Barcelona
entra en un momento clave de su historia
El éxito de la Barcelona del 92 atrajo
a los promotores y capitales financieros locales e internacionales. Se desató
la especulación urbana: el planeamiento público fue sustituido por los
proyectos de los privados
JORDI BORJA
El Diario .es
13/02/2015
Barcelona,
una ciudad que se hace querer. Una ciudad que facilita la convivencia y la
mixtura, una ciudadanía popular y trabajadora, una historia de libertad y de
tolerancia. Barcelona es la gente en la calle. Gente de todos colores y de todo
tipo, gente que lucha para vivir y para progresar. Una ciudad que nunca ha
soportado las dictaduras y las injusticias. El historiador Hobsbawm la calificó
de la ciudad más revolucionaria de Europa desde finales del siglo XVIII. El
pueblo de Barcelona ha hecho que hoy amemos nuestra ciudad.
Pero
resistió y la gente con su trabajo y su coraje hicieron ciudad, precaria y
deficitaria, pero digna, en todas partes. Salvador Seguí decía a Victor Serge
en 1916: "Esta ciudad la han hecho los trabajadores y los burgueses se la
han apropiado. Pero un día será nuestra". A principios del siglo XX se
inició un ciclo de lucha popular paralela a la lucha sindical. El boom
económico favorecido por la neutralidad en la primera guerra mundial y el nuevo
marco político debido a un Ayuntamiento más activo y a la creación de la Mancomunidad
facilitaron la movilización social que reivindicaba unas condiciones de vida
dignas, principalmente la vivienda y los servicios básicos. Lo que prometía el
Plan Cerdà y que los poderes políticos y económicos les negaban.
La
proclamación de la República
fue el resultado de unas elecciones municipales. Y se proclamó primero en
Barcelona. El nuevo Ayuntamiento republicano asumió el reto de responder a la
demanda urbana popular. Emergió el GATCPAC que representó al Movimiento moderno
y la Carta de
Atenas, el urbanismo que pretendía ciudades integradoras que ofrecieran calidad
de vida al conjunto de la población. Lo lideraban los jóvenes arquitectos Josep
Torres Clavé y Josep Lluís Sert, el primero murió en el frente de Lleida cuando
la guerra terminaba, el segundo se exilió en América. Promovieron la vivienda
obrera (el prototipo de la casa-bloque), la Ciudad del Reposo y Vacaciones y el Plan Macià o
Le Corbusier que los asesoró. La guerra terminó con el GATCPAC y con el
urbanismo con vocación social. Este espíritu lo recuperó el Grupo I (Bohigas,
Ribas Piera, etc) a mediados de los años 50.
El periodo
democrático ha sido caracterizado primero como un momento histórico glorioso y
más adelante se le ha satanizado. Ciertamente Barcelona se transformó en los
años 80 y 90 y hay que reconocer que la mayoría de la ciudadanía lo reconoció y
celebró. Los medios de comunicación lo exageraron y la proyección internacional
lo confirmó. Muchas actuaciones de la época mejoraron la ciudad y las
condiciones de vida de la gran mayoría de los ciudadanos. Espacios públicos y
equipamientos, regeneración de barrios degradados y marginales,
infraestructuras ciudadanas y no como las que proyectaba el
"porciolismo", nuevas centralidades entre otros. Se redujeron las
desigualdades sociales y mejoró la calidad de vida de la ciudadanía. Pero hay
la otra cara, la falta de una política de vivienda, la insuficiencia de los
transporte públicos, la falta de una política metropolitana. El éxito de la Barcelona del 92 atrajo
a los promotores y constructores y los capitales financieros locales e
internacionales. Se desató la especulación urbana, el planeamiento público fue
sustituido por los proyectos de los privados, la arquitectura se impuso al
urbanismo. Se desató el boom inmobiliario hasta que estalló la crisis. Hace 7
años que dura.
El resultado
es un sentimiento de desposesión de la ciudadanía, una creciente tendencia a
aumentar las desigualdades sociales, una degradación de la imagen internacional
de Barcelona, una pérdida de valor de la capital de Cataluña.
La
resistencia social sin embargo es cada día más fuerte y el hecho mismo de la
existencia de Guanyem es un indicador. Es suficiente seguir la revista de la FAVB para comprobar la
dinámica conflictiva en los barrios. Y como cada día hay una crítica al
no-urbanismo de Barcelona mientras que la alcaldía vende "smart humo".
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