domingo, 4 de julio de 2021

Entrevista a Josep Maria Bricall .

Entre Tarradellas y Keynes. Entrevista a Josep Maria Bricall

ANTONIO  SANTAMARÍA

Entrevista a Josep Maria Bricall

—¿Usted es conocido, entre otras cosas, por haber sido la mano derecha de Josep Tarradellas. ¿Cómo conoció a Tarradellas? ¿Qué le condujo a apoyarle cuando muy pocos lo hacían?

—En este mundo a veces las actividades que uno hace vienen dadas por circunstancias puramente azarosas y no hay un motivo especial por el cual conocí a Tarradellas. Cuando terminé mis estudios, entre 1960 y 1961, quería hacer el doctorado. Me planteé hacerlo sobre la reforma fiscal. Entonces estaba en Londres y cayó en mis manos el libro que publicó la Generalitat durante la guerra sobre los decretos de colectivización. Eso me condujo a plantearme cómo se había financiado la Generalitat durante la guerra y empecé a trabajar sobre el tema. Si algo hay seguro sobre la Guerra Civil es que es muy complicada. Durante dos años y medio en España ocurrió todo lo que podía ocurrir en el mundo, al menos en el mundo que conocemos, en Europa.

 Entonces, en 1965, pensé que una de las personas que había de conocer era a Josep Tarradellas, quien había sido consejero de Hacienda durante toda la guerra. Un personaje complejo, ya me lo habían advertido. Me presenté en su residencia de Saint Martín-le-Beau. Previamente le llamé por teléfono y me vino a buscar a la estación. Me sorprendió cuando bajé del tren aquella figura tan alta y ya un poco encorvada por la edad. Además, era verano, iba sin corbata y vestido de modo más informal. Por una serie de circunstancias llegamos a tener una gran relación. Me fascinó una cosa que no conocía, que era el significado de ser político.Vi a una persona cuyos análisis no se basaban fundamentalmente en ideologías o intereses, sino en captar lo que las exigencias del momento te imponen. Este me pareció mucho más fascinante de lo que podía imaginar. Sobre todo comparándolo con lo que había visto en Barcelona, donde la capacidad de fantasear de los políticos era realmente espectacular. Me pareció un hombre de un gran realismo, de una gran comprensión y sobre todo un perfecto liberal en el sentido norteamericano de la palabra. Es decir, un hombre para el cual todo es posible, todo se puede discutir y todo es respetable.

 —¿Cómo calificaría las relaciones entre Tarradellas y los partidos y organizaciones de la oposición al franquismo? ¿Quiénes le prestaron apoyo y quiénes no lo hicieron?

—La verdad es que, hasta la muerte de Franco, Tarradellas fue un personaje relativamente desconocido y si era conocido creaba unas ciertas polémicas. Él tuvo la osadía de enfrentarse a lo que podríamos llamar la línea oficial o mejor dicho predominante del catalanismo de postguerra. Esa línea predominante tenía dos componentes. Por un lado, la representada por Jordi Pujol, Montserrat y toda esa tradición. Por otro lado, la del PSUC y la gente que se movía en su entorno, que era realmente mayoritaria. Él se encontraba con estos problemas específicos frente a esa tradición mayoritaria en el catalanismo, en el cual existían estos dos componentes que entre ellos se respetaban bastante. Sin entrar en el detalle, él tuvo una posición polémica con esta corriente, cuando además era profundamente desconocido para el catalán y el español medio.

 Cuando falleció Franco se impuso un poco su forma de hacer, su forma de actuar y su neutralidad en el planteamiento de las cuestiones que se proponía en la vida política en Catalunya. Y con un cierto toque de sentido práctico, difícil de imaginar en una persona que había formado parte en todos los gobiernos de la Generalitat durante la guerra. Sentido práctico en el sentido de reconocer los cambios que se habían producido en España y en Catalunya.

 —La Generalitat fue la única institución de la Segunda República reconocida por la monarquía parlamentaria ¿A su juicio a qué fue debido? ¿Comparte la opinión de ciertos historiadores de que fue una maniobra de Adolfo Suárez para impedir la hegemonía de la izquierda representada por el PSC y el PSUC?

—En este punto todo y nada es posible. Lo que es seguro es que cuando se llega a una solución es porque confluyen una serie de intereses que en aquel momento se imponen mayoritariamente. ¿Que Suárez podía tener esa intención? Quizás sí, no se sabe. Lo que sí que sé es que una parte importante de la izquierda catalana, el PSC, entonces aliado con el PSOE, jugó indiscutiblemente la carta de Tarradellas. Por encima de Pujol, que no lo quería, y de los comunistas que se encontraban más bien ligados a la línea que entonces seguía Carrillo en España. Por tanto, es evidente que hay un camino en el cual confluyen ciertos intereses de un lado y del otro. No solo de un lado, pues de lo contrario no hubiese ocurrido. También que, si no hubiera sido así, Tarradellas no habría podido formar un gobierno de unidad, porque en definitiva todo el mundo estuvo de acuerdo con esa solución. Esta es la realidad. Incluso los partidos de la extrema izquierda fueron los que más avalaron el retorno del presidente y participaron en la asamblea que él constituyó en Francia antes de su retorno.

 Por tanto, decir esto de Suárez es de un simplismo extraordinario. Además, existía otra cosa que se ignora. No poseo la referencia personal, pero tengo la de Romà Planas, un gran colaborador del presidente Tarradellas en el exilio, quien me dijo que cuando Tarradellas iba a formar el gobierno de unidad, los americanos presionaron para que no incluyese a los comunistas en su gobierno. Tenga en cuenta que, entonces, un gobierno de la Generalitat de Catalunya no era lo que es ahora, sino que era una institución muy respetada y que no era lo mismo que un gobierno provisional. A pesar de esto se formó sin problemas el gobierno de unidad. La interpretación de que fue una maniobra de Suárez implica que los partidos catalanes eran perfectamente idiotas. Creo que las cosas son más complicadas. No niego que a Suárez le conviniese, porque le resolvía el problema catalán, pero tampoco le sirvió para limitar el predominio de la izquierda en Catalunya, que continuó ganando las elecciones hasta que las perdió en las primeras autonómicas en 1980.

 —¿Es cierto que existía una buena relación personal e incluso de simpatía entre Suárez y Tarradellas?

—Sí, pero hubo de todo. Hubo momentos un poco tensos. Él se daba cuenta de que, si nos enfrentábamos al gobierno español, teníamos las de perder. Cómo él dijo tantas veces, ellos se pueden permitir lo que quieran, porque tienen el Estado, y nosotros si no lo hacemos bien no somos ni Estado. Eso lo tenía muy en cuenta. Por tanto, no quiso nunca enfrentarse con Suárez, ni hubiera querido enfrentarse ni con González ni con nadie, ni –si hubiera sido el caso– con Carrillo. Hubo momentos de tensión, especialmente cuando vio que los traspasos no se producían con la frecuencia que se habían previsto. Ahora bien, en último extremo, siempre acudía a una llamada, a un contacto, a una visita personal. Él era un político a la antigua usanza y el trato personal era muy importante. Cuando las cosas se complicaban un viaje a Madrid era inevitable.

 —Se dice que Suárez quedó impresionado por la talla política de Tarradellas cuando tras la primera entrevista, que fue un desastre, manifestó a los medios de comunicación que había sido un éxito.

—Yo no estuve en esta entrevista, estaban Sureda y Ortínez, pero me consta que salió hundido de aquella primera entrevista, convencido de que no íbamos a arreglar nada. Además tuvo secuelas, pues encuentros posteriores fueron anulados. Es cierto que Suárez se quedó sorprendido, como quedé sorprendido yo en 1965 y como mucha gente que lo conoció. Era un hombre que exponía claramente sus ideas. Cuando volvió aquí, respondió a una pregunta de la prensa: “Tenga en cuenta que soy el sucesor de una persona a la que el gobierno español fusiló”. Esto sentó relativamente mal en ciertos sectores, pero él dijo lo tenía que decir. No era una persona que escondía sus ideas, pero cuyas ideas, cuando las defendía, respondían a un programa y a una manera de ver la política y supongo que esto fascinó a una parte de la clase política de España. Porque, en España, aunque desde aquí se dicen cosas muy raras, hay un cierto sentido de Estado, compartido por todos los ciudadanos, y ese no es el caso de Catalunya.

 Por otro lado, él mantuvo una gran relación personal con los miembros de su gobierno. No únicamente con Raventós, con el cual tenía una relación excelente, sino también con Antoni Gutiérrez Díaz, del PSUC, con quien trabó una verdadera amistad.

 —En sentido contrario, en sus memorias “Ja sóc aquí”, Tarradellas relata algunos episodios sobre su mala relación personal y política con Pujol. ¿A qué atribuye esta hostilidad?

—Como le dije antes, Tarradellas se enfrentó a la corriente oficial del catalanismo durante la dictadura porque aquello conduciría –me atrevería a decir– a lo que ha llegado ahora. Él esto lo vio claro. Esto se manifestaba en la falta de empatía, como se dice ahora; incluso, en la manera de exponer las cosas. De todos los miembros del gobierno de la Generalitat de esos años, Pujol era la persona que tenía y podía tener una ambición política más decidida. Había otros con una visión política muy clara, pero que no podían ejercerla, como el PSUC, por circunstancias geopolíticas. Esto se traslucía, incluso, en una cierta sensibilidad ante los problemas políticos.

 En definitiva, la tradición liberal de la que venía Tarradellas y que para mí proviene de la Revolución francesa, no ha sido nunca compartida por Pujol. A mi juicio, Pujol es un hombre que todavía no ha asimilado la Revolución francesa. Es posible que también pudiera haber problemas de tipo personal, pero creo que tienen menos importancia que esta cuestión de fondo.

 —¿Comparte usted la opinión que, de algún modo, Tarradellas encarna los valores del catalanismo progresista y laico representado por el Monasterio de Poblet, donde están enterrados los reyes de la Corona de Aragón, y Pujol los valores del catalanismo católico representado por la Abadía de Montserrat?

—Bueno, es una interpretación demasiado simplificada, pues no se puede llamar laico al Monasterio de Poblet. En la pregunta que usted me formula, hay un aspecto más interesante del que en principio cabría suponer. Cuando Tarradellas lega su archivo a Poblet, lo hace por dos cosas. Primero, para que no metan mano en su archivo los fisgones de la corriente oficial, dentro de la cual se encuentran historiadores notorios. Depositar su archivo allí era sacarlo de lo que parecía más obvio, como hubiera sido Montserrat. En segundo lugar, en Poblet se halla, por así decirlo, la tradición estatal de Catalunya representada por la Corona de Aragón. Él tenía siempre este pensamiento. De hecho, no es casualidad que cuando terminó su mandato se celebró una reunión en Poblet a la cual invitó a los presidentes de todos los países que formaron parte de la Corona de Aragón; incluida Navarra por la vinculación especial que tuvo en la época de Juan II.

 En aquella época llamar a Tarradellas progresista es quizás excesivo. Tarradellas, en ese momento concreto, lo que hace es no crear problemas. Él formaba parte de la tradición, vamos a decir socialdemócrata y liberal. Laico, sin duda, aunque él era católico, nunca dejó de serlo, aunque no demasiado practicante. Repito, tenía muy asumida la tradición de la Revolución francesa.

 —¿Por qué cree que Tarradellas no hizo como el lehendakari en el exilio Leizazola y dimitió para ceder el cargo al líder del partido más votado, Carlos Garaicoetxea del PNV, cuyo equivalente en Catalunya era Joan Raventós del PSC?

—Otra vez es lo mismo, fue la confluencia de intereses. En primer lugar, Tarradellas era un hombre de una gran pasión política y regresar como presidente de la Generalitat era un gran triunfo político. En segundo lugar, había una idea muy importante: la continuidad institucional de Catalunya. Durante el exilio, Catalunya no dejó de tener una representación política, basada en el Estatut de 1932. Esta idea de la continuidad la tenía muy metida en la cabeza. Muchas veces se refería a ella en el exilio, a esa falta de continuidad en Catalunya donde siempre tenemos que empezar de nuevo. Ahora tenemos la Generalitat y el Estatut que el pueblo español aceptó ¿por qué hemos de empezar de nuevo con otra cosa?, decía. Tampoco los socialistas impusieron que Raventós fuera el conseller en cap. Creo que Raventós también respiró cuando vio que no era designado como tal. Raventós no era un hombre ambicioso políticamente.

 —¿No cree usted que el hecho de que Raventós no fuese nombrado conseller en cap favoreció las expectativas de Pujol en las primeras elecciones autonómicas de 1980?

—Es posible, pero tampoco benefició que las elecciones fueran como fueron. Los socialistas no hicieron una campaña electoral para ganar y tampoco, cuando perdieron, hicieron todo lo posible para entrar en el gobierno. De hecho, poco antes de las elecciones coincidimos en una boda en Rosas donde estuve en la misma mesa que Tarradellas y Josep Pla. Allí Tarradellas dijo que en Catalunya había dos personas que no podían dormir, uno (Raventós) por miedo a ganar las elecciones y otro (Pujol) por miedo a perderlas, lo cual provocó la hilaridad general.

 —¿Por qué Tarradellas no quiso presentarse a esas primeras elecciones al Parlament de Catalunya? ¿Acaso tenía miedo a perderlas? Incluso se dice que se llegó a hablar de una candidatura unitaria liderada por él.

—Sí, se habló de hacer eso. Yo estuve muy al margen de esto, pero, si tengo que hablar por lo que él me dijo, no quería presentarse. Si lo que pensaba es lo que me dijo, eso no lo puedo asegurar. Incluso me hizo elaborar un documento sobre una campaña que empezó a correr, con carteles pegados en las calles, pidiendo que se presentase. Efectivamente, hubo fuerzas que presionaron para que se presentara, le hablo desde Pere Durán hasta sectores de otro tipo como Heribert Barrera o Raimon Galí y alguien más del que ahora no me acuerdo, quizás mosén Dalmau o dirigentes de ERC. Me vinieron a ver para ver si yo podía influir para que Tarradellas se presentase. Él no aceptó.

 Si usted me pregunta que pienso, creo que Tarradellas tenía 81 años. Y ahora puedo hablar, por la edad que tengo, que uno no es tan combativo como cuando se es joven. Manuel Ortínez, una personalidad estrechamente vinculada a Tarradellas, solía decir que Franco se nos murió diez años tarde, porque si hubiese muerto diez años antes, Tarradellas vuelve a presentarse y gana.

 Aquí, también hay dos cosas. En primer lugar, se dice que Pujol y Trias Fargas le ofrecieron no presentarse o ir por detrás de él en una lista conjunta, algo que Tarradellas no aceptó. No digo que no hubiese aceptado presidir la Generalitat en el marco de una candidatura conjunta. Quizás hubiera aceptado presidir la Generalitat si el Parlament lo hubiese elegido, pero el Parlament no podía elegir a un presidente de la Generalitat que no fuese diputado. Y esa condición la impusieron los diputados catalanes a causa de Tarradellas. Tengo una anécdota en ese sentido. Un día discutí, en una conversación muy amigable, con Fontana, ministro de Administración Territorial, cuando yo era secretario general de la presidencia de la Generalitat. Me dijo que la conversación que íbamos a tener la conocía Suárez. En un momento determinado afirmó: “es una lástima que Tarradellas no pueda ser presidente de la Generalitat por culpa del Estatuto”.Yo le respondí: “Oiga, eso no lo dice el Estatuto, lo dice la Constitución. En los artículos dedicados a los Estatutos de Autonomía se dice que los presidentes de los gobiernos autonómicos tienen que ser elegidos entre los diputados”. Fontana observó que “eso fue cosa de los catalanes que impusieron esa condición”. Un día se lo pregunté a Gutiérrez Díaz del PSUC, después de la muerte de Tarradellas, quien me lo confirmó. Estábamos precisamente en una reunión en Poblet con Armet, Sentís, Gutiérrez y yo. Me dijo: “no podíamos tolerar que, de alguna forma, la presidencia se nos escapase a los políticos”, profesionales, añadiría yo. Y yo le respondí, “gracias”, porque a mí también me involucraba.

 —Josep Benet publicó en 1992 un libro de más de 700 páginas, titulado “El president Tarradellas en els seus textos”, dedicado a denigrarle ¿Cuáles cree que fueron sus motivos para escribir esta requisitoria?

—Yo he conocido y he tratado a Benet. Dudo mucho que Benet tuviese esa iniciativa si no hubiera habido ciertas presiones para que lo escribiese. No tengo ninguna prueba y no puedo decirlo, pero ha de tener en cuenta que entonces Benet tenía un cargo oficial en la Generalitat y a final de mes cobraba de la Generalitat. Yo no puedo opinar sobre el texto porque no lo he leído pero, por los comentarios que me han llegado, criticar a una persona que políticamente ha triunfado y cuyo autor es una persona que no tenía ni idea de la política, pues cómo se le diría… Benet ha sido demócrata-cristiano, procomunista… Ha sido de todo en su vida, pero forma parte de esa corriente oficial o mayoritaria, para ser más exactos, a la que me he referido antes, del catalanismo durante el franquismo. Es un poco la famosa idea, que se ha extendido después y que es más importante de lo que parece, de esta corriente del catalanismo acomodado que ha tenido siempre la tendencia entre separar entre ellos y nosotros, como si no existiesen los otros, como si nosotros fuésemos los únicos. Esta distinción entre nosotros y ellos ya se encuentra en el siglo XIX y en el XX. Cuando Morgades le coloca la corona de laurel a mosén Cinto Verdaguer, le dice: “te corono en nombre de Catalunya”. Eso era mucho decir, era un poco excesivo; Morgades era el obispo de Vic.

 —El 16 de abril de 1981 Tarradellas publicó en La Vanguardia una larga carta, para algunos profética, donde criticaba la deslealtad institucional de Pujol y la llamada “dictadura blanca” que se estaba imponiendo y advirtiendo sobre la nociva deriva del pujolismo ¿Qué opina sobre esto? ¿A su juicio cuál era la concepción de Tarradellas sobre la Autonomía de Catalunya en el período histórico que se abría tras la muerte de Franco?

—Este fue uno de los motivos por los cuales me fascinó Tarradellas. Tenía una gran capacidad para ver por dónde irían las cosas. Los grandes políticos saben hacerlo, tienen esa capacidad para prever. Tarradellas tenía olfato para captar estas cosas. Había una cosa que le preocupaba extraordinariamente. En Catalunya hay dos cosas que le permiten vencer, por lo menos hasta la fecha, si quiere conseguir el encaje con España –como se dice ahora– que más le favorece. En primer lugar, la unidad, y en segundo lugar, el rigor. La unidad era por la preocupación de que los catalanes no resolviesen sus divisiones y para Tarradellas la política que empezaba hacer Pujol remitía al ellos y al nosotros. Es decir, toda una política orientada desde la Generalitat a imponer una cierta visión de Catalunya que automáticamente dejaría fuera de ella a una parte importante de la población. Y esto a Tarradellas le aterrorizaba.

 La segunda idea es la del rigor. Tarradellas imponía al gobierno de la Generalitat actuar con un máximo de racionalidad y de rigor. Es decir, no dar un paso en falso. Estas eran las dos cuestiones que a él le preocupaban. Como que él veía que esto empezaba a ser así, temía las consecuencias de ello. ¿Profético? Sí, es profético y seguro que era un enunciado de algo que para él era evidente, según el cual la sopa tiene el sabor de los ingredientes que se ponen en ella. Veía claro que aquella sopa se agriaba.

 —En la sesión de investidura de Pere Aragonès, tanto Salvador Illa como el propio Aragonès se declararon tarradellistas ¿Qué piensa al respecto? ¿Quién cree que tiene más derecho a reclamar el legado de Tarradellas?

—Yo no puedo dar derechos a nadie, aunque es verdad, que como decía Romà Planas, al que antes he citado: “en Francia, en algún momento, todos han sido gaullistas”. Esto es una cosa parecida. Hay un momento en que el legado es tan imponente que al final todo el mundo bebe de él. No sé quien tiene más derecho a reclamarse del legado de Tarradellas, esto se verá por lo que hagan. Lo que es seguro es que, lo que se ha hecho desde 2010 hasta la actualidad, es precisamente lo que Tarradellas no quería que se hiciera.

 —¿A su juicio, cuál es el legado de Tarradellas? ¿Qué elementos de su pensamiento y trayectoria son válidos en el presente?

—El legado de Tarradellas tiene dos importantes componentes. En primer lugar, un cierto sentido de la realidad. En segundo lugar, un cierto sentido de la ambición; aunque parezca que esto es contradictorio, siempre hay un momento en que pueden coincidir. El momento de la realidad es saber lo que es posible hacer y lo que no es posible hacer. Tarradellas que en 1936 firmó el decreto de colectivizaciones que puso encima de la mesa en gran medida la CNT, es el mismo Tarradellas que aceptó después la monarquía, porque sabía que hay ciertos que no se pueden cruzar. Cuando Catalunya estaba en ese momento con las empresas en manos de los trabajadores, lo que se tenía que hacer era organizarlas y que conste que el decreto de colectivizaciones lo aprueba como conseller en cap, no como su autor. Él es autor, al cabo de unos meses, de la reforma financiera, de los decretos de S’Agaró. Esto es saber cuál es el límite de lo que uno puede y no puede hacer.

 La segunda cuestión, muy importante, es una cierta ambición. En el sentido de, a partir de lo que se puede hacer, saber hasta dónde podemos llegar. Es decir, yo sé lo que no puedo hacer, pero lo otro sí que lo puedo hacer. Esto es muy interesante. Nadie, nadie, nadie quería que la Generalitat fuese la institución que gobernase Catalunya después de la dictadura, excepto él. Después sí, se sumaron todos. Cuando muere Franco nadie piensa en ello seriamente. Catalunya es un país, contrariamente a lo que ella piensa de sí misma, de auténticos charlatanes. La gente dice una cosa y hace otra. Esta es la verdad.

 —¿Cuál es valoración del giro independentista del catalanismo conservador y de la hegemonía del independentismo en la vida pública catalana? ¿Qué piensa del proceso soberanista?

—Un desastre. Lo peor que podía pasarle a Catalunya es esto, que el propio gobierno de la Generalitat hiciese una política anticatalana o, por decirlo mejor, contraria a los intereses de Catalunya. Esto para mí es un desastre como una casa, porque si en algo se ha manifestado Catalunya siempre es en una cierta continuidad, en un gran desarrollo y capacidad de iniciativa. Y aquí nos hemos cortado la iniciativa. Siempre pongo ejemplos muy tontos, pero que son muy significativos, aunque no querría que la gente lo tomase como algo elitista. Cuando se ofreció al Liceo la posibilidad de ser la ópera nacional de toda España, Pujol se opuso porque no sería catalana. Eso no lo hubiera hecho nadie que hubiera gobernado Catalunya. Para Catalunya es muy importante la proyección que pueden tener las instituciones de este país, para mí esto es decisivo. Maragall me contó también, en su día, que Pujol se había opuesto a que en Catalunya hubiese la sede de un canal de televisión de ámbito español.(1) Esto es un desastre, porque ahora habría un canal hecho en Barcelona con influencia en toda España. Esto es contrario a los intereses no de Catalunya, sino de los catalanes, de los ciudadanos de este país. Por tanto, pienso que lo que ha ocurrido hasta ahora ha sido un desastre inmenso, en el cual con una gran improvisación, un cierto desenfreno y una cierta desconsideración hacia los ciudadanos se ha hecho una política contraria a la tradición y a la historia de Catalunya, de su economía y de su sociedad. Esto para mí es un desastre. Todo lo que se ha hecho en estos años no ha conducido a nada interesante.

 Catalunya ha perdido mucho peso, no solo en España sino en el mundo, bueno en el mundo es quizás exagerar, pero sí en Europa. Cuando yo era presidente de la conferencia europea de rectores y había algún acto en España me preguntaban si podía hacerse en Barcelona. No sé si lo dirían ahora.

 —¿A su juicio cuál sería la solución al conflicto entre el movimiento independentista y el Estado español?

—Volveré a repetirle la respuesta que le he dado antes. Una política que sea ambiciosa y al mismo tiempo realista. Y estas condiciones no se dan en este país desde el 2010.

 —Usted es un gran economista. No puedo resistirme a la tentación de preguntarle cómo percibe la evolución del capitalismo. Tras los años del Estado del Bienestar y la hegemonía del pensamiento de Keynes, en los años 80 se impuso el paradigma neoliberal impulsado por Reagan y Thatcher. Ahora parece que, tras la pandemia, Biden quiere impulsar una suerte de New Deal y que la Unión Europea abandona la ortodoxia y libera fondos públicos ¿Cree usted que estamos ante un cambio de paradigma y una vuelta a una suerte neokeynesianismo?

—Antes de la pandemia, tras la crisis del 2008, se quiso poner al día el reaganismo-thatcherismo con el argumento que ahora que retornamos a la normalidad vamos a volver a hacer lo mismo. Es evidente que la pandemia ha creado un problema más serio; a saber, no hay posibilidad de salvar la economía si no hay una intervención del Estado.

 Se dice que el capitalismo se basa en el mercado, pero también se basa en el Estado. Nunca ha habido la posibilidad que se base únicamente en el mercado o sólo en el Estado. Si no lo hace el mercado, lo hace el Estado, en caso contrario se impone la ley del más fuerte. Pienso que, en la revolución de Thatcher y Reagan, el papel más importante y el gran problema fue la liberalización de los movimientos financieros. Es decir, la posibilidad de permitir cualquier tipo de movimiento de capital financiero por los motivos que fuere entre los países. Esa fue la gran innovación, esa es la gran pieza del legado de Thatcher y Reagan y ese es precisamente uno de los temas sobre los que Keynes insistió; es decir, la necesidad de controlar de alguna forma estos movimientos de capital especulativo. Seguramente, uno de los problemas que se encontrarán los gobernantes va a ser meterse en este tema concreto. Y este problema no se planteó en serio antes de la pandemia.

 La pandemia ha obligado a replantearse seriamente estas cuestiones. Sobre todo por la exageración que sobre esto ha existido particularmente en el periodo, por hacer una caricatura del neopopulismo al estilo de Trump. Pienso que Biden representa un cambio decisivo. Por ejemplo, lo que no se atrevió a hacer Obama se está atreviendo a hacerlo Biden. Es evidente que, en este momento, aparecen voces que claman en desierto diciendo que estamos yendo mal. Esto se está viendo en todas partes, como se están quejando de que esto va conducirnos a la inflación que fue la que, de alguna forma, puso fin al periodo del keynesianismo y del Estado del Bienestar al final de los 60. En este sentido, es un gran cambio. No va ser fácil, pero, bueno, es una esperanza. Lo que es cierto es que en el mundo de la economía, del análisis económico, se había dicho que Keynes era un despreciable economista de segunda fila y ahora nadie se atreve a decirlo. Keynes construyó su sistema de forma heterodoxa, pero en estos momentos la heterodoxia ha sido la línea oficial porque lo que planteaba Keynes corresponde a la gran tradición de economistas como Marx, Smith o Ricardo.

 Creo que sí es un momento de un gran cambio. Ahora hay un movimiento general de opinión sobre esto. Si lee publicaciones de economía internacional, como el Financial Times, se percibe que hay una sensibilidad sobre algunos temas que en el pasado no existía. La idea de que el objetivo de la empresa, y este es también un aspecto importante del legado de Thatcher y Reagan, es maximizar la renta de los accionistas se está poniendo en cuestión. Vamos a ver hacia dónde se va. Es evidente que va ser complicado. Primero, porque las circunstancias en que nos movemos ahora son muy distintas, porque está la globalización, existe el problema específico de los países subdesarrollados, la emergencia de China, etc. Por otra parte, dentro de cada país, los partidos de izquierdas, los partidos socialdemócratas, los laboristas, no tienen tampoco un proyecto tan claro como el que se tuvo en el origen del Estado del Bienestar.

 También, en aquellos momentos, había por parte de la derecha el miedo a los partidos comunistas y a la Unión Soviética. Esto explica el motivo por el cual el partido conservador en Gran Bretaña y otros partidos conservadores aceptaron el Estado del Bienestar. El Estado del Bienestar se impone en Europa, incluso en América bajo Johnson, con la aquiescencia de los partidos conservadores moderados. Y esto ahora es más difícil. La conversión de Merkel para permitir la multilateralización de la deuda de cada Estado es un paso importante. Merkel pertenece a un partido de derechas, pero de todos los partidos de derecha europeos, el suyo es el único que ha conservado la tradición democristiana, que es una tradición distinta a la del resto de partidos conservadores. No hay democratacristianos ni en Italia .

 https://www.elviejotopo.com/topoexpress/entre-tarradellas-y-keynes-entrevista-a-josep-maria-bricall/

Nota del blog .-  Cataluña también podría haber tenido un Estatuto como el Vasco , con Concierto y Cupo , pero a Pujol  nunca le interesó . Prefería negociar las competencias . como   si tenerlos lo impidiera   o  dar  un giro hacia un foralismo  fue perjudicial . Muchos problemas  se hubieran solucionado de  principio .

sábado, 3 de julio de 2021

El paraíso esquilmado .

                                                                                 



Serigne Mbaye: un negro en una Asamblea de blancos

Nació en un paraíso que la pesca indiscriminada, el cambio climático y la globalización se ocuparon de destruir. La desesperación le llevó a acabar en medio del Atlántico subido a una patera. Logró llegar a tierra y, mientras leía Discurso sobre el colonialismo, se vio en otro infierno: el del racismo que ha padecido incluso dentro de la Asamblea de Madrid

María Granizo

"El fascismo se cura leyendo. El racismo, viajando".

España es uno de los países que menos gasta en libros. Algunos, ocupados siempre en desplegar banderas, los abren poco e incapaces de refrescar la memoria y de pasar página, no ven personas más allá de las fronteras. Lo advirtió Unamuno hace más de ochenta años. Hoy lo palpamos todos. Más si eres negro y entras en una Asamblea de blancos, como el diputado de UP Serigne Mbaye.

Ni las amenazas públicas de deportarlo, aun teniendo nacionalidad española, ni las provocaciones de Vox intimidan a un hombre que, después de enfrentarse al océano, "ya no tiene miedo a nada, aunque padecer esas actitudes oscurezcan a veces tanto la esperanza en el futuro como la noche cerrada en medio del mar". Su voluntad de "acabar con el racismo institucionalizado" hace que, pese a muchos pesares, siempre confíe en un nuevo amanecer.

Nació en un paraíso transformado en pesadilla. En un país rico que se esquilma hasta el agotamiento. En la tierra fértil de Senegal donde más de la mitad de la población, por más que se esfuerce y doble el lomo, está condenada a la miseria. En un lugar en el que el sistema sanitario es tan precario que cumplir sesenta años es casi una rareza. En una costa en la que los cayucos han dejado de ser herramienta imprescindible para la pesca atlántica como medio de vida para convertirse, con demasiada frecuencia, en ataúd que engulle el mar y apenas ensucia nuestras hipócritas conciencias.

Djeredieuf, 'gracias' en wólof, lengua nativa de Senegal, es una de las primeras palabras que los niños del país africano leen al unísono y escriben cuando comienzan la escuela a los siete años. Hace cuarenta que Serigne la aprendió, pero con la gratitud del que solo con estar vivo se siente feliz, no se cansa de usarla: da gracias a la vida por haber abierto los ojos al mundo en un lugar donde, sin casi nada, tuvo casi todo. Donde la piel es negra por generosidad hacia la explosión de color de la madre naturaleza. Entona también djeredieuf a la vida por una niñez repleta de afectos. Porque la fortuna le evitara ser el migrante de cada veinte senegaleses que, tratando de alcanzar las Islas Canarias, es devorado a diario y sin piedad por el mar. Agradece haber logrado avistar el Teide, como un faro de salvación en la bruma, después de mil cuatrocientos kilómetros de precaria navegación. Dieredieuf por la voluntad y confianza en el mañana que le inculcaron sus padres. Porque esos principios le libraran de la rendición y el desaliento, y hoy le continúen llevando a creer, con firmeza, que "la educación es el arma más poderosa" frente a la ultraderecha, a la intolerancia y a la sinrazón: "La única que puedes usar para cambiar el mundo". 

Mientras ejerce de activista social y político, lidera el Sindicato de Manteros de la capital y ocupa su escaño en la Asamblea de Madrid, Serigne, transparente como el agua de mar que le vio nacer, se muestra como si nadie le mirase y se expresa como si todo el mundo escuchase, incluso los que le amenazan. Fiel a Martin Luther King proclama sus enseñanzas al pie de la letra: "Sigue moviéndote, que nada te detenga, avanza con dignidad, honor y respetabilidad" porque "el propósito de la libertad es crearla para otros".

El paraíso esquilmado

"La mayor gloria no es no caer nunca, sino levantarse siempre". En el paraíso de la infancia de Serigne no hubo ni siquiera tropezones: "Yo era un niño súper feliz. Cuando echo la vista atrás, extraño a aquel crío juguetón que fui, que disfrutaba de días dorados en la playa saltando de barco en barco, nadando con mis colegas, también en el campo con mis padres, rodeado de árboles frutales jugando al fútbol, vistiéndome impecable para tomar la mano de mis compañeros y entrar en fila en la escuela, felices por tener el privilegio de poder estudiar, de aprender, de soñar ser tantas y tantas cosas, de estar rodeados de animales en libertad, de juegos corriendo detrás de los monos que había por todas partes. Para un niño era muy divertido. Es algo que echo de menos no solo porque sea mayor sino porque aquel mundo ya no existe tal cual lo viví".

De aquel recuerdo imprescindible solo queda un lugar en el mismo sitio y con el mismo nombre, pero tan transformado "que parece otro: aquellas manadas de animales fueron desapareciendo, también las plantaciones exuberantes de frutales sin explotación ni vallados, y el pescado, el recurso principal del que vivían las familias de mi pueblo, Kayar, fue tan expoliado por los grandes barcos internacionales que se fue agotando".

Se terminó también su oportunidad de estudiar, su sueño casi imposible de llegar a la universidad porque andar por las nubes no le hizo olvidarse del suelo. Cuando acabó el bachillerato, la promesa de aquel Senegal próspero comenzaba a diluirse. El ceebu jën, el arroz con pescado al que sabe su niñez, ya no llegaba a diario para llenar el plato: "Yo soy el quinto de ocho hermanos. Decidí dejar de estudiar para ayudar a mis padres, eso era lo primero por más que me hubiera gustado continuar. Me convertí en pescador y llegué a tener mi propia embarcación que, al principio, se llenaba de meros, de merluzas y doradas. Mi padre era agricultor y durante la estación de las lluvias y tras la recogida de la cosecha, también se dedicaba a la venta y ahumado del pescado, al igual que mi madre. El mar nos estuvo dando la vida. La pesca era abundante hasta que, en los años 2000, los buques industriales extranjeros nos hicieron la vida imposible y destrozaron el entorno: arrastraban sus redes hasta la costa, vaciaban el mar de peces y dejaban un rastro tremendo de polución. Por más que trabajábamos, cada vez fue llegando menos alimento a la mesa. Aquellos barcos fueron los causantes de la inmigración porque la mayoría de quienes se echan al mar antes vivían de la pesca". El cambio climático también aniquiló la oportunidad de sobrevivir de la tierra: "Las estaciones y las lluvias se volvieron impredecibles, la tierra se secó".

Ávido lector, Serigne había prestado atención a las páginas del Discurso sobre el Colonialismo, pero a medida que su mundo se acercaba más a las pesadillas que a los sueños, las palabras del libro de Aimé Césaire, que no ha dejado de releer, "tenían más y más sentido". Pese a su estabilidad política, el país natal del activista fue escalando las primeras posiciones de corrupción. En 1994, se adoptó un profundo programa de reforma económica que comenzó con una devaluación de casi el cincuenta por ciento de la moneda. El control gubernamental de precios desapareció y también los subsidios. La presencia masiva de buques faenando en el Atlántico, al amparo de las concesiones firmadas por el tercer presidente del país, fulminaba uno de los principales medios de vida de la población. Sin su utilidad vital, los cayucos se convirtieron en un siniestro transporte hacia las Islas Canarias. Con la pesca aniquilada y una crisis agraria agravada por el atraso en los pagos de la producción adquirida por el gobierno a los agricultores, sobrevivir se convirtió en una heroicidad diaria en la que apenas había espacio para el mañana. En 2006 "ya no teníamos elección": comenzó el éxodo de las pateras.

El viaje, demasiado frecuente, a ninguna parte.

Con tantas incertidumbres como lágrimas ahogadas, sin oportunidad para despedirse de padres, hermanos, una ex mujer y tres hijos, Serigne se subió a un cayuco y en ese instante el paraíso de su infancia quedó condenado para siempre al recuerdo y su vida a merced de la fortuna:" Te lanzas al agua porque la necesidad es más fuerte que el miedo a la muerte".

Acababa de cumplir treinta y un años. Después de una década de desesperación, lo había pensado muchas veces. Aquella tarde no dudó: "Embarqué en Saint Louis, al atardecer. Vi como estaba saliendo una embarcación y ofrecí mi experiencia en el mar para que me dejaran subir. No pagué nada. Como pescador había visto el peligro muchas veces cerca de mí y morir a compañeros, pero aquella travesía, tan penosa y larga como una eternidad, sin pasar por la costa fue durísima. Éramos noventa y cinco personas hacinadas". El pánico, los vómitos, los restos de otras pateras y las discusiones los acompañaron todo el trayecto, más cuando el oleaje en alta mar amenazó con volcar la rudimentaria embarcación: "Un hombre se cayó al agua. Por más que lo intentamos, no pudimos hacer nada. Eso jamás se olvida y la sensación de culpa no se supera… Hubo otro momento muy crítico, cuando no nos quedó otro remedio que tirar los imprescindibles bidones de agua para beber porque teníamos que quitar peso. Era urgente achicar el agua de mar que nos entraba para no hundirnos".

Después de una semana en alta mar y mil trescientos cincuenta kilómetros recorridos, la patera llegó a suelo tinerfeño: "Siempre se habla de números, de cifras, pero nunca de las razones. En mi país, el capitalismo explota y agota todos los recursos. Las multinacionales se llevan cuanto tenemos, el oro, el fosfato y el circonio. Exterminan nuestra pesca, nuestro medio de vida. Se lo llevan absolutamente todo. No hay futuro. Y mientras los europeos pueden viajar sin visado, a los africanos se nos exigen muchos papeles y se nos deniega el visado continuamente". Una batalla legal que comienza tan pronto pisan suelo español: "Según llegué a Tenerife, me internaron cuatro días en CIE, tuve suerte porque otros estuvieron cuarenta". Enseguida constató "lo que no se cuenta allá: la dificultad de demostrar ser refugiado climático, de convertirte en un sin papeles y en no poder trabajar". La Cruz Roja le envió unos días a un centro de acogida en A Coruña y después a Madrid: "No sabía qué hacer y los compañeros senegaleses me explicaron que sin documentos no podía trabajar. Así es que empecé en el 'top manta'. Me coloqué en Atocha y mi inexperiencia era tal que al tercer día ya me habían detenido. Fue la primera de muchas detenciones. Tantas que "he dormido en casi todas las comisarías de la ciudad". La Asociación Sin Papeles le defendió en una sucesión de juicios, pero las causas abiertas retrasaron aún más su documentación: "Es un círculo vicioso porque si no tienes papeles no puedes salir de la calle".

Cuando el infierno son los otros

Superó pesadillas porque tenía sueños. Pero alcanzar una vida digna, sin temores, escondites, ni la sombra de la deportación, le llevó mucho más tiempo que alcanzar la costa del archipiélago canario: "Vengo aquí y tengo la barrera de la ley de extranjería que no permite tener los papeles hasta los tres años. Y si no tengo los papeles, no puedo trabajar. Estás condenado. Me dediqué a vender DVD en Atocha hasta que conseguí otros trabajos como cuidador de personas mayores y peón de albañil. Aún no tenía papeles y trataba de hacerlo compatible con formarme en informática y aprender mejor el idioma en centros sociales. Después, creé una asociación de sin papeles, en 2008, para luchar contra las redadas policiales e intentar cambiar el Código Penal. Queríamos denunciar muchas actuaciones policiales".

En enero de 2011, un mes después de enterarse por casualidad de que ya se había aceptado su regularización, le contrataron como administrativo: "La ilusión inicial enseguida cambió porque mis compañeros no dejaron de recordarme que era negro y que por eso no podían confiar en que hiciera correctamente mi trabajo. Sin duda, hay mucha gente que lucha por la igualdad y eso es lo mejor de España. Pero también está la otra cara, lo peor, el fascismo creciente que no es bueno para el país".

En 2015 Serigne encabezó la creación del Sindicato de Manteros "no solo para denunciar todo lo que les pasa a los vendedores, sino para que salgan de la calle y puedan tener otros trabajos". Antes de conseguir la nacionalidad española y renunciar a la senegalesa, se casó con una chica española, capitalizó su paro y aceptó la propuesta de su cuñado para unirse a una cooperativa con la que abrieron el restaurante El Fogón Verde.

Pese a ser votante de Podemos, dudó cuando la dirección del partido le propuso aparecer en las listas de las últimas elecciones a la Comunidad de Madrid: "Me decidí porque llevar el activismo a las instituciones es lo que se requiere. Defender la igualdad, los servicios públicos y una vida digna para todos sin distinción. No creo en las categorías de personas. Clasificarlas es una trampa. Lucho y soy feliz haciéndolo porque me educaron para ayudar y apoyar a las personas sobre las que se ejercen injusticias. Para que se entienda que nadie quiere ni tiene que verse obligado a viajar en patera. Morir ahogado es atroz. Europa tiene que entender la desesperación que sienten los refugiados para llegar a arriesgar sus vidas de esta manera en el mar".

Con el ritmo en las venas de quien nació y creció en un lugar y en un tiempo donde se apreciaba sin esfuerzo el susurro del viento y los coros de los pájaros, después de haber proclamado que "el racismo no tiene cabida en nuestro país", tararea Plus rien ne m'étonne (Nada me sorprende) del marfileño Tiken Jah Fakoly, cuando le mencionamos las últimas palabras de la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid. Recomendando la oscarizada cinta de Steve McQueen, Doce años de esclavitud, Serigne Mbaye Diouf, el ciudadano del mundo al que la vida le enseñó a ser de todas partes despide su Playlist apostillando a Unamuno: "El cambio pasa por la educación".

https://www.eldiario.es/red/la-playlist-de/serigne-mbaye-negro-asamblea-blancos_1_8099966.html

Sona Jobarteh (Gambia). Música africana

Sona Jobarteh (LondresReino Unido17 de octubre de 1983) es una compositoracantante e instrumentista de origen gambiano e inglés. Es la primera instrumentista profesional de kora.

Pasó mucho tiempo en Inglaterra y Gambia mezclando en su trabajo la herencia africana y su educación europea. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, ella explora y desarrolla las raíces de la música africana tradicional en lugar de intentar fusionar esta música con enfoques más contemporáneos, hip-hop, rock o jazz. Además de tocar la kora, canta y toca la guitarra.  Ver  Wiki  ..https://es.wikipedia.org/wiki/Sona_Jobarteh

 Ver y oir videos 

 https://www.youtube.com/watch?v=PtmmlOQnTXM

https://youtu.be/WWRB82DM49w

Ballaké Sissoko ft. Sona Jobarteh - Djourou

oir 

https://youtu.be/8wWPC8edho8

viernes, 2 de julio de 2021

Afganistán , la gran escapada . Video .

                                                                                 


 USA y OTAN  se retiran de Afganistán 

No olvidemos una cuestion basica de la cual   nunca hablan y es la composición de pueblos de  Afganistán , donde los pastunes son el 42% y los Tayikos el 27%  . Los pastunes  fueron partidos a propósito por Inglaterra  para controlar dividiéndolos entre Afganistán  y  Pakistán y precisamente los talibanes ahora se convirtieron en el partido de los pastunes , lo cual augura  ante la retirada  de la OTAN y USA una guerra civil como en Libia.  El fracaso y en el fondo una derrota de USA  después de 20  años  , no deja  de ser una retirada  como en Vietnam .  Y lo de la OTAN lo mismo .Y  dejan el país destrozado y peor que estaba antes . Y  en manos de un narco gobierno . Además esta por ver que no suceda como en Libia y extender como en Sahel el yihadismo  en la zona  . Francia hace unos días bombardeaba  en  el Sahel . Eso , si nos los deja  ver la cortina de humo que crearan para tapar  esta derrota  y esta retirada ya que  necesitan un nuevo enemigo . ( Nota del blog)

 Ver video.

https://www.youtube.com/watch?v=BlxUlKghIIw&t=380s

miércoles, 30 de junio de 2021

Países con menos muertes en Sudamérica por el Covid-19 .

 Los tres países con menos muertes por Covid-19 en América Latina no son noticia

 Por José Manzaneda  

Fuentes: Cubainformación

¿Saben cuáles son los tres países con menor número relativo de muertes por Covid-19 en América Latina? El dato lo aporta el Institute for Health Metrics and Evaluation de EEUU y, curiosamente, no es titular de prensa (1). ¿Saben por qué? Porque son Nicaragua, Cuba y Venezuela (2). Países sometidos a sanciones o bloqueos de EEUU y con políticas sanitarias de orientación pública.

Hablemos de libertad de prensa en Rusia… y EEUU. Vladimir Putin atendió durante una hora a todas las cadenas occidentales, para informar sobre su reciente encuentro con Joe Biden. En la rueda de prensa de este, por el contario, los medios rusos fueron vetados (3). Otro ejemplo de libertad de prensa “made in USA”: Emily Wilder, corresponsal de la agencia estadounidense Associated Press, de religión judía, ha sido despedida por sus críticas a Israel en las redes sociales (4).

Un informe reciente de la OIT y Unicef, nos dice que en América Latina y el Caribe hay 8,2 millones de menores que trabajan (5). Si en Cuba hubiera cifras significativas de trabajo infantil, no les quepa duda: leeríamos extensos reportajes sobre uno más de los síntomas del “fracaso comunista”. Pero si, en Perú hay, en la actualidad, más de un millón de niños y niñas que trabajan, ¿por qué no hablan del fracaso del sistema capitalista (6)?

La Unión Europea ha impuesto nuevas sanciones a Bielorrusia por la detención del opositor de ultraderecha Roman Protasevich, tras ser desviado un avión de la compañía Ryanair. Para Bruselas fue “un ataque a la democracia, a la libertad de expresión y a la soberanía europea” (7). Hace ocho años, recordemos: el avión oficial de Evo Morales, presidente entonces de Bolivia, fue forzado a aterrizar en Austria, tras el cierre del espacio aéreo por parte de España, Italia, Portugal y Francia. La orden vino del gobierno de EEUU, que aseguraba que, en aquella nave, se escondía el disidente estadounidense Edward Snowden (8). Algo que, después, se comprobó como falso. Pero que nos mostró en qué consiste la “defensa de la soberanía europea”.

Colombia: desde finales de abril, la cifra de muertes en las protestas sociales, la mayoría por acción policial, supera las 70 (9). Hay más de 500 personas desaparecidas. A finales de mayo, el activista argentino Juan Grabois, participante de una comitiva de observación, fue deportado por el Gobierno colombiano (10). Que, a pesar de todo esto, es tratado con guante de seda por la prensa internacional. Ahora, imaginen que las muertes, la represión, las desapariciones o las deportaciones se produjeran en Cuba… o Venezuela.

Este país, Venezuela, sufre un bloqueo económico brutal. No solamente esta nación petrolera, debido a las sanciones, ha estado 14 meses seguidos sin vender un barril de petróleo (11). No solo tiene retenidos todos sus fondos públicos y sus reservas de oro en la banca internacional (12). Hace unos días, el mecanismo COVAX, de la Organización Mundial de la Salud, confirmó que, tras recibir de Caracas 109 millones de dólares para la compra de vacunas anti Covid, el banco UBS, en aplicación de las sanciones de EEUU, había bloqueado el pago (13). ¿Escándalo mediático? Cero.

 Edición gráfica y de video: Esther Jávega. Coordinación de subtitulaciones: Antonio García Moreno.

(1)  https://t.co/2RNKXGhSTO

(2)  http://www.healthdata.org/

(3)  https://twitter.com/HelenaVillarRT/status/1405326234825920512

(4)  https://www.aa.com.tr/es/mundo/corresponsal-de-ap-afirma-que-fue-despedida-por-criticar-acciones-de-israel-contra-los-palestinos/2250628

(5)  https://www.unicef.org/lac/comunicados-prensa/america-latina-y-el-caribe-se-alejan-de-la-meta-de-eliminar-el-trabajo-infantil

(6)  https://diariocorreo.pe/peru/peru-tiene-la-tasa-mas-alta-de-trabajo-infantil-en-sudamerica-892873/

(7)  https://www.dw.com/es/a-fondo-lukashenko-ordena-un-secuestro-est%C3%A1-putin-detr%C3%A1s/av-57693097

(8)  https://heraldocubano.wordpress.com/2021/05/25/en-8-anos-la-union-europea-perdio-la-memoria/

(9)   https://twitter.com/HelenaVillarRT/status/1405326234825920512

(10) https://actualidad.rt.com/actualidad/393253-colombia-deportar-activista-argentina-tension-gobiernos

(11)  http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/06/16/venezuela-estuvo-14-meses-consecutivos-sin-vender-petroleo-por-sanciones-de-la-administracion-trump/

(12) https://misionverdad.com/venezuela/noticias-de-un-secuestro-el-oro-venezolano-en-el-banco-de-inglaterra  

(13) https://misionverdad.com/vicepresidenta-denuncia-bloqueo-de-pagos-de-venezuela-al-mecanismo-covax


 Nota del blog .- Por si hubiera dudas , como siempre , contraste la información ,  de la nota 1 ..Institute for Health Metrics and Evaluation de EEUU ya que no es posible ver el articulo completo  ver este enlace https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-52225188  Los países mas afectados son Brasil . Colombia , Perú . México y Panamá . v Ver https://es.statista.com/estadisticas/1105336/covid-19-numero-fallecidos-america-latina-caribe/

De delitos y penas en el Estado penal español.

                           


Tras las huellas del Estado penal español

 Por Loïc Wacquant  

Fuentes: Ctxt

‘Neoliberalismo y castigo’ arroja luz sobre las doctrinas y políticas que han llevado a la asombrosa cuadruplicación de la población carcelaria del país durante los cuarenta años posteriores al fin del franquismo.

 En este estimulante y oportuno libro, Ignacio González Sánchez nos adentra en el Estado penal español para arrojar luz sobre las doctrinas y políticas que han llevado a la asombrosa cuadruplicación de la población carcelaria del país durante los cuarenta años posteriores al fin del franquismo, convirtiendo al país de rezagado en líder del encarcelamiento en la Unión Europea. Introduce a España en el concierto internacional de la penología comparada: la península ibérica no fue incluida en la influyente investigación de varios países de Cavadigno y Dignan, Penal Systems: A Comparative Approach[1]. González Sánchez hace así cuatro aportes al estudio sociojurídico del castigo, la desigualdad y el Estado.

 Primero, el autor muestra empíricamente la complejidad y flexibilidad del castigo estatal como institución social e histórica a varios niveles, en sintonía con la ahora clásica exhortación teórica de David Garland[2]. La penalidad se refiere, en efecto, a una realidad expansiva, que engloba la red de categorías, discursos, organizaciones y prácticas que tienen como objetivo producir, sostener y difundir el derecho penal, para desde ahí gestionar poblaciones y territorios problemáticos. Incluye mucho más que la respuesta técnica a la infracción legal por parte de agentes del Estado, policías, fiscales, jueces, delegados de ejecución de medidas penales alternativas y funcionarios de prisiones. La penalidad está íntimamente ligada con la protección social, la inmigración, las políticas urbanas y económicas. Y transmite, mediante contraposición, una imagen idealizada del “ciudadano digno, respetable y respetuoso de la ley”, en nombre del que se imparte justicia penal y se patrullan los límites de la pertenencia nacional. Para explorar la penalidad española, González Sánchez escarba pacientemente los estudios españoles existentes sobre el castigo y recurre con elegancia a una variedad de teóricos clásicos y contemporáneos, en particular a Émile Durkheim y Pierre Bourdieu, quienes le sirven para enfatizar la función simbólica del castigo (como, por ejemplo, en el tratamiento de los migrantes irregulares y los gitanos como parias sociales).

 En segundo lugar, González Sánchez amplía, enriquece y cuestiona la “tesis de la penalidad neoliberal” que propuse hace una década en Castigar a los pobres[3]. En ese libro elaboré un tipo ideal weberiano del Estado neoliberal, constituido por la articulación dinámica de cuatro corrientes políticas: la desregulación económica (del mercado laboral) a favor de las empresas; un Estado social restrictivo y disciplinario (para preparar y presionar a los pobres hacia un trabajo asalariado precario); una política penal expansiva y punitiva (para almacenar el excedente de mano de obra, evitar el escape hacia la economía sumergida y escenificar la soberanía del Estado para apuntalar su debilitada legitimidad); y el tropo cultural de la responsabilidad individual (como el pegamento cultural que mantiene unidos estos tres elementos). Argumenté que, lejos de ser contrario al neoliberalismo, como suelen argumentar los críticos de la sociedad de mercado, la política penal punitiva es uno de sus elementos constitutivos centrales[4].

 Este modelo se despliega para explicar las permutaciones de la penalidad en la era del neoliberalismo triunfante, es decir, en las cuatro décadas posteriores a la crisis fordista de mediados de la década de 1970. No obstante, se basa en un análisis histórico de la invención de los presidios a finales del siglo XVI, que muestra que el encarcelamiento delictivo surgió como parte integral de la formación del Estado en la temprana Europa moderna[5]. Retornar a los orígenes de la prisión penal (no solo cautelar) también revela que siempre, y en todas partes, se ha dirigido prioritariamente a “poblaciones a la vez desposeídas y deshonrosas”, desalojadas de las posiciones económicas seguras (el eje material) y privadas de honor y de vínculos sociales con la comunidad local (el eje simbólico). Este descubrimiento doble sugiere que el florecimiento de la penalidad neoliberal a fines del siglo XX, caracterizada como iatrogénica, frenética y pornográfica,  dirigida al precariado, los migrantes irregulares y los enfermos mentales pobres, participa de la formación del Estado neoliberal que emerge de los escombros de su predecesor keynesiano. La imprevista rehabilitación y redespliegue de la prisión (tras su descrédito generalizado en la posguerra) es una dimensión central de esta construcción política. En el caso de la España contemporánea, es necesario tener en cuenta tres factores adicionales para dar cuenta de su distintiva trayectoria nacional: la integración en la Unión Europea; la transición a la democracia después de un largo período de dictadura, caracterizado, paradójicamente, por una baja dependencia de la prisión; y la persistencia del terrorismo etnorregional, que sirve de pretexto y conducto para el despliegue de una vigilancia policial intensiva y duras medidas penales (como penas de prisión extremadamente largas).

 En tercer lugar, en España, como en otros países avanzados, surge un estrecho vínculo entre la penalidad y la creciente desigualdad urbana. En la ciudad ibérica esto se concreta en una política de “limpieza policial” del espacio público, para que la visibilidad de las personas sin hogar no obstaculice el flujo de turistas extranjeros, cuyos euros son fundamentales para la economía local y nacional. El aumento de la presencia policial también facilita la gentrificación de barrios históricos populares, como Lavapiés en Madrid, El Raval en Barcelona, ​​Ruzafa en Valencia y Casco Norte en Sevilla, al convertirlos en lugares de consumo y residencia atractivos para personas de fuera del barrio y para los promotores inmobiliarios[6]. Esto plantea la cuestión de si “el despliegue del castigo estatal sigue la geografía de la marginalidad” en la metrópoli española como lo hace en la portuguesa y la francesa (y la estadounidense), donde un pequeño número de barrios estigmatizados y relegados sirven como “campos de prueba” para la penalidad neoliberal y proveen de la población de la que se alimentan de manera desproporcionada las cárceles del país[7].

 Por último, Neoliberalismo y castigo vuelve a plantear la cuestión de un modelo penal distintivo “sureño”, basado en la articulación tanto de las similitudes como de las particularidades de las formaciones sociales de España, Portugal, Italia y Grecia –entre ellas, la histórica resistencia de las estructuras económicas agrarias, un sistema familiar característico, la fuerza de la iglesia, la precariedad laboral normalizada, la democratización tardía y el telón de fondo de regímenes fascistas y dictaduras militares–. Aunque no considera este cuarteto como tal, González Sánchez aporta materiales valiosos para caracterizar lo que podría llamarse un “camino mediterráneo hacia el Estado penal”.

 Neoliberalismo y castigo establece nuevos estándares para el estudio sobre el castigo, la desigualdad y el Estado en la península ibérica y constituye una seductora invitación a los académicos españoles para unirse al debate global que busca descifrar el lugar de la penalidad en la construcción de la ciudadanía europea en el siglo XXI.

 ——————–

 Prólogo del libro Neoliberalismo y castigo (Bellaterra Ediciones), de Ignacio González Sánchez, sociólogo y profesor de Criminología en la Universitat de Girona.

 Notas :

 1. Michael Cavadigno y James Dignan, Penal systems. A comparative approach (London: Sage, 2006). Para una rica contextualización de España en Eurpa, ver Tapio Lappi-Seppälä, «Explaining imprisonment in Europe» European journal of criminology 8, no. 4 (2011): 303-328.

 2. David Garland, Castigo y sociedad moderna: un estudio de teoría social (México: Siglo XXI. [1990] 1999).

 3. Loïc Wacquant, Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de la inseguridad ciudadana (Barcelona: Gedisa. [2009] 2010).

 4. Para Brown, siguiendo la concepción de «gubernamentalidad» de Foucault, «la gobernanza neoliberal aspira de manera más general a reemplazar el derecho, la policía, el castigo y las directivas”; «la movilización neoliberal del derecho» no busca «reprimir o castigar, sino estructurar y afectar a la conducta de la conducta». Wendy Brown, Undoing the demos. Neoliberalism’s stealth revolution (Cambridge: MIT Press, 2015), pp. 141 y 148.

 5. Bronislaw Geremek, La Potence ou la pitié. L’Europe et les pauvres du Moyen-Âge à nos jours (París: Gallimard, 1978); Pieter Spierenburg, The prison experience. Disciplinary institutions and their inmates in early modern Europe (Amsterdam: Amsterdam University Press, [1991] 2007); Norbert Finzsch and Robert Jütte (eds.), Institutions of Confinement. Hospitals, Asylums, and Prisons in Western Europe and North America, 1500-1950 (Cambridge: Cambridge University Press, 2003).

 6. Daniel Sorando y Álvaro Ardura, First we take Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades (Madrid, La Catarata, 2016).

7. Gilles Chantraine, «Prison, désaffiliation, stigmates» Déviance et société 27, n° 4 (2003): 363-387; Lucie Bony, «La prison, une «cité avec des barreaux»? Continuum socio-spatial par-delà les murs» Annales de géographie n° 2 (2015): 275-299; y Manuela Ivone Cunha, Entre o bairro e a prisão: tráfico e trajectos (Lisbon: Fim de século Ediçoes, 2002), y «Les gitans, la prison et le quartier une relation spécifique devenue le modèle ordinaire» Études tsiganes 21 (2005): 34-47; y Robert J. Sampson and Charles Loeffler, «Punishment’s place: the local concentration of mass incarceration» Daedalus 139, no. 3 (2010): 20-31.

 Fuente: https://ctxt.es/es/20210601/Firmas/36366/neoliberalismo-castigo-carcel-policia-desigualdad-pobreza.htm

martes, 29 de junio de 2021

El crepúsculo de un rey

Juan Carlos I , el crepúsculo de  un Rey

Documental  del Canal+ Francia  subtitulado

VER  DOCUMENTAL NO EDITADO EN ESPAÑA 


https://youtu.be/k_9nBtguljQ