No le da . Vergara . D.es.
Feijoo, el candidato zombie y la margarita de Puigdemont
Gustavo Buster 30/07/2023
Una semana después de las elecciones del 23J no solo sigue
abierta la incógnita de cómo decantar la formación de una mayoría parlamentaria
sin tener que convocar nuevas elecciones, sino que las condiciones para ello se
han vuelto más estrictas. El recuento de los votos de los residentes en el
exterior ha desplazado el último escaño en liza en Madrid del PSOE al PP (1).
Sin Coalición Canaria, el bloque de las derechas extremas cuenta ahora con 172
escaños y el bloque progresista con 171. Lo que implica que sin los votos a
favor de Junts, no la mera abstención, el bloque progresista no podrá decidir
la presidencia del Congreso de los Diputados el próximo 17 de agosto ni formar
gobierno en la moción de investidura.
Pero el PP, en ninguno de los escenarios -con la excepción
de una inimaginable abstención del PSOE- puede formar gobierno. Feijoo se ha convertido
en un candidato zombie, condenado a sobrevivir más allá de su fracaso, y
comienza a dar bandazos ideológicos y estratégicos incoherentes con la única
obsesión de fondo de conseguir unos apoyos imposibles. El PP está aplazando una
crisis de liderazgo anunciada, porque el único consenso es que Feijoo se haga
responsable hasta la culminación de su derrota, sin salpicar a futuros
sucesores.
Así que todo el debate gira entorno al ex-presidente de la
Generalitat, Puigdemont, y los siete votos imprescindibles de Junts. Si la
estrategia de “desinflamación” de la crisis constitucional en Cataluña de Pedro
Sánchez - restablecer el diálogo institucional en el día a día, la “mesa de
diálogo” Gobierno-Generalitat para un horizonte a más largo plazo, y suavizar
las penas de los condenados por el procés con la reforma del código penal-, fue
posible gracias a la hegemonía de ERC del espacio independentista, ahora el
interlocutor principal es Junts y lo que está sobre la mesa es la propia
naturaleza de la crisis constitucional en Cataluña.
Releyendo los datos de las elecciones del 23J en Cataluña
El punto de partida inevitable es una lectura lo más precisa
posible de los resultados de las elecciones del 23J en Cataluña, donde las
transferencias de votos no tienen parangón con ninguna otra comunidad autónoma.
De entrada, la abstención ha sido 5 puntos mayor, alcanzando el 35,6%, cuando
en el resto del reino de España se ha producido una mayor participación (4,2%
más que en noviembre de 2019), con la única excepción de Melilla. Según Toni
Rodón, 300.000 votantes independentistas han seguido la campaña de voto nulo o
abstención, promovida inicialmente por organizaciones como la Assemblea
Nacional de Catalunya (ANC), aunque finalmente la decisión final fuera otra. De
ellos 195.000 votos serían de ERC, 75.000 de Junts y 35.000 de la CUP.
El trasvase del voto útil ha sido más complicado. Unos
215.000 votos independentistas habrían ido al PSC y 125.000 a Sumar-Comuns,
para parar a un posible gobierno PP-Vox, cuyo socio menor ya había anunciado
una nueva aplicación del art. 155, pero “esta vez en serio”. A su vez,
Sumar-Comuns habría perdido unos 200.000 votos a favor del PSC en esta
tendencia al voto útil “antifascista”. El resultado final es que el PSC ha
resultado la fuerza política más votada de Cataluña, sumando 1.213.006 votos
(34,5%) y supera a todo el voto emitido del espacio independentista (954.311
votos, 27,2%) . Con Sumar-Comuns (493.548 votos, 14,0%) alcanza el 48,5%, con
1.706.554 votos.
Incluso si se compara el voto de las fuerzas
independentistas emitido sumado a la abstención supuesta calculada por Toni
Rodón (1.294.311 personas, 36,8%), con los datos conjuntos del PSC y
Sumar-Comuns, la diferencia es de 11,7% y más de 400.000 votos a favor de
estos. Pero los números se equilibran si se suman las fuerzas que se han
manifestado a favor del derecho a decidir, de un referéndum (ERC, Junto, CUP,
PdCat, Comuns) más sus hipotéticos abstencionistas: 1.819.546 posibles votos,
el 51,75%. Aunque el bloque de los partidos que apoyaron en su día la
aplicación del art. 155 (PP, Vox, PSOE) sería mayor, con 1.955.146 votos, el
55,6%, aunque es evidente que ese bloque no existe ya hoy en día, tras la nueva
política del PSOE hacia Cataluña y la actual victoria del PSC el 23J.
La margarita de Puigdemont
Los primeros análisis interesados de la posible actitud de
Junts, una vez conocida la necesidad de un voto afirmativo por sus diputados,
se han centrado en los efectos negativos de nuevas elecciones. No solo podrían
concentrar el voto útil de las derechas extremas en el PP, a costa de Vox, sino
también en Cataluña a favor del PSC, aumentando el declive de ERC, de Junts y
de la CUP -es decir del bloque independentista- y reduciendo el margen de las
fuerzas que se han manifestado a favor del derecho a decidir, porque la
tendencia al voto útil también podría afectar, aunque en menor medida a
Sumar-Comuns.
No es de extrañar que la postura de EH Bildu haya sido
reiterar su posición de bloquear sin condiciones las posibilidades de un
gobierno PP-Vox. Y que ERC se haya mostrado más abierta a la negociación de
apoyo a la moción de investidura de Pedro Sánchez, aunque intentando coordinar
sus reivindicaciones en ella con Junts.
Pero todos los anteriores cálculos se basan en hipótesis
que, en muchos casos, no van más allá de suposiciones sobre la “decisión
racional” óptima según los intereses a corto y medio plazo atribuidas a las
distintas fuerzas políticas, en especial Junts y el exiliado y perseguido
ex-presidente de la Generalitat y europarlamentario Carles Puigdemont.
Este ha intentado cortar las especulaciones con un twitter:
cualquier negociación -que se debe realizar sin presión ni chantajes-, debe
versar sobre el conflicto catalán y no sobre su situación personal. Pero hay
que dar tiempo para que PP y PSOE se aclaren, porque “en circunstancias
similares prefirieron repetir las elecciones”.
La primera prueba de este proceso negociador será la
elección del presidente o presidenta del Congreso de los Diputados. Sea cual
sea el sentido del voto de la diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido,
los 7 votos de Junts serán los decisivos a la hora de que sea para el PP o para
el PSOE (PSC en este caso, al tratarse de Meritxell Batet) la presidencia. La
necesidad de contar con una mayoría progresista en la mesa del Congreso, para
facilitar la formación de los grupos parlamentarios de ERC y Junts, que se
aproximan, pero no alcanzan, las condiciones prescritas en el reglamento de la
cámara (mínimo de 5 diputados, con el 15% de los votos en las circunscripciones
con lista o 5% a nivel estatal).
La propuesta inicial de Junts es la amnistía y la
autodeterminación. La segunda requiere una reforma constitucional que queda
lejos de la actual correlación de fuerzas. Pero si habría margen interpretativo
para la celebración de una consulta sobre el acuerdo de la “mesa de diálogo”.
Sobre la primera reivindicación, queda fuera del alcance de un gobierno en
funciones, sin contar con la posición en contra de un Poder Judicial en manos
de las derechas. Incluso un indulto exigiría la entrega y condena previa de
Puigdemont, que él mismo ha descartado.
Quedan por explorar otras opciones, desde la correlación de
fuerzas actual, aunque la propia situación que otorga el eje de la balanza a
Junts sea considerada “circunstancial” por Puigdemont. El origen de la crisis
constitucional en Cataluña es el recurso de anticonstitucionalidad del PP ante
el tribunal Constitucional del Estatuto de Cataluña aprobado por el Parlament,
refrendado por el pueblo de Cataluña y aprobado por el Congreso de los
Diputados tras el conveniente “afeitado”. El Estatuto en vigor hoy es el
anterior, al que tenia que haber sustituido, haciendo de Cataluña la única
comunidad autónoma en esta situación, que Javier Pérez Royo ha calificado de
“crisis constitucional”. ¿Sería posible acordar, de entrada, una vuelta de
Cataluña al plano de igualdad jurídica con el resto de las comunidades
autónomas? ¿Sería posible la elaboración de un nuevo Estatuto por el Parlament
que recogiese las aspiraciones nacionales democráticas de Cataluña y abrir, en
paralelo a la “mesa de diálogo” entre gobiernos, una negociación democrática
entre parlamentos con el horizonte de una reforma constitucional?
El período legislativo de cuatro años no ofrece un trayecto
demasiado largo, más teniendo en cuenta los seis años transcurridos tras la
crisis del 2017. Pero sí se podrían abrir caminos y horizontes, que tendrían
que ser apoyados por los resultados de nuevas elecciones en Cataluña y en
España.
Mientras tanto, a la espera de los acontecimientos de las
próximas semanas, del test que supondrá para las fuerzas independentistas la
Diada del 11 de septiembre, creo que se sostiene por el momento la apreciación
del editorial de Sin Permiso:
“La capacidad de negociación de Junts es más el resultado de
la inestabilidad del conjunto del resultado electoral, de la polarización
social izquierda-derechas en todo el reino de España, que el resultado de su
propia fuerza o del reflejo de un procés soberanista popular que se encuentra
claramente en reflujo y cuya alternativa política en el último período ha sido
ERC. El bloqueo de Puigdemont tiene como primer objetivo recuperar la hegemonía
que le arrebató ERC, rentabilizar el reflujo del procés, y solo en segundo
lugar mejorar su correlación de fuerzas con el gobierno central progresista,
porque este no cuenta con la correlación de fuerzas frente a la derecha ni para
una reforma constitucional ni para evitar la acción autónoma de un Tribunal
Supremo en manos de la derecha contra los exiliados. Dado que la campaña de la
derecha extrema contra el “sanchismo” se ha apoyado precisamente en este tema,
cabalgando el nacionalismo españolista, el margen de maniobra tanto del PSOE como
de Junts, por sus propias razones, es tan estrecho que hace difícil pensar un
terreno de acuerdo que no obligue a la repetición de elecciones. Más teniendo
en cuenta las últimas actuaciones del juez Llarena del Tribunal Supremo.”
[Primera encuesta el 26 J publicada por Electomanía en caso
de repetición de elecciones: el bloque progresista no dependería de los votos
parlamentarios de Junts para la investidura de Pedro Sánchez].
Un PP desnortado, con un candidato zombie
El foco sobre Junts no debe hacer olvidar la crisis abierta
en el PP tras el fracaso de Feijoo. Durante toda la campaña electoral, su
estrategia ha oscilado entre el llamamiento al voto útil y la reconstrucción de
la “casa común” de la derecha en el PP y la alianza estratégica con Vox,
movilizando al conjunto de las derechas extremas. La primera de las opciones,
dada la correlación de fuerzas electoral general y la consolidación de la
extrema derecha, suponía una estrategia de reconstrucción del bipartidismo
dinástico, con el llamamiento al PSOE a abstenerse para dejar gobernar a la
lista más votada.[El voto en el reino de España según las clases.
El PP, pero
tambien Vox, capturan el voto en los segmentos mas ricos. Una prueba más de la
polarización].
Hemos señalado en otras ocasiones que está primera opción de
reconstrucción doble de la “casa común” de la derecha y del bipartidismo
turnista del régimen del 78, por mucho que haya sido teóricamente la opción
preferida de los poderes fácticos, de la derecha económica y social, no responde
ya a la realidad, en especial por la transformación del sector servicios y la
erosión de la pequeña-burguesía tradicional, incluidas la asalarización de las
llamadas “profesiones liberales”. El “centro extremo” que representó hasta la
crisis política de 2015 la sucesión en el gobierno del PSOE y del PP ha dado
paso, como consecuencia de los efectos de la Gran Recesión de 2007-2008, a una
creciente polarización social y económica. Esta comenzó a manifestarse
políticamente con la aparición de Podemos tras el movimiento del 15 M, de
Ciudadanos como respuesta al procés catalán y finalmente el crecimiento de Vox
ante la crisis de legitimidad del PP de Rajoy y Casado. El PP y el PSOE -más
tras la crisis interna provocada por su abstención ante la moción de investidura
de Rajoy en 2016- han pasado de ser los dos extremos del eje de rotación
turnista del régimen del 78, a ser los dos polos de la radicalización que
responden a la crisis de representación y legitimidad de dicho régimen.
Cuando el PP llama a abstenerse ante la lista más votada no
solo pretende excluir a la gran mayoría de los ciudadanos de su ejercicio de la
soberanía constitucional, sino que reduce la representación por un gobierno
monocolor de esta en un tercio de los votantes y en menos de una cuarta parte
de los registrados en el censo electoral. Se trata en la practica de un
ejercicio de apartheid, en la que la igualdad jurídica de los ciudadanos deja
de reflejarse en su igualdad política, creando ciudadanos de primera y de
segunda.
La estrategia de alianza con Vox para conformar un bloque de
gobierno de las derechas extremas, el "gobierno Nosferatu" (2), es la
que más ha sufrido en esta campaña. Basta con ver la entrevista de Abascal con
OK diario tras las elecciones para comprender toda la amargura de una extrema
derecha convertida en pañuelo de usar y tirar.
El llamamiento de Feijoo primero al PNV, rechazado sin
contemplaciones, y más tarde al PSOE, respondido con el silencio administrativo
y la indignación de los barones señalados como “socialistas buenos”, para no
hablar del globo sonda a Puigdemont, situaba a Vox en el mejor de los casos
como un acompañante demasiado molesto por necesario de la moción de
investidura. La movilización “antifascista” de las izquierdas se ha achacado
por el PP a la crudeza de la campaña de Vox. Pero también las reacciones en la
Unión Europea ante el peligro de desestabilización de un flanco sur
mediterráneo que, junto a Polonia, Hungría, Bálticos y Nórdicos, se convertía
en un eslabón más de un cerco a los valores y principios de los Tratados
Europeos, del Consenso de Bruselas y del BCE, amenazando con romper y polarizar
el eje franco-alemán.
La vuelta a la estrategia bipartidista, aunque no tenga eco
en el PSOE por las razones explicadas, permite adecuar la narrativa de la
derrota de Feijoo a las necesidades de la derecha económica y social, que aún
necesita gestionar con el gobierno en funciones PSOE-UP las ayudas europeas,
que están pendientes en más de un 65% antes de que en 2024 se inicien las
presiones de ajuste fiscal de la Comisión europea. Una parte de los beneficios
extraordinarios dependen de esas ayudas y la posibilidad de mantener a flote a
una parte significativa de las empresas zombie, incapaces de hacer frente al
servicio de su deuda con la subida de los tipos de interés del BCE al 4,5%.
Feijoo por tanto está condenado a ser él mismo un zombie. A
presentarse y fracasar en la moción de investidura como principal partido
votado; a escuchar las amargas críticas de sus aliados de Vox, a soportar el
desdén del resto de la cámara. A la espera de la moción de investidura de
Sánchez, sea para constituir un nuevo gobierno progresista, con una propuesta
de negociación para resolver la crisis constitucional catalana, o para
convertirla en el primer debate de la campaña para unas nuevas elecciones en diciembre.
En cualquier caso Feijoo tendrá que estar ahí, a la espera de una crisis del
bloque progresista que pueda aprovechar como un mal menor, más inestable e
inseguro en sus apoyos que Sánchez, pero con 177-179 votos en contra
asegurados; o para ser el candidato de nuevo de las derechas extremas, con la
única alternativa de una coalición con Vox o seguir llamando melancólicamente a
la puerta del PSOE para reconstruir con su abstención una alternancia
bipartidista funcionalmente acabada.
Hasta que acaben con su sufrimiento Isabel Días Ayuso,
presidenta de Madrid, o Juan Manuel Moreno, presidente de Andalucía.
Notas:
1: El PSOE ha solicitado hoy domingo la revisión en Madrid
de 30.000 votos declarados nulos por la Junta electoral. Solo necesita 1.323 votos
para recuperar el escaño perdido por los votos de los residentes en el exterior
(CERA).
2: Dada la continuidad de la metáfora sobre las películas de
terror (Frankstein, Nosferatu, Zombies...) quizás no esté de más dar una
referencia sobre su lugar en la cultura de masas del capitalismo tardío: Evan
Calder Williams, Combined and Uneven Apocalypse, Zero Books 2010.
Gustavo Buster Es
co-editor de Sin Permiso.
https://www.sinpermiso.info/textos/reino-de-espana-feijoo-el-candidato-zombie-y-la-margarita-de-puigdemont
y ver
https://www.elviejotopo.com/topoexpress/una-segunda-oportunidad-no-habra-una-tercera/
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