Informe Bachelet: un texto sin contexto, una socialista made in USA
Tanto como el inmenso sesgo que contiene el
informe de la Alta Comisionada, Michelle Bachelet, sobre Venezuela,
llama también la atención que haya quienes desde el campo progresista
esperaban otra cosa. Quienes albergaban esperanzas por cierta
ecuanimidad olvidaban dos cosas: a) quién es Michelle Bachelet; b) la
política es la continuidad de la guerra por otros medios.
Bachelet: una socialista formada en Washington
En Chile conocemos muy bien a Bachelet: se trata de la máxima
defraudación que la izquierda chilena ha experimentado desde que
recuperamos la democracia. Formada en Washington en estrategia militar, a
fines de los ’90 al ser beneficiada por una beca que le permitió una
estadía de 1 año en el Colegio Interamericano de Defensa en Fort Lesley,
optó, según sus propias palabras por “la convergencia con el poder
hegemónico del planeta”. En esa línea, siendo Presidenta, siempre se
alineó con la Alianza del Pacífico, formando el eje antibolivariano y
antilatinoamericanista México-Colombia-Chile, afín a los intereses
imperiales y empleado por éstos como su instrumento de contención
regional; no titubeó a la hora de mandar 400 militares chilenos para que
formaran parte de las tropas de ocupación en Haiti; en su segundo
gobierno, además, promovió la creación del infausto Grupo de Lima.
Esta “socialista” fue la primera presidenta en aplicar en democracia la
Ley Antiterrorista de Pinochet, y lo hizo contra comuneros mapuche, que
como presos políticos pueblan por decenas las cárceles del sur de
Chile. También como Presidenta prometió un 11 de septiembre de 2014, al
conmemorarse los 41 años del golpe contra Salvador Allende, derogar la
Ley de Amnistía de Pinochet, y también como Presidenta le quitó en
reiteradas oportunidades la “urgencia legislativa” a esta iniciativa,
gracias a lo cual la ley creada en 1978 para beneficiar a criminales de
lesa humanidad sigue vigente en Chile.
Pero no se trata acá
solamente de Bachelet. Se trata de entender que todo el orden
institucional mundial construido luego de la IIª Guerra Mundial, junto
con el derecho internacional que lo sustenta, está siendo destruido en
los últimos años por los Estados Unidos. En esa línea, mientras
presidentes de Occidente le exigen a países soberanos como Venezuela y
Cuba el cumplimiento milimétrico de todas las disposiciones
internacionales, ellos las violan a diario. Guantánamo y Julian Assange
son sólo una pequeña, pero clarificadora muestra de ello.
Como
nos enseñó Fidel, lo único que podemos esperar de los consejos de
aquellos que están de ese lado es “puro veneno”. Dosis continuadas de
veneno en el marco de una guerra sin tregua contra todas las naciones
que no se someten a los dictados del capital. Pero aún así, a ratos se
cae en la trampa cándida de creer que la institucionalidad internacional
- la misma que acepta la destrucción de Libia, de Afganistán, de Haití,
a la que no le importa Guantánamo, ni el fraude electoral de Honduras,
los asesinatos sociales en Colombia, o la reciente muerte en prisión del
único presidente electo de Egipto- pudiera ser ecuánime con Venezuela.
El Informe: un texto sin contexto
El gobierno venezolano nunca se negó a esta visita, por el contrario,
dio todas las facilidades a la Alta Comisionada Bachelet, tal como el
propio Informe lo reconoce, mostrando una vez más su apuesta por la vía
negociadora, y no por la violencia. Sin embargo, el veneno exuda en
altas dosis de este Informe, el que debe ser entendido como un recurso
más en la guerra por derribar un proyecto que se atrevió a decir
“váyanse al carajo cien veces, yankees de mierda” (Hugo Chávez, 2008).
Era, entonces, esperable lo que venía.No podemos desligar este Informe
de la continuidad bélica contra Venezuela. Ese es su con-texto (aquello
que va
con el texto). Y leerlo es testimoniar de cómo el
lenguaje puede servir para distorsionar la realidad. Partiendo por el
increíble modo en que Bachelet se refiere al bloqueo de Estados Unidos
contra Venezuela (punto 25): “Hasta la fecha un país ha impuesto
sanciones sectoriales más amplias a partir del 29 de agosto de 2017” ¡No
se menciona a Estados Unidos! Se habla de “un país”, en genérico.
Lingüísticamente diríamos que hay una elusión del referente mediante el
uso de un sustantivo abstracto y generalizador. Es casi increíble, pero
es cierto. “Un país ha impuesto sanciones”…¿cuál será?
Y el
bloqueo que asfixia a toda Venezuela es llamado “sanciones sectoriales”.
Es el mismo lenguaje que ya hemos visto cuando de mitigar y de atenuar
crímenes se trata: uso abundante de sustantivos abstractos, sin
referentes materiales, como cuando se habla de “daño colateral” para
referir asesinatos de civiles.
Igual de increíble es la
justificación metodológica (punto 6, nota 3). Dícese ahí que de las 558
entrevistas que sirvieron de base para la redacción, ” 460 entrevistas
fueron realizadas en la Argentina, el Brasil, Chile, Colombia, Ecuador,
España, México, y Perú, y 98 de manera remota”. Sume, reste, elabore
porcentajes y saque sus propias conclusiones.
Ya sabemos que el
Informe no menciona a Estados Unidos y esa (benevolente) invisibilidad
del imperio y de su criminal política ingerencista no es lo más
increíble. Lo más grave es que se trata de un Informe sin contexto. En
esa línea, cuando juzga la situación socio-económica de Venezuela nunca
se mencionan los graves efectos del bloqueo gringo.
“Se ha informado
de carencias del 60 al 100 por ciento de fármacos esenciales en cuatro
de las principales ciudades de Venezuela, incluyendo Caracas” , señala en su punto 16 (nótese el uso del impersonal,
“se ha informado ”…). Y en el punto 19 denuncia que
“La Encuesta Nacional de Hospitales (2019) constató que, entre
noviembre 2018 y febrero 2019, 1,557 personas murieron debido a la falta
de insumos en hospitales” . No negamos la veracidad de esas
cifras, pero decimos que el silencio total acerca de sus causas forma
parte del criminal bloqueo. Es un bloqueo semiótico, discursivo,
representacional, cognitivo que opera en paralelo al bloqueo material,
económico.
No decir, por ejemplo, que 300 mil dosis de insulina
pagadas por el Estado venezolano no llegaron al país porque el Citibank
boicoteó la compra de este insumo. En consecuencia, la insulina quedó
paralizada en un puerto internacional. O que el laboratorio colombiano
BSN Medical impidió la llegada de un cargamento de Primaquina, medicina
usada para tratar la malaria. Y que un total de 23 operaciones en el
sistema financiero internacional fueron devueltas el año pasado (entre
ellas, 39 millones de dólares para alimentos, insumos básicos y
medicamentos).
Es un Informe que sólo tiene sentido para las
corporaciones mediáticas de Occidente porque carece de contexto. Porque
si le ponemos contexto, un chileno le podría recordar a la chilena que
firma el Informe que en su país, entre enero y junio de 2018,
fallecieron un total de 9.724 personas mientras permanecían en lista de
espera en el sistema público, según datos entregados por el propio
Ministerio de Salud de Chile.
Peor aún es el modo en que se
trata el tema “libertad de expresión”. Según el Informe “En los últimos
años el Gobierno ha tratado de imponer una hegemonía comunicacional,
imponiendo su propia versión de los hechos”. Vaya denuncia…¿habrá algún
gobierno que no intente hacer lo mismo? ¡Qué me nombre uno! Lo que pasa
es que Venezuela es el país donde lo normal es escándalo. Pero, además,
nuevamente se omite el contexto. No se dice, por ejemplo, que mientras
la derecha liderada por Juan Guaidó y Leopoldo López intentaba
nuevamente dar un golpe de Estado entre el 30 de abril y el 1 de mayo de
este año, se registró un cierre masivo de cuentas de Twitter vinculadas
al Estado y medios afines al gobierno (Correo del Orinoco, VEA, Vive y
Fundarte). No es todo. El rol golpista de los medios y las redes
sociales, activos en eso desde el 2002 al menos, es cosa diaria en
Venezuela. Otro ejemplo: en enero de 2019 se creó la cuenta
@Presidencia_VE como “Cuenta Oficial de la Presidencia de la República
Bolivariana de Venezuela”, adscrita a Juan Guaidó, y sólo 2 meses
después recibió el “check azul” como “cuenta verificada”. En cambio, la
cuenta @PresidencialVen perteneciente al departamento de Prensa
Presidencial, con mas de 1 millón de seguidores, y que informa las
actividades oficiales del Presidente Maduro, creada en abril de 2010,
nunca ha recibido el “check azul” de cuenta oficial. Suma y sigue. En
febrero de 2019, Twitter anunció que fueron eliminadas «1.196 cuentas
ubicadas en Venezuela que parecen estar involucradas en una campaña
apoyada por un Estado». Nada de esto menciona Bachelet.
Lingüísticamente el Informe es una oda a las atenuaciones, las
mitigaciones, las alusiones indirectas, las invisibilizaciones, al uso
del impersonal cuando de las causas y los causantes se trata; y una
vorágine de reforzamientos, énfasis, exageraciones, y
descontextualizaciones cuando se pasa a describir las consecuencias;
estas últimas, por supuesto, desconectadas de las primeras.
No
se trata aquí de rehuir las necesarias críticas al proceso bolivariano.
Como enseñó el Ché, éstas son absolutamente necesarias en todo proceso
de transformación social, si éste no quiere anquilosarse y volverse
reaccionario. Tampoco se trata de creer que todo anda perfecto en
Venezuela, ni siquiera negar todo lo que dice el Informe. Por ejemplo,
el punto 43 que denuncia torturas y tratos crueles, inhumanos y
degradantes contra prisioneros/as, que incluye el uso de corriente,
palizas y violencia sexual es absolutamente inaceptable, no importa el
contexto, ni las circunstancias. Lo mismo, de ser ciertas, la denuncia
de ejecuciones extrajudiciales de parte de las Fuerzas de Acciones
Especiales.
De lo que se trata es de no aceptar que Estados
Unidos, junto sus lacayos latinos estrangulen a Venezuela, para que
luego un Informe quiera castigar a la patria de Bolívar porque respira
mal.
Veneno, puro veneno.
y ver ...
y ver
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=258085
Y ver ..