Contrahistoria de la Guerra Fría
La Grand Soir
Traducido del francés para Rebelión por Caty R. |
De Ucrania al asunto
Skripal, de Siria al
Russiagate, la
actualidad ofrece una ración diaria de lo que bien podríamos denominar
«la nueva guerra fría». Como en los buenos viejos tiempos, el mundo se
divide en buenos y malos y sufrimos una avalancha impresionante de
propaganda. Esto no es nuevo. Para acreditar una amenaza soviética
suspendida como la espada de Damocles sobre las democracias
occidentales, se propagó en repetidas ocasiones, hasta los años 80, que
el arsenal militar de la URSS era claramente superior al de Estados
Unidos. Pero era totalmente falso. «Durante todo ese período, señala
Noam Chomsky, se desplegaron grandes esfuerzos para presentar a la Unión
soviética más fuerte de lo que era realmente y dispuesta a aplastarlo
todo. El documento más importante de la Guerra Fría, el
NSC-68
de abril de 1950, intentaba disimular la debilidad soviética que el
análisis relevaba, con el fin de dar la imagen deseada del Estado
esclavista que perseguía implacablemente el control absoluto de todo el
mundo» (
Año 501. la conquista continúa). Esta amenaza sistemática
era claramente una ficción. El arsenal soviético siempre fue inferior
al de sus adversarios. Los dirigentes de la URSS nunca tuvieron la
intención de invadir Europa Occidental y todavía menos de «conquistar el
mundo». De hecho la carrera armamentista –y especialmente del armamento
nuclear- es una iniciativa típicamente occidental, una especie de
aplicación del dogma liberal de la competencia económica al asunto
militar. Es por eso que esta competición mortífera –en la que rozamos el
Apocalipsis atómico al menos una vez en octubre de 1962- fue la
cantinela mantenida por Washington desde el día siguiente de la victoria
aliada sobre Alemania y Japón.
sigue ...
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