lunes, 26 de noviembre de 2018

Francia: Los "chalecos amarillos" .


  Francia: Los "chalecos amarillos" son también el producto de una serie de fracasos del movimiento social
Annick Coupé, Patrick Farbiaz, Pierre Khalfa, Aurélie Trouvé 25/11/2018


La indignación social ha encontrado con el movimiento de los "chalecos amarillos" una expresión sin precedentes. El carácter neopoujadista y anti-impuestos que parecían dominar hasta una semana y los intentos de su instrumentalización por la extrema derecha y la derecha extrema se han visto relativizados por la dinámica del movimiento, que ha crecido considerablemente, y la conciencia de que el aumento de impuestos sobre la gasolina ha sido "la gota que ha colmado el vaso."

Algunos excesos homófobos o racistas, marginales pero no obstante detestables, y algunos incidentes, a veces graves, no empañan su sentido. Este movimiento de auto-organización popular es un punto de referencia y es una buena noticia.

El movimiento de los “chalecos amarillos" es ante todo síntoma de una crisis generalizada, la de la representación social y política de las clases trabajadoras. El movimiento obrero organizado ha sido durante mucho tiempo la fuerza que cristalizó el descontento social y le dio un sentido, un imaginario emancipador. El poder del neoliberalismo ha debilitado progresivamente su influencia en la sociedad, no dejándole otra función que la de acompañar la regresión social.

Una situación fluida

Más recientemente, el desarrollo de las redes sociales ha apoyado esta profunda transformación, permitiendo la coordinación informal sin pasar por las organizaciones. La arrogancia del gobierno Macron ha hecho el resto con el cinismo de quienes dominan y que siempre valoran a “los primeros de la cordada" contra "los que fuman cigarrillos y conducen vehículos de diesel”.

El movimiento se caracteriza por una desconfianza generalizada vis-à-vis el sistema político

Los “chalecos amarillos" son también el producto de una serie de fracasos del movimiento social. Estos fracasos se han multiplicado desde la batalla de 2010 sobre las pensiones hasta el movimiento contra la Ley del Trabajo o la huelga de los ferrocarriles, y tienen razones estratégicas todas ellas relacionadas con la incapacidad de refundarse política, organizativa e ideológicamente tras Guerra Fría, la globalización financiera y el rechazo de cualquier compromiso social de las clases dominantes. Todos somos responsables, activistas y líderes de la izquierda política, sindical y asociativa, de estos fracasos.

En esta situación fluida, la respuesta de la izquierda emancipadora debe ser la politización popular. Por ello hay que trabajar en la reconstrucción de una fuerza anclada en nuestros valores: la igualdad, la justicia fiscal, social y ambiental, las libertades democráticas, la lucha contra la discriminación. El movimiento de los “chalecos amarillos" se caracteriza por la desconfianza generalizada vis-à-vis el sistema político, en especial los partidos y sindicatos.

Anclar la izquierda emancipadora en las clases populares

No se puede luchar contra esta desconfianza, ni contra la instrumentalización por la extrema derecha o el riesgo de antifiscalismo, practicando la política de la silla vacía o culpando a los manifestantes. Se trata por el contrario de tener los medios para influir en él y ganar la batalla cultural y política dentro del movimiento contra la extrema derecha y las fuerzas patronales que quieren hacerse con él.

Este movimiento plantea dos cuestiones: la creciente miseria social, especialmente en los barrios populares de las áreas metropolitanas, los desiertos rurales y las regiones ultraperifericas; y el de la gravedad de la crisis ambiental y climática que amenaza las condiciones de existencia de una gran parte de la humanidad y principalmente de los pobres.

Debemos responder a estas dos preguntas con la conjunción de un proyecto, prácticas sociales y una perspectiva política que una indisolublemente la cuestión social y la cuestión ecológica, la redistribución de la riqueza y la lucha contra el calentamiento climático global. El anclaje de la izquierdo emancipadora en las clases populares es condición previa para alentar una coalición de la mayoría por la justicia social y ambiental.

Annick Coupé, Patrick Farbiaz, Pierre Khalfa, Aurélie Trouvé son miembros de Attac y de la Fundación Copernic.
Fuente:
Le Monde, 20 de Noviembre 2018
Traducción: G. Buster para  Sin Permiso.

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