domingo, 2 de julio de 2023

Entrevista a Xóse Manuel Beiras

 Entrevista  a Xóse  Manuel Beiras     

 

 VIRGINIA P. ALONSO Y JUAN OLIVER.  

 Público .

 Recibe a Público en su casa de Brión, a quince minutos en coche de la capital de Galicia, y durante casi dos horas de entrevista en gallego enciende seis o siete Benson&Hedges. Le acompañan en sus gestos y hasta parecen indignarse y lanzar bocanadas con él cuando advierte de que la izquierda está condenada a repetirse en sus fracasos si se niega a sí misma sus principios más elementales en el combate contra la ultraderecha.

Beiras estructura su discurso en respuestas largas y reflexivas pero suavizadas con una ironía tierna y cercana, con la que va hilando su biografía con la historia, la economía, la filosofía, la geometría, el cine, la literatura y la música, armadas en volutas azules que el viento podría disipar pero que se asientan en un discurso tan inalterable como las hermosas vistas del valle de A Mahía que se divisan desde su huerta. "Sí, tengo 87 años y sigo fumando. Pero tengo los pulmones limpios".

Estamos en plena ola reaccionaria de ascenso de la extrema derecha en Europa, pero en España las izquierdas han estado tirándose los trastos a la cabeza hasta hace cinco minutos. ¿Esto tiene arreglo?

Primero habría que analizar por qué está ocurriendo esa emergencia descarada del fascismo y de los neonazis, la fascistización del PP y la aparición de Vox, que en realidad es un partido neonazi. Yo no les llamo extrema derecha, son nazis. El fenómeno que representan está perfectamente conceptualizado desde los años 20 y 30 del siglo pasado.

 ¿En qué sentido?

Este año se cumplen 90 años de El resistible ascenso de Arturo Ui  [la obra de Bertold Bretch que narra el acceso al poder de un mafioso de Chicago] y de todo lo que vino después: la quema del Reichstag alemán de la que se culpó al Partido Comunista y la expulsión de sus ochenta y tantos diputados.

 Esa expulsión la propusieron los nazis, que fueron quienes habían quemado el Reichstag, y se ejecutó gracias al voto a favor de la SPD [los socialdemócratas]. ¿Por qué emerge Vox como partido con representación parlamentaria? Porque, como entonces, hay un momento en que al gran capital ya no le sirven las reglas del juego.

El gran capital nunca asumió la democracia porque es incompatible con sus intereses. Hace cien años, lo que estaba en el centro de la estructura económica del sistema mundo era el capital monopolista de Estado. Ahora se ha convertido en capital trasnacionalizado y financializado. De las tres formas del capital -el comercial, el industrial y el bancario o financiero-, el que tiene la hegemonía desde la época de Thatcher y Reagan es el financiero.

 En España, tras el susto de las elecciones de 2015, cuando desaparece el bipartidismo y emerge Podemos, el capital bancario responde montando un Podemos de derechas: Ciudadanos. El Banco Sabadell, ¿verdad? Luego ocurre la traición de la cúpula felipista del PSOE en otoño de 2016, cuando fuerzan la abstención para que siga gobernando Rajoy, que llevaba desde 2011 encabezando una dictadura de la oligarquía disfrazada de mayoría absoluta, que no respetaba los derechos constitucionales y que los estaba derogando uno a uno, vaciando de contenido los títulos Primero y Octavo de la Constitución. Es ahí cuando descabezan a Pedro Sánchez. Al año siguiente, emerge Vox.

 ¿Por qué cree que la izquierda erró en su análisis y en su respuesta a esa situación?

La izquierda rupturista estaba formada por aquel Podemos inicial nacido de la rebelión cívica de 2011. Una rebelión que en realidad ya había nacido en Galicia en 2002 con Nunca Máis, que fue su primera expresión rotunda, y luego con la movilización contra la guerra de Irak en 2003. La ciudadanía se sentía huérfana, "no nos representan", decían.

Y no era sólo el proletariado industrial, sino también las clases trabajadoras y la pequeña burguesía, la estructurada en torno a los pequeños empresarios y los autónomos. Esa rebelión cívica era rupturista, quería cambiar el régimen porque advirtió que el régimen no servía para resolver los problemas, sino sólo para ponerle cataplasmas.

Esa rebelión también provocó un cambio en las alianzas políticas tradicionales de los nacionalismos y la izquierda.

Los pioneros fuimos ese segmento del BNG que decidimos apostar por una alianza con la izquierda estatal que el Bloque rechazó. Si hubiera llegado a aceptarla, Feijóo habría perdido las elecciones y el nacionalismo en Galicia habría sido hegemónico.

 Después llegaron las alianzas con las mareas municipales, no sólo aquí: Barcelona, València, Madrid, Andalucía... Y Podemos decide que hay que catapultar esa energía para cambiar la correlación de fuerzas en las Cortes. En un principio lo consiguen, y de las elecciones de diciembre de 2015 salen unas Cortes en las que, sobre todo en el Congreso, desaparece el bipartidismo e irrumpen las fuerzas nacionalistas progresistas: En Marea, Bildu, ERC... Y después aparece Vox.

 Esa irrupción no se traduce en un Gobierno de izquierdas. El PP había ganado las elecciones con 123 escaños y Vox no tenía representación, y aunque Ciudadanos tenía 40 diputados,  entre el PSOE, Podemos y sus aliados -ERC y EH Bildu- sumaban 172.

Es que no se permite que haya un Gobierno de coalición de la izquierda. Cuando en enero acordamos hacerle una propuesta a Pedro Sánchez, el mensaje que se lanzó fue que Pablo Iglesias había empezado a reclamar carteras determinadas.

Hizo mal en eso, pero ese día por la mañana se acordó una comisión de trabajo para estudiar la forma de ese Gobierno de coalición. ¿Y qué sucede? Que por la tarde Pedro Sánchez se reúne con ese catalán de Ciudadanos, este... ¿Cómo se llama?

 ¿Se refiere a Rivera?

Sí, a ese... Miguel Primo de Rivera [risas].

Quiere decir Albert Rivera.

Albert Primo de Rivera, claro [risas]... ¿Y qué sucede entonces?, decía. Que para poner a Patxi López de presidente de la Mesa del Parlamento el PSOE accede a que la derecha tenga mayoría en ella. Una Cámara con abrumadora mayoría de izquierdas y nacionalismos emancipadores, y en la Mesa la que tiene mayoría es la derecha.

Fue esa misma Mesa la que retorció el reglamento para evitar que En Marea, que tenía seis diputados, dos senadores y más del 15% de los votos en todas las circunscripciones gallegas, tuviera grupo parlamentario propio. A Compromís le sucedió lo mismo y se fue al grupo mixto, pero nosotros, por lealtad, nos quedamos y acordamos que En Marea funcionaría dentro del grupo de Unidas Podemos como subgrupo con libertad de voto.

 ¿Cómo fueron aquellas conversaciones?

Lo más increíble es que Felipe VII —yo le llamo así porque Felipe VI fue en realidad Felipe González— recibe a Pablo Iglesias, que le dice que apoya a Pedro Sánchez y que está dispuesto a ir a un Gobierno de coalición con el apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes. Después de comer, el monarca recibe a Sánchez y éste le dice que está dispuesto a aceptar, pero que primero hay que consultar al PP porque tenía más votos.

Felipe VII recibe a Mariano Rajoy, que le dice que no. Pero el monarca propone a las Cortes a Rajoy para montar aquella situación de impasse. Cuando la Constitución española no le atribuye la proposición a las Cortes de un candidato, sino informar de las conversaciones a su presidente, que es quien propone.

 Y de ahí a las segundas elecciones.

Sí, empieza el follón. A Sánchez le dicen en septiembre que tiene que abstenerse y él se niega. Tuvo agallas. Y empieza a articularse la estrategia que acabaría tras la moción de censura de 2018 en un Gobierno de coalición, que empieza a desmovilizar aquella rebelión cívica.

No se puede estar a la vez en el Gobierno y en la calle a no ser que tengas una red como, por ejemplo, la que tenía la SPD a finales del siglo XIX y principios del XX en Alemania en torno a su espacio político: los sindicatos, las casas del pueblo, las organizaciones juveniles, culturales... Podemos no la tenía, no se instaló en la sociedad. Tampoco En Marea.

 Parece que la izquierda es más débil ahora que hace un siglo frente al ascenso de los fascismos.

 Ahora es mucho más peligroso. Yo lo explico como una metáfora de geometría. Hay una máxima que dice que la historia siempre se repite, que caló en la izquierda por una interpretación equivocada de El 18 de brumario de Luis Bonaparte, de Carlos Marx. Cuando habla de la revolución de 1848, explica que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa. Pero no se refiere a la propia historia, sino a sus personajes.

 Quiero decir que la historia avanza en espiral, en tres dimensiones. Si la proyectas sobre un plano verás un círculo que parece que se repite, pero no, en realidad está en tres dimensiones y es una espiral. Ahora estamos en la vertical de la Europa occidental de los años veinte y sobre todo de los años treinta del siglo XX.

Con situaciones análogas en el contexto socioeconómico, cultural, etcétera. Pero con la diferencia de que la potencia del gran capital se ha multiplicado por varios millones. Hace un siglo no había ninguna compañía trasnacional que tuviera más poder que un Estado. Hoy sí. Incluso con más poder que los Estados Unidos, como vimos en la crisis de 2008.

 ¿Cómo se traslada esa reflexión a España?

Cuando en España llega un Gobierno progresista, tiene el Gobierno, pero no tiene el poder. Yo le reconozco a Pedro Sánchez que ha sido muy inteligente, porque que en esas circunstancias no puedes tomar medidas rotundas que satisfagan a toda la ciudadanía que había participado en aquel horizonte de combate rupturista.

Una ciudadanía que empieza a sentirse huérfana de nuevo, pero que ya no está en aquella rebelión cívica. La dinámica sociopolítica pasa de estar en la sociedad a estar en las instituciones. Es análogo a lo que sucedió con el proceso de independentismo catalán.

 ¿Por qué?

Yo viví ese proceso y participé como observador en todas las convocatorias de consultas municipales que se organizaron a partir de 2011 y 2012 en Catalunya. Era impresionante. El referéndum lo estaban impulsando los ciudadanos, no los partidos. El único partido que estaba ahí metido eran las CUP, pero sólo como elemento logístico porque tenían una organización local muy extensa.

Cuando los independentistas ganan las elecciones de 2017 y convocan el referéndum, la dinámica política pasa de la sociedad civil a las instituciones, a la Generalitat, que está dentro del marco del Estatut de Autonomía de Catalunya y de la Constitución española que precisamente el independentismo quiere trascender. Pretendieron la independencia rompiendo las mismas instituciones que ellos dirigían.

 Así les cayó la que les cayó, y por eso la sociedad civil empezó a desorganizarse y a desmovilizarse. Hay que tener en cuenta todo eso para entender lo que pasa después de 2018 en el conjunto del Estado, la hostilidad brutal y el acoso sistemático que puso en estado de sitio no sólo al Gobierno de coalición, sino a la mayoría progresista de la Cámara de Diputados.

 Sumar ha anunciado que lleva en su programa una consulta popular sobre lo que se decida en la mesa de diálogo con Catalunya. Después de ese proceso del que usted ha hablado, da la impresión de que Sumar nace con miedo. No hace ni una sola mención al referéndum.

Es que Sumar ya había desertado cuando era Unidas Podemos. Yo no hablo mal de Yolanda Díaz, pero es que la historia es la que es. Ella estuvo en Alternativa Galega de Esquerdas (AGE) y luego en En Marea, que tenía cinco diputados en el Congreso y cuyos estatutos decían que las decisiones políticas que tenían que seguir los representante en las Cortes las tomaba el órgano colegiado de En Marea en Galicia.

De esos cinco diputados, dos provenían del espacio nacionalista, pero no del espacio dogmático, sino del abierto a alianzas. Estaban en minoría. Los otros tres, entre ellos Yolanda Díaz, se pasaron los estatutos de En Marea por el arco de triunfo. Funcionaron en clave de Pablo Iglesias, no en clave de En Marea. Y con el referéndum de Catalunya, se bajaron los pantalones. Ese otoño yo tuve un cristo gordo con Pablo Iglesias por ese asunto.

¿Pesaron también las cuestiones personales?

No lo lean así, pero ellos acababan de empezar en verano un proyecto para sacar un libro colectivo [Repensar la España plurinacional, con participación de Xavier Doménech, Dominique Saillard, Enric Juliana, Irantzu Mendia y los propios Beiras e Iglesias, entre otros] para el que me pidieron un ensayo.

El libro salió en septiembre y no me invitaron a la presentación en Madrid. Y en el periodo entre las elecciones de 2017 en Catalunya y el referéndum adoptaron una postura neutral, cuando en esa situación ser neutral era estar a favor de quienes se querían cargar el proceso.

 Un día llamé a Pablo y le dije: "Oye, ¿pero tú has leído mi artículo?". Me dijo que sí, y hasta me mandó fotos del libro abierto en esas páginas. "Pues estáis haciendo todo lo contrario", le respondí. No tuvieron narices para apoyar el proceso independentista de Catalunya, no entendieron algo crucial por lo que nosotros ya nos habíamos jugado el tipo en el Bloque y que derivó en lo que fue primero AGE y luego En Marea.

 ¿Cómo relaciona usted ese proceso de AGE y En Marea con lo  que en su opinión no entendieron Pablo Iglesias y Yolanda Díaz?

Vamos a ver. Hay que hacer política analizando dos sistemas de ejes de abscisas y coordenadas. Uno, la estructura de clases, es decir izquierda y derecha. El segundo: cuando se trata de una nación sin Estado, los ejes son la nación sometida y el Estado que somete. Hay que situar la expresión de las posiciones políticas en esos dos sistemas de coordenadas y luego superponerlos. Porque puedes llevarte sorpresas.

 El nacionalismo gallego siempre tuvo muy claro que para ganar esa guerra había que dar la batalla decisiva en las instituciones centrales del Estado. Nosotros teníamos muy claro por qué habíamos hecho esa alianza. Si los vascos, que habían optado por la lucha armada, habían sido derrotados; si los catalanes, tras un proceso cívico absolutamente ejemplar, no sólo no lo consiguieron sino que sus líderes acabaron en la cárcel... O tienes alianzas con la izquierda estatal, sobre todo si es una izquierda rupturista, o no puedes dar esa batalla. Eso fue lo que nosotros sí entendimos.

¿Se trató entonces de una reflexión científica, digamos, basada en el análisis histórico de lo que había sido el nacionalismo gallego?

 El nacionalismo gallego quizá lo entendió mejor que el resto porque siempre fue menos fuerte y porque nunca fue un nacionalismo burgués. Siempre fue un nacionalismo democrático, republicano y popular, que nació con la revolución gallega de 1846.

 En La era de la revolución, donde Eric Hobsbawn analiza la historia política de Europa desde la Revolución Francesa de 1789 hasta la de 1848, en el último capítulo explica que esta última no fue una erupción volcánica imprevista, sino que hubo un proceso de erupciones que arrancan de la de 1830 y que una de ellas, que menciona como precedente, es la rebelión popular gallega de 1846.

Era un nacionalismo republicano, conectado con la lucha de los agraristas, de los siervos contra los señores, de los foreros contra los foristas. Un tipo como Alfredo Brañas, que era nacionalista conservador, que era regionalista, de derechas, católico, defendía a los siervos frente a los señores, e invocaba el ejemplo de Irlanda.

¿Esas claves históricas se pueden seguir aplicando hoy ? ¿Las tuvieron ustedes en cuenta a la hora de tejer alianzas en AGE y luego entre Anova y Podemos?

Los nacionalismos emancipadores son fundamentalmente de izquierdas. Un proceso de emancipación nacional en el fondo siempre es un proceso libertario. Marx y Lenin lo tenían muy claro. Yo nunca hablé de nacionalismo español. Eso es chauvinismo. El nacionalismo de un país que tiene un Estado propio y soberano es chauvinismo. Si sólo es nacionalista para oprimir a otros, es nacionalismo imperialista.

¿Qué nos enseñaba a nosotros la historia reciente del Estado español sobre las cuestiones nacionales?. Para el Estado español los vascos eran terroristas; los catalanes, fenicios con los que se podía resolver todo con dinero, y Galicia, una colonia a la que podían mandar a un virrey como Fraga, como hizo Felipe González trucando las elecciones autonómicas de 1989.

En el caso catalán, los catalanes hicieron un Estatut muy consensuado, con un referéndum en el que, por cierto, yo hice campaña por el "no" con Carod Rovira... Un Estatut que luego se cargó el Tribunal Constitucional. Pero oiga, ¿quién se cree usted para cargarse un texto aprobado primero por el Parlament de Catalunya, luego por las Cortes Generales y luego por la ciudadanía en referéndum? Los miembros del Tribunal Constitucional tenían que estar en el trullo, procesados e inhabilitados de por vida. Un Estado que hace eso no es un Estado democrático. Eso es lo que la izquierda no se atreve a decir públicamente.

Uno de los puntos del acuerdo exprés que PP y Vox han alcanzado en el País Valencià hace una referencia explícita a la retirada de subvenciones a cualquier tipo de organizaciones que promuevan los Països Cataláns. ¿Cómo pueden los nacionalismos de izquierda en esos territorios plantar cara a eso que usted llama el chauvinismo españolista?

Quien debía plantarle cara es el poder judicial, si fuera constitucionalista. Porque va contra la Constitución. Como cuando en Aragón dicen que se van a cargar la enseñanza del aragonés. El artículo 3 de la Constitución establece que el español es la lengua oficial del Estado, pero también que los otros idiomas tendrán que ser promovidos, apoyados y amparados por el Estado.

 Están yendo contra la Constitución. El Tribunal Constitucional debería entrar ahí por iniciativa propia. No hay que encargarle ese trabajo a los nacionalistas, que bastante tienen. Lo que no funciona es la Constitución.

¿No funciona la Constitución o no funciona la manera de aplicarla?

  La Constitución funciona cuando se la aplica. Si no, es papel mojado. ¿En que año asesinó ETA a Ernest Lluch? Sobre el 2000, ¿no? Dos días antes yo estaba dando una conferencia en la Universidad Autónoma de Madrid y llevaba un librito editado por el Parlamento de Galicia con el Estatuto de Galicia y con la Constitución. Durante el coloquio, leí algunos de los artículos del Título Primero: la justicia, el sistema tributario, etcétera. "¿Este está vigente?", preguntaba. "No", me respondían. "¿Y éste". "Tampoco". "¿Y este otro?". "Tampoco".

 Los alumnos sabían que en pleno año 2000 muchos preceptos de la Constitución no estaban vigentes. Al día siguiente me dieron la noticia del asesinato de Lluch, éramos muy amigos desde los años sesenta y me fui a Barcelona para asistir a la manifestación. Por eso lo recuerdo tan bien. Si la Constitución ya no estaba vigente entonces, imagínense ahora. Los primeros que se la pasan por el forro son los miembros del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Tenían que estar todos en la cárcel.

¿Cómo deberían responder a eso la izquierda y los nacionalismos?

En la izquierda caemos en la trampa que nos impone esa dialéctica de los fascistas apoyada por las brunetes mediáticas, por la cúpula del poder judicial y por buena parte de la magistratura. Mucha de la cual, por cierto, es más fascista que el propio Fríjol [en gallego, feixó significa fríjol, judía]. Y la izquierda sale a dar explicaciones. No hay que darles explicaciones. No se puede razonar con una piedra, con un canto rodado, con una planta. Es inútil.

 Es entrar en su juego para acabar hablando de lo que ellos quieren, cuando lo que habría que hacer es cortarles el discurso. No es cuestión de derechas o izquierdas, sino de demócratas o antidemócratas. Lo que está sobre la mesa es si sobrevive por lo menos una interpretación democrática de la actual Constitución, y por lo tanto lealtad y fidelidad a la letra de la Constitución, o si nos arrasan los que van a coger todo eso y van a convertirlo en algo inexistente.

 O sea, si vamos a tener un franquismo sin Franco, pero peor que el de los años setenta. Porque en el franquismo de los años setenta la gente tenía el horizonte de que aquello no podía durar, se estaba descomponiendo. Y ahora no, ahora está empezando.

También. Y quien tiene la responsabilidad de lo que está ocurriendo en Europa es la UE. ¿Cómo puede Borrell decir las barbaridades belicistas que está diciendo? ¡Un socialdemócrata! Acabo de leer un artículo sobre lo que pasó con Jürgen Habermas [el filósofo alemán que ha abogado por las conversaciones de paz con Rusia para acabar con la guerra de Ucrania y que ha sido duramente criticado]. Yo no estoy de acuerdo con la invasión de Ucrania, pero es que ni la ONU ni la Unión Europea han puesto coto al proceso que ha ido cercando a Rusia.

Ojo, no cercando a Putin, sino a Rusia. Porque todo lo que se le achaca a Putin viene de los años noventa, de Yeltsin. ¿Quién desmanteló el entramado estatal de la economía rusa? ¿Quién impulsó a los nuevos oligarcas? ¿Putin? No, esa es la herencia de Yeltsin.

Toda esa literatura y esa narrativa cinematográfica sobre el caos nuclear en Rusia, con misiles y bombas nucleares circulando por el mercado negro de armamento de medio mundo, ¿de dónde viene? De la época de Yeltsin, que montó la contrarrevolución de lo que se llamaba el Partido Yanqui en Moscú. La historia es la que es, pero eso no se ve reflejado en los medios ni se debate en las organizaciones políticas de izquierda.

Hablaba de Habermas. ¿Cree que en Europa hay una suerte de persecución contra la intelectualidad que no suscribe el relato oficial sobre la guerra de Ucrania, y que la izquierda la ampara?

Voy a ponerles un ejemplo. Mi pareja y yo somos melómanos a tope, estamos suscritos a canales de música clásica y somos muy admiradores de un director ruso extraordinario, Valeri Guérguiyev. Fue quien mantuvo viva la orquesta del Teatro Mariinski de Leningrado —o de San Petersburgo— durante los años 90, y  en los años 2000 dirigió en la sala Pleyel de París la integral de sinfonías y conciertos para piano y para violín de Prokófiev y la integral de Shostakóvich, sinfonías y conciertos para violín, para piano, para violonchelo...

Pues bien, le invitaron a dirigir la London Simphony, una de las mejores orquestas del mundo, y dirigía también una de las dos grandes orquestas de Baviera. Cuando estalló la guerra de Ucrania, la dirección administrativa de la orquesta le exigió que firmara un documento contra Rusia y contra la guerra. Se negó, lo cesaron y desde entonces está desaparecido del mapa. Ya no dirige, y en las televisiones europeas ni siquiera emiten conciertos suyos anteriores a la guerra.

Díganme, cuando fue la invasión de Irak, ¿hubo algún caso en el que se exigiera a algún director occidental que denunciase a la OTAN bajo amenaza de quedarse sin trabajo? No, ¿verdad? Hay una inquisición que pesa también sobre la izquierda. Es un peso tan brutal que, por ejemplo, obliga a Pedro Sánchez a hacer lo que hizo con respecto a los saharauis, que es absolutamente impresentable. ¿O es que el monarca marroquí es un demócrata consumado? ¿Quién es más tiránico: ese monarca o Putin?

La izquierda política no se está dando cuenta de que está equivocada. Porque lo más importante que está ocurriendo en el sistema mundo no está ocurriendo en la guerra de Ucrania. Allí está ocurriendo lo más grave y lo más peligroso, pero no lo más importante.

¿Y qué es lo más importante que está ocurriendo?

El fin de la hegemonía del dinosaurio norteamericano, que ya está herido de muerte y que enfrenta el peligro de la  desdolarización de la economía mundial con el Nuevo Banco del Desarrollo del BRICS, en el que participan potencias demográficas y económicas como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que preside Dilma Rousseff, y al que otros países como Argentina, la Colombia de Petro y Venezuela ya han dicho que están interesados en entrar.

Si potencias de esas dimensiones económicas y demográficas deciden dejar de funcionar en dólares en sus transacciones comerciales, financieras y monetarias, la hegemonía de Estados Unidos habrá terminado. Ese es el factor que está provocando el nerviosismo de Estados Unidos con China, no Taiwán. Pero la izquierda europea no se está enterando. Es elemental, pero yo no veo que haya ningún debate sobre eso, no lo mencionan ni siquiera en charlas informales. Sólo Ucrania, Ucrania, Ucrania...

Al margen de ese nuevo orden económico mundial al que parece que avanzamos, ¿cree que la izquierda española está contribuyendo por acción u omisión a la distorsión del relato sobre Rusia y Ucrania?

Es que parece como si Rusia no fuera parte de Europa, o como si Crimea no fuera parte de Rusia. Vamos a ver, ¿quién era Catalina la Grande? Siglo XVIII, ¿quién era su ministro más eficaz, y que además fue su amante? Grigori Potemkin. ¿Qué sucedía en Crimea en el siglo XVIII? Que era la puerta de entrada a Europa de turcos y otomanos. La zarina, con Potemkin, elabora un plan para repoblar y ordenar Crimea y taponar la entrada de los turcos.

¿Y qué tiene que ver eso con la Ucrania actual? Me explico: en El acorazado Potemkin, la película de Serguéi Eisenstein de 1925, los acontecimientos tienen lugar en Odesa, la tercera ciudad de Ucrania. ¿Acaso estaba Eisenstein rodando en el extranjero una de las películas básicas sobre la revolución soviética? Más aún, la Cantata Alexander Nevsky, de Prokófiev, ¿para qué fue compuesta? Para la película de Eisenstein de 1938 sobre Alexander Nevsky, que en el siglo XIII organizó un ejército popular contra los caballeros teutones, contra los cruzados. La batalla decisiva es la batalla del Lago Peipus, por cierto muy parecida a la batalla de Azincourt que narra Shakespeare en Enrique V.

Pero sigo: ¿Dónde sucede la apoteosis de la película? ¡La entrada en Kiev! [Risas] ¡Hasta podría ponerme en plan cabrón y decir que Putin está haciendo lo que hizo Alexander Nevsky hace no sé cuántos siglos! Hay un analfabetismo tan brutal, una falta de conocimiento y de memoria histórica en los grupos dirigentes de la izquierda que a mí me entra pánico.

¿Eso se traslada a las referencias ideológicas? ¿Hay un déficit ideológico y de solidez en la construcción intelectual del discurso de la izquierda?

Sí. Desde el momento en el que el PC renunció a la lucha de clases. Es como si un científico renunciase a la teoría de la atracción de los cuerpos celestes de Newton, como si dijera que las teorías de Einstein son una carallada o si le diera miedo citar lo que explicó Max Planck sobre las funciones discontinuas, los cuantos, las leyes deterministas en la ciencia y en la física...

 ¿Se imaginan a un físico diciendo una barbaridad así? Pues hay dirigentes políticos que dicen barbaridades equivalentes, ya no sólo del PP, sino de la izquierda. Y no pasa nada. Sí, hay una cobardía intelectual pasmosa que me cabrea muchísimo y me pone los pelos de punta. ¿Dónde está la fuerza alternativa a la barbaridad que se nos viene encima? Hay miedo a decir que eres socialista, marxista, anticapitalista...

¿Pero la ciudadanía está preparada para recibir ese tipo de mensajes? Si vemos la campaña del PP en las municipales, con el 'Que te vote Txapote' , agarrándose a los apoyos de Bildu al Gobierno en el Congreso para intentar romper la campaña... Eso cala en el electorado socialista.

Porque quien debería rebatirlo no tiene credibilidad. El BNG empezó en el Parlamento de Galicia en 1985 con un diputado, que era yo. En 1989, cuando mandaron a Fraga aquí, fueron seis menos uno, el que nos robaron. En 1993 pasamos a trece, que no fueron quince por muy poco. Y en 1997 dimos el sorpasso al PSOE. ¿Cuál fue mi contribución en todo eso? Decir las cosas como ustedes dicen que la ciudadanía no está preparada para entenderlas.

Eso de que el pueblo es ignorante es falso, es un montaje de la derecha. Es cierto que ha habido un proceso de analfabetización ideológica y política de las sucesivas promociones y generaciones de quienes no vivieron el franquismo, y que no tienen antídotos contra lo que está pasando, porque nadie se lo ha explicado. Hubo una amnistía que amnistió a los asesinos, se hizo borrón y cuenta nueva con la historia, que acaba en la Guerra de Independencia.

Nada de la República ni de la historia del franquismo en la enseñanza, como si la democracia la hubieran traído Juan Carlos y Felipe González y las libertades ya estuvieran ahí. No, es al contrario. Los derechos y las libertades se conquistan, pero o se ejercen sistemáticamente o se pierden, que es lo que está pasando ahora.

 Ha dicho que la democracia está en cuestión, ¿pero lo que tenemos es de verdad una democracia plena?

El pacto de la reforma política, además de una aberración, es una traición. Fue un pacto con el franquismo. Y no es exclusivo de España, ha ido sucediendo en Occidente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. A medida que se extendía, el modelo de democracia occidental se vaciaba de contenido. Cada vez más Estados democráticos y cada vez menos democracia en el sentido filosófico de la Grecia clásica.

El mismo Aristóteles, que no era de izquierdas sino de derechas, cuando definía democracia decía que no tenía que ver con la aritmética electoral, sino con el poder del demos, en el sentido de la Atenas de Pericles. Por cierto, ¿saben quién fundó y lideró en Atenas el Partido de los Pobres, el primer partido de base equivalente a los Sans-culottes de la Francia revolucionaria? Fue Aspasia, la amante de Pericles. No entiendo por qué el feminismo no utiliza ese referente.

 Pero quiero decir que la democracia consiste en eso. Lo otro es un régimen de partidos y de elecciones libres, entre comillas. En el Estado español no tenemos una democracia. No es un régimen democrático. La Constitución es un diseño con normas democráticas, sobre todo en el Título Preliminar y en el Título Primero, que cada vez se aplican menos. Pero no es una democracia, ni siquiera una monarquía parlamentaria. Es una monarquía constitucional.

 Con la Constitución como una 'carta otorgada'.

Más bien diría que la carta otorgada son los estatutos de autonomía. Por eso en Galicia no podíamos aceptarla, porque reivindicamos el ejercicio de la soberanía popular, que somos un pueblo con identidad propia, una nación con casi doscientos años de lucha cívica. Y eso que el nacionalismo gallego nunca fue independentista, pese a que tuvo segmentos independentistas.

 Yo me pasé decenios siendo respetuoso con el régimen de la Constitución y del Estatuto, pero mi discurso siempre estuvo dirigido a trascenderlo. Tú puedes optar en las Cortes españolas, y me refiero a Podemos en 2015, 2016 y 2018, a entrar en un Gobierno. Y es cierto que se han hecho muchas cosas positivas que no se hubieran hecho si no hubiera estado Podemos. Las medidas más progresistas en defensa de la ciudadanía que hizo el Gobierno de Sánchez fueron iniciativa de Unidas Podemos con el apoyo de ERC y Bildu.

 Pero una cosa es eso y otra que renuncies a un discurso que ponga el norte a medio plazo a trascender el actual régimen político. Porque si no, la gente no sabe hacia dónde vas. Hay que hacer pedagogía, la izquierda tiene que hacer pedagogía. Siempre.

 ¿Cómo se defiende mejor eso: votando a la izquierda estatal o a los nacionalismos?

En las elecciones del 28M, ¿quién ha resistido mejor a la avalancha de la ultraderecha?

No, ¿quién resistió mejor en la izquierda a la izquierda del PSOE? En el eje de la contradicción de clase, Unidas Podemos, lo que hoy ya es Sumar, no resistió a esa ofensiva. ¿Y quién no sólo resistió, sino que incluso avanzó? EH Bildu y el BNG, en el eje nación sometida frente a Estado que somete. No hablo de Catalunya, porque es mucho más complejo después de que el Estado español desarbolara todo el independentismo, el independentismo burgués de Junts y el progre de ERC, que no es propiamente obrero ni socialista.

Quiero decir que las posiciones más rotundamente opuestas en su práctica interna, en su discurso frente al nazifascismo que viene, fueron EH Bildu y el BNG. Porque son organizaciones de izquierda, tan de izquierda como Sumar en su discurso, pero porque además defienden a pueblos que llevan siglos de lucha y que tienen memoria del franquismo. Y en el caso de Galicia, del fraguismo. El apoyo sociológico que tiene hoy el BNG es el apoyo del BNG más el apoyo del nacionalismo que no estaba en el BNG y que se pasó a él cuando Unidas Podemos reventó aquí por la traición de sus dirigentes, con el incumplimiento de los acuerdos de los que he hablado antes.

Y en Euskadi, el PNV se ha puesto de acuerdo con el PSOE y hasta con el PP para ponerle un dique de contención a EH Bildu. Significativo, ¿no? Claro que este PNV no es el de Arzalluz, Gorka Aguirre, Joseba Egibar, Markel Olano... Ese PNV era otra cosa, un partido socialcristiano. ¿Les cuento una anécdota?

Por favor.

Cuando tras las elecciones autonómicas de 1997 el nacionalismo gallego empezó a cotizarse fuera, empezó nuestra relación con el PNV. La primera vez que nos reunimos fue en Bilbo, en Sabinetxea, la sede del PNV. Acudimos una delegación del BNG en la que había representantes de la UPG, Pilar García Negro y Francisco García. Nos fuimos a comer y al volver, Arzalluz, que no había estado por la mañana, estaba en la sala.

 Su recibimiento fue más o menos así: "¿Qué, qué tal os han dado de comer estos chicos? Porque si volvéis a Galicia diciendo que somos unos meapilas, no pasa nada. Pero si volvéis diciendo que no os dimos bien de comer, es una ofensa nacional" [risas]. Arzalluz era otra cosa. En el año 98, en el tiempo de Galeuscat [Galeuscat-Pueblos de Europa], nos hicimos muy amigos, de mucha confianza. Mi pareja, Aurichu [la pintora Aurora Pereira] y yo, incluso estuvimos en reuniones del Euskadi Buru Batzar [Comisión Central de Euskadi, el órgano ejecutivo nacional del PNV].

 Arzalluz llegó a decirme que el pacto con Aznar en 1996 había sido un error histórico. Y también que fue Pujol quien les arrastró a ese pacto. Luego Pujol me dijo en una ocasión que tras las elecciones de ese año [en las que el PP ganó sin mayoría absoluta con 156 escaños frente a los 141 del PSOE] había llamado inmediatamente a Felipe González para decirle que CiU estaba dispuesta a renovar de inmediato el pacto de Gobierno del 93, y que sólo haría falta que negociasen también con Izquierda Unida para tener mayoría frente al PP de Aznar. La respuesta de González fue que no, que tenían que pactar con Aznar. Y Pujol arrastró al PNV.

 ¿Fue porque González no quería gobernar sin ser la lista más votada?

No, fue porque Felipe González era un sectario anticomunista. Yo le conocí muy bien entre 1974 y 1976, lo que duró la Conferencia Socialista Ibérica. Después creamos la Federación de Partidos Socialistas del Estado Español, pero empezaron a sobornarlos uno a uno. Los únicos que no nos dejamos sobornar fuimos el Partido Socialista Galego (PSG), los únicos que no pactamos con el PSOE.

 ¿Sería factible repetir algo similar a Galeuscat, aquella alianza entre el PNV, CiU y BNG que lideraban Arzalluz, Pujol y usted, cuando las tres eran hegemónicas en los movimientos nacionalistas de Euskadi, Catalunya y Galicia? ¿Serviría para combatir esa oleada ultraderechista de la que habla?

 Sí, pero no sería suficiente. Las izquierdas españolas de audiencia estatal tendrían que asumir en la practica lo que declaran verbalmente: que Galicia, Euskadi y Catalunya somos pueblos con historia propia, naciones con derecho a la autodeterminación. Si asumieran eso no habría independentismos porque todos somos pactistas en ese horizonte. Lo sé muy bien porque lo he vivido desde los años sesenta como responsable de asuntos externos del PSG.

 Que lo hagan en la práctica y no sólo verbalmente es la clave para parar al fascismo y trascender este régimen. Pero no hay síntomas de que estén dispuestos a hacerlo. ¿Qué acaba de pasar en los ayuntamientos? ¡Parece que no se enteran! El PSOE está renunciando a gobernar en coalición con los nacionalismos de izquierda. ¿Pero es que sois idiotas, no sabéis lo que se os viene encima? Es una ceguera total. ¿Después de la hostia que se han llevado no son conscientes de que hay que levantar baluartes, y no primar las cuestiones de partido sobre la defensa contra ese enemigo común?

 Hacen como la SPD alemana, que en 1933, después de la quema del Reichstag, votó a favor de que se expulsara a los ochenta y tantos diputados del Partido Comunista. Y después, ¿qué pasó? Por eso digo que estamos en una situación análoga a la República de Weimar y a la República española.

 Esta conversación deja un poco el ánimo por los suelos.

Es el pesimismo de la razón, como decía Gramsci. Pero yo nunca cedí a la tentación de tenerle miedo a la realidad. Y hay mucho miedo a la realidad en la izquierda, a analizarla y ver que es terrible. Porque frente al pesimismo de la razón está el optimismo de la voluntad. La izquierda no puede lograr las energías necesarias para enfrentarse a los brutales enemigos que tiene si no hace dos cosas: primero una cura de humildad y, en segundo lugar, explorar la realidad, reconocer que es terrible y, a partir de ahí, buscar las fórmulas y las energías para enfrentarse a ella.

 Pero parece que en el mes que les queda para las generales ya no les va a dar tiempo...

Es que no están dispuestos a hacerlo. Pese a todo, yo no pierdo la esperanza de que se consiga activar parte del voto de la izquierda que se abstiene, aunque sólo sea para que haya una alternativa electoral que una a todo ese caleidoscopio de grupos de izquierda, si son capaces de hacer el discurso adecuado y darle credibilidad en la práctica.

¿Y cree que Sumar puede tener esa capacidad?

Sí, porque son inteligentes. Que sean miopes no significa que sean tontos, sólo que necesitan las lentes adecuadas. Confío en que se den cuenta de que no sólo se están jugando su propia piel, sino la de la gente del común. Empezando por la más intoxicada y alienada. Alienación, otro término que la izquierda ya no utiliza y que resulta fundamental para entender y explicar muchas cosas.

¿Y usted qué cree que puede pasar?

 Pues a lo mejor que ocurre la catástrofe. Y quizá entonces la gente se dará cuenta de que o se pone en modo combate o sucederá aquello del ensayo de Camus Ni víctimas ni verdugos. Llegará un momento en que no quedará otro remedio que ser víctima o colaborar con tus propios verdugos. Un ejemplo: cuando en la pasada campaña Ayuso salió con aquello de que en las listas de Bildu había candidatos condenados por ETA, habría que haberle dicho: "Oiga, usted es una asesina en serie, mató a siete mil personas desvalidas, ancianas, que son más de diez veces los muertos de ETA en toda su historia. Y está apoyando a quienes están matando a mujeres todos los días, cientos de ellas al año". Pero lo que la izquierda respondió fue que si ETA ya no existe, que si Bildu ha renunciado a no sé qué... Que no es eso, coño.

Feijóo es un cipayo, tartufo, felón, ignaro y fascista. En Madrid pensaban que era un moderado y que como nosotros, en Galicia, somos de provincias, no nos enteramos de lo que pasa. Ni siquiera parte de la izquierda sabía quién era. Y a mi edad digo: ¿cómo es posible? Verán, hay dos contravalores o antivalores que están en la base de la ideología y la cosmovisión del nazifascismo. Uno es la xenofobia y otro el nihilismo. Y me preocupa que la gente se quede con el diagnóstico que hago de la situación en vez de quedarse con lo que digo sobre lo que hay que enmendar y corregir para enfrentarla. Porque eso conduce al nihilismo, es el caldo de cultivo del nazismo y del fascismo.

Hay un fenomenal ensayo sobre eso, A violencia excedente, de Francisco Sampedro, el catedrático de Filosofía. La xenofobia es la negación de la alteridad, no pueden soportar que haya alguien distinto a ellos. Es lo que ocurre con el chauvinismo español. Yo estuve en Madrid del 60 al 63, para hacer mi tesis, vivía en el colegio mayor César Carlos y fui muy amigo del cura Aguirre [Jesús Aguirre, duque consorte de Alba]. Salíamos, me presentaban a gente y me preguntaban: "¿De dónde eres?". "Soy gallego", respondía yo. "¡Ah, español, claro!". Esa es la incomprensión de la alteridad: no, no eres gallego, eres español, a cojones.

 Yo estoy dispuesto a ser ciudadano del Estado español, y ciudadano europeo, pero a condición de que cuando digo que soy gallego nadie me responda que, no que soy español. No. Entonces váyase usted a la mierda, quédese con su España y que le den la independencia a Madrid: "Toma, Ayuso, todo para ti. Ahí te quedas".

Xosé Manuel Beiras: "Vox emerge porque al gran capital ya no le sirven las reglas del juego" | Público (publico.es)

jueves, 22 de junio de 2023

Occidente ataca a Jürgen Habermas

 Occidente la saca tarjeta roja a Jürgen Habermas

 Por Atilio A. Boron | 22/06/2023 | Europa

 Fuentes: Página/12

 Jürgen Habermas, el mayor filósofo vivo de Alemania y seguramente de Europa, es una de las nuevas víctimas de la guerra en Ucrania y también una muestra de los alcances del clima político intolerante y autoritario imperante en su país. En efecto, bastó que publicara un muy cauteloso artículo sugiriendo que el gobierno alemán debía promover la apertura de negociaciones con Moscú tendientes a poner punto final a los horrores de la guerra -repito: negociaciones, no una rendición incondicional de Ucrania- para que la rusofobia y el espíritu de la Guerra Fría cultivado con esmero por los corruptos generalotes de la OTAN, los opulentos burócratas de la Unión Europea y los grandes medios de comunicación y la dirigencia política alemana removieran por completo la voz del filósofo del “espacio público”, esa engañosa entidad que fuera objeto de largos años de reflexión habermasiana. *

 Desde mediados de febrero nada se sabe de él, condenado al ostracismo por lo que aparentemente es un pecado imperdonable: su mesurada crítica al belicismo que se ha apoderado del gobierno alemán y que es alimentado sin cesar por Washington.

 En su alegato en favor de la negociación en Ucrania (así se denomina su artículo) Habermas califica en duros términos a Vladimir Putin por su violación de la legalidad internacional. Su análisis de la guerra omite por completo el examen de la génesis del conflicto: la decisión de Estados Unidos y los gobiernos europeos que hoy conforman su indigno protectorado de desplazar las tropas y equipos de la OTAN hacia las fronteras de Rusia. Omite también en su nota discurrir sobre el legítimo derecho a la seguridad nacional que le cabe a este país, periódicamente invadido por sus voraces vecinos entre los cuales los propios alemanes. Lo mismo hace en relación a las consecuencias del golpe de estado abiertamente patrocinado por la Administración Obama en 2014 que terminó por instalar en el gobierno a una coalición virulentamente rusofóbica -que hoy reivindica y abraza abiertamente al nazismo- y que no dejó ni un solo día de atacar con artillería pesada a las regiones donde habita la minoría rusófona del sur de Ucrania.

 Tampoco incluye Habermas en su alegato referencia alguna a los documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos que, desde comienzos de 1992, recomiendan acosar a Rusia con todo tipo de sanciones para impedir a cualquier precio la concreción de un acuerdo Moscú-Berlín-París que habría cimentado la construcción de una Europa autónoma en materia económica y militar. Mucho menos se refiere al infame documento de la Corporación Rand, un discreto think tank del Pentágono, de febrero del 2019 en el cual se recomienda la instalación de armas letales en la frontera entre Ucrania y Rusia para provocar una respuesta militar de Moscú además de toda una parafernalia de sanciones destinadas a “sobre-extender y desequilibrar a Rusia”. En pocas palabras, Habermas no parece haber comprendido en su exhortación que lo que hay es una guerra que Estados Unidos y sus aliados europeos están librando contra Rusia, y que para comodidad y seguridad de Washington se libra bien lejos, en Ucrania.

 Lo anterior no ha sido dicho para descalificar por completo la actitud de Habermas -mucho más digna que la de buena parte de la intelectualidad progresista o de izquierda europea, ganada por el “otanismo”- sino para subrayar que la involución autoritaria que hoy padece Alemania y buena parte de Europa hace que baste un muy cauteloso llamado a la cordura y la negociación (como también lo vienen haciendo personajes tan disímiles como Noam Chomsky y Henry Kissinger) para que, en el enrarecido clima ideológico prevaleciente, se condene al ilustre filósofo al ostracismo. La “caza de brujas” y la censura practicada sin anestesia contra quienes se oponen a la guerra y a la alocada escalada militar que promueve Washington crece día a día y cobra cada vez más víctimas. Recordemos esta enseñanza de la historia: en el marco de un capitalismo crecientemente fascistizado, toda disidencia se convierte en una imperdonable herejía.

 

* Este artículo fue publicado en Süddeutsche Zeitung, 15/2/2023. Pocos días después fue reproducido en castellano por la revista Nueva Sociedad, accesible en

 

 https://nuso.org/articulo/guerra-ucrania-habermas-occidente-rusia-putin/

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/560067-occidente-la-saca-tarjeta-roja-a-jurgen-habermas

 


lunes, 19 de junio de 2023

El golpe USA en el Maidan.

 Evidencia de golpe respaldado por Estados Unidos en Kiev

 

 29/12/2022

 

NewsGuard le dio a Consortium News una marca roja por "publicar contenido falso" sobre Ucrania, incluido que hubo un golpe respaldado por Estados Unidos en Kiev en 2014. Aquí está la prueba detallada de CN.

 Por Joe Lauria

Especial para Consortium News

 NewsGuard, la agencia de calificación de medios, alega que Consortium News ha publicado "contenido falso" al informar que hubo un golpe respaldado por Estados Unidos en Ucrania en 2014 y que los neonazis tienen una influencia significativa en el país.

 NewsGuard discrepó con:

 "Artículo de febrero de 2022 'Ucrania: Guías para la reflexión', [que] afirmaba: 'Por lo tanto, la inflación del comportamiento ruso en Ucrania (donde Washington organizó un golpe contra un gobierno elegido democráticamente porque no nos gustaba su complexión política) ...'.

 Luego escribió:

 "Estados Unidos apoyó la revolución de Maidan que derrocó al entonces presidente de Ucrania, Viktor Yanikovych (sic) en 2014, incluida una visita de John McCain a Kiev en diciembre de 2013 en apoyo de los manifestantes, pero no hay evidencia de que Estados Unidos 'organicó' un 'golpe'. En cambio, tiene las marcas de un levantamiento popular, precipitado por protestas ampliamente cubiertas contra la decisión de Yanukovich de suspender los preparativos para la firma de un acuerdo de asociación y libre comercio con la Unión Europea".

 Viktor Yanukovich fue elegido democráticamente como presidente de Ucrania en 2010 en una elección certificada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, un hecho no mencionado en los escritos de NewsGuard sobre el cambio de gobierno en Ucrania. A pesar de que Yanukovich aceptó un acuerdo político de la UE y elecciones anticipadas, la violencia lo obligó a huir de la capital el 21 de febrero de 2014. Informando que el Sector Derecho neonazi estaba a la vanguardia del derrocamiento violento, The New York Times (cheque verde NewsGuard) escribió ese mismo día:

 Dmytro Yarosh, el líder de Sector Derecho, una coalición de grupos nacionalistas de línea dura, reaccionó desafiante a las noticias del acuerdo, provocando más vítores de la multitud.

 "Los acuerdos alcanzados no corresponden a nuestras aspiraciones", dijo. "Sector Derecho no depondrá las armas. Sector Derecho no levantará el bloqueo de un solo edificio administrativo hasta que se cumpla nuestra principal demanda: la renuncia de Yanukovich". Agregó que él y sus partidarios estaban "listos para asumir la responsabilidad del desarrollo posterior de la revolución". La multitud gritó: "¡Bien! ¡Bien!'

 Un estudio sobre la violencia utilizada para derrocar al gobierno, realizado por el profesor Serhiy Kudelia, politólogo de la Universidad de Baylor, dice que el derrocamiento tuvo éxito debido a "la incrustación de grupos violentos" en una protesta no violenta. La violencia comenzó el 1 de diciembre de 2013 cuando estos grupos violentos atacaron a la policía con "cadenas de hierro, bengalas, piedras y bombas de gasolina" e intentaron embestir una excavadora a través de las líneas policiales. La policía se defendió brutalmente ese día.

 Como el International Business Times (IBT) (cheque verde) escribió sobre estos grupos en ese momento:

 "Según un miembro de la antifascista Unión Ucrania, un grupo que monitorea y lucha contra el fascismo en Ucrania, 'Hay muchos nacionalistas aquí [EuroMaidan], incluidos los nazis. Vinieron de toda Ucrania, y representan alrededor del 30% de los manifestantes.

 Diferentes grupos [de anarquistas] se reunieron para una reunión sobre el Maidan. Mientras se reunían, un grupo de nazis vino en un grupo más grande, tenían hachas y bates de béisbol y palos, cascos, dijeron que era su territorio. Llamaban a los anarquistas cosas como judíos, negros, comunistas. Ni siquiera había comunistas, eso era solo un insulto. Los anarquistas no esperaban esto y se fueron. Las personas con otros puntos de vista políticos no pueden quedarse en ciertos lugares, no son toleradas", continuó un miembro del grupo.

 La violencia de los grupos de extrema derecha fue evidentemente tolerada por el senador John McCain, quien expresó su apoyo al levantamiento dirigiéndose a la multitud de Maidan más tarde ese mes. La secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland y el entonces embajador de Estados Unidos Geoffrey Pyatt visitaron la plaza después de que estallara la violencia.

 El relato de NewsGuard de los eventos del 21 de febrero de 2014 dice que a pesar de que Yanukovich aceptó las elecciones anticipadas, "manifestantes enojados exigieron la renuncia inmediata de Yanukovich", y huyó ese día después de que "cientos de policías que custodiaban edificios gubernamentales abandonaron sus puestos". NewsGuard luego dice que "los manifestantes tomaron el control de varios edificios gubernamentales al día siguiente".

 Edificios gubernamentales incautados

 Los manifestantes ocuparon el Ayuntamiento de Kiev, repleto de banderas confederadas. (YouTube)

 Pero los manifestantes ya habían tomado edificios gubernamentales ya en diciembre de 2013. El 24 de enero, manifestantes irrumpieron en el edificio del Ministerio de Agricultura en Kiev y lo ocuparon. El mismo día se levantaron barricadas cerca de la sede presidencial. También se han ocupado edificios gubernamentales en el oeste del país. The Guardian (cheque verde) informó el 24 de enero:

"Hubo acontecimientos dramáticos en el oeste del país el jueves, cuando cientos de personas entraron por la fuerza en la oficina del gobernador regional en la ciudad de Lviv, y lo obligaron a firmar una carta de renuncia. Oleh Salo, designado por Yanukovich en una ciudad donde el apoyo al presidente es de un solo dígito, dijo más tarde que firmó la carta bajo coacción y que rescindía su renuncia.

 Miles de personas también irrumpieron en la sede de la administración regional en Rivne el jueves, derribando puertas y exigiendo la liberación de las personas detenidas en los disturbios allí, informó la agencia de noticias Unian. En la ciudad de Cherkasy, a 125 millas al sur de Kiev, unos 1.000 manifestantes tomaron los dos primeros pisos del edificio principal de la administración y encendieron fuegos fuera del edificio.

 Una acción similar tuvo lugar en Ternopil, Ivano-Frankivsk y Khmelnytsky en el oeste y centro de Ucrania, así como en partes del noreste, dijo el Partido de las Regiones.

 Los manifestantes habían comenzado a ocupar el Ayuntamiento de Kiev en diciembre, con un retrato del líder fascista de la Segunda Guerra Mundial de Ucrania, Stepan Bandera, colgando de las vigas. En la noche del 21 de febrero, el líder del Sector Derecho neofascista, Andriy Parubiy, anunció que la Rada Suprema (parlamento), la Administración Presidencial, el Gabinete de Ministros y el Ministerio del Interior habían quedado bajo el control de los manifestantes.

 Por lo tanto, NewsGuard ha publicado "contenido falso" al informar que los edificios gubernamentales fueron ocupados el día después de que Yanukovich huyera de la capital. Debe imprimir una corrección.

 El día después de que Yanukovich huyera, la Rada votó sin la presencia del partido de Yanukovich, el más grande del país, para destituirlo después del hecho de su violento derrocamiento. NewsGuard omitió el hecho clave de que el voto de destitución estaba manchado por la ausencia del partido de Yanukovich y que el juicio político se volvió en gran medida irrelevante después de que la violencia lo obligó a huir de la capital.

 Los líderes elegidos democráticamente son destituidos por derrota electoral, juicio político o votos de no confianza, no por violencia. NewsGuard escribe que "cientos de policías que custodiaban edificios gubernamentales abandonaron sus puestos" el día en que Yanukovich fue expulsado, pero no dice por qué. Como informa la revista Jacobin (NewsGuard green check):

 "Independientemente de lo que uno piense de las protestas de Maidan, la creciente violencia de los involucrados fue clave para su victoria final. En respuesta a una brutal represión policial, los manifestantes comenzaron a luchar con cadenas, palos, piedras, cócteles molotov, incluso una excavadora y, finalmente, armas de fuego, todo lo cual culminó en lo que fue efectivamente una batalla armada en febrero, que dejó trece policías y casi cincuenta manifestantes muertos. La policía 'ya no podía defenderse' de los ataques de los manifestantes", escribe el politólogo Sergiy Kudelia, lo que los hace retroceder y precipita la salida de Yanukovich.

 NewsGuard llama a los eventos una "revolución", sin embargo, las revoluciones en la historia han sido típicamente contra monarcas o dictadores, no contra líderes elegidos democráticamente. Por ejemplo, la Revolución Americana de 1776, la Revolución Francesa de 1789, la Revolución Rusa de 1917, la Revolución Egipcia de 1952, la Revolución iraní de 1979 y muchas otras estaban en contra de los monarcas. Los golpes de Estado han sido contra líderes electos y no electos. Las revoluciones cambian los sistemas políticos, generalmente de monarquías a repúblicas. El sistema político de Ucrania no cambió, sólo su líder.

 Como lector, Adrian E.. comentado a continuación en este artículo:

 "Cuando un movimiento que es apoyado por aproximadamente la mitad de la población y opuesto por aproximadamente la mitad de la población derroca violentamente a un gobierno elegido democráticamente, esto puede recibir diferentes nombres (por ejemplo, golpe), pero ciertamente no es una "revolución popular".

 El movimiento Maydan nunca fue apoyado por más de la mitad de la población ucraniana. Fue apoyado por una gran mayoría en el oeste de Ucrania, por muy pocas personas en el este y el sur del país, con personas más equitativamente divididas en el centro / norte. Claramente, este no era un caso de un gobierno que había perdido el apoyo público hasta tal punto que había un consenso general de que debía renunciar. Fue el caso de un campo político que representaba a aproximadamente la mitad del país que había perdido las últimas elecciones imponiendo su voluntad con una violencia brutal y mortal".Desde cualquier punto de vista, el derrocamiento de Yanukovich fue un cambio inconstitucional en el gobierno. Su "juicio político" sin su partido presente en la votación se produjo después de que los edificios gubernamentales habían sido tomados y después de que la violencia lo expulsara de la capital.

 

Evidencia circunstancial

 McCain dirigiéndose a la multitud en Kiev, 15 de diciembre de 2013. (Senado de los Estados Unidos/Oficina de Chris Murphy/Wikimedia Commons)  ver abajo en el enlace

 En su versión de estos hechos, NewsGuard sólo se refiere a la evidencia circunstancial del golpe, interpretándolo como el "apoyo" de Estados Unidos a una "revolución" contra un presidente elegido democráticamente.

 NewsGuard no señala que McCain, el senador Christopher Murphy (D-CT) y Nuland aparecieron en el escenario en el Maidan con Oleh Tyahnybok, líder del Partido Svoboda neofascista, anteriormente conocido como el Partido Nacional Social.

 NewsGuard no considera cómo se verían tales eventos en los Estados Unidos si un alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, dos importantes legisladores rusos y el embajador de Rusia en los Estados Unidos aparecieran en el escenario con un líder estadounidense de extrema derecha para dirigirse a una multitud en el Washington Mall que busca derrocar a un presidente electo de los Estados Unidos. Si ese presidente fuera derrocado violentamente, ¿pensarían los estadounidenses que fue un golpe respaldado por Rusia?

NewsGuard discute el discurso de Nuland en 2013 en el que reveló que desde 1991 Estados Unidos había gastado $ 5 mil millones para ayudar a lograr las "aspiraciones" de Ucrania. Lo que no señala es que las aspiraciones de Estados Unidos eran volver a Ucrania hacia Occidente y alejarse de Rusia. Y Estados Unidos tenía trabajo que hacer.

 En una encuesta de 2008, 17 años después de que comenzara este esfuerzo estadounidense, y el año en que Estados Unidos dijo que Ucrania algún día se uniría a la OTAN, el 50 por ciento de los ucranianos en realidad se opuso a la membresía de la OTAN contra solo el 24,3 por ciento que la favoreció. Una encuesta de Gallup de 2010 mostró que el 40 por ciento de los ucranianos veían a la OTAN más como una amenaza que como un protector. Solo el 17 por ciento tenía la opinión opuesta. Así que construir la sociedad civil a través de ONG financiadas por Estados Unidos para favorecer a Occidente fue el desafío de Estados Unidos.

 NewsGuard no menciona que parte de los $ 5 mil millones que Estados Unidos gastó fue para ayudar a organizar protestas. Había una genuina insatisfacción popular con Yanukovich que la NED alimentó y entrenó. Jacobin informó sobre los eventos de 2014:

 "Los funcionarios estadounidenses, descontentos con el acuerdo de la UE hundido, vieron una oportunidad similar en las protestas de Maidan. Apenas dos meses antes de que estallaran, el entonces presidente de la NED, señalando el alcance europeo de Yanukovich, escribió que "las oportunidades son considerables, y hay formas importantes en que Washington podría ayudar".

 En la práctica, esto significó financiar grupos como New Citizen, que según el Financial Times "jugó un papel importante en la puesta en marcha de la protesta", liderada por una figura de la oposición pro-UE. El periodista Mark Ames descubrió que la organización había recibido cientos de miles de dólares de iniciativas de promoción de la democracia en Estados Unidos.

 Escribiendo en Consortium News seis días después del derrocamiento de Yanukovich, Parry informó que durante el año anterior, la Fundación Nacional para la Democracia (NED), que financia a ONG en países que Estados Unidos apunta para el cambio de régimen, había financiado 65 proyectos en Ucrania por un total de más de $ 20 millones. Parry lo llamó "una estructura política en la sombra de los medios de comunicación y grupos activistas que podría desplegarse para provocar disturbios cuando el gobierno ucraniano no actuó como se deseaba".

 La NED, el 25 de febrero, el día después de la invasión rusa, eliminó todos los proyectos en Ucrania que financiaba, que están archivados aquí. La NED se inmiscuyó en la política ucraniana en 2004 en la llamada Revolución Naranja. El Washington Post (cheque verde) escribió en 1991 que lo que la CIA una vez hizo en secreto -desestabilizar y derrocar regímenes- la NED ahora lo estaba haciendo abiertamente.

 Los golpes de estado dirigidos por la CIA o la NED nunca están hechos de tela entera. Estados Unidos trabaja con movimientos de oposición genuinos dentro de un país, a veces levantamientos populares, para financiarlos, entrenarlos y dirigirlos. Estados Unidos tiene una larga historia de derrocamiento de gobiernos extranjeros, los ejemplos más infames son Irán en 1953, Guatemala en 1954 y Chile en 1973.

 En septiembre de 2013, antes de que comenzara el levantamiento de Maidan, el jefe de la NED Carl Gerhsman llamó a Ucrania "el mayor premio" en un artículo de opinión del Washington Post, y advirtió que "los rusos también enfrentan una elección, y Putin puede encontrarse en el lado perdedor no solo en el extranjero cercano sino dentro de la propia Rusia".

 En 2016 dijo que la NED ha estado involucrada en Ucrania desde la década de 1980 y elogió el "derrocamiento de Yanukovich".

 Cinta Nuland-Pyatt omitida

 Lo más significativo es que el intento de NewsGuard de refutar la participación de Estados Unidos en el golpe omite la llamada telefónica interceptada y filtrada en 2014 entre Nuland y Pyatt, el entonces embajador de Estados Unidos en Ucrania, en la que los dos discuten quién formará el nuevo gobierno semanas antes de que Yanukovich fuera derrocado.

 En la cinta filtrada, Nuland y Pyatt hablan de "midwifing" un nuevo gobierno; El papel del vicepresidente Joe Biden y la organización de reuniones con políticos ucranianos para que esto suceda. Nuland dice que el primer ministro debería ser Arseniy Yatsenyuk, y de hecho se convirtió en primer ministro después del golpe.

 En ese momento, la BBC (cheque verde) escribió sobre la filtración: "Estados Unidos dice que está trabajando con todas las partes en la crisis para llegar a una solución pacífica, señalando que 'en última instancia, depende del pueblo ucraniano decidir su futuro'. Sin embargo, esta transcripción sugiere que Estados Unidos tiene ideas muy claras sobre cuál debería ser el resultado y se esfuerza por lograr estos objetivos".

 El Departamento de Estado de Estados Unidos nunca negó la autenticidad del video, e incluso emitió una disculpa a la Unión Europea después de que se escuchara a Nuland en la cinta diciendo: "A la mierda la UE". Los principales medios de comunicación en ese momento se centraron casi exclusivamente en ese comentario fuera de color como una distracción de la mayor importancia de la interferencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Ucrania.

 ¿Por qué Nuland dijo: "A la mierda la UE"? En el momento en que lo dijo, Francia, Alemania y Polonia estaban trabajando para la UE en un acuerdo político con Rusia a la crisis de Maidan que dejaría a Yanukovich en el poder.

 De hecho, la UE negoció un acuerdo con Yanukovich, quien aceptó elecciones anticipadas para diciembre de 2014, una restauración de la Constitución de 2004 y una amnistía para todos los manifestantes, despejando el camino para que nadie sea responsabilizado por el violento derrocamiento. Yanukovich anunció el acuerdo, con funcionarios de la UE a su lado en Kiev, el 21 de febrero de 2014. Más tarde ese día fue expulsado violentamente del poder.

 Dejar el papel histórico de la NED y la conversación esencial Nuland-Pyatt fuera de sus informes es una omisión de evidencia por parte de NewsGuard, típica de los medios corporativos. Omitir elementos cruciales de una historia cambia su significado y, en este caso, socava el relato de NewsGuard de los eventos de 2014.

 Este es un excelente ejemplo de por qué Parry comenzó Consortium News: para informar sobre información crucial que los medios corporativos a veces omiten intencional y engañosamente para cambiar el significado de una historia. NewsGuard debería corregir su historia sobre el golpe, no Consortium News. NewsGuard invita a los lectores a solicitar correcciones enviándoles un correo electrónico a corrections@newsguardtech.com.

 Razones probables para el golpe

 Estados Unidos permitió la reelección de Yeltsin en 1996.

 Wall Street y Washington barrieron después de la caída de la Unión Soviética en 1991 bajo un flexible Boris Yeltsin (quien recibió ayuda directa de Estados Unidos para ganar la reelección en 1996) para despojar de activos a las industrias anteriormente estatales, enriquecerse a sí mismos y a una nueva clase de oligarcas y empobrecer al antiguo pueblo soviético.

 La ascensión de Vladimir Putin al poder en la víspera de Año Nuevo de 1999 comenzó gradualmente a frenar la influencia de Estados Unidos en la Rusia postsoviética, especialmente después del discurso de Putin en la Conferencia de Seguridad de Munich de 2007, en el que criticó la agresión unilateral de Estados Unidos, especialmente en Irak.

 

Finalmente, Putin restauró la soberanía sobre gran parte de la economía rusa, volviendo a Washington y Wall Street en su contra. (Como el presidente Joe Biden ha dejado claro en más de una ocasión, el objetivo de Estados Unidos es derrocarlo).

 

En su libro de 1997, The Grand Chessboard: American Primacy and Its Geostrategic Imperatives, el ex asesor de seguridad nacional de Estados Unidos ZbigniewBrzezinski escribió:

 "Ucrania, un espacio nuevo e importante en el tablero de ajedrez euroasiático, es un pivote geopolítico porque su propia existencia como país independiente ayuda a transformar Rusia. Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático. Rusia sin Ucrania todavía puede luchar por el estatus imperial, pero entonces se convertiría en un estado imperial predominantemente asiático".

 Por lo tanto, la "primacía" de Estados Unidos, o el dominio mundial, que todavía impulsa a Washington, no es posible sin el control de Eurasia, como argumentó Brzezinski, y eso no es posible sin el control de Ucrania expulsando a Rusia (toma de control de Ucrania por parte de Estados Unidos en el golpe de 2014) y dominando Moscú como lo hizo cuando esto se escribió en la década de 1990.

 La profunda participación occidental en la política y la economía ucranianas nunca terminó desde esos primeros días postsoviéticos. Cuando Yanukovich actuó legalmente (la Rada lo autorizó) para rechazar el acuerdo de asociación de la Unión Europea en favor de un paquete económico ruso en mejores términos, amenazó con reducir la participación económica occidental. Yanukovich se convirtió en un hombre marcado.

 Yanukovich ya había hecho del ruso un idioma oficial, había rechazado la membresía de la OTAN y había revertido el movimiento de su predecesor pro-occidental para glorificar a los colaboradores nazis. El predecesor de Yanukovich, el presidente Viktor Yuschenko, había convertido al líder fascista de la Segunda Guerra Mundial de Ucrania, Stepan Bandera, en un "Héroe de Ucrania".

 Hubo una genuina insatisfacción popular entre la mayoría de los ucranianos occidentales con Yanukovich, que se intensificó y se volvió violenta después de que rechazó el acuerdo de la UE. En cuestión de meses fue derrocado.

 Después del golpe

 El gobierno instalado por Estados Unidos en Kiev prohibió los partidos políticos, incluido el Partido Comunista, y despojó al ruso como idioma oficial. El Partido de las Regiones de Yanukovich fue prohibido en varios óblasts y finalmente colapsó. Un ciudadano estadounidense se convirtió en ministro de finanzas y el vicepresidente Joe Biden se convirtió en el virtual virrey de Barack Obama en Ucrania.

 Han surgido videos de Biden dando instrucciones al presidente nominal en ese momento, Petro Poroshenko. Por su propia admisión, Biden forzó la renuncia de Viktor Shokin, el fiscal general de Ucrania.

Shokin testificó bajo juramento que estaba a punto de investigar a Burisma Holdings, la compañía en la que el hijo del vicepresidente recibió una lucrativa membresía en la junta pocos meses después del golpe respaldado por Estados Unidos.

 Biden, otros funcionarios estadounidenses y los medios de comunicación en ese momento mintieron diciendo que Shokin fue destituido porque era corrupto. Los memorandos del Departamento de Estado publicados este año y publicados por Just the News (cheque verde) en realidad elogian a Shokin por su trabajo anticorrupción. La cuestión de si el líder de una nación extranjera tiene derecho a destituir al fiscal de otro país fue enterrada.

 Ocho días después de que casi 50 manifestantes contra el golpe en Odessa fueran quemados vivos el 2 de mayo de 2014 por contramanifestantes de extrema derecha dominados por el Sector Derecho, las provincias golpistas de Luhansk y Donetsk en la región de Donbass declararon su independencia de Ucrania. Rusia comenzó a ayudarlos y, después de una visita a Kiev del entonces director de la CIA, John Brennan, Poroshenko lanzó una guerra contra los separatistas que duró ocho años, matando a miles de civiles, hasta que Rusia intervino en el conflicto civil en febrero.

 Después del golpe, la OTAN comenzó a armar, entrenar y realizar ejercicios con el ejército ucraniano, convirtiéndolo en un miembro de facto de la OTAN. Estos no eran solo los intereses de una parte de Ucrania a los que se servía, sino los de poderosos actores extranjeros. Era similar a una toma colonial de un país al estilo del siglo 19.

 

Joe Lauria es editor en jefe de Consortium News y ex corresponsal de la ONU para elWall Street Journal, Boston Globe y muchos otros periódicos, incluidos The Montreal Gazette y The Star of Johannesburg. Fue reportero de investigación para el Sunday Times de Londres, reportero financiero para Bloomberg News y comenzó su trabajo profesional como corresponsal de 19 años para The New York Times. Puede ser contactado en joelauria@consortiumnews.com y seguido en Twitter @

Fuente  https://consortiumnews.com/2022/12/29/evidence-of-us-backed-coup-in-kiev/

  y VER 

 https://consortiumnews.com/2022/12/29/on-the-influence-of-neo-nazism-in-ukraine/


sábado, 17 de junio de 2023

¿Quiénes son los fascistas? .

 Entrevista al historiador italiano Emilio Gentile

¿Quiénes son los fascistas?

 

Por Mariano Schuster

 

El debate sobre el fascismo está cada vez más presente en la arena pública. ¿Ha vuelto el fascismo? ¿Nunca se fue y existe un fascismo eterno? En esta entrevista, Emilio Gentile, una referencia en los estudios del fascismo italiano, vuelve sobre ese régimen y sobre el papel que tuvo en él el propio Benito Mussolini.

 

En un contexto político internacional en el que emergen extremas derechas, regímenes iliberales y gobiernos autoritarios, la palabra «fascismo» ha vuelto a estar a la orden del día. Hay quienes definen como «fascistas» a Donald Trump, Víktor Orbán, Marine Le Pen, Giorgia Meloni y Santiago Abascal, y quienes se refieren a un «retorno del fascismo» para explicar las oposiciones conservadoras a las agendas feministas y de los colectivos de diversidad sexual. La situación va incluso más allá: la palabra es utilizada también para acusar a izquierdas autoritarias, a movimientos y grupos religiosos y hasta para definir actitudes genéricamente «antiliberales». El concepto se ha transformado, en definitiva, en un arma arrojadiza que adversarios políticos e ideológicos se endilgan entre sí. Pero ¿qué fue realmente el fascismo? ¿Cuáles fueron sus características? ¿Qué diferencia a las extremas derechas actuales de esa experiencia?

Sigue….

 

https://nuso.org/articulo/entrevista-emilio-gentile-fascismo/

 y ver   

  https://www.eldiario.es/internacional/enzo-traverso-hay-derecha-radical-subversiva-evolucionar-fascismo-siglo-xxi_128_10288298.html


 

viernes, 16 de junio de 2023

El nuevo Consenso de Washington.

 ¿Cuál es la nueva estrategia económica estadounidense para salvar su imperio?

 Por Michael Roberts | 16/06/2023 |  

 La economía moderna del lado de la oferta y el Nuevo Consenso de Washington son modelos, no para mejorar las economías y el medio ambiente en el mundo, sino es la nueva estrategia global para sostener el capitalismo estadounidense en casa y el imperialismo estadounidense en el extranjero.

 El mes pasado, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, describió la política económica internacional de la administración estadounidense.  Fue un discurso fundamental, porque Sullivan explicó lo que se llama el Nuevo Consenso de Washington sobre la política exterior de Estados Unidos.

 El Consenso de Washington original fue un conjunto de diez prescripciones de política económica que constituían el paquete de reformas “estándar” promovido por  instituciones con sede en Washington, DC, como el FMI, el Banco Mundial  y el Tesoro de los Estados Unidos, para  los países en desarrolloasolados por la crisis. El término fue utilizado por primera vez en 1989 por el economista inglés  John Williamson . Las prescripciones abarcaban  el libre mercado, con políticas como la ‘liberalización’ comercial y financiera y la privatización de activos estatales. También implicaron políticas fiscales y monetarias destinadas a minimizar los déficits fiscales y el gasto público.

 Era el modelo de política neoclásico aplicado al mundo e impuesto a los países pobres por el imperialismo estadounidense y sus instituciones aliadas. La clave era el ‘libre comercio’ sin aranceles y otras barreras, libre flujo de capital y regulación mínima, un modelo que beneficiaba específicamente la posición hegemónica norteamericana.

 Pero las cosas han cambiado desde la década de 1990, en particular, el surgimiento de China como potencia económica rival a nivel mundial; y el fracaso del modelo económico internacional neoclásico y neoliberal para generar crecimiento económico y reducir la desigualdad entre las naciones y dentro de las naciones.

 Especificamente, desde el final de la Gran Recesión en 2009 y la Larga Depresión de la década de 2010, EE. UU. y otras economías capitalistas avanzadas líderes han estado tambaleándose. La ‘ globalización’, basada en el rápido aumento de los flujos comerciales y de capital, se ha estancado e incluso se ha revertido. El calentamiento global ha aumentado el riesgo de catástrofes ambientales y económicas. La amenaza a la hegemonía del dólar estadounidense ha crecido. Se necesitaba un nuevo ‘consenso’.

 El ascenso de China con un gobierno y una economía que no se inclinan ante los deseos de EE. UU. es una linea roja para los estrategas estadounidenses.

 Las cifras del Banco Mundial a continuación hablan por sí solas. La participación de estadounidense en el PIB mundial aumentó del 25 % al 30 % entre 1980 y 2000, pero en las dos primeras décadas del siglo XXI cayó por debajo del 25 %. En esas dos décadas, la participación de China aumentó de menos del 4% a más del 17%, es decir, se cuadruplicó. La participación de otros países del G7 (Japón, Italia, Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá) cayó considerablemente, mientras que los países en desarrollo (excluida China) se han estancado como parte del PIB mundial, y su participación cambió con los precios de las materias primas y las crisis de deuda.

El Nuevo Consenso de Washington apunta a sostener la hegemonía del capital estadounidense y sus aliados menores con un nuevo enfoque. Sullivan: “Ante las crisis que se agravan (el estancamiento económico,  la polarización política y la emergencia climática), se requiere una nueva agenda de reconstrucción”. Estados Unidos debe mantener su hegemonía, dijo Sullivan, pero “ esta hegemonía, no es la capacidad de prevalecer, eso es dominio, sino la disposición de otros a seguirnos (bajo restricciones) y la capacidad de establecer agendas”.  En otras palabras, Estados Unidos establecerá la nueva agenda y sus socios menores la seguirán: una alianza de los dispuestos. Aquellos que no les siguen deberan enfrentar las consecuencias.

 Pero, ¿cuál es este nuevo consenso? El libre comercio y los flujos de capital y la no intervención del gobierno deben ser reemplazados por una ‘estrategia industrial’ donde los gobiernos intervienen para subsidiar y gravar a las empresas capitalistas para que se cumplan los objetivos nacionales. Habrá más controles comerciales y de capital, más inversión pública y más impuestos a los ricos. Debajo de estos temas está que, a partir ahora, en adelante, no habra pactos globales, sino acuerdos regionales y bilaterales; no habra libre circulación, sino capital y mano de obra controlados a nivel nacional. Y en torno a eso, nuevas alianzas militares para imponer este nuevo consenso.

 Este cambio no es nuevo en la historia del capitalismo. Cada vez que un país se vuelve económicamente dominante a escala internacional, quiere libre comercio y mercados libres para sus bienes y servicios; pero cuando empieza a perder su posición relativa, cambia a soluciones más proteccionistas y nacionalistas.

 A mediados del siglo XIX , el Reino Unido era la potencia económica dominante y defendía el libre comercio y la exportación de sus capitales, mientras que las potencias económicas emergentes de Europa y Estados Unidos (después de la guerra civil) se basaron en medidas proteccionistas y «estrategia productiva”, para construir su base Industrial. A fines del siglo XIX , el Reino Unido había perdido su dominio y su política cambió hacia el proteccionismo. Luego, en 1945, después que EE. UU. ‘ganara’ la Segunda Guerra Mundial, entró en juego el consenso de Bretton Woods-Washington, y se regreso a la ‘globalización’ en beneficio de los capitales estadounidenses. Ahora el imperialismo espera pasar de los mercados libres a nuevas estrategias proteccionistas guiadas por los gobiernos pero con una diferencia, Estados Unidos espera que sus aliados también sigan su camino y que, como resultado, sus enemigos sean aplastados.

 Dentro del Nuevo Consenso de Washington hay un intento de la economía dominante de introducir lo que se llama ‘economía moderna del lado de la oferta’ (MSSE). La ‘economía del lado de la oferta’ era un enfoque neoclásico presentado como oposición a la economía keynesiana, que argumenta que todo lo que se necesita para el crecimiento son medidas fiscales y monetarias macroeconómicas para garantizar una ‘demanda agregada’ suficiente para que una economía marche bien.

 Los partidarios de la oferta se habían opuesto a la idea que los gobiernos deberían intervenir en la economía, argumentando que la macrogestión no funcionaría sino que simplemente «distorsionaría» las fuerzas del mercado. En esto tenían razón, como lo demostró la experiencia de la década de 1970 en adelante.

 Su alternativa era concentrarse en impulsar la productividad y el comercio, es decir, la oferta, no la demanda. Estos economistas también se opusieron totalmente a la intervención del gobierno en la oferta. El mercado, las corporaciones y los bancos podrían hacer el trabajo de sostener el crecimiento económico y los ingresos reales, si se les dejaba solos. Eso también ha resultado falso.

 Así que ahora, dentro del Nuevo Consenso de Washington, la estrategia ha cambiado, la han bautizado como una ‘economía moderna del lado de la oferta’. Así lo describió la actual Secretaria del Tesoro de EE. UU. y ex presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, en un discurso ante el Instituto de Investigación de Política Económica de Stanford. Yellen es el último neokeynesiano, que defiende tanto las políticas de demanda agregada como las medidas del lado de la oferta.

 Yellen explicó: “ el término “economía moderna del lado de la oferta” describe la estrategia de crecimiento económico de la Administración Biden, y lo contrastaré con los enfoques keynesiano y tradicional del lado de la oferta ”.  Continuó: » Con lo que realmente estamos comparando nuestro nuevo enfoque es con la tradicional «economía del lado de la oferta», que también busca expandir la producción potencial de la economía, pero a través de una desregulación agresiva junto con recortes de impuestos diseñados para promover la inversión de capital privado».

 Entonces, ¿qué es diferente? “ La economía moderna del lado de la oferta, por el contrario, prioriza la oferta de mano de obra, el capital humano, la infraestructura pública, la I+D y las inversiones en un entorno sostenible. Todas estas áreas de enfoque tienen como objetivo aumentar el crecimiento económico y abordar los problemas estructurales a más largo plazo, en particular la desigualdad ”

 Yellen descarta el antiguo enfoque: “ Nuestro nuevo enfoque es mucho más prometedor que la antigua economía del lado de la oferta, que ha sido una estrategia fallida para aumentar el crecimiento. Los importantes recortes de impuestos sobre el capital no han logrado las ganancias prometidas. Y la desregulación tiene un historial igualmente pobre con respecto a las políticas ambientales, especialmente con respecto a la reducción de las emisiones de CO2. «

 Yellen toma nota de lo que hemos discutido en este blog muchas veces. “Durante la última década, el crecimiento de la productividad laboral de EE. UU. promedió apenas un 1,1 por ciento , aproximadamente la mitad que durante los cincuenta años anteriores. Esto ha contribuido a un lento crecimiento de los salarios, con ganancias históricas especialmente lentas para los trabajadores en la parte inferior de la distribución salarial”.

 Yellen dirige su intervencion a los economistas de la corriente principal del lado de la oferta. “ El potencial de crecimiento a largo plazo de un país depende del tamaño de su fuerza laboral, la productividad de sus trabajadores, la capacidad de renovación de sus recursos y la estabilidad de sus sistemas políticos. La economía moderna del lado de la oferta busca estimular el crecimiento económico impulsando la oferta laboral y aumentando la productividad, al tiempo que reduce la desigualdad y el daño ambiental. Esencialmente, no solo nos enfocamos en lograr un alto crecimiento, que es insostenible, sino que buscamos un crecimiento que sea inclusivo y ecológico. ” Entonces, la economía del lado de MSSE tiene como objetivo resolver las fallas en el capitalismo en el siglo XXI . 

 ¿Cómo se hace esto? Básicamente, mediante subsidios gubernamentales a la industria, no mediante la propiedad y el control de sectores clave del lado de la oferta. Como ella lo expresó: “la estrategia económica de la Administración Biden adopta, en lugar de rechazar, la colaboración con el sector privado a través de una combinación de incentivos mejorados basados en el mercado y gasto directo basado en estrategias comprobadas empíricamente. Por ejemplo, un paquete de incentivos y reembolsos para energía limpia, vehículos eléctricos y descarbonización incentivará a las empresas a realizar estas inversiones críticas”.  Y gravando a las corporaciones tanto a nivel nacional como a través de acuerdos internacionales para detener la evasión en paraísos fiscales y otras triquiñuelas de evasión de impuestos corporativos.

 Desde mi punto de vista, los ‘incentivos’ y las ‘regulaciones fiscales’ no darán más éxito en el lado de la oferta que la versión neoclásica de la ESS, porque la estructura existente de producción e inversión capitalista permanecerá prácticamente intacta.

 La economía moderna del lado de la oferta favorece la la inversión privada para resolver los problemas económicos con un gobierno que «diriga» dicha inversión en la dirección correcta. Pero la estructura existente depende de la rentabilidad del capital. De hecho, es más probable que gravar a las corporaciones y la regulación gubernamental reduzca la rentabilidad más que cualquier incentivo y subsidio gubernamental que la aumente.

 La economía de la oferta moderna y el Nuevo Consenso de Washington combinan la política económica nacional e internacional para las principales economías capitalistas en una “alianza de los dispuestos”. Pero este nuevo modelo económico no ofrece nada a aquellos países que enfrentan niveles de deuda crecientes y costos de servicio que están llevando a muchos a la mora y la depresión. 

 El Banco Mundial informó esta semana que el crecimiento económico en el Sur Global fuera de China caerá del 4,1 % de 2022 al 2,9 % en 2023. Golpeados por la alta inflación, el aumento de las tasas de interés y los niveles récord de deuda, muchos países se estaban empobreciendo. Catorce países de bajos ingresos ya corren un alto riesgo de sobreendeudamiento, en comparación con solo seis en 2015. “Para fines de 2024, el crecimiento del ingreso per cápita en aproximadamente un tercio de los EMDE será menor que en vísperas de la pandemia.

 En los países de bajos ingresos, especialmente los más pobres, el daño es aún mayor: en aproximadamente un tercio de estos países, los ingresos per cápita en 2024 se mantendrán por debajo de los niveles de 2019 en un promedio del 6 %”.

 Y no hay cambios en las condiciones de préstamo del FMI, la OCDE o el Banco Mundial: se espera que los países endeudados impongan medidas fiscales austeras al gasto público y que privatizen las entidades estatales restantes. La cancelación de la deuda no está en la agenda del Nuevo Consenso de Washington. Además, como dijo  Adam Tooze recientemente,“Yellen buscó demarcar los límites para una sana competencia y cooperación, pero no dejó ninguna duda que la seguridad nacional supera cualquier otra consideración en Washington hoy”.  

 La economía moderna del lado de la oferta y el Nuevo Consenso de Washington son modelos, no para mejorar las economías y el medio ambiente en el mundo, sino es la nueva estrategia global para sostener el capitalismo estadounidense en casa y el imperialismo estadounidense en el extranjero.

 Fuente: https://observatoriocrisis.com/2023/06/09/cual-es-la-nueva-estrategia-economica-estadounidense-para-salvar-su-imperio/

martes, 13 de junio de 2023

La UE se militariza .

 

El régimen de guerra en Europa

Sandro Mezzadra

11/06/2023

Se llama ASAP, Act in Support of Ammunition Production, y va puesto en práctica ASAP, As Soon As Possible. La aprobación por el Parlamento Europeo del plan para incrementar la producción de armas, consintiendo a los países miembros utilizar parte de los fondos del “Next Generation EU” para ello, muestra cuan profundamente el régimen de guerra ha penetrado al interior de las instituciones y de las sociedades europeas. La tendencia es clara: por una parte, se precisa reconstituir los arsenales vaciados por el envío de armas a Ucrania; por la otra –sobre tiempos más largos- el rearme debe constituir una prioridad estratégica para los gobiernos europeos, coherentemente con lo que sucede en otras partes del mundo. Están los campeones, partiendo por Polonia que ha llevado los gastos militares al 4% del PBI (contra el 2% reclamado por la OTAN), más no hay país europeo que se haya abstenido de aumentar las inversiones en armamentos. El Stockolm International Peace Reaserch Institute calcula para el 2022 un gasto conjunto europeo de 345 mil millones de dólares, más que el PBI de un país como Pakistán.

 Mientras tanto, en Chisinau (Moldavia), se ha reunido la Comunidad Política Europea, una suerte de plataforma instituida el año pasado a propuesta de Macron, para coordinar el diálogo entra países miembros de la UE, países candidatos a integrarla, países que un día podrían estar entre los candidatos, y países que la abandonaron (Gran Bretaña) o históricamente posicionados en una neutralidad (Suiza). No sorprende que una vez más la voz cantante haya sido el Presidente ucraniano Zelensky.

En su intervención ha aclarado un par de cosas, por si fuese necesario. En primer lugar, que lo que importa de verdad es la OTAN, y que “todos los países que tienen una frontera con Rusia” deben formar parte de ella. La guerra, luego, no puede más que concluir con la victoria ucraniana, por lo que la única opción es la rendición incondicional de Rusia (esto y no otra cosa es el “Plan ucraniano” de diez puntos). Ucrania, en el fondo, se propone como modelo para la nueva Europa: como ha escrito Volodymyr Ischenko en la New Left Review, “con su voluntad de combatir y con su disponibilidad al sacrificio los ucranianos han demostrado no solo ser como los occidentales, sino mejores que ellos”. La “política de la identidad” que de ello deriva sigue la lógica de un riguroso nacionalismo.

“No hay una Europa de serie A y otra de serie B”, ha declarado la inefable Giorgia Meloni en Chisinau. Se la entiende. En aquella que hemos definido hace un tiempo como la Europa única “a tracción polaca”, se encuentra muy bien. Y la Ucrania de Zelensky también puede ser un modelo para ella. En visita en Kiev el pasado febrero, declaró que la guerra de resistencia ucraniana a la invasión rusa es como el Risorgimento italiano. Echa mano al recurso de la leyenda del Piave, si bien readaptada para defender Crimea, parte del sacro suelo patrio de Ucrania. Pero hay poco con qué bromear: el punto es que Meloni interpreta correctamente la tendencia en acto en Europa después de la invasión rusa de Ucrania.

El régimen de guerra se manifiesta en primer lugar a través de la reposición, al centro, del proceso mismo europeo de la nación y el nacionalismo, que tiene en el eje entre Kiev y Varsovia su motor, y está lejos de implicar solamente a estos dos países. ¿De verdad creemos que los resultados de las recientes elecciones en Grecia y en España (pero también de las administrativas italianas) están exentos de las presiones del régimen de guerra? En el horizonte, mirando a las elecciones europeas del próximo año, se perfila un neto giro de la Unión Europea en sentido “confederal”, hacia aquella Europa de los pueblos y las naciones soñada de hace mucho por las derechas, y hoy en cualquier medida impuesta por los desarrollos de la guerra en Ucrania. ¿Que la consecuencia será una acentuada dependencia de los Estados Unidos y la irrelevancia de Europa en el nuevo mundo multipolar? Poco parece importarle a Zelensky, Duda, Meloni y sus pares.

 Nos debería importar a nosotros. Si hay un aspecto de la integración europea que siempre hemos pensado que debe ser salvaguardado y potenciado es su carácter “post-nacional”. Nunca lo entendimos en sentido ingenuo y lineal. Hemos luchado contra las instituciones europeas, hemos denunciado sus políticas neoliberales y los lineamientos criminales de su gestión de los confines y de los movimientos migratorios. Pero el horizonte postnacional, materialmente radicado en un balance de las catástrofes del nacionalismo en el siglo XX, nos ha parecido siempre que pueda representar un terreno avanzado de lucha. Seguimos pensándolo, no obstante los escenarios en que nos encontramos actuando. La guerra, con su carga de destrucción y de muerte, y el régimen de guerra, que instala al centro del gasto público el rearme, deben y pueden ser detenidos. Es una batalla, por lo demás, que no va conducida solamente sobre un abstracto “plano europeo”. La referencia a las elecciones en Grecia, España e Italia debería aclararnos que están en juego también los desarrollos en las dimensiones nacionales y locales. Es a partir de aquí que se precisa trabajar para ejercitar un poder de veto sobre la guerra y sobre el régimen de guerra, para afirmar un contrapoder capaz de hacer crecer relaciones sociales, relaciones de fuerza que de la guerra y del régimen de guerra constituyan la negación radical.

 Sandro Mezzadra  Enseña teoría política en la Universidad de Bolonia. Su trabajo académico se ha centrado en las fronteras y la migración, el capitalismo contemporáneo y la globalización, Marx y el obrerismo. Con Brett Neilson es autor de Border as Method, or, the Multiplication of Labor (Duke University Press, 2013) y de The Politics of Operations. Excavating Contemporary Capitalism (Duke University Press, 2019) Como activista, actualmente participa en el proyecto "Mediterranea Saving Humans" (https://mediterranearescue.org/).

Fuente:

http://www.euronomade.info/?p=15590

Traducción:Diego Ortolani Delfino

https://www.sinpermiso.info/textos/el-regimen-de-guerra-en-europa

lunes, 12 de junio de 2023

La demanda asiática mantiene a flote la economía de Rusia

 El peso económico de Asia mantiene a flote la economía de Rusia

La demanda asiática ha compensado la pérdida de exportaciones de petróleo de Rusia a Europa, mientras que el comercio desviado a través de Asia Central ha ayudado a esquivar las sanciones.

Por NICOLÁS MULDER

12 DE JUNIO DE 2023

China está comprando petróleo y gas rusos, necesitará mercados importantes mientras Occidente sanciona los envíos. Imagen: EAF

 Treinta y siete países han impuesto sanciones económicas a Rusia desde su invasión de Ucrania en febrero de 2022. La amplitud de esta campaña tiene pocos precedentes en la historia reciente.

 Las sanciones que cubren finanzas, energía, tecnología, viajes, transporte marítimo, aviónica y productos básicos están dirigidas a una de las 10 economías más grandes del mundo.

 Sin embargo, la presión económica sobre Moscú no es tan hermética como las anteriores campañas de sanciones contra la guerra, como las sanciones de la ONU contra Irak después de la invasión de Kuwait por Saddam Hussein en 1990.

 Un año después de su imposición, varias cosas están claras. Las sanciones han dañado la economía rusa y sus perspectivas de crecimiento futuro. Pero ni han causado su colapso ni han ayudado a poner fin a la guerra en Ucrania.

 Se ha prestado mucha atención a cómo el dominio del dólar estadounidense facilita las sanciones financieras occidentales. Pero los resultados mixtos de la campaña económica contra Rusia demuestran que una poderosa tendencia compensatoria ha pasado mayormente desapercibida: el ascenso del poder comercial asiático como facilitador del desvío del comercio que mitiga las sanciones occidentales.

 Las sanciones económicas modernas se crearon a principios del siglo XX en un momento de dominio indiscutible europeo de la economía mundial, un manto que posteriormente pasó a los Estados Unidos. Este dominio económico occidental estuvo detrás de la expansión de las sanciones durante el período de la Guerra Fría. Pero desde entonces, el centro de gravedad económico mundial se ha desplazado hacia el Este.

 En 2021, las economías asiáticas  constituirían el 39 % del PIB nominal mundial, lo que las convertiría en el  bloque continental más grande . Las exportacioness asiáticas constituyeron el 36 % de las exportaciones mundiales, mientras que las cinco mayores economías asiáticas juntas (China y Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Singapur e India) representaron una cuarta parte de todas las importaciones  mundiales .

 En la actualidad, Asia  constituye las tres cuartas partes , y China e India  la mitad , del crecimiento del PIB mundial interanual.

 La campaña de sanciones de 2022 contra Rusia expuesta ha las consecuencias estratégicas de este cambio. Las sanciones contra Moscú tienen la intención, como  dijo un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU. , como una forma de “conmoción y pavor” económico. Sin embargo, después de una breve crisis financiera, Rusia desvió gran parte de su comercio hacia las economías asiáticas y capeó la embestida inicial de las sanciones.

 Las economías asiáticas han actuado como destinos alternativos para las exportaciones rusas, así como nuevas fuentes de importaciones. Los vínculos comerciales con China, India, Turquía, los estados del Golfo y los países de Asia Central han impulsado la economía rusa. El comercio bilateral entre Rusia y China creció un 29% en 2022 y un 39% en el primer trimestre de 2023.

Puede  alcanzar los 237.000 millones de dólares estadounidenses  para multas de 2023, una suma mayor que el comercio bilateral total de China con economías como Australia, Alemania o Vietnam. En 2022, el comercio ruso con los Emiratos Árabes Unidos aumentó un 68 %, mientras que el comercio con Turquía  aumentó un 87 %. El comercio ruso-indio aumentó un 205% a 40.000 millones de dólares estadounidenses.

 El desvío de exportaciones ha sido un salvavidas para las ventas de energía rusas, que constituye una gran parte de su comercio. En enero de 2022, los países europeos importaron 1,3 millones de barriles rusos por día, mientras que los clientes asiáticos compraron 1,2 millones. Para enero de 2023, las ventas rusas a Europa habían caído por debajo de los 100.000 barriles por día, pero  las exportaciones a Asia  habían advertido a 2,8 millones.

 La demanda asiática ha más que la sustitución de la pérdida de exportaciones de petróleo a Europa. India se ha convertido en el mayor comprador individual de crudo ruso transportado por mar, comprando más de 1,4 millones de barriles por día desde principios de 2023.

 Los importadores chinos no se quedan atrás, comprando entre 800.000 y 1,2 millones de barriles por día en 2022. En un año, India, China, Turquía y los estados del Golfo han logrado por completo la demanda europea de exportaciones de petróleo  ruso  .

 Los exportadores asiáticos también han llenado parte del vacío dejado por los proveedores occidentales de equipos de fabricación avanzada y alta tecnología. Las empresas chinas ahora representan el 40% de las ventas de automóviles nuevos y el 70% de las ventas de teléfonos inteligentes en Rusia.

  La retirada de la inversión extranjera directa occidental ha afectado gravemente a la industria automovilística nacional. Rusia ha pasado a importar automóviles europeos y japoneses usados ​​a través de terceros países, y los automóviles nuevos  provienen principalmente de China .

 China y Hong Kong se han convertido en  proveedores clave de microchips , que Rusia comenzó a almacenar antes de la guerra. En 2022, las empresas rusas pasaron a importar chips más avanzados, y el valor de las importaciones de semiconductores y circuitos electrónicos  aumentó un 36 % entre enero y septiembre en comparación con 2021.

 Queda por ver qué tan efectivos serán estos canales de importación a largo plazo. Pero a corto plazo, los controles occidentales de exportación de tecnología no han creado una hambruna de chips en Rusia.

 Los socios comerciales de Rusia en la Unión Económica Euroasiática también han desempeñado un papel en eludir las restricciones a la exportación de tecnología. Las economías de Asia central son activas como conductos de importaciones paralelas y comercio de tránsito.

 El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo  concluyó  que, si bien el comercio ruso con los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea ha disminuido significativamente, “las exportaciones de la UE [y] del Reino Unido a Armenia, Kazajstán y Kirguistán… aumentarán con certeza en un patrón coherente con [el] desvío del comercio a Rusia”.

 Este efecto de desvío a través de Asia Central se nota en las importaciones de máquinas y productos químicos. En octubre de 2022, el aumento interanual de las exportaciones a Rusia desde China, Bielorrusia, Turquía, Kazajstán, Kirguistán y Armenia  casi igualó  la caída de las exportaciones europeas, estadounidenses y británicas a Rusia.

La dirección de los gasoductos rusos está cambiando de oeste a este. Foto: iStock

Al actuar como proveedores sucedáneos de la economía rusa, como nuevos clientes sustanciales para sus ventas de productos básicos y como fijadores de precios para las exportaciones de petróleo ruso en los mercados mundiales, las economías asiáticas han reducido considerablemente el impacto de las sanciones occidentales.

 Si bien las sanciones han reducido el potencial de crecimiento de Rusia, su economía se ha sostenido gracias a una importante realineación comercial. La participación de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur en sanciones financieras y tecnológicas ha tenido poco efecto, en parte porque los lazos comerciales entre estos estados de Asia oriental y Rusia refuerzan el comercio de manufactura y energía.

 El poder comercial de Asia para mitigar las sanciones, por lo tanto, recae principalmente en China e India y en varias economías de Medio Oriente y Asia Central. Estas realidades geoeconómicas parecen destinadas a complicar el futuro uso de sanciones por parte de Occidente.

 Nicholas Mulder es profesor asistente de historia y miembro de la facultad de Milstein en la Universidad de Cornell. Es autor de The Economic Weapon: The Rise of Sanctions as a Tool of Modern War (2022). 

https://asiatimes-com.translate.goog/2023/06/asias-economic-heft-keeps-russias-economy-afloat/?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc