Ucrania ¿contraofensiva para la victoria… o para una
negociación honrosa?
Sergio Rodríguez Gelfenstein
Fuentes: Rebelión
Un silencio sepulcral cubrió la sala donde el general de
cuatro estrellas Christopher G. Cavoli, comandante general del Ejército de
Estados Unidos en Europa y África, desmintiera al representante Joe Courtney,
en su comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Congreso.
En dicha reunión, Cavoli afirmó que: “… gran parte del
ejército ruso no se ha visto afectado negativamente por este conflicto [el de
Ucrania]. Una de esas fuerzas son las submarinas. Es muy difícil hablar en
público, como usted sabe señor sobre la guerra submarina y nuestros esfuerzos
al respecto. Pero puedo decir que los rusos están más activos de lo que hemos
visto en años y sus patrullas en todo el Atlántico están a un alto nivel la
mayor parte del tiempo. Y esto es, como usted ha señalado a pesar de todos los
esfuerzos que están llevando a cabo dentro de Ucrania”.
A buen entendedor, pocas palabras, con extraordinaria
delicadeza dado el escenario en que se encontraba, Cavoli le hizo saber a estos
afiebrados de la guerra que a pesar de estar involucrada en la guerra en Ucrania,
los submarinos rusos portadores de misiles hipersónicos están rondando las
costas de Estados Unidos “a un nivel más alto de lo que hemos visto en años”.
Al comentar el hecho los periodistas del sitio web de
extrema derecha Trunews se mostraron sorprendidos de que los medios de
comunicación estuvieran afirmando que Ucrania estaba ganando la guerra y que el
ejército ruso iba a colapsar. “Todo es mentira” afirmó unos de ellos, diciendo
que tal aseveración era mera propaganda porque en realidad “los rusos están
ganando y […] la única razón por la que los ucranianos están aún allí es porque
las naciones occidentales han gastado miles de millones de dólares colectivamente
para promover un gobierno corrupto liderado por Zelenski quien está robando
cantidades desconocidas de dinero y si no los apoyamos, los rusos habrían
barrido con él hace un año”
Esa es la cruda situación expuesta por militares y
periodistas muy lejanos de simpatizar con Rusia y es la realidad que Occidente
pretende ocultar. También es el marco objetivo sobre el cual se desarrolla un
conflicto en el que parecía estarse abriendo un espacio a la negociación. Sería
igualmente la razón de la tan “cacareada” contraofensiva ucraniana que Kiev
parece estar preparando, más por la necesidad de ensanchar su pliego de cara a
eventuales negociaciones, que por la suposición de que pueda obtener un triunfo
militar que hoy se ve lejano.
Nadie como el secretario de Estado de Estados Unidos Anthony
Blinken lo pudo haber dicho con tanta claridad. En una entrevista con Fox News,
ante una pregunta sobre las perspectivas de Ucrania en el conflicto afirmó que:
«Al final, su éxito en el campo de batalla es el mejor y quizás el camino más
rápido hacia las negociaciones que traerán una paz justa y sostenible”.
El problema es que casi nadie en su sano juicio cree que
Ucrania pueda desarrollar una contraofensiva con éxito. El periódico londinense
The Times propiedad del magnate Rupert Murdoch, citando fuentes de la
inteligencia británica aseguró que Ucrania no estaba preparada para la
contraofensiva. Así mismo, según fuentes de inteligencia de Estados Unidos
también citadas por dicho medio de comunicación, Ucrania “ya no tiene elección”
incluso sabiendo que es poco probable que consigan [algo] más que «modestas
ganancias territoriales».
The Times argumenta que las fuerzas armadas ucranianas
carecen de una defensa antiaérea adecuada para desarrollar una campaña
ofensiva, lo que las haría presa fácil de la aviación rusa. Tampoco parece
probable que puedan superar el sólido sistema de ingeniería ruso compuesto por
trincheras y fortificaciones construidas durante un año, la cual parece
inexpugnable ante la mirada de los satélites.
Por su parte, el presidente checo Petr Pavel quien antes de incursionar en la política se
desempeñó como Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas checas
desde 2012 hasta 2015 y como Presidente del Comité Militar de la OTAN desde
2015 hasta 2018, manifestó que las Fuerzas Armadas ucranianas no tienen
capacidad para enfrentarse a Rusia con eficacia por la “escasez crítica” de
municiones, por lo cual opina que Ucrania en realidad lo que necesita son
municiones para estructurar una defensa triunfante porque tal “escasez crítica”
[…] limita su capacidad para llevar a cabo una contraofensiva exitosa”
En este marco, se multiplican las iniciativas de búsqueda de
una salida negociada. La llamada telefónica del presidente Xi Jinping a su par
ucraniano el pasado 26 de abril, envió una fuerte señal en ese sentido, sobre
todo tras el éxito de Beijing al lograr el acercamiento entre Irán y Arabia
Saudí con las innumerables repercusiones que este acuerdo ha tenido para todo
el Asia Occidental y el norte de África.
Aunque ya era difícil suponer que esta iniciativa hubiera
podido prosperar toda vez que Moscú no iba a ceder los territorios que
decidieron incorporarse a su soberanía, el ataque con drones del día de ayer al
Kremlin, alejaron cualquier posibilidad en ese sentido.
China había manifestado que la única salida era el diálogo y
la negociación pero su plan partía de la existencia de condicionantes que no se
observan en el escenario de un conflicto que al revés, camina en dirección
contraria. Estados Unidos y la OTAN supusieron que podían obtener una victoria
militar, política y económica que destruyera a Rusia para siempre y que eso
podía lograrse a costa de la pérdida de cientos de miles de ucranianos que se
iban a sacrificar para sostener los valores y el dominio de Occidente.
La respuesta ucraniana a la iniciativa china no se hizo
esperar. Aunque en el primer momento Kiev emitió tibias opiniones a favor de la
propuesta, Mikhail Podolyak, asesor del jefe de la oficina de Zelenski
sentenció que Beijing tendría que distanciarse de la Federación Rusa para
seguir siendo un jugador económica y políticamente fuerte. Podolyak, un hombre
muy cercano a Zelenski dudó de la posición china. Afirmó que:
“Durante un año, China no pudo decidir sobre una posición y
ahora tiene que tomar una decisión: o trabaja dentro del marco definido por el
derecho internacional y luego reemplaza a Rusia en el sentido completo de la
palabra, o se hace a un lado y luego perderá gradualmente su influencia,
incluida la económica”. No sé si lo fue, pero se pareció mucho al acta de
defunción de la propuesta china.
Otras iniciativas menos conocidas son las del Papa Francisco
quien durante el vuelo de regreso tras su visita a Hungría dio a conocer que el
Vaticano estaba involucrado en una “misión en curso” para poner fin al
conflicto, pero que todavía no era pública. El problema de este ofrecimiento
que supuestamente se está gestionando es que una de las partes negó conocer
algo al respecto. Así lo hizo saber el vocero del Kremlin Dmitri Peskov quien
de forma escueta aseguró que: «No, no se sabe nada», dejando a Francisco en una
incómoda situación, que se debe interpretar como una nueva jugada en su contra
de la diplomacia vaticana que todavía hoy, a diez años de su entronización, no
logra controlar.
Desde otra perspectiva, también el pasado 26 de abril, el
analista turco Mehmet Perinçek en un artículo publicado en el portal United
World dio a conocer que Finlandia estaba mediando en conversaciones no
oficiales entre Rusia y Ucrania. En este sentido, informó que la fundación
finesa para la paz CMI Martti Ahtisaari, una organización independiente de ese
país, “publicó un documento a principios de abril de 2023, […] que da a
entender que [Rusia y Ucrania] habían llegado a un acuerdo en ciertos puntos”
aunque advierte que este acuerdo era “el resultado de conversaciones no
oficiales entre los representantes de los dos países”.
Al coro de las variopintas voces que emiten opiniones sobre
eventuales negociaciones de paz en Ucrania se han sumado disimiles personajes
como el embajador de Estados Unidos en Hungría que con total desfachatez
criticó las posturas «cínicas» de Budapest que pidió un alto el fuego en un
país “invadido y parcialmente ocupado por Rusia”.
Por su parte, en una posición bastante ambigua que refleja
el carácter multipartidista de la coalición que lo llevó al gobierno, el
presidente de Brasil Lula da Silva ha subrayado que condena la violación de los
derechos humanos de Ucrania por parte de Rusia pero que «no sirve de nada decir
quién tiene la razón» pues a su juicio lo más importante ahora es parar la
guerra. «Solo se puede discutir y conversar cuando la guerra pare», ha
afirmado.
En Europa, donde la guerra ha comenzado a manifestarse en
toda su complejidad, se empiezan a observar distintas y a veces hasta
antagónicas opiniones sobre la búsqueda de las negociaciones. La presidencia de
Francia dio la bienvenida al intercambio telefónico mantenido entre los líderes
de Ucrania y China y manifestó que París «alienta todo diálogo que pueda
contribuir» a lograr la paz conforme «a los intereses fundamentales de Ucrania»
y al derecho internacional.
Desde otra perspectiva, el rey de España en su reunión con
Lula ha pedido una paz basada «en la integridad territorial» de Ucrania. Felipe
VI ha argumentado la defensa del «multilateralismo y el derecho internacional»
como vocación común de España y Brasil. Sin embargo, el Rey ha recordado que para
que la paz sea duradera «debe sustentarse en el respeto a la soberanía nacional
e integridad territorial». Al monarca español se le olvidó que en relación a
Venezuela opina todo lo contrario, justificando la injerencia, el irrespeto a
la soberanía nacional y la violación del derecho internacional, así que su
punto de vista parece poco relevante.
La realidad se ha mostrado veleidosa a la hora de evaluar el
estado en que se encuentra Europa sobre todo en términos económicos y
financieros y también militares. Este contexto es el que está motivando su
desesperada búsqueda de una paz favorable a Ucrania a través de la diplomacia.
Así mismo es lo que explica los urgentes desplazamientos a Beijing de los
presidentes de España y Francia, así como de la presidenta de la Comisión
Europea y del alto representante para asuntos exteriores y política de
seguridad de la Unión Europea. Desesperadamente desean que China haga para
ellos en la mesa de negociaciones, lo que no pudieron lograr en el terreno
militar y en el de las sanciones económicas y financieras.
De hecho hay un conflicto bélico, y las guerras se terminan
cuando triunfa una de las partes sobre la otra, se firma un armisticio, un
acuerdo de paz o una capitulación. Esto último es lo que Estados Unidos, la
OTAN y Europa quieren evitar a toda costa, dada su incapacidad de dar
“solución” a la situación creada, por vía de la fuerza,
Llegó mayo, la primavera comienza a resplandecer, los suelos
se secan, según los especialistas las condiciones mejoran para la realización
de la contraofensiva ucraniana. La pregunta es si ella llevará a Kiev y a sus
líderes a la victoria, a la mesa de negociaciones o al cadalso. En esta
situación es bueno recordar a Carlos III de Suecia en Poltava en 1709, a
Napoleón en Borodinó en 1812 y a Hitler en Stalingrado en 1943. ¿Será que
Zelenski desea incorporarse a la lista en representación del siglo XXI?
Twitter: @sergioro0701
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