La paz no es un recital: Los fracasos de la cumbre de
Ucrania y del G7
Tommaso Di Francesco
30/06/2024
Las dos cumbres del fin de semana tuvieron un elemento
particular en común: la elección de un escenario exclusivo. No sólo por los
lugares ricos y de moda en los que se celebraron, sino también porque ambas
"excluyeron" desde el principio cualquier proceso de paz real, tanto
en Ucrania como, más aún, en Gaza y Cisjordania, donde Occidente lo mismo promete ayuda que envía armas a
Netanyahu bajo cuerda, si es que se molesta en ocultarlo.
Esto es todo lo que se consiguió en Borgo Egnatia con
respecto a la guerra en Ucrania: aprobar el envío de los intereses de los
activos financieros rusos a Kiev para financiar la continuación de la guerra
-un paso muy peligroso y contraproducente, porque se esperan graves represalias
por parte rusa- y otros 50.000 millones de euros en armas, que ya son un factor
importante en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
Mientras tanto, en la "cumbre de la paz" en el
magnífico balneario suizo de Burgenstock, montaron una pantomima para una
fantasiosa noción de paz, en presencia de Zelenski y Kamala Harris, que
acudieron en lugar del indeciso Biden, cuya presencia habría sido significativa
al menos para los ucranianos. Pero las únicas conversaciones versaron sobre el
envío de nuevas armas y su uso, con la luz verde dada por la OTAN y los países
europeos a la posibilidad de utilizarlas contra objetivos en territorio ruso.
Parece que, después de todo, estamos en guerra con Rusia, pero es mejor no
decirlo explícitamente.
Así pues, no cabe esperar un alto el fuego en el verano que
acaba de empezar, ni en otoño, cerca de las elecciones norteamericanas, sino
sólo un conflicto cada vez más brutal con la llegada de las nuevas armas
norteamericanas, aunque está claro que no hay ninguna "victoria" en
el horizonte ni solución militar alguna a la crisis.
Es indiscutible que la conferencia de Lucerna fracasó: no
firmaron el documento final, al igual que el Vaticano, 12 países, entre ellos
Brasil, India, Sudáfrica y Jordania (mientras que Arabia Saudí merece un debate
aparte por sí sola), considerados decisivos porque forman parte de la
alineación del Sur Global que ve la crisis ucraniana a través de los ojos de
quienes han sufrido como consecuencia de las propias guerras de Occidente, las
violaciones del derecho internacional y la integridad territorial, Y poco hay
que añadir sobre el papel completamente marginal de la ONU, único organismo que
podría devolver la legitimidad a una negociación que implica los términos
fundacionales de su Carta Fundacional, empezando por el papel del Derecho
internacional, algo que ha sido sometido repetidamente a un doble rasero en las
guerras de agresión que Occidente ha librado impunemente, un enfoque que, hay
que considerarlo, sin duda habrá envalentonado a Putin, un líder
hipernacionalista de una potencia nuclear, para emularlo de la peor manera. Y
lo que es más importante, Xi Jinping y Lula no asistieron (Brasil participó
sólo como observador).
No se invitó a Rusia, responsable de la agresión del 24 de
febrero de 2022 a Ucrania, a pesar de que es habitual que las conversaciones de
paz se lleven a cabo entre las partes en guerra. Al mismo tiempo, Putin no dejó
de hacer sentir su presencia lanzando una provocadora "propuesta de
paz" propia: pondrá fin a la guerra si consigue el reconocimiento de los
territorios que se ha anexionado. Por supuesto, es inaceptable como solución,
pero es trágicamente clara en su intención: ofrece una instantánea de los
sangrientos avances militares que ha logrado, nada más. Además, también exige
la neutralidad de Ucrania con respecto a la OTAN.
¿Qué se podría hacer? Consideremos los tres puntos
indispensables para Kiev: el control de la central nuclear de Zaporiya, el
acceso a los puertos del Mar Negro y el Mar de Azov, y un intercambio completo
de prisioneros, así como la repatriación de los niños y civiles deportados a
Rusia.
Aparte de que el OIEA [Organismo Internacional de Energía
Atómica] ha pedido negociaciones de seguridad con Rusia sobre la central de
Zaporiya, que está en manos rusas y forma parte de una peligrosa zona de
guerra, todo esto parecen cuestiones secundarias que se tratarán después de los
puntos más importantes.
En cambio, la cuestión de la pertenencia a la OTAN, de la
que apenas se habla, se cierne sobre nosotros. Es una amenaza que puede leerse
cada día entre líneas en las inescrutables declaraciones de Stoltenberg, pero
el propio Biden ha sido claro en los hechos: la entrada de Ucrania en la OTAN
supondría un enfrentamiento militar inmediato con Moscú, y al mismo tiempo es
demasiado pronto, dados los problemas sin resolver que acosan a la democracia
ucraniana, que lucha contra la corrupción, incluso en el ejército.
Además, el acuerdo de cooperación militar de diez años
firmado hace unos días por Zelenski y Biden parece ser, a todos los efectos, un
substituto de la entrada en la OTAN. No es que cambie mucho: tal como nos
recordó el propio Stoltenberg, la OTAN, como parte de su provocativa expansión
hacia el Este, ha estado en Ucrania desde antes de 2014, cuando comenzó la
guerra civil interna, y ahora tiene una presencia cada vez mayor, con
instructores, inteligencia, observadores, y ahora con una comisión de la OTAN
en Ucrania que controla y administra de facto cada arma de las que allí se
envian.
Así pues, la OTAN es la verdadera cuestión central, más que
la candidatura de Ucrania a la UE -mientras ya se desliza Europa por la
resbaladiza pendiente del rearme, además de hacer frente al ascenso de la
extrema derecha en las últimas elecciones. La OTAN sigue ampliándose:
Stoltenberg anunció el domingo que la Alianza Atlántica está negociando el
despliegue de más armas nucleares en Europa,
todo ello mientras constituía un punto clave de la condena contra Rusia
que era inconcebible amenazar con el uso de cabezas nucleares en Europa.
La magnitud del fracaso de la cumbre quedó subrayada por la
ausencia de China. Tal como señala el New York Times, China era atacada hasta
28 veces en el documento final del G7 liderado por Meloni en Apulia, por
"apoyar materialmente" a Putin y por el "dañino exceso de
capacidad" de su economía; y, sin embargo, todo el mundo fingió su
decepción por el hecho de que Pekín se negara a participar en Lucerna.
Lo cierto es que todo el mundo, incluido Zelenski, sabe que
China y Brasil están preparando otra conferencia de paz, después de Lucerna y
no en continuidad con ella, que sentaría a la misma mesa a rusos y ucranianos.
Esto quedó claro cuando la esposa de Zelenski y el ministro de Asuntos
Exteriores ucraniano, Kuleba, se apresuraron a visitar Belgrado al día
siguiente de la visita de Xi Jinping, quien recordó en esa ocasión el bombardeo
de la OTAN contra la capital serbia y la embajada china; y también lo demuestra
el hecho de que el gobierno ucraniano haya creado una comisión que se enviará
de inmediato a Pekín para establecer una relación con Xi después de Lucerna.
Esta conferencia de reinicio podría tener lugar en Arabia Saudí, acogida por la
poderosa monarquía petrolera con lazos inextricables tanto con los Estados
Unidos como con Rusia.
No sabemos si Brasil, China, Sudáfrica, Guterres como jefe
de la ONU y el Vaticano lograrán "rebobinar" el curso de la guerra
ucraniana. Tal "rebobinado" significaría hacer retroceder la invasión
rusa en primer lugar, pero también las acciones de los ucranianos y de la OTAN,
volver a los términos del acuerdo de Minsk II y de las negociaciones del
formato de Normandía: con neutralidad respecto a la OTAN, el reconocimiento de
que las regiones rebeldes mayoritariamente rusoparlantes del Donbás forman parte
de Ucrania, pero permitiéndoles votar sobre un estatuto de autonomía, y la
cuestión de Crimea en suspenso, pero con una reivindicación creíble de que
formen parte de Rusia, tal como ha votado su pueblo.
Es cierto que Putin dirá que no a todo esto. Sin embargo, si
otra parte del mundo insistiera y le pidiera que lo hiciera -una parte que
reclama e insiste en valores universales, empezando por la paz, y a la que él
mismo cree pertenecer, utilizando ese estatus como justificación para usar la
fuerza de la misma manera que Occidente ha hecho y sigue haciendo-, no se puede
descartar la posibilidad de que se enfrente a una crisis (y no por primera
vez).
Podría tener que contar con sus propias contradicciones y
con la perspectiva de las nuevas generaciones en Rusia, que están en contra de
la guerra, como las de Ucrania. La única alternativa es más y más muertes de
civiles y noticias sangrientas desde el frente... y el aumento de las tensiones
nucleares en Europa.
Tommaso Di Francesco
veterano periodista romano, fue codirector entre 2014 y 2023, junto a
Norma Rangeri, del diario “il manifesto”. Poeta epigramático y satírico, es
también autor de novelas y cuentos, y compilador de diversas antologías
literarias.
Fuente:
il manifesto global, 19 de junio de 2024
Traducción:Lucas Antón
https://www.sinpermiso.info/textos/la-paz-no-es-un-recital-los-fracasos-de-la-cumbre-de-ucrania-y-del-g7
Y ver . https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/06/23/ali-baba-y-los-infortunados-del-g7/
No hay comentarios:
Publicar un comentario