El neoliberalismo provinciano de Rueda-Feijoo
Albino Prada
11/02/2024
Me centraré aquí en dos cosas que a los dirigentes del
Partido Popular no les gusta nada airear. Que, por un lado, su política en lo
social y económico es neoliberalismo puro y duro (como el de Trump, Milei o
Meloni) en beneficio de los más privilegiados. Y, por otro lado, que para ellos
la Xunta de Galicia es poco más que el gobierno de cuatro provincias españolas
subordinadas a los intereses centrípetos de la megametrópoli madrileña. En
ambos casos se acercan cada vez más a las posiciones de Vox: neoliberalismo
radical más beligerancia contra las nacionalidades periféricas del Reino de
España. Vayamos por partes.
En materia económica y social, su neoliberalismo se oculta
bajo una capa de tecnocracia y eficiencia, aunque, sorprendentemente, no
quieren ver ni en pintura un balance objetivo de los resultados que han logrado
durante años y años de Gobierno. Para evitarlo cuentan con muchas amistades
mediáticas bien alimentadas con fondos públicos. Neoliberalismo puro: regar a
los amigos ricos con abundantes subsidios con fondos que son ahorrados en
recortes a la mayoría social.
Las medidas neoliberales que la derecha viene aplicando en
Galicia desde hace muchos años están teniendo consecuencias negativas en la
cantidad y calidad del empleo (por ejemplo en la elevada contratación temporal
que depende de la Xunta), en la situación de la educación y la sanidad o en
servicios para las personas mayores (en todos los casos con el abuso de los
conciertos con empresas privadas), también en el imposible acceso a la vivienda
de los jóvenes o a las residencias de ancianos, en la gestión de los recursos
naturales del país, en la oficina de subcontrataciones chistosas que es la
CRTVG, en el deterioro del medio ambiente natural y ambiental, en la anorexia y
regresión de los ingresos de la comunidad autónoma e, incluso, en el
crecimiento económico del país, por citar solo algunos de los efectos causados.
La anorexia a la que los neoliberales Rueda y Feijoo someten
los programas sociales de la Xunta de Galicia se puede comprobar día a día en
el desastre de las crecientes listas de espera, en el bajo cupo de plazas
públicas en las residencias de mayores, en el imposible o costoso acceso a la
vivienda para los más jóvenes o en la entrega de recursos naturales a
empresarios amigos en lugar de municipios y cooperativas, sólo por poner
algunos ejemplos.
La otra cara de esos desastres es que ni siquiera logran -a
cambio y como prometieron- su objetivo sacrosanto: el crecimiento del PIB. Pues
según el Informe 2022 del Consejo Económico y Social de Galicia (en la página
74), Galicia no sólo está perdiendo peso de forma permanente en el PIB español,
sino que también estamos perdiendo peso de forma contínua en términos de
empleo. Con lo quye el objetivo de romper con la regresión demográfica del país
se convierte en una quimera.
Vaya un dato demoledor: según el INE, en Galicia la población
joven (entre 16 y 34 años) pasó de 750.000 personas en 2002 a 470.000 en 2023.
Una caída que va camino de la mitad en veinte años, mientras que en el conjunto
del Reino de España ese mismo colectivo es casi estable.
La alternativa a este desastre neoliberal, que hoy puede
beneficiarse de políticas alternativas del actual Gobierno Central (por ejemplo
en la revalorización de las pensiones, en la mejora del salario mínimo
interprofesional o en las prestaciones por desempleo), pasa porque la Xunta de
Galicia se ponga al servicio de la mayoría de los ciudadanos y no al de grupos
de presión económicos, mediáticos o empresariales. Una réplica y alternativa al
neoliberalismo provinciano que gobierna -es un decir- la Xunta. Y a eso es a lo
que vamos porque, sin pestañear, estos adalides de la desigualdad social
simular ser abanderados patriotas de la igualdad entre todos los ciudadanos del
Reino de España.
En este segundo aspecto, la deriva del Partido Popular hacia
la recentralización y paralización de las Autonomías en la última década (con
su clímax en el recurso al Tribunal Constitucional contra el Estatuto catalán),
es cada vez más cercana a la postura de su ahora socio habitual (Vox) que
proclama a las claras su deseo de retornar a un provincianismo español
predemocrático. Una deriva que ha provocado un enorme conflicto social en
Cataluña y una ola de odio pseudopatriótico en gran parte del Reino de España,
con el riesgo de extenderse al País Vasco y a todos aquellos que no se apunten
a esta nueva Cruzada.
Una deriva hacia una España unitaria, centrípeta y radial en
la que una ciudad-provincia (el Madrid ayusista y aznarista) se agiganta como
una metrópoli global con diversas periferias subordinadas. Con una lógica
centrípeta, y a la vez neoliberal, que obliga al resto a una devaluación de la
fiscalidad propia (en sucesiones o patrimonio) y empuja a una competencia
fiscal a la baja dentro del reino de España. Círculo vicioso del que siempre se
benefician los más ricos y el cáncer centrípeto. Ajenos a cualquier pacto
fiscal federal que evite estas asimetrías, mientras jalean el mantra de la
igualdad.
En esta convergencia y deriva de la derecha, Galicia sólo se
entiende como una región de cuatro provincias subordinadas a tal lógica (en el
caso del AVE radial, la red de autopistas radiales sin peaje, el uso de los
recursos naturales, la normalización lingüística, los medios de comunicación,
el folklorismo, la no reforma estatutaria, la privatización de los servicios públicos,
el alcance y escala de las áreas comerciales, etc.), a cada paso más lejos de
una mutación federalizante del actual marco autonómico (como he desarrollado
recientemente en este semanario digital).
La posición alternativa, por tanto, debe definirse como un
punto de encuentro entre las que asumen la plurinacionalidad y la igualdad
institucional de los territorios del Reino de España, al servicio del bienestar
social de sus respectivos ciudadanos, en la hoja de ruta de una transformación
federalizadora del Estado de las Autonomías. Un punto de encuentro entre todos
los que consideramos dicho Estado una estación de paso y no un punto final.
En este contexto, las políticas lingüísticas, culturales, de
financiación pública, la gestión de los recursos del país, las redes de
infraestructuras, las demarcaciones provinciales, la integración internacional
(por ejemplo en la Eurorregión con Portugal), etc. debieran ser compartidos y
consensuados con las estrategias de las distintas nacionalidades de una España
federalizante. Para así, por ejemplo, no mantener un Senado centrípeto sino
federalizador.
Para todo ello creo que es necesario despertar del sueño
provinciano, y falsamente igualitario, de las derechas y de los sectores
sociales, empresariales y mediáticos que vienen alimentando su prolongada y
paralizante hegemonía electoral y política en Galicia. Despertar también de las
variadas posiciones localistas de las ciudades del país que no son más que
falsas salidas de ese sueño, al tiempo que son una comprobación de ese fracaso.
Por ese doble motivo, por ser neoliberal y provincial, con
un balance tan preocupante otra mayoría debe aportar el aire fresco de una
alternativa política en la Xunta de Galicia. Una mayoría alternativa de votos
que ya se registró en comicios anteriores, y que sólo gracias a la
circunscripción provincial -asimétrica en la igualdad de votos para obtener
diputados- permite al Partido Popular sumar mayorías de diputados. Necesitamos
ampliar esa mayoría social para gobernar con una hoja de ruta igualitaria dentro
del país y entre las naciones del Reino de España.
Publicado en gallego en Tempos Dixital:
https://temposdixital.gal/a-contratempo/feijoo-rueda-eleccions.htm
Albino Prada
Colaborador de Sin Permiso. Doctor en Ciencias Económicas por la
Universidad de Santiago de Com-postela, profesor de Economía Aplicada en la
Universidad de Vigo, fue miembro del Consejo Gallego de Estadística, del
Consejo Económico y Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Su
último libro es “¿Sociedad de mercado o sociedad decente?” (Universidade de
Vigo, 2023)
https://www.sinpermiso.info/textos/el-neoliberalismo-provinciano-de-rueda-feijoo
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