COMUNICADO CON RUEGO DE PUBLICACIÓN
(COMUNICADO COMPLETO ADJUNTO)
LA RED DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN DEFENSA DE LA
HUMANIDAD, CAPÍTULO GALLEGO, SE DIRIGE PÚBLICAMENTE AL PRESIDENTE DEL
GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
La RDH solicita respetuosamente que rectifique la posición injerencista.
Esa
posición, de abierta intervención en los asuntos internos de otro país, no
representa ni la voluntad ni los intereses de los pueblos de España. Y atenta
gravemente contra las relaciones históricas de hermandad.
Por eso consideramos un serio error la posición expresada por Usted. Con esa
posición Usted está avalando la consagración de un golpe de Estado, como lo
hizo en su momento, abril de 2002, el expresidente Aznar. Es lamentable,
repetimos, que no tenga en cuenta la experiencia posterior de Zapatero. No, señor
Presidente, la Presidencia de Nicolás Maduro no es ilegítima ni ilegal. Él ganó
constitucionalmente con el apoyo de 6.248.864 electores, que representan el
67,84% de los votos, sobre una participación de 46,07 % de los inscritos en el
registro. No, señor Presidente. Usted carece de la razón jurídica, política y
diplomática cuando le da un ultimátum al gobierno de Venezuela. Rectifique,
está a tiempo.
No contribuya a hacer del mundo un lugar todavía más injusto y peligroso para la
humanidad.
Firman en nombre de la red:
Margarita Ledo; Catedrática da USC, Escritora, cineasta
Xosé L. Méndez Ferrín; Poeta
Anxo Angueira; Poeta
Mónica Camaño; Actriz
Xosé M. Beiras Torrado; Catedrático de Sistemas Económicos da USC
Xesús Alonso Montero; Catedrático Emérito de la USC, Escritor
Cipriano L. Jiménez Casas; Psiquiatra
Gustavo Luca; Periodista
Manuel Fordadela; Escritor, Profesor
Carlos Núñez; Diseñdor Gráfico
Cesar Portela; Arquitecto
Alfonso Martínez; Activista Social
Coordinador del comunicado:
Alfonso Martínez Jiménez,
LA RED DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y MOVIMIENTOS
SOCIALES EN DEFENSA DE LA HUMANIDAD, CAPÍTULO
GALLEGO, SE DIRIGE PUBLICAMENTE AL PRESIDENTE DEL
GOBIERNO, PEDRO SANCHEZ, PARA PEDIRLE QUE RECTIFIQUE
LA POSICIÓN DIPLOMÁTICA DE ESPAÑA EN RELACIÓN A LA
SITUACIÓN VENEZOLANA.
Señor Presidente:
Respetuosamente nos dirigimos a usted para solicitarle, como se dice en el
encabezado, que rectifique la posición injerencista, con la que Usted, en su
comparecencia del 26 de enero, dio un ultimátum al Gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela.
Esa posición, de abierta intervención en los asuntos internos de otro país,
no representa ni la voluntad ni los intereses de los pueblos de España. Y
atenta gravemente contra las relaciones históricas de hermandad que, en
nuestro caso, como nación gallega, mantenemos con los pueblos y países
de América Latina, con quienes nos unen lazos entrañables de todo tipo.
En nuestra época, es de todo punto inadmisible el desarrollo de una
diplomacia basada en las presiones y amenazas. Consideramos que solo
una diplomacia de paz y de respeto mutuo puede contribuir a resolver los
problemas y contradicciones entre los países, para hacer del mundo un
lugar mejor. Pero cuando se trata específicamente de los asuntos internos
de una república independiente y soberana, mucho menos sentido tiene
entonces la diplomacia amenazante.
Es sencillamente inaceptable, además
de que atenta contra los principios que rigen las Naciones Unidas.
Por otra parte, cualquier intervención extranjera de ese tipo, contribuiría,
casi sin duda, a crear un estado inusitado de violencia en Venezuela y en la
región, cuyos resultados posteriores son impredecibles.
Es muy peligroso
introducir esos elementos perturbadores en un espacio que, recordemos, fue
declarado por la Celac territorio permanente de paz.
Por eso consideramos un serio error la posición expresada por Usted. Que
pasa a ser, además, de mucha mayor gravedad cuando no le asiste la razón.
Con esa posición Usted está avalando la consagración de un golpe de
Estado, como lo hizo en su momento, abril de 2002, el expresidente Aznar,
con su embajador Viturro, por cierto nacido en Galicia, el primero entre los
diplomáticos en reconocer al dictador Carmona, que lo fue apenas por 47
horas.
Es lamentable que Usted coincida hoy con aquella posición de Aznar y no
comparta, por el contrario, la de su compañero de militancia José Luis
Zapatero quien, en su momento como Presidente del gobierno de España,
mantuvo excelentes relaciones con el gobierno del Presidente Chávez,
también por cierto con un embajador nacido en Galicia, Raul Morodo, que
dejó, éste sí, huellas imborrables como excelente diplomático.
Es lamentable, repetimos, que no tenga en cuenta la experiencia posterior
de Zapatero en los últimos años, donde el expresidente trató de ayudar a
resolver los problemas internos de la hermana Venezuela, no
inmiscuyéndose groseramente, sino propiciando el dialogo entre el
gobierno y la oposición. Diálogo que, tras dos años de reuniones, cuando
ya estaba el acuerdo definitivo sobre la mesa, terminó abruptamente el
mismo día en que se iba a firmar en la ciudad de Santo Domingo, cuando la
oposición, tras una llamada desde Bogotá, decidió retirarse de golpe.
El propio Zapatero lo testimonia de esta manera en una carta pública
fechada el 7 de febrero de 2018, que citamos en extenso:
“Después de trabajar sin descanso durante dos años por una convivencia
pacifica, democrática, de superación de los problemas económicos y
sociales de Venezuela, y con el espíritu de reconciliación entre todos los
venezolanos, y tras un esfuerzo ingente de diálogo, auspiciado en los
últimos meses por el esfuerzo ejemplar del presidente y el canciller de
República Dominicana, con el acompañamiento de un grupo de países
amigos, se culminó en un consenso básico para un gran acuerdo, que
supone una esperanza real y valiente para el futuro de Venezuela,
concretado en un documento presentado a las partes que da respuesta a
los planteamientos esenciales discutidos durante meses, a saber, el
acuerdo en un proceso electoral con garantías y consenso en la fecha de
los comicios, la posición sobre las sanciones contra Venezuela, las
condiciones de la Comisión de la Verdad, la cooperación ante los desafíos
sociales y económicos, el compromiso por una normalización institucional
y las garantías para el cumplimiento del acuerdo, y el compromiso para un
funcionamiento y desarrollo plenamente normalizado de la política
democrática.
De manera inesperada para mi, el documento no fue suscrito por la
representación de la oposición. No valoro las circunstancias y los motivos,
pero mi deber es defender la verdad y mi compromiso es no dar por
perdido el lograr un compromiso histórico entre venezolanos.
Es por ello que le pido, pensando en la paz y la democracia, que su
organización suscriba formalmente el acuerdo que le remito, una vez que
el gobierno se ha comprometido a respetar escrupulosamente lo acordado.
Esta petición la formulo desde mi convicción profunda en la necesidad de
este acuerdo y desde mi compromiso por el cumplimiento del mismo.”
Como se sabe, el Presidente Nicolás Maduro, a pesar de la retirada final de
la oposición del acto de la firma, se comprometió a respetar estrictamente
todos los acuerdos alcanzados, entre ellos el de las tan reclamadas
elecciones presidenciales, motivo por el cual se realizaron el 20 de mayo,
la fecha establecida en el documento de acuerdo.
No, señor Presidente. La Presidencia de Nicolás Maduro no es ilegítima ni
ilegal. Él ganó constitucionalmente con el apoyo de 6.248.864 electores,
que representan el 67,84% de los votos, sobre una participación de 46,07 %
de los inscritos en el registro. Ambos porcentajes superiores a los que
obtuvieron otros presidentes actuales de la región, incluyendo el de los
propios EEUU.
No, señor Presidente.
Usted carece de la razón jurídica, política y
diplomática cuando le da un ultimátum al gobierno de Venezuela y
amenaza con reconocer a Juan Gualdó, impuesto por EEUU dentro de sus
estrategias abiertas y confesas de Golpe de Estado.
Veamos: Gualdó dice
asumir la presidencia basado en el artículo 233, cuyo primer párrafo
reproducimos a continuación:
“Artículo 233. Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la
República: la muerte, su renuncia, la destitución decretada por sentencia
del Tribunal Supremo de Justicia, la incapacidad física o mental
permanente certificada por una junta médica designada por el Tribunal
Supremo de Justicia y con aprobación de la Asamblea Nacional, el
abandono del cargo, declarado éste por la Asamblea Nacional, así como la
revocatoria popular de su mandato…”
Pero ninguna de estas condiciones se cumple.
Allí está el presidente
Nicolás Maduro en pleno ejercicio de su cargo. Como se deduce de lo
expuesto, no hay viso alguno de legalidad en la autoproclamación del
Señor Guaidó, absolutamente arbitraria e inconstitucional. Su
reconocimiento por parte del gobierno de España, avalaría el desarrollo de
un golpe de Estado contra la soberanía de Venezuela. Y atentaría contra el
propio basamento jurídico de la Carta de las Naciones Unidas.
No lo haga, Señor Presidente. Si cae en ese error, además de perjudicar a la
propia España en sus relaciones internacionales, particularmente con
Latinoamérica y El Caribe, estaría sentando un grave precedente que
atentaría contra la diplomacia de paz.
Rectifique. Está a tiempo. Es de sabios.
No contribuya a hacer del mundo un lugar todavía más injusto y peligroso
para la humanidad.
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