La ‘yogui pandy’ o la corte de los discretos
Juan Carlos Escudier
Público.es
De florilegio en florilegio, los felipólogos han venido
construyendo una imagen del nuevo rey diametralmente distinta a la de su
campechano padre, que ahora vive la vida loca igual que antes pero sin el
coñazo de las audiencias en Zarzuela. Especialmente se insistía en que
estábamos ante un joven preparado y responsable, al que nunca se le vería
abatir elefantes porque repudiaba la caza y que, sin la presión de tener que
hacer caja a toda costa como su progenitor, tenía muy escogidos a sus amigos
por eso de evitar verles en el telediario en las noticias de tribunales.
La nueva etapa de la monarquía respondía en realidad a una
cuestión de supervivencia de la propia institución, que si ya era indigesta
conceptualmente, se había vuelto intragable desde que cayó el velo de su
impunidad y quedaron al aire sus vergüenzas y sus corruptelas. Al nuevo rey
correspondía salvar los muebles de época y para ello tuvo que aceptar cierta
transparencia y hasta renegar de esos familiares contaminados a los que hoy se
juzga en Mallorca. De este cordón sanitario ha escapado el emérito, cuyas
francachelas con corinnas y reyes del azúcar parecen tener indulgencia plena.
Con el boquete casi reparado, se ha abierto una vía de agua
procedente de ese círculo de amigos que componen la corte del monarca, a los
que se suponía discretísimos e intachables y entre los que no hay mileuristas,
parados, carpinteros, administrativos, funcionarios y otra gente de mal vivir
en el sentido estricto del término, sino banqueros, corredores de bolsa, aristócratas
y altos ejecutivos.
Desde los hermanos Fuster, hijos del que fuera presidente en
España de la McDonell Douglas, pasando por Pablo de Grecia, el “cabroncete”
Pedro López Quesada (el apodo es made in Urdangarin), Miguel Goizueta, de los
Goizueta de Guadalmina de toda la vida, los hijos de Simeón de Bulgaria, Juan
Ignacio Entrecanales o Javier López Madrid, el ‘compi yogui’ de la reina, el
denominador común de esta corte de los discretos es haber sido cómplices en su
mayoría de las correrías amorosas del entonces Príncipe, antes de que sentara
la cabeza y, aparentemente, fuera menos Borbón de lo que apuntaba.
El más querido de esta ‘yogui pandy’, López Madrid, yerno de
Villar Mir y envuelto en un turbio caso de presunto acoso a una dermatóloga, ha
tenido el privilegio de dar el primer disgusto a la real pareja al desvelarse
los mensajes de apoyo que desde Zarzuela se le transmitieron cuando se supo que
era usuario de una de las famosas tarjetas black de Cajamadrid. El “nos
conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás merde” de Letizia ha sonado
tan idéntico al “Luis, se fuerte” de Rajoy a Bárcenas que no hay campaña de
glorificación que lo resista.
Apenas diez palabras han servido para mostrar que una cosa
es predicar y otra dar trigo, que la rectitud de la institución frente a las
conductas reprobables es sólo una fachada, un trampantojo, porque cuando el
implicado es el colega de las clases de yoga lo que hay que hacer es darle
cariño.
Dice ahora la Casa Real que López Madrid ya es historia y
que sobre el nombre de quien facilitaba al monarca en su juventud discretos
picaderos para sus apasionados romances se ha pasado el tippex con más saña que
la que el PP se aplicó para formatear los discos duros de su extesorero. Hay
cosas que nunca cambian.
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No olvidemos los lazos del personaje...
No olvidemos los lazos del personaje...
Ni la conexión saudi ..
y ver ............
El Gobierno anuncia una investigación por la publicación de
los mensajes de los reyes en eldiario.es… Cuando son del sumario que no es
secreto
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