El mito de la Cataluña progresista
En Cataluña nos caracterizamos por tener unos valores que
podríamos definir como de izquierdismo no practicante
Lluís Orriols 18 OCT 2014
El País .
Cataluña es una de las regiones más progres de Europa. O al
menos eso nos dicen las encuestas. Según éstas, apenas uno de cada diez
catalanes admiten abiertamente ser de derechas, una proporción tres veces por
debajo de la media europea. Y es que, en Cataluña, el término derecha sufre de
una pésima popularidad. La gran mayoría de los ciudadanos tienden a evitarlo a
la hora de definirse políticamente y suelen preferir presentarse como de
izquierdas o, a lo sumo, de centro.
Pero, ¿de verdad somos los catalanes tan progres como
solemos afirmar? En realidad, hay motivos para pensar que nuestro izquierdismo
es más de apariencia que de convicción. Por ejemplo, cuando se pregunta a los
catalanes si estarían dispuestos a pagar más impuestos para, con ello, mejorar
los servicios públicos, entonces, Cataluña se presenta como mucho más
conservadora. Si lo comparamos con el resto de comunidades autónomas, los
catalanes somos los que más nos definimos de izquierdas, pero a la hora de
defender nuestro Estado del bienestar acabamos por debajo de la media española.
En definitiva, en Cataluña nos caracterizamos por tener unos
valores que podríamos definir como de izquierdismo no practicante. Tenemos una
tendencia a refugiarnos bajo la etiqueta de izquierdas aun no comulgando con
algunos de sus principios más fundamentales. ¿Por qué en Cataluña nos produce
cierto reparo declararnos como de derechas? ¿Por qué aparentamos ser más de
izquierdas de lo que realmente somos? Una respuesta nos la ofrece el politólogo
de Oxford Elias Dinas. Según sus investigaciones, si los catalanes (al igual
que los vascos) somos tan progreses porque los términos izquierda y derecha han
acabado contaminados por el debate territorial e identitario de tal forma que
el término “derecha” ha pasado a tener connotaciones antiautonomistas.
En el debate público catalán se incurre demasiado a menudo
en la siguiente secuencia argumental: ser españolista es de fachas y, como es
sabido, los fachas son de derechas. Tal silogismo, sin duda tramposo, ha
provocado que muchos acaben erróneamente considerando que definirse de derechas
conlleva adoptar posiciones contrarias al catalanismo político. Es por este
motivo que muchos catalanistas conservadores se muestran reticentes a
presentarse ideológicamente como de derechas, pues esto podría acabar por
interpretarse como un sentimiento de adhesión al nacionalismo español. Quizás
sea por este motivo que Convergència incluya en el título preliminar de sus
estatutos que es un partido ideológicamente “progresista”. O quizás esto
también ayude a explicar por qué el auge del independentismo de los últimos
años ha ido acompañado por un aumento de los catalanes que se definen como de
izquierdas.
La confusión entre los conceptos derecha y españolismo ha
provocado algunas disfunciones importantes en el debate político en Cataluña
La confusión entre los conceptos “derecha” y “españolismo”
ha provocado algunas disfunciones importantes en el debate político en
Cataluña. Quizás los principales damnificados de tal confusión son los partidos
que se desmarcan abiertamente de la órbita del catalanismo político. Por
ejemplo, Ciutadans nació con una clara vocación de ocupar el espacio de la
izquierda no catalanista que, según sus fundadores, el PSC había dejado de
representar tras encabezar el gobierno del tripartit en 2003. El izquierdismo originario
de C's no solo se desprende de sus textos fundacionales sino también de su
actual ideario, el cual asegura tener influencias del “socialismo democrático”.
Aún asumiendo que C's se haya alejado de algunos de sus principios
fundacionales, no hay duda de que el partido no se presentó a las elecciones
catalanas de 2012 con un programa de corte conservador. Según los análisis de
un grupo de investigadores de Deusto, el programa electoral de Ciutadans en
esas elecciones era esencialmente de centro. Sin embargo, a pesar de sus
manifiestos, de su ideario político y de presentarse a las elecciones con un
programa moderado, la gran mayoría de los catalanes perciben a Ciutadans como
un partido de extrema derecha.
Algo muy parecido le ocurre al PP de Cataluña. Si bien los
populares se presentan a las elecciones al Parlament con un programa electoral
similar (o incluso más moderado) que a las elecciones al Congreso de los
Diputados, los catalanes ven a este partido como mucho más conservador. Nada
menos que el 70% del electorado catalán considera al PP de extrema derecha, un
porcentaje que representa casi el doble que el resto de los españoles. Y es que
los catalanes ven al PP más de extrema derecha que los franceses al FN de Le
Pen.
En definitiva, en Cataluña el nacionalismo ha contaminado la
tradicional confrontación entre izquierda y derecha. Esta peculiar manera de
entender el debate ideológico es particularmente dañina en un momento en que la
cuestión nacional ha pasado a ocupar un primer plano en la agenda política.
Para la buena salud de nuestro debate público, los catalanes deberíamos hacer
un esfuerzo en intentar no confundir conceptos. Al fin y al cabo, no existe
ninguna contradicción en considerarse españolista de izquierdas o catalanista
de derechas. De lo segundo hay muchos, pero lamentablemente aún están por salir
del armario.
Lluís Orriols es doctor en la Universidad de Oxford y
profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario