Cloacas: de Langley a Madrid
Iñaki Egaña
Naiz .
Felipe González no fue la excepción sino uno más en esa
trama que dice defender los valores de la patria española.
Las pugnas entre los sectores del Estado profundo marcan
tiempos políticos. Los GAL han sido un arma arrojadiza que la derecha, con la
ayuda de otros actores, ha usado para desbancar al PSOE, organizador de esa
fase de la guerra sucia. La filtración de numerosos documentos que incriminaban
a la cúpula del PSOE, y en especial la señalización del lugar donde se
encontraban los desaparecidos Josean Lasa y Joxi Zabala, provocaron la caída de
Felipe González y la llegada de José María Aznar.
Entonces, con el CNI de por medio y la imputación a su jefe
Juan Alberto Perote por filtrar secretos de Estado, el PSOE, a través del
general Sáenz de Santamaría, amenazó con destripar la etapa anterior, la que
afectaba a la Transición, en especial durante el mandato de Adolfo Suárez. Las
desapariciones de Pertur, Naparra y los atentados contra Argala, Peixoto,
Elizaran y otros refugiados, fueron organizados desde las cloacas del Estado.
Nadie lo dudaba. Pero González frenó el contraataque. Todo se quedó en un
amago.
Hoy los tiempos recuerdan a aquellos de la década de 1990.
Con varias salvedades. La primera que ETA no existe. Ahora las ecuaciones son
más simples. Ni por medios violentos, ni por medios pacíficos es posible una
reestructuración de España. La falta de valores democráticos no se puede
escudar detrás de una política antiterrorista consensuada. La derecha y el
sorprendentemente llamado centro son antidemocráticos y en muchos de sus
entornos filofascistas, xenófobos y carpetovetónicos. Con ETA o sin ella.
En EEUU ya no está Bill Clinton, que también apostó por
Aznar, sino un lunático como Donald Trump. En España, el rey Borbón, hoy
emérito, fue forzado a dimitir ante la que le iba a caer. El paradigma de la
policía política paralela, José Manuel Villarejo, también quiere entrar en el
juego de póker desde el módulo cuatro de la prisión de Estremera, mientras que
los generales del Ejército y la Guardia Civil se rebelan ante la encogimiento y
desaparición de escalas de una milicia aún colonial.
Actores que amenazan, amagan, pero hasta ahora no han
destapado los verdaderos entresijos de las cloacas de España, tan amplias que
circulan en un subsuelo minado hasta el infinito. Cada vez que hay un impulso
democrático por ahondar en descifrar la guerra sucia o la vida política
paralela, el rodillo «constitucional», como gustan llamar en Madrid, frena
cualquier posibilidad. Incluso republicanos de boquilla arropan al sátrapa
Borbón.
Sorprende, a mí al menos, que un simple documento que lleva
ya varios años circulando, el de la identificación por una agencia
norteamericana de la X de los GAL con Felipe González, origine el ruido que
está causando. Porque ya lo sabíamos de sobra. Y porque la desclasificación de
la documentación del servicio de inteligencia norteamericano, relativa a la
década de 1970 y 1980, se dio en su mayoría en 2011. Con las tachaduras
correspondientes.
Noticias que se remontan a informaciones relativas a los
GAL, ETA, el atentado contra Carrero Blanco (donde por cierto el redactor del
análisis sobre su sucesión no acertó en absoluto), la Ertzaintza, el grupo
armado Iraultza, etc. En 2018, aporté a petición de la defensa, uno de estos
documentos desclasificados en el juicio contra los jóvenes de Altsasu. Pero el
tribunal que presidía Concepción Espejel rechazó tanto mi presencia como la del
documento que está al alcance de curiosos e investigadores con el título
“Spain: Que se vayan! Security aspects of the basque problem”
(CIA-RDP80T00634A000400010006-6). De la misma serie que el de Felipe González.
Los periodistas e investigadores españoles, más aún cuando
se trata de temas relacionados con Interior son, por lo general, una cuadrilla
de vagos. Unos cuantos han escrito sus exclusivas a cuenta de los Presupuestos
Generales del Estado, de prebendas y estipendios. Las excepciones han sido
vilipendiadas, ninguneadas e incluso encarceladas. En la cercanía tenemos
varios periodistas encarcelados o muertos por las bandas que organizó el señor
X. Entre ellos Xabier Galdeano, corresponsal del diario “Egin” en Ipar Euskal
Herria.
El territorio que nos acoge administrativamente sin
posibilidad de reclamación, según su Constitución, es un choteo continuo. Con
los papeles de Bárcenas, no fueron siquiera capaces de identificar a un tal «M.
Rajoy», dirigente del PP y asociarlo al que fue presidente del Gobierno y
previamente, ministro del Interior. Esos mismos jueces que han pasado décadas
sin observar cómo miles de jóvenes llegaban con trazas notorias de haber sido
torturados. Los mismos que se negaron a identificar la X.
Alfredo Grimaldo escribió un trabajo que vio la luz en
formato libro, sobre los entresijos de la agencia norteamericana en España.
Para el autor, medio centenar de periodistas españoles cobraban sueldos o
sobresueldos de la CIA. Si eso fuera cierto, nos deja ante una pregunta lógica.
¿Cuántos «periodistas» españoles cobran sueldos o sobresueldos de Interior o
del CNI si más de cincuenta lo hacen ya de una agencia extranjera? Otro
escándalo.
La X atribuida por la CIA a Felipe González no es sino una
confirmación de un modelo que nos atraviesa en el tiempo. Felipe González no
fue la excepción sino uno más en esa trama que dice defender los valores de la
patria española. Tal y como lo hicieron Adolfo Suárez, Martín Villa o Manuel
Gutiérrez Mellado. O junto a González, un camisa azul como José Barrionuevo, un
administrativo como Rafael Vera, vividores como Gabriel Urralburu, Luis Roldán
o José Luis Corcuera, de baja en el PSOE porque considera a Pedro Sánchez un
peligroso comunista.
Langley, Madrid, PP, PSOE, UCD, Guardia Civil, Vox,
monarquía... Nada nuevo bajo el sol. El día que reconozcan su actividad
paralela, la guerra sucia que alimentaron y alimentan desde despachos
acolchados, entonces habrá novedades. Y si acabara su impunidad, entonces
empezaríamos a creer en el «cambio». La palabra tótem que llevó a Felipe
González a la Moncloa.
Iñaki Egaña
Historiador, es presidente de la Fundación Memoria Vasca
Fuente:
https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/cloacas-de-langley-a-madrid#.Xu2e2Tx4uL0.twitter
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