El partido de las oligarquías toma las riendas de Brasil.
AGNESE MARRA
El Público.
SAO PAULO (BRASIL).- Todo tipo de bromas se utilizan para
definir al Partido Democrático del Pueblo Brasileño (PMDB), la nueva sigla que
gobierna el país tras la destitución temporal (el veredicto del juicio político
no se conocerá hasta dentro de 180 días) de la presidenta Dilma Rousseff. Una
de las que más circuló estos meses por internet comparaba al partido con el
padre que pone a cada uno de sus hijos en una fila del supermercado para unirse
al que llegue antes a la caja.
Desde 1994, tras la derrota del pemedebista Orestes Quércia,
el PMDB no presenta ningún candidato a la presidencia. Mantienen sus feudos
regionales, gobiernan en estados tan poderosos como Rio de Janeiro (el segundo
mayor PIB de Brasil) y se alimenta de relaciones clientelares típicas del
coronelismo brasileño (caudillismo) vivo hasta el día de hoy.
El PMDB es un partido definido como fisiológico, interesado
en acumular cargos de poder para mantener sus redes de negocios a través de
intercambio de favores. No tienen un programa ideológico definido. Tampoco les
interesa. Funcionan como un partido bisagra que se acerca al que manda en cada
momento. Han formado parte de los gobiernos de todos los presidentes desde la
redemocratización del país, pero paradójicamente fue el Partido de los
Trabajadores (PT) quien les dio mayor cabida.
En el Congreso se mueven como pez en el agua. Desde hace 15
años su número de sillas en la Cámara y en el Senado han ido en aumento, hasta
que el pasado 2014 desbancaron al PT con una mayoría mucho más holgada que en
otras ocasiones. La gobernabilidad dependía de ellos y por ello Lula y Dilma
justifican sus alianzas, las mismas que hoy han hecho que Rousseff sea
destituida, y que el PT esté más frágil que nunca, abandonado por una izquierda
que no le perdona los socios con los que se juntó, ni las promesas que quedaron
en el tintero.
Michel Temer es para muchos el alma del PMDB. Un tipo frío,
sibilino, anodino, que apenas cambia el gesto y que no suele decir lo que
piensa. Aseguran que ni siquiera es seguidor de algún equipo de fútbol, un
hecho que en Brasil se entiende como algo poco menos que sospechoso. Al
contrario que Dilma Rousseff, dicen que su mayor habilidad es la de escuchar y
negociar con sus colegas. Por algo ha sido presidente del congreso en dos
ocasiones, diputado federal hasta en seis legislaturas y presidente de su
partido desde 2001.
A sus 76 años ha alcanzado la presidencia de la República a
través de una de las acciones más polémicas desde la redemocratización del
país: un juicio político a la presidenta Rousseff sin bases jurídicas claras
para impugnarla. Quién sabe si su dominio de las leyes le ha ayudado en esta
jugada, pero este abogado, especialista en derecho constitucional y que en sus
ratos libros escribe poesía, apareció el pasado jueves en el Palacio de
Gobierno de Brasilia con sus 23 ministros al lado y se presentó ante Brasil
como el nuevo presidente.
Las oligarquías ocupan el mando
Hombres blancos, de mediana edad, ricos y extremamente
conservadores son el nuevo equipo del Gobierno Temer. Un gabinete de ministros
marcado por graves ausencias. Las redes sociales y los grandes medios del país
las denunciaron rápidamente. Por primera vez desde la dictadura no hay una sola
mujer que ocupe un cargo ministerial. A pesar de ser el 54% de la población del
país, los negros tampoco tienen espacio en este Ejecutivo.
El recién estrenado equipo representa mejor que nadie los
intereses de las élites, y al menos diez de ellos ya ocuparon carteras en los
mandatos de Lula y Dilma. Entre los 23 ministros se encuentra el conocido rey
de la Soja, Blairo Maggi (PMDB), el segundo político más rico de Brasil según
la revista Forbes, con una fortuna declarada que asciende a 34 millones de
euros. Maggi se encargará del ministerio de Agricultura, que probablemente se
unirá (todavía está por confirmar) al de Desarrollo Agrario, destinado entre
otras cosas a la reforma agraria. No hay esperanzas de que el nuevo ministro se
preocupe por repartir tierra, ya que su especialidad siempre ha sido
acumularla. Un total de 225.000 hectáreas (declaradas) con plantaciones
de maíz, soja y algodón, forman parte de su fortuna. En 2005 recibió el premio
de Greenpeace Motosierra de oro por ser uno de los campeones de deforestación
de la selva amazónica, un tema que no le preocupa mucho: “Para mí no significa
nada que la deforestación aumente un 40%. No tengo ninguna culpa por lo que
estamos haciendo aquí”, dijo en la época.
Maggi no es el único dueño de tierras dentro del nuevo
Ejecutivo, aunque sus haciendas no están siempre a nombre de ellos, sino al de
alguno de sus familiares directos o de empresas. El periodista Alceu Castilho,
autor del libro Partido da Terra (que analiza cómo los políticos brasileños se
han adueñado de territorios para sus negocios), señala el ejemplo de Leonardo
Picciani, nuevo ministro de Deportes, cuyas tierras están a nombre de la
empresa Agrobilara, por la tanto no registradas en la Justicia Electoral. Sin
embargo, las de su padre, el también político Jorge Picciani, suman un total 9.974 hectáreas,
destinadas en su mayoría a la ganadería. Y es que en el nuevo gabinete las
oligarquías familiares son importantes. Helder Barbalho (Integración Nacional),
Fernando Coelho (Minas y Energía), Mendonça Filho (Educación), Sarney Filho
(Medio Ambiente) o Henrique Eduardo Alves (Turismo) pertenecen a algunas de las
familias más ricas del Nordeste del país. Estos clanes a su vez son dueños de
diversos medios de comunicación regionales, al menos un tercio de los 23
ministros tienen televisiones y radios entre sus negocios, fenómeno conocido
como “coronelismo electrónico”.
Una manifestante contra Temer en Sao Paulo. REUTERS/Nacho
Doce
Una manifestante contra Temer en Sao Paulo. REUTERS/Nacho
Doce
El conservadurismo es otra de las características del
Ejecutivo interino. Michel Temer, que ha eliminado diez ministerios para
recortar gastos (el de Cultura es el que ha causado más polémica), ha decidido
resucitar una cartera que había sido eliminada por Rousseff, el Gabinete de
Seguridad Institucional, que viene desde la dictadura, y que va a ocupar el
militar Sérgio Etchegoyen, hijo de uno de los torturadores más conocidos del
régimen militar, Léo Etchegoyen, y conocido detractor de la Comisión de la
Verdad que se hizo durante el Gobierno Dilma. La cartera de Derechos Humanos
(también comprendía Igualdad Racial y Mujer) ha desaparecido de un plumazo para
fusionarse con Justicia, dirigida por Alexandre Moraes, otro de los ministros
más polémicos del nuevo Gobierno. Moraes, que era Secretario de Seguridad en el
estado de Sao Paulo, se hizo famoso por el recrudecimiento de la violencia
policial durante su mandato, acusado de orquestar ataques indiscriminados
contra estudiantes que hacían huelga en sus institutos. Nada más asumir el
cargo aseguró que iba a ser “muy duro” con las manifestaciones que apoyaran a
Dilma porque “estaban llenas de guerrilleros”. Moraes, además, tiene en su
currículo haber sido abogado del PCC (Primer Comando de la Capital), la mayor
mafia del narcotráfico de Sao Paulo, así como por haber defendido al
expresidente de la Cámara, Edurado Cunha, reconocido corrupto.
Justamente en cuestión de corrupción, el equipo Temer anda
sobrado. Al menos un tercio de sus ministros están siendo juzgados por diversos
casos de desvío y lavado de dinero o fraude electoral, y tres de ellos están
acusados por la operación Lava Jato, que investiga los desvíos millonarios de
la estatal Petrobras. Al ser nombrados ministros han obtenido el foro
privilegiado que les permite que les investigue el Tribunal Superior Federal
(STF), que suele ser un tanto más lento que la justicia ordinaria, y también
más politizado.
“Desconectado de la sociedad”
El nuevo ministro de Economía y Hacienda, Henrique
Meirelles, niño bonito de los mercados financieros y expresidente del Banco
Central en los dos gobiernos de Lula, no tardó en anunciar “drásticos
recortes”. El ministro de Sanidad, Ricardo Barros, aseguró que “no habrá
recursos” para la Farmacia Popular (que ofrece medicaciones gratuitas para las
enfermedades más habituales) y alertó de que en el mes de agosto tampoco habrá
dinero para pagar al Samur.
La periodista de El País Brasil Flávia Marreiro cuestionaba
el discurso “pacificador” con el que se presentó el nuevo presidente: “¿Con
quién exactamente Temer 'el conciliador' quiere hacer acuerdos?”. Marreiro se
refería a la falta de diversidad del gabinete elegido, donde además de no haber
mujeres tampoco se responde a las expectativas de la sociedad de luchar contra
la corrupción, o de mejorar la calidad de la Sanidad y de la Educación,
peticiones fundamentales durante las manifestaciones de junio de 2013 y que
todavía se escuchaban en las concentraciones a favor y en contra de Dilma: “La
elección de sus ministros choca con los deseos mínimamente consensuados por la
sociedad brasileña. (…)Temer parece estar desconectado de Brasil 2016”, aseguraba la
periodista en un reciente artículo.
Cabe preguntarse si Temer alguna vez estuvo conectado. Un
político que apenas tiene el apoyo del 2% de la sociedad, que no ha ganado
nunca unas elecciones directas y que lo que pesa en su currículo es su gran
habilidad negociadora entre sus iguales. Las calles han empezado a reaccionar
ante las primeras decisiones de su Ejecutivo y todavía hay parte de la
población que quiere luchar para evitar que se mantenga en el poder hasta 2018.
La gobernabilidad en el Congreso la tiene asegurada, pero dentro de la sociedad
lo único que tiene garantizado es que las movilizaciones contra su gobierno ya
se han puesto en marcha.
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Y ver ...El presidente interino de Brasil, Michel Temer, fue informante de la inteligencia de EEUU, según informa Wikileaks.Resulta igualmente revelador que la embajadora de Estados Unidos en
Brasilia desde 2013, Liliana Ayalde, fue la misma que dirigió la misión
diplomática norteamericana en Asunción, Paraguay, hasta unos meses antes
del golpe parlamentario sobre el expresidente Fernando Lugo el 22 de
junio de 2012.
Ricardo Barros designado por el presidente interino Michel Temer fue condenado por el Tribunal de Justicia estadual por fraude en la venta de colectores y compactadores de basura.
El nuevo ministro brasileño de Salud, Ricardo Barros, enfrenta investigaciones por corrupción, malversación y delitos contra la Ley de Licitaciones, denuncia la Red Brasil Actual.
La lista de 23 ministros de Temer incluye tres políticos contra los que ya existen investigaciones en la corte suprema por su supuesta participación en los desvíos en la petrolera estatal y otros seis que han sido citados por los delatores del escándalo.
Los investigados son los ministros de Turismo, Henrique Alves; Secretaría de Gobierno, Geddel Vieira Lima, y Planificación, Romero Jucá.
En el Gabinete hay otros seis ministros que han sido citados por los delatores que colaboran con la investigación a cambio de reducciones en sus condenas.
Son los ministros de la Presidencia, Eliseu Padilha; Defensa, Raúl Jungmann, Relaciones Exteriores; José Serra; Salud, Ricardo Barros; Educación y Cultura, Mendonça Filho, y Ciudades, Bruno Araújo.
El propio Temer fue citado en una delación, pero la Fiscalía hasta ahora no ha solicitado autorización para investigarlo.
Wikileaks: El sustituto de Rousseff al frente de Brasil fue informante de EEUU
Ricardo Barros designado por el presidente interino Michel Temer fue condenado por el Tribunal de Justicia estadual por fraude en la venta de colectores y compactadores de basura.
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En el Gabinete hay otros seis ministros que han sido citados por los delatores que colaboran con la investigación a cambio de reducciones en sus condenas.
Son los ministros de la Presidencia, Eliseu Padilha; Defensa, Raúl Jungmann, Relaciones Exteriores; José Serra; Salud, Ricardo Barros; Educación y Cultura, Mendonça Filho, y Ciudades, Bruno Araújo.
El propio Temer fue citado en una delación, pero la Fiscalía hasta ahora no ha solicitado autorización para investigarlo.
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