Las leyes de la economía: Piketty
Alejandro Nadal · · · · ·
07/09/14
Algunos de los libros más citados son con frecuencia los
menos leídos. Y la obra de Thomas Piketty Capital en el siglo XXI es quizás el
ejemplo más reciente. Lástima, porque la lectura desordenada de algunos pasajes
y crónicas conduce a conclusiones superficiales y apreciaciones equivocadas
sobre uno de los fenómenos más importantes de la historia, la desigualdad
económica.
El texto de Piketty se convirtió en un fenómeno literario,
una proeza para un libro sobre economía de más de 650 páginas. Se trata de una
aportación importante al promover el debate sobre desigualdad económica y los
males que entraña, en especial para la democracia y la vida en sociedad.
Pero, ¿es que Piketty es el primero en analizar la
desigualdad económica y sus implicaciones en la economía del siglo XXI? La
respuesta es negativa. Muchos antes que Piketty han examinado este problema y
de manera más profunda. Dos ejemplos son James Galbraith y su equipo en la
Universidad de Texas y el grupo de economía política de la Universidad de
Massachusetts en Amherst, con Gerald Epstein y Bob Pollin a la cabeza. Otra
muestra es el economista Branko Milanovic, cuyo trabajo sobre desigualdad
internacional cubrió encuestas ingreso-gasto en hogares de 91 países. Destacan
también los trabajos que publica desde 1988 el equipo del Economic Policy
Institute en sus informes sobre empleo, desigualdad, salarios e ingresos
familiares en Estados Unidos. Y como la lista no se acaba, surge otra pregunta:
¿por qué el libro de Piketty atrajo tanta atención sobre un tema que se había
venido trabajando desde años atrás?
La respuesta de Thomas Palley, otro macroeconomista con
importantes investigaciones sobre el tema, es que el pequeño mundo de la
economía dominante en las universidades delestablishment, nunca quiso reconocer
el valor de estos trabajos porque sus autores permanecen etiquetados como de
izquierda y reconocerlos como interlocutores equivale a legitimarlos. Según
Palley parece que el tema de la desigualdad sigue siendo un tabú a menos que
sea discutido por la persona ‘correcta’.
Piketty es quizás esa persona. Su libro encuentra
perturbadoras tendencias en materia de desigualdad creciente, pero sus
herramientas analíticas y sus recomendaciones de política económica dejan mucho
que desear. Los conceptos utilizados son los que convencionalmente utiliza la
teoría económica neoclásica y han sido desacreditados en debates teóricos bien
conocidos. La ignorancia de Piketty sobre estos debates es sorprendente porque
tienen que ver precisamente con la definición decapital, palabra clave en el
título de su obra.
Entre otras cosas, Piketty sostiene que cuando la tasa de
remuneración al capital aumenta más que la tasa de crecimiento de la economía
se fortalece la tendencia a una creciente desigualdad. Pero eso implica que
Piketty posee una medida del capital pues, de otro modo, su tasa de
remuneración carecería de sentido. El problema es que en la definición de este
autor el capital es una colección de bienes heterogéneos (edificios, máquinas)
y lo único que los une es una medida en términos monetarios. Ahora bien, se
sabe desde la controversia sobre la teoría del capital de hace cincuenta años
que el valor monetario de esos bienes heterogéneos no puede ser utilizado en
sustitución de la cantidad de máquinas y edificios utilizados en la producción.
Este no es un detalle técnico. El corolario de lo anterior
es que el capital no recibe una ganancia por su participación en la producción.
Los propietarios de las máquinas y edificios no reciben una remuneración ligada
a la productividad marginal del capital. Y ahora sí estamos cerca de la médula
del problema. En sus leyes fundamentales del capitalismo Piketty utiliza el
principal elemento ideológico de la teoría convencional sin cuestionarlo. El
establishment le ha respondido: con este tipo de análisis edulcorado sí podemos
entablar un diálogo sobre la desigualdad. Bueno, quizás algo es algo.
Piketty encuentra que la desigualdad existe y que hay épocas
en las que puede intensificarse. Pero vayamos a la pregunta de fondo: ¿cuál es
la causa de esa desigualdad creciente según Piketty? La respuesta se encuentra
en varios pasajes y se puede sintetizar en sus palabras: el principal impulso
de la desigualdad proviene de la difusión del conocimiento y la inversión en
capacitación. Esto es música a los oídos del coro de economistas neoliberales
que llevan años afirmando que la desigualdad proviene de un sesgo en el proceso
de cambio tecnológico en la economía que proporciona mayor remuneración para
ciertos grupos de trabajadores (los que poseen mayor calificación) y menor para
otros (los menos calificados).
Todo esto explica por qué el libro de Piketty carece de una
buena discusión sobre las causas del estancamiento de los salarios en las
principales economías capitalistas a partir de los años setenta. Podemos hablar
de desigualdad, por cierto, pero no de salarios. Podemos hablar del capital en
el siglo XXI, pero no demasiado sobre capitalismo.
La Jornada, 3 de septiembre 2014
Y ver una crítica marxista...
http://marxismocritico.com/2014/09/05/resena-de-el-capital-en-el-siglo-xxi-de-thomas-piketty/
Y ver una crítica marxista...
http://marxismocritico.com/2014/09/05/resena-de-el-capital-en-el-siglo-xxi-de-thomas-piketty/
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