Democracia relativa
Antoni Rubio
"¿Dónde están los amigos de Guillem Agulló? Acabaréis
como él ". Este excremento verbal fue proferido el año 2013 en el
Ayuntamiento de Burjassot, el pueblo del militante antifascista. No fue la
primera vez, ni ha sido el último. En aquella ocasión, se trataba de un grupo
de militantes del GAV (1), la fuerza de choque del fascismo blaver, los cuales
utilizaron la violencia por enésima vez por reventar un acto de homenaje a
Vicent Andrés Estellés.
La apelación bastarda al asesinato de Agulló (2 ) no es casual,
ni mucho menos inocente. Y no sólo porque hace referencia a la exterminación
física -no social, ni moral- de alguien que no piensa como ellos, sino por ser
el paradigma de la impunidad fascista en Valencia. Asesinar un joven por sus
ideas antifascistas y catalanistas salió muy barato: cuatro años de prisión por
una condena que, según el juez, no debía incluir el agravante de la motivación
política. A pesar del pasado de skinhead racista y ultraderechista del asesino,
aunque después fue en listas de un partido neonazi.
La condena indignante por el asesinato de Agulló es un hecho
que se repite cíclicamente. Aparte del castigo escaso, sólo uno de los
participantes terminó en prisión, dado que la investigación policial no pudo -o
saber, o querer- demostrar que el resto de la banda neonazi tenía
responsabilidad. Algo parecido a la reciente sentencia que absuelve a los once
procesados del GAV que atacaron el homenaje a Estellés para que la
investigación policial y judicial -ay, las! -, de nuevo, no ha acreditado quién
hizo qué o qué pasó. El hecho de no llamar a declarar a ninguno de los testigos
presentes puede ser una de las claves. Quizás. Quién sabe.
La impunidad judicial y policial del blaverisme es una
evidencia de que padecemos en Valencia desde hace décadas. Ni la presunta
democracia española le ha puesto freno. Los más viejos recordarán la
"Batalla de Valencia" -o, mejor dicho, las razzias fascistas de
Valencia-, donde hubo bombas y atentados contra Joan Fuster, Sanchis Guarner,
librerías como "Siete y medio" y "Tres y cuatro", el Aplec
del País Valenciano, políticos, manifestaciones y sedes de partidos
izquierdistas y nacionalistas, un cine de Alcoy para proyectar la portentosa
vida del padre Vicente , con Ovidi Montllor, la Escuela de Verano, la Casa de
Cataluña en Valencia, cientos de militantes anónimos y de base ... en casi
ningún caso, ni la policía ni los jueces llegaron a saber quién, o qué, o cómo.
Vaya, que casualidad.
El GAV y otros rebaños homologables continúan haciendo
marcha, envalentonados por la impunidad evidente que les garantiza la
democracia española. Antes del ataque de Burjassot, se hicieron presentes en la
presentación del IEC en Sueca, en la Facultad de Derecho en 2008, los
Correllengua, los acopios del 25 de Abril, en el festival de cine Inquiet ...
se han quemado casales Jaume I, han agredido personas, han reventado locales
... Y no pasa nada. Nunca pasa nada. Absolutamente nada. Nada.
A veces, claro, hay cámaras. Y más en una época donde todo
el mundo lleva una en el bolsillo. No fue en Valencia, pero la inspiración es
exactamente la misma: el asalto al centro cultural Blanquerna, en Madrid, dio
unas imágenes bien evidentes, con la siniestra banda sonora de los sieghails y
los arribaspaña de turno. El Tribunal Supremo, sin embargo, rebaja la condena
hasta un guarismo que evita la entrada en prisión -la casualidad, la maldita
casualidad que siempre juega en contra nuestra- porque no está acreditada,
dicen, la discriminación por motivos ideológicos. Por supuesto! Qué cosas de
decir, "motivos ideológicos" ... Si, total, sólo levantaban el brazo
y vomitaban bramidos nazis.
Esta lacra que padecemos en Valencia y, por extensión, al
resto de los Países Catalanes va ahora in crescendo . Como una melodía con
sabor a Cara al sol o el "chunda, chunda" del himno patrio. Del
ataque de 2013 en Burjassot al Nueve de Octubre de 2017, con palizas y
correderas por el centro de Valencia. Y no pasa nada, porque la policía no
dice, el juez no pregunta y la prensa oficial no mira.
Contrasta, en cambio, con la facilidad que policía,
judicatura y medios tienen claro quién y qué cuando se trata de presuntos CDRs,
jóvenes de Altsasu, militantes de raíz o raperos como Valtònyc o Pablo Hasél.
En esos casos, sí saben. Sí pueden. Sí quieren.
Decía el periodista Ramon Barnils, en el artículo "La
democracia los matará", que la España entendida como una Castilla medieval
ampliada es incompatible con la democracia. Que por eso utilizan la mayoría
absoluta como democracia relativa. Ahora sabemos que no es un mal sólo de los
periodos de mayoría absoluta de partido, sino de la mayoría absoluta permanente
del nacionalismo español disfrazado de constitucionalismo: una democracia
relativa donde atacar ciertas ideas -nuestras, en concreto- siempre sale en
vano.
https://www.eltemps.cat/opinio/12684/democracia-relativa
Nota del blog (1) .https://es.wikipedia.org/wiki/Grupo_de_Acci%C3%B3n_Valencianista
Nota del blog (2)https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_Guillem_Agull%C3%B3
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