viernes, 14 de agosto de 2020

Contra Podemos todo vale .

 

De fabricar el 'informe Pisa' a la muerte política de Rosell: los 11 intentos fallidos de acorralar a Podemos en la justicia.

Álvaro Sánchez Castrillo

 

Desde el nacimiento del partido han sido inadmitidas al menos siete denuncias o querellas centradas en la supuesta financiación ilegal de la formación morada, la mayoría impulsadas por Manos Limpias

Tampoco prosperaron las querellas contra Juan Carlos Monedero por fraude fiscal, y el montaje alrededor de Victoria Rosell terminó siendo tumbado por la justicia

Prácticamente desde su nacimiento, la financiación de Podemos ha estado en primera plana. La tormenta, que ha vuelto a arreciar con la denuncia presentada el pasado mes de diciembre por el exabogado de Podemos José Manuel Calvente, fue especialmente intensa durante los primeros compases de vida del partido. Se abrían periódicos, televisiones y radios con las últimas informaciones relativas a supuestos fondos procedentes de Venezuela o Irán. Una rueda que se retroalimentaba a medida que todas estas cuestiones intentaban judicializarse. Es lo que en el partido liderado por Pablo Iglesias se llamó directamente “la máquina del fango”. Sin embargo, ninguna de todas esas acciones judiciales que asociaciones vinculadas a la ultraderecha iniciaron en su día terminaron llegando a buen puerto. Sin embargo, algunas de ellas sí que llegaron a provocar situaciones de notable indefensión. El caso más paradigmático fue, sin duda, el que afectó a la reputada magistrada Victoria Rosell, que tuvo que soportar que una querella que le impidió presentarse a las generales del 26-J. Finalmente terminó en nada y ella está de nuevo en primera línea, pero momentáneamente tuvo que apartarse.

 

El primero en querellarse contra Podemos fue el Partido Socialista de la Justicia, liderado POR José Emilio Rodríguez Menéndez. Este abogado acudió al Tribunal Supremo sólo nueve meses después de la creación de la formación acusándola de haber recibido financiación de Venezuela. La querella se sostenía sobre una noticia publicada en el diario El País en la que se señalaba que la fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), considerado el germen del partido y en cuyo consejo ejecutivo figuraban tres de sus dirigentes, había recibido desde 2002 unos 3,7 millones de euros del Gobierno de Venezuela. El Alto Tribunal ni siquiera la admitió a trámite. “Alude a la relación de los querellados tanto con la Fundación CEPS como con el partido político Podemos; y de esta sola mención es de la que parece que extrae la conclusión de que por medio de la primera se financia el partido citado”, señalaba el auto, que añadía que no se desprendía del relato de hechos “indicio alguno de acción delictiva”.

 

Las acciones judiciales relacionadas con la financiación del partido se intensificaron en los primeros meses de 2015, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina y con Podemos subiendo como la espuma en los sondeos. En febrero, el pseudosindicato ultra Manos Limpias volvió a acudir al Supremo acusando a Pablo Iglesias de delitos de desobediencia, contra los derechos de los trabajadores, organización criminal, apropiación indebida, tráfico de influencias o un delito contra la Hacienda Pública por, entre otras cosas, utilizar la productora Con Mano Izquierda para gestionar fondos que tendrían como origen Venezuela e Irán. De nuevo, el caso ni siquiera llegó a judicializarse. Fue archivada por considerar los magistrados que los hechos, opiniones y sospechas vertidas se exponían “confusamente en un totum revolutum” en el que resultaba “difícil advertir” la presencia de los múltiples delitos que se ponían sobre la mesa.

 

No fue la única ocasión en la que el colectivo liderado por Miguel Bernard intentó que los tribunales investigaran las actividades de Pablo Iglesias como productor y presentador de televisión en La Tuerka. También probaron suerte en el Juzgado de Instrucción número 30 de Madrid. Los argumentos eran exactamente los mismos. Y los delitos que se ponían sobre la mesa, también. Sin embargo, el pseudosindicato ultra volvió a chocar contra este muro. Ni siquiera se admitió a trámite la querella. Recurrieron ante la Audiencia Provincial de Madrid. Y, de nuevo, batacazo. La Sección Decimoquinta confirmó la decisión tomada en primera instancia. “No se ha aportado indicio alguno diferente”, sostuvieron los magistrados.

 

Poco tiempo después, Manos Limpias volvió a intentarlo con otra querella en la que se incorporaba el famoso informe Pisa, ese documento sin membrete policial y sin firma, difundido a bombo y platillo por varios medios de comunicación, que posteriormente se demostró falso. Era comienzos de 2016. Por aquel entonces, la formación liderada por Pablo Iglesias acababa de entrar en el Congreso con 69 diputados y las negociaciones para conformar Gobierno estaban en plena ebullición. En abril de ese mismo año, tras horas y horas de debates televisivos sobre esta cuestión, el Supremo volvió a dar carpetazo al asunto. Lo hizo a través de un auto en el que, de nuevo, recordaban que las “meras afirmaciones” sin estar “mínimamente avaladas” por algún elemento que respalde su “verosimilitud” no justifican la apertura de una causa penal. Y en este caso, sostenían los magistrados, no se aportaba “fundamento acreditativo mínimo”.

 

Ese mismo informe fabricado terminó también en la Audiencia Nacional a raíz de una denuncia interpuesta por la formación política Unión Cívica Española-Partido por la Paz, Reconciliación y Progreso de España (UCESP). De nuevo, el caso terminó siendo archivado. El magistrado Alejandro Abascal Junquera decidió hacer suyos los argumentos puestos sobre la mesa por el Ministerio Público, que tachó el documento aportado de “conjunto desordenado de reproducciones de noticias”. “No existe el más mínimo sustento documental o de otro tipo que acredite su existencia [la de delito fiscal o blanqueo de capitales]”, recogía el auto.

 

¿Cobro en Granadinas?

 

En julio de ese mismo año, volvió a caer otra denuncia más contra Podemos por financiación ilegal. En este caso, las acciones judiciales las había iniciado ante el Supremo un particular a raíz de una información publicada en mayo –sólo quedaba un mes para la repetición electoral– por OkDiario en la que se aseguraba que Pablo Iglesias habría cobrado algo más de 272.000 dólares del Gobierno de Venezuela a través de una cuenta bancaria radicada en San Vicente y las Granadinas, una información que fue desmentida por la propia entidad financiera. De nuevo, los magistrados señalaron que las “simples noticias” no constituyen “verdaderos” indicios de delito. Presentar tres fotocopias, continuaba el Alto Tribunal, no “justifican” la apertura de un procedimiento penal.

 

Exactamente lo mismo pasó al partido ultraderechista Vox cuando acudió a los tribunales con esta misma información bajo el brazo y una querella contra el líder de Podemos por los delitos de blanqueo de capitales, delitos electorales y delitos que comprometen la paz o la independencia del Estado. De nuevo, la jueza que se hizo cargo del caso inadmitió la querella por considerar que las “sospechas” eran insuficientes. Los artículos periodísticos puestos sobre la mesa no aportaban ningún elemento que sustentasen las afirmaciones realizadas.

 

Errejón, Monedero y Rosell

 

Durante este lustro, las acciones judiciales también han tenido en el punto de mira a otros destacados dirigentes de la formación morada. Uno de ellos fue Íñigo Errejón, actual líder de Más País, por su famosa beca en la Universidad de Málaga. De nuevo, fue Manos Limpias la que intentó judicializar el caso a través de una querella por un delito de estafa. Y, de nuevo, no lo consiguió. El Juzgado de Instrucción número 13 de Málaga terminó acordando el sobreseimiento de las actuaciones “por no resultar debidamente justificada la perpetración del delito”. La misma suerte tuvo el pseudosindicato unos meses antes con la denuncia que había presentado ante la Fiscalía del Principado de Asturias por las ayudas públicas que el entonces diputado de Podemos en la región, Daniel Ripa, había recibido para su tesis doctoral. Manos Limpias le acusaba de malversación y estafa por recibir 60.000 euros “sin que transcurrido el plazo fijado en las bases de la convocatoria hubiera sido presentada la correspondiente tesis”. “No está avalada por ninguna prueba”, concluyó el Ministerio Público.

 

También se ha intentado sentar en el banquillo de los acusados a otro de los fundadores de Podemos: Juan Carlos Monedero. En su caso, los tribunales rechazaron dos querellas –una de Manos Limpias y otra de la Asociación Pro Justicia Siglo XXI– por delito fiscal en las que se acusaba al político de no haber declarado al fisco por los trabajos de asesoría que había realizado para gobiernos latinoamericanos. En el momento en el que se iniciaron las acciones, Monedero ya había regularizado su situación. Junto a este, también causó mucho ruido el caso que afectó a la jueza Victoria Rosell, que decidió no presentarse a las generales del 26-J por el proceso judicial que entonces tenía abierto. La causa se inició a raíz de una querella interpuesta contra ella por el exministro de Industria José Manuel Soria por prevaricación, cohecho y retardo malicioso de un proceso penal. Sin embargo, el caso dio un giro cuando el empresario sobre el que giraba el asunto denunció que el sustituto de Rosell en el juzgado le había dado indicaciones de lo que tenía que decir para perjudicar a la magistrada. Con esta información sobre la mesa, el TSJ de Canarias no dudó en dar carpetazo al asunto. 

 https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/08/13/del_fabricado_informe_pisa_beca_errejon_cinco_anos_una_decena_intentos_frustrados_sentar_podemos_banquillo_109937_1012.html

 

 Y  sigue ..https://www.lavanguardia.com/politica/20200813/482798876375/amplia-investigacion-podemos-incluye-sueldos-gastos-contratacion-campanas.html

Y

https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/08/13/claves_109938_1012.html

Y

https://www.publico.es/politica/denunciante-enreda-juez-supuestos-sobresueldos-cobraba.html


jueves, 13 de agosto de 2020

¿Sabrá España profundizar su democracia?

 

El gran fracaso de la operación monárquica franquista

 Joaquín Caretti

 La cura geográfica que está intentando llevar adelante la monarquía y los partidos que la apoyan, está destinada al fracaso. El abandono del territorio español por parte de Juan Carlos I es la asunción de una culpabilidad no dicha expresamente, pero reconocida de facto. Sobre todo, cuando él mismo señala cómo va a ser recordado por las siguientes generaciones. Se va porque lo han descubierto con las manos en la masa y trata de salvar a la monarquía -no para bien de España sino de su propia familia, familia que conoce ya varios exilios- puesto que ya no cabe pedir perdón otra vez, tal como lo hizo en el pasado.

 

Su huida de España, sin una sola palabra dirigida a los ciudadanos, muestra a las claras que se pretende hacer de todo esto sólo un problema de familia, entre un padre y un hijo, y no un problema de la institución monárquica, que es lo que verdaderamente es.


Es bastante más complejo hoy que los españoles acepten un nuevo fraude y que sean silenciados en aras de mantener la dichosa “institucionalidad” y evitar la puesta en peligro de la democracia.

 

La legitimidad del rey Juan Carlos

Se debate estos días sobre las distintas legitimidades del reinado de Juan Carlos: de origen, de ejercicio y de resultados. Tomemos la legitimidad de origen.

 

España salía de una dictadura que había durado 40 años, el dictador había muerto en la cama y había dispuesto -para acabar con la posibilidad de que se abriera el debate sobre una tercera República- que su sucesor fuera un rey Borbón. El elegido por Franco, en detrimento de su padre Don Juan, Conde Barcelona, fue Juan Carlos, quien siempre le sería fiel y el que nunca condenó a la dictadura en 40 años de reinado. Basta recordar sus palabras de 1969: «Para mí (Franco) es un ejemplo vivo, día a día, por su desempeño patriótico al servicio de España, y además le tengo mucho afecto y admiración».

 

Los españoles fueron así empujados a aceptar la restauración borbónica sin posibilidades de oponerse: el planteo no admitía variaciones. Eran lentejas y había mucha hambre de libertad y de democracia, aunque esta fuera por la vía de una monarquía parlamentaria. Ya se encargaron bien los responsables de este acuerdo de difundir la idea de que era el único camino posible para acabar con la dictadura, dictadura que no había sido derrotada, sino que iniciaba su propio aggiornamento democrático europeo. España aceptó este plan como el mal menor y como una salida de compromiso para hacer conciliar lo que se dio en llamar “las dos Españas”.

 

Todo esto muestra que la monarquía basa su legitimidad de origen en el deseo de un dictador y no en la voluntad democráticamente expresada por el pueblo español. Nunca hubo un referéndum específico sobre República o Monarquía. Claro que hablar de democracia y monarquía es de los oxímoron más llamativos que hay en el mundo.

 

De este modo, la ilegitimidad franquista de la actual monarquía es uno de los grandes problemas que persisten después de más de 40 años de democracia y del cual no se quiere saber nada. Es algo que todo el mundo sabe, aunque se insista en no darle valor y en olvidar. Es un hecho que se reprime de la consciencia y que se vela para seguir adelante. Hoy podemos comprobar cómo esta ilegitimidad reprimida retorna y se manifiesta bajo el modo de un rey corrupto, que intenta apartarse de los focos sin renunciar a los honores de ser considerado su majestad en tanto rey emérito. La monarquía, como parte del proyecto franquista, es uno de los síntomas de España.

 

Podemos entender entonces el gran esfuerzo que han hecho durante todos estos años los partidos políticos, los media, las corporaciones, los grandes empresarios, la Iglesia, todo el amplio espectro del poder, para hacer ganar a la monarquía una legitimidad de ejercicio que terminara de enterrar la ilegitimidad de origen. Sin embargo, el emérito se ha encargado de destruir este plan, saliendo finalmente a la luz todas las complicidades con dicha ilegitimidad.

 

La renuncia del hijo

Diversas voces defienden al emérito afirmando que aún no está procesado ni condenado y que, por lo tanto, debe aplicársele la presunción de inocencia. Sin embargo, es el hijo -rey por derecho sucesorio-quien ya condenó al padre al quitarle la asignación dineraria anual hace unos meses y al obligarlo actualmente a abandonar España. Es más, al renunciar a su herencia dio la puntilla final a cualquier crédito que el emérito pudiera tener. Sabido es que el artículo 991 del Código Civil dice que no se puede renunciar a una herencia hasta la muerte del que lega, por lo cual, hasta la muerte del padre no sabremos realmente lo que el rey Felipe va a hacer, aunque la potencia del gesto simbólico de la renuncia está ahí.

 

Sin embargo, el repudio del padre produce - en una institución ligada exclusivamente a la herencia - el efecto contrario al esperado: en vez de legitimarla la deslegitima aún más. ¿Cómo se puede en una monarquía, donde el ser deviene por herencia, renunciar sólo a la parte dineraria sin cuestionar, en el mismo acto, a la corona que se ha recibido por herencia también? ¿La Corona como institución, como dice el presidente del gobierno, está más allá de las personas cuando es una institución profunda y exclusivamente atada a una familia, es decir, a unas únicas personas? No parece lógico. Corona y herencia están intrínsecamente unidas, la legitimidad le viene de la herencia y de nada más. Por lo tanto, al renunciar a la herencia del padre ha renunciado, aunque no lo sepa, también a su Corona y allí reside sin duda la debilidad en la que encuentra.

 

Vemos como la historia se repite irremediablemente. El nuevo rey recibe la corona de un rey ilegítimo en origen y corrupto de ejercicio al cual el hijo termina repudiando. ¿Entonces, cuál puede ser la legitimidad del nuevo rey si su autoridad se basaría más en “su auctoritas, en la dignidad y prestigio de la Corona, que en un auténtico poder político -una potestas casi inexistente- otorgado por la Constitución”? Ante esto, inmediatamente, el coro monárquico sale en defensa de la corona a la que sabe en peligro. La misma operación que se hizo para sostener el lugar regio del padre, cada vez que su accionar lo hizo necesario.

 

La excepcionalidad ante la ley

El rey, su persona, es inviolable e irresponsable tal como lo dice el artículo 56 de la Constitución. Esto lo sitúa en una posición de excepción ante la ley. Nos encontramos con que la misma vale para todos los ciudadanos (“todos iguales ante la ley”) menos para uno, que queda eximido de responder por sus actos, civil y penalmente, pues es “inviolable” y, a su vez, eximido de responder por las decisiones políticas que pudiera tomar pues es “irresponsable” dado que estas necesitan del refrendo del gobierno (el Rey no actúa solo). El rey podría matar a alguien, violar, robar o corromperse y no sería juzgado ni condenado en tanto los actos fueran cometidos durante su reinado.

 

Esta posición de excepción está sostenida en la idea de que el rey es el garante de la unidad de España y que es el que va a mediar entre las partes en conflicto pues se supone que no puede actuar mal y que no tiene intereses políticos. Es el que garantizaría que los ciudadanos permanezcan unidos y en paz. Todo esto lo inviste de una función paterna que lo coloca por fuera del grupo de los hombres.

 

La Corona como institución del Estado queda por ley (la Constitución) fuera de la ley y, por ende, queda fuera de la misma todo aquel que ocupe el lugar del soberano. Así, la Corona está y no está dentro de la ley. El rey le da consistencia al conjunto de los ciudadanos, pero situándose por fuera del mismo. La excepcionalidad del soberano, entonces, va íntimamente unida a la función. Se aprecia la paradoja que implica estar gracias a la ley por fuera de la misma.

 

Por ello, si se quita la excepcionalidad y el rey puede ser juzgado o declarado responsable pasa a ser un ciudadano más, con lo cual perdería sentido la existencia de una monarquía ya que dejaría de cumplir la función de argamasa que se le demanda. A esto nos conduciría retirar dicha excepcionalidad, tal como se pretende luego de la huida del emérito y con el fin de evitar futuros problemas con los sucesivos monarcas. Modificar esta situación por ser incongruente con la idea de democracia, hacer desaparecer la excepcionalidad permanente de la Corona e incluirla dentro del todos iguales ante la ley es terminar con la monarquía y su función simbólica. Por ello, la batalla que se avecina no va a ser menor.

 

La caída de su función

Si el rey en tanto jefe del Estado es el "símbolo de su unidad y permanencia" no teniendo un poder real - "El rey reina, pero no gobierna" -, Juan Carlos I con su falta de probidad ha defeccionado de ese lugar simbólico y, por lo tanto, ha hecho que la monarquía sea definitivamente puesta en cuestión. Si en vez de usar la excepcionalidad para mediar entre los españoles la usa en beneficio propio como cualquier otro ciudadano, su función desaparece y con ella la institución. Su actos, que no podrán ser juzgados, pero que han sido valorados por la ciudadanía, han abierto la puerta a que se pueda hablar de este síntoma que, entre otros, es en España la monarquía.

 

Esta "humanización" del emérito, que hace que prevalezca el goce propio sobre la función simbólica encomendada, es coherente con la época en la que vivimos. En esta la potencia de los lugares simbólicos tiende a la impotencia y lo que prima es la lógica del consumo y la acumulación, más allá de cualquier solidaridad. En definitiva, España ha tenido un rey que se corresponde con la época, donde el objetivo está puesto en un goce particular sin freno.

 

Podemos preguntarnos cuánto de esta excepcionalidad permanente ante la ley llevó al emérito a creerse absolutamente impune. Ser declarado por la Constitución irresponsable de sus actos e inviolable por la justicia -lo mismo que hacen los jueces con los locos- es el mejor modo de anular a un sujeto, de derecho y de hecho, y transformarlo, en este caso, en un icono viviente, mucho más muerto que vivo. Quizá de ahí la vida que ha llevado y que concluye como concluye: huyendo de sí mismo.

 

¿Sabrá España profundizar su democracia?

 Fuente..

 https://www.eldiario.es/contrapoder/gran-fracaso-operacion-monarquica-franquista_132_6157175.html


miércoles, 12 de agosto de 2020

¿Horizonte republicano o implosión del horizonte monárquico?

 

¿Horizonte republicano o implosión del horizonte monárquico?


Javier Pérez Royo