viernes, 7 de junio de 2019

El Supremo y la legalidad del 18 de julio de 1936 .

El Supremo y la legalidad del 18 de julio de 1936

Juan Antonio Molina .

En el transcurso de la Revolución Francesa, se debatía ardorosamente en la Asamblea Nacional la oportunidad de juzgar al rey, Luis XVI. En medio del apasionamiento dialéctico y oratorio tomó la palabra Robespierre para advertirle a la cámara que si los diputados votaban mayoritariamente a favor de juzgar al Borbón, tendrían que hacerle un juicio justo y ello implicaba la posibilidad de que fuera absuelto, es más, por la presunción de inocencia ya se debería de considerar al rey destronado como libre de culpa y si eso ocurría la revolución quedaría reducida a un simple motín y los revolucionarios a una banda de sediciosos. Por lo tanto, concluía Robespierre, el juicio era extemporáneo por cuanto el hecho de la misma revolución suponía la condena por el pueblo y la historia del monarca.  

Sin embargo, nadie advirtió al gobierno de Sánchez cuando decretó el traslado de los restos de Franco, al contrario que en el caso de Luis XVI, que ni la historia ni el pueblo había juzgado de facto al franquismo y que el hecho de que la Transición se sustanciara en pasar de la legalidad a la legalidad suponía dejar intacto al Estado nacido el 18 de julio, sin que, por tanto, fuera abolido, ni refutado, ni sus capilaridades psicológicas y sociológicas legalmente censuradas. No hubo depuraciones ni en la judicatura franquista, ni en la policía –de ahí de la existencia de torturadores condecorados en tiempos poscaudillistas-, ni en ningún órgano estatal de la dictadura y la misma jefatura del Estado lo fue por designación directa de Franco.

La Transición no fue el acceso de la voluntad popular al Estado, sino del Estado a la voluntad popular para corregirla y encauzarla

En este contexto, el Tribunal Supremo considera en el auto de exhumación que el actual Estado es continuidad del construido por el grupo de militares sublevados contra el Estado legítimo de la República. Esto, como reconoce el mismo tribunal, no es un error, sino una declaración de principios sobre el régimen de poder que rige actualmente en España. Es por ello, sumamente sorprendente que aquellos progresistas defensores de la Transición trasladen a la ciudadanía una lectura tan elemental de los procesos históricos y, singularmente, de las contradicciones estructurales de la actual Monarquía española, ya que al no ser el franquismo abolido, ni juzgado, ni condenado, y sustanciarse, como consecuencia, el régimen nacido de la Transición en un franquismo corregido, es una falacia que se pretenda, al mismo tiempo, que el régimen del 78 se defina como antagónico a su propia expresión estatal. Porque la Transición no fue el acceso de la voluntad popular al Estado, sino del Estado a la voluntad popular para corregirla y encauzarla. Como dijo Manuel Azaña de la “revolución desde arriba” de Costa, una revolución que se inaugura dejando intacto el Estado existente es un acto muy poco revolucionario.

De igual manera, la Transición supuso la imposición resignada de que no había otra opción, en un contexto de orquestado ruido de sables y maquinaciones financieras. La organización del pesimismo es verdaderamente una de las “consignas” más raras que puede obedecer un individuo consciente. Sólo han querido concedernos un derecho de descomposición bastante perfeccionado. Es decir, la vida como renuncia, convencimiento de que nada puede ser mejor.

Para ello en lugar de esa constitución que proclamaba Azaña: flexible, leve, ligera, adaptada al cuerpo español sin que le embarace ni moleste en ninguna parte porque un pueblo, en cuanto a su organización jurídico-política, es antes de la constitución, entidad viva, la que emergió de la Transición en el 78 se hizo geométrica, rígida, para conservar el régimen de poder articulando un proceso de tránsito asumiendo la legalidad franquista y con ella el estatus de los grupos sociales, económicos y financieros de la dictadura. Se configuró un ambiente psicológico en que cualquier actitud de ruptura con el pasado vaticinara un vértigo. Franco fue finalmente vencido por la biología, derrota que padeceremos todos, pero el Estado, los intereses y las influencias fácticas a las que cobijaba la arquitectura del régimen, superó el trance con ese enjalbegado llamado Transición.


 y    ver

El Ministerio de Defensa también da validez al gobierno de Franco desde 1936 




 Nota del Blog. -
   
  Reconozco mi ingenuidad a veces,  en no ver  que nuestra democracia actual es una democracia inorgánica franquista , no orgánica  pero si vigilada , el franquismo es legal  y eso que fue  la anterior dictadura   y eso que la Constitución del 78   teóricamente derogo las leyes orgánicas que la contradecían , y el franquismo debía ser ilegal e ilegitimo , el artículo de arriba de Antonio Molina  me resulta demoledor ...yo luche por la democracia  y lo pague  con consecuencias personales y lucho ,  pero mi democracia  no es esta .  Ya lo sabía, pero a veces incluso uno lo olvida  y sueña. Pero hay otro problema y  es que el Tribunal Supremo, no puede invalidar algo que el Parlamento aprobó  si fuera el Tribunal Constitucional sí.  Y estamos ya en un segundo caso, el otro fue la suspensión de los diputados  catalanes sin pedir el des aforamiento al Parlamento... y que lo concediera. Y encima lo de Cataluña , ahora según el fiscal , es un golpe estado y el del 36 no .


Nota al texto ..(1)

Dice el ministerio de defensa  . "En febrero de 1938, se dispuso que el escudo central fuera el de los Reyes Católicos colocado sobre el pecho de un águila negra y timbrado con una corona real abierta”. Es un error garrafal, muy extendido, decir que durante el franquismo se adoptó el escudo de los Reyes Católicos. No fue así: se INVENTÓ un escudo, NUEVO, el escudo franquista; eso sí, rodeado por el águila de San Juan del escudo de los Reyes Católicos .Además del Águila de San Juan, el régimen franquista incluyó en su simbología otros elementos característicos de este periodo como es el yugo y el haz de flechas. Resulta, en cualquier caso, fácil apreciar las diferencias entre ambos escudos  ..-Las alas se encuentran plegadas en el escudo franquista, a diferencia del ave de los Reyes Católicos a punto de iniciar el vuelo. Se sustituyó en el escudo franquista el Reino de Sicilia por el de Navarra. El lema de Fernando e Isabel de «Tanto monta» se cambió por «Una, grande y libre», situado en una banda alrededor del cuello del águila. Las columnas de Hércules, que aparecieron en tiempos de Carlos I en la heráldica hispánica, se encuentran fuera de las alas del águila en el escudo franquista.
O sea en este caso ,  el  Ministerio de Defensa  no son unos ignorantes son franquistas.

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