miércoles, 9 de enero de 2019

Tina Modotti .

Cualquier noche de guerra, Tina Modotti

El Viejo Topo


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En el número 89 de la via Pracchiuso de Udine, una pequeña ciudad del Friuli-Venezia Giulia, se ve un sencillo edificio de dos plantas, de arquitectura popular, remodelado con la fachada llena de palabras, arañadas en el cemento, como un esgrafiado donde caben voces inconexas, retazos de versos, frases en apariencia incomprensibles, en italiano, en inglés y en castellano, en derecho y al reverso; “como si tú pudieras”; “alhaja”, escrita al revés como si quisiera recordar el alfabeto cirílico; verbos de espuma, acero y polen. Al lado, en el 91, aparece una placa con los versos de Pablo Neruda: en esa calle, en los oscuros años finiseculares de Humberto I y en el inicio del reinado de su hijo Vittorio Emanuele, vivió su infancia una niña pobre llamada Tina Modotti, aquella chica que emigró después a América y, años más tarde, fue acusada de pertenecer a los servicios secretos soviéticos, y vivió en Moscú y en Berlín, en esos vertiginosos años treinta que marcaron el destino del mundo, antes de llegar a las noches de guerra de la República española que recuerdan l os versos de Rafael Alberti:
Yo sabía de ti, Tina Modotti,
de tu precioso nombre, de tu gracia,
de tu fina y dulcísima presencia,
mucho antes de verte, de encontrarte
cualquier noche de guerra, una mañana madrileña de sol, en esos días
en que se alzaba el Quinto Regimiento
como el inmenso brote de una espiga
que se abriera cubriendo los campos de batalla. 

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Desde Diego Rivera, que la pintó junto a Frida Kahlo repartiendo armas al pueblo en su obra El arsenal, hasta Vittorio Vidali, pasando por Neruda y Alberti, que le dedicaron poemas, además de sus biógrafas Elena Poniatowska y Christiane Barckhausen-Canale, la figura de Modotti ha cautivado a muchos, tanto por sus fotografías como por su trayectoria política: hasta el final de su vida fue una militante comunista, en tiempos convulsos, que lo dio todo por la revolución y el socialismo, y que acudió a la llamada de solidaridad con España durante los años de la guerra civil, donde fue conocida como María. Vittorio Vidali, el comandante Carlos del V Regimiento durante la guerra civil española, italiano como ella, fue compañero de Modotti, que nunca pudo tener hijos.
Tina Modotti, la camarada María del Socorro Rojo Internacional, era una mujer que había nacido a finales del siglo XIX en esa pequeña localidad del norte de Italia, Udine, en el seno de una familia obrera, y, como tantos niños de la época, tuvo que trabajar extenuantes jornadas de doce horas en las fábricas textiles. Empezó a fotografiar de la mano de Edward Weston, un fotógrafo que se había iniciado en el pictorialismo norteamericano y en la fotografía comercial y que evolucionó hacia la vanguardia, convirtiéndose en impulsor de la fotografía directa, como Alfred Stieglitz, Paul Strand, August Sander y Eugène Atget, en el México que habían captado fotógrafos como Hugo Brehme, Guillermo Kahlo, Agustín Víctor Casasola. Modotti aprendió con él, y después tomó su propio camino. En apenas seis años, entre 1924 y 1930, realizó la mayoría de sus fotografías; algunas, eran retratos donde concentra su pasión y su solidaridad, como las que hizo a Weston, Vidali o Julio Antonio Mella, o como en las imágenes de niños campesinos. Su mirada se centró en obreros y campesinos, en el trabajo que realizaban, en la vital función social que desempeñaban; y en la pobreza mexicana, en la miseria moral del capitalismo, donde los trabajadores luchan en huelgas y manifestaciones, en mítines o en asambleas, a quienes Modotti capta revestidos con la sencillez y modestia obreras y con la dignidad de quienes luchan por sus hijos, como muestran tantas de sus imágenes de las reuniones campesinas o su excepcional Mujer con bandera negra anarcosindicalista (tal vez fuera Benita Galeana, una escritora y feminista mexicana que, en 1927, se incorporó al Partido Comunista Mexicano). Muchas de sus fotografías están próximas al estridentismo, un movimiento vanguardista que bebía de la cultura popular y de la herencia de la revolución mexicana, impulsado por Manuel Maples Arce, y, también, al constructivismo de Ródchenko gestado durante la revolución bolchevique. Para conseguir fondos para sus publicaciones, los comunistas mexicanos vendían retratos de Marx, Lenin, Emiliano Zapata, Carrillo Puerto, aunque no lo hicieron con las imágenes de composiciones revolucionarias que creó también Modotti, compuestas en su estudio, recurso que le permitía jugar con diversos objetos (la hoz, el martillo, una canana, la mazorca, la guitarra, un sombrero), porque la mayoría de sus fotografías de esos años tenían una precisa función: documentar la lucha obrera para las publicaciones comunistas mexicanas; además, la fotografía era para Modotti un instrumento para cambiar el destino de los pobres, para trabajar por la revolución: cargada con la voluminosa cámara Graflex de la compañía norteamericana Folmer Graflex Corporation , recorría los suburbios de Ciudad de México y las haciendas agrarias donde vivían los trabajadores.
sigue ....

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