sábado, 6 de mayo de 2023

Es hora de alzar la voz

 

Es hora de alzar la voz

  John Pilger

En 1935 se celebró en Nueva York el Congreso de Escritores Estadounidenses, al que siguió otro dos años después. Convocaron a «cientos de poetas, novelistas, dramaturgos, críticos, cuentistas y periodistas» para debatir sobre el «rápido desmoronamiento del capitalismo» y la inminencia de otra guerra. Fueron actos eléctrizantes a los que, según una crónica, asistieron 3.500 personas, y más de mil no pudieron entrar.

Arthur Miller, Myra Page, Lillian Hellman y Dashiell Hammett advirtieron que el fascismo estaba surgiendo, a menudo de forma encubierta, y que los escritores y periodistas tenían la responsabilidad de denunciarlo. Se leyeron telegramas de apoyo de Thomas Mann, John Steinbeck, Ernest Hemingway, C. Day Lewis, Upton Sinclair y Albert Einstein. La periodista y novelista Martha Gellhorn habló en nombre de los sin techo y los parados, y de «todos los que estamos bajo la sombra de un gran poder violento».

Martha, que se convirtió en mi amiga íntima, me dijo más tarde ante su habitual copa de Famous Grouse con soda:

«La responsabilidad que sentía como periodista era inmensa. Había sido testigo de las injusticias y el sufrimiento que trajo la Depresión, y sabía, todos lo sabíamos, lo que se avecinaba si no se rompían los silencios».

Sus palabras resuenan en los silencios de hoy: son silencios llenos de un consenso de propaganda que contamina casi todo lo que leemos, vemos y oímos.  Permítanme darles un ejemplo:

El 7 de marzo, los dos periódicos más antiguos de Australia, el Sydney Morning Herald y The Age, publicaron varias páginas sobre «la amenaza inminente» de China. Colorearon de rojo el Océano Pacífico. La mirada china era marcial, en marcha y amenazadora. El Peligro Amarillo estaba a punto de caer como por la fuerza de la gravedad.

No se dio ninguna razón lógica para un ataque de China a Australia. Un «panel de expertos» no presentó ninguna prueba creíble: uno de ellos es un antiguo director del Instituto Australiano de Política Estratégica, una tapadera del Departamento de Defensa en Canberra, el Pentágono en Washington, los gobiernos de Gran Bretaña, Japón y Taiwán y la industria bélica de Occidente.

«Pekín podría atacar dentro de tres años», advirtieron. «No estamos preparados». Se van a gastar miles de millones de dólares en submarinos nucleares estadounidenses, pero eso, al parecer, no es suficiente». Las vacaciones de Australia de la historia han terminado»: signifique lo que eso signifique.

No hay ninguna amenaza para Australia, ninguna. Este lejano país «afortunado» no tiene enemigos, y menos aún China, su mayor socio comercial. Sin embargo, las críticas a China, basadas en la larga historia de racismo de Australia hacia Asia, se han convertido en una especie de deporte para los autodenominados «expertos». ¿Qué piensan los australianos de origen chino? Muchos están confusos y temerosos.

Los autores de esta grotesca pieza de silbo perruno y servilismo al poder estadounidense son Peter Hartcher y Matthew Knott, «reporteros de seguridad nacional» creo que se llaman. Recuerdo a Hartcher de sus excursiones pagadas por el gobierno israelí. El otro, Knott, es un portavoz de los trajeados de Canberra.  Ninguno de los dos ha visto nunca una zona de guerra con sus extremos de degradación y sufrimiento humanos.

«¿Cómo hemos llegado a esto? diría Martha Gellhorn si estuviera aquí. «¿Dónde están las voces que dicen no? ¿Dónde está la camaradería?»

El posmodernismo al mando

Las voces se oyen en el samizdat de esta web y de otras. En literatura, personajes como John Steinbeck, Carson McCullers o George Orwell han quedado obsoletos. Ahora manda el posmodernismo. El liberalismo ha desplegado su escalera política. Una socialdemocracia antaño somnolienta, Australia, ha promulgado una red de nuevas leyes que protegen el poder secreto y autoritario e impiden el derecho a saber. Los denunciantes son proscritos y juzgados en secreto. Una ley especialmente siniestra prohíbe la «injerencia extranjera» de quienes trabajan para empresas extranjeras. ¿Qué significa todo esto?

La democracia es ahora nocional; existe la élite todopoderosa de la corporación fusionada con el Estado y las exigencias de la «identidad». Los almirantes estadounidenses cobran miles de dólares al día del contribuyente australiano por «asesoramiento». En todo Occidente, nuestro imaginario político ha sido pacificado por las relaciones públicas y distraído por las intrigas de políticos corruptos de muy baja estofa: un Boris Johnson o un Donald Trump o un Sleepy Joe o un Volodymyr Zelensky.

Ningún congreso de escritores de 2023 se preocupa por el «capitalismo en ruinas» y las provocaciones letales de «nuestros» líderes. El más infame de ellos, Tony Blair, un criminal prima facie según la Norma de Nuremberg, es un hombre libre y rico. Julian Assange, que desafió a los periodistas a demostrar que sus lectores no tenían derecho a saber, se encuentra en su segunda década de encarcelamiento.

El auge del fascismo en Europa es incontrovertible. O «neonazismo» o «nacionalismo extremo», como prefieran. Ucrania, como colmena fascista de la Europa moderna, ha visto resurgir el culto a Stepan Bandera, el apasionado antisemita y asesino de masas que alabó la «política judía» de Hitler, que dejó 1,5 millones de judíos ucranianos masacrados. «Pondremos vuestras cabezas a los pies de Hitler», proclamaba un panfleto banderista a los judíos ucranianos.

Hoy en día, Bandera es venerado como un héroe en el oeste de Ucrania y decenas de estatuas de él y sus compañeros fascistas han sido pagadas por la UE y Estados Unidos, sustituyendo a las de gigantes culturales rusos y otros que liberaron a Ucrania de los nazis originales.

 En 2014, los neonazis desempeñaron un papel clave en un golpe de Estado financiado por Estados Unidos contra el presidente electo, Víktor Yanukóvich, acusado de ser «pro-Moscú». El régimen golpista incluía a destacados «nacionalistas extremistas», nazis en todo menos en el nombre.

Al principio, la BBC y los medios de comunicación europeos y estadounidenses informaron ampliamente de ello. En 2019, la revista Time presentó las «milicias supremacistas blancas» activas en Ucrania. NBC News informó: «El problema nazi de Ucrania es real». La inmolación de sindicalistas en Odessa fue filmada y documentada.

Encabezados por el regimiento Azov, cuya insignia, el «Wolfsangel», se hizo tristemente célebre por las SS alemanas, los militares ucranianos invadieron la región oriental de habla rusa de Donbass. Según las Naciones Unidas, 14.000 personas murieron en el este. Siete años después, con las conferencias de paz de Minsk saboteadas por Occidente, como confesó Angela Merkel, el Ejército  Rojo ( según ellos) procedió a la invasión.

Esta versión de los hechos no fue difundida en Occidente. Incluso pronunciarla es sufrir el abuso de ser acusado de «apologista de Putin», independientemente de si el escritor (como yo) ha condenado la invasión rusa. Comprender la extrema provocación que supone para Moscú una frontera armada por la OTAN, Ucrania, la misma frontera por la que invadió Hitler, es un anatema.

Los periodistas que viajaron al Donbass fueron silenciados o incluso acosados en su propio país. El periodista alemán Patrik Baab perdió su trabajo y a una joven reportera freelance alemana, Alina Lipp, le embargaron su cuenta bancaria.

 

En Gran Bretaña, el silencio de la intelectualidad liberal es el silencio de la intimidación. Hay que evitar los temas de Estado, como Ucrania e Israel, si se quiere conservar un trabajo en el campus o una plaza de profesor. Lo que le sucedió al ex líder laborista Jeremy Corbyn en 2019 se repite en los campus, donde los opositores al apartheid de Israel son calumniados como antisemitas.

El profesor David Miller, irónicamente la principal autoridad del país en propaganda moderna, fue despedido por la Universidad de Bristol por sugerir públicamente que los «activos» de Israel en Gran Bretaña y su lobby político ejercían una influencia desproporcionada en todo el mundo, un hecho del que la evidencia es notoria.

La universidad contrató a un destacado QC para que investigara el caso de forma independiente. Su informe exoneró a Miller en la «importante cuestión de la libertad de expresión académica» y concluyó que «los comentarios del profesor Miller no constituían un discurso ilegal». Sin embargo, Bristol lo despidió. El mensaje es claro: no importa la barbaridad que cometa, Israel tiene inmunidad y sus críticos deben ser castigados. Hace unos años, Terry Eagleton, entonces profesor de literatura inglesa en la Universidad de Manchester, consideraba que «por primera vez en dos siglos, no hay ningún poeta, dramaturgo o novelista británico eminente dispuesto a cuestionar los fundamentos del modo de vida occidental».

Ningún Shelley habló por los pobres, ningún Blake por los sueños utópicos, ningún Byron condenó la corrupción de la clase dominante, ningún Thomas Carlyle o John Ruskin reveló el desastre moral del capitalismo. William Morris, Oscar Wilde, HG Wells, George Bernard Shaw no tienen equivalentes hoy en día. Entonces vivía Harold Pinter, «el último en alzar la voz», escribió Eagleton.

¿De dónde procede el posmodernismo, el rechazo de la política real y de la auténtica disidencia? La publicación en 1970 del bestseller de Charles Reich, The Greening of America, ofrece una pista. Estados Unidos se encontraba entonces en estado de agitación; Richard Nixon estaba en la Casa Blanca, una resistencia civil, conocida como «el movimiento», había irrumpido desde los márgenes de la sociedad en medio de una guerra que afectaba a casi todo el mundo. En alianza con el movimiento por los derechos civiles, presentaba el desafío más serio al poder de Washington desde hacía un siglo.

En la portada del libro de Reich aparecían estas palabras: «Se avecina una revolución. No será como las revoluciones del pasado. Se originará en el individuo».

Por aquel entonces yo era corresponsal en Estados Unidos y recuerdo el ascenso de la noche a la mañana a la categoría de gurú de Reich, un joven académico de Yale. El New Yorker había publicado sensacionalistamente su libro, cuyo mensaje era que «la acción política y la verdad» de los años sesenta habían fracasado y sólo «la cultura y la introspección» cambiarían el mundo. Daba la impresión de que el hippismo se apoderaba de la clase consumidora. Y en cierto sentido así fue.

En pocos años, el culto al «yoísmo» casi había anulado el sentido de la solidaridad, la justicia social y el internacionalismo de mucha gente. Clase, género y raza estaban separados. Lo personal era lo político y lo mediático era el mensaje. Ganar dinero, se decía.

En cuanto al «movimiento», su esperanza y sus canciones, los años de Ronald Reagan y Bill Clinton acabaron con todo eso. La policía estaba ahora en guerra abierta con los negros; las tristemente célebres leyes de bienestar de Clinton batieron récords mundiales en el número de personas, en su mayoría negros, que enviaron a la cárcel.

Cuando ocurrió el 11-S, la fabricación de nuevas «amenazas» en la «frontera de América» (como el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano llamaba al mundo) completó la desorientación política de aquellos que, 20 años antes, habrían formado una vehemente oposición.

En los años transcurridos desde entonces, Estados Unidos ha entrado en guerra con el mundo. Según un informe en gran medida ignorado de Médicos por la Responsabilidad Social, Médicos por la Supervivencia Global y Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear, galardonados con el Premio Nobel, el número de muertos en la «guerra contra el terror» de Estados Unidos fue de «al menos» 1,3 millones en Afganistán, Irak y Pakistán. Esta cifra no incluye los muertos de las guerras dirigidas y alimentadas por Estados Unidos en Yemen, Libia, Siria, Somalia y otros países. La cifra real, según el informe, «bien podría ser superior a 2 millones [o] aproximadamente 10 veces mayor que la que el público, los expertos y los responsables de la toma de decisiones conocen y es propagada por los medios de comunicación y las principales ONG».

«Al menos» un millón fueron asesinados en Irak, dicen los médicos, el 5% de la población.

Nadie sabe cuántos muertos

La enormidad de esta violencia y sufrimiento parece no tener cabida en la conciencia occidental. «Nadie sabe cuántos» es el estribillo de los medios de comunicación. Blair y George W. Bush –y Straw y Cheney y Powell y Rumsfeld et al– nunca estuvieron en peligro de ser procesados. El maestro de propaganda de Blair, Alistair Campbell, es celebrado como una «personalidad mediática».

En 2003, grabé una entrevista en Washington con Charles Lewis, el aclamado periodista de investigación. Hablamos de la invasión de Irak unos meses antes. Le pregunté: «¿Y si los medios de comunicación constitucionalmente más libres del mundo hubieran cuestionado seriamente a George W. Bush y Donald Rumsfeld e investigado sus afirmaciones, en lugar de difundir lo que resultó ser burda propaganda?».

Él respondió. «Si los periodistas hubiéramos hecho nuestro trabajo, hay muchas, muchas posibilidades de que no hubiéramos ido a la guerra de Irak».

Hice la misma pregunta a Dan Rather, el famoso presentador de la CBS, que me dio la misma respuesta. David Rose, del Observer, que había promovido la «amenaza» de Sadam Husein, y Rageh Omaar, entonces corresponsal de la BBC en Iraq, me dieron la misma respuesta. El admirable arrepentimiento de Rose por haber sido «engañado», hablaba en nombre de muchos reporteros carentes de su valor para decirlo.

Merece la pena repetir su punto de vista. Si los periodistas hubieran hecho su trabajo, si hubieran cuestionado e investigado la propaganda en lugar de amplificarla, un millón de hombres, mujeres y niños iraquíes podrían estar vivos hoy; millones podrían no haber huido de sus hogares; la guerra sectaria entre suníes y chiíes podría no haber estallado, y el Estado Islámico podría no haber existido.

Si echamos esa verdad sobre las guerras de rapiña desde 1945 desencadenadas por Estados Unidos y sus «aliados», la conclusión es sobrecogedora. ¿Se plantea esto alguna vez en las facultades de periodismo?

Hoy en día, la guerra por los medios de comunicación es una tarea clave del llamado periodismo dominante, que recuerda a la descrita por un fiscal de Nuremberg en 1945: «Antes de cada gran agresión, con algunas pocas excepciones basadas en la conveniencia, iniciaban una campaña de prensa calculada para debilitar a sus víctimas y preparar psicológicamente al pueblo alemán… En el sistema de propaganda… eran la prensa diaria y la radio las armas más importantes».

Uno de los hilos persistentes en la vida política estadounidense es un extremismo cultista que se acerca al fascismo. Aunque se atribuyó a Trump, fue durante los dos mandatos de Barack Obama cuando la política exterior estadounidense coqueteó seriamente con el fascismo. De esto casi nunca se informó.

«Creo en el excepcionalismo estadounidense con cada fibra de mi ser», dijo Obama, que tuvo un pasatiempo presidencial favorito, los bombardeos y los escuadrones de la muerte conocidos como «operaciones especiales» como ningún otro presidente lo había hecho desde la primera Guerra Fría.

Según una encuesta del Consejo de Relaciones Exteriores, en 2016 Obama lanzó 26.171 bombas. Es decir, 72 bombas cada día. Bombardeó a los más pobres y a la gente de color en Afganistán, Libia, Yemen, Somalia, Siria, Irak, Pakistán.

Cada martes –informó The New York Times– seleccionaba personalmente a quiénes serían asesinados por misiles de fuego infernal disparados desde drones. Bodas, funerales, pastores eran atacados, junto con aquellos que intentaban recoger las partes del cuerpo que engalanaban el «objetivo terrorista.»

Un destacado senador republicano, Lindsey Graham, estimó, aprobándolo, que los drones de Obama habían matado a 4.700 personas. «A veces se golpea a gente inocente y lo odio», dijo, «pero nos hemos cargado a miembros muy importantes de Al Qaeda».

En 2011, Obama declaró a los medios que el presidente libio Muamar Gadafi planeaba un «genocidio» contra su propio pueblo. «Sabíamos…», dijo, «que si esperábamos un día más, Bengasi, una ciudad del tamaño de Charlotte [Carolina del Norte], podría sufrir una masacre que habría reverberado en toda la región y manchado la conciencia del mundo.»

Esto era mentira. La única «amenaza» era la próxima derrota de los islamistas fanáticos a manos de las fuerzas gubernamentales libias. Con sus planes para un renacimiento del panafricanismo independiente, un banco africano y una moneda africana, todo ello financiado por el petróleo libio, Gadafi fue presentado como un enemigo del colonialismo occidental en el continente en el que Libia era el segundo Estado más moderno.

El objetivo era destruir la «amenaza» de Gadafi y su Estado moderno. Respaldada por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, la OTAN lanzó 9.700 salidas contra Libia. Un tercio se dirigió contra infraestructuras y objetivos civiles, informó la ONU. Se utilizaron ojivas de uranio y se bombardearon las ciudades de Misurata y Sirte. La Cruz Roja identificó fosas comunes, y Unicef informó de que «la mayoría [de los niños asesinados] eran menores de diez años». Cuando a Hillary Clinton, secretaria de Estado de Obama, le dijeron que Gadafi había sido capturado por los insurrectos y sodomizado con un cuchillo, se rió y dijo a la cámara: «¡Vinimos, vimos, murió!».

El 14 de septiembre de 2016, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes en Londres informó de la conclusión de un estudio de un año sobre el ataque de la OTAN a Libia que describió como un «conjunto de mentiras» –incluida la historia de la masacre de Bengasi.

El bombardeo de la OTAN sumió a Libia en un desastre humanitario, matando a miles de personas y desplazando a cientos de miles más, transformando a Libia del país africano con el más alto nivel de vida a un Estado fallido devastado por la guerra.

Con Obama, Estados Unidos amplió las operaciones secretas de las «fuerzas especiales» a 138 países, es decir, al 70% de la población mundial. El primer presidente afroamericano lanzó lo que equivalía a una invasión a gran escala de África.

Con reminiscencias de la Lucha por África en el siglo XIX, el Mando Africano de Estados Unidos (Africom) ha construido desde entonces una red de suplicantes entre los regímenes africanos colaboradores deseosos de sobornos y armamento estadounidenses. La doctrina «de soldado a soldado» de Africom integra a oficiales estadounidenses en todos los niveles de mando, desde el general hasta el suboficial. Sólo faltan los cascos.

Es como si la orgullosa historia de liberación de África, desde Patrice Lumumba hasta Nelson Mandela, hubiera sido relegada al olvido por la élite colonial negra de un nuevo amo blanco. La «misión histórica» de esta élite, advirtió el sabio Frantz Fanon, es la promoción de «un capitalismo rampante aunque camuflado».

En el año en que la OTAN invadió Libia, 2011, Obama anunció lo que se conoció como el «pivote hacia Asia». Casi dos tercios de las fuerzas navales estadounidenses se trasladarían a Asia-Pacífico para «hacer frente a la amenaza de China», en palabras de su secretario de Defensa.

No había amenaza de China; había una amenaza para China por parte de Estados Unidos; unas 400 bases militares estadounidenses formaban un arco a lo largo del borde de los núcleos industriales de China, que un funcionario del Pentágono describió con aprobación como una «soga».

Al mismo tiempo, Obama colocó misiles en Europa del Este apuntando a Rusia. Fue el beatificado receptor del Premio Nobel de la Paz quien incrementó el gasto en cabezas nucleares a un nivel superior al de cualquier administración estadounidense desde la Guerra Fría, habiendo prometido, en un emotivo discurso en el centro de Praga en 2009, «ayudar a librar al mundo de las armas nucleares».

Obama y su administración sabían perfectamente que el golpe que su secretaria de Estado adjunta, Victoria Nuland, fue enviada a supervisar contra el gobierno de Ucrania en 2014, provocaría una respuesta rusa y probablemente llevaría a la guerra. Y así ha sido.

Escribo esto el 30 de abril, aniversario del último día de la guerra más larga del siglo XX, en Vietnam, de la que fui reportero. Era muy joven cuando llegué a Saigón y aprendí mucho. Aprendí a reconocer el zumbido inconfundible de los motores de los gigantescos B-52, que dejaban caer su picadora de carne desde lo alto de las nubes sin perdonar nada ni a nadie; aprendí a no apartar la vista ante un árbol carbonizado adornado con partes humanas; aprendí a valorar la bondad como nunca antes; aprendí que Joseph Heller tenía razón en su magistral Catch-22: que la guerra no era apta para personas cuerdas; y aprendí sobre «nuestra» propaganda.

Durante toda aquella guerra, la propaganda decía que un Vietnam victorioso extendería su enfermedad comunista al resto de Asia, permitiendo que el Gran Peligro Amarillo al norte se extendiera. Los países caerían como «fichas de dominó».

El Vietnam de Ho Chi Minh salió victorioso y nada de lo anterior ocurrió. En cambio, la civilización vietnamita floreció, notablemente, a pesar del precio que pagaron: 3 millones de muertos. Los mutilados, los deformes, los adictos, los envenenados, los perdidos.

Si los propagandistas actuales consiguen su guerra con China, esto será una mínima parte de lo que está por venir.

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/es-hora-de-alzar-la-voz/

Fuente: Consortium News .

jueves, 4 de mayo de 2023

Ucrania . ¿ Paz en Ucrania?.

 

Ucrania ¿contraofensiva para la victoria… o para una negociación honrosa?

 Sergio Rodríguez Gelfenstein  

Fuentes: Rebelión

Un silencio sepulcral cubrió la sala donde el general de cuatro estrellas Christopher G. Cavoli, comandante general del Ejército de Estados Unidos en Europa y África, desmintiera al representante Joe Courtney, en su comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Congreso.

En dicha reunión, Cavoli afirmó que: “… gran parte del ejército ruso no se ha visto afectado negativamente por este conflicto [el de Ucrania]. Una de esas fuerzas son las submarinas. Es muy difícil hablar en público, como usted sabe señor sobre la guerra submarina y nuestros esfuerzos al respecto. Pero puedo decir que los rusos están más activos de lo que hemos visto en años y sus patrullas en todo el Atlántico están a un alto nivel la mayor parte del tiempo. Y esto es, como usted ha señalado a pesar de todos los esfuerzos que están llevando a cabo dentro de Ucrania”.

 A buen entendedor, pocas palabras, con extraordinaria delicadeza dado el escenario en que se encontraba, Cavoli le hizo saber a estos afiebrados de la guerra que a pesar de estar involucrada en la guerra en Ucrania, los submarinos rusos portadores de misiles hipersónicos están rondando las costas de Estados Unidos “a un nivel más alto de lo que hemos visto en años”.

 Al comentar el hecho los periodistas del sitio web de extrema derecha Trunews se mostraron sorprendidos de que los medios de comunicación estuvieran afirmando que Ucrania estaba ganando la guerra y que el ejército ruso iba a colapsar. “Todo es mentira” afirmó unos de ellos, diciendo que tal aseveración era mera propaganda porque en realidad “los rusos están ganando y […] la única razón por la que los ucranianos están aún allí es porque las naciones occidentales han gastado miles de millones de dólares colectivamente para promover un gobierno corrupto liderado por Zelenski quien está robando cantidades desconocidas de dinero y si no los apoyamos, los rusos habrían barrido con él hace un año”

 Esa es la cruda situación expuesta por militares y periodistas muy lejanos de simpatizar con Rusia y es la realidad que Occidente pretende ocultar. También es el marco objetivo sobre el cual se desarrolla un conflicto en el que parecía estarse abriendo un espacio a la negociación. Sería igualmente la razón de la tan “cacareada” contraofensiva ucraniana que Kiev parece estar preparando, más por la necesidad de ensanchar su pliego de cara a eventuales negociaciones, que por la suposición de que pueda obtener un triunfo militar que hoy se ve lejano.

 Nadie como el secretario de Estado de Estados Unidos Anthony Blinken lo pudo haber dicho con tanta claridad. En una entrevista con Fox News, ante una pregunta sobre las perspectivas de Ucrania en el conflicto afirmó que: «Al final, su éxito en el campo de batalla es el mejor y quizás el camino más rápido hacia las negociaciones que traerán una paz justa y sostenible”.

 El problema es que casi nadie en su sano juicio cree que Ucrania pueda desarrollar una contraofensiva con éxito. El periódico londinense The Times propiedad del magnate Rupert Murdoch, citando fuentes de la inteligencia británica aseguró que Ucrania no estaba preparada para la contraofensiva. Así mismo, según fuentes de inteligencia de Estados Unidos también citadas por dicho medio de comunicación, Ucrania “ya no tiene elección” incluso sabiendo que es poco probable que consigan [algo] más que «modestas ganancias territoriales».

 The Times argumenta que las fuerzas armadas ucranianas carecen de una defensa antiaérea adecuada para desarrollar una campaña ofensiva, lo que las haría presa fácil de la aviación rusa. Tampoco parece probable que puedan superar el sólido sistema de ingeniería ruso compuesto por trincheras y fortificaciones construidas durante un año, la cual parece inexpugnable ante la mirada de los satélites.

 Por su parte, el presidente checo Petr Pavel  quien antes de incursionar en la política se desempeñó como Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas checas desde 2012 hasta 2015 y como Presidente del Comité Militar de la OTAN desde 2015 hasta 2018, manifestó que las Fuerzas Armadas ucranianas no tienen capacidad para enfrentarse a Rusia con eficacia por la “escasez crítica” de municiones, por lo cual opina que Ucrania en realidad lo que necesita son municiones para estructurar una defensa triunfante porque tal “escasez crítica” […] limita su capacidad para llevar a cabo una contraofensiva exitosa”

 En este marco, se multiplican las iniciativas de búsqueda de una salida negociada. La llamada telefónica del presidente Xi Jinping a su par ucraniano el pasado 26 de abril, envió una fuerte señal en ese sentido, sobre todo tras el éxito de Beijing al lograr el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí con las innumerables repercusiones que este acuerdo ha tenido para todo el Asia Occidental y el norte de África.

 Aunque ya era difícil suponer que esta iniciativa hubiera podido prosperar toda vez que Moscú no iba a ceder los territorios que decidieron incorporarse a su soberanía, el ataque con drones del día de ayer al Kremlin, alejaron cualquier posibilidad en ese sentido.

 China había manifestado que la única salida era el diálogo y la negociación pero su plan partía de la existencia de condicionantes que no se observan en el escenario de un conflicto que al revés, camina en dirección contraria. Estados Unidos y la OTAN supusieron que podían obtener una victoria militar, política y económica que destruyera a Rusia para siempre y que eso podía lograrse a costa de la pérdida de cientos de miles de ucranianos que se iban a sacrificar para sostener los valores y el dominio de Occidente.

 La respuesta ucraniana a la iniciativa china no se hizo esperar. Aunque en el primer momento Kiev emitió tibias opiniones a favor de la propuesta, Mikhail Podolyak, asesor del jefe de la oficina de Zelenski sentenció que Beijing tendría que distanciarse de la Federación Rusa para seguir siendo un jugador económica y políticamente fuerte. Podolyak, un hombre muy cercano a Zelenski dudó de la posición china. Afirmó que:

“Durante un año, China no pudo decidir sobre una posición y ahora tiene que tomar una decisión: o trabaja dentro del marco definido por el derecho internacional y luego reemplaza a Rusia en el sentido completo de la palabra, o se hace a un lado y luego perderá gradualmente su influencia, incluida la económica”. No sé si lo fue, pero se pareció mucho al acta de defunción de la propuesta china.

 Otras iniciativas menos conocidas son las del Papa Francisco quien durante el vuelo de regreso tras su visita a Hungría dio a conocer que el Vaticano estaba involucrado en una “misión en curso” para poner fin al conflicto, pero que todavía no era pública. El problema de este ofrecimiento que supuestamente se está gestionando es que una de las partes negó conocer algo al respecto. Así lo hizo saber el vocero del Kremlin Dmitri Peskov quien de forma escueta aseguró que: «No, no se sabe nada», dejando a Francisco en una incómoda situación, que se debe interpretar como una nueva jugada en su contra de la diplomacia vaticana que todavía hoy, a diez años de su entronización, no logra controlar.

 Desde otra perspectiva, también el pasado 26 de abril, el analista turco Mehmet Perinçek en un artículo publicado en el portal United World dio a conocer que Finlandia estaba mediando en conversaciones no oficiales entre Rusia y Ucrania. En este sentido, informó que la fundación finesa para la paz CMI Martti Ahtisaari, una organización independiente de ese país, “publicó un documento a principios de abril de 2023, […] que da a entender que [Rusia y Ucrania] habían llegado a un acuerdo en ciertos puntos” aunque advierte que este acuerdo era “el resultado de conversaciones no oficiales entre los representantes de los dos países”.

Al coro de las variopintas voces que emiten opiniones sobre eventuales negociaciones de paz en Ucrania se han sumado disimiles personajes como el embajador de Estados Unidos en Hungría que con total desfachatez criticó las posturas «cínicas» de Budapest que pidió un alto el fuego en un país “invadido y parcialmente ocupado por Rusia”.

 Por su parte, en una posición bastante ambigua que refleja el carácter multipartidista de la coalición que lo llevó al gobierno, el presidente de Brasil Lula da Silva ha subrayado que condena la violación de los derechos humanos de Ucrania por parte de Rusia pero que «no sirve de nada decir quién tiene la razón» pues a su juicio lo más importante ahora es parar la guerra. «Solo se puede discutir y conversar cuando la guerra pare», ha afirmado.

 En Europa, donde la guerra ha comenzado a manifestarse en toda su complejidad, se empiezan a observar distintas y a veces hasta antagónicas opiniones sobre la búsqueda de las negociaciones. La presidencia de Francia dio la bienvenida al intercambio telefónico mantenido entre los líderes de Ucrania y China y manifestó que París «alienta todo diálogo que pueda contribuir» a lograr la paz conforme «a los intereses fundamentales de Ucrania» y al derecho internacional.

 Desde otra perspectiva, el rey de España en su reunión con Lula ha pedido una paz basada «en la integridad territorial» de Ucrania. Felipe VI ha argumentado la defensa del «multilateralismo y el derecho internacional» como vocación común de España y Brasil. Sin embargo, el Rey ha recordado que para que la paz sea duradera «debe sustentarse en el respeto a la soberanía nacional e integridad territorial». Al monarca español se le olvidó que en relación a Venezuela opina todo lo contrario, justificando la injerencia, el irrespeto a la soberanía nacional y la violación del derecho internacional, así que su punto de vista parece poco relevante.

 La realidad se ha mostrado veleidosa a la hora de evaluar el estado en que se encuentra Europa sobre todo en términos económicos y financieros y también militares. Este contexto es el que está motivando su desesperada búsqueda de una paz favorable a Ucrania a través de la diplomacia. Así mismo es lo que explica los urgentes desplazamientos a Beijing de los presidentes de España y Francia, así como de la presidenta de la Comisión Europea y del alto representante para asuntos exteriores y política de seguridad de la Unión Europea. Desesperadamente desean que China haga para ellos en la mesa de negociaciones, lo que no pudieron lograr en el terreno militar y en el de las sanciones económicas y financieras.

 De hecho hay un conflicto bélico, y las guerras se terminan cuando triunfa una de las partes sobre la otra, se firma un armisticio, un acuerdo de paz o una capitulación. Esto último es lo que Estados Unidos, la OTAN y Europa quieren evitar a toda costa, dada su incapacidad de dar “solución” a la situación creada, por vía de la fuerza,

 Llegó mayo, la primavera comienza a resplandecer, los suelos se secan, según los especialistas las condiciones mejoran para la realización de la contraofensiva ucraniana. La pregunta es si ella llevará a Kiev y a sus líderes a la victoria, a la mesa de negociaciones o al cadalso. En esta situación es bueno recordar a Carlos III de Suecia en Poltava en 1709, a Napoleón en Borodinó en 1812 y a Hitler en Stalingrado en 1943. ¿Será que Zelenski desea incorporarse a la lista en representación del siglo XXI?

 

Twitter: @sergioro0701

martes, 2 de mayo de 2023

Oriente Medio se reconfigura .

 Oriente Medio se reconfigura

  Eduardo Luque

 Durante mucho tiempo, casi desde el inicio del conflicto, algunos sostuvimos que Arabia Saudita saldría derrotada en su guerra con Yemen. Hicimos otra predicción hace pocas semanas, que también se ha demostrada cierta: el acuerdo irano-saudí, negociado por China, traería un amplio acuerdo político en todo Oriente Medio. Las previsiones parecen cumplirse.

La guerra en Yemen fue desastrosa para las armas saudíes y genocida para la población yemení. Mohamed bin Salmán, el hombre fuerte en el reino, necesitaba consolidar su liderazgo. Recurrió a dos medidas drásticas. La primera fue la represión interna que tuvo como consecuencia la eliminación, incluso físicamente, de algunos aspirantes al trono. La segunda, la guerra, que pretendía victoriosa contra un rival débil como era Yemen. En paralelo financiaba a grupos que actuaban contra Siria, Irán y se inmiscuía en la política libanesa. Desde 2011 se implicó en la guerra siria y en 2015 iniciaba la agresión contra Yemen para posteriormente, en junio de 2017, invadir Qatar. Todo ha sido un conjunto de fracasos terriblemente costosos.

 La victoria del eje de la resistencia.

La guerra en Yemen es también, y sobre todo, una victoria del eje de la resistencia. Sin la determinación del pueblo yemení de resistir contra el régimen de Riad, apoyado por EEUU e Israel, no se habrían alcanzado estos acuerdos. La voluntad de resistencia se ha impuesto a la tecnología y el dinero. Tal es así que durante 8 años Tel Aviv, Washington y Riad coordinaron sus acciones militares creando un Estado Mayor conjunto que dirigía las operaciones. Su fracaso, a pesar de los millares de toneladas de bombas arrojadas o la destrucción de las infraestructuras, es evidente. Tras la mediación china Riad se comprometerá a pagar los salarios de los empleados públicos, a abrir el puerto de Hudeidah y a resolver los problemas monetarios de Yemen a cambio de la aceptación de la tregua por parte de Sanaa. En paralelo el reino saudí ha prometido fuertes inversiones a países de la zona como Turquía, que recibirá unos 7.000 millones de dólares en créditos blandos.

Arabia Saudita ha sido uno (no el único) de los países responsables de la desestabilización en Oriente Medio. Mantenía conflictos de alta/media intensidad con Irán, Siria, Iraq, Yemen y Líbano. La política de Riad de “normalización” con el estado de Israel aseguraba la penetración de la política estadounidense en la zona mientras intentaba debilitar al eje de la resistencia (Siria, Líbano e Irán). Este planteamiento está saltando por los aires. Todo está cambiando. En cascada y de forma más rápida de lo esperado las reacciones políticas se suceden: acuerdo irano-saudí (intercambio de embajadores y cónsules), acuerdo iraquí-iraní (para impedir que los kurdos iraquíes se conviertan en un elemento de desestabilización en la zona), intercambio de embajadores entre Siria y Arabia Saudita, visita del presidente sirio a  Emiratos y restablecimiento de nuevos y más fuertes lazos comerciales, reIntegración de Siria en la Liga Árabe con apoyo saudí (su reincorporación se propondrá en el mes de mayo), nuevos acuerdos comerciales ampliados entre El Cairo y Damasco, intercambio de embajadores entre Túnez y Siria, nuevos acuerdos entre Catar y Bahréin (desde el 2017 habían roto relaciones diplomáticas y el 12 de abril acordaron restablecerlas)… también se abre paso a una futura estabilización en Líbano. Por último, las negociaciones entre Irán, Siria, Turquía con la mediación de Moscú están muy cerca de culminar en un acuerdo entre Ankara y Damasco.

El elemento clave

El acuerdo irano-saudí ha sido el elemento clave en la nueva reconfiguración de Oriente Medio. Es una victoria espectacular de la política exterior china. El apretón de manos entre los dos antiguos enemigos tiene también otra significación: el entierro de billones de dólares gastados durante más de cuatro décadas con la excusa de la Guerra Global contra el Terrorismo.

Pekín es ahora la capital de la paz. La idea se ha impuesto en todo el Sur Global. La procesión de dirigentes políticos visitando Pekín demuestra la importancia del paso que ha dado Xi Jinping. La presentación del plan de paz de 12 puntos para solventar la crisis en Ucrania refuerza esa posición y choca frontalmente con la postura europea y estadounidense de implicarse más y más en la guerra de la OTAN contra Rusia.

 El acercamiento entre Teherán y Riad se comenzó a diseñar antes del inicio de la guerra en Ucrania. Se aceleró cuando Arabia Saudita observó que EEUU bloqueaba los capitales rusos a consecuencia del conflicto. El miedo a correr la misma suerte empujo a Mohamed bi-Salman a repatriar capitales (la quiebra del Credit Suisse tiene nombre saudí). Riad se decidió por una mayor integración en los BRICS y ésta no podía hacerse en un estado casi de pre-guerra entre dos futuros socios como eran Teherán y Riad. Los dos países tenían intereses comunes que han pasado por Pekín. Las relaciones futuras entre los dos estados no serán fáciles. Les espera un largo camino. Deberán activar los acuerdos de cooperación firmados en 1998 y 2001 y lo más importante, deberán respetar la soberanía mutua.

El fortalecimiento de Irán, a  pesar de las sanciones, y la imposibilidad de derrotar al movimiento Ansarolá en el Yemen, aceleró la necesidad de este cambio de posición por parte de Riad. La derrota en Siria y Yemen de las fuerzas apoyadas por EEUU, Israel y las monarquías del Golfo es el síntoma más evidente del nacimiento del nuevo mundo multipolar. Joe Biden, en un movimiento, que algunos calificaron de desesperado, quiso convertir la cumbre de países árabes celebrada en Jiddah, en julio del 2022, en una alianza contra Irán. El país más proclive a EEUU e Israel que es Marruecos fue excluido de la conferencia por presiones del reino saudí. Ningún país participante se posicionó con EEUU. Lo sucedido en Ucrania pesaba mucho.

 El gran juego en marcha

El tren de la multipolaridad ha salido de la estación y cobra velocidad. La transición a este nuevo marco no se improvisa. Es un efecto buscado; fue en 2008 cuando Brasil, Rusia, India y China comenzaron a desarrollar enfoques comunes en política internacional. El paso definitivo posiblemente se dé en agosto. Se pretende que los países BRICS aceleren los procesos para crear una moneda de reserva al margen del dólar. Es un proceso que tiene no sólo objetivos económicos sino que define zonas de especial importancia política tal como es Taiwan para China.

 EEUU pretendía debilitar a Rusia económicamente a partir de la guerra en Siria (enfangarla en una larga y costosa guerra como la de Afganistán) para, finalmente, derrotar a Moscú en el conflicto ucraniano, golpeando posteriormente a China. Nada de eso parece funcionar. El Pentágono pretendía que los conflictos en Oriente Medio crearan un cinturón de países desestabilizados y en permanente conflicto alrededor de Rusia y China. Este objetivo está cada vez más lejano. La posibilidad de expansión de Pekín hacia el centro de Occidente a través de la iniciativa “una franja, una ruta” es evidente. Es lo que definía Halford Mackinder  como el Heartland de Eurasia. La angloesfera sabe que quien mantenga la influencia sobre esas zonas asegura una posición dominante. Washington había dispuesto un plan “B” por si fracasaba el primero, intentando crear un cinturón de contención hacia China en el Este de Asia utilizando países como Australia[*], Japón o Corea del Sur. Este objetivo presenta las primeras fisuras. El viaje a finales de diciembre del 2022 del primer ministro australiano a Pekín revela la preocupación de Gamberra por quedar enfrentada a China. El veto chino a la importación de carbón australiano ha hecho reaccionar a Gamberra alejándola de la posición norteamericana.

Las consecuencias

El acuerdo irano-saudí dará un fuerte impulso hacia la estabilidad y la cooperación en Oriente Medio y el Golfo Pérsico. Los grandes perdedores de esta nueva realidad son EEUU y el régimen israelí. Durante años han pretendido enemistar a unos países con otros con el objetivo de debilitarlos. El fin último de esta estrategia era preservar la hegemonía del régimen israelí en la zona y acabar con la causa palestina. EEUU e Israel buscaron crear una coalición árabe-israelí contra Irán. EEUU ha usado reiteradamente la supuesta “amenaza iraní” para “proteger” a sus aliados. No ha dudado en exacerbar las rivalidades confesionales entre sunitas o chiitas, como excusa para mantener sus tropas de ocupación en el Golfo. En esta estrategia jugó un importante papel el wahabismo, una doctrina que fue oficial en Arabia Saudí y es la base ideológica de los grupos terroristas Takfiris, como el Daesh y Al-Qaida.

A pesar de todas las presiones los países del Golfo Pérsico no han apoyado las sanciones occidentales contra Rusia. Incluso Arabia Saudí suscribió un acuerdo con Moscú para reducir la producción de petróleo y mantener los precios. Biden quería lo contrario. Otros países como Emiratos Árabes Unidos también han dado un impulso a sus vínculos con Rusia.

 La desdolarización avanza

La consecuencia más temida por Washington se está haciendo realidad: Arabia Saudita postulándose como futuro miembro tanto de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) como de BRICS+, al igual que Irán. En diciembre del 2022 el presidente chino en visita a Riad acordó usar monedas nacionales en sus intercambios comerciales al margen del dólar, lo que es para Arabia Saudita una demostración de independencia. Por otra parte el reino saudí ha dado pasos a una cierta “liberalización” de las costumbres; Mohamed bin Salmán, por puro pragmatismo, se aleja del wahabismo y ha encarcelado a varios dirigentes de esta corriente. Esto debilita la idea de fragmentar al mundo islámico utilizando las líneas más dogmáticas de la religión con finalidades políticas.

 Mientras Occidente fantasea con el «gran reinicio» que se defendió en Davos como proyecto de mundo futuro, Rusia y China, detrás de la escena, han proseguido su intento de derrocar al imperio, contando con casi todos los líderes del Sur Global. La desconexión que tanto había teorizado Samir Amin se hace realidad. Es una auténtica revolución. Se pensó, en un principio, que la desdolarización era una repuesta a las sanciones impuestas a Rusia y China. Ha resultado más coordinada de lo que parecía y, sobre todo, mucho más rápida de lo que se presumía. Los múltiples acuerdos que obvian el dólar entre países lo atestiguan (Brasil, Emiratos, Irán, Arabia Saudita, India, China, Kenia….).

 La respuesta norteamericana

Parece ser que Joe Biden dijo, refiriéndose al acuerdo irano-saudí, “no podemos permitir eso” y se envió al director de la CIA a Arabia Saudita, en un viaje improvisado. Su objetivo: convencer a los líderes saudíes de su error. Ha sido un fracaso. Es posible que veamos algunos sucesos desagradables en el entorno que requieran la “protección” de los EEUU, que reaccionarán. Los  choques en Sudán son la primera consecuencia. La posibilidad de que Rusia instalara una base en el país ha animado a Biden a intervenir de la única forma que sabe: Washington está incrementando sus amenazas. El despliegue de portaaviones y submarinos atómicos en la zona ha sido la respuesta. Los estrategas norteamericanos teorizan que EEUU deberá vencer a China antes del 2025. No se habrá cerrado el conflicto ucraniano cuando se agudizará el conflicto en Taiwán.

 Nota

[*] De ahí el acuerdo AUKUS firmado entre EEUU y Australia, dejando fuera a Francia.

domingo, 30 de abril de 2023

El Estado de derecho en Francia está en peligro .

 ¿HACIA UN ESTADO ILIBERAL?

El Estado de derecho en Francia está en peligro

La imposición de leyes, la extrema violencia policial, las detenciones preventivas, la criminalización de la protesta y ahora las amenazas de disolver organizaciones que disienten con la política del Gobierno profundizan la crisis democrática

François Godicheau  

El pasado 20 de abril, el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, visitó Ganges, un pueblo occitano de 4.000 habitantes. El día anterior, en Sélestat, Alsacia, había sido recibido por una muchedumbre hostil que le abucheó continuamente y le dijo claramente que su empecinamiento en gobernar contra el 80 % de la opinión del país era un desastre. Con estas apariciones públicas, Macron intentaba “reanudar el vínculo con los franceses” en la carrera que se había marcado en su discurso del lunes 17, durante el cual habló de “cien días de apaciguamiento”. Dado el estado real del país, su aspiración se asemeja más a una distopía.

En Sélestat, el dispositivo policial para impedir el acceso al centro de posibles desafectos era importante. A Ganges acudieron 600 antidisturbios y un buen número de gendarmes que filtraban la entrada al pueblo, identificaban, registraban (y prohibían las cacerolas). No tenía que repetirse la humillación pública del día anterior. En respuesta, el pueblo se cubrió de eslóganes hostiles al visitante, una procesión escenificó un entierro, con un ataúd que decía “democracia”, y la Federación Nacional de Minas y Energía (CGT) anunció el corte de electricidad del aeropuerto de Montpellier donde debía aterrizar el avión presidencial. A pesar de las prohibiciones, centenares de manifestantes consiguieron sacar las cacerolas –sin duda autóctonas–, chalecos, banderas sindicales y llenar las plazas.

Aparentemente todo lo que le queda al poder es el control de su imagen televisiva. Para ello, dispone del apoyo de un sistema mediático propiedad de ocho multimillonarios, varios de los cuales facilitaron el acceso al poder de Macron en 2017. Control mediático, fuerzas de seguridad y el escudo de la legalidad, lo que ha suscitado el comentario enojado e inquieto de uno de los primeros promotores de Macron, el intelectual Pierre Rosanvallon, sobre la distancia entre la legalidad y el espíritu de las leyes, o mejor dicho, el espíritu de la democracia. En efecto, Rosanvallon concluye que estamos frente a “la crisis democrática más grave en Francia desde la guerra de Argelia” (1954 -1962), lo que el periodista de turno traduce en la asociación directa de Macron con el “iliberalismo” hasta la fecha característico de Orbán y Cia, y esto sin duda significa, como escribe F. Lordon, que, a pesar del monopolio mediático, está colando la condena internacional de la actitud política de Macron, desde Die Zeit al New York Times o a Bloomberg, y la condena a la violencia policial desde el Consejo de Europa hasta la ONU, pasando por Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

No todo legalismo significa la existencia del Estado de derecho

En efecto, el espíritu es importante y no todo legalismo significa la existencia del Estado de derecho. Por una parte, el camino legislativo elegido ha echado mano de todo el arsenal de las instituciones: el artículo 47.1 de limitación del tiempo de debate, el 44.2 que limita enormemente la posibilidad de proponer enmiendas, el 44.3 para que el Senado no hiciera más que un voto global, y finalmente, ante la evidencia de que no disponía de mayoría para votar la ley, el 49.3 que permite adoptar la ley sin votación.

Por otra parte, la violencia policial ha sido (y es) sistemática contra los manifestantes, con desfiles pacíficos atacados a porrazos y gases lacrimógenos, provocaciones, uso de armas de guerra a la altura de la cara (granadas, balas de plástico), ciudadanas y ciudadanos apaleados –incluso periodistas o diputados de la oposición, siempre identificados–, otros arrodillados manos en la cabeza como prisioneros de guerra, amenazas de muerte y humillaciones a los manifestantes: todo inmediatamente documentado por videos subidos a Twitter. Esta violencia es sistemática y no solo contra el movimiento hostil a la ley de pensiones: el 28 de marzo, una manifestación ecologista de 30.000 personas, la mayoría familias, contra la privatización de las mantas freáticas (“megacuencas”) en un descampado completo del municipio de Sainte Soline fue recibido por un diluvio de fuego: 4.000 bombas de mano, tiradas con lanzagranadas por gendarmes montados en quads, con un balance de más de 200 heridos de gravedad, dos de ellos en coma. Uno de ellos, Serge S., permanece hoy entre la vida y la muerte, porque la policía –que defendía un agujero– prohibió durante horas el acceso de los socorristas.

La violencia policial ha sido (y es) sistemática contra los manifestantes, con desfiles pacíficos atacados a porrazos y gases lacrimógenos

Como señala el comunicado de los sindicatos de abogados y magistrados, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, había avisado de que iba a haber violencia, como siguió avisando, en los días siguientes, a propósito de las manifestaciones contra el proyecto de ley. Su estrategia, igual que cuando los ‘chalecos amarillos’, es disuadir por el miedo, aterrorizar, para terminar con la protesta, lo que el prefecto Lallemand, que fue responsable de las mayores violencias en 2019 ha teorizado como la necesidad de “impactar a los manifestantes”. El mismo papel juegan las detenciones por centenares, que permiten además al Gobierno criminalizar la protesta. Pero esas redadas indiscriminadas y otras detenciones preventivas, en particular de jóvenes –la inmensa mayoría liberados luego sin cargos–, son solo una parte de las medidas ilegales ordenadas por la jerarquía policial y destinadas a negar el derecho de manifestación. Lo dice el sindicato de la magistratura: detrás de las aterradoras imágenes de violencia, hay consignas directas del Ministerio a los prefectos. Los profesionales de la justicia también denuncian la multiplicación de las prohibiciones de manifestaciones, prohibiciones cotidianas desde finales de marzo, publicadas de forma casi confidencial el día anterior o el mismo día o incluso cuando la manifestación ha empezado, prohibiciones que sirven de base para considerar y tratar como delincuentes –en clara violación de la ley–a las personas ahí reunidas. Denuncian por fin el hecho de que se pretenda asociar a la justicia a esa represión política.

Otros actos inquietantes de la policía pueden interpretarse como otras formas de intimidar al público: a finales de marzo, una ciudadana de a pie –Valérie Minet– fue detenida en su casa por un post de Facebook en el que calificaba a Macron de “ordure” (escoria). En realidad no es una novedad: durante el primer confinamiento, una mujer había sido llevada a la comisaría en Toulouse por colgar en el balcón una bandera que decía “Macronavirus ¿hasta cuándo?”. Estos días tres personas entre las que abuchearon al presidente en Sélestat serán juzgadas por insultos al jefe de Estado.

Esas redadas indiscriminadas y otras detenciones preventivas, en particular de jóvenes, buscan negar el derecho de manifestación

En realidad, no solo se está negando el derecho de manifestación o la libertad de expresión (los casos de periodistas reprimidos son múltiples y es la repetición de lo que pasó con los ‘chalecos amarillos’). Esto va mucho más allá: lo que está en tela de juicio es el Estado de derecho. A finales de febrero, el ministro del Interior hablaba de disolver una asociación presente en diferentes ciudades y que defiende el derecho a manifestar, la “Defense collective”. Otro ataque a los derechos de la defensa fue la denuncia por parte de la Jefatura de policía (Préfecture de Police) de París de Arié Alimi, uno de los abogados más señalados por su crítica a la deriva autoritaria del poder. El sindicato de abogados, la Ligue des Droits de l’Homme y el “Observatorio parisino de las libertades públicas” escribieron un informe de 79 páginas sobre las extralimitaciones de la unidad de policía más violenta, la BRAV-M, cuya disolución han exigido en pocos días 500.000 ciudadanos en una petición al Parlamento. Denuncian ahí, entre múltiples hechos graves, el ocultamiento sistemático de los números de identificación de los agentes, por otra parte enmascarados. Esa oclusión refuerza una impunidad ya dada por la jerarquía, las declaraciones del ministro que afirma que siempre defenderá a los policías, y la criminalización de las víctimas. Esto se ha constatado ya durante el movimiento de los ‘chalecos amarillos’ o con ocasión de hechos aislados: la enorme mayoría de las denuncias de violencia son desconsideradas por la Inspección General de la Policía Nacional, cuyo funcionamiento como aparato de protección de la institución ha sido denunciado desde un sindicato policial (VIGI).

Llegados a este punto, cabe mencionar que el uso político de la policía acentúa la politización en la institución hacia la extrema derecha. Hace años que los sociólogos explican el peso de la ideología de extrema derecha en las preferencias electorales, alrededor del 50% desde los años 2010, y esta habría subido a cerca del 70 % en las últimas elecciones. Como en otros países, la presencia de la extrema derecha organizada en la policía y en particular en el sindicalismo policial es masiva, aunque compleja, y se alimenta con la retórica de la “defensa de los agentes”. No se trata de defenderles contra el maltrato por la jerarquía que provoca la multiplicación de los suicidios, sino contra la Justicia y su “laxitud”, es decir contra las garantías procesales, y contra los delincuentes, frente a los cuales reivindican, como lo hicieron el 2 de mayo de 2022 una “presunción de legítima defensa” en caso de matar a alguien. Gérald Darmanin, acusado de proximidad con el grupúsculo de extrema derecha Action française (Acción francesa), heredero de la organización antisemita de principios del siglo XX liderada por Charles Maurras, apoyó dos semanas después, junto a los líderes de la extrema derecha, una manifestación de miles de policías frente a la Asamblea Nacional francesa, contra el poder judicial –convocada con el eslogan “el problema de la policía es la justicia”– después del asesinatos de dos agentes en servicio (uno en una operación antidroga y la otra por un terrorista).

El encubrimiento de prácticas ilegales por parte de representantes del Estado –agentes, oficiales, prefectos– cobra, con estos datos, una gravedad añadida que, combinada con la criminalización creciente de la protesta, genera una gran inquietud. Desde el mes de noviembre pasado, varios movimientos ecologistas han sido asimilados por el poder a la izquierda “ultra” y tildados de “ecoterroristas”, situándolos en el mismo plano que el terrorismo yihadista. El 2 de abril, en una entrevista al Journal du Dimanche que le consagra su portada, Darmanin arremetió contra el “terrorismo intelectual” de los que critican la acción de la policía, acusando a los diputados de izquierdas de encubrir una “nebulosa extremadamente violenta y peligrosa” de la “ultraizquierda” y anunció la próxima disolución de la organización “Las sublevaciones por la tierra”. Pocos días después, amenazó a la Ligue des Droits de l’Homme –cuyos observadores en las manifestaciones reportan los numerosos actos de violencia y procedimientos ilegales– con ahogarla por agotamiento de sus fuentes de financiación. Sigue así la corriente de grupúsculos de extrema derecha que tachan a la LDH, cuyo historial de defensa de los derechos de los ciudadanos es inmaculado, de ser una oficina izquierdista. Sus declaraciones están provocando una ola de protesta de todos los demócratas del país, que recuerdan que la última vez que la LDH fue atacada fue por el régimen de Vichy en 1941. Esa deriva es tanto más inquietante cuanto que se murmura que el mismo Gérard Darmanin podría convertirse en primer ministro de un gobierno de “unión nacional”, expresión curiosa cuando la nación está precisamente en la calle, con el 80% de los franceses hostiles a la ley de pensiones y exasperados por la sordera del poder.

Voces críticas señalan que el chantaje por la amenaza de una victoria de Le Pen –cotidiano en los sondeos– funciona cada vez menos, por la sensación que tiene mucha gente de que las cosas terribles que podrían pasar con Le Pen ya están pasando y que, si bien es cierto que siempre puede haber algo peor, mucha gente está movilizada para que llegue algo mejor. El terrible aislamiento del poder, únicamente protegido por el sistema mediático y su policía, y su empecinamiento en hacer como si nada dan una impresión de callejón sin salida muy inquietante, con la idea de que puede pasar cualquier cosa. Por otra parte, se nota entre la muchedumbre que ha podido medir y sigue midiendo su carácter ultra mayoritario, una gran alegría, quizás por sentir que han recobrado su poder de actuación, como se vio en Ganges. A pesar de las violencias, las amenazas y las restricciones de libertad, no domina el miedo sino la conciencia de la propia fuerza.

https://ctxt.es/es/20230401/Politica/42766/francia-iliberal-macron-protestas-detenciones-violencia-policial-criminalizacion-imposicion.htm#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mobile-medium


Nota del  blog  1  .- François Godicheau   es profesor universitario desde 2009, miembro del Instituto Universitario de Francia, enseñé cuatro años en Mirail antes de pasar diez años en la Universidad Montaigne de Burdeos y regresar a Toulouse desde 2015. Primero especialista en historia de la Guerra Civil española de 1936, a la que he dedicado varios libros y numerosos artículos, superviso trabajos, en máster y doctorado, sobre toda la historia contemporánea de España (desde el siglo XIX hasta la transición) así como sobre ciertos países latinoamericanos como Cuba y Argentina.

Nota  del blog  2 .-La policía británica detiene a un editor por participar en manifestaciones contra la reforma de las pensiones en Francia.

https://rebelion.org/la-policia-britanica-detiene-a-un-editor-por-participar-en-manifestaciones-contra-la-reforma-de-las-pensiones-en-francia


martes, 25 de abril de 2023

Se extiende la rebelión contra el imperio del dólar .

 

Se extiende la rebelión contra el imperio del dólar

por Manlio Dinucci

En pocos meses, la rebelión contra el imperio de la moneda estadounidense se ha traducido en hechos. La cantidad de dólares en las reservas mundiales cayó en 2022 al 47%. La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, ha llegado a declarar que «existe el riesgo, cuando utilizamos sanciones financieras vinculadas al papel del dólar, de que con el tiempo estas puedan socavar la hegemonía del dólar».

Mientras el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, convoca en Alemania al «Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania» a que envíe cada vez más armas a Kiev y a alimentar la guerra en Europa, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, realiza una gira por Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba.

En América Latina, el continente que Estados Unidos considera su «patio trasero», está naciendo un proyecto cuyo desarrollo socavaría las bases mismas del poder económico estadounidense en esa región. Brasil y Argentina han concluido un acuerdo para crear una nueva moneda común que utilizarán, en lugar del dólar estadounidense, en los intercambios comerciales entre ambos países y con otros países latinoamericanos. En Brasil, Lavrov se reunió con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien reclama concretamente «el fin de la dominación comercial del dólar».

Ese mismo objetivo está inscrito en el comunicado sobre la asociación estratégica entre Brasil y China, comunicado emitido al termino de la visita del presidente Lula en Pekín. Ese documento anuncia que «Brasil y China se han puesto de acuerdo para fortalecer sus intercambios en monedas locales».

Brasil y China, que son miembros del grupo BRICS, también acordaron promover conjuntamente el Nuevo Banco para el Desarrollo (NBD), la principal institución financiera de los BRICS, alternativa al Banco Mundial, controlado por Estados Unidos.

En los intercambios comerciales entre China y Rusia, que se elevaron al doble en el espacia de un año, ya se utilizan las monedas de esos dos países en lugar del dólar estadounidense. El mismo criterio prevalece en los acuerdos que China concluye con un creciente número de países euroasiáticos, en el marco de la «Nueva Ruta de la Seda».

Ante la creciente rebelión contra la dominación del dólar, pilar del predominio de Occidente, los ministros de Relaciones Exteriores del G7, reunidos en Japón, responden con una verdadera declaración de guerra, anunciando nuevas “sanciones” contra Rusia y ordenando a China y a otros países que «cesen la asistencia a la guerra rusa o sufrirán graves costos».

Mientras Estados Unidos y sus aliados incrementan sus despliegues de fuerzas militares, incluyendo armas nucleares, que apuntan a China, los ministros de Exteriores del G7 advirtieron al gigante asiático que debe «abstenerse de recurrir a la amenaza y al uso de la fuerza».

Este trabajo es un breve resumen de la revista internacional de prensa Grandangolo transmitida el 21 de abril de 2023 por el canal de televisión italiano Byoblu.

 Manlio Dinucci.

Se extiende la rebelión contra el imperio del dólar, por Manlio Dinucci (voltairenet.org).


 y ver   ..https://observatoriocrisis.com/2023/04/28/la-desdolarizacion-se-pone-en-marcha/


domingo, 23 de abril de 2023

Un mundo multipolar y el dólar .

 Un mundo multipolar y el dólar

Michael Roberts  


Christine Lagarde, directora del Banco Central Europeo (BCE), pronunció un importante discurso la semana pasada ante el Consejo de Relaciones Exteriores de EEUU en Nueva York.

Fue importante porque analizó los desarrollos recientes en el comercio y la inversión globales y evaluó las implicaciones del aparente debilitamiento del dominio hegemónico de la economía estadounidense y del dólar en la economía mundial y la evolución hacia una economía global 'fragmentada' y 'multipolar' – en la que ninguna potencia económica o incluso el actual bloque imperialista del G7-plus dominaría el comercio, la inversión y las monedas mundiales.

Lagarde explicó: “La economía global ha estado atravesando un período de cambio transformador. Después de la pandemia, la guerra injustificada de Rusia contra Ucrania, el uso de la energía como arma, la repentina aceleración de la inflación, así como una creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, hace que las placas tectónicas de la geopolítica se estén moviendo más rápido”.

Es posible que no se esté de acuerdo con las causas que ofrece Lagarde, pero concluyó que “Estamos presenciando una fragmentación de la economía global en bloques que compiten, y cada bloque intenta acercar la mayor parte del resto del mundo a sus respectivos intereses estratégicos y valores compartidos. Y esta fragmentación bien puede fusionarse en torno a dos bloques liderados respectivamente por las dos economías más grandes del mundo”.

Así que se trata de fragmentación y reagrupamiento en una batalla entre un bloque liderado por Estados Unidos y un bloque liderado por China. Esta es la preocupación de Lagarde y el bloque imperialista liderado por Estados Unidos: una pérdida de control global y una fragmentación del poder económico global que no se veía desde el período de entreguerras de las décadas de 1920 y 1930.

Lagarde habló con nostalgia del período posterior a 1990 después del colapso de la Unión Soviética, que supuestamente presagió un período de dominio global por parte de los EEUU y su 'alianza de los dispuestos' ('Coalition of the Willing'). “Después de la Guerra Fría, el mundo se benefició de un entorno geopolítico notablemente favorable. Bajo el liderazgo hegemónico de Estados Unidos, florecieron instituciones internacionales basadas en reglas y se expandió el comercio global. Esto condujo a una profundización de las cadenas de valor globales y, a medida que China se unió a la economía mundial, a un aumento masivo en la oferta laboral global”.

 Sí, estos fueron los días de la ola de globalización que aumentó los flujos de comercio y capital; el dominio de las instituciones de Bretton Woods como el FMI y el Banco Mundial dictando los términos del crédito; y sobre todo, la expectativa de que China sería subordinada al bloque imperialista tras su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001.

 Sin embargo, no funcionó como se esperaba. La ola de globalización llegó a un abrupto final después de la Gran Recesión y China no cedió a la hora de abrir su economía a las multinacionales de Occidente. Eso obligó a EEUU a cambiar su política china del 'compromiso' a la 'contención', y con mayor intensidad en los últimos años. Y luego vino la invasión rusa de Ucrania y la renovada determinación de EEUU y sus satélites europeos de expandir su control hacia el este y así asegurar que Rusia fracasa en su intento de ejercer control sobre los países fronterizos y debilitar permanentemente a Rusia como fuerza de oposición al bloque imperialista.

 Lagarde comentó sobre las implicaciones económicas de esto: “Pero ese período de relativa estabilidad ahora puede estar dando paso a uno de inestabilidad duradera que resulte en un menor crecimiento, mayores costes y asociaciones comerciales más inciertas. En lugar de una oferta global más elástica, podríamos enfrentar el riesgo de choques de oferta repetidos”. En otras palabras, la globalización y el fácil movimiento de la oferta, el comercio y los flujos de capital que tanto beneficiaron al bloque imperialista (ver nuestro artículo La economía del imperialismo moderno) han llegado a su fin.

 La respuesta ha sido una intensificación de las medidas proteccionistas (aumento de los aranceles, etc.); control del comercio, particularmente de tecnología e intentos de revertir la globalización, de manera que el capital invierta en lugares más favorables geopolíticamente - 'reshoring' o 'friendshoring'- y no en cualquier parte del mundo.

 Como dijo Lagarde: “los gobiernos están legislando para aumentar la seguridad del suministro, en particular a través de la Ley de Reducción de la Inflación en los Estados Unidos y la agenda de autonomía estratégica en Europa. Pero eso podría, a su vez, acelerar la fragmentación ya que las empresas también se adaptan con anticipación. De hecho, a raíz de la invasión rusa de Ucrania, la proporción de empresas globales que planean regionalizar su cadena de suministro casi se duplicó (alrededor del 45 %) en comparación con el año anterior”.

¿Significa todo ello que el bloque imperialista está perdiendo el control de la extracción de plusvalía de los trabajadores del mundo? En particular, ¿el papel del dólar estadounidense como emperador de las monedas está amenazado por otras monedas en el comercio y la inversión? Lagarde comentó: “La evidencia anecdótica, incluidas las declaraciones oficiales, sugieren que algunos países tienen la intención de aumentar el uso de alternativas a las principales monedas tradicionales para facturar el comercio internacional, como el renminbi chino o la rupia india. También estamos viendo una mayor acumulación de oro como activo de reserva alternativo, posiblemente impulsado por países con vínculos geopolíticos más estrechos con China y Rusia”.

 Es indudable que la imposición de sanciones económicas a Rusia empleadas por los gobiernos imperialistas –prohibición de importaciones de energía; confiscación de las reservas de divisas; el cierre de los sistemas de liquidación bancaria internacional – ha acelerado el alejamiento del dólar y el euro. Sin embargo, Lagarde agregó la advertencia de que esta tendencia aún está lejos de cambiar drásticamente el orden financiero mundial. “Estos desarrollos no apuntan a ninguna pérdida inminente de dominio del dólar estadounidense o el euro. Hasta el momento, los datos no muestran cambios sustanciales en el uso de las monedas internacionales. Pero sí sugieren que el estatus de moneda internacional ya no debería darse por sentado”.

Lagarde tiene razón. Como he mostrado en varios artículos anteriores, aunque los EEUU y la UE han perdido terreno en su cuota en la producción mundial, el comercio e incluso en las transacciones y reservas de divisas, todavía queda un largo camino por recorrer antes de declarar que la economía mundial se ha 'fragmentado' en ese sentido

 El dólar estadounidense (y en menor medida el euro) sigue siendo dominante en los pagos internacionales. El dólar estadounidense no está siendo reemplazado gradualmente por el euro, ni por el yen, ni siquiera por el renminbi chino, sino por un lote de monedas menores.

 Según el FMI, la parte de las reservas en dólares estadounidenses de los bancos centrales se ha reducido en 12 puntos porcentuales desde el cambio de siglo, del 71 % en 1999 al 59 % en 2021. Pero esta caída ha ido acompañada de un aumento por parte de lo que el FMI denomina "monedas de reserva no tradicionales", definidas como monedas distintas de las "cuatro grandes" (dólar estadounidense, el euro, el yen japonés y la libra esterlina), a saber, el dólar australiano, el dólar canadiense, el renminbi, el won coreano, el dólar de Singapur y la corona sueca. Todo esto sugiere que el cambio en la fortaleza de las monedas internacionales tras la guerra de Ucrania no será hacia un bloque Oeste-Este, como argumenta la mayoría, sino hacia una fragmentación de las reservas de divisas.

Esta fragmentación preocupa a Lagarde, como representante de la hegemonía global EEUU-UE. Y propone: “en la medida en que la geopolítica conduce a una fragmentación de la economía global en bloques que compiten, esto exige una mayor cohesión política. Sin comprometer la independencia, sino reconociendo la interdependencia entre las políticas y cómo cada una puede lograr mejor su objetivo si se alinea detrás de una meta estratégica”. ¿Qué quiere decir Lagarde?: que las principales potencias deben trabajar juntas con medidas fiscales y monetarias similares para garantizar que la 'fragmentación' fracase y se mantenga el orden existente. Pero eso va a ser muy difícil en una economía mundial que se desacelera en el crecimiento del PIB real y de la inversión, y sobre todo, cuando la rentabilidad del capital se mantiene en torno a mínimos históricos.

El dólar estadounidense y su hegemonía aún no están amenazados porque “entre el 50 y el 60 % de los activos estadounidenses a corto plazo en poder de extranjeros están en manos de gobiernos con fuertes lazos con los Estados Unidos, lo que significa que es poco probable que desinviertan por razones geopolíticas” (Lagarde). E incluso se da el caso de que la China 'anti-estadounidense' sigue fuertemente comprometida en sus reservas de divisas con el dólar estadounidense. China informó públicamente que redujo la participación en dólares de sus reservas del 79 % al 58 % entre 2005 y 2014. Pero China no parece haber cambiado la participación en dólares de sus reservas en los últimos diez años.

 Además, las instituciones multilaterales que podrían ser una alternativa al FMI y al Banco Mundial existentes (controlados por las economías imperialistas) aún son pequeñas y débiles. Por ejemplo, está el Nuevo Banco de Desarrollo creado en 2015 por los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El NDB ahora nombró a la ex presidenta de Brasil, Dilma Roussef, como directora, con sede en Shanghái.

Hay mucho ruido de que el NBD puede proporcionar un polo alternativo de crédito a las instituciones imperialistas del FMI y el Banco Mundial. Pero hay un largo camino por recorrer para hacerlo. Un exfuncionario del Banco de la Reserva de Sudáfrica (SARB) comentó: “la idea de que las iniciativas de los Brics, de las cuales la más destacada hasta ahora ha sido el NDB, suplantarán a las instituciones financieras multilaterales dominadas por Occidente es una quimera”. Para empezar, los BRICS son muy distintos en términos de población, PIB per cápita, geográficamente y en estructura comercial. Y las élites gobernantes en estos países a menudo están en desacuerdo (China contra India, Brasil contra Rusia).

Como escribió Patrick Bond recientemente: “El papel de los BRICS en las finanzas globales se resume en 'hablar a la izquierda, caminar a la derecha' como demuestra su vigoroso apoyo financiero al Fondo Monetario Internacional durante la década de 2010, y más recientemente la decisión de los BRICS de establecer el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) -supuestamente una alternativa al Banco Mundial- y que este declare un congelamiento de su cartera rusa a principios de marzo, ya que de lo contrario no habría conservado su calificación crediticia occidental de AA+. Y Rusia es accionista del 20% del NDB.

Pero volvamos a Lagarde: “ el factor individual más importante que influye en el uso de una moneda internacional es la “fortaleza de sus fundamentos”. En otras palabras, por un lado, la tendencia al debilitamiento de las economías del bloque imperialista con crecimientos muy débiles y crisis durante el resto de esta década; y por otro, la continua expansión de China e incluso de India. Esto significa que el fuerte dominio militar y financiero de EEUU y sus aliados se sostiene sobre las pies de barro de una productividad, inversión y rentabilidad relativamente bajas. Esa es una receta para la fragmentación y el conflicto global.

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 Michael Roberts  habitual colaborador de Sin Permiso, es un economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente:

https://thenextrecession.wordpress.com/2023/04/22/a-multipolar-world-and-the-dollar/ 

Traducción:G. Buster.

 Este texto tiene gráficas  , para ver  , picar aquí  en su enlace..

 https://www.sinpermiso.info/textos/un-mundo-multipolar-y-el-dolar

 Y ver  otro  artículo  comentando el discurso de Lagarde

 https://www.wsws.org/es/articles/2023/04/21/euro-a21.html..

sábado, 22 de abril de 2023

La UE no debate .

 Bajo la lupa

Alfredo Jalife-Rahme

En su retorno exitoso de China, el presidente francés, Emmanuel Macron, comentó que “el gran riesgo que enfrenta Europa es ser atrapada en crisis que no son nuestras, que le previenen construir su autonomía estratégica (http://bit.ly/3zShGVQ)” . El rebelde Macron, atribulado en el frente doméstico por su polémica imposición de la ley de jubilaciones, sentencia que la “autonomía estratégica” sería amenazada si Europa “en pleno pánico (sic) cree que somos únicamente seguidores (¡megasic!) de EU”, por lo que “no es de nuestro interés acelerar una crisis sobre Taiwán”.

Desde hace 20 años detecté el horizonte luminoso de la “multipolaridad” y la “autonomía estratégica” de Francia, más que de Europa (http://bit.ly/3Usrb7o) . En caso del rechazo de la “autonomía estratégica” ,“Europa saldría de la historia (http://bit.ly/3KShoVd )”.

La postura de Macron contrasta con la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien acompañó al presidente galo a China y se empecinó en defender la política secesionista de Taiwán azuzada por EU. El pugnaz senador republicano Marco Rubio inquirió si la postura de Macron era de Francia o de toda Europa (https://bit.ly/404vE1g) , lo cual exhibe la fractura europea que de facto significa una enorme brecha en la OTAN cuando 80 por ciento de la ciudad de Bakhmut (Ucrania) ha sido capturada por Rusia. ¿Macron sacrifica a Taiwán en Pekín para rescatar algo de Ucrania?

Llama la atención que Von der Leyen se inmiscuya temerariamente en los asuntos de China cuando no ha sabido resolver el contencioso ucranio en Europa. Pero todavía llamó más la atención que Macron, ex funcionario de la banca Rothschild –cuando los contestatarios franceses ocuparon las oficinas de Black Rock, que gana jugosos dividendos con las pensiones galas– haya exhortado a que Europa reduzca su dependencia sobre la “extraterritorialidad (sic) del dólar”. Desde la “autonomía estratégica” de Francia y/o Europa hasta la “extraterritorialidad del dólar”, Macron retoma los principios soberanistas del general Charles de Gaulle y recupera la legendaria combatividad del guerrillero galo Vercingetorix frente a las huestes del cónsul romano Julio César. Por cierto, Pierre, nieto de De Gaulle, comentó que “si Rusia pierde en Ucrania, el mundo pierde (http://bit.ly/3zRf7mU) ”.

Las reacciones de los multimedia de la anglósfera han sido feroces. El consejo editorial del WSJ se lamenta de las supuestas “fallas de Macron sobre Taiwán y Ucrania”: “debilita la disuasión contra la agresión china y socava el apoyo de EU a Europa”. Lo peor, a su juicio: “Macron se considera el De Gaulle del siglo XXI”, que incluye “distanciar a Europa de EU (http://bit.ly/3MAdDVp )”. The Guardian, muy cercano al globalista neoliberal George Soros, atiza el fuego: “Macron enciende el enojo al decir que Europa no debe ser “vasallo” en el conflicto de EU y China”. El rotativo británico afirma que “existe alarma a los dos lados del Atlántico” conforme “el presidente francés advierte contra ser atraído en cualquier conflicto en Taiwán (http://bit.ly/41lJeyA.

 Para Scott Foster, del portal Asia Times, “Macron no tiene ningún interés en desacoplarse de China” y “coloca los negocios antes que la política” al haber asegurado “nuevos grandes arreglos para Airbus y otras firmas nacionales (http://bit.ly/3GCC8xE)”

¿No habrá sido más bien la inflación, la desdolarización, la crisis energética, la grave crisis bancaria, el declive del G7, la crisis migratoria y la ausencia de resultados militares en Ucrania lo que ha “desacoplado” a Francia, y a otros países europeos más “independientes”, de las fallidas políticas de Biden? Macron extrapoló en La Haya la “autonomía estratégica” a la “soberanía económica” en tecnología y la defensa (http://bit.ly/41jk2Zl)

.Como el rey Edipo, Macron llegó a una ineludible bifurcación, donde decidirá su permanencia en el concierto universal de países o su sojuzgamiento a la anglósfera globalista. Remember el “¡fuck Europe!” de la jázara Victoria Nuland...

 http://alfredojalife.com

y ver ...

.El arte lento de la "guerra" de todo el gobierno

Alastair  Crooke  

Europa no está preparada para admitir que las sanciones fueron un fracaso y que Occidente se excedió, y ahora se ven las consecuencias económicas y políticas

https://observatoriodetrabajadores.wordpress.com