domingo, 10 de febrero de 2019

La derecha pincha en Madrid.

        Solo  hace falta ver la foto así  de lejos . Ellos dicen  200.000   y  la Delegación del Gobierno 45 .000..Imposible que ahí haya 200.000 . También los medios de comunicación han quedado retratados. A ver cuales serán los valientes que serán capaces de usar las palabras "fiasco" o "fracaso".


Manifestació Madrid Colón dialeg Catalunya - efe

El boicot económico a Venezuela .

 

 Las consecuencias económicas del boicot a Venezuela


CELAG

El talón de Aquiles de América Latina sigue siendo su sector externo. Estados Unidos (EE. UU.) es consciente de esta fragilidad y la utiliza en su provecho, como con Cuba, que lleva 6 décadas con un embargo sobre su sector externo. Todos los países que hoy son calificados como “milagros económicos” de desarrollo reciente, en gran parte lo son porque lograron disminuir la dependencia del sector externo. En efecto, la estrategia desarrollista basada en las exportaciones, no sólo es una política activa de desarrollo económico, también es una política estratégica de soberanía.
La historia de Latinoamérica ha demostrado que las crisis empiezan y terminan con un desbalance con el exterior, ya sea por una caída de los precios internacionales de las materias primas, una fuga masiva de divisas o por un descalce del financiamiento de la deuda externa. Cualquiera de estos caminos detona, en última instancia, una crisis de financiamiento de divisas y un ajuste de la economía doméstica vía tipo de cambio.
En el caso de Venezuela la dependencia es aún más crítica pues la oferta interna de bienes es altamente dependiente de la cantidad de divisas disponibles para importar. Venezuela es un país que desde la década del ‘60 ha profundizado su especialización productiva en el petróleo y, en consecuencia, es altamente dependiente de las importaciones. El dólar es el insumo más importante de la oferta agregada y su sistema productivo depende del financiamiento del exterior para poder seguir reproduciéndose. Sin una entrada neta de dólares que financie el proceso productivo, la economía se achica al compás de la escasez de divisas. El boicot económico que Venezuela está sufriendo ha recrudecido tras la asunción de Nicolás Maduro en 2013, es una muestra de que la integración comercial plena en la globalización tiene efectos secundarios negativos, y entre ellos destacan los riesgos geopolíticos que hoy afectan al país.
En esta breve nota, realizamos una estimación contrafáctica sobre cuál ha sido el efecto del boicot dirigido desde EE. UU. a Venezuela desde el año 2013 —y con mayor énfasis desde 2015—, cuando Estados Unidos cortó el acceso al mercado de crédito, repitiendo la receta cubana de asfixiar comercial y financieramente a la economía y a la sociedad. Empleando un modelo macroeconómico de consistencia cuantificamos cuál es el efecto del bloqueo financiero en la producción del país y, en consecuencia, sobre las condiciones del mercado de trabajo y la migración.
El trabajo demuestra que el bloqueo explica la mayor parte de la crisis económica que afecta al país, que ha sido el principal causante de las migraciones, y argumenta que la actitud internacional, de atribuirle la totalidad de la culpa al Gobierno de Venezuela, tiene el mismo sentido que las excusas de los violadores echándole la culpa a la longitud de las faldas.
Nota . Recordemos que el La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política. Su membresía incluye a los treinta y tres (33) países de América Latina y el Caribe. Y no es ningún organismo chavista

sábado, 9 de febrero de 2019

Necesitamos relatores .

Cuando lo que necesitamos son precisamente relatores
En España lo que predomina es el miedo a que Pedro Sánchez, a efectos electorales, pueda cumplir su promesa de encontrar una solución política para el conflicto de Catalunya que no suponga la independencia
Antonio Franco
Por supuesto que el tema del relator es una cuestión discutible, como casi todo. Pero quienes lo proponen no merecen que se les machaque con la sinfonía de insultos, descalificaciones, desprecios y desmesuras dialécticas que se han puesto en circulación. Surgen del rencor partidista y de la animadversión recelosa contra todo lo de Catalunya (sepan que en Catalunya la mayoría de la gente detecta que no se circunscribe a ir contra los irresponsables dirigentes que desean la independencia aunque no sea la opción de la mayoría de los catalanes). Pero en España lo que predomina es el miedo a que Pedro Sánchez, a efectos electorales, pueda cumplir su promesa de encontrar una solución política para el conflicto de Catalunya que no suponga la independencia.
Vuelvo a acogerme hoy a la expresión 'Reñidero Español', acuñada desde el libro de Franz Borkenau, para señalar que en este país tan bien definido por estas dos palabras lo que necesitamos son precisamente relatores. En un escenario repleto de cobardías y secretitos en casi todos los contactos políticos la existencia de relatores independientes que levanten actas de esas reuniones evitarían las medias palabras subjetivas con que luego nos explican lo que han tratado.
Los relatores, que de eso está hablando el equipo de Sánchez, no son ni mediadores ni vigilantes. Hacen firmar lo que se ha dicho y pactado. Son unas piquetas demoledoras de la ambigüedad con que le llegan actualmente a la opinión pública los desenlaces de esos contactos. Quebrarían el doble lenguaje calculado que practican muchos políticos contra los ciudadanos -especialmente contra sus propios partidarios- para dulcificar unas cosas, endurecer otras, y sobre todo no confesar que cualquier negociación supone tanto obtener pequeñas victorias como efectuar cesiones.
Hacen falta relatores y no sólo en este pulso sobre Catalunya. Dentro de cada uno de los bandos en liza también tienen mucho campo por recorrer. La falsa unidad del soberanismo catalán está jalonada por innumerables reuniones de conciliación que aparentemente acabaron bien, se publicitaron como definitivas, y duraron frecuente dos o tres días. A los catalanes no les cuentan ni lo que piensan, ni la verdad de la situación ni el alcance de lo que hablan. Un relator en los contactos a alto nivel desmontaría buena parte de las falacias disimuladas en un tiempo en que, por ejemplo, nadie cree que los CDR vayan tan por libre que nadie a nivel de Puigdemont y Torra no supiesen y discutiesen en su momento la posibilidad de que se empezase a tirar mierda contra las fachadas de los juzgados.
Me desconciertan de forma particular las reticencias contra esa figura por parte de los veteranos socialistas jubilados y los barones que desoyen el alcance del planteamiento de Sánchez y en el fondo hacen suya la idea de que su oferta del relator es tan bastarda como dicen el PP, Ciudadanos y Vox. Aludo a mi desconcierto porque es precisamente la familia socialista la que ha sufrido y sufre más en sus carnes el efecto de sus ambigüedades no aclaradas. Cuando Rubalcaba y Pere Navarro llevaron a Granada la propuesta de que el PSOE aceptara la realidad de que España es un estado unitario pero plurinacional la inexistencia de un relator solvente que precisase lo que allí realmente se dijo y aprobó ha dañado al partido. Eso creó un largo rosario de desencuentros a propósito de si aceptar solo verbalmente esa plurinacionalidad era el límite de lo que harían los socialistas o si por el contrario luego actuarían de forma consecuente con esa declaración. Y así le ha ido el crecimiento posterior del cisma interno; circula la frase dramática de que el PSOE desde entonces además de no seguir siendo Obrero, sí que está Partido, tiene que aclarar en qué consiste su naturaleza Socialista, y es Español al estilo de lo que no se definió en Granada.
A Sánchez le acusan de vivir calculando el factor electoralista; es una falsedad, muchas de las cosas que hace probablemente no le van a ayudar. En cambio sus barones discrepantes anteponen su adhesión al run run anticatalán a la lealtad debida al presidente del Gobierno y al espíritu de las bases que lo promovieron al cargo precisamente contra la cerrazón retrógrada de la mayoría de ellos.
Otro relator necesario sería el que debería presenciar y levantar acta en los forcejeos internos del Partido Popular ahora que ya ha trascendido que las desmesuras de Casado (¡que error su elección!) no están bien vistas por los más demócratas Núñez Feijóo, Juan Manuel Moreno y Alfonso Alonso, que apuestan por una derecha española que se pareciese a la alemana o la francesa en sus planteamientos. Si tuviésemos ese relator sabríamos mejor donde está el PP y si su acercamiento a VOX es esencial y durará todo lo que dure Casado.
Que se sepa por lo menos una cosa: la opinión pública española y catalana sería más feliz con más transparencia y sinceridad en la descripción de los contactos que mantienen los políticos entre sí. Los relatores ayudarían a ello. Pero toda la clase profesional que vive de los partidos y las instituciones se ha puesto en contra de esta buena idea de Sánchez. La España eterna sigue viva.
 "Que la palabra relator, que es a primera vista inofensiva lleve a que Pedro Sánchez sea acusado de gran traición... hemos llegado a un grado de locura importante". Así se expresaba el escritor británico John Carlin en  Catalunya Ràdio.
"Creo que detrás de todo eso, lo que siempre detecto son complejos de españolitos, gente que no se siente segura de su identidad nacional," ha expuesto. "Sólo se puede entender la reacción española ante un relator por un profundo complejo de inferioridad y falta de identidad".
"En Irlanda no hubo un relator, hubo un mediador internacional" y ha añadido que "aquello funcionó a Irlanda porque había una persona que actuaba de árbitro entre las dos partes".
"Este miedo relata una sensación de inseguridad", ha repetido. "España no tendría que sentirse inferior a otros países pero es así", ha sentenciado.
Recordemos  además otra cosa , Rajoy  envió dos mediadores  primero a Arriola con Mas y luego Urkullu con Puigdemont..y encima sin relator y en secreto. Y luego Soraya .¿ Alguien  dijo algo ? 

jueves, 7 de febrero de 2019

Diana Toucedo .Trinta lumes . Entrevista.

  

  

Entrevista con la directora de Trinta lumes


Una niña de doce años que desea asomarse a lo desconocido y un enclave rural remoto donde cada rincón parece albergar un misterioso mensaje esencial. Estos son los dos elementos fundamentales de Trinta lumes, un trabajo con el que Diana Toucedo pretende dar forma cinematográfica, sobrepasando los límites del género documental, a la sensación que ella experimenta en su Galicia natal de encontrarse ante un mundo cuyos límites entre la vida y el más allá se difuminan casi por definición. Alternando paisajes de la montaña lucense con la observación directa de las rutinas cotidianas de los aldeanos, aparte del seguimiento a Alba, que así se llama la niña, la cinta transporta al espectador al lugar donde —según lo definía el poeta Uxío Novoneyra, todo un clásico de las letras gallegas cuya influencia en la autora es declarada— «está o aire enfexo / n´algo que eu non vexo» [está el aire fijo / en algo que yo no veo].
Aparte de su labor de montadora (Júlia istLos desheredadosA estación violenta…), la carrera de Toucedo como directora se ha situado desde principio entre el cine documental y el experimental. Trinta lumes es su proyecto de mayor envergadura hasta la fecha, y al estreno comercial le ha precedido el paso por numerosos festivales de prestigio (preestreno mundial en la Berlinale, nacional en Málaga), cosechando además varios premios (en D’A Barcelona, Filmadrid, Rizoma…). Así ve la realizadora, al principio de nuestra charla, las buenas sensaciones que está generando el largometraje: «Cuando estás tanto tiempo trabajando, pues ha llevado cinco o seis años, la verdad es que ya no tienes perspectiva de cuál va a ser la vida real de la película, a cuántos lugares va a poder ir o cómo la va a recibir el público y otros sectores. Para mí está siendo una sorpresa constante. La película llega, gusta».

No es la primera que haces con tema gallego. Primero fue el corto Por que non cantades todas, y después el largometraje En todas as mans, sobre los montes vecinales. ¿Es Trinta lumes, por tanto, un paso más, tal vez el mayor, en una especie de viaje a tus raíces?
Sí, sí, un poquito. Llevaba mucho tiempo aquí en Barcelona, había estudiado cine en la ESCAC y, en cierta manera, me apetecía conectarme de nuevo, confrontarme también, con ciertas cosas de Galicia. Mi voz podía ser más honesta, o más próxima, a aquello que quería contar. Con esas piezas anteriores, que, en realidad son mucho más de encargo que trabajamos con una productora de allí, fue como llevar todo ese conocimiento cinematográfico que yo estaba adquiriendo para hacer obras que me interesaban a nivel temático. Pero Trinta lumes parte de un lugar diferente. Es personal, nace de mí. En cualquier caso, el viaje personal que comentas está ahí de fondo, porque cuando empiezas a hacer cine siempre hay un cuestionamiento sobre quién eres, cuál es tu mirada y cómo dicha mirada que lanzas al mundo puede ser recibida por otros. A mí me llevó a preguntarme por mis raíces. Los elementos identitarios, las herencias, las tradiciones. Lo que viene de atrás, te conforma y te crea una visión del mundo. Y surgió la necesidad de plasmarlo en imágenes.



La directora Diana Toucedo

Y te llevó a preguntarte también por el misterio, ¿no? Entendemos que tú te identificas con Alba, la niña protagonista, al cien por cien. Que vuestra inquieta actitud es la misma.
Absolutamente. En un primer momento, cuando empezamos a plantear el proyecto, estuve casi dos años haciendo trabajo de investigación. Rodábamos a veces con una cámara pequeñita un amigo y yo, buscando los nexos de unión con aquello que yo quería contar. Hice un casting con niñas que vivían en esa zona. Hay  allí pocos niños. En realidad son treinta. De ahí parte del título. En ellos detectaba aquella mirada que yo hubiera podido tener en mi infancia, esa visión familiar. Cuando vi a Alba y nos conocimos en el colegio del poeta Uxío Novoneyra, fue casi un amor a primera vista. Tenía un misterio en sus ojos que me hizo intuir que por ahí había muchas dudas e incertidumbres acerca de la vida y de la muerte. Y realmente fue así. Ella estaba en ese mismo impasse, haciéndose adulta mientras intentaba entender el mundo que la rodeaba.
Qué casualidad.
Creo mucho en las casualidades que, en el fondo, no son nada casuales. Si observas con atención, puede que lo que estés buscando lo tengas delante de ti. La vida te lo pone delante. Imanes que magnetizados de la forma correcta hacen que nos acercamos.
Lo que no me ha quedado claro si tú provienes de O Curiel y de la zona que aparece en Trinta lumes.
No. Mi familia viene del extremo opuesto de Galicia.
Y esto es Lugo.
Exacto. Yo soy de Pontevedra, de la costa. Más o menos yo conocía casi toda Galicia, pero la zona de O Courel y Ancares, un poco más montañosa y a la que es difícil llegar, la que menos. Pasaron dos cosas. Descubrí un tiempo antes la obra poética de Uxío Novoneyra, que era justo de allí, sobre todo en un libro, Ou seidos, una de sus obras más significativas, donde dejaba entrever un universo dentro de O Courel. Había algo en la escritura, el empleo del lenguaje, la descripción de los paisajes y de los personajes que me fascinó. Y luego, justo, a una de mis mejores amigas la destinaron a ese colegio y me fui de cabeza a la semana siguiente. Nada más llegar me di cuenta que ese era el lugar que yo estaba buscando para un proyecto. Había varios elementos clave. Por un lado, la mezcla de tiempos. Había un pasado muy latente en el presente. Y un presente que se está abriendo completamente a la modernidad. O sea, que no es un espacio rural aislado, sino que está en sintonía con lo contemporáneo. Muchas tradiciones y formas de hacer, rituales incluso, se preservan de una forma muy viva y atávica. Por otro lado, los de allí tienen, como en muchas zonas de Galicia, una concepción del tiempo que no es lineal. Para ellos sí hay una cronología, pero en el fondo sienten que el presente, el pasado y el futuro pueden estar ocurriendo ahora. De ahí toda esa concepción de la muerte y los muertos como un estado siempre presente.

 ( Imagen  puesta por el blog)
El otro tema, la otra pata importantísima, era la concepción de la muerte como un espacio de transición. Donde todo cambia, pero todo puede seguir igual. Lo visible se hace invisible, pero sigue invisible.



Rodaje de Trinta lumes

Vistos desde fuera, para alguien que no es de allí, todos estos asuntos tan gallegos sobre la muerte y el paso del tiempo, parecen estar omnipresentes, incluso demasiado. ¿Hay algún aspecto más que haya quedado fuera de tu película? O dicho de otra manera, ¿te has centrado en todo esto a sabiendas de que no tocabas otros temas?
Una de las experiencias que me ha dado montar largos con muchos directores y directoras, ha sido el proceso de depuración. Las mejores películas casi son aquellas que están contando una idea, una emoción o una sensación. Analizando mucho las estructuras dramáticas o emocionales de cine, pues al final vi que yo también tenía que hacer un proceso de depuración. Aun así hay muchos elementos que un gallego cuando ve la película detecta mil pequeñas historias o tramas.

( imagen puesta por el blog )

Que igual el no gallego no percibe.
Sí, pero esa es la magia de las películas que partiendo de lo local llegan a ser universales. En lo universal está el mensaje. En lo local hay más capas. Intenté depurar al máximo la película para dejar un par de ideas o una trama más o menos principal. Dentro de esa sencillez quería se pudieran abrir una serie de miniuniversos o microcosmos dentro de cada secuencia. Y así tú puedes un poco vivir esos paisajes y sus personajes como pequeñas películas. Partiendo de ahí, y tal vez me voy a otro tema, la metodología que seguimos en montaje era buscar la experiencia sensorial que ya traíamos de rodaje.
Se da una confluencia de formas expresivas diferentes. Hay una parte observacional, otra con una pulsión sensorial que establece una comunión con la naturaleza, algunas notas abiertamente fantásticas…
Sí, sí, totalmente. La elección de plantear la película desde varias perspectivas estilísticas y formales era una de las apuestas más arriesgadas. También quería traer lo que vemos como tan natural en la vida y en el cine no tanto, porque las estructuras narrativas clásicas parecen imperantes y únicas. He intentado que lo natural y lo realista conviva con lo fantástico y lo mítico. Era uno de los diálogos que yo quería establecer. Se puede trabajar una situación desde lo etnográfico o desde lo puramente observacional para, desde ahí, saltar a elementos de mayor misterio o, incluso, podríamos decir, de cierto género.
Me ha gustado mucho cómo planteas la desaparición de Alba, el modo en qué está rodada, casi al final de la cinta. La casa donde se cuelan los dos chavales, la ausencia de los antiguos moradores, la maleta con objetos personales, el cuarto de baño, cuando sala fuera de plano… Es un muy buen ejemplo de lo que has dicho ahora respecto de conjugación de una idea con elementos casi de género cinematográfico.
Uy, qué bien.
Bueno, esta parte la quitaré en la entrevista para no revelarle la historia al futuro espectador que la esté leyendo.
No, podemos comentarlo porque la película también empieza por ahí.
Es verdad, tienes razón.
De hecho es un ejemplo clave. ¿Cómo empezamos para que esta historia se enmarque en un lugar? Me di cuenta de que tenía que ser con esa desaparición. Partir del punto cero de la película con algo que desaparece, bien sea Alba, bien nuestras raíces y tradiciones. O nuestro presente o el mundo que conocemos. ¿Qué ocurre a partir de ahí? Una de las ideas que me obsesionan bastante, esto ya es a un nivel personal, es la ausencia. Cuando algo desaparece, ¿qué ausencia genera? Y la ausencia también puede trabajarse desde lo cinematográfico. Es algo además muy presente en el mundo gallego, con todo un pasado de emigración. Incluso hoy día, la poca gente que queda en el rural.
Es clave que la película arranque y se cierre de la misma forma. Una estructura que ha sido súper utilizada, en cierta medida clásica. Pero que el tiempo está pasando ahora y a la vez es circular, al igual que las estaciones o los días, es algo que acabó impregnándose en la estructura.



Rodaje de Trinta lumes

Mientras veía Trinta lumes, me pregunté si tú habías sido también la operadora, principalmente en las partes, digamos, observacionales. Es fundamental en esa modalidad la maña de quien maneja la cámara. Después, leyendo los créditos, comprobé que la operadora fue Lara Vilanova. Supongo que debe existir una relación creativa muy fluida entre ambas.
A mí me encanta trabajar con ella. Somos muy amigas. Estudiamos juntas en la ESCAC y hemos tenido siempre una relación muy estrecha. Lara al principio no entendía casi nada del gallego y para mí eso fue un elemento muy a favor, porque ella tenía que ejercitar su capacidad de visión y conexión respecto a lo que sucedía más allá de la palabra. En un trabajo como este el operador tiene que ser alguien con quien estés muy conectado, porque muchas situaciones tú no las puedes preparar de antemano ni prever nada de lo que va a ocurrir. Y tu película se conforma de aquello que el operador consigue capturar. Cada noche, cuando volvíamos a casa, visionábamos el material que habíamos grabado ese día, lo comentábamos. Y eso ayudó a conseguir una mirada muy concreta.
También fue importante que, durante aquellos dos años de investigación y de estar allí, esas personas me viesen como alguien más del pueblo, no como alguien externo que venía a grabar en momentos concretos, sin tener una relación real con ellos. Si no creas esos vínculos fuera de las imágenes, dentro no van existir. O es difícil que existan.
Y te tengo que hacer una pregunta casi obligatoria. En este viaje personal para intentar desentrañar el misterio que la rodea, Alba alcanza un estado de percepción concreto y un conocimiento. Termina traspasando un límite. ¿Y Diana? ¿También ha encontrado respuestas satisfactorias? Cinematográficamente hablando, ¿continuará su indagación por estas sendas?
Buena pregunta, buena pregunta. Me encantaría. Al final, cuando entras en ciertos temas, porque los tienes dentro y emergen de manera natural, seguramente eso es a lo que quieres dar respuesta. El acercamiento a lo misterioso y lo desconocido siento que va a estar. Con mi siguiente proyecto, que ya está rodado en parte,  me he embarcado con mi padre en un barco de pesca, en el sur de argentina, la Patagonia. Literalmente porque es capitán de barco. Un poco quiero descubrir el misterio de esos hombres que se pasan meses en el mar, fuera de la tierra, de sus vidas reales y cotidianas. Ver cómo se crea un mundo fascinante, el del mar.



 Otra entrevista .


 Nota del blog . Trinta lumes , es treinta fuegos  o treinta hogares.

miércoles, 6 de febrero de 2019

¿Quién es Juan Guaidó? ...( 2ª parte)

¿Quién es Juan Guaidó?


sepuede.com.uy


Desde hace un mes veníamos preguntándonos quién era Juan Guaidó que irrumpió fuertemente en la política internacional, reconocido por varios gobiernos como presidente de Venezuela (!!!), sin ser electo, y rápidamente también aceptado por representantes de la derecha uruguaya. Hoy Guaidó empezó a atacar a nuestro compañero presidente Tabaré Vázquez simplemente porque junto con México emprendieron el único camino posible que entendemos quienes amamos la democracia, la libertad, la paz y especialmente el diálogo. Y claro, Guaidó no está de acuerdo con esas posturas. Y nos encontramos con una nota escrita por por Pablo Pozzi para la publicación “Quién es quién” la cual transcribimos a nuestros lectores. Simplemente es un aporte más. Puede algún lector considerar que no se ajusta a la verdad y que Guaidó es un demócrata cabal. Tomémosla entonces como un insumo más para tratar de conocer qué sucede en Venezuela que parece haberse transformado en el centro del mundo.
Abro el New York Times (bueno, clickeo su ícono en la web) y veo que ha declarado a Juan Guaidó como alguien «con un refrescante estilo y una visión para hacer avanzar» a Venezuela. Al mismo tiempo Bloomberg News insiste que Guaidó intenta «restaurar la democracia», y el Wall Street Journal lo declara como «nuevo líder democrático». Me encantó, digo porque no solo no sabía quién era Guaidó, sino que no tenía siquiera noción de quién era. Por suerte, estos baluartes del periodismo objetivo, y la defensa de la democracia me lo aclararon.
Bueno, hasta que me llegó un mail de mi amigo, el sindicalista canadiense Sid Shniad, que traía consigo una larga investigación de los periodistas Dan Cohen y Max Blumenthal(1). Ambos periodistas deben ser muy mal llevados (ni hablar de Sid que siempre lo fue, como buen rojillo cascarrabias) porque se dedicaron simplemente a hacer algo que no han hecho otros periodistas: revisar la web, entrevistar a especialistas, leer diversos informes de ONG sobre Venezuela. Y ahí, oh sorpresa, resulta que el joven demócrata Guaidó no salió de la nada. Y mucho menos es la cara de la democracia en Venezuela (bueno, y tampoco en ninguna otra parte). Pero ¿quién es Guaidó? ¿Qué nos cuentan Cohen y Blumenthal?
Primero lo más simple: Guaidó es miembro del partido Voluntad Popular, fundado por Leopoldo López y protagonista de los enfrentamientos llamados guarimbas que costaron la vida de un par de cientos de venezolanos entre 2014 y 2017 (lo que nadie te dice es que 70% de los muertos fueron chavistas). Voluntad Popular es el sector más pronorteamericano, neoliberal e intransigente de la oposición antichavista, que rechaza cualquier tipo de negociación que no implica una purga total de los adherentes de Chávez y un desmantelamiento de todos los programas reformistas de las últimas dos décadas. López, además de ser un neoliberal y de ultraderecha, ha recibido casi 50 millones de dólares de «ayuda democrática» de las organizaciones USAID (del gobierno norteamericano) y National Endowment for Democracy (NED: un reconocido frente de la CIA), esto según el instituto español FRIDE. Guaidó fue electo diputado con el 26% del voto en 2016 por el pequeño estado de La Guaira, gracias a la fragmentación de candidaturas; o sea, no es lo que se dice un representante del pueblo. Y se convirtió en presidente de la Asamblea Nacional en circunstancias aún hoy poco claras (en realidad la presidencia legalmente le correspondía a un tal Juan Andrés Mejía).
Ya de por si los datos anteriores hacen de Guaidó una persona más o menos para desconfiar. Pero Cohen y Blumenthal se dedicaron a buscar un poquito más allá. Lo primero que encuentran es que Guaidó era un dirigente estudiantil de la Universidad Andrés Bello. Aparentemente fue uno de los cinco estudiantes venezolanos enviados por el NED a Belgrado en 2005 (Guaidó tenía en ese entonces 21 años) para ser capacitado por CANVAS. Este último es un grupo de entrenamiento para «protestas no violentas» responsables por varias «revoluciones de color» como la de los neonazis de Ucrania. En 2007 Guaidó se recibió de la universidad y viajó a Washington para estudiar con Luis Enrique Berrizbeitia, un ex director ejecutivo del FMI. Cohen y Blumenthal no discuten ni especulan sobre cómo hizo un muchachito de La Guaira para conectarse con uno de los principales economistas neoliberales de América Latina. Eso sí, poco después de comenzar sus «estudios» Guaidó era parte del grupo fundador de la Generación 2007: una organización de estudiantes entrenados por CANVAS y financiado por Washington cuyo objetivo era derrotar la reforma constitucional chavista de ese año. Según los emails del embajador norteamericano en Venezuela en 2007, «el objetivo de Generación 2007 era forzar al gobierno venezolano a reaccionar con represión», todo para crear un «evento internacional». Guaidó fue uno de los personajes identificados como dirigentes de esas protestas.
En noviembre de 2010 Guaidó y otros dirigentes de Voluntad Popular participaron de un seminario secreto de cinco días en el hotel Fiesta Mexicana de la Ciudad de México. El seminario fue organizado por Otpor, una institución dedicada a «los cambios de régimen» financiada por Washington. A su vez, el dinero del seminario provino de la petrolera mexicana Petroquímica del Golfo y la banca JP Morgan. Durante el seminario, según los emails de uno de los participantes, se planificó la desestabilización del gobierno de Venezuela, incluyendo el asesinato de Hugo Chávez y luego el de Nicolás Maduro. Las guarimbas de 2014 fueron parte de esa campaña, y en diversos videos se pueden ver a los dirigentes estudiantiles con camisetas que dicen Voluntad Popular. Entre ellos estaba Guaidó.
El gobierno venezolano detuvo a varios de los dirigentes de Voluntad Popular, acusándolos de terrorismo y de tenencia de armas de guerra. Entre ellos estaban Freddy Guevara, Lester Toledo, Carlos Graffe, David Smolansky, Yon Goicoechea y Leopoldo López. Varios de ellos fueron liberados a la espera de juicio, y en esa instancia salieron al exilio, mientras que Leopoldo López se encuentra el día de hoy bajo arresto domiciliario. Digamos que para las acusaciones de que es una salvaje dictadura, las penas para estos opositores han sido increíblemente leves. Más aún, Smolansky escapó sin muchos problemas a Estados Unidos luego de fugarse a Brasil disfrazado de cura. Una vez en Washington tuiteó que tuvo una «amable reunión» con Elliot Abrams, el famoso arquitecto de las bandas paramilitares durante la década de 1980 y hoy en día «enviado especial de Trump» en Venezuela. Para pobres estudiantes democráticos, estos muchachos tienen un acceso notable con muchos de los personajes más oscuros de la política norteamericana.
Lo anterior parece haber favorecido a Guaidó, que pasó de dirigente fundador, pero secundario, a ser el portaestandarte de Voluntad Popular. En diciembre de 2018 Guaidó viajó en secreto a Washington para planificar las movilizaciones en contra de Maduro que ocurrieron en enero de 2019. Allí recibió el compromiso de apoyo de los senadores trumpistas Marco Rubio, Rick Scott y el diputado Mario Díaz Ballart, para luego reunirse con el secretario de estado Mike Pompeo. El 5 de enero, antes de regresar a Venezuela, Guaidó fue nombrado presidente de la Asamblea Nacional, y 18 días más tarde se autoproclamó «Presidente a Cargo» de Venezuela (un título que constitucionalmente no existe). Rápidamente Washington se movilizó para reconocerlo mientras presionaba a sus aliados y títeres para que hicieran lo mismo.
Guaidó no salió de la nada, así como tampoco es un demócrata preocupado por la vida de los venezolanos. Eso queda muy claro en el informe de Cohen y Blumenthal. Evidentemente, ni el New York Timesni el Wall Street Journal se hicieron eco de la investigación de Cohen y Blumenthal. ¿Para qué? Si el Departamento de Estado siempre te dice la verdad y lo que hay que decir.

Fuente: http://www.sepuede.com.uy/2019/02/05/quien-es-juan-guaido/


Nota del blog  (1) .. El informe   Cohen y Blumenthal.  https://www.rebelion.org/noticia.php?id=252114

Reconocimiento de gobiernos y no intervención

Reconocimiento de gobiernos y no intervención



La situación provocada por el gobierno de EEUU en Venezuela nos ha devuelto, de golpe, a la primera mitad del siglo XX. La posición de EEUU ha sido respaldada, de forma poco responsable, por varios países de la Unión Europea, entre ellos España, que han presentado un ultimátum de ocho días al gobierno venezolano (país soberano e independiente, según el Derecho Internacional) para que convoque elecciones, so pena de que reconozcan como presidente de Venezuela a un sujeto que se auto-proclamó a sí mismo presidente, sin haber sido electo por nadie ni designado por ningún órgano legal.
El reconocimiento de gobiernos es una figura esencialmente latinoamericana, cuyo origen está en los continuos cuartelazos y golpes de estado que alteraban la vida y las relaciones de los países afectados. Ello dio origen a distintas doctrinas, que buscaban resolver ese problema por la vía de reconocer o no a gobiernos nacidos de la violencia.
Curiosamente, donde primero se planteó la cuestión fue en los recién nacidos EEUU respecto a la revolución francesa. En 1792, el entonces secretario de Estado de EEUU, Thomas Jefferson, envió instrucciones al ministro (embajador) estadounidense en París, indicándole lo siguiente: "Evidentemente no podemos negar a ninguna nación ese derecho sobre el cual nuestro propio gobierno se funda: que cualquier nación puede gobernarse en la forma que le plazca, y cambiar esa forma a su propia voluntad; y que puede llevar sus negocios con naciones extranjeras al través de cualquier órgano que estime adecuado, sea monarca, convención, asamblea, presidente o cualquier cosa que escoja". Jefferson se pronunciaba por una política de no intervención ante un cambio de régimen, haciendo prevalecer el interés de seguir manteniendo relaciones diplomáticas,
La Latinoamérica de principios del siglo XX vio nacer dos doctrinas sobre el tema del reconocimiento de gobiernos, con distinta fortuna. Una fue la llamada Doctrina Tobar, o teoría de la legitimidad democrática, formulada por el doctor Carlos Tobar, ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, en marzo de 1907, en los siguientes términos: "Las Repúblicas Americanas, por su buen nombre y crédito, aparte de otras consideraciones humanitarias y altruistas, deben intervenir de modo indirecto en las decisiones internas de las repúblicas del continente. Esta intervención podría consistir, a lo menos, en el no reconocimiento de gobiernos de hecho surgidos de revoluciones contra la constitución". La propuesta de Tobar no tuvo éxito y quedó recogida más como la opinión de un canciller que no como una doctrina que debía ser aplicada entre países americanos.
Distinto camino siguió la Doctrina Estrada, formulada en México en septiembre de 1930, por el secretario de Relaciones Exteriores, Jenaro Estrada, en un comunicado que vale la pena recordar en sus términos esenciales. El comunicado expresaba lo siguiente:
"Con motivo de los cambios de régimen ocurridos en algunos países de la América del Sur, el Gobierno de México ha tenido necesidad, una vez más, de decidir la aplicación, por su parte, de la teoría llamada de "reconocimiento" de gobiernos… Es un hecho muy conocido el de que México ha sufrido como pocos países, hace algunos años, las consecuencias de esa doctrina, que deja al arbitrio de gobiernos extranjeros el pronunciarse sobre la legitimidad o ilegitimidad de otro régimen, produciéndose con ese motivo situaciones en que la capacidad legal o el ascenso nacional de gobiernos o autoridades parece supeditarse a la opinión de los extraños… Después de un estudio muy atento sobre la materia, el Gobierno de México ha transmitido instrucciones a sus ministros o encargados de negocios en los países afectados por las recientes crisis políticas, haciéndoles conocer que México no se pronuncia en el sentido de otorgar reconocimientos, porque considera que esta es una práctica denigrante que, sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores puedan ser calificados en cualquier sentido, por otros gobiernos, quienes de hecho asumen una actitud de crítica al decidir, favorable o desfavorablemente, sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. En consecuencia, el Gobierno de México se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos y a continuar aceptando, cuando también lo considere procedente, a los similares agentes diplomáticos que las naciones respectivas tengan acreditados en México, sin calificar, ni precipitadamente ni a posteriori, el derecho que tengan las naciones extranjeras para aceptar, mantener o substituir a sus gobiernos o autoridades".
La Doctrina Estrada fue ampliamente acogida y se convertirá en la doctrina dominante en el continente americano, como parte del principio de no intervención, aprobado en la Convención sobre Deberes y Derechos de los Estados, en 1933. Este principio fue recogido en la Carta de la OEA, en 1948, que dispone, en su artículo 3, lo siguiente: " Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado". Más claro, sólo el agua de un manantial divino.
La cuestión del reconocimiento de gobiernos fue sometida al Comité Jurídico Interamericano en1946, por Resolución XXXVIII de la Conferencia Interamericana de México. Dicho Comité emitió un Dictamen en el que sostenía que no era de recomendable aprobar un convenio sobre dicho tema pues "la facultad que en el proyecto [de convenio] se otorga a cada Estado de apreciar libremente si el nuevo gobierno es democrático, lleva notoriamente a una intervención en los negocios interiores de otro Estado", y que "abrir la vía a cualquiera forma de intervención sería grave error". La propuesta de un convenio sobre reconocimiento de gobiernos, por tanto, fue desechada, por considerarse contraria al principio de no intervención.
La Corte Internacional de Justicia se pronunció sobre el tema, en su sentencia de 1986, en el caso Nicaragua vs EEUU. La CIJ fue clara y contundente en cuanto al contenido y continente del principio de no intervención: "según las formulaciones generalmente aceptadas, este principio prohíbe a todo Estado o grupo de Estados intervenir directa o indirectamente en los asuntos internos o externos de otro Estado. La intervención prohibida debe, por lo tanto, referirse a materias a propósito de las cuales el principio de soberanía de los Estados permite a cada uno de ellos decidir libremente. Esto es así respecto a la elección del sistema político, económico, social y cultural y a la formulación de las relaciones exteriores. La intervención es ilícita si utiliza respecto de esas decisiones, que deben ser libres, algún medio de coacción".
La CIJ también se pronunció sobre si existía alguna nueva norma internacional que permitiera a un país o grupo de países intervenir a favor de la oposición interna de otro Estado. Después de examinar la práctica existente, la Corte expresó: "La Corte constata, por consiguiente, que el Derecho Internacional contemporáneo no prevé ningún derecho general de intervención de ese género a favor de la oposición existente en otro Estado."
Jurídicamente, pues, es más que evidente que lo que acontece hoy con Venezuela es una violación flagrante y abierta del Derecho Internacional y un retroceso brutal a las políticas imperiales de las primeras décadas del siglo XX. Por otra parte, y no menos importante, debe recordarse que, en materia de gobiernos, el Derecho Internacional se rige por el principio de efectividad, que quiere decir que el gobierno real de un país es aquel que controla efectivamente el país y tiene poder para hacer valer su autoridad y hacer cumplir con los compromisos internacionales de dicho país. En el presente caso, independientemente de que se considere al gobierno de Venezuela legítimo o no, el Derecho Internacional manda aceptarlo como el gobierno efectivo de Venezuela. En la misma línea, reconocer como gobierno real a uno que no existe más que en los despachos políticos extranjeros, constituye una violación inadmisible de principios esenciales del Derecho Internacional. Un gobierno puede decidir si reconoce o no al gobierno de otro Estado, pues esa decisión forma parte de sus derechos soberanos. No obstante, es principio generalmente admitido que el reconocimiento prematuro de gobiernos constituye un acto de intervención en los asuntos internos de un Estado.
La política del gobierno Trump y de otros gobiernos americanos y europeos pretende devolvernos a la primera mitad del siglo XX, cuando EEUU quitaba y ponía gobiernos usando, entre otros medios, la figura del reconocimiento o no reconocimiento de los mismos, práctica rechazada por los países latinoamericanos. Estamos ante una involución muy peligrosa, que puede llevar a intervenciones armadas como, bárbaramente, la pidió el secretario general de la OEA contra Venezuela. El retroceso es, además de evidente, peligroso, pues puede provocar la desestabilización de la región.
Los países latinoamericanos que apoyan la política de EEUU no sólo están traicionando un siglo de lucha contra el intervencionismo estadounidense contra Latinoamérica. Están haciendo algo más grave y es destruir lo poco bueno que ha producido el Sistema Interamericano, como es el principio de no intervención. Atropellado dicho principio, se ha adoptado una política injerencista, como el ariete de una política tardo-imperialista diseñada para derrocar a los gobiernos de izquierda. No está en juego la democracia. Está en juego el derecho de los Estados a su libertad, independencia y autodeterminación. Para hacernos idea de una de las tantas consecuencias del reconocimiento arbitrario de gobiernos ¿qué habría pasado si una suma de gobiernos extranjeros hubiera reconocido a Puigdemont como presidente de Cataluña y a Cataluña como Estado independiente? ¿Qué pasaría si se extendiera el modelo de reconocer como presidente al primero que proclame serlo? El mundo se convertiría en una chirigota. Por demás, no olvidemos que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.
Augusto Zamora es autor de Réquiem polifónico por Occidente, Akal, octubre 2018.