Espectros del fascismo. Pensar las derechas radicales en el siglo XXI
Traverso, Enzo
Traverso,
Enzo . Historiador italiano. Fue profesor de Ciencias Políticas en la
Universidad Jules Verne de Picardía, Francia, y miembro del Centre
National de la Recherche Scientifique (CNRS). Es actualmente profesor en
la Universidad de Cornell (EE.UU.). Entre sus temas de investigación
centrales se encuentran la historia intelectual europea y las ideas
políticas durante la primera mitad del siglo XX y en el contexto
internacional contemporáneo. Es autor de un brillante libro sobre
Kracauer: Siegfried Kracauer. Itinerario de un intelectual nómada (publ.
en castellano en 1998). Entre sus libros más recientes aparecidos en
castellano se encuentran: La violencia nazi, una genealogía europea
(2003), Los judíos y Alemania: ensayos sobre la “simbiosis
judío-alemana” (2005), El pasado, instrucciones de uso: historia,
memoria, política (2007), A sangre y fuego. De la guerra civil europea
(1914 - 1945) (2009), El final de la modernidad judía: historia de un
giro conservador (2014).
El fascismo está regreso. A decir verdad, jamás dejó
de interesar a los historiadores o de nutrir sus controversias; pero,
desde hace algún tiempo, reaparece con insistencia en los debates
públicos. Resurge a veces espontáneamente, como una suerte de facilidad
semántica, cuando no sabemos cómo denominar realidades nuevas,
inesperadas y sobre todo inquietantes. Se designa con ese término ya sea
el ascenso de las derechas radicales un poco por todas partes en la
Unión Europea, ya la Rusia de Putin y las facciones que se enfrenta en
Ucrania, ya el “califato” que Daech intenta edificar en Iraq y en Siria,
ya, finalmente, los actos terroristas de comienzos de 2015 en Francia,
Túnez o Kenia. En Francia, en particular, todo el mundo denuncia o evoca
el “fascismo” de Marine Le Pen a Manuel Valls, hasta a Alain Badiou y
otros intelectuales de izquierda, en una cacofonía desconcertante.
¿Estamos seguros de que el uso indiscriminado de un concepto tal nos
ayuda en verdad a comprender fenómenos tan obviamente diferentes entre
sí? Mucho más que para analizarlos, la apelación a la noción de fascismo
sirve para estigmatizarlos, según una tendencia –tan típica de nuestra
época– a transformar la moral en categoría cognitiva. Ahora bien, el
regreso del “fascismo” vuelve necesario y urgente distinguir bien las
realidades que dicha noción abarca.
Aquello que, entretanto, merece una atención muy
particular es el ascenso de las derechas radicales, uno de los aspectos
más distintivos de la actual crisis europea. A pesar de su
heterogeneidad y de sus divisiones, que no han permitido la creación de
un grupo parlamentario común en Bruselas, ellas comparten ciertos rasgos
–racismo, xenofobia, nacionalismo– que perfilan una tendencia general.
En esta vasta nebulosa, una línea divisoria separa a los viejos miembros
de la Unión Europea de los nuevos, salidos del antiguo bloque
soviético. En estos últimos, el viraje de 1989 creó condiciones
favorables para un renacimiento de los nacionalismos de preguerra,
fascistoides, anticomunistas y antisemitas. Haciendo alarde de su
voluntad de restituir a esos países una conciencia nacional reprimida
durante cuatro decenios de hibernación soviética, todos gozan de una
cierta legitimidad en el seno de la opinión. En Ucrania, un país
atravesado por las nuevas fronteras geopolíticas que separan a Rusia de
Occidente, hemos asistido a la reaparición espectacular de formaciones
abiertamente neonazis. En el Oeste, entretanto, el epicentro de esta
crisis europea se encuentra en Francia, donde el Frente Nacional domina
el paisaje político. Como el Viejo Mundo no había conocido un ascenso
semejante de las derechas radicales desde la década de 1930, esto
despierta en todas partes la memoria de los años oscuros.
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