La huelga de alquileres en los años treinta que anticipó situaciones.
El historiador Manel Aisa repasa en su nueva obra La huelga de alquileres y el
comité de defensa económica, una lucha histórica como es el derecho a la
vivienda. Ejemplo del pasado que nos puede servir para el presente.
Un repaso a la
historia de la vivienda en Barcelona permite ver como desde los inicios de la
1ª Guerra Mundial la ciudad atrajo una gran oleada de inmigrantes de toda
España en busca de un lugar donde dignificar sus vidas y paliar el hambre de
sus hijos.
Los recién llegados
se encontraron con una sociedad burguesa arrogante que en absoluto prestó el
mínimo compromiso, y se limito a utilizarlos como mano de obra barata.
En un momento en que
en Europa se mataban entre sí hermanos de clases que se habían educado en el
odio al otro, sin ningún sentido, Barcelona se convirtió en la capital europea
por excelencia en todos los ámbitos (desde lo cultural al espionaje y
contra espionaje) mientras que los empresarios catalanes conseguían
extraordinarios contratos empresariales firmados tanto por
elementos aliadófilos como germánofilos. Este comercio permitió
llenar sus arcas, sobre todo en el sector del textil y del metal, mientras los
obreros apenas podían dar de comer a sus hijos por la inflación de los precios.
Después llegaron los
años del plomo donde empresarios y políticos se confabularon para acabar con
las reivindicaciones laborales.
La dictadura de
Primo de Rivera continuó los proyectos de la burguesía de la ciudad. Esta
vez el proyecto era la Exposición Universal
de 1929, que propició otra gran afluencia de mano de obra barata para construir
la Plaza España ,
urbanizar Montjuich , el metro, hacer de la calle Balmes una vía rápida para
que los autos de la nueva burguesía pudieran bajar al centro de la ciudad
rápidamente. Se construyó “el ensanche de Cerdà” pero se olvidaron por completo
de los barrios de la periferia que albergaban obreros que llegaban a miles
desde Murcia, Valencia, Andalucía, Aragón, Castilla o del interior de la misma
Cataluña. Estos trabajadores en la mayoría de los casos terminaban en barracas,
o en conventillos, como así nos lo recuerda Abel Paz cuando nos describe su
vivienda en el Clot a la llegada de Almería. Un espacio de 15 a 30 metros cuadrados
donde vivían varias familias. Como máximo llegaron a construir unas cuantas
“casas baratas” que el prohombre de turno se encargó de patrocinar.
Siguiendo el hilo de
la historia, el libro de Manel nos habla de los prolegómenos de la llegada de la II República y alguno
de los intereses económicos que, de alguna manera, se jugaban en aquel momento.
Basta citar como por ejemplo la electrificación del país, que permitió los
tejemanejes especulativos de Francesc Cambó, el conde de Romanones y el Duque
de Alba. Todos ellos vieron una oportunidad del dinero fácil y con ese fin
constituyeron una empresa eléctrica que llegó a cotizar en la bolsa, (Chade).
Terminadas las
grandes obras de 1929 y con la llegada de los ecos de la crisis americana,
quienes pagaron los platos rotos en aquel momento fueron los obreros, en su
mayoría afiliados al sindicato de la construcción que pasaron a engrosar las
colas de la indigencia. Ante esta situación, el Sindicato de la Construcción de CNT,
con Santiago Bilbao a la cabeza, entendió la situación del momento y constituyó
el llamado Comité de Defensa Económica. Acontecimiento que se produjo el mismo
día en que se celebraban las elecciones municipales que traerían la República.
Aquel primero de
mayo acudieron 150.000 personas a la convocatoria mitin de CNT. Con la euforia
del momento decidieron ir a entregar los acuerdos adoptados por escrito al
recién nombrado presidente de la Generalitat Francesc
Macià a la plaza de la
República. Entre los seis puntos destaca el primero que habla
de que cada patrón debe de absorber el 15 % de los obreros parados con arreglo
al número de trabajadores que tiene en ese momento. Otro de los puntos
destacados era el quinto que contemplaba la rebaja del 40% de los alquileres.
Al llegar a la plaza
de la República
los manifestantes cenetistas fueron recibidos a tiros. A resultas de este
incidente murió un guardia de seguridad, numerosos manifestantes sufrieron
heridas y se produjeron numerosas detenciones.
El autor nos explica
que la huelga poco a poco se fue extendiendo como una mancha de aceite por los
barrios periféricos de la ciudad. Santiago Bilbao la destacaba como importante
en el sentido de que debían ser las mujeres las más implicadas. D alguna manera
adquirían un aprendizaje de lucha social que en el futuro iba a ser muy
útil para los momentos insurreccionales que se avecinaban. La
particularidad de esta huelga es que sus resultados se veían al momento. No
abonar los el precio del alquiler suponía para las familias destinar ese dinero
para paliar el hambre y el vestir a sus hijos.
En este contexto, la
huelga de alquileres adquirió una dimensión importante, que puso a la Cámara de la Propiedad en guardia.
Con ferocidad inaudita, y con la previa complicidad de los gobernantes quienes,
a través del papel que juegan los gobernadores civiles, la represión se
extendió. En este papel cabe destacar a Anguera de Sojo, que encarceló a
numerosos sindicalistas como presos gubernativos.
Como consecuencia de
la huelga de alquileres se produjeron una serie de acontecimientos a destacar.
Es el caso de la huelga de hambre llevada a cabo por cincuenta y un presos y la
huelga general por la dignidad, consecuencia de la situación de represión
en la cárcel.
En conclusión, el
libro sigue la huelga de alquileres, y sus diferentes facetas que
transcurren una vez proclamada la
República en abril del 1931. La obra ahonda en el desarrollo
de los diferentes tipos de desahucios que se sucedieron y en la respuesta en
cada momento solidaria de los vecinos del entorno. Ante estos hechos la
respuesta de la Cámara
de la Propiedad
y del gobernador fue cada vez más contundente.
A partir de
1932 la inercia organizativa de los barrios permitió que ya no fuera
necesitara la directriz del sindicato cenetista de la construcción. Los
trabajadores aprendieron a caminar por si solos e incluso llegaron a crear su
propia asociación de “Llogaters de Catalunya” que en la práctica tenía los
mismos principios que el sindicato anarcosindicalista. No hay que olvidar
que la huelga de alquileres, se extendió también a numerosas ciudades de
España.
Para terminar, nos
parece interesante rescatar las luchas del pasado porque ochenta y tantos años
después vivimos situaciones parecidas.
http://cnt.es/noticias/la-huelga-de-alquileres-en-los-a%C3%B1os-treinta-que-anticip%C3%B3-situaciones-actuales
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