Los disparos a las piernas y los secretos de Estado de Trump
Sobre la lógica perversa de la pelea entre facciones imperiales de Washington
La pelea política entre las dos facciones imperiales de Washington no para de ofrecernos maravillas. Una de las últimas es el escándalo suscitado por la propuesta de Trump, expresada en foro cerrado, de que los guardias de fronteras de Estados Unidos disparen a las piernas de los emigrantes procedentes de México y Centroamérica, que intentan entrar en el país.
El New York Times y el Washington Post han logrado montar un gran alboroto alrededor de esto, así como de la estrambótica propuesta trumpiana de crear fosos con caimanes y serpientes en la frontera con México, sin mencionar o relacionar siquiera su propia complicidad histórica con la práctica de disparar a gente desarmada junto al muro fronterizo. No el de México, sino el que separa Israel de la franja de Gaza.
El tiroteo de gente desarmada junto a la frontera es rutina en Gaza. También lo es el hecho de que, como explica Juan Cole, ambos periódicos, horrorizados por los propósitos de Trump, han silenciado esa práctica y en raras ocasiones la han relegado a breves despachos en páginas interiores.
Apenas un mes antes de que el Times saliera el uno de octubre con la historia de la propuesta de Trump de disparar a las piernas de los sinpapeles, la agencia Reuters publicaba el 6 de septiembre el siguiente despacho:
“Las fuerzas israelíes dispararon y mataron a dos adolescentes palestinos, uno de ellos de 14 años, durante las protestas junto a la frontera entre Gaza e Israel, el pasado viernes, informaron responsables médicos palestinos. Los nombres de los muertos eran Jaled Al-Rabani, de 14 años, y Ali Al-Asqar, de 17. Setenta manifestantes fueron heridos, 38 de ellos por bala, dijeron”.
En los últimos 18 meses más de 210 palestinos, entre ellos 46 niños, han muerto durante la Gran Marcha del Retorno que arrancó a principios de 2018. Otras 9200 personas han sido heridas por bala desde entonces, incluidos 1900 niños, ha informado la Intifada Electrónica. La Organización Mundial de la Salud ha confirmado que por lo menos 1200 de esos heridos de bala precisaron reconstrucción de miembros destrozados por los disparos.
Israel alega que contra sus soldados se lanzaron algunos cócteles Molotov y que desde Gaza se dispararon cohetes en ese mismo periodo. Nunca se dice que la mayoría de esos cohetes son artesanales y que muy raramente impactan en zonas habitadas. Por más que eso también sea delito, en veinte años han sido contadas las víctimas israelíes de esos proyectiles.
Mientras que casi 10000 palestinos desarmados y que no representaban amenaza militar alguna han sido heridos de bala en 18 meses por tiradores de precisión del ejército, Estados Unidos y la Unión Europea, y sus medios de comunicación, han estado, básicamente, ignorando el asunto. Si lo de Trump fue una propuesta, lo de Israel es doctrina militar: los palestinos pueden ser tiroteados como perros si se acercan a la barrera que separa el ghetto de Gaza de territorio israelí. Como recuerda Cole, alrededor del 70% de las familias de Gaza fueron expulsados de sus casas por las escuadras sionistas en 1948 y muchos de los palestinos allá internados podrían regresar a sus antiguas casas caminando un par de horas. Detalles que no interesan a la prensa sionista de Estados Unidos que tanto inspira a nuestros periodistas. Pero hay algo más.
Tanto la noticia de la criminal propuesta de Trump como la de su llamada al Presidente de Ucrania que están sirviendo para alimentar el último round de la pelea entre facciones facinerosas de Washington, son resultado de filtraciones facilitadas por los llamados “reveladores de secretos” (“whistleblowers”). Cuando Trump respondió a la filtración sobre su conversación ucraniana calificando de “espía” al miembro de su administración que se fue de la lengua revelando un secreto, el Presidente del Comité de Inteligencia del Congreso, Adam Schiff, elogió el “coraje y patriotismo” mostrado por ese revelador de secretos. “El Congreso debe hacer todo lo posible para proteger a este revelador de secretos y a todos los reveladores de secretos”, dijo. ¿Todos?
Hace menos de tres años ese mismo tipo escribió a Barack Obama urgiendo al Presidente a, “no perdonar a Edward Snowden, autor de la mayor y más dañina publicación de información secreta de la historia de nuestra nación”. “El gobierno de Estados Unidos debe hacerle responder por sus actos”, decía Schiff. El entonces Secretario de Estado, John Kerry, calificaba entonces a Snowden de “traidor a su país” y su predecesora Hillary Clinton, que se preguntó porque no se mataba con un dron a Julian Assange, decía que el hoy encerrado en la prisión de alta seguridad británica de Belmarsh y amenazado de extradición, “debe responder por lo que ha hecho”.
A quien sí perdonó Obama fue a Chelsea Manning, sin embargo la reveladora del video “Asesinato colateral” que mostraba cómo desde un helicóptero americano se mataba a más de una docena de civiles iraquíes, entre ellos dos fotógrafos de Reuters, y se hería a dos niños, ha sido llevada de nuevo a la cárcel para obligarle a testificar contra Assange, cosa a la que de momento Manning se resiste con una tenacidad digna del mayor de los elogios.
En el caso de los rebuznos de Trump se arma el escándalo por una filtración que tiene que ver con la pelea mafiosa entre las dos facciones, divididas sobre todo por la línea de la política exterior imperial a aplicar. En el caso de Snowden, Assange y Manning, se trata de personas que han revelado crímenes y violaciones de derechos vinculadas a esa misma política exterior. Por eso, en buena lógica perversa, lo primero es elogiado y lo segundo criminalizado.
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