazgo soviético que luchaba contra una crisis de hambruna que había sido causada en parte por sus políticas equivocadas, pero que era inesperada e indeseable. El trasfondo de la hambruna no es simplemente que las políticas agrícolas soviéticas se derivaran de la ideología bolchevique, aunque la ideología desempeñó su papel. También estaban determinadas por el pasado prerrevolucionario ruso, las experiencias de la guerra civil, la situación internacional, las circunstancias intransigentes de la geografía y el clima, y el modus operandi del sistema soviético tal como se estableció bajo Stalin. Fueron formuladas por hombres con escasa educación formal y conocimientos limitados de agricultura. Sobre todo, eran consecuencia de la decisión de industrializar el país campesino a una velocidad vertiginosa.» [Los años del hambre, p. 441]

Una de las razones por las que nos sentíamos tan seguros de que la situación había cambiado y de que las opiniones de quienes, como Conquest, habían sostenido anteriormente que la hambruna había sido causada por Stalin a propósito, ya no eran defendibles, era que habíamos tenido la rara experiencia de oír de boca de nuestro principal oponente que había cambiado de opinión. Conquest había recibido un ejemplar previo a la publicación de nuestro libro para que lo revisara y, para nuestra sorpresa, nos escribió diciendo que nos daría una buena crítica, siempre que corrigiéramos una cosa en nuestras conclusiones. Nos pidió que declaráramos públicamente que no es su opinión «que Stalin provocara a propósito la hambruna de 1933″. No. Lo que yo [Conquest] sostengo es que, ante la inminencia de la hambruna resultante, podría haberla evitado, pero antepuso el ‘interés soviético’ a alimentar a los hambrientos, instigándola conscientemente». Estuvimos encantados de cumplir con los deseos de Conquest y añadimos su declaración anterior a nuestra nota 145, y recibimos debidamente el comentario de Conquest: Una contribución verdaderamente notable a la investigación en este importante campo». Robert Conquest, Institución Hoover».

Llegados a este punto, realmente pensábamos que estábamos saliendo de las distorsiones históricas de la Guerra Fría. Si el propio Conquest negaba ahora que la hambruna fuera causada a propósito, ¿cómo podía alguien continuar con ese argumento?

Poco sabíamos. En Ucrania, James Mace, mi viejo amigo Stanislav Kul’chitskii y la Comisión Parlamentaria Ucraniana seguirían afirmando que la hambruna no sólo fue causada a propósito, sino que fue un genocidio. Más tarde se les unirían Timothy Snyder (2011) y Anne Applebaum (2017). Sorprendentemente, todos ellos citaron a Conquest como una de las principales autoridades para justificar esta afirmación. He intentado oponerme a las falsas referencias a Conquest y al oleaje de popularidad que han tenido estas afirmaciones, pero han continuado y ahora la guerra de Ucrania se ha sumado a la presión pública para aceptar la visión incorrecta y simplificada de que Rusia siempre ha albergado opiniones genocidas contra los ucranianos. La tesis del genocidio recibió sin duda un impulso con el aumento de las actitudes antirrusas, y ahora la guerra ha sobrealimentado el impulso.

Imágenes de canibalismo utilizadas en un reportaje sobre el Holomodor (foto: XL Semanal)

CW: ¿Puede hablarnos de los orígenes históricos de la afirmación de que la hambruna que se produjo en la Unión Soviética en 1932-1933 fue un genocidio étnico y explicar cómo las estadísticas disponibles después de 1991 ayudaron a refutar de forma concluyente tales afirmaciones?

SW: «Genocidio» tiene todo tipo de problemas de definición. Es mucho más fácil hablar de asesinatos intencionados de grandes grupos de personas, seleccionados por razones étnicas o de otro tipo.

Recordemos que partimos de una posición en la que los soviéticos negaban totalmente que hubiera una hambruna. En ese momento, la cuestión era si había hambruna o no. Pronto se convirtió en una cuestión de si la hambruna había sido «provocada por el hombre», pero cuando se hablaba de hambruna «provocada por el hombre» en aquella época, se quería decir si era consecuencia de la política o si era una «hambruna natural» como resultado del clima. Dentro de los círculos nacionalistas ucranianos, y antes bajo los nazis, probablemente se habían hecho afirmaciones de todo tipo, pero dentro de los círculos académicos la idea de una matanza intencionada no se consideraba seriamente.

Una vez que se dispuso de las estadísticas [en la década de 1980], y quedó claro que había una hambruna, nadie negó realmente que existiera una hambruna y que fuera en gran medida el resultado de la política. Fue entonces cuando comenzaron los debates sobre el «asesinato intencionado». En Estados Unidos, James Mace fue el primer promulgador. Yo desempeñé en su momento algún papel criticándole. El otro que recuerdo con bastante claridad es el historiador ucraniano Stanislav Kul’chitsky, a quien conozco desde hace años. Kul’chitsky fue el primer historiador ucraniano que conozco que quería hablar claramente del genocidio, pero al mismo tiempo se oponía a las cifras de Robert Conquest sobre la magnitud de las muertes. Estábamos planeando escribir un artículo junto con Sergei Maksudov [Universidad de Harvard] sobre esto, hasta que me retiré cuando me di cuenta de que estaba decidido a utilizar la palabra «genocidio» para describir la hambruna.

Historiadores como Andrea Graziosi, que también utiliza la palabra «genocidio», hacen hincapié en la importancia de las medidas punitivas como el «blindaje» de los grupos que no cumplieron sus planes de aprovisionamiento central de grano. Pero como he señalado, una vez que se dispuso de datos a nivel de rayon [región], y pudimos trazar con bastante precisión dónde se estaba produciendo la hambruna, quedó claro que la hambruna no se localizaba en las principales regiones de aprovisionamiento de grano. En la Ucrania soviética, estaba en el oblast de Kiev, que no es una zona importante de aprovisionamiento de grano y no tenía muchas «pizarras negras».

Requisa de alimentos en una aldea de la región de Jarkov en 1932 (foto: Getty Images)

Por eso he ofrecido la siguiente hipótesis: algo que sí se ajusta a los hechos, tanto a la cronología como a la geografía que muestran por qué la hambruna fue especialmente grave en la oblast de Kiev. Esto se debió a que el incumplimiento por parte de los ucranianos del plan de recogida de grano tuvo como consecuencia la reducción de las asignaciones de grano a la gran ciudad ucraniana de Kiev.

La ciudad de Kiev no tenía gran parte de su población urbana con raciones centrales. Sólo dos fábricas tenían raciones de categoría uno. La mayor parte de la población de esta enorme ciudad no recibía suministros centrales de grano. Por consiguiente, los organismos locales que trabajaban dentro de los confines de la provincia de Kiev, utilizando recolecciones descentralizadas tras el fin de las recolecciones centralizadas de grano, fueron los encargados de proporcionar el grano para alimentar a la población de la ciudad de Kiev. Por eso, en la provincia de Kiev se llevaron a cabo adquisiciones tan severas. Por lo que veo, no eran recolecciones centralizadas que se recogían para enviarlas a Moscú. Eran agentes locales recogiendo grano para alimentar a la ciudad de Kiev. Por supuesto, la ciudad de Kiev necesitaba alimentarse porque no había grano del resto del país.

Esto no disminuye la gravedad de la situación, pero hace mucho más difícil argumentar que se hizo a propósito. Estamos hablando de procesos complejos que tienen consecuencias que la gente no necesariamente comprende. Pero, tanto los organismos centrales como los locales, estaban decididos a seguir adelante fueran cuales fueran las consecuencias. Hubo una despiadada falta de consideración. Sigo considerándolo criminal, pero no es un asesinato intencionado ni un genocidio. Los historiadores sólo pueden seguir llamándolo genocidio negándose a desentrañar qué se entiende por genocidio e ignorando la cronología y la geografía de los lugares donde se produjo la hambruna más intensa.

Hay cierta confusión sobre el uso del término «Holodomor». Holodomor significa literalmente «Hambre hasta la muerte». En principio, no me opongo a la palabra. El lenguaje se desarrolla con el tiempo cuando hay necesidad de mayor precisión. Las lenguas eslavas son bastante extrañas al tener un espectro relativamente estrecho de palabras que indican diferentes grados de hambre, en comparación con el inglés o el alemán. Si sólo se utiliza como término para referirse al hambre, no hay nada especialmente malo en ello. Pero extenderlo a un fenómeno completamente diferente con este gran significado nacional y espiritual es otra cuestión. Por extraño que parezca, suena parecido al Holocausto.

CW: No es extraño, era la intención. La razón por la que los nacionalistas ucranianos impulsaron el término «Holodomor» en los años ochenta fue el auge de la investigación sobre el Holocausto y las revelaciones de los años ochenta sobre el papel de los nacionalistas ucranianos en el genocidio de los judíos. Intentaban equiparar la hambruna con el genocidio de los judíos europeos.

SW: Sí, eso está perfectamente claro. Por eso también, algunos nacionalistas ucranianos y James Mace, insistían en que el número de víctimas de la hambruna en Ucrania era de 7 millones, más que los 6 millones, que murieron en el Holocausto. Estos son algunos de los orígenes.

El fotógrafo Nikolai (Mykola) Fedorovich Bokan (1881–1942) de Baturyn, en el oblast de Chernihiv, en Ucrania, registró en sus retratos familiares de 1932 los efectos del hambre sobre su familia. Uno de sus hijos, Konstantin, murió de hambre  (foto: Vital Collections)

CW: Timothy Snyder y Anne Applebaum adoptan efectivamente en sus obras la narrativa nacionalista ucraniana de un genocidio étnicamente selectivo. Ahora estas «narrativas», aunque refutadas por su propio trabajo y el de otros historiadores, se enseñan en las escuelas. El gobierno alemán incluso ha prohibido negar que la hambruna fuera un «genocidio». La extrema derecha ucraniana ataca y denuncia sistemáticamente a quienes insisten en la verdad histórica sobre la hambruna. ¿Cuáles son, en su opinión, las implicaciones de esta evolución para la erudición histórica y el conocimiento histórico?

SW: No es algo nuevo. Creo que estamos ante una segunda Guerra Fría. El equivalente a Snyder y Applebaum en generaciones anteriores era una figura como Robert Conquest. Pero durante la primera Guerra Fría, Conquest siempre estuvo más al margen del mundo académico, aparte de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford. Pero había muchos académicos incluso en la Universidad de Stanford que argumentaban en contra de la Institución Hoover, oponiéndose a que una organización tan descaradamente política y sin orientación científica tuviera un cargo dentro de la universidad.

Que hay ideólogos de la Guerra Fría que escriben historias que son extraordinariamente populares no es nuevo. Lo que es nuevo es el colapso de la disciplina académica de la historia ante ello. La posición de la Institución Hoover dentro del mundo académico -incluso dentro de Stanford- es un símbolo de lo que está ocurriendo ahora en toda la disciplina. Recuerdo la sorpresa durante la perestroika cuando Gorbachov, durante su primera visita a Estados Unidos, insistió en que debía ir a visitar no un instituto académico decente sino, de hecho, la Institución Hoover. Eso pareció darle una especie de impulso.

Después de haber vivido la primera Guerra Fría, cuando mantuve muchos debates académicos con Robert Conquest, en algunos aspectos la situación es muy diferente. Ha habido un cambio en la profesión histórica que ha hecho que la gente esté menos interesada en tratar de entender lo que realmente sucedió, porque eso es hablar en términos de objetividad anticuada y uno no hace eso.

La profesión está ahora más interesada en lo que «se sintió». Lo que «se sintió» al ser víctima, lo que «se sintió» al ser la abuela o la madre que perdió a sus hijos, o hermanos en la hambruna, etc. No quiero restar importancia a sus pérdidas y tragedias personales, pero creo que hemos perdido algo. Quizá soy un historiador económico anticuado que sigue pensando en términos de intentar ser objetivo. Me estoy dando cuenta de que me encuentro en una posición muy minoritaria dentro de gran parte de la disciplina.

CW: Lo que usted describe está muy ligado al dominio del posmodernismo: el concepto de que no existe una verdad objetiva. Por supuesto, uno no puede reflejar plenamente la verdad objetiva como historiador, pero puede acercarse a ella y debe tratar de estudiarla como historiador. En cambio, todo se reduce a opiniones, sentimientos, a cómo la gente ve el mundo, y no, como usted ha dicho, a lo que realmente ocurrió.

Esto va más allá del campo de la historia, de hecho, pero tiene quizás el impacto más dañino en la historia. Esto también legitima que personas como Snyder cambien simplemente de postura de un día para otro sin ofrecer siquiera algo que se aproxime a una explicación. Una vez le preguntaron a Timothy Snyder en Berlín por qué ya no mencionaba al líder fascista ucraniano Bandera en Bloodlands, a pesar de que antes había escrito un libro entero sobre los crímenes de la extrema derecha ucraniana. Respondió: «En la vida, uno escribe muchos libros». Esto puede decirlo un escritor de ficción, pero no un historiador. Si cambias tu valoración como historiador, lo que a veces puede ser necesario, tienes que aportar pruebas documentales y una justificación.

SW: Sí, en tiempos de Conquest, estaba claro que había sido empleado por el gobierno británico en un puesto que se ocupaba efectivamente de producir propaganda antisoviética. Lo que tenemos con Applebaum y Snyder es más un enfoque «periodístico» de tratar de encontrar cosas que respondan a diversos públicos. De hecho, sería difícil tratar a Applebaum como una verdadera historiadora. No era más que una periodista que en un momento dado decidió escribir para un público diferente. En cambio, con los primeros escritos de Snyder, se puede ver que era un historiador, aunque ha evolucionado hacia un enfoque más populista.

CW: Me gustaría volver a la cuestión de lo que eso significa para la profesión histórica y el clima intelectual. La extrema derecha ucraniana, como usted sabe, está ejerciendo una enorme presión en el mundo académico. Hay problemas de financiación, pero es más que eso. También habrá oído que, de forma paralela, los historiadores polacos del Holocausto son ahora atacados sistemáticamente por la extrema derecha.

SW: Sí, y el asunto de Stephen Cohen en Estados Unidos fue absolutamente monstruoso, la forma en que la profesión eslava estadounidense respondió a él sólo porque defendía lazos más amistosos con Rusia. Es quizás uno de los mayores ejemplos de cómo las cosas se han descarrilado por completo.

[Stephen Cohen era profesor de política en la Universidad de Nueva York y un conocido intelectual público. Biógrafo y admirador de Nikolai Bujarin, se opuso a la caza de brujas antirrusa en los medios de comunicación estadounidenses, exponiendo algunas de sus contradicciones y mentiras más flagrantes, y advirtió de una guerra contra Rusia].

CW: Al final de su vida era persona non grata.

SW: Es extraño. Sufrí bastante en los años setenta y ochenta debatiendo con Conquest; fue bastante fuerte en algunos momentos, pero ha empeorado mil veces desde entonces. Me gustaría mucho encontrar una forma de debatir sin que se nos fuera de las manos.

Memorial del Holomodor, obra de la escultora Larysa Kurylas, construido en 2015 en Washington (foto: NPS)

CW: ¿Cuál es, en su opinión, el camino a seguir para escribir la historia soviética y rusa?

SW: Es muy importante tratar la historia rusa como otras historias. Por desgracia, ahora están resurgiendo las teorías del totalitarismo y tenemos tópicos burdos de orientación étnica.

Sería bueno eliminar ese excepcionalismo ruso y soviético. La historia soviética y rusa debería integrarse más con la historia de Alemania, Suecia y otros países. Si vamos a tener una propagación de teorías genocidas que empiezan en Ucrania y se trasladan a Kazajstán y otros lugares, no vamos a conseguir objetivar y normalizar el estudio del país sobre una base científica.

La semana pasada estuve en Suecia y Finlandia, donde estuve hablando con historiadores locales sobre las malas cosechas de la década de 1860 en la zona del Báltico, intentando encajar en esa historia partes del Imperio Ruso que se vieron afectadas. Es importante tratarlos como países con problemas similares a los de los países vecinos en cuanto al impacto del clima, la política de medidas de socorro y las consiguientes consecuencias demográficas y epidemiológicas. Me gustaría extender este trabajo al siglo XX, comparando los problemas alimentarios rusos y soviéticos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial con los de otros países, y comparando los problemas alimentarios soviéticos y chinos en las primeras etapas de su industrialización forzosa, y ya he realizado algunos trabajos al respecto. [1]

CW: Muchas gracias. Le agradezco que se haya tomado la molestia de hacer esta entrevista. Creo que es importante que historiadores como usted hablen y contribuyan a un cambio en el clima cultural e intelectual que es tan urgentemente necesario.

SW: Me gustaría darle las gracias. Simpatizo mucho con sus puntos de vista y con la forma en que ha estado comprobando referencias que a menudo se han aplicado erróneamente. Tal vez me he vuelto un poco perezoso en mi vejez, pensando que luché mis batallas antes y que no hay necesidad de seguir luchándolas, pero tal vez uno debería seguir adelante.

Fuente: blog de Rafael Poch 29 de septiembre de 2023

(Publicado en WSWS. An interview with economic historian Stephen Wheatcroft on the Soviet famine and historical falsification)

Portada: Memorial y Museo Nacional del Holodomor-Genocidio en Kyiv (Ucrania)(foto: Eduard Kryzhanivskyi/war.ukraine.ua)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

https://conversacionsobrehistoria.info/2023/11/17/la-mentira-del-holomodor/


 y ver  https://conversacionsobrehistoria.info/2022/03/12/el-alimento-es-un-arma-politica-y-hambre-en-la-ucrania-sovietica-1921-1933/

domingo, 31 de diciembre de 2023

El suicidio de Israel.

La muerte de Israel

Christopher Lynn Hedges

22 diciembre, 2023.

LOS ESTADOS COLONIALES DE COLONOS TIENEN UNA VIDA ÚTIL TERMINAL. ISRAEL NO ES UNA EXCEPCIÓN.

Israel aparecerá triunfante cuando termine su campaña genocida en Gaza y Cisjordania. Respaldado por Estados Unidos, logrará su demencial objetivo. Sus desenfrenos asesinos y su violencia genocida exterminarán o limpiarán étnicamente a los palestinos. Su sueño de un Estado exclusivamente para judíos, con los palestinos que queden despojados de sus derechos básicos, se hará realidad. Se regodeará en su sangrienta victoria. Celebrará a sus criminales de guerra. Su genocidio será borrado de la conciencia pública y arrojado al enorme agujero negro de la amnesia histórica de Israel. Los que tengan conciencia en Israel serán silenciados y perseguidos.

Pero para cuando Israel logre diezmar Gaza –Israel habla de meses de guerra– habrá firmado su propia sentencia de muerte. Su fachada de civismo, su supuesto cacareado respeto por el Estado de derecho y la democracia, su mítica historia de valerosos militares israelíes y milagroso nacimiento de la nación judía, yacerán en montones de cenizas. El capital social de Israel se agotará. Se revelará como un régimen de apartheid feo, represivo y lleno de odio, que alienará a las generaciones más jóvenes de judíos estadounidenses. Su patrocinador, Estados Unidos, a medida que las nuevas generaciones lleguen al poder, se distanciará de Israel del mismo modo que se está distanciando de Ucrania. Su apoyo popular, ya erosionado en Estados Unidos, provendrá de los fascistas cristianizados estadounidenses que ven en la dominación israelí de antiguas tierras bíblicas un presagio de la Segunda Venida y en su subyugación de los árabes un racismo afín y la supremacía blanca.

La sangre y el sufrimiento palestinos –en Gaza han muerto 10 veces más niños que en dos años de guerra en Ucrania allanarán el camino hacia el olvido de Israel. Las decenas, quizás cientos, de miles de fantasmas tendrán su venganza. Israel se convertirá en sinónimo de sus víctimas del mismo modo que los turcos lo son de los armenios, los alemanes lo son de los namibios y más tarde de los judíos, y los serbios lo son de los bosnios. La vida cultural, artística, periodística e intelectual de Israel será exterminada. Israel será una nación estancada en la que los fanáticos religiosos, los intolerantes y los extremistas judíos que se han hecho con el poder dominarán el discurso público. Encontrará sus aliados entre otros regímenes despóticos. La repugnante supremacía racial y religiosa de Israel será su atributo definitorio, razón por la cual los supremacistas blancos más retrógrados de Estados Unidos y Europa, incluidos filosemitas como John Hagee, Paul Gosar y Marjorie Taylor Greene, apoyan fervientemente a Israel. La cacareada lucha contra el antisemitismo es una celebración apenas disimulada del Poder Blanco.

Los despotismos pueden existir mucho después de su fecha de vencimiento. Pero son terminales. No hace falta ser un erudito bíblico para darse cuenta de que la lujuria de Israel por los ríos de sangre es contraria a los valores fundamentales del judaísmo. La cínica instrumentalización del Holocausto, que incluye tachar a los palestinos de nazis, tiene poca eficacia cuando se lleva a cabo un genocidio retransmitido en directo contra 2,3 millones de personas atrapadas en un campo de concentración.

Las naciones necesitan algo más que la fuerza para sobrevivir. Necesitan una mística. Esta mística proporciona propósito, civismo e incluso nobleza para inspirar a los ciudadanos a sacrificarse por la nación. La mística ofrece esperanza para el futuro. Aporta significado. Proporciona identidad nacional.

Cuando las místicas implosionan, cuando quedan expuestas como mentiras, se derrumba un cimiento central del poder estatal. Informé sobre la muerte de las místicas comunistas en 1989, durante las revoluciones de Alemania Oriental, Checoslovaquia y Rumanía. La policía y el ejército decidieron que ya no había nada que defender. La decadencia de Israel engendrará la misma lasitud y apatía. No podrá reclutar colaboradores autóctonos, como Mahmud Abbas y la Autoridad Palestina –vilipendiada por la mayoría de los palestinos– para que cumplan las órdenes de los colonizadores. El historiador Ronald Robinson cita la incapacidad del Imperio Británico para reclutar aliados autóctonos como el punto en el que la colaboración se convirtió en no cooperación, un momento decisivo para el inicio de la descolonización. Una vez que la no cooperación de las élites nativas se transforma en oposición activa, explica Robinson, la «rápida retirada» del Imperio está asegurada.

Lo único que le queda a Israel es la escalada de violencia, incluida la tortura, que acelera el declive. Esta violencia al por mayor funciona a corto plazo, como ocurrió en la guerra librada por los franceses en Argelia, en la guerra sucia de la dictadura militar argentina y durante el conflicto británico en Irlanda del Norte. Pero a largo plazo es suicida.

«Se podría decir que la batalla de Argel se ganó mediante el uso de la tortura», observó el historiador británico Alistair Horne, «pero que la guerra, la guerra de Argelia, se perdió».

El genocidio de Gaza ha convertido a los combatientes de Hamás en héroes en el mundo musulmán y en el Sur Global. Israel puede acabar con los dirigentes de Hamás. Pero los asesinatos pasados –y actuales– de decenas de dirigentes palestinos no han servido de mucho para aplacar la resistencia. El asedio y el genocidio de Gaza han producido una nueva generación de hombres y mujeres jóvenes profundamente traumatizados y enfurecidos cuyas familias han sido asesinadas y cuyas comunidades han sido arrasadas. Están preparados para ocupar el lugar de los líderes martirizados. Israel ha enviado las acciones de su adversario a la estratosfera.

Israel estaba en guerra consigo mismo antes del 7 de octubre. Los israelíes protestaban para impedir la abolición de la independencia judicial por parte del primer ministro Benjamin Netanyahu. Sus fanáticos e intolerantes religiosos, actualmente en el poder, habían montado un ataque decidido contra el laicismo israelí. La unidad de Israel desde los atentados es precaria. Es una unidad negativa. Se mantiene unida por el odio. E incluso este odio no es suficiente para evitar que los manifestantes denuncien el abandono por parte del gobierno de los rehenes israelíes en Gaza.

El odio es una mercancía política peligrosa. Una vez que se acaba con un enemigo, los que avivan el odio van en busca de otro. Los «animales humanos» palestinos, una vez erradicados o sometidos, serán sustituidos por apóstatas y traidores judíos. El grupo demonizado nunca podrá ser redimido ni curado. Una política de odio crea una inestabilidad permanente que es explotada por quienes buscan la destrucción de la sociedad civil.

Israel avanzó mucho por este camino el 7 de octubre al promulgar una serie de leyes discriminatorias contra los no judíos que recuerdan a las racistas Leyes de Nuremberg que privaron de sus derechos a los judíos en la Alemania nazi. La Ley de Aceptación de Comunidades permite a los asentamientos exclusivamente judíos prohibir la residencia a los solicitantes por motivos de «adecuación a la perspectiva fundamental de la comunidad».

Muchos de los jóvenes mejor formados de Israel han abandonado el país y se han trasladado a lugares como Canadá, Australia y el Reino Unido, y hasta un millón se ha ido a Estados Unidos. Incluso Alemania ha visto una afluencia de unos 20.000 israelíes en las dos primeras décadas de este siglo. Alrededor de 470.000 israelíes han abandonado el país desde el 7 de octubre. Dentro de Israel, los defensores de los derechos humanos, los intelectuales y los periodistas –israelíes y palestinos– son atacados como traidores en campañas de difamación patrocinadas por el gobierno, sometidos a vigilancia estatal y a detenciones arbitrarias. El sistema educativo israelí es una máquina de adoctrinamiento para el ejército.

El académico israelí Yeshayahu Leibowitz advirtió que si Israel no separaba Iglesia y Estado y ponía fin a su ocupación de los palestinos, daría lugar a un rabinato corrupto que deformaría el judaísmo hasta convertirlo en un culto fascista. «Israel», dijo, «no merecería existir, y no merecerá la pena conservarlo».

La mística global de Estados Unidos, tras dos décadas de desastrosas guerras en Oriente Próximo y el asalto al Capitolio del 6 de enero, está tan contaminada como su aliado israelí. La administración Biden, en su fervor por apoyar incondicionalmente a Israel y apaciguar al poderoso lobby israelí, se ha saltado el proceso de revisión del Congreso con el Departamento de Estado para aprobar la transferencia de 14.000 proyectiles de munición de tanque a Israel. El Secretario de Estado Antony Blinken argumentó que «existe una emergencia que requiere la venta inmediata». Al mismo tiempo ha pedido cínicamente a Israel que minimice las víctimas civiles.

Israel no tiene ninguna intención de minimizar las víctimas civiles. Ya ha matado a 18.800 palestinos,( son cifras del día 22/12  hoy 1/1/2924 son  mas de 5.000 mas .  El 0,82% (+) de la población de Gaza, el equivalente a unos 2,7 millones de estadounidenses. Otros 51.000 han resultado heridos  (1).

La mitad de la población de Gaza se muere de hambre, según la ONU. Todas las instituciones y servicios palestinos que sustentan la vida –hospitales (sólo 11 de los 36 hospitales de Gaza siguen «funcionando parcialmente»), plantas de tratamiento de agua, redes eléctricas, sistemas de alcantarillado, viviendas, escuelas, edificios gubernamentales, centros culturales, sistemas de telecomunicaciones, mezquitas, iglesias, puntos de distribución de alimentos de la ONU– han sido destruidos. Israel ha asesinado al menos a 80 periodistas palestinos junto con decenas de sus familiares y a más de 130 cooperantes de la ONU junto con miembros de sus familias. La cuestión son las víctimas civiles. Esta no es una guerra contra Hamás. Es una guerra contra los palestinos. El objetivo es matar o expulsar a 2,3 millones de palestinos de Gaza.

El asesinato a tiros de tres rehenes israelíes que aparentemente escaparon de sus captores y se acercaron a las fuerzas israelíes sin camisa, ondeando una bandera blanca y pidiendo ayuda en hebreo no sólo es trágico, sino que deja entrever las reglas de enfrentamiento de Israel en Gaza. Estas reglas son: mata todo lo que se mueva.

Como escribió en Yedioth Ahronoth el general de división israelí retirado Giora Eiland, que anteriormente dirigió el Consejo de Seguridad Nacional israelí, «[E]l Estado de Israel no tiene otra opción que convertir Gaza en un lugar en el que sea temporal o permanentemente imposible vivir… Crear una grave crisis humanitaria en Gaza es un medio necesario para lograr el objetivo». «Gaza se convertirá en un lugar en el que no podrá existir ningún ser humano», escribió. El general de división Ghassan Alian declaró que en Gaza «no habrá electricidad ni agua, sólo habrá destrucción. Queríais el infierno; tendréis el infierno».

Los Estados coloniales que perduran, incluido Estados Unidos, exterminan mediante enfermedades y violencia a casi la totalidad de sus poblaciones indígenas. Las plagas del Viejo Mundo traídas por los colonizadores a América, como la viruela, mataron a unos 56 millones de indígenas a lo largo de unos 100 años en América del Sur, Central y del Norte. En 1600 quedaba menos de una décima parte de la población original. Israel no puede matar a esta escala, con casi 5,5 millones de palestinos viviendo bajo la ocupación y otros 9 millones en la diáspora.

La presidencia de Biden, que irónicamente puede haber firmado su propio certificado de defunción política, está atada al genocidio de Israel. Intentará distanciarse retóricamente, pero al mismo tiempo canalizará los miles de millones de dólares en armas exigidos por Israel –incluidos 14.300 millones de dólares en ayuda militar suplementaria para aumentar los 3.800 millones de dólares de ayuda anual– para «terminar el trabajo». Es un socio de pleno derecho en el proyecto de genocidio de Israel.

Israel es un Estado paria. Esto se puso de manifiesto públicamente el 12 de diciembre, cuando 153 Estados miembros de la Asamblea General de la ONU votaron a favor de un alto el fuego, con sólo 10 –incluidos Estados Unidos e Israel– en contra y 23 abstenciones. La campaña de tierra quemada de Israel en Gaza significa que no habrá paz. No habrá solución de dos Estados. El apartheid y el genocidio definirán a Israel. Esto presagia un conflicto largo, muy largo, que el Estado judío no podrá ganar en última instancia.

 

Fuente: https://chrishedges.substack.

Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador López Arnal.

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 NOTA DEL BLOG . La creación  del Estado de Israel fue bajo una coartada moral  por la persecución  de  lo judíos  y su exterminio por los nazis  y que otros estados  particularmente Occidentales no les permitieron refugiarse ni exiliarse en ellos   . Esta actuación en el presente la derrumba totalmente   La expulsión de palestinos ya estaba programada desde el principio. https://www.jornada.com.mx/2023/12/24/opinion/010o1pol  pero en  la  actualidad entre  ellos y los árabes   superan  a los israelitas  .Muchos de los jóvenes mejor formados de Israel han abandonado el país y se han trasladado a lugares como Canadá, Australia y el Reino Unido, y hasta un millón se ha ido a EEUU. Incluso Alemania ha visto una afluencia de unos 20.000 israelíes en las dos primeras décadas de este siglo. Alrededor de 470.000 israelíes han abandonado el país desde el 7 de octubre. Y según encuestas entre el 50% y el 60% quiere emigrar de Israel incluidos muchos colonos.

NOTA ( 1 ).- De acuerdo a los últimos informes, 21 672 palestinos han perdido la vida y otros 56 165 han resultado heridos como consecuencia de los ataques del régimen israelí contra Gaza. El 70 % de las víctimas son mujeres y niños.


sábado, 30 de diciembre de 2023

Si Dios existe, desaparece la ética .

                                                                               


Si Dios existe, desaparece la ética: Kant frente a Dostoievski y Freud

 Roberto R. Aramayo

 29 DE DICIEMBRE DE 2023,

Se atribuye a Dostoievski el apotegma de “Si Dios no existe, todo está permitido”, aunque la cita no se localice de modo literal en Los hermanos Karamázov. Lo cierto es que la idea recorre su argumento y en un momento dado el personaje de Smérdiakov (nombre del que conviene conocer su significado en ruso) afirma que: “Si el Dios infinito no existe, no hay virtud, ni siquiera hace falta”. Curiosamente Kant pensaba justo lo contrario, es decir, que la virtud solo tiene cabida donde no comparece divinidad alguna y que, si se comprobara la existencia de Dios, la ética haría mutis por el foro. Para el filósofo de Königsberg, cuyo tricentenario festejamos en 2024, la genuina moral no requiere un sustento divino y, de hecho, adjudicar cualquier papel a Dios perjudica letalmente nuestro comportamiento ético, que a juicio de Kant debe ser autónomo y no responder a mandatos heterónomos provenientes de una voluntad ajena.

Según Kant nuestra conciencia moral es el juez supremo de nuestros criterios éticos y no hay ninguna otra instancia superior que los dirima o condene

Según Kant, nuestra conciencia moral es el juez supremo de nuestros criterios éticos y no hay ninguna otra instancia superior que los dirima o condene. Gracias a las formulaciones del célebre imperativo categórico, podemos comprobar si nuestra máxima tendría o no una validez universal en caso de generalizarse. De no ser asumible por cualquiera en cualquier momento y circunstancia, estaremos manejando una pauta pragmática, pero no un criterio ético. La ética nos exige no tratar a ningún ser humano, incluidos nosotros mismos, como un simple medio instrumental, sin considerarlo al mismo tiempo un fin en sí mismo. El presunto rigorismo kantiano, lejos de imponer una norma determinada y de obligado cumplimiento, deja en manos del agente moral juzgar su propia conducta y decidir lo que le parezca compatible con la moral, sin delegar ninguna responsabilidad en los demás, las circunstancias o una entidad superior.

¿Tendría sentido clonar cibernéticamente a Kant y Diderot con la IA?

El formalismo ético kantiano nos invita, como señala en el parágrafo cuarenta de su Crítica del discernimiento, a ponernos en la piel de los demás y compadecernos de su situación, pensando por cuenta propia y procurando hacerlo de manera coherente. Nada nos asegura tener éxito en tal empeño, ni que consigamos nuestros propósitos, pero se trata de intentarlo con una buena voluntad, un querer que sea bueno de suyo y no con respecto a sus logros. Por supuesto, nunca estaremos totalmente seguros de que tras nuestra intencionalidad no estén agazapadas motivaciones poco edificantes, porque nunca podemos descontar el autoengaño y las jugarretas del inconsciente. Sin embargo, sí nos cabe apostar por cultivar nuestro talante moral, por decirlo con Aranguren, aun cuando lo hagamos en detrimento de nuestros talentos y los dones de la fortuna. Nuestras costumbres modelan el carácter y a su vez este modula los hábitos.

Kant reitera constantemente que la presencia de Dios arruinaría nuestra moralidad, porque nos moveríamos en pos de recompensas o por miedo al castigo

Kant reitera constantemente que la presencia de Dios arruinaría nuestra moralidad, porque nos moveríamos en pos de recompensas o por miedo al castigo. Seguir unos mandamientos o cualesquiera instrucciones al pie de la letra nos convertiría en autómatas movidos por ciertos resortes que alguien ha diseñado y que sería el último responsable de nuestra conducta, como lo son quienes programan los algoritmos de la IA. Parapetarse a lo Eichmann en una obediencia debida y ciegamente acatada, nos hace abandonar -como bien señala Javier Muguerza- la condición humana, caracterizada por ser dueños de nuestros actos y asumir nuestras responsabilidades. Cosificar a las personas nos deshumaniza tanto como rehuir la imputación de nuestras decisiones. Nuestra libertad está en juego y el ser humano está condenado a ser libre, por decirlo con Sartre. A ojos de Kant, si Dios existiera, tampoco podría ser un agente moral, puesto que su voluntad santa y absolutamente perfecta le impediría perseguir la virtud. En su segunda Crítica se recalca que ni Dios podría permitirse considerar a un ser humano como simple medio instrumental. El Dios kantiano es la idea de una razón ético-practica y auto-legislativa.

El encuentro secreto entre Diderot y Kant: Los dos “apóstoles” del ateísmo ético de la Ilustración

Pascal nos legó su célebre apuesta. ¿Por qué renunciar a la vida eterna, si no perdemos nada creyendo en ella y al contrario podemos perderlo todo? Kant discrepa y entiende que perderíamos nuestra capacidad para ser agentes morales. Desde una óptica nada religiosa, Freud viene a suscribir el diagnóstico de Dostoievski en El porvenir de una ilusión, donde cabe leer lo siguiente: “Si les enseñamos que la existencia de un Dios omnipotente y justo, de un orden moral universal y de una vida futura son puras ilusiones, se considerarán desligados de toda obligación de acatar los principios de la cultura, cada uno seguirá sin freno ni temor, sus instintos sociales y egoístas e intentará afirmar su poder persona, y de este modo surgirá de nuevo el caos, al que ha llegado a poner término una labor civilizatoria de muchos milenios. Aunque supiésemos y pudiésemos demostrar que la religión no posee la verdad, deberíamos silenciarlo y conducirnos como nos aconseja la filosofía del como si”.

Freud coincide con la satírica pluma de Heine, quien hacía de Kant un agnóstico bondadoso que, tras ajusticiar a Dios con su Crítica de la razón pura, lo habría resucitado con la varita mágica de su razón práctica. Sin embargo, Kant no confunde los planos. Entiende perfectamente que las religiones ofrezcan un consuelo ante la muerte y el sufrimiento, pero tiene claro que cualquier expectativa religiosa es incompatible con la moralidad. Por eso su héroe moral es un ateo virtuoso llamado Spinoza, que cumple con su deber a pesar de los pesares, la injusticia y las adversidades. Diderot mantuvo que cabe ser virtuoso sin creer en Dios, pero Kant fue más allá y afirmó que solo podemos devenir agentes morales descontando a Dios de la ecuación.

 Conviene tener en cuenta el planteamiento kantiano, en una época en donde las religiones continúan teniendo una incidencia en el espacio público, incluso en Estados laicos o aconfesionales, regulando con sus liturgias los calendarios festivos, nacimientos, matrimonios y funerales. Aunque la historia recoja vidas ejemplares entre gentes religiosas, no es menos cierto que las religiones han suscitado guerras cruentas contra quienes no compartían sus credos y que sirven de pretexto para seguir haciéndolo. La celebración del natalicio kantiano debería propiciar que se relea uno de sus textos más emblemáticos, junto a la Fundamentación o ¿Qué es la Ilustración? Me refiero a Hacia la paz perpetua: Un diseño filosófico. .

 

https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/kant-religion-etica-moral/20231229154545221332.html#md=modulo-portada-bloque:4col-t1;mm=mobile-big 0

jueves, 28 de diciembre de 2023

Las predicciones de Hannah Arendt .

                                                                             

 
                                                                           


      

 Las predicciones de Hannah Arendt

 

Por Aleardo Laría Rajneri

| 28/12/2023  

 El nacionalismo orgánico como origen del problema

 Hannah Arendt (1908-1975) ha sido una de las intelectuales judías más importantes del siglo XX. Sus obras, tituladas «Los orígenes del totalitarismo» (1951), «La condición humana» (1958) y «Sobre la revolución» (1963), la sitúan como una de las pensadoras más relevantes en el mundo académico occidental. Su libro más polémico, «Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal» (1961), es una muestra de su capacidad para articular un análisis independiente y provocador, en el mejor sentido de la expresión. Consideraba que la “solución final” ideada por Hitler desafiaba toda racionalidad, porque esa maldad era “banal” en el sentido de que no tenía raíces profundas y se había basado simplemente en ignorar la condición humana de los judíos. Por ese motivo, sostenía que el juicio contra Eichmann no debería haberse construido sobre la acusación de un crimen “contra el pueblo judío”, sino “contra la humanidad”. Afirmaba que el derrumbe espiritual de Europa era consecuencia de haberse plegado frente al sangriento ídolo de la raza.

 En época más reciente, bajo el título de «Escritos judíos» (Paidós, 2009), se ha publicado una recopilación de notas periodísticas escritas al final de la década del ‘40 dedicadas a la cuestión palestina. Hannah Arendt había abandonado Alemania, su lugar de nacimiento, en 1937 (1) luego de un breve arresto, motivo por el que las autoridades germanas le habían retirado la ciudadanía. Refugiada en Francia, colaboró con el movimiento sionista en la ayuda a los judíos que huían del nazismo, facilitando su traslado a Palestina. Retenida luego en un campo de refugiados, consiguió huir y partir hacia Estados Unidos en 1941. A partir de 1943, luego de romper con el sionismo, publicó numerosas notas que fueron recogidas en la revista Aufbau de los alemanes judíos, que son los textos que se reproducen en el libro que hemos mencionado.

 Lo que Hannah Arendt denomina el pecado original del movimiento sionista es el nacionalismo orgánico promocionado por Theodor Herzl, que consideraba el Estado-nación como la única alternativa que ofrecía la modernidad para el desarrollo de los grupos humanos. En opinión de Arendt, “la acción política judía significaba para Herzl encontrar un lugar en la inamovible estructura de esa realidad, un lugar donde los judíos estuvieran a salvo del odio y la posible persecución. Un pueblo sin país tendría que huir a un país sin pueblo; allí los judíos, sin la carga de las relaciones con otras naciones, podrían desarrollar su propio organismo aislado.[…] No se daba cuenta de que el país con el que soñaba no existía, que no había ningún lugar en la Tierra donde el pueblo pudiera vivir como el cuerpo nacional orgánico en el que pensaba y que el desarrollo histórico real de una nación no tiene lugar entre los muros cerrados de una entidad biológica”. Añadía que, “aun cuando hubiera habido un país sin pueblo y las cuestiones de política exterior no se hubieran planteado en la misma Palestina, el tipo de filosofía política profesado por Herlz habría dado lugar a graves dificultades en las relaciones del nuevo Estado judío con otras naciones”. En relación con la cuestión Palestina, consideraba que la negativa a tener en cuenta a los grupos árabes con los que la nación judía habría de coexistir inevitablemente había dado lugar a fatales desencuentros, que condenaban al futuro Estado israelí al conflicto permanente o a hipotecarse bajo la tutela de alguna potencia extranjera.

 Un Estado binacional

En los artículos escritos entre 1942 y 1950, modificando una opinión anterior, se inclinó por el apoyo a las propuestas de un Estado binacional formuladas por Judah L. Magnes, presidente de la Universidad Hebrea y del Partido Ihud (Unidad). Para Magnes, “una Palestina binacional podría llegar a ser una antorcha de paz en el mundo”. En la visión de Arendt, el derecho a ocupar unas tierras en Palestina no derivaba de unos “derechos históricos”, adquiridos 2.000 años antes, sino más bien de ofrecer un modelo alternativo al Estado-nación bajo nuevas formas políticas y sociales. En la nota «Salvar a la patria judía», consideraba que los kibbutzin habían dado lugar a “una nueva forma de propiedad, un nuevo tipo de explotación agraria, una nueva forma de vida familiar y de educación infantil, así como nuevas maneras de abordar los embarazosos conflictos entre la ciudad y el campo, entre el trabajo rural y el industrial”. Añadía que “el autogobierno local y los consejos mixtos judío-árabes, a nivel municipal y rural, en pequeña escala y tan numerosos como sea posible, constituyen las únicas medidas políticas realistas que pueden conducir finalmente a la emancipación política de Palestina”. Esta nueva comunidad democrática ofrecía “una esperanza de soluciones que serán aceptables y aplicables, no sólo en casos individuales, sino también para la gran masa de los hombres de cualquier lugar cuya dignidad y humanidad se ven tan seriamente amenazados por las presiones de la vida moderna y sus problemas no resueltos”. Pero para alcanzar estos resultados, Arendt consideraba que era indispensable integrar también a la población árabe: “La idea de la cooperación judeo-árabe, aunque nunca se ha hecho realidad en escala alguna y hoy parece estar más lejos que nunca, no es un ensueño idealista, sino la escueta afirmación del hecho de que, sin ella, toda la aventura judía está condenada”.

 Cuando la Organización Sionista Mundial —en el congreso de Atlantic City celebrado en octubre de 1944— hizo público un manifiesto por el que declaraba la voluntad de establecer “una comunidad judía libre y democrática” que “abarcase de forma indivisible e íntegra la totalidad de Palestina”, Hannah Arendt escribe una nota crítica titulada “El sionismo, una retrospectiva”. En esta, considera que “la resolución de Atlantic City ni siquiera menciona a los árabes, de modo que estos sólo pueden elegir entre la emigración voluntaria o su transformación en ciudadanos de segunda clase”. Señala que “estos objetivos relativos a la futura constitución política de Palestina coinciden totalmente con los objetivos de los sionistas extremistas” y que la resolución de Atlantic City “asesta un golpe mortal a los partidos judíos de Palestina que han predicado incansablemente la necesidad de un entendimiento entre árabes y judíos”.

 Arendt escribirá otro texto en 1950 bajo el título “¿Paz o armisticio en Cercano Oriente ?”, en el que continúa llamando a un entendimiento entre árabes y judíos. Allí considera que “el proyecto sionista habría de conducir a una crisis moral y política” marcada por “el terrorismo y el aumento de los métodos totalitarios que se toleran en silencio y se aplauden en secreto”. De este modo se exacerbaría el antisemitismo en el mundo y se habría perdido una oportunidad de ofrecer una solución para las décadas venideras. Expresa la esperanza de que la ONU escuche las proposiciones de Magnus basada en la federación de pequeños consejos judeo-árabes locales fortalecidos por el respaldo provisional de una administración fiduciaria, lo que suponía una solución más atractiva que la simple partición. Sostenía que “la necesidad del entendimiento judeo-árabe puede demostrarse mediante factores objetivos; su posibilidad es casi enteramente cuestión de sabiduría política subjetiva y de personalidades. Su necesidad, basada en consideraciones económicas, militares y geográficas, se dejará sentir a largo plazo o, acaso, cuando sea demasiado tarde”.

 Sus opiniones han resultado premonitorias: “La esterilidad cultural y política de las pequeñas naciones completamente militarizadas ha quedado suficientemente probada por la historia. A largo plazo, sin embargo, el Cercano Oriente, castigado por la pobreza, subdesarrollado y desorganizado, necesita la paz tan perentoriamente como los judíos; necesita la cooperación judía para llegar rápidamente a tener la fuerza que impida un vacío de poder y asegure su independencia. En términos de política internacional, el peligro de esta pequeña guerra entre dos pequeños pueblos es que inevitablemente tienta y atrae a las grandes potencias a inmiscuirse, con el resultado de que los conflictos actuales estallen porque pueden ventilarse mediante combatientes interpuestos”. Por lo tanto, sostenía que “las buenas relaciones entre judíos y árabes dependerán de un cambio de actitud recíproca, de un cambio en la atmósfera reinante en Palestina y Cercano Oriente, no necesariamente de una fórmula”. En relación con las guerras que habían provocado el problema de los refugiados, consideraba que “independientemente de cómo se produjo su éxodo (como consecuencia de la propaganda árabe sobre las atrocidades judías, o de las atrocidades reales, o de ambas cosas), su huida de Palestina, preparada por los planes sionistas de traslados de población a gran escala durante la guerra y seguida por la negativa israelí a readmitir a los refugiados en su antiguo hogar, hizo que la vieja queja árabe contra el sionismo resultara finalmente verdadera: los judíos no pretendían otra cosa que expulsar a los árabes de sus hogares. Lo que había sido el orgullo de la patria judía, a saber, que no se había basado en la explotación, se convirtió en una maldición cuando llegó la prueba definitiva: la huida de los árabes no habría sido posible ni habría sido bien recibida por los judíos si hubieran vivido en una economía común”.

 Buscaba una explicación ante “el fracaso judío y árabe a la hora de ver a un vecino como un ser humano concreto”. En su opinión, una de ellas era que “los judíos están convencidos, y así lo han anunciado muchas veces, de que el mundo —o la historia, o una moralidad de orden superior— les debe una reparación por las injusticias causadas durante dos mil años y, más concretamente, una compensación por la catástrofe de los judíos europeos, que en su opinión no fue simplemente un crimen de la Alemania nazi, sino de todo el mundo civilizado. Los árabes, por otro lado, replican que dos injusticias no hacen una acción justa y que “ningún código moral puede justificar la persecución de un pueblo en el intento de reparar la persecución de otro”.

 Como señala Hannah Arendt, sólo una voz llegó a alzarse en protesta contra el tratamiento israelí de la cuestión de los refugiados árabes. Fue la voz de Judah L. Magnes, quien escribió una carta al director de Commentary en octubre de 1948 invocando su condición de judío y sionista para manifestarse avergonzado por el tratamiento inferido a los refugiados. Sus palabras mantienen plena actualidad: “Es lamentable que los mismos hombres que podrían señalar la tragedia de los desplazados judíos como el principal argumento en favor de la inmigración en masa a Palestina hayan de estar ahora dispuestos, por lo que el mundo conoce, a contribuir a la creación de una nueva categoría de desplazados en Tierra Santa”.

 Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/las-predicciones-de-hannah-arendt/


Nota del blog .(1)  Ahí hay error , fue en 1933 ,  En 1932, Arendt ya pensaba en la emigración, pero inicialmente se quedó en Alemania cuando su marido emigró a París en marzo de 1933, y comenzó su actividad política. Por recomendación de Kurt Blumenfeld, trabajó para una organización sionista, estudiando la persecución de los judíos, que estaba en sus comienzos. Su casa sirvió de estación de tránsito para refugiados. En julio de 1933 fue detenida durante ocho días por la Gestapo. y emigró inicialmente a Francia, en 1933. En París, sin papeles, volvió a trabajar para una organización sionista, entre otras cosas, ayudando a jóvenes judíos a huir hacia Palestina. La ciudadanía  se la retiran en 1937 .

                                                                         

 

 

 

 

 

 

 

Níger bajo una perspectiva histórica anticolonial .

                      


Níger bajo una perspectiva histórica anticolonial

 

Fuentes: Rebelión

El actual Gobierno en Níger del Consejo Nacional por la Salvaguardia de la Patria (CNSP) que llegó al poder el 26/07/2023 derrocando al títere aliado de Francia, Mohammed Bazoum, ha llegado con la voluntad de inscribirse en una lucha histórica, la lucha anticolonial después de las Independencias. El neocolonialismo es una realidad. Lo que ahora se está materializando, a través de la Alianza de Estados del Sahel, es una cooperación regional a favor de la soberanía que abre las puertas a otros socios como Rusia y China.

Antes de analizar el caso de Níger y la Alianza de Estados del Sahel es preciso recordar brevemente la Historia de las luchas anticoloniales. Es cierto, esta nueva generación panafricana no ha nacido de la nada. Se inscribe en una larga trayectoria de luchas anticoloniales. Desde la Conferencia de Berlín a finales del siglo XIX, las potencias europeas trataron de repartirse el pastel que representaba el continente africano, porque en aquel entonces ya tenían puesta la mira en sus recursos formidables. Las sociedades africanas habían sido desestructuradas durante siglos, en especial mediante la esclavitud, y la colonización francesa estaba muy consolidada en Argelia. Había planes de colonizar otras regiones: la situación era lo que Lenin analizó como el “Imperialismo, estadio supremo del capitalismo”. En aquella época, al final de la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas que salieron victoriosas se repartieron las colonias.

Pero no esperaban que la lucha anticolonial impusiera una resistencia mayor, tan fuerte que llegó a impactar incluso en las sociedades europeas. Aquella resistencia contra la colonización del norte de Marruecos, en particular en la Guerra del Rif, se produjo en Francia y también en España. Se produjeron manifestaciones de oposición ante el envío de tropas españolas. Además, Abdelkrim Al Khattabi lideró una resistencia muy fuerte contra la ocupación, contra la colonización española. Un acontecimiento decisivo fue la Batalla de Annual, que sucedió en agosto de 1921. Aunque desde el punto de vista eurocéntrico se conozca como “el Desastre de Annual”, si adoptamos el punto de vista africano fue un claro ejemplo de victoria anticolonial. Y también fue una lección de que los pueblos africanos podían organizarse, innovando en la estrategia para vencer a las tropas coloniales. Aquella victoria trastocó las cosas hasta el punto de que Francia tuviera que venir en socorro a quien era su competidor, el vecino colonizador que ejercía el Protectorado español en el Norte de Marruecos. ¡Tuvieron que aliarse para derrotar al líder de la guerrilla rifeña!

Luego, después de la Segunda Guerra Mundial, se pasó a otra fase. Cuando se habla de la Liberación del ocupante, del nazismo que ocupó Francia, no se valoran en su justa medida y a menudo ni se recuerda a los combatientes norteafricanos o de otros países africanos colonizados. En realidad, la participación de los soldados de las regiones que fueron colonizadas fue bastante importante. Pero su reconocimiento tras la Liberación no estuvo a la altura. Sobre todo, es muy importante tener en cuenta que una vez que se dio la Liberación en mayo de 1945 hubo inmediatamente una represión muy fuerte en las colonias francesas, es decir, en los espacios que estaban siendo colonizados, como Argelia o Madagascar, produciéndose miles de víctimas. Efectivamente, quienes creían que Francia representaba el progreso frente a la barbarie del nazismo, se despertaron en una realidad muy diferente. Todavía hoy, en Setif, Argelia, aquellas masacres están siendo recordadas con mucha fuerza. Así que, ¿qué sucedió después de la Segunda Guerra Mundial? ¡Pues que la lucha anticolonial siguió!

Esa lucha dio nacimiento al Frente deLiberación Nacional (FLN) argelino en noviembre de 1954, que fue la materialización de décadas de sufrimiento del pueblo argelino bajo la colonización. Los crímenes del colonialismo deben ser traídos a la memoria, porque salen completamente de la concepción de lo que es la humanidad, porque el colonialismo es brutal: lo fue y lo sigue siendo como lo estamos viendo en otros escenarios. Es algo que debe ser denunciado y recordado. Hubo la resistencia anticolonial del Frente de Liberación Nacional argelino hasta que consiguió derrotar el colonialismo francés en 1962. Así culminó la progresiva desaparición del imperio francés, que junto al imperio británico habían estado configurando la realidad políticamentea nivel mundial. En aquel entonces desde 1946 se produjo también la Guerra de Indochina, que como sabemos se prolongó en la de Vietnam hasta 1975. Fue una continuidad entre el colonizador francés y quien iba luego a tomar el relevo, el imperio estadounidense.

Volvamos a la cuestión de las independencias africanas. Es cierto que fue en Guinea donde el líder sindicalista SekouTouré le dio una bofetada histórica, estratosférica, a los planes de Francia. Touré dijo que “No”. No quería sumarse a los planes de la Comunidad francesa, que era el plan neocolonial después de las Independencias. Es decir, “No” al plan de establecer unas independencias puramente nominales, o formales. Y no era simplemente una percepción suya. SékouTouré no fue el único que rechazó la Independencia sometida a acuerdos neocoloniales, sino que había la misma conciencia en otros lugares de África del Oeste, en particular en Níger, que es el caso que yo estudio en mi libro (“Níger: ¿Otro golpe de Estado o la Revolución panafricana?”). Efectivamente, DjiboBakary era un líder de la región y también tenía previsto rechazar los acuerdos neocoloniales en Níger.

A veces cuando se habla de neocolonialismo, cierto discurso de propaganda lo presenta como si fuera algo artificial, como si fuera pura retórica. No, nada de eso. Aquellos acuerdos coloniales tenían un significado muy preciso. En mi libro analizo un documento que se llama los acuerdos de Defensa 1960-1961, que vale la pena citar por su interés. Fueron acuerdos suscritos entre Francia y los nuevos Estados africanos: “Las partes contratantes deciden cooperar en el ámbito de los materiales de defensa: hidrocarburos líquidos y gaseosos, uranio, torio, litio, berilio, sus minerales y compuestos”. Sin embargo, eso no era solo a nivel de cooperación, a nivel de la defensa, en realidad se estaba estableciendo una relación de privilegio en la venta de las materias primas estratégicas hacia el antiguo amo colonial que era Francia. Es decir, dejaban a los nuevos países dependientes, con las manos y los pies atados por completo. Además, se limitaba la exportación. Se prohibía que se exportase a otros países, es decir, se impedía la cooperación libre de los nuevos Estados africanos con otros socios. Evidentemente, en aquella época debían estar pensando en la Unión Soviética, en el bloque llamado socialista. Se trataba más bien de atraerlos hacia el mundo capitalista.

Como decía DjiboBakary, el líder de Níger que tenía previsto seguir los pasos de SekouTouré, aquel plan estaba “impregnado de imperialismo”. En realidad, Francia saboteó completamente aquella resistencia anticolonial, especialmente distribuyendo masas de dinero. Y también enviando tropas que venían desde Argel hasta Niamey, tropas francesas, pero también africanas, que habían participado en la represión brutal en Argelia. Así que el referéndum que en aquella época pudo haber dado a Níger una situación de verdadera independencia fue saboteado. El resultado fue el “Sí” mediante la injerencia francesa, una injerencia que está documentada por un historiador holandés que se llama clase Klas Van Rawel –y también hay otro investigador que cito en mi libro, Tomas Borrell–, quienes explican cómo fue un escrutinio completamente trucado. Eso provocó que 40 000 campesinos de Níger huyeran hacia Nigeria. Y provocó también varios años de muertes y dramas en Níger, puesto que hubo una lucha armada que se desató en aquella época, que fue finalmente derrotada hacia mediados de la década de 1960.

Pasemos a los años 70: lo que sucedió en Níger a finales de la década anterior fue el descubrimiento del yacimiento de uranio, que era –y sigue siendo– una materia prima estratégica que le interesaba mucho a Francia. En Níger, desde principios de los años 70 hasta 1979, la explotación de uranio se multiplicó desde el 9% hasta el 70% de las exportaciones. Ahora bien, la cuestión es, como explico en el libro: ¿Qué representó la explotación del uranio para la economía y para los pueblos de Níger? Bueno, en aquella época hubo una tentativa de reforzar el papel del Estado, se crearon algunas empresas nacionales públicas. Los ingresos por el uranio pudieron haber beneficiado a los pueblos…sin embargo, cuando en 1974 el régimen de Diori trató de renegociar el precio del uranio, sufrió un golpe militar. Entonces en aquel momento ya se impidió a Níger poder hacer uso de aquellos ingresos, puesto que estamos hablando de una materia prima con mucho valor. Se le impidió a Níger desarrollarse, porque cuando estamos hablando de la cuestión del desarrollo en África, siempre hay que tener en cuenta esta relación entre la explotación de los recursos y la injerencia. Si analizamos bien la historia, vamos a ver diferentes momentos de la historia en la cual se han repetido estas injerencias.

Después del fracaso de aquella tentativa de renegociar el precio del uranio, los años 80 fueron los de la deuda. Se trató de imponer unas políticas de desmantelamiento del Estado a través del Fondo Monetario Internacional, que el capitalismo impuso por la relación de fuerzas que había. Se trataba de que se redujera lo que se considera “el gasto público” de los Estados, desde el punto de vista del capitalismo. Y aquella fue la historia en los años 80, que no permitió avanzar a muchos países en la soberanía y el desarrollo. A principios de los años 90 hubo un proceso de participación democrática en Níger, como consecuencia de las luchas que se dieron contra las políticas económicas del FMI. Son luchas sociales que han sido silenciadas; se conocen poco, y habría que estudiarlas más. En 1991 hubo una vuelta a una forma de democracia. Sin embargo, se quedó más que nada en palabras, porque en aquella década las políticas neoliberales del FMI continuaron sin ser cuestionadas realmente. Así que hubo un proceso que se puede trazar claramente, que consistió en desmantelar el Estado. Y con ello, impedir la voluntad de los nigerinos de poder tener servicios de calidad, con lo cual el pueblo podría salir de una situación de miseria.

Ahora quisiera citar algunas cifras de Níger, que es el tema principal de mi libro, tenemos que comprender que las cifras actuales de extrema pobreza son de alrededor del 42%. Cuando ponemos esto en relación con la explotación del uranio y de otras materias primas en este país y en esta zona, no podemos evitar hacernos la pregunta: ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que, con tanta riqueza, con un nivel de exportaciones tan importante, esto no se traduzca en una mejora de la población, de la situación de las personas? Cuando hablaba de la privatización que se profundizó en Níger en los años 90, esto también se refleja en cifras que yo analizo en mi libro. Ya que, a pesar de tener sus empresas públicas, estas han estado sometidas a un proceso de desmantelamiento de privatización. Primero, la electricidad: si hablamos del servicio de la electricidad en Níger, no se llega al 10% de la población con acceso a la electricidad. Y eso se reduce en las zonas rurales, porque la electricidad no llega ni siquiera al 1% en las zonas rurales. Segundo, el agua: es otro recurso en Níger, que Níger tiene potencialmente debido al paso del río Níger, que es el tercero en importancia en África. Bueno, el acceso al agua ha estado al 85% en manos privadas. Esto ha sido hasta hace poco: el 51% le pertenecía a Veolia, empresa multinacional francesa. Y luego 34% estaba en manos de actores privados nigerinos. Es decir, que una vez más el acceso al agua no era algo garantizado. Tercero, las comunicaciones. Si ponemos el ejemplo de la red ferroviaria, una vez más encontramos a un actor conocido, el Grupo Bolloré, que es una multinacional francesa que, por cierto, ha sido condenado por la Corte Suprema de Benín, el país al sur de Níger porque hubo un proyecto transfronterizo de red ferroviaria que le interesaba a los franceses…Sin embargo, en Benín se condenó a Bolloré porque no se había gestionado ese contrato de manera legal.

Además de un capítulo que es una investigación sobre los efectos de la privatización en el pueblo nigerino, en mi libro también hay otro capítulo que analiza la historia desde el punto de vista de las materias primas, es decir, de los grandes intereses económicos. Por un lado, hay la lucha de clases que, como estaba explicando, por razones históricas las luchas sociales no pudieron detener la ofensiva neoliberal contra los servicios públicos. Y por otro lado hay los grandes proyectos de infraestructura y la historia que cuentan las materias primas. Hay que partir del hecho de que estos 3 países, Malí, Níger y Burkina Faso, tienen todavía una débil diversificación de la economía. En el caso de Mali, hasta hace poco el oro alcanzaba la cifra del 75% del ingreso nacional por exportaciones. Solamente una materia prima como el oro. Además, en gran parte son economías todavía informales de alrededor del 60%. Yo afirmo que el sector secundario ha sido destruido, ya que ha habido planes que han dado este resultado. ¿Cómo dirán que no se han podido crear las condiciones para crear la industria? En realidad, ha sido la voluntad de actores como el FMI y de la antigua potencia colonial. No, no podemos considerar que 60 años después de las Independencias no se haya industrializado esta región. Algunos responderán simplemente, con alguna idea fantasiosa de que los pueblos africanos no pueden o no sean capaces de hacerlo. No, no es así. Y eso lo demuestro en mi libro al hablar del otro tipo de cooperación que existió con la Unión Soviética y que ahora Rusia está reactivando.

Pero volvamos a la cuestión de las materias primas. En Níger hay el río Níger, tercero en importancia en África. Hay un proyecto de infraestructura, la presa hidráulica de Kandadji, que fue concebido hace décadas para reducir la dependencia en materia energética de Níger. Con él, se multiplicaría por 2 la producción eléctrica. Sin embargo, no ha habido la voluntad o la capacidad de poner en marcha ese proyecto por intereses que habría que analizar con detalle. Este hecho pone en entredicho la cooperación que ha sido dominante desde la Independencia, es decir, la cooperación con Francia o con los países europeos. No se comprende que proyectos de infraestructura de desarrollo tan importantes no se hayan materializado todavía. Seguramente ahora se podrán materializar, una vez que países como Níger, Burkina Faso, Mali han echado a la antigua potencia, confirmando que ejercía una injerencia en el Sahel contraria a sus intereses. Ya se están anunciando diferentes pasos en esa dirección. Entre los proyectos importantes no solo hay la presa, sino también está el descubrimiento de petróleo, puesto que Níger no disponía de este recurso hasta hace poco. Fue a partir del Gobierno de MamadouTandja -quien fue derrocado por un golpe militar, no por casualidad-, cuando hubo la voluntad clara de diversificar los socios de Níger para avanzar en la explotación del petróleo. Desde el 2009-2010 se creó esta conciencia de que los yacimientos de petróleo podrían darle ingresos significativos a Níger. La exportación del petróleo de Níger estaba prevista que fuese a través de Benín, a través del que sería “el mayor oleoducto de África”. Representaría un ingreso de alrededor de más de 4000 millones de dólares, lo cual es 1/4 parte del producto interior bruto.

Es evidente que hay un problema si vemos que Níger tiene formidables recursos, y que al mismo tiempo ha sido uno de los países más empobrecidos del planeta hasta ahora. Mi libro nace de esa realidad, de poner en relación esos dos elementos, y tratar de que el lector me acompañe en mi hipótesis. Me pregunto ¿Por qué? ¿Cuál es la relación entre esos dos elementos? Entre la extrema pobreza del 42% en un país como Níger y esos recursos tan formidables, por ejemplo, es uno de los principales productores de uranio a nivel mundial. Estamos hablando de una materia prima estratégica que permite a un país como Francia presentarse como “soberano” en el plano energético gracias a sus centrales nucleares. Hay una relación entre esos dos factores que yo califico como una relación en la cual hay cómplices y culpables.

El actual Gobierno del Consejo Nacional por la Salvaguardia de laPatria (CNSP) que llegó al poder el 26/07/2023 derrocando al títere aliado de Francia, Mohammed Bazoum, ha llegado con la voluntad de inscribirse en una lucha histórica, una lucha anticolonial después de las Independencias. El neocolonialismo es una realidad, y lo que ahora se está materializando, a través de la Alianza de Estados del Sahel, es una cooperación regional que abre las puertas a otros socios como Rusia y China.

Contrariamente a lo que afirma la propaganda de la OTAN, o la propaganda de los medios hegemónicos…según ese punto de vista, tanto Rusia como China serían “los nuevos colonizadores”. Mi libro también da argumentos contra esa idea. En primer lugar, si no ha habido desarrollo hasta el día de hoy en estos países africanos, a pesar de tener tantos recursos, ha sido por dos factores. Uno es la corrupción, evidentemente. Ahora las nuevas autoridades nigerinas han creado un organismo de lucha contra la corrupción (COLDEFF) y –además de las personas que han huido el país- ya se están sacando e investigando todos los asuntos de delincuencia económica y fiscal que ha habido estos años. La otra razón que analizo proviene de una conversación que tuve con el antiguo consejero presidencial de Uganda. Ha sido un hombre que ha trabajado con las comunidades campesinas en diferentes países africanos como Zimbabwe. Se ha especializado en cuestiones del desarrollo, ha escrito un libro que se llama “El comercio es la guerra”. Es un autor ugandés de origen hindú llamado YashTandon, quien explica algo que considero muy importante. Un factor es la corrupción, pero el otro es el que analiza Tandon. Se trata del tipo de cooperación que había sido privilegiado históricamente, que, en lugar de favorecerla, impedía la transferencia tecnológica a nivel mundial. El derecho al desarrollo de los países del sur es una cuestión importante. Su derecho a poder tener libertad de crear y desarrollar su propia tecnología. No es sencillo de resolver, puesto que existe el problema de las patentes que han sido progresivamente introducidas por el entramado de actores del neocolonialismo. YashTandon explica que una cooperación diferente fue posible en el pasado. La Unión Soviética, por ejemplo, permitió una transferencia tecnológica sin patentes. De esa manera se podía imitar la tecnología, y es así como hubo un proceso de industrialización en algunos países africanos, que luego fue interrumpido por la ofensiva neoliberal. La historia de las relaciones soviéticas con el continente africano nos permite comprender mejor la actualidad.

Hace poco se ha firmado un proyecto de cooperación entre la Universidad de San Petersburgo en Rusia y 42 universidades africanas. Es una cooperación ruso africana, cuyo objetivo es precisamente la capacitación de los estudiantes africanos en cuestiones de desarrollo y tecnología. Así que cuando oigan esa propaganda que dice que Rusia y China sería nuevos colonizadores, habría que responder en base a un análisis de los hechos con detalle. Tanto Rusia como China no están detrás de estos países manejando los hilos, sino que están a su lado, apoyándoles en la lucha por su soberanía.

Evidentemente, en las relaciones internacionales lo que priman son los intereses. Pero existe la posibilidad de que esos intereses se basen también en un respeto mutuo, en la medida de lo posible. Sin ser ingenuos, los países africanos que están en una nueva dinámica de integración regional panafricana, tienen esta conciencia y esta idea clara: son conscientes de que la situación de “nueva Guerra Fría” les ofrece nuevas posibilidades. Primero, resolver por sus propios medios el problema de la seguridad en la en la zona, en la triple frontera. Segundo, la Alianza de Estados del Sahel no solo contempla una alianza a nivel militar defensiva, lo cual es algo crucial, sino que también plantea el desarrollo de una unión monetaria y económica. Y eso significa que estamos ante un momento histórico del panafricanismo.

Alex Anfruns es escritor y profesor. Autor del libro Niger: ¿Otro Golpe de Estado o la Revolución Panafricana? Durante 4 años publicó junto con Olivier Ndenkop el mensual Journal de l’Afrique. Se especializa en la historia del derecho al desarrollo en América Latina y en África. Ha participado como analista político en la cadena Telesur, Rusia Today en español y AbyaYala TV. Después de haber residido en España, Francia y Bélgica, actualmente ejerce como profesor en Casablanca, e investiga sobre los vínculos temáticos entre la literatura hispánica y árabe y sobre el derecho al desarrollo desde una perspectiva histórica panafricana.

https://rebelion.org/niger-bajo-una-perspectiva-historica-anticolonial/


 y ver   ..

https://rebelion.org/niger-bajo-sanciones-neocoloniales/

sábado, 23 de diciembre de 2023

La sombra de los cuadernos negros .

 A la oscurísima luz de los Cuadernos negros

 

Por Salvador López Arnal

 | 23/12/2023  

Reseña de Naufragio de un profeta. Heidegger hoy (Laetoli, 2022), de François Rastier, traducción de Elena del Amo

Cuatro pinceladas sobre un ensayo (muy francés) que exige concentración y merece lectura, estudio y apuntes, ensayo que toma pie en la edición reciente de los Cuadernos Negros heideggerianos. En su nota a la edición española observa Rastier: “Es para mí un honor y un placer ver publicado en español este libro que tal vez fue el primero que reconsideró en Francia la obra de Heidegger [9 millones de menciones en sitio web académico según Rastier] a la oscura luz de los primeros Cuadernos Negros.”

 Conviene recordar también su advertencia: “Después de miles libros dedicados a Heidegger, no me ocuparé de introducir una vez más su pensamiento, siquiera sea en forma divulgativa. Por otro lado, sería prematuro, pues sus archivos permanecen inaccesibles a los investigadores y la publicación de sus obras se halla inacabada y se lleva a cabo, además, sin garantías filológicas, pues los editores han suprimido frases bochornosas, propuesto fechas dudosas e incluso engañosas, y mantenido un orden de edición errático, con una lentitud calculada, en una publicación póstuma prolongada ya durante cuatro décadas” [los énfasis son míos].

 Dedicado a la memoria de Primo Levi, Naufragio de un profeta es un libro que no debe pasar desapercibido a cualquier lector interesado sobre las vinculaciones de Heidegger con el nazismo. En el siguiente sentido: la filosofía de Heidegger, para algunos el más importante filósofo del siglo XX, el Maestro por antonomasia, ¿es independiente del compromiso político con el nacional-socialismo del autor de Sein und Zeit? La respuesta de François Rastier es negativa. “Desde un artículo de Herbert Marcuse en 1934, el carácter nazi de la filosofía heideggeriana ha sido objeto de numerosos análisis tan penetrantes como intempestivos en los que se han querido ver “affaires” heideggerianos. Con la publicación de los Cuadernos negros, en los que Heidegger llevó un diario de pensamiento entre 1930 y 1970, los análisis vilipendiados comienzan a recibir del propio Maestro confirmaciones póstumas pero irrefutables que crean confusión entre sus discípulos”. (27)

Su perspectiva y sus referentes: “Jamás he podido leer a Heidegger y a sus apologistas sin un malestar que no tiene nada de existencial mientras mientras tantos otros autores ilustres se encomendaban a él, desde Sartre hasta Bernard-Henri Lévy, desde Foucault hasta Derrida, desde Jean-Luc Marion hasta Finkielkraut. Si para estudiar el lenguaje heideggeriano pude contraer una deuda con Adorno, Bourdeau o Meschonnic, el libro capital de Emmanuel Faye [Heidegger. La introducción del nazismo en la filosofía] y más tarde su apoyo personal me estimularonm a leer con independencia para articular mi análisis.” (12)

 Un apunte sobre el autor, poco conocido en nuestro país: “François Rastier (Toulouse, 1945) es lingüista, director de investigaciones en el CNRS. Discípulo de A-J. Greimas, es especialista en semántica de la interpretación y su proyecto intelectual se sitúa en una semiótica de las culturas. Entre sus libros traducidos al castellano: Semántica interpretativa (2005), Ulises en Auschwitz. Primo Levi, el sobreviviente (2016), La creación artístitica (2017). Laetoli ha anunciado la publicación de Heidegger, mesías antisemita. Lo que revelan los Cuadernos Negros.

 Tres comentarios para incitar a la lectura:

 1. A medida que los escritos publicados, señala Rastier, poco a poco aclaran su carácter radicalmente nazi y antisemita (el autor enfatiza sobre todo esta arista del pensamiento heideggeriano), “las dudas se despejan sin perturbar todavía a una candidez casi universal, pero lo bastante claramente como para penetrar en los grandes medios de comunicación, donde se topan con otras cuestiones de actualidad como el auge de la extrema derecha, los radicalismos y el resurgimiento sangriento del antisemitismo” (19).

 2. Heidegger, señala Rastier, continúa siendo celebrado como un profundo pensador de la técnica y abundan las referencias elogiosas en la filosofía más reciente. “¿Pero pensar es condenar absteniéndose de toda distancia crítica? Formado en una época en la que la filosofía académica temía ser desposeída de sus objetos por las ciencias, Heidegger vuelve a las tradiciones escolásticas de la historia del Ser y de la diferencia ontológica, pero para hacer el vacío en el proyecto anti-humanista de eliminar la ética y la antropología filosófica, pero también las ciencias sociales, con la diversidad de culturas y lenguas (el alemán basta para decir y pensar todo)…” (24)

 3. Rastier no reduce al antisemitismo el alcance de los Cuadernos negros (como hacen las obras de Di Cesare y de Trawny). Las confirmaciones que aportan los Cuadernos negros para el autor, “no se refieren solo a los temas antisemitas, sino también a la relación de la filosofía heideggeriana con el nazismo, elogiado por su barbarie: “El nacionalsocialismo es un principio bárbaro. Eso es lo esencial y su grandeza potencial”. Solamente la filosofía (la de Heidegger) permite evitar una posible desviación. “El nacionalsocialismo no puede ser jamás el principio de una filosofía, pero siempre debe ser situado bajo la filosofía en calidad de principio”.” (146).

 Para futuras reediciones: convendría incluir un índice nominal y aligerar el decir, excesivamente alambicado, del autor en determinados pasajes (asunto que, por supuesto, no depende de Laetoli).

 Por razones de desconocimiento, casi incomunicación, de áreas lingüísticas próximas, no hay en la bibliografía del ensayo referencia alguna a dos importantes estudios sobre Heidegger en castellano: el de Manuel Sacristán de 1959 (reeditado en Crítica, 1995) y el reciente Nicolás González Varela (en Montesinos).

 https://rebelion.org/a-la-oscurisima-luz-de-los-cuadernos-negros/