jueves, 20 de octubre de 2016

El sectarismo del País.

 

El desvergonzado partidismo y sectarismo de ‘El País’

20 Oct 2016
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Vicenç Navarro

Público.es
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Bajo la dirección de Antonio Caño, que fue en su día el corresponsal de El País en EEUU (ver mi artículo “El sesgo profundamente derechista de Antonio Caño, el nuevo director de El País”, Público, 24.02.14), el diario ha alcanzado unos niveles de partidismo derechista que no tienen nada que envidiar al partidismo exagerado que muestran rotativos como La Razón y el ABC, periódicos que representan muy bien la escasa calidad y manipulación que caracterizan a la derecha española (que en el espectro político actual en la Unión Europea correspondería a la ultraderecha). Ni que decir tiene que hay columnistas y colaboradores de gran valía en tal periódico, con orientación progresista. Pero, además de ser una pequeña minoría entre los colaboradores y articulistas de este medio, ahora guardan un silencio ensordecedor frente a dicho sectarismo, y falta de profesionalidad, lo que parece reflejar un temor a la disidencia en un ambiente profesional con escasísima diversidad intelectual donde se excluyen sistemáticamente posturas críticas con sensibilidad de izquierdas. El “anti-izquierdismo” de El País alcanza niveles semejantes al del Daily Telegraph en el Reino Unido, o al del Wall Street Journal en EEUU. Con su abusiva manipulación y vulgar estilo (generalizado en la cultura de mala leche que caracteriza a la derecha en este país), intenta destruir a aquel a quien El País considera que es su adversario (mejor dicho, y tal como lo proyecta tal rotativo, su enemigo). Permítanme varios ejemplos.
La excesiva utilización y manipulación de un inexistente antiamericanismo
El columnista Xavier Vidal-Folch, que escribe frecuentemente sobre temas económicos, firmó un artículo (“Última oportunidad”, El País, 26.09.16) a favor del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE en el que definió a los que se oponían a dicho tratado como “antiamericanos” (con lo cual quería decir antiestadounidenses, pues la mayoría de americanos viven en el sur y centro de las Américas, no en el norte), acompañando predeciblemente esta definición con toda una serie de insultos y sarcasmos que, por desgracia, son costumbre en este columnista (al cual, por cierto, solía leer en tiempos pasados, pero lo hago con menos frecuencia desde que su estilo y narrativa han cambiado bajo la nueva dirección del diario). Según tal definición de “antiamericanismo”, nos encontramos con que la mayoría del pueblo estadounidense, así como la mayoría de sindicatos de EEUU, además de los dos candidatos a la presidencia de EEUU, el Sr. Trump, candidato del Partido Republicano, y la Sra. Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata, son, todos ellos, “antiamericanos”, pues todos ellos están en contra de tal tratado (la Sra. Clinton pasó de apoyarlo cuando fue Secretaria de Estado -equivalente a Ministro de Asuntos Exteriores- del gobierno Obama, a distanciarse ahora durante la campaña electoral). Lo que este articulista está haciendo es lo que siempre han hecho las derechas de cualquier país, confundiendo al Estado con el país. De ahí que definan a los movimientos (por regla general de izquierdas) que se oponen a las políticas públicas promovidasy/o llevadas a cabo por el gobierno federal de EEUU como antiestadounidenses, aun cuando muchas de tales políticas públicas cuenten también con la oposición y desaprobación de la mayoría de la ciudadanía estadounidense.
En realidad, el desconocimiento de EEUU de tal columnista es sorprendente. En otro artículo reciente, “Nostalgia de Obama” (17.10.16), en alabanza del Presidente de EEUU indicaba que uno de sus méritos había sido poner fin “al militarismo imperial de Cuba” (cita directa del artículo), afirmación que se espera de los Eduardo Inda de este país, pero que considero lamentable leer en las páginas de El País. Cualquier observador, mínimamente objetivo, de la política exterior de Cuba, puede ver que su ayuda exterior no es en materia militar, sino en causas humanitarias (ayuda en las regiones del ébola en África, en el huracán en Haití, y en muchos otros lugares del mundo), ayuda que ha sido ejemplar, como es ampliamente reconocido, incluso por el propio Presidente Obama (cuyo Estado federal, por cierto, tiene bases militares por todo el mundo) y por el Secretario de Estado de EEUU, el Sr. Kerry. La cantidad y calidad de tal ayuda, con el compromiso ejemplar de los profesionales sanitarios que participan en ello, ha sido alabada extensamente, incluso por voces conservadoras capaces de ser objetivas.
La demonización de Pedro Sánchez (ahora) y de Pablo Iglesias (siempre)
Este tipo de comportamiento de sectarismo aparece también abusivamente en su cobertura del partido Podemos y de la coalición Unidos Podemos, y que ahora incluye también al hasta hace poco Secretario General del PSOE, el Sr. Pedro Sánchez. Sus reportajes tienen como objetivo no ya criticar, sino destruir a los dirigentes de partidos políticos que son considerados adversarios (perdón, enemigos). Uno de los últimos editoriales de El País sobre Pedro Sánchez (“Salvar al PSOE”, 29.09.16) alcanzaba unos niveles de insulto y sectarismo que se reproducen constantemente, en este rotativo y otros medios del Sr. Juan Luis Cebrián, en la cobertura del Secretario General de Podemos, el Sr. Pablo Iglesias. En aquel editorial se utilizan todo tipo de adjetivos insultantes, acusándole de no haber dimitido (antes de que lo hiciera), por haber sido, supuestamente, responsable de la caída de votos socialistas en Galicia y en el País Vasco. Esta personalización de responsabilidades, exigiendo la dimisión de Sánchez como consecuencia del descenso electoral del PSOE, contrasta con los editoriales que escriben a favor de la Sra. Susana Díaz, Presidenta del Gobierno Andaluz, bajo cuyo mandato el PSOE ha alcanzado el apoyo electoral (en porcentaje de votos) más bajo conocido en Andalucía.
En realidad, este retroceso del PSOE viene ya de muy lejos y se debe a su conversión al neoliberalismo, conversión que fue alentada y apoyada por el propio El País, uno de los rotativos españoles que ha promovido más intensamente esta ideología neoliberal, cuya aplicación por parte de sucesivos gobiernos españoles (gobierno Zapatero y gobierno Rajoy) ha sido sumamente perjudicial para el bienestar de las clases populares de este país. No es, pues, de extrañar que tales clases hayan ido abandonando su apoyo al PSOE. Las responsabilidades de tal retroceso electoral son muchas, incluyendo las del propio rotativo que sistemáticamente, en su campaña propagandística a favor de las políticas neoliberales promovidas por el establishment financiero-político y mediático europeo, excluye a economistas españoles de sus páginas de opinión que cuestionan la sabiduría convencional neoliberal que el diario promueve.
La mentira y manipulación como táctica del rotativo
Pero, por si el editorial citado anteriormente no fuera poco, el responsable de Opinión de El País, el Sr. José Ignacio Torreblanca (responsable de la exclusión de voces críticas en tal sección), escribió hace unos días un artículo en el que, de nuevo, insulta a aquellos que responsabilizan a los barones del PSOE, incluido Felipe González, de oponerse a la alianza PSOE-Podemos prefiriendo, en su lugar, la continuación del gobierno Rajoy. Torreblanca indica, como dicen los barones, que no hay alternativa posible a Rajoy, pues las izquierdas no suman ahora, ni sumaron en 2015, los escaños suficientes para permitir una alternativa de izquierdas. Concluye, pues, como también concluye el editorial de El País del mismo día, que Sánchez está llevando “al PSOE al abismo por la quimera de querer pactar con un Podemos que no quiere pactar con él (el subrayado es mío) (ver el artículo “Quimeras“, El País, 29.09.16).
Este personaje está mintiendo (y él lo sabe), pues es a todas luces visible y público que Podemos, tanto en 2015 como en 2016, expresó su deseo de pactar con el PSOE. Fueron los barones del PSOE y el propio El País los que no quisieron, y solo permitieron que se abriera esta posibilidad una vez el PSOE pactara primero con Ciudadanos, estableciendo una dinámica que sabían a priori que sería muy difícil para Podemos poder aceptarla. El frente PSOE- Ciudadanos representaba una alianza hostil a la plurinacionalidad de España, defendida por Podemos, cuya estructura casi federal incluye fuerzas claramente opuestas a la visión uninacional de dicho frente. Es más, el pacto entre el PSOE y Ciudadanos mantenía elementos claves del neoliberalismo imperante. Si el PSOE hubiera estado interesado en explorar alternativas, lo lógico es que se hubiera sentado para pactar con Podemos, y no con Ciudadanos; y luego, conjuntamente, explorar alianzas con otros partidos.
Y lo mismo está ocurriendo ahora, en 2016. La diferencia en este momento es que una vez vistas las intenciones reales de Ciudadanos (que siempre incluyó gobernar con el PP), Pedro Sánchez estaba dispuesto a pactar con Unidos Podemos -UP- (lo cual tenía que haber hecho ya en 2015). Y Unidos Podemos había invitado a Pedro Sánchez a explorar una alternativa al gobierno Rajoy liderada por una alianza PSOE-UP. El País y sus portavoces sabían de ello (pues era pública la invitación de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez) y mienten a sabiendas. La alianza PSOE-Unidos Podemos podía haber conseguido el apoyo de los otros partidos que han indicado y expresado su deseo de que desplacen del gobierno al partido gobernante más corrupto de Europa. Pero El País jamás lo permitió. Con una actitud apostólica, digna de la mejor causa, mintió, manipuló, insultó e intentó destruir a los que el Sr. Cebrián considera sus enemigos (a los cuales, además, su diario define como anti España). Y a este comportamiento lo definen como democrático y defensor de la libertad de prensa, todo ello sumamente predecible.
Las manipuladoras encuestas de EL PAÍS
 Y semejante manipulación aparece también en las encuestas que periódicamente publica El País, haciendo siempre coincidir sus resultados con los deseados por la dirección del diario, confirmando sus tesis. En realidad, en el artículo que el director de la compañía que realiza las encuestas de El País (el Sr. Toharia) escribió acompañando la publicación de la última encuesta, este dejó cualquier atisbo de objetividad en su descripción de los resultados de la encuesta, saltando ya directamente a proponer los cambios políticos que también proponía la línea editorial, que coincide con la propuesta del aparato y barones (pero no de la militancia) del PSOE, representados, por cierto, por el Sr. Felipe González y el Sr. Rubalcaba, conocidos barones de este partido, que se sientan en el Consejo Editorial de El País (José Juan Toharia,Tocado, pero no hundido”, El País, 16.10.16).
La obsesión enfermiza contra Pablo Iglesias
El País, como la mayoría de medios de información y persuasión españoles, tiene una obsesión enfermiza contra el Secretario General de Podemos, el Sr. Pablo Iglesias, que alcanza dimensiones delirantes en editoriales como el titulado “Iglesias desatado” (18.10.16), en el que se presenta la supuesta batalla entre Errejón (sobre quien El País había mentido indicando que deseaba desbancar a Iglesias como Secretario General) y Pablo Iglesias como si la hubiera ganado este último, habiendo abandonando de forma oportunista la socialdemocracia para convertirse al allendismo. Tengo que admitir que tuve que leer este editorial dos veces, pues me era difícil aceptar que el que escribió tal editorial pudiera ser tan ignorante, pues, por lo visto, desconocía que el gobierno de Unidad Popular (presidido por Allende), al cual tuve el enorme privilegio de asesorar, era socialdemócrata, intentando desarrollar el socialismo a través de la vía democrática, proyecto que el aparato del PSOE (pero no su militancia) habían y continúan abandonando.
Última observación: ¿hasta cuándo este silencio ensordecedor?
Para los que habíamos colaborado hace ya tiempo con El País y teníamos esperanzas de que podría ser un rotativo que rompiera con el enorme conservadurismo de los medios en España, nos entristece que se haya convertido en uno de sus mayores puntales, presentando, editorial tras editorial, y encuesta tras encuesta, el anti-izquierdismo que tipifica a la gran mayoría de los medios, convirtiendo España en una dictadura mediática. Y mientras, nos debemos preguntar ¿Hasta cuándo las voces auténticamente democráticas dentro del rotativo permanecerán calladas? ¿Cuándo romperán su silencio ensordecedor? Ya va siendo hora de que, de la misma manera que hubo periodistas e intelectuales durante la dictadura que protestaron por la manipulación de la prensa y televisión durante aquel régimen, existan ahora voces semejantes que protesten frente a la dictadura mediática que este país está sufriendo.
Una última nota. Las voces críticas, por desgracia, no tienen acceso a los grandes medios. De ahí que tenga que hacer el ruego de que el lector comprometido con la libertad de expresión necesaria pero no existente en este país, distribuya extensamente este artículo. Gracias.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Prietas las filas .

 

 http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/10/ppsoecs.jpgLa obediencia debida




Rafael Cid

A medida que la pugna en el seno del Partido Socialista se desliza hacía un vergonzante “prietas las filas”, como corresponde a un lobby ideológico convertido en agencia de colocación, parece necesario dejar de llamar partido político a lo que en la práctica supone una congregación de fieles. Porque esa es la característica principal que define a una organización que, como el PSOE dinástico, enarbola una fantasmagórica “disciplina de voto” como norma suprema. Solo las órdenes monásticas y las bandas fascistas piden a sus miembros parecida disciplina. Las primeras, exigiendo tomar los votos (de pobreza, castidad, obediencia, etc.) a su grey para ser admitida, y las segundas, ejerciendo la obediencia debida caiga quien caiga. En este último caso, ciertamente, hasta que los Juicios de Núremberg fallaron que esa fe ciega no eximia de responsabilidad a quienes habían jaleado los crímenes de los jerarcas nazis.
Desde que la ilustración secularizó la política, creíamos estar a salvo de algunos aquelarres más propios de los conjurados de la devotio ibérica que de quienes actúan como legítimos representantes de la ciudadanía. ¿Cómo puede confiarse en un partido que cercena la libertad de conciencia de sus integrantes para gobernar una sociedad democrática? ¿Con semejantes atributos despóticos, dónde queda el enunciado constitucional que prescribe a los partidos una estructura y funcionamiento democrático (art.6.C.E.)? ¿No supone ya una flagrante vulneración de esa Constitución que, en vez activar el artículo 36 de los Estatutos del PSOE para convocar un Congreso extraordinario que devuelva la decisión a las bases, se forme una gestora conculcando su propia normativa?
Agencia de colocación, obediencia debida, disciplina de voto, es el pautado del partido concebido como aparato de poder autorreferencial. Pero hay más y peor. Ocurre que, al considerarlos “un instrumento fundamental para la participación política” (art.6. C.E.), lo que hagan necesariamente nos afecta. Representantes y representados van encadenados como una cuerda de presos, y sus virtudes y sus vicios terminan siendo parte de su acervo común. Por capilaridad, ósmosis o simple mimetismo, todos están concernidos. Y eso se demuestra en el hecho absurdo y patético de que sus propias fechorías terminan siendo secundadas por parte sociedad a la que dicen servir. Se trata de la gota malaya por la que la corrupción obtiene recompensa en las urnas y se acepta sin demasiado reproche que la cúpula del primer partido de la oposición funcione con una cuadrilla de bribones.
Tantos años denunciando el modelo en que una minoría privilegiada somete a la mayoría social, para al final verlo reproducido en aquellos que lo criticaban. Ni siquiera los escasos 200.000 afiliados del PSOE serán los que con su abstención vayan a dar el gobierno sobre 46 millones de españoles al Partido Popular de la trama Gürtel. Esa pirueta la hará posible un grupo de notables interpretando a su favor la opinión de los más de 5 millones de votantes que creyeron en el programa socialista para echar al PP de la Moncloa. Y todo ello con trolas y falsedades que sonrojarían a cualquier persona con dos dedos de frente y un átomo de decencia. Sin importarles el grado de desfachatez e impostura. Se puede escuchar al número dos de Susana Díaz argumentar que el acta del diputado pertenece al partido, sin parar en que la Constitución prohíbe el mandato imperativo (art. 67, 2). O toparse con un titular a cuatro columnas de un diario de referencia afirmando que “los votantes del PSOE creen que al partido le conviene abstenerse” aunque la encuesta en que se basa diga todo lo contrario: que el 49 % de los votantes socialistas prefieren evitar un gobierno de Rajoy frente al 47% que piensan que lo óptimo es impedir nuevas elecciones” (El País, 15 de octubre, págs. 1 y 15).
Dudo mucho que, como acaba de escribir, el profesor Javier Pérez Royo, estemos en la antesala de la Tercera República. Precisamente porque actualmente no existe un bloque de centro izquierda capaz de un nuevo Pacto de San Sebastián que entierre a esta Segunda Restauración. Por más que desde el punto de vista de su adecuación a la realidad social hace tiempo que el régimen de la Transición es un cadáver exquisito. Lo que si puede afirmarse con toda seguridad es que desde este momento el PSOE ya forma parte del problema, junto a los sindicatos CCOO y UGT que han asistido al putsch de los barones desde la barrera. Todos a una porque “la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indivisible de todos los españoles” (art.2 C.E.), puede verse comprometida por el derecho a decidir en Catalunya. Pienso más bien que nos encontramos en los prolegómenos de algo parecido a los que ocurrió en las Cortes de Cádiz (1808-1814), cuando los comisionados americanos defendieron para sus circunscripciones un nuevo estatus fundado en la igualdad, la autonomía y en el reconocimiento de su especificidad republicana.


 KAOSENLARED.

Hillary, la reina del caos

Una cuestión de vida o muerte
El "Eje del mal" de Hillary Clinton


Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García

Anticipando un resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos como una repetición del triunfo arrollador de Nixon en 1972, también Hillary puso en circulación –al mejor estilo George W. Bush– una nueva versión del eje del mal: Rusia, Irán y “el régimen de Al-Assad”. Esto es sin siquiera incluir a China que, con sus “agresiones” en el Mar Meridional de China, se ha ganado la condición de enemigo certificado de la Madre Fundadora del giro hacia Asia.
Y si todo esto no fuera bastante preocupante, Turquía parece estar transitando el camino para unirse al eje. Los presidentes Putin y Erdogan se han encontrado en Estambul. Moscú declara estar preparado para desarrollar con Ankara una cooperación militar y técnica a gran escala. En la que están incluidos, por supuesto, la planta nuclear de cuatro reactores situada en Akkuyu, que ha sido construida por Rosatom a un costo de 20.000 millones de dólares. Y el impulso para “acelerar los trabajos” en la planta de gas natural Turkish Stream, con lo que de hecho se reforzará más todavía la posición rusa en el mercado europeo del gas, evitando a Ucrania para siempre, al mismo tiempo que se blinda a Ankara como la encrucijada energética clave entre Oriente y Occidente. Además, tanto Moscú como Ankara respaldan la postura de Staffan de Mistura, enviado especial de Naciones Unidas para Siria, quien sostiene que los “rebeldes moderados” (según la terminología de los políticos de Washington) que mantienen rehenes en el este de Aleppo deben ser erradicados.
La jugada por el cambio geopolítico es obvia. Por mucho que Erdogan pueda estar girando y girando como un derviche de la política, es imposible entenderle y creerle, y que Putin sea un maestro en el juego de largo plazo, los intereses de Moscú y Ankara tienden a converger en el Nuevo Gran Juego; esto explica una integración más estrecha en el amanecer del "Siglo Eurasiano".
Todo un vaso de cicuta para Hillary Clinton, que ya ha comparado a Putin con Hitler. ¿Cambio de régimen o guerra abierta?
En el terrible espectáculo en que se ha convertido la segunda vuelta de la interminable pelea entre Trump y Clinton, una vez más Donald Trump se anotó un punto racional cuando expresó su deseo de normalizar las relaciones con Rusia. Pero esto es un absoluto anatema para el Partido de la Guerra, lo mismo que para la nebulosa neocon*/neoliberalcón del eje Washington-Wall Street.
Clinton, la máquina de hacer dinero controlada por los demócratas, condenó otra vez a Trump por ser funcional a Putin mientras muchos desconcertados republicanos castigaron a Trump por ir por libre e ignorar a “la corriente dominante del pensamiento republicano”.
He aquí lo que respondió Trump: “Al-Assad no me gusta en absoluto, pero él está matando al Daesh. Rusia está matando al Daesh e Irán está matando el Daesh”.
El punto de vista que tiene Trump sobre Oriente Medio es destruir el EI/ISIS/ISIL/Daesh. Eso es lo que el asesor y ex director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA, por sus siglas en inglés), teniente general retirado Michael Flynn, ha infiltrado en el espacio notablemente limitado de la atención de Trump.
Flynn habría admitido oficialmente que el desarrollo del Daesh había sido una decisión deliberada de la administración Obama. Aun así en su deshilvanado libro Field of Fight (Campo de batalla), Flynn insiste en que “los rusos no han sido muy eficaces en su lucha contra el yihadismo en su propio territorio”, están “conchabados con los iraníes” y “la mayor parte de sus acciones apuntan hacia los oponentes del régimen de Al-Assad”. Este es un mantra neocon; no es sorprendente que el coautor del libro mencionado sea el neocon Michael Leden.
Tanto algunos poco fiables “expertos” de salón del Instituto Americano de Empresa (AEI, por sus siglas en inglés) y del Instituto de Política para Oriente Cercano de Washington (WINEP, por sus siglas en inglés) como algunos ex consejeros del departamento de Estado, están de acuerdo en que el ridículo punto de vista del remozado eje del mal –hoy en día totalmente adoptado por Hillary– no tiene utilidad contra los yihadistas; los buenos muchachos que están haciendo el trabajo difícil son los de la “coalición liderada por Estados Unidos”. Y la maldición caiga sobre quienes se atrevan a criticar a los “relativamente moderados” respaldados por la CIA.
Lo que dijo Trump es anatema no solo para los republicanos del establishment que desprecian a Obama por no oponerse al renovado eje del mal adoptado por Hillary. El verdadero pecado mortal es que “ignora” los supuestos sostenidos por los dos partidos que están en la esencia de la política exterior de Estados Unidos y que son tenidos por tan sagrados como la Biblia.
Así debe leerse el éxito del sabotaje del neocon Ash Carter contra el cese del fuego Kerry-Lavrov llevado adelante por el Pentágono, que habría implicado bombardeos aéreos coordinados tanto contra el Daesh como contra el Frente para la Conquista de Siria, antes conocido como Jabhat al-Nusra, esto es, al-Qaeda de Siria.
Los neocons y los republicanos de la corriente dominante culpan al equipo del ‘pato cojo’ Obama por la “nefasta dependencia” respecto de Rusia e Irán. Y en lo más alto del altar de la corrección reina la histeria, con el neocon que preside la NED*" haciendo un llamamiento al gobierno de Estados Unidos para pedirle que promueva un cambio de régimen en Rusia.
¿Preparados para la guerra nuclear? Hillary Clinton no se cansa de decir que Estados Unidos no está en guerra contra el islam. De hecho, Estados Unidos está en guerra en Afganistán, Irak, Siria, Yemen, Somalia, y zonas tribales de Pakistán; involucrado en una guerra encubierta en Irán; y ha destruido totalmente Libia. No es difícil hacer las cuentas.
Además, la frustrada conversación sobre que ahora Washington avanzaría un Plan C para Siria es algo absurdo. Nunca ha habido un Plan B; solo un Plan A, que pretendía meter a Rusia en otro Afganistán. No funcionó debido a la demolición controlada de Ucrania. Y no funcionará en Siria, mientras Moscú tenga la voluntad de proporcionar mucho apoyo aéreo y misilístico pero no de involucrar fuerzas importantes de infantería. Ese es un trabajo para el ejército árabe sirio (SAA, por sus siglas en inglés), Irán y sus milicias chiíes, y Hezbollah.
Ash Carter ha amenazado a Rusia con “consecuencias”. Después de hacer saltar por los aires el alto al fuego, el Pentágono –apoyado por la Jefatura de Estado Mayor Conjunta– está dando pábulo a la idea de “posibles ataques” contra la fuerza aérea siria para “castigar al régimen” por lo que en realidad hizo el Pentágono: torpedear el cese del fuego. Es imposible maquillar esto. Rápidamente, el general Igor Konashenkov, portavoz del ministerio de Defensa ruso, envió un mensaje a “nuestros colegas de Washington”: “si creéis que podéis conseguir algo lanzando una guerra abierta ‘en la sombra’ contra Rusia más vale que os lo penséis dos veces. Rusia tendrá en la mira a cualquier avión furtivo o no identificado que intente atacar blancos del gobierno sirio y lo derribará. Entonces, la única cuestión es si acaso un Pentágono fuera de control –mediante ataques con bandera falsa u otros– obligaría a que la fuerza aérea de Rusia derribara aviones de combate estadounidenses y si Moscú tiene el poder de fuego para realizar estas acciones”.
Por lo tanto en este lapso de tres meses de “agonía” de la era Obama, antes de la probable entronización de la Reina de la Guerra, la cuestión es si el Pentágono se arriesgará a lanzar la Tercera Guerra Mundial debido a que “la caída de Aleppo”.
En última instancia, las cosas están encaminadas a ir cada vez peor. El gobierno de Estados Unidos mantiene abierta la opción de ser el primero en atacar con armas nucleares contra Rusia. Hillary apoya con firmeza esta posibilidad, mientras que Trump ha dejado claro que él “no sería el primero en atacar”.
La posibilidad de que la profesional del ‘eje del mal’ Hillary Clinton tenga el dedo sobre el botón nuclear debe ser considerada como la cuestión primordial de vida o muerte en este circo global en el que vivimos.
*Neocon: Es la forma abreviada de neoconservador: la ideología política de personas que fueron liberales, del partido Demócrata o de sectores izquierdistas y que adoptaron posiciones conservadoras. En EE.UU. el movimiento neoconservador se consolidó en los 60; y el término neocon se popularizó en los 70. (N. de la E.).

** NED son las siglas de National Endowment for Democracy, una “fundación sin ánimo de lucro que se dedica al crecimiento y fortalecimiento de las instituciones democráticas en todo el mundo”, según declara en su propia página web: http://www.ned.org/. (N. del T.)
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge and Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Su libro más reciente es Empire of Chaos. El lector puede contactar con él escribiendo a [email protected]
(Artículo revisado por Silvia Arana)
Fuente: http://www.counterpunch.org/2016/10/13/hillary-clintons-axis-of-evil/

lunes, 17 de octubre de 2016

Del Aznarato al Rajoyato.- El nuevo bloque de poder y los titiriteros de la corrupción.


 


Blesa-Pérez S.A., el sueño capitalista de los Aznar (III)

Luis Grañena
24 de Febrero de 2016 ( la fecha es importante no es de ahora)

Esta semana Rus y Barberá; la semana anterior Rodrigo Rato, y todos nos preguntamos ¿quién vendrá a continuación? Atrás quedan los años en que España era una fiesta: Valencia era Fórmula1, Rita y Camps conduciendo un flamante Ferrari; era Madrid en manos de Gallardón, convertida en capital mundial del hormigón, túneles y edificios de altura para recibir a los JJOO; eran las fastas celebraciones en el mercado de Valencia, Demi Moore y Rita Barberá mezcladas, gambas e hidrógenos de El Bulli para despedir a veloces fragatas que partían rumbo a la Copa América; y, como último destello, Rato tocando la campana del éxito en la salida a Bolsa de Bankia. Dinero y política bailaban al ritmo de rock and roll. Hoy, la música ha cesado y la oscuridad ha sumido a los hijos del milagro económico, con una cantidad ingente de cargos –que entonces tenían la máxima responsabilidad en ayuntamientos, diputaciones o gobiernos– desfilando por los tribunales.

Hay un elemento concomitante en la mayoría de casos de corrupción recientes: una orden de arriba basada en alimentar y desarrollar una clase capitalista afín. Para ello, existía una estructura, una jerarquía y un aparato subordinado a la causa. En Alicante o Valencia se dio alas a Ortiz y Correa, en Madrid a Marjaliza. El PP se ponía así a disposición (por un módico precio, del 3% al 10%) de la noble causa de crear nuevos ricos, flamantes riquezas con yate que fueran la envidia de Europa, del mundo..

Se puede diferenciar entre dos tipos de ricos: aquellos en que la lealtad del grupo que lo conforma recae finalmente en el parentesco (como sucede con los Villar-Mir, los Calvo-Sotelo, los March y los Entrecanales, entre otros) y en menor medida en la afinidad personal (con el Rey, Aznar, Rajoy), y otros cuya unidad recae en pertenecer a una casa (en el sentido de Levi-Strauss), en la cual la sangre, el parentesco no actúa como elemento determinante de alianza entre los integrantes (como sí ocurre en el clan), sino que otros elementos cobran mayor importancia: la casa, una arquitectura “simbólica” que proyecta el fetiche de una alianza amplia, en este caso, un conjunto de personas aunadas por consejos de administración, conseguidores, medianas empresas y empresas del Ibex35 que quedan centralizadas por la estructura del partido y, simbólicamente, por Génova, 13.

La estrategia de erigir una casa capitalista con Génova como epicentro se remonta al proyecto quijotesco de un joven madrileño que soñaba con una España verdaderamente capitalista, con grandes empresarios capitalistas afines que desplazaran a la endogámica burguesía industrial y financiera vasca y catalana y evitara la existencia de un Estado fuerte (potencialmente socialista). Como dijera Aznar en 1979 en un artículo sobre las amenazas del nuevo régimen constitucional del 78 (publicado en el periódico La nueva Rioja): “No sabemos si nuestra economía va a ser de libre mercado o, por el contrario, va a deslizarse por peligrosas pendientes estatificadoras y socializantes“.

Eran tiempos en los que Reagan y Thatcher preconizaban el fin del comunismo, la URSS invadía Afganistán y, mientras tanto, en España, el régimen que murió en la cama se movía ligeramente para dar paso a nuevos actores, para temor de sus protegidos.

    El PP se puso a disposición de la noble causa de crear nuevos ricos, flamantes riquezas con yate que fueran la envidia de Europa, del mundo.

En aquellos momentos, algo similar –aunque antagónico en la forma– se gestaba en aguas del PSOE. En 1981, en el congreso XXIX, el ideólogo de la nueva política económica, Carlos Solchaga (hoy en Zeltia), presentó las líneas maestras de su política económica en una ponencia que causó revuelo generalizado. Años después, ya en el gobierno como ministro plenipotenciario –junto a acólitos como Guillermo de la Dehesa (hoy, en el Santander)–, pudo desarrollar su proyecto: la apertura al capital privado de las grandes empresas españolas tras una paulatina privatización que permitiría entrar en la partida del capitalismo global (en la fase de concentración global), pero con el capital y control del Estado (gracias a la “acción de oro”) y sus tecnócratas.

Era la llamada “cogestión” o “codeterminación paritaria”, y pretendía importar el modelo de François Mitterrand de privatizaciones y nacionalizaciones parciales (en 1982 nacionalizó SMH-Alcatel, cuyo presidente y director general fue su hermano Robert Mitterrand). Las empresas de capital estatal actuarán bajo la dirección de los “hombres de Solchaga”, primero desde Industria y luego desde Economía y Hacienda. Era la ‘casa Solchaga’, que no dependía de un partido, sino de un ministerio, y del liderazgo del entonces ministro.

Pero el proyecto de grandes empresarios y tecnócratas duró hasta 1996. Tras la victoria de Aznar en las elecciones de ese año, el proyecto del hombre que se fotografió disfrazado del Cid Campeador echó a andar.  Tras la conquista del Estado, se constituye la “casa Aznar”: con Miguel Blesa, su fiel escudero, y Rodrigo Rato como su mano derecha en el partido, más sus aliados en el Consejo de Ministros, y Francisco González, Juan Villalonga, Florentino Pérez  y otros en el sector privado.

El favor de los comunicadores del franquismo

La primera conquista tenía como objetivo superar las glorias de la saga Aznar, grandes figuras de la España victoriosa en 1936, en la que destacaron como juristas, diplomáticos, pero ante todo, como periodistas y directores de grupos de comunicación durante el franquismo (La Vanguardia, SER y RNE). Se trataba entonces de modernizar esa gloria, construyendo un imperio privado de medios de comunicación, al estilo de la cadena FOX de Rupert Murdoch (de cuya empresa matriz será consejero tras su salida del gobierno), que pudiera rivalizar con los ideologizados RTVE y El País.

Un primer indicador que apunta a esta tesis es el destino de Blesa, quien pasa de ser inspector de Hacienda a ser nombrado consejero en Antena 3 en 1996. Fue la primera incursión del clan en su intento de conseguir su propio holding afín: primero lo conseguiría, vía BOE, con RTVE y Telemadrid; después, pensando en el largo plazo, con el nombramiento de varios amigos en sectores estratégicos.

Un paso esencial para los objetivos de la ‘casa Aznar’ fue colocar al amigo de Aznar y Rato, a “Paco” González, como presidente de Argentaria antes de su privatización y convertirlo, tras la fusión con el BBV, en presidente de la resultante BBVA (desplazando un año después del cargo de copresidente a la saga de banqueros vascos, los Ybarra), la mayor entidad financiera española del momento. Con este movimiento, ya sólo le quedaba posicionar al que fuera compañero de aula en el colegio de El Pilar, Juan Villalonga, en la joya de la corona del Estado, Telefónica, la empresa española de mayor capitalización bursátil entonces. Con él compartía amistad y afición desde la época de colegio en El Pilar: “Los dos vivíamos para jugar al fútbol”, cuenta Aznar en sus memorias.

Ya totalmente privatizados, BBVA y Telefónica serán desde entonces compañeros inseparables (BBVA es, hasta ahora, accionista de referencia de Telefónica), de proyectos tan deficitarios como Terra. En 1997, la Telefónica de Villalonga cumplirá el objetivo de Aznar fundando Vía Digital, introduciéndose así en el mercado de la televisión para enfrentarse cuerpo a cuerpo al denostado capitalista socialista, Jesús de Polanco. Daños colaterales del “proyecto Villalonga” son las stock options (opciones sobre acciones) que se embolsó por varias operaciones: por la compra de Lycos, la salida de Terra a Bolsa, la utilización de información privilegiada previa a la alianza con MCI-WorldCOM,  o en la compra por 5.500 millones de Endemol, que llevó al juez Baltasar Garzón a abrir una investigación, casos que hoy siguen sin esclarecerse.

    Para cumplir los sueños de Aznar fue crucial Florentino Pérez: concejal de Madrid por UCD, alto cargo en Transporte, Turismo y Telecomunicaciones, y luego integrado en Alianza Popular

Aznar no sólo soñaba, cual Quijote, con conquistar los terrenos y riquezas de moros y herejes para repartirlos con su fiel escudero y sus acólitos. Era un proyecto de una nueva España, con un holding que pudiera sostener una cosmovisión a largo plazo, más allá de su presencia “física” en el gobierno (pues renunció tempranamente a una segunda reelección): fútbol y construcción, obras, vacaciones en la playa, la segunda casa. Era la ampliación del sueño franquista de Fraga. Una nueva sociedad sin política, que viera en el cemento y los triunfos nacionales de la selección a una nueva España, sin fisuras, superadora de la guerra civil y la dictadura.

Para ello fue crucial la figura de Florentino Pérez, el que fuera concejal en el Ayuntamiento de Madrid por UCD, alto cargo en el Ministerio de Transporte, Turismo y Telecomunicaciones, y promotor del PRD junto Miquel Roca i Junyent (hoy defensor de la infanta Cristina en el caso Noos y consejero de ACS), posteriormente integrado en Alianza Popular. Su imperio en la construcción comienza en 1983, con la compra por 5 millones de pesetas de Padrós S.A. reconvertido a partir de 1996 en el brazo industrial de la ‘casa Aznar’. Un recetario que recuerda mucho al de Villar Mir, con una empresa de construcción en quiebra, una lista de contactos y un padrino, en un caso el rey o Rajoy, en el otro Aznar (y Esperanza Aguirre como lugarteniente).

El imperio ACS es fruto, además, de la unión de Pérez con tres familias capitalistas, los Urquijo, los March y los Albertos. Los primeros cedieron OCISA por 1 peseta la acción a Padrós S.A, formando así OCP. Los segundos llegaron cuando Aznar estaba en la presidencia del Gobierno y Florentino Pérez era presidente de OCP. Los últimos aportaron los activos de su empresa Imex en 1997, entrando en su accionariado.

Florentino le debe mucho a Aznar, a Blesa y a Madrid. En las dos legislaturas de Aznar pasó de ser empleado de los March a principal accionista individual de ACS y presidente del Real Madrid.  Su dependencia de la “casa Aznar” viene por tres vías: Caja Madrid, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, Gobierno nacional. A la rescatada entidad madrileña le tiene que agradecer ser su principal mecenas en su política de compras, desde la financiación de la compra de Dragados (450 millones) que catapultó a ACS a la cima, a la compra de un paquete accionarial de Iberdrola (1.100 millones) en 2003, ampliado en 2006 (2.058 millones), o para financiar la compra de jugadores del Real Madrid como Cristiano Ronaldo (76,5 millones).

Como contraparte, para sellar la alianza con Caja Madrid, Blesa entra en 2003 en el consejo de administración de ACS. Posteriormente, tras su salida de Caja Madrid a finales de 2009 --sustituido por Rato--, se renueva la alianza con la entrada de quien aprobaba los créditos y préstamos a ACS, el director de finanzas de Caja Madrid, José Carlos Contreras, en el consejo de ACS en 2011. Bankia, además, es una de las entidades que han financiado a Florentino Pérez las compras personales de acciones de ACS que le han convertido en el accionista principal. El constructor adeuda a varias entidades financieras 420 millones de euros (a través de su sociedad Inversiones Vesán).

El Estado en obras y el imperio de compras: la alianza Blesa-Pérez

En cuanto a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento, Pérez les tiene que estar agradecido por la adjudicación de un sinfín de obras de grandes infraestructuras, con sobrecostes incluidos: el mayor, el soterramiento de la M30 de Gallardón, adjudicado por 2.500 millones, y un coste final de 6.500 millones, más del doble, y  con un coste de mantenimiento anual de 125 millones de euros, abonados por el ayuntamiento a ACS y Ferrovial. La T4 del aeropuerto de Barajas, que finalmente costó 6.200 millones frente a los 541 por los que se adjudicó (estaría destinada a una aerolínea Iberia, participada por Caja Madrid, luego privatizada).

De la obra de Barajas diría Aznar que era “el plan más ambicioso puesto nunca en marcha en España”. A Esperanza Aguirre, lugarteniente de Aznar, Pérez le debe la adjudicación (bajo la fórmula público-privada) de las obras de los intercambiadores de Plaza de Castilla y Príncipe Pío (y la explotación del de Avenida de América), que supusieron una inversión de 199 millones, o la construcción del hospital de Majadahonda por 245 millones (al que se sumó, por orden de Madrid, el hospital de Son Dureta en Mallorca, una concesión de 31 años con una inversión de 778 millones).

El amor por el hormigón y el cemento unió a Esperanza y Florentino también en el terreno de la concesión de carreteras en Madrid, quedándose ACS con el dulce más preciado, la construcción de las carreteras radiales R3/R5 y M50 y la explotación de la R2, por lo que cobraría en total 1.073 millones. Hoy todas las autopistas radiales están en quiebra y pendientes del rescate por parte del gobierno.

La pugna entre Esperanza y Gallardón en el Ayuntamiento llevó a la casa Aznar a optar por un valor seguro para continuar con el imperio: colocar a Ana Botella como alcaldesa. Aunque no pudo entregar a Florentino el primer contrato integral de servicios de 1.700 millones, Botella dejó firmados en 2014 varios contratos: un segundo contrato integral por valor de 645 millones para el alumbrado público de la zona centro y oeste de la ciudad; y la recogida de basuras en la zona periférica de Madrid (72,6 millones). Con la entrada de Carmena y el PP en la oposición, quedó en vilo el contrato que pretendía unificar la recogida de basura en la zona centro y periferia, que se elevaría a 1.000 millones de euros. La jugada contemplaba que Florentino arrebataría a FCC la recogida en el centro. Hasta ahora, está pendiente de salida a concurso.

    El de Blesa fue el consejo de las preferentes, de la salida a Bolsa y del maquillaje de cuentas y folletos, hechos por los cuales Bankia tendrá que devolver 1.400 millones al Estado

Equiparable fue el ascenso de Blesa; en su caso, hacia la cúspide financiera. El amigo de correrías universitarias de Aznar, compañero de oposiciones y vecino en Logroño, consiguió desarrollar una carrera como oligarca. Antes, le había suplido por momentos Francisco González, pero pronto cedió el cetro a Blesa. Gracias al control de éste sobre el total del capital de Caja Madrid, entró en el capital de Iberia, luego en Mapfre, en Indra, en SOS. En total, en su punto álgido, en 2010, antes de su conversión en Bankia, Caja Madrid participaba como accionista en cinco sociedades del Ibex35 (Indra, BME, Mapfre, Iberia y Ebrofoods).

El imperio financiero de Blesa tuvo sus altibajos con su salida, pero finalmente se convirtió, en 2011, tras su conversión en Rato-Bankia, en refugio de la casa Aznar: en su consejo estaban Mercedes de la Merced (Concejal del PP de Madrid), José Manuel Fernández Nornella (Secretario Estado Hacienda con el PP), José Rafael García Foster (senador del PP), Ricardo Romero de Tejada (Alcalde del PP en Majadahonda), Estanislao Rodríguez-Ponga (secretario de Estado de Hacienda con el PP), Ángel Acebes (todopoderoso ministro del Interior, de Administraciones Públicas, de Justicia y secretario general del PP entre 2004 y 2008), José Luis Olivas (Presidente de la Generalitat Valenciana por el PP), Jesús Pedroche (presidente de la asamblea de Madrid y consejero de presidencia de la comunidad) y Rodrigo Rato (Ministro de Economía y Vicepresidente del gobierno).

Era el consejo de las preferentes, de la salida a Bolsa y del maquillaje de cuentas y folletos, hechos por los cuales Bankia, hoy en manos del Estado (FROB), tendrá que devolver 1.400 millones. Y fue el consejo que firmó unas cuentas que daban unos beneficios en 2010 de 195 millones, revisadas en 2011 y convertidas en pérdidas por valor de 2.979 millones.

Posteriormente, en 2012, el consejo de Aznar firmó las cuentas que revelaban las mayores pérdidas de una empresa española en la historia: 21.545 millones de euros, pérdidas que superaban las de AIG en 2007, la segunda entidad con mayores pérdidas de la crisis subprime, en un país con un PIB catorce veces mayor al de España. Otros daños colaterales del proyecto fueron las 1.700 personas prejubiladas en 2012, y un rescate que costó un ERE a 539 personas.  Detrás de estos números, está la mayor ofensiva de la casa Aznar para desafiar el statu quo de la banca española. Pero todo valía en su intento de ser los nuevos Rockefeller, y sustituir así a los tradicionales banqueros vascos y catalanes. El Estado estaba para respaldar ese plan.

Disyuntivas de un clan ya asentado

Aznar pudo cumplir su cometido, construir una clase capitalista propia, que sobreviviera más allá de su partida física del gobierno. Ni Zapatero ni Rajoy han podido modificar totalmente ese statu quo. El primero le abrió las puertas a Rato, permitiendo que escalara a la cúspide del sector bancario como banquero de una entidad privatizada, y el segundo los desbancó, cediendo la custodia del brazo financiero de los Aznar a sus grandes colaboradores, la casa de Rajoy, formado por fondos de inversión internacionales que antes representara Luis de Guindos (ex Lehman Brothers). Rajoy ha molestado a la casa de Aznar, levantando la mano para darle parte de ese imperio a sus socios coyunturales, al BBVA, Santander y los bancos-custodio que los poseen, tan habituados hoy a la geografía española.

Hoy la aznarización de España siente el aliento de los nuevos ayuntamientos y del próximo gobierno. No obstante, unos contratos muy bien atados y la posición monopólica de estas empresas son la garantía de supervivencia. Uno no puede enfrentarse a la empresa de infraestructuras más grande del mundo. De ahí que Manuela Carmena no haya tenido otra que adjudicar el servicio de ayuda a domicilio para personas dependientes a Florentino Pérez. Son sólo cinco millones de euros, pero también una muestra de la continuidad del poder alcanzado en el paisaje político y económico español por la casa (blanca) de Aznar, Blesa y Pérez.
Autor

    Rubén Juste de Ancos
    Doctor en Sociología. Amante del periodismo de Marx e Ida Tarbell. Esta decía que "no hay medicina más efectiva para llegar a los sentimientos de un público fervoroso que las figuras".

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 Nota del blog ..
 El "cantaor" Correa, al final declaró que el antiguo rey era el comisionario del AVE a la Meca y mencionó dos importantes cuentas suizas de las cuales no se puede hablar. Solo cito el intermediario imputado y desimputado antes y bien protegido ..Ya había sido mencionado por los bancos suizos , que había ciertas cuentas que si se publicaban traería consecuencias políticas. Cabe sospechar que en una está la monarquia anterior   pero la otra no se sabe. Pero si podemos preguntarnos . ¿La cuenta de  Bárcenas era solo de él?. Todo esto además no fue publicado por los grandes medios. Y hoy lunes el "cantaor" calló:

 Y VER  MÁS …



domingo, 16 de octubre de 2016

Las transformaciones políticas se realizan a pesar de los hombres políticos.



Reino de España: La antesala de la Tercera República




Javier Pérez Royo

16/10/2016


Nos estamos aproximando al fin de la Segunda Restauración. No hay ningún otro país europeo en el que la necesidad de reforma constitucional esté tan presente como en España. Y, sin embargo, la Reforma ni está ni se la espera
Hace unos años Christopher Clark, catedrático de Historia en la Universidad de Cambridge, publicó un libro con el título Sonámbulos. Cómo Europa entró en guerra en 1914, en el que desarrolla la tesis de que ningún país específicamente tuvo interés en poner en marcha el proceso que condujo al desencadenamiento del conflicto, pero todos, cada uno a su manera, fueron dando pasos que acabaron haciendo la guerra inevitable. Nadie quería la guerra, pero todos como sonámbulos se movieron en esa dirección. Cuando se despertaron, ya era tarde.
Entre la Europa de los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial y la España de este segundo decenio del siglo XXI es imposible encontrar semejanza alguna digna de mención y, sin embargo, la metáfora del sonambulismo que acabó conduciendo a una guerra resulta apropiada para retratar lo que está ocurriendo en España respecto de la Restauración de la Monarquía. No hay nadie en España con audiencia mensurable en términos de opinión pública que haya levantado la bandera de la República como alternativa y, sin embargo, los pasos que se están dando por todos los actores políticos y por todas las instituciones apuntan a la inviabilidad del sistema político en el que descansa la Monarquía restaurada.
En este sentido, entre la crisis política que puso fin a la Primera Restauración y la crisis que está viviendo la Segunda hay una clara diferencia. La República estuvo presente de manera inequívoca en la crisis de los años finales de vigencia de la Constitución de 1876. Hubo un Pacto de San Sebastián y hubo candidaturas republicanas en las primeras elecciones que se celebraron tras la suspensión de la vigencia de la Constitución por el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. El triunfo de las candidaturas republicanas en las capitales de provincia en las elecciones municipales de abril de 1931 puso fin a la Primera Restauración de nuestra historia.
Nada parecido es rastreable en la crisis que está atravesando desde hace unos años la Segunda Restauración. Ni hay partidos republicanos con presencia mensurable en la sociedad española, ni hay nada que apunte a una suerte de Pacto de San Sebastián, ni nada por el estilo. De acuerdo con la serie histórica de los barómetros del CIS la Monarquía ha tenido una valoración positiva continuada desde la muerte del general Franco hasta los muy últimos años del reinado de Juan Carlos I, en los que se produjo un bajón pronunciado, habiéndose producido a continuación una recuperación tras la abdicación de Juan Carlos I en su hijo Felipe VI. Nada indica que la Monarquía entre dentro de las preocupaciones de los ciudadanos españoles. El contraste entre la Primera y la Segunda Restauración desde la perspectiva de la alternativa Monarquía/República no puede ser más llamativo.
Y sin embargo entre la crisis que fue final de la Primera Restauración y la crisis, que todavía no sabemos si será final, de la Segunda también hay semejanzas desde otras perspectivas. Fundamentalmente desde la incapacidad en ambos casos de renovarse de la única manera jurídicamente ordenada que puede hacerse en un Estado constitucional: recurriendo a la reforma de la Constitución.
La semejanza es más que notable desde esta perspectiva. En la sociedad española se fue muy consciente desde los últimos años del siglo XIX y, sobre todo, desde los muy primeros años del siglo XX, de que la Restauración de la Monarquía, tal como había sido articulada por la Constitución de 1876, ya no podía ser el marco a través del cual la sociedad española podía expresarse políticamente. Mariano García Canales, en la Revista de Derecho Político en 1981, Núm. 8, pasó revista a Los intentos de reforma de la Constitución de 1876, analizando cómo dichos intentos no pasaron de ser eso, meros intentos, que ni siquiera se ensayaron seriamente. A la altura de 1931 el edificio constitucional estaba hueco y bastó una manifestación tan subalterna del sufragio universal, como son unas elecciones municipales, para que se hundiera.
La sociedad española de este comienzo del siglo XXI también es muy consciente de que el sistema político resultante de la operación de Restauración de la Monarquía en que consistió La Transición, tal como está definido en la Constitución de 1978, no puede continuar siendo, sin reformas profundas, el marco a través del cual la sociedad española puede autodirigirse políticamente. Es una opinión mayoritaria tanto en la opinión pública como en la opinión publicada. Prácticamente unánime en la comunidad académica. No hay ningún otro país europeo en el que la necesidad de la reforma constitucional esté tan presente como en España.
Y sin embargo, la Reforma ni está ni se la espera. La Constitución española no puede ser reformada. Jurídicamente puede serlo. Pero políticamente no. Porque las decisiones constituyentes fundamentales, la Monarquía como premisa indiscutible, la composición bipartidista del Congreso de los Diputados y del Senado, y el carácter antifederal de la estructura del Estado, no se adoptaron por las Cortes elegidas por sufragio universal el 15 de junio de 1977, sino que se adoptaron por las Cortes del Régimen de las Leyes Fundamentales que aprobaron la Ley para la Reforma Política y por el Gobierno preconstitucional presidido por Adolfo Suárez que aprobó el Real Decreto-ley sobre normas electorales en marzo de 1977. Las llamadas Cortes Constituyentes harían suyas dichas decisiones predemocráticamente definidas sin introducir modificación sustantiva alguna. Las Cortes Constituyentes aceptaron un corsé para que la sociedad española pudiera hacer una síntesis política de sí misma de la que no podemos salirnos. El límite que impuso el Régimen nacido de la Guerra Civil a través de la Restauración de la Monarquía a la expresión democrática de la sociedad española nos resulta insuperable.
Por eso estamos donde estamos, en un país en el que se repiten elecciones y en el que corremos el riesgo de volver a repetirlas. Sin que nadie o casi nadie con peso significativo en la sociedad española lo esté buscando expresamente nos estamos aproximando al fin de la Segunda Restauración. La repetición de las elecciones puede muy bien convertirse en la antesala de la Tercera República.
Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla.
Fuente:
http://ctxt.es/es/20161012/Firmas/8962/España-tercera-Republica-Transicion-Perez-Royo.htm

  Nota del blog .



 El título que puse a este texto es de Ernest Labrousse uno de los grandes historiadores franceses...sobre el ciclo de cambios en Francia ..y que explica como las transformaciones políticas se realizan a pesar de los hombres políticos (1), como bien afirma Royo respecto a 1ª Guerra Mundial  y  es como decir que estamos en cambios  imprevisibles , a pesar de que buscan mantener el status quo del bipartidismo y no hacer  nuevas elecciones ,  y como dice el texto de Royo aun les puede salir peor si se repiten   .
De ahi el golpe del stablishment o palo de ciego sobre el PSOE.
 El panorama es que  el PSOE y el CS  no tienen  mayoría en la oposición y cualquier  reforma se tienen que buscar el apoyo o de Podemos o de los nacionalistas , el PP  su flexibilidad  tiene limites  y sobre todo al PSOE le es necesario demostrarlo sino se termina de hundir, pero sino no fueron capaces de  hacer un pacto de gobierno alternativo con podemos y los nacionalistas ,  tampoco en oposición pueden hacer creíble nada sin ellos. Son solo 127 diputados . Ni siquiera cambios lampedusianos. Entre el recurso al Estatut catalán y los cambios constitucionales  al servicio de la troica liquidaron la Constitución  ya erosionada por incumplimientos  y por su propia caducidad  interpretativa .
 Las fotos el otro día de la fiesta nacional eran bien elocuentes , un simulacro donde  no  había ni público , y  el ver a Mariano en reverencia ante el rey  , y con el cuñado y la hermana en los tribunales y el propio partido de Rajoy lo mismo y rodeados de políticos que apoyan lo mismo , solo les faltaba  que sonara la Varsoviana para enmarcar  su fin ciclo 
 El futuro ha entrado en incertidumbre y inestabildiad política, por eso incluso votantes gravitan  hacía la derecha, miedo a perder el control sobre lo logrado. Si ahora se forma gobierno con el PP solo tendria una duracion de dos ños podría  caer  o por una moción de censura o por desgobierno y el PP convocar elecciones. Pero despues de aplicar más austeridad y caida  del PIB. Y seguir en lo mismo y sin reformas de calado como una verdadera reforma fiscal ni constitucional solo lleva al apalancamiento y patada hacía delante sobre la próxima legislatura . Como buenos cortoplacistas que son ,como con la deuda.


"El problema del desequilibrio de las cuentas públicas españolas es estructural; procede de una estructura de ingresos erosionada activamente al menos desde 1996, profundamente desequilibrada por la acumulación de desgravaciones y deducciones (la mayor parte de ellas inutiles para los fines propuestos) y con las alas lastradas por un volumen de fraude que equivale a unos 250.000 millones en bases imponibles ocultas".

(2) Que lo digan aquí no deja de ser un ´claro síntoma.



 

sábado, 15 de octubre de 2016

Debate sobre el populismo de Ernesto Laclau.

Apuntes para un diálogo urgente
Pueblo y clase en la teoría de Ernesto Laclau



El reciente desarrollo teórico político de perspectiva crítica propone profundizaciones, reformulaciones y hasta superaciones de los clásicos conceptos marxistas. No pocos de estos proyectos se abocan al plano político, intentando alumbrar otros caminos en un mundo de fuerte persistencia neo-liberal. Dentro de las teorías que afirman la emergencia de nuevas subjetividades sirviendo a diversos movimientos sociales en distintos escenarios mundiales, la obra de Ernesto Laclau ocupa un lugar destacable, por su amplia recepción y difusión, pero también porque, a diferencia de otros ejemplos, sus proposiciones no han sido suficientemente rebatidas, y la polémica sobre su trabajo continúa. La actualidad, y sobre todo la coyuntura Latinoamericana y Europea, nos obliga a revisar su pensamiento aún sin pretender abarcar más que una pequeña parcela del controvertido terreno que ocupa, ya que urge una aproximación dialógica entre marcos conceptuales en un momento de avanzada imperialista en el que se hace crucial repensar las categorías que usamos para entender y transformar el mundo, con la ambición de alimentar un debate estratégico hacia la articulación de un nuevo proyecto político que ofrecer a las grandes mayorías.
Con la rigurosidad adecuada y la inteligencia política necesaria puede que el cotejo de conceptos a la luz de la realidad esquive la forma del reproche político para constituirse en un capital común.
Empezando por la noción de clase en Marx este artículo busca observar de qué modo y sobre qué presupuestos Laclau se aparta de ésta; por qué considera que la "construcción del Pueblo" es la tarea principal de la política radical y cómo se relaciona este concepto con otras propuestas teóricas; para preguntarse finalmente: ¿responden verdaderamente ambas categorías a estrategias políticas absolutamente excluyentes?
La noción de clase en Marx
Daniel Bensaid informa que en Marx no podremos encontrar una definición sencilla de clase, que sus referencias fueron más estratégicas que sociológicas y (vía Engels) que sus manuscritos se interrumpen en la enumeración de una cantidad diversa de intereses dentro de la clase obrera, de la capitalista y la de los propietarios de tierras, provocando "un suspenso teórico insostenible" que no llegó a ser resuelto en los inexistentes libros inicialmente previstos sobre el Estado y el mercado mundial. [1]
Marx nos deja, sin embargo, además de las célebres frases del Manifiesto algunas aproximaciones; por ejemplo, en el capítulo X del libro I de El Capital:
"La reglamentación de la jornada laboral se presenta en la producción capitalista como una lucha de siglos, para conseguir poner límites a la jornada laboral, entre el capitalista (es decir, la clase capitalista) y el trabajador (es decir, la clase trabajadora)." 
O en El 18 Brumario de Luis Bonaparte:
"En la medida en que millones de familias viven en condiciones económicas que las distinguen de las otras clases, por su modo de vida y su cultura, constituyen una clase social."
Y en La ideología alemana:
"Lo que une a los individuos de una clase es la guerra común que han de hacer a los de la otra clase."
Concepción que desarrolla inmediatamente en Miseria de la filosofía:
"Las condiciones económicas transformaron primero a la masa de la población del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa una situación común, intereses comunes. Así, pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. En la lucha, de la que no hemos señalado más que algunas fases, esta masa se une, se constituye como clase para sí. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política."
Luego será Engels quien nos provea de una amplia definición de proletariado como
"...clase de trabajadores asalariados modernos, que no poseen medios de producción propios y dependen de la venta de su fuerza de trabajo para poder vivir."
Y más tarde Lenin:
"Se llaman clases a amplios grupos de hombres que se distinguen por el lugar que ocupan en un sistema históricamente definido de producción social, por su relación (en la mayoría de los casos regulada por la ley) con los medios de producción, por su rol en la organización social del trabajo, por los modos de obtener la riqueza y por la importancia que tienen las riquezas sociales de que disponen."
Ya en los años sesenta Edward Thompson planteó la imposibilidad de separar las lucha obrera de las luchas plebeyas en la constitución de la clase como tal, que se produciría solo a partir de la experiencia de la lucha y no de un proceso o una realidad objetiva. Una década más tarde, Nicos Poulantzas utilizó el criterio de trabajo productivo como delimitador de la clase, para independizarla políticamente de las nacientes pequeñas burguesías [2]; y Erik Wright, con su diferenciación entre clases ambiguas y contradictorias desarrolló un esquema sociológico de las clases adecuado a la etapa histórica que nos toca basado en las ideas de Marx.
Pero la grandes discusiones no pasan por la existencia del antagonismo de clases (cuya identificación en la historia es anterior a Marx [3] y reconocida por economistas no marxistas e incluso por íconos del capitalismo como el empresario Warren Buffet cuando dijo: "La lucha de clases sigue existiendo, solo que la mía va ganando.") sino por las consecuencias de las contradicciones entre las mismas, sus intereses, y el rol que juegan efectivamente o deberían jugar (y por qué) en la historia.
Para Laclau la clase obrera está constituida por una pluralidad de posiciones de sujeto débilmente integradas y en muchos casos contradictorias, lo que plantea una alternativa clara que impone optar por una teoría de la historia según la cual esa pluralidad contradictoria será eliminada -en cuyo caso los intereses objetivos de la clase pueden determinarse desde un comienzo-, o bien abandonar dicha teoría y aceptar que no hay ningún fundamento para privilegiar ciertas posiciones de sujeto antes que otras en la determinación de los intereses "objetivos" del agente como un todo. Basado en esa apuesta teórica se erige su pensamiento tal como hoy lo conocemos.
"Si se quiere avanzar en la determinación de los antagonismos sociales, lo que hay que hacer, es analizar esta pluralidad de posiciones diversas y en muchos casos contradictorias y abandonar la idea de un agente perfectamente unificado y homogéneo tal como la "clase obrera" del discurso clásico. La búsqueda de la "verdadera" clase obrera es un falso problema, y como tal carece de toda relevancia teórica o política." [4]
Según Slavoj Zizek [5] Marx hace una distinción entre clase trabajadora como grupo social particular y proletariado como una posición subjetiva. A lo que Laclau contesta que Marx debería haber hecho tal distinción, pero no la hizo. [6]
Cabe agregar que la existencia de un estricto reduccionismo clasista asociado a una concepción determinista de la historia no puede ser atribuida a Marx y Engels, si no es a partir del desconocimiento de algunos pasajes aclaratorios como los que se encuentran por ejemplo en la correspondencia del primero con Vera Zasulich (sobre la fatalidad histórica del desarrollo capitalista) o del segundo con José Bloch (sobre la determinación en última instancia de la economía).
El marxismo según Laclau
Pero a lo largo del grueso de su obra nuestro autor no discute específicamente con Marx (y Engels), sino más bien con el marxismo como proyección del pensamiento marxiano del que tampoco ahorra críticas en sus últimos trabajos, aunque estas quizás no lleguen a ser del todo deslegitimantes [7] . Tanto en Hegemonía y estrategia socialista como en La razón populista aparecen escasas referencias directas a Marx. Por ejemplo sobre el final de esta última:
"Para Marx la unidad del sujeto revolucionario, el proletariado, era la expresión de una homogeneidad esencial que resultaba de la simplificación de la estructura social bajo el capitalismo."
Laclau no niega la existencia de clases, ni el carácter político de esa división económica, ni la lucha de clases. Lo que hace a lo largo de su obra es una crítica de lo que denomina recurrentemente reduccionismo clasista, economicista, y esencialista. Y el resultado de esa crítica es la propuesta en sus últimos trabajos de "ir más allá de la lucha de clases".
Es posible reconocer en el trabajo de Laclau tres momentos diferenciados en relación a su posición frente al marxismo, desde un estructuralismo neomarxista a un pos-estructuralismo pos-marxista [8]. En ese tránsito, el concepto de clase en cualquiera de sus interpretaciones va perdiendo vigor a medida que la noción de pueblo como construcción discursiva va tomando forma. [9]
Una primera etapa de conciliación se halla en Política e ideología en la teoría marxista publicado en Inglaterra en 1977, donde afirma que:
"La lucha de clases a nivel ideológico consiste, en buena medida, en el esfuerzo por articular las interpelaciones popular-democráticas a los discursos ideológicos de las clases antagónicas. La interpelación popular-democrática no sólo tiene un contenido de clase preciso, sino que constituye el campo por excelencia de la lucha ideológica de clases. Toda clase lucha a nivel ideológico a la vez como clase y como pueblo o, mejor dicho, intenta dar coherencia a su discurso ideológico presentando sus objetivos de clase como consumación de los objetivos populares."
Una segunda etapa en la maduración de su pensamiento, que constituye una revisión del marxismo clásico es identificable con la publicación de Hegemonía y Estrategia Socialista elaborado con Chantal Mouffe, donde dan cuenta de una evolución del concepto de Hegemonía de Lenin a Gramsci, señalando sucesivos avances en Rosa Luxemburgo, Kautsky y Sorel. En el prólogo para la edición española de 1987 afirman:
"La realidad de las sociedades industriales avanzadas o pos-industriales nos obliga a ir más allá de Gramsci y a deconstruir la noción misma de "clase social". Y esto porque la noción tradicional de "clase" suponía la unidad de las posiciones de sujeto de los diversos agentes; en tanto que en las condiciones del capitalismo maduro, dicha unidad es siempre precaria y sometida a un constante proceso de rearticulación hegemónica. Éste es el punto en el que en nuestro texto intentamos ligar la problemática teórica de la crítica al esencialismo y a la concepción del sujeto unitario fundante con el conjunto de problemas vinculados a la emergencia de nuevos antagonismos y a la transformación de la política en el mundo contemporáneo(...)
Esto nos ha llevado a redefinir el proyecto socialista en términos de una radicalización de la democracia; es decir, como articulación de las luchas contra las diferentes formas de subordinación."
Finalmente, es en los trabajos posteriores a la publicación de La razón populista de 2005 donde el autor asume una ruptura con la tradición que se proponía (en sus propias palabras tomando a Husserl) "reactivar" y se consolida una distancia con el marxismo, ya que tal acervo teórico y político deja de ser utilizado en sus explicaciones si no es como referencias anecdóticas.
En su artículo Por qué construir un pueblo es la tarea principal de la política radical publicado en español en 2006 por la Universidad Central de Venezuela, contesta detenidamente las críticas de Slavoj Zizek a su trabajo, afirmando que
"Unos pocos principios organizaron el marxismo clásico como un espacio homogéneo de representación discursiva. Uno fue el postulado de la naturaleza de clase de los agentes históricos. Otro fue la visión del capitalismo como una sucesión ordenada de etapas dominadas por una lógica económica unificada y determinada en forma endógena. Un tercero, y el más importante para nuestro argumento, fue una perspectiva según la cual las metas estratégicas de la clase trabajadora dependían completamente de las etapas del desarrollo capitalista."
Este último Laclau rescata las soluciones políticas de dirigentes como Lenin y su alianza de clases, Trotstky y la revolución permanente, Mao con la revolución cultural o Togliatti y sus tareas nacionales de la clase sin por ello encontrar algún valor teórico en sus ejemplos y contribuciones. De esta manera se da a entender que estos líderes no encarnaron procesos revolucionarios por la aplicación práctica del concepto que se tenía de clase, sino a pesar de él.
A partir de La razón populista, Laclau es absorbido completamente por un "giro lingüístico" que no se agotará en una reformulación de los tópicos y áreas tradicionales de investigación, sino que implicará:
( ...)en palabras de Geertz, una verdadera "refiguración del pensamiento social" en su conjunto en el que las antiguas antinomias habrían perdido su sentido. La asunción del hecho de que la red de significados intersubjetivamente construidos no es un mero vehículo para representar realidades anteriores a ella, sino que resulta constitutiva de nuestra experiencia histórica, vendría finalmente a quebrar las polaridades de la antigua historiografía entre el sujeto y el objeto de estudio. [10]
La "construcción del Pueblo"
Si ese sujeto histórico no existe como tal, y solo es identificable como un sector social entre muchos, entonces toda lucha política debe interpelar a (lo que implica articular con) el conjunto para hacer su propia reivindicación, sea esta lucha consistente en la socialización de los medios de producción, la reducción de la jornada laboral, el respeto a las identidades culturales, de género, etc.
Por tanto, no existe relación social privilegiada políticamente y es la constitución discursiva del "pueblo" como actor político central (configurado mediante la articulación hegemónica e indeterminado apriorísticamente) la tarea principal para remplazar un orden por otro. Sus contornos son tan difusos que "cualquier sutura será retórica" [11].
En la compleja teoría de Laclau que combina semiótica con psicoanálisis se pretende dar una fundamentación del quehacer político (que se propone en contraposición con la simple administración) como convocatoria de voluntades alrededor de un significante vacío que asume la representación de la pluralidad a partir de una lógica interna que unifica demandas heterogéneas en una cadena equivalencial, junto a la estructuración (discursiva) de la realidad en polos antagónicos.
Este proceso descrito por Laclau tendría un carácter neutral al poder ser aplicado por los más ideológicamente diversos movimientos políticos. De esta manera, como su teoría es presentada, no estaría al servicio de una visión del mundo o una política determinada sino que contribuiría a esclarecer una lógica política (cuando no "la" lógica de la política).
Visto de este modo, poco y nada queda de Marx o el marxismo en su teoría. Lo más parecido a una inspiración marxista tiene que ver con el desarrollo que hace de la transformación de las demandas democráticas en demandas populares, según el cual cuando una demanda democrática (llamada así por enfrentarse al statu-quo y tomada de la noción de revolución democrático-burguesa de la tradición marxista) cobra centralidad, se vuelve el nombre de algo que la excede y se convierte en un "destino" del que no puede escapar.
Conclusión: un debate abierto
Como se habrá podido reconocer este artículo parte de la sospecha de que no existe finalmente una incompatibilidad absoluta entre la categoría de clase que se puede encontrar en Marx y muchos otros marxistas y la construcción del pueblo que nos propone Laclau. Esta discusión no se trata de definir el contenido de una campaña electoral, el estatuto de un partido o un programa de gobierno. La teoría de Laclau no viene a remplazar la lucha de clases por un artilugio semántico pero aporta una impugnación fundamentada a determinadas formas de asumir ésta en el escenario político actual.
En la historia de lucha de los pueblos movimientos que apelaron a una y otra forma de interpelación consiguieron cambiar la relación de fuerzas en la sociedad y ampliar la base de ciudadanía real propiciando el mejoramiento de las condiciones materiales de la gran masa de los oprimidos. Sin embargo, mientras las fuerzas más nítidamente representativas de la opresión no han dudado nunca en despreciarlos por igual, dentro del campo popular reconocer el parentesco aunque sea táctico y provisorio de los diferentes marcos interpretativos ha sido un desafío cuando no una imposibilidad limitante de su potencial transformador.
Entre los críticos más agudos y apasionados de Laclau encontramos a Nestor Kohan [12] y Atilio Borón [13], cuyos señalamientos no podemos desglosar pero, y aun coincidiendo con los aspectos más sustanciales de sus objeciones, tampoco carecen de sombras. Se derrama de sus buenas plumas por momentos una retórica agitatoria que bordea los razonamientos ad-hominem y que ensombrece lo que hay de refutación teórica real. El primero se centra en denunciar el carácter metafísico de la teoría basada en el discurso. Si bien esta postura es a priori aceptable, no dejaría de suscitar la pregunta por el carácter puramente ideal del discurso y su distinción con el concepto de praxis, ya que cuando hablamos de discurso no nos referimos solamente a una articulación de palabras. El segundo demuestra que no se trata de pos-marxismo sino de pre-marxismo, pero eso vuelve incongruente la tesis sobre la tentativa de liquidación del marxismo, que se le atribuye en ese caso a Laclau. No es nada complicado demostrar incluso el carácter no-marxista de las definitivas contribuciones de Laclau, pero no alcanza intentar asociar sus ideas con las de otros más desprestigiados para clausurar el debate posible con su argumentario, que a pesar de no merecer un lugar en los anales del pensamiento marxista podría contribuir a alumbrar algún problema, aunque más no sea evidenciándose como síntoma de alguna discusión no resuelta. De otro modo, ¿por qué interesarnos en su obra y no simplemente ser indiferentes?
Como dice Anton sobre la experiencia reciente de Podemos en España, hay un debate abierto que merece ser convertido en diálogo hacia la conformación de un sujeto colectivo progresivo, democrático-igualitario, con una amplia base popular y partiendo de sus condiciones materiales, sus demandas, su cultura, su articulación asociativa, política e institucional y su experiencia (...) [14]. Aún cuando, como con Rush (inspirado en Holloway), podamos considerar que el discursivismo politicista olvida que los discursos políticos están entretejidos con la lógica del capital mismo, que la construcción de un bloque civilizatorio contra-hegemónico, anti-capitalista, anti-patriarcal, anti-racista, ecologista, etcétera, no tiene una relación puramente contingente con los nuevos grupos o clases sociales y que por tanto el conjunto de variados grupos o clases de hombres, mujeres y seres naturales que la lógica del capital clasifica como lo otro-del-capital, sigue siendo una base material preferencial para construir un nuevo discurso y una nueva organización emancipadora. [15]


Notas
[1] BENSAID, Daniel. "Por qué la lucha es de clase" en "Marx ha vuelto". Buenos Aires. Edhasa. 2011
[2] POULANTZAS, Nicos. "Las clases sociales en el capitalismo actual". Madrid. Siglo XXI. 1977.
[3] LEFEBVRE, Henri. "El Marxismo". Buenos Aires. EUDEBA. 1985.
[4] LACLAU, Ernesto. MOUFFE, Chantal. "Hegemonía y estrategia socialista". Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. 1987
[5] ZIZEK, Slavoj . "Against the Populist Temptation". Critical Inquiry, 2006.
[6] LACLAU, Ernesto. "Por qué construir un pueblo es la tarea principal de la política radical" en Cuadernos del CENDES, vol. 23, núm. 62, mayo-agosto, 2006, pp. 1-36. Universidad Central de Venezuela.
[7] Ver LACLAU, op. cit. 2006.
[8] FAIR, Hernán. " Mitos y creencias en torno a la teoría post-marxista de la hegemonía de Ernesto Laclau. Una hermenéutica sobre los estudios críticos" . Universidad de Quilmes. CONICET. 2014.
[9] Al mismo tiempo su noción de Hegemonía se va distanciando de la formulación original en Gramcsi (o anteriores), alejándose lo suficiente para adquirir autonomía respecto de todo el corpus marxista, pero esta idea excede las pretensiones de este artículo y sería materia para otro análisis.
[10] PALTI, José. "Giro lingüístico e historia intelectual". Universidad Nacional de Quilmes. 1998.
[11] LACLAU, op. cit. 2014.
[12] KOHAN, Nestor. "Che Guevara, el sujeto y el poder". 2003.
[13] BORÓN, Atilio. ¿Posmarxismo? Crisis, recomposición o liquidación del marxismo en la obra de Ernesto Laclau", en: Revista Méxicana de Sociología, México. vol. 58, núm. 1, 1996.
[14] ANTON, Antonio. "A vueltas con el sujeto (clase o pueblo)". Rebelión. 2016.
[15] RUSH, Alan. "Marxismo y posmarxismo Polémica Laclau-Mouffe versus Geras. Primeras hipótesis y especulaciones". Revista Herramienta n° 18. 2002.