El populismo estalla cuando las personas se sienten desconectadas e irrespetadas
Este es un artículo de opinión de Peter A. Hall, profesor de
Estudios Europeos de la Universidad de Harvard, y de Noam Gidron, profesor
asistente de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Por Peter A. Hall y Noam Gidron
BOSTON, Estados Unidos, 8 ene 2021 (IPS) - La sociedad estadounidense está dividida en dos. En la elección presidencial de 2020, 81 millones de personas votaron por Joe Biden, mientras que otros 74 millones votaron por Donald Trump. Muchas personas fueron a las urnas a votar en contra del adversario en vez de apoyar con entusiasmo a su propio candidato.
Aunque esta intensa polarización es distintiva de Estados Unidos, pues nace de un fuerte sistema bipartidista, las emociones antagónicas detrás de ella no lo son.
Gran parte del atractivo de Trump se basaba en un mensaje clásicamente populista –una forma de política que está presente en todo el mundo–, que critica a las élites dominantes en nombre de la gente común.
La resonancia que tiene ese discurso implica que el tejido social en Estados Unidos se está deshilachando en sus bordes. Los sociólogos se refieren a esto como un problema de integración social. Algunos académicos argumentan que las sociedades están bien integradas solamente cuando la mayoría de sus miembros tienen vínculos cercanos con otras personas, creen que son respetados por otros y comparten un conjunto común de normas e ideales sociales.
Aunque la gente votó por Trump por varias razones, existe evidencia creciente de que mucho de su atractivo se basa en problemas de integración social. Al parecer, Trump aseguró un fuerte apoyo por parte de aquellos estadounidenses que sienten que han sido empujados a los márgenes de la sociedad dominante y quienes han perdido la fe en los políticos.
Esta perspectiva es relevante para entender por qué el apoyo a los políticos populistas ha ido aumentando en todo el mundo. Este desarrollo es objeto de un amplio debate entre quienes dicen que el populismo se deriva de las dificultades económicas y otros que enfatizan el conflicto cultural como la fuente del populismo.
Comprender la base del populismo es esencial para abordar su alza y amenaza a la democracia. Creemos que entender el populismo, no como el producto de problemas económicos o culturales, sino como resultado de que la gente se siente desconectada, no respetada y siente que su pertenencia a la sociedad es negada, dará lugar a respuestas más útiles sobre cómo detener su crecimiento y fortalecer la democracia.
Un investigador y encuestador del partido Demócrata descubrió que el apoyo a Trump en 2016 abundaba entre las personas con poca confianza en los demás. En 2020, una encuesta encontró que “votantes socialmente desconectados eran más propensos a ver a Trump de manera positiva y apoyar su reelección que aquellos con redes personales más sólidas”.
Nuestro análisis de datos de encuestas de 25 países europeos sugiere que este no es un fenómeno puramente estadounidense.
Estos sentimientos de marginación social y la correspondiente desilusión con la democracia brindan a los políticos populistas de todos los matices y de diferentes países la oportunidad de afirmar que las élites dominantes han traicionado los intereses de sus ciudadanos trabajadores.
En todos estos países, las personas que participan en menos actividades sociales, desconfían de quienes les rodean y sienten que sus contribuciones a la sociedad pasan desapercibidas en gran medida, tienen mas probabilidades de tener menos confianza en políticos y baja satisfacción con la democracia.
La marginación afecta a la votación
Sentimientos de marginación social –reflejados en bajos niveles de confianza social, compromiso social limitado y la sensación de que uno no es respetado socialmente– están también relacionados con la decisión de la gente de acudir a votar y con la manera en que lo hace.
La gente que está socialmente desconectada tiene menos probabilidades de votar. Pero, si decide hacerlo, es mucho más probable que apoye candidatos populistas o partidos radicales, en cualquier lado del espectro político. Ese comportamiento es más infrecuente en personas que están bien integradas en la sociedad.
Esta relación permanece fuerte incluso después de otros factores, como el género o la educación, que quizás expliquen también el voto por políticos populistas.
Existe una correspondencia sorprendente entre estos resultados y las historias contadas por personas que encuentran atractivos a los políticos populistas. Desde votantes de Trump en el sur de Estados Unidos hasta partidarios de la derecha radical en Francia, una serie de etnógrafos han escuchado historias sobre fallas en la integración social.
Mensajes populistas como “recuperar el control” o “haz que América sea grande otra vez” encuentran una audiencia receptiva entre las personas que se sienten empujadas a los márgenes de su comunidad nacional y privadas del respeto que se les otorga a sus miembros.
Intersección de economía y cultura
Una vez que el populismo es visto como un problema de integración social, se vuelve evidente que posee raíces económicas y culturales que están profundamente entrelazadas.
La dislocación económica que priva a las personas de trabajos decentes las empuja a los márgenes de la sociedad. Pero también lo hace la alienación cultural nacida cuando las personas, especialmente fuera de las grandes ciudades, sienten que las élites dominantes ya no comparten sus valores y, lo que es peor, ya no respetan los valores por los que han vivido sus vidas.
Estos desarrollos económicos y culturales han formado la política occidental por mucho tiempo. Por lo tanto, los fracasos electorales de abanderados populistas como Trump no necesariamente presagian la desaparición del populismo
La suerte de cualquier político populista puede fluir y refluir, pero agotar la reserva de marginación social de la que dependen los populistas requiere un esfuerzo concertado de reforma dirigida a fomentar la integración social.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
Nota del blog .Cada vez que
hay problemas siempre lo mismo desde la trastienda agitan la guerra de
razas que es la guerra de los pobres de
todos contra todos . Ahora bien esto no llega a ningun lado a nivel de armamento es como si sacaran navajas . .."La
farsa insurreccionista que presenció (...)el
mundo entero ante el Capitolio no es una
sorpresa ni una anomalía. Este simulacro golpista, mezcla de esperpento y
sublevación, es en cierto modo la culminación natural del ciclo político
trumpista, nacido de una revuelta contra el establishment de la derecha
norteamericana tras el colapso de 2008, y alimentado desde entonces por una
colección de ansiedades -económicas, raciales, religiosas- que Trump ha sabido
explotar pero que no puede en ningún caso resolver. Esa es la paradoja política
que habita el corazón del trumpismo: gracias a su capacidad comunicativa y su
carisma, Trump ha sabido representar la pulsión reaccionaria y la necesidad de
afirmación que ha sacudido en la última década a la Norteamérica blanca y
conservadora, llevándola al punto extremo de asaltar el poder legislativo
estadounidense. Pero Trump, producto y artífice del mismo orden de la
globalización neoliberal que generó el problema, nunca podría traducir esa
ansiedad en un programa político real. Por eso el trumpismo lleva a la
recreación permanente del conflicto: sin proyecto de sociedad ni orden
alternativo, el trumpismo es conflicto puro, una revuelta contra un estado de
cosas que en realidad solo busca preservar" (1).
Nota (1) ver ...https://blogs.publico.es/otrasmiradas/43355/el-18-brumario-de-donald-trump/
Y ver https://rebelion.org/la-base-social-de-trump-es-producto-de-la-propia-historia-estadunidense/