jueves, 4 de febrero de 2021

Los bajos fondos de la industria farmacéutica .

Los bajos fondos de la industria farmacéutica .

Itinerario de un medicamento de uso corriente.

Los escándalos marcan el ritmo de la información sobre la industria farmacéutica y focalizan la atención sobre sus excesos. Seguir el recorrido de un medicamento sin historia, desde su creación hasta su prescripción, muestra lo delgada que es la frontera entre las disfunciones y las prácticas rutinarias.

 Quentin Ravelli.  

Fuente . Le Monde Diplomatique .

“Me di cuenta de que estaba “fichada”, que sabían exactamente lo que yo prescribía”, se indigna una médica instalada en un barrio elegante de París. “Yo era ingenua, no lo sabía. [Un día], una visitadora médica me dijo: “¡Usted no prescribe mucho!” Me pregunté: “¿Cómo puede saber ella eso?” La práctica de vigilancia, que sorprende a muchos médicos, está orquestada por los servicios de marketing de los laboratorios. Para aumentar o mantener sus cuotas de mercado, los grandes grupos farmacéuticos hacen alarde de su ingenio. No dudan, por ejemplo, en modificar las indicaciones de sus medicamentos para ganar nuevos clientes.

 La Piostacina, considerada por ciertos médicos como “el Rolls Royce del antibiótico de uso cutáneo”, y fabricada por Sanofi –el cuarto grupo farmacéutico mundial por la cifra de negocios (30.000 millones de euros en 2011)–, ha corrido ese destino. Este antibiótico destinado durante mucho tiempo al uso dermatológico, ha sufrido un “giro respiratorio”: ahora se utiliza masivamente en los casos de infecciones broncopulmonares y otorrinolaringológicas. Este altísimo uso, criticado por numerosos médicos y denunciado por los poderes públicos, ha podido conducir a un sobreconsumo de antibióticos, participando en el problema más vasto de reforzamiento de resistencias bacterianas. Y ello supone un desafío importante a la sanidad pública, responsable de setecientos mil muertos al año en el mundo (véase “La otra pesadilla de Darwin”).

 Para comprender la naturaleza versátil de la mercancía médica, seguimos la vida de este medicamento ordinario, desde los laboratorios de investigación hasta los visitadores médicos, pasando por la fábrica de producción del principio activo (1). En cada etapa, la mercancía cambia de nombre: los biólogos hablan de la bacteria Pristinae Spiralis, los químicos de la pristinamicina fabricada por la bacteria, los visitadores médicos proclaman los méritos de la “Pio” a los médicos, los empleados la llaman afectuosamente “la Pristina”, incluso “el bicho”. A lo largo de esta cadena, el antagonismo entre las necesidades del enfermo y los beneficios de la industria, entre el valor de uso y el valor de cambio (2), no cesa de progresar.

 Multiplica la oposición entre asalariados y dirigentes, particularmente sensible en una empresa en plena reestructuración, donde los asalariados han debido bloquear la supresión de puestos e imponer sus propias concepciones del medicamento.

 Un gran edificio de cristal de treinta y siete mil metros cuadrados, que es la sede de Sanofi, evoca la transparencia y el respeto por los pacientes, cuyas siluetas estilizadas rodeadas por un corazón azul se destacan en lo alto del edificio. En el tercer piso de este edificio situado al sur de París, se encuentran los servicios de marketing, donde están en plena actividad los empleados que trabajan desde los años 1990 para introducir la Piostacina en el mercado de las infecciones respiratorias. Con un éxito evidente, puesto que desde el invierno de 2002 hasta el invierno de 2010 las ventas para infecciones broncopulmonares dieron un salto de un 112%, mientras que en el dominio dermatológico el incremento sólo fue de un 32,6%.

 Este aumento no corresponde a una explosión del número de enfermos o a una epidemia devastadora, sino a una estrategia comercial: el mercado de las infecciones respiratorias representa un volumen de prescripciones mucho más importante que el de las infecciones dermatológicas. “Con los gérmenes que infectan los bronquios, el pulmón, los senos paranasales, la Piostacina funciona muy bien”, recuerda un médico de la empresa. “Por esta razón, la hemos desarrollado con esta indicación”. De la piel al pulmón, el valor de cambio ha metamorfoseado el valor de uso, cuando debería ser la utilidad del producto la que determinara su precio.

 Los artífices de este giro terapéutico son los jefes de producto, a menudo llamados “jefes productos”, empleados especializados en la promoción de un único medicamento o de varios medicamentos con indicaciones parecidas. Aquí, uno es “jefe producto Piostacina ”, “jefe producto Tavanic”, “jefe producto antalgia” y hasta “jefe productos antipsicóticos”. Célia Davos (2), la jefe de producto Piostacina, que se considera “muy orientada al negocio”, describe lo que implica su tarea: “Tu trabajo consiste en seguir el proceso de desarrollo del producto, seguir tu producto, ver a dónde va, según sus competidores, según el mercado, según la patología, y poner todo en práctica para maximizar la cifra de negocios”. Este puesto, situado en el corazón mismo del servicio de marketing, a su vez en el centro de la sede social, funciona como una plataforma giratoria a la que los empleados llegan de los distintos servicios y pueden enseguida ser dirigidos hacia otros horizontes, como directores, responsables del servicio de marketing, de la comunicación, de los asuntos públicos o de las ventas.

 Y sigue   ……

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