El reparto del régimen franquista de obras de arte robadas en la posguerra (y del que la Iglesia fue la gran beneficiada)
Una investigación sobre las devoluciones del patrimonio
artístico español durante la posguerra saca a la luz la diáspora de las obras
que se dio por parte del régimen franquista. Miles de ellas entregadas en
depósito a diferentes instituciones, la falta de un inventario estatal hace
imposible su localización actual.
Guillem Martínez
¿Qué hizo el franquismo con las miles de obras custodiadas o
evacuadas por la República durante la guerra? Esa es la pregunta que rondaba en
la cabeza de Arturo Colorado Castellary desde hace años. Ahora encuentra
respuesta. Un minucioso estudio publicado bajo el título Arte, botín de guerra.
Expolio y diáspora en la posguerra franquista (Cátedra, 2021) da buena cuenta
de cómo la devolución del patrimonio artístico español realizada por el régimen
terminó con la desviación de multitud de obras que jamás fueron devueltas a sus
dueños legítimos. Entre los agraciados, diferentes organismos (civiles y
políticos, militares, culturales y centros educativos), pero también la
Iglesia, con un patente trato preferente, y algunos particulares que no dejaron
pasar la oportunidad de beneficiarse del momento.
Todo comienza con el estallido de la Guerra Civil, como
tantas cosas que aún no tienen respuesta. La República desarrolló todo un plan
de protección del patrimonio artístico creando la Junta del Tesoro Artístico
(JTA), encargada de la búsqueda, recopilación y depósito de miles de obras.
Junto a ella, un comité internacional constituido por las principales galerías
de arte de los países democráticos, como el Louvre en París o la National
Gallery de Londres, quienes propiciaron la evacuación de algunas de las obras
más importantes del momento desde Madrid a València, de ahí a Catalunya y,
después, su ubicación en el Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra.
Entre ellas, más de 500 obras selectas del madrileño Museo del Prado.
Colorado afirma que la protección del patrimonio artístico
en la zona franquista fue ínfima: "Hay declaraciones de algún responsable
del Ejército que decía que haberse preocupado por las obras de arte hubiera
sido considerado como derrotismo. Realmente, la intervención que llevaron a
cabo se ubica en la posguerra", remarca el historiador catedrático de la
Universidad Complutense de Madrid (UCM). De esta forma, el escritor cierra una
amplia y documentada trilogía que comenzó con la publicación de Éxodo y exilio
del arte.La odisea del Museo del Prado durante la Guerra Civil y que continuó
con Arte, revancha y propaganda. La instrumentalización franquista del
patrimonio durante la Segunda Guerra Mundial, ambas monografías publicadas por
Cátedra.
Fuentes del Ejército habrían afirmado que preocuparse por
las obras de arte en la guerra sería considerado derrotismo
Al fin y al cabo, el presente volumen analiza la gestión
franquista de aproximadamente 17.000 obras de las que prácticamente la mitad
fueron desviadas hacia otros destinatarios que no eran sus propietarios y que,
sin embargo, reconocían en muchos casos como suyas. Mientras las cárceles
estaban ocupadas por 270.000 prisioneros por motivos políticos al inicio de la
posguerra y el nuevo régimen ejecutaba a miles de republicanos que habían
sobrevivido a la muerte en las cárceles y los campos de concentración en los
que el hambre, la miseria y las enfermedades eran la tónica general, el
Servicio de Recuperación Artística pasaba a la acción.
Esta entidad, configurada para que gestionara el retorno del
patrimonio mueble español a sus legítimos dueños, más tarde se pasaría a llamar
el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional (Sdpan) y actuaría,
mayoritariamente, en Madrid y Barcelona. Pero las obras no siempre fueron
devueltas a sus propietarios. Colorado utiliza la experiencia del duque de Alba
como paradigma de la gestión franquista. ¿Qué ocurrió exactamente con él?
"El ducado de Alba, lógicamente, tenía y tiene una de las grandes
colecciones particulares de España, por no decir la mayor. El Palacio de Liria
de Madrid, que le pertenecía, fue incautado por el Partido Comunista. Se
conservó en perfectas condiciones, incluso se abrió al público como museo. En
noviembre de 1936, un bombardeo del bando franquista, apoyado por italianos y
alemanes, causó un incendio en el Palacio. Las obras de arte que albergaba
fueron salvadas a hombros de los milicianos que lo custodiaban, algunas de
ellas enviadas a Ginebra y otras depositadas en los grandes almacenes de arte
de la República", responde Colorado.
Y la historia continúa: "Acabada la Guerra Civil, el
grueso de las obras se devuelven al duque de Alba, pero otras se desvían a
otros destinatarios. Así se demuestra que, incluso conociendo al propietario de
esas obras, prefirieron desviarlas. De las 17.000 estudiadas, más de 8.000
fueron desviadas y entregadas en depósito", relata el historiador. De esta
forma, la monografía estudia las fórmulas utilizadas por el Sdpan para la
devolución de las obras, en cuyos informes se diferenciaba claramente entre
devolución al propietario y la entrega en depósito.
Para el primer caso, la fórmula habitual utilizada por el
Sdpan era que la persona en cuestión "reconoce que son de su propiedad".
Así de simple. Después lo cambiaron, alineándose con la retórica impuesta por
el nacionalcatolicismo, por lo que dicha persona "jura por Dios y por su
honor reconocer como de su absoluta propiedad". Más allá de estas fórmulas
para entregar cientos de obras de arte, la entrega en depósito es la más
controvertida. "¿Cómo se puede entregar en depósito una obra a quien dice
que es suya? Ese es el tema fundamental de la investigación, y podemos concluir
que hubo una auténtica diáspora de obras de arte en todo el territorio
nacional", agrega el propio Colorado.
La Iglesia, la gran beneficiada
Según el estudio, 3.761 piezas artísticas fueron entregadas
en depósito a 35 museos, 2.330 a organismos, y 2.040 a la Iglesia. Esta última
institución, erigida como baluarte moral del régimen franquista, tuvo un trato
preferente en cuanto a las devoluciones. El propio Colorado lo define como una
compensación a la Iglesia por las múltiples pérdidas ocasionadas durante la
Guerra Civil por la "barbarie roja", cuya "propaganda franquista
en este sentido ha dejado una huella tan profunda en la mentalidad española
que, en principio, a muchos podría parecerles justificado este trato preferente
por parte del Sdpan", advierte en el libro.
Por otra parte, la Iglesia también obtuvo un regalo de los
nazis, que quisieron compensar los daños que habían sufrido durante la guerra.
"Les entregaron un conjunto importante de piezas procedentes de Polonia,
fundamentalmente orfebrería religiosa. Fue otra manera más de materializar la
colaboración entre el nazismo y el franquismo", explica Colorado.
El historiador explicita cómo hubo casos en los que la
Iglesia se benefició de obras que ni le pertenecían ni habían perdido por los
asaltos e incendios al comienzo de la guerra. Es el caso de León, donde la
sublevación franquista había triunfado desde el primer momento y, por lo tanto,
sus templos no sufrieron daño alguno. Sin embargo, tanto el Palacio Episcopal
como el Obispado de la ciudad recibieron dos depósitos de piezas patrimoniales.
En este caso en concreto de los tantos que el autor aporta en el libro, un
hecho llamativo es que el Palacio Episcopal de León recibió una obra de
procedencia conocida y que nunca sería devuelta a su propietario.
Expolio a las colecciones de los republicanos
Algo parecido sucede con algunas obras que fueron enviadas a
Ginebra, perfectamente inventariadas, al igual que con las colecciones privadas
de los republicanos exiliados o asesinados en el frente. "La colección de
Pedro Rico, el alcalde republicano de Madrid, comprendía más de 25 pinturas que
fueron repartidas entre diferentes organismos de la capital. Lo mismo sucedió
con el coronel republicano José Sicardo y su mujer Mariana Carderera, que ya en
la posguerra los franquistas entraron en su domicilio y se llevaron más de un
centenar de objetos artísticos que distribuyeron a capricho. O el caso del
nacionalista vasco Ramón de la Sota, cuyas 300 obras también fueron repartidas
y algunas de sus pinturas decoraban el despacho de Ramón Serrano Suñer cuando
era ministro de Gobernación", ejemplifica Colorado.
Según Colorado, cientos de obras de arte fueron robadas por los franquistas a
altos cargos republicanos
El propio catedrático de la UCM agrega que con la llegada de
la democracia a España se produjeron algunas recuperaciones por parte de las
familias afectadas por este reparto desigual. Es el caso de la familia De la
Sota, quien pudo obtener un conjunto de piezas que les habían arrebatado. Aun
así, el historiador considera que el grueso de las obras diseminadas y
entregadas en depósito sigue estando en el lugar al que fueron entregadas,
aunque la falta de un inventario a nivel estatal en torno al patrimonio
artístico español dificulta enormemente la tarea de su localización.
El arte robado como premio a los vencedores
Hubo obras que también fueron entregadas en depósito a
particulares. Según la investigación, hasta 579 piezas localizadas a aquellos
que las reclamaban como suyas, de las cuales 21 procedían del extranjero. Otro
caso diferente fueron las piezas utilizadas para decorar las residencias de
Francisco Franco, tanto las públicas, como el castillo de Viñuelas y el Palacio
de El Pardo, como las privadas, como el Pazo de Meirás y el Palacio del Canto
del Pico. Según la base de datos utilizada por el autor, hay 482 piezas en
paradero desconocido.
Tal y como concluye Colorado, "se podría decir que con
su política de devoluciones y entregas en depósito el franquismo estaba
ejecutando una especie de amortización o una contradesamortización, viejo sueño
pendiente de la derecha española. El arte se convertía en poder y en símbolo de
la utilización política del patrimonio, lo que permitió saquear a los
republicanos exiliados o en prisión y premiar a los vencedores. En última
instancia, la instrumentalización política del patrimonio".
https://www.publico.es/culturas/reparto-del-regimen-franquista-obras.html
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