Estados Unidos predica valores que viola abiertamente
Glenn Greenwald
“¿Cómo se puede fingir enfado por los ataques de otros a la
libertad de prensa cuando se encarcela a Assange para castigarlo por sus
cruciales revelaciones sobre funcionarios estadounidenses?” Glenn Greenwald
señala la retórica más que hipócrita del Secretario de Estado estadounidense
Antony Blinken sobre la libertad de prensa. Algunas personas se atreven a todo…
Siguiendo con su gira mundial de conferencias virtuosas, el
Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, proclamó el jueves –en
un sermón que hay que escuchar para creer– que pocas cosas son más sagradas en
una democracia que el “periodismo independiente”. En declaraciones a Radio Free
Europe, Blinken rindió homenaje al Día Mundial por la Libertad de Prensa.
“Estados Unidos apoya firmemente el periodismo independiente”. Explicó que “la
base de cualquier sistema democrático” implica “exigir responsabilidades a los
dirigentes” e “informar a los ciudadanos”; y advirtió que “los países que
niegan la libertad de prensa son países que no tienen gran confianza en sí
mismos ni en sus sistemas.”
La guinda retórica del pastel surgió cuando preguntó: “¿Por
qué tener miedo de informar a la gente y exigir que los líderes rindan cuentas?
Dondequiera que el periodismo y la libertad de prensa sean desafiados, nos
pondremos del lado de los periodistas y de la libertad de prensa”, prometió el
Secretario de Estado. Como sé que yo sería extremadamente escéptico si alguien
me dijera que esas palabras fueron pronunciadas por Blinken, les presento aquí
el video sin editar de 1:52 minutos, donde él dice exactamente esto:
Que el gobierno de Biden crea tan firmemente en la
sacralidad del periodismo independiente y se dedique a defenderlo allí donde se
vea amenazado, podría sorprender a mucha gente. Entre ellos, Julian Assange, el
fundador de WikiLeaks y el responsable de revelar más hechos importantes sobre
las acciones de altos funcionarios estadounidenses, que prácticamente todos los
periodistas estadounidenses empleados por la prensa convencional juntos.
Actualmente, Assange se encuentra en una celda de la prisión
británica de alta seguridad de Belmarsh porque el gobierno de Biden no sólo
intenta extraditarlo para que sea juzgado por cargos de espionaje por publicar
documentos embarazosos para el gobierno de Estados Unidos y el Partido
Demócrata, sino también porque ha apelado el fallo de un juez británico de
enero que denegó esa solicitud de extradición. El gobierno de Biden está
haciendo todo esto, señala The New York Times, a pesar de que “los grupos de
derechos humanos y de libertades civiles habían instado [al gobierno] a
abandonar el esfuerzo de procesar a Assange, argumentando que el caso… podría
sentar un precedente que suponga una grave amenaza para la libertad de prensa.”
La libertad de prensa, exactamente el valor al que Blinken acaba de dedicar la
semana celebrando y prometiendo defender.
Fue el Departamento de Justicia de Trump el que presentó
estos cargos contra Assange después de que el entonces director de la CIA, Mike
Pompeo, afirmara en un discurso de 2017 que WikiLeaks lleva mucho tiempo
“pretendiendo que las libertades de la Primera Enmienda de Estados Unidos les
protegen de la justicia” y luego advirtiera: “Puede que se lo hayan creído,
pero están equivocados.” Pompeo añadió –invocando la mentalidad de todos los
Estados que persiguen y encarcelan a quienes los denuncian efectivamente– que
“dar [a WikiLeaks] el espacio para aplastarnos con secretos mal habidos es una
perversión de lo que representa nuestra gran Constitución. Eso se termina
ahora.”
Pero como muchas otras políticas de Trump en relación con las
libertades de prensa –ya sea defendiendo el uso de órdenes judiciales por parte
del Departamento de Justicia de Trump para obtener registros telefónicos de
periodistas, exigiendo que Edward Snowden sea mantenido en el exilio o
manteniendo a Reality Winner y Daniel Hale en prisión– los altos funcionarios
de Biden han estado durante mucho tiempo totalmente de acuerdo con la
persecución de Assange. De hecho, han estado a la cabeza de los esfuerzos por
destruir las libertades básicas de la prensa, no sólo de WikiLeaks sino de los
periodistas en general.
Fue Joe Biden quien llamó a Assange “terrorista de alta
tecnología” en 2010. Fue el gobierno de Obama el que reunió un gran jurado
durante años para tratar de procesar a Assange. Fue la senadora Dianne Feinstein
(demócrata de California) quien presionó para que Assange fuera procesado bajo
la Ley de Espionaje, años antes de que Trump asumiera el cargo. Y fue la colega
de Blinken en el equipo de seguridad nacional de Obama, Hillary Clinton, quien
elogió al Departamento de Justicia por perseguir a Assange. Todo estaba
destinado a castigar las revelaciones de Assange sobre las irregularidades
desenfrenadas del gobierno de Estados Unidos y sus aliados, y gobiernos
adversos en todo el mundo.
Titular de The New York Times, 21 de febrero de 2021
¿Cómo puede ir por el mundo fingiendo indignación por la
persecución de periodistas independientes por parte de otros países, cuando
usted es una pieza clave de la administración que está haciendo más que nadie
para destruir a uno de los periodistas independientes más importantes de las
últimas décadas? De hecho, como muchos periodistas señalaron en su momento,
pocas administraciones en la historia de Estados Unidos, si es que ha habido
alguna, fueron más hostiles a las libertades básicas de la prensa que la
administración de Obama, en la que Blinken sirvió anteriormente, incluyendo el
procesamiento del doble de fuentes periodísticas bajo la Ley de Espionaje que
todas las administraciones anteriores juntas.
En 2013, cuando Blinken ocupaba un alto cargo en el
Departamento de Estado, el Comité para la Protección de los Periodistas hizo
algo muy poco frecuente –publicó un informe en el que advertía de una epidemia
de abusos contra la libertad de prensa por parte del gobierno de Estados
Unidos– y afirmó: “En el Washington de la administración Obama, los
funcionarios del gobierno tienen cada vez más miedo de hablar con la prensa.”
Jane Mayer, de The New Yorker, dijo sobre los ataques de la administración
Obama a la libertad de prensa: “Es un enorme impedimento para la información, y
por eso hablar de enfriamiento no es lo suficientemente fuerte, es más bien la
congelación de todo el proceso.” James Goodale, abogado general de The New York
Times durante la batalla del periódico en los años 70 por la publicación de los
Papeles del Pentágono, advirtió que “el presidente Obama superará sin duda al
presidente Richard Nixon como el peor presidente de la historia en cuestiones
de seguridad nacional y libertad de prensa.”
Incluso el “ataque a la libertad de prensa” al que se
refiere Blinken en esta entrevista en vídeo –es decir, la reciente exigencia de
Rusia de que los medios de comunicación vinculados a gobiernos extranjeros,
como Radio Free Europe, se registren como “agentes extranjeros” ante el
gobierno ruso y paguen multas por no hacerlo– es un arma que Blinken y sus
camaradas llevan años utilizando contra otros. De hecho, Rusia estaba
respondiendo a la exigencia previa del gobierno de Estados Unidos de registrar
a RT y a otras agencias de noticias rusas como “agentes extranjeros” en Estados
Unidos, así como a la escalada de ataques del gobierno de Biden el mes pasado a
las agencias de noticias que, según dice, sirven de agentes de propaganda para
el Kremlin.
No es nada nuevo que Estados Unidos se dedique a dar
discursos que el resto del mundo reconoce como absolutas farsas. En 2015, el
entonces presidente Obama se paseaba por la India dando lecciones sobre la
importancia de los derechos humanos, antes de interrumpir su viaje para volar a
Arabia Saudí, donde se reunió con varios altos funcionarios del gobierno
estadounidense para rendir homenaje al rey saudí Abdullah, su aliado cercano y
altamente represivo desde hace mucho tiempo, cuyo régimen totalitario Obama
hizo tanto por fortalecer.
Pero pavonearse por el mundo haciéndose pasar por el campeón
de la libertad de prensa y de los derechos de los periodistas independientes,
mientras trabaja para prolongar el confinamiento y la detención de uno de los
responsables de la mayor parte de las revelaciones periodísticas más
importantes de esta generación, más allá de la década que ya ha soportado, es
un nivel de fraude completamente nuevo. El término “hipocresía” es insuficiente
para plasmar la falta de sinceridad rastrera que hay detrás de las posturas de
Blinken.
Siempre es fácil –y barato– condenar las violaciones de los
derechos humanos de los enemigos. Es mucho más difícil –y más significativo–
defender estos principios para los propios disidentes. Blinken, como tantos
otros que le han precedido en este cargo en Foggy Bottom [distrito de
Washington que cobija numerosos servicios del Departamento de Estado], destaca
teatralmente en lo primero y fracasa estrepitosamente en lo segundo.
Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action
Fuente: Glenn Greenwald
https://www.investigaction.net/es/estados-unidos-predica-valores-que-viola-abiertamente/
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