lunes, 17 de julio de 2023

La oscuridad que se avecina .

 

La oscuridad que se avecina: hacia dónde se dirige la guerra en Ucrania

John Mearsheimer

 

05/07/2023

 

 

Este artículo muy reciente de John Mearsheimer reúne los argumentos clave de los discursos públicos recientes y próximos del gran erudito estadounidense. Es difícil sobreestimar su importancia. Acompañado de un extenso conjunto de notas y documentos, contiene los elementos esenciales de la situación en Ucrania y de su probable evolución futura. Como es habitual, Mearsheimer los expresa con la mayor sencillez y claridad, en un esfuerzo de objetividad y perspicacia que le honra.

 

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https://www.sinpermiso.info/textos/la-oscuridad-que-se-avecina-hacia-donde-se-dirige-la-guerra-en-ucrania     

y ver  .. nota  del blog 

 https://www-nytimes-com.translate.goog/2023/07/15/us/politics/ukraine-leopards-bradleys-counteroffensive.html?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc .



domingo, 16 de julio de 2023

Una guerra para entrar en la OTAN .

 

Una guerra para entrar en la OTAN

 

JUANLU GONZÁLEZ

Todo va cuadrando, aunque quizá más rápido de lo que esperaba. Los puntos se unen hasta conformar un mapa de la realidad que concuerda perfectamente con todo aquello que llevamos denunciando desde 2014. Ha sucedido ya con Irak, con Libia o con Siria y pasará una y otra vez hasta que dure la menguante hegemonía de EEUU. Ahora le toca a Ucrania. Occidente dio un golpe de estado para derrocar a Yanukovich. Instauró un gobierno neonazi (sí, lleno de ministros nazis, del partido Sbovoda), organizó una masacre en el Donbass y la limpieza étnica y cultural de la población rusa del estado anteriormente conocido como Ucrania, para construir allí una plataforma desde la que cercar y atacar a Rusia.

Claro que lo sabíamos todo, de sobra. Los hechos son irrefutables. Con ellos construimos un relato geopolítico y estratégico que hemos defendido a capa y espada en contra de las corrientes de opinión mayoritarias. Hemos sido criticados, vejados, censurados, relegados al ostracismo… por supuestos pacifistas e izquierdistas que habían comprado desde el minuto uno el discurso de la OTAN. Sí, por esos mismos de «la guerra de Putin» que ahora prefieren presentarse como equidistantes ante el conflicto, a pesar de la avalancha de datos que desmintieron su versión, no desde hoy, sino desde hace muchos años.

¿Qué es lo que ha cambiado estos días? Sobre el terreno se va consumando la derrota de la contraofensiva ucraniana apoyada por la Alianza. Pero no me refiero a eso, ha sido por las declaraciones del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la cumbre de la Alianza que se celebra en estos días en Vilna. Este individuo ha hecho dos declaraciones jugosas, la primera la profirió cuando daba la bienvenida a los representantes de los países pertenecientes de la OTAN, agradeciéndoles

“…el apoyo militar que los aliados han proporcionado (a Ucrania) durante meses, en realidad empezando en 2014 y, desde la invasión plena en febrero del año pasado, aumentando sustancialmente la ayuda.”

Muy elocuente, ya solo falta que reconozca cómo entrenaron a las fuerzas de choque del golpe de Maidan, en Polonia y Bulgaria, y las dotaron de armamento, pero eso será dentro de algún tiempo…

Las otras palabras tienen más chicha. Stoltenberg dijo así:

“… A menos que gane Ucrania, no se discute nada de su membresía”

Puede parecer una obviedad, las reglas internas de la OTAN impiden que un país pueda ingresar en la Alianza si mantiene vivo un conflicto bélico. Si Ucrania pierde, puede que ni haya país para entrar en ninguna organización internacional. Sin embargo, esas palabras encajan a la perfección con otras declaraciones que realizó el entonces asesor de Zelensky, Oleksiy Arestovych, en 2019 y que aún pueden consultarse en Youtube:

“La entrada de Ucrania en la OTAN implica una posibilidad del 99,9% de una guerra contra Rusia. Pero esa es la mejor opción, tras nuestra victoria, entraremos en la OTAN.”

Esta declaración encaja como un guante con otras manifestaciones, en este caso efectuadas por Alexei Danilov, responsable del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania. Fueron bastante rompedoras en su día:

“Kiev condujo deliberadamente a la guerra con Rusia desde 2019 saboteando los acuerdos de Minsk y las propuestas de paz”.

El abandono deliberado del proceso de paz también ha sido reconocido públicamente por Merkel, Macron o Poroshenko. Vamos, que la OTAN y Ucrania han montado deliberadamente una guerra para derrotar a Rusia, tras la cual se materializaría la entrada de Kiev en la Alianza Atlántica.

No hay más preguntas, señoría.

  https://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=22000..


Es curioso este  relato es bien diferente al  oficial en la prensa española   eso que el medio es o era  pro Kiev.. 

https://www.elnacional.cat/ca/videos/bea-talegon-zelenski-cada-vegada-mes-sol_1062006

jueves, 13 de julio de 2023

Los judíos de Lituania.

 

Cumbre de la OTAN en Vilnius: en el escenario de un crimen.

Por Clara Weiss y David North (Traducido de la Web WSWS)

Hoy, los líderes de la OTAN se reunen en Vilnius, Lituania, a sólo unos cientos de kilómetros del campo de batalla de la guerra en Ucrania, que ya se ha cobrado cientos de miles de vidas.

No faltarán las denuncias de la brutalidad rusa. Sin duda, al gobierno lituano en particular se le agradecerán sus esfuerzos por encabezar la guerra de la OTAN o, como la llaman los obedientes lacayos de los medios de comunicación, la lucha por defender la «democracia.»

Joe Biden, que acaba de aprobar la entrega de bombas de racimo a Ucrania, una de las armas más brutales y criminales de la guerra moderna, denunciará la inhumanidad de Vladimir Putin. Olaf Scholz, cuyo gobierno está llevando a cabo el mayor rearme desde Hitler y está a punto de estacionar 4.000 soldados alemanes en Lituania, volverá al escenario de algunos de los peores crímenes del imperialismo alemán, escupiendo propaganda de guerra bien preparada.

De lo que no se hablará es de la historia de la ciudad en la que se reúnen: Vilnius, antaño conocida como la «Jerusalén de Europa», fue escenario de algunas de las mayores y más bárbaras masacres de la historia de la destrucción de la judería europea dirigida por los nazis. Con el 95 por ciento de su población judía de antes de la guerra, unos 210.000 judíos asesinados, Lituania registró una tasa de mortalidad más alta que casi cualquier otro país de Europa. Los nacionalistas lituanos estuvieron entre los principales autores de aquel crimen histórico.

Al igual que sus homólogos ucranianos, la burguesía lituana combinó históricamente una tradición de amargo anticomunismo con un vil antisemitismo. Tras la ocupación soviética de Lituania en 1940, nacionalistas y generales de extrema derecha huyeron a Alemania, donde fundaron, en colaboración directa con el régimen nazi, el Frente Activista Lituano (LAF).

Casi simultáneamente a los pogromos que lanzaban los nazis y la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) en Ucrania Occidental, el LAF y los ocupantes alemanes iniciaron una orgía de matanzas masivas en Lituania. En menos de tres años, una comunidad de 800 años de antigüedad, que desempeñó un papel central en el desarrollo de la cultura judía y mundial, fue aniquilada casi por completo.

De los aproximadamente 210.000 judíos que vivían en Lituania antes de la invasión nazi del 22 de junio de 1941, 195.000 habían sido asesinados al final de la guerra en 1945. La inmensa mayoría había muerto a finales de 1941.

La característica más horrible del Holocausto en Lituania fue la participación abierta y desvergonzada de importantes sectores de la población en la caza, tortura y asesinato de judíos. La historiadora Masha Greenbaum ofrece un relato desgarrador de la matanza que asoló el país en los días previos e inmediatamente posteriores a la invasión nazi.

La entrada de los nazis en Lituania, que había sido anexionada por la Unión Soviética en 1940, fue acogida con entusiasmo por las fuerzas nacionalistas, anticomunistas y violentamente antisemitas. Entre sus principales figuras se encontraba el embajador lituano en Berlín, el coronel Kazys Skirpa, que era ampliamente conocido por ser un ferviente admirador de Adolf Hitler. Antes de la invasión alemana, Skirpa dirigía una importante red de fascistas lituanos. Greenbaum escribe en The Jews of Lithuania: A History of a Remarkable Community 1316-1945:

“Estas células de fascistas lituanos, simpatizantes nazis y nacionalistas lituanos eran componentes importantes del LAF, Lietuvos Aktyvistu Frontas (Frente Activista Lituano), el mayor y mejor organizado de los grupos nacionalistas. Pero había muchas otras facciones, como el Lobo de Hierro, el Ejército Lituano de la Libertad, los Halcones y el Frente Lituano de Restauración. Penetraron en las universidades, la función pública, las profesiones, incluso en los institutos. Según fuentes lituanas, el número de miembros de estos grupos clandestinos y unidades antisoviéticas alcanzó los 100.000”.

Tres días antes de la invasión, Skirpa -en contacto permanente con la Gestapo (policía secreta) y la Wehrmacht (ejército) nazis- publicó el folleto nº 37 para su distribución masiva por toda Lituania. Era un llamamiento no disimulado a la destrucción total de los judíos lituanos. Decía:

“Por fin ha llegado el día crucial para los judíos. Lituania debe ser liberada no sólo de la esclavitud bolchevique asiática, sino también del yugo judío de larga data.

En nombre del pueblo lituano, declaramos solemnemente que el antiguo derecho de santuario concedido a los judíos en Lituania por Vytautas el Grande queda abolido para siempre y sin reservas.



Los judíos culpables de perseguir a los lituanos serán juzgados. Los que logren escapar serán encontrados. Es deber de todos los lituanos honestos tomar medidas por iniciativa propia para detener a tales judíos y, si es necesario, castigarlos. El nuevo Estado lituano será reconstruido sólo por lituanos. Todos los judíos quedan excluidos de Lituania para siempre. … Que los judíos sepan la sentencia irrevocable dictada contra ellos; ni un solo judío tendrá derechos de ciudadanía. Los errores del pasado y los males perpetrados por los judíos serán corregidos, y se establecerá una base firme para un futuro feliz y la obra creativa de nuestra nación aria. Preparémonos para la liberación de Lituania y la purificación de la nación
”.

Esta diatriba desató un desenfreno de violencia homicida. Es difícil leer el relato de Greenbaum sobre los monstruosos crímenes perpetrados contra los judíos por las turbas lituanas, azuzadas por los antisemitas y anticomunistas nacionalistas. Greenbaum escribe:

El 25 de junio, los partisanos lituanos que se definían a sí mismos como luchadores por la libertad comenzaron una matanza de tres días contra los judíos de las ciudades y pueblos más pequeños, durante la cual pereció toda la población de más de 150 comunidades judías. Algunos judíos fueron expulsados de sus hogares y quemados vivos, después de haber sido salvajemente golpeados y hacinados en sinagogas, escuelas y otros lugares públicos que luego fueron incendiados. En otros casos, familias judías enteras fueron conducidas a bosques o cauces de ríos cercanos, donde se habían preparado fosas o trincheras, y luego fusiladas. En varias localidades, como Reiniai y Geruliai en la zona de Telsiai, en Meretz (Merkine), Plungian (Plunge), Sakiai (Shaki) y Kelm (Kelme), los judíos fueron obligados a cavar sus propias tumbas. Prácticamente todos los judíos de Ukmerge fueron hacinados en la sinagoga y quemados vivos. En Seirijai, los judíos fueron arrastrados desnudos por las calles y luego brutalmente asesinados en presencia de una multitud que vitoreaba. En Panevezys, judíos, entre ellos varias mujeres jóvenes que habían sido violadas, fueron arrojados a cal ardiendo.

Sólo en Kovno, los partisanos lituanos asesinaron a casi 4.000 judíos durante los dos días que transcurrieron entre la invasión y la llegada de las fuerzas alemanas a la ciudad. Una atrocidad especialmente brutal tuvo lugar más tarde en el garaje de la cooperativa Lietukis, en el centro de Kovno. Unos 60 hombres judíos, elegidos al azar en las calles por los partisanos, fueron llevados al garaje y salvajemente golpeados y torturados mientras una gran multitud observaba. Mientras los judíos yacían heridos y gimiendo en el suelo, sus torturadores continuaron, para diversión de la multitud, golpeándolos sin piedad hasta que murieron. Otro grupo de judíos fue arrastrado para limpiar el garaje y llevarse a las víctimas para enterrarlas.

En Slobodka (Wiliyampole), los partisanos iban de casa en casa buscando judíos. Sus víctimas eran arrojadas al río Viliya: los que no se ahogaban morían a tiros mientras nadaban. Las casas judías eran incendiadas y sus ocupantes quemados vivos mientras los partisanos bloqueaban el paso a los bomberos que se acercaban. Gamberros que se hacían llamar luchadores por la libertad masacraron a judíos indiscriminadamente. En muchos casos, arrancaron miembros de los cuerpos y los esparcieron por todas partes.

El 25 de junio, los partisanos decapitaron al rabino jefe de Slobodka, Zalman Ossovsky, y exhibieron su cabeza cortada en la ventana principal de su casa. Su cuerpo sin cabeza fue descubierto en otra habitación, sentado cerca de un volumen abierto del Talmud que había estado estudiando.

La mayoría de estas 150 localidades se convirtieron en Judenrein (libres de judíos) 24 horas antes de la llegada de las fuerzas de ocupación alemanas. Esto dio a la población local una breve oportunidad para abalanzarse sobre las casas y negocios de sus antiguos vecinos judíos en un frenesí de pillaje y saqueo. Muchos de los asesinatos y saqueos se llevaron a cabo a plena luz del día en medio de testigos aquiescentes, a menudo vitoreando. Cuando asistían a misa en la iglesia, los partisanos eran alabados por los sacerdotes por su valor y patriotismo
”.

Las atrocidades de la última semana de junio de 1941 no cesaron hasta el final de la guerra. Los judíos fueron las principales víctimas, pero no las únicas. El lugar más notorio de los asesinatos en masa en Lituania fue el bosque de Ponary, en las afueras de Vilnius. Ponary | Holocaust Encyclopedia (ushmm.org) Se calcula que entre 1941 y 1944, hasta 100.000 personas, entre ellas unos 70.000 judíos, 20.000 polacos y 8.000 prisioneros de guerra soviéticos, fueron asesinados aquí por los Einsatzgruppen de las SS alemanas y sus colaboradores lituanos. La mayoría de los asesinatos fueron llevados a cabo por una unidad de 80 hombres de los Ypatingasis būrys, voluntarios lituanos organizados en las SS. La matanza sólo terminó con el avance del Ejército Rojo soviético.

Después de la guerra, muchos de los peores colaboradores nazis y cómplices de asesinatos en masa continuaron sus vidas ilesos. Kazys Škirpa, fundador de la LAF, trabajó en el Trinity College de Dublín y en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Murió en Washington D.C. el 18 de agosto de 1979 a la edad de 84 años.

Aleksandras Lileikis, jefe de la Policía de Seguridad lituana en Vilnius, uno de los principales organizadores del asesinato de la comunidad judía de Vilnius, encontró empleo en la CIA y obtuvo permiso para emigrar a Estados Unidos. Se instaló en Massachusetts y adquirió la ciudadanía estadounidense. No fue hasta 1994 cuando las investigaciones sobre sus crímenes, largamente retrasadas, condujeron a su desnaturalización. Regresó a Lituania, que no pudo eludir las demandas para su procesamiento por el cargo de genocidio. Pero Lileikis murió en septiembre de 2000 a la edad de 93 años antes de que se llegara a un veredicto.

Tras la disolución de la Unión Soviética, la nueva burguesía lituana promovió la rehabilitación de sus antepasados colaboradores del nazismo. El gobierno y los principales partidos minimizaron y encubrieron la magnitud de los crímenes cometidos entre 1941 y 1945, al tiempo que emitían ocasionalmente, por razones de conveniencia política, declaraciones pro forma e insensibles de pesar oficial por el exterminio de los judíos lituanos.

Como uno de sus primeros actos, el nuevo parlamento lituano rehabilitó a los lituanos condenados por colaboración con los nazis por el gobierno soviético. Se bautizaron calles con nombres de líderes de la LAF, como Škirpa. Nazi collaborator monuments in Lithuania (forward.com) La Academia Militar estatal de Lituania, afiliada a otras academias militares de la OTAN, recibió el nombre de Jonas Žemaitis, otro infame colaborador nazi. Mientras tanto, los supervivientes del Holocausto que lucharon con los partisanos soviéticos contra los nazis y sus aliados lituanos fueron juzgados por «colaboración» y «crímenes de guerra». Lithuania and Nazis: The country wants to forget its collaborationist past by accusing Jewish partisans of war crimes. (slate.com)

El caso del fascista lituano Jonas Noreika adquirió notoriedad internacional. Ejecutado en la Unión Soviética tras la guerra, fue celebrado póstumamente por el régimen lituano posterior a 1991 como luchador contra la «tiranía comunista». Se cambiaron los nombres de las calles en su honor, y Noreika fue condecorado con la Cruz de Vytis, el más alto honor concedido por Lituania a una persona fallecida. Pero en el año 2000 la nieta de Noreika encontró documentos familiares ocultos durante mucho tiempo que revelaban que había «ordenado reunir a todos los judíos de su región de Lituania y enviarlos a un gueto donde fueron golpeados, hambrientos, torturados, violados y luego asesinados». (Artículo de opinión publicado el 27 de enero de 2021 en el New York Times, «No More Lies. My Grandfather Was a nazi, por Silvia Foti).

A pesar de estas revelaciones, Noreika sigue siendo honrado en Lituania como un héroe nacional. En la Academia Lituana de Ciencias sigue habiendo una placa conmemorativa que honra su memoria. Recientemente se ha terminado un documental que denuncia esta parodia de la verdad histórica, titulado J’Accuse, que se pudo ver en diciembre de 2022 en el Festival de Cine Judío de Miami.

J’ACCUSE Trailer | Miami Jewish Film Festival 2023 – Bing video

La primera ministra lituana, Ingrida Šimonytė, y el ministro de Asuntos Exteriores, Gabrielius Landsbergis, con quienes Biden, Scholz, el francés Macron y el británico Rishi Sunak discutirán la conveniencia de la adhesión de Ucrania a la OTAN y el despliegue directo de tropas, son miembros del partido gobernante Unión Patria, cuyos diputados tienen un sórdido historial de exabruptos antisemitas.

En 2019, la única sinagoga judía que quedaba en el país, en Vilnius, tuvo que ser cerrada indeterminadamente debido a las persistentes amenazas de la extrema derecha. Según una declaración de la comunidad judía lituana, el partido Unión Patria no solo se negó a intervenir, sino que alentó a las fuerzas de extrema derecha al exhibir «el continuo y creciente deseo expresado públicamente… de reconocer a los perpetradores del asesinato en masa de los judíos de Lituania como héroes nacionales y la demanda de que estas personas sean honradas con placas conmemorativas y por otros medios.» Lithuanian Jewish Community Shutters Vilnius’ Only Synagogue Over Antisemitic Threats – Algemeiner.com

Biden, Scholz, Macron y Sunak no ignoran esta historia. Pero consideran que cualquier exposición de los crímenes de los nazis y sus colaboradores revela verdades incómodas que chocan con sus agendas geopolíticas y, por lo tanto, deben ser blanqueadas y suprimidas.

La guerra por poderes que se está librando en Ucrania ha sido impulsada y justificada por mentiras. La falsificación de la historia y la rehabilitación de los nazis y sus colaboradores en Ucrania, Polonia, Lituania y Alemania son componentes esenciales de la agenda de la OTAN.

En la reunión de los conspiradores de la OTAN en Vilnius está en juego una grotesca lógica histórica. Los líderes del imperialismo mundial actual traman sus nuevos crímenes contra la humanidad bajo las oscuras sombras de los cometidos hace 80 años.

(Reproducido de WSWS) 

https://kaosenlared.net/cumbre-de-la-otan-en-vilnius-en-el-escenario-de-un-crimen/

miércoles, 12 de julio de 2023

Cataluña y el esclavismo colonial.

 

Los indianos catalanes en el imperio negrero español


Fuentes: Viento Sur

La emisión del documental de TV3 Negrers. La Catalunya esclavista desató la tormenta perfecta para que todos los tabúes sobre la acumulación primitiva de capital en Catalunya salten por los aires. La apertura de este debate, que ha llegado para quedarse, ha generado una conmovedora actitud defensiva en el espectro conservador; basta con oír al periodista Jordi Basté despavorido ante los ataques a los intocables de la Barcelona modernista (RAC1, 23/02/2023).

No por esperada fue menos virulenta una reacción que pretendió sofocar el debate con ridiculizaciones ad hoc. Más sorprendente ha sido la estupefacción de una parte de la izquierda que ha llegado a tildar de “importación de los campus norteamericanos” la participación de la burguesía catalana en el tráfico de esclavos o minimizando su centralidad en la acumulación primitiva de capital.

Lo cierto es que las investigaciones históricas más recientes permiten afirmar que el alcance del tráfico de esclavos no sólo fue absolutamente determinante para la formación de la burguesía catalana y española, sino que también lo fue para la industrialización. Del tráfico de esclavos y de la mano de obra esclava en las plantaciones cubanas brotaron fortunas fabulosas que a finales del XIX migraron a Barcelona para invertirse en grandes fábricas y empresas inmobiliarias especulativas que cambiaron el aspecto de la ciudad.

«La esclavitud directa es el eje central de nuestra industrialización en la misma medida que la maquinaria, crédito, etc. Sin la esclavitud no se obtiene algodón, sin algodón no existe industria moderna. La esclavitud es lo que ha dado valor a las colonias; las colonias son las que han creado el comercio mundial; el comercio mundial es la condición necesaria para la maquinaria industrial a gran escala» (Marx, 1972: 21).

De tal modo que el hilo conductor que Marx vio con total claridad en la economía política del Imperio Británico aparece también aquí, desde las calles señoriales del Passeig de Gràcia hasta las fábricas tenebrosas del Vapor Vell de Sants o de l’España Industrial.

Y con la migración de capitales ensangrentados aparecía, de rebote, una burguesía feroz acostumbrada a dirigir la mano de obra con el látigo esclavista y con un despotismo absoluto que los convertía en virreyes de las fábricas metropolitanas, tal y como habían aprendido en las plantaciones coloniales. Como había visto agudamente el crítico de la economía política burguesa en un famoso capítulo sobre la acumulación originaria: “En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exigía, como pedestal, la esclavitud sans phrase [desembozada] en el Nuevo Mundo” (Marx, 1975: 949)

No podía ser de otra forma, dada “una cadena de producción en la que la disciplina por medio de la violencia era la norma que hacía funcionar el sistema” (Piqueras, 2021: 21). Una mentalidad burguesa formada por la experiencia de haberse enriquecido por medio de un auténtico “imperio negrero español”, como lo ha llamado José Antonio Piqueras (Piqueras 2021: 43).

Por eso, cuando nos adentramos en la acumulación de capital catalana y española rompemos uno de los principales mitos de la burguesía según el cual la industrialización habría sido fruto del propio ahorro, del acierto inversor y la predisposición para negocios bienaventurados en las Américas. Puesto que un cálculo a la baja sobre los beneficios del tráfico de esclavos español entre 1821 y 1867 lanza una estimación de 58 millones de dólares por 443.000 africanos deportados que podría ser de 130 millones de dólares según aquellos que computan 700.000 personas esclavizadas (Piqueras, 2011: 111).

Es decir, se mire como se mire, “España fue un actor histórico relevante tanto en relación con el tráfico de esclavos como en relación a la esclavitud colonial, en sus dominios americanos” (Rodrigo y Alharilla, 2022: 8), como ha concluido Martín Rodrigo. Un actor, España, del que Oriol Junqueras ya dijo que “los comerciales catalanes eran los máximos beneficiarios del sistema colonial español (…) desde principios del siglo XIX, la vieja clase dirigente cubana tuvo que recurrir a comerciantes hispánicos –muchos de ellos catalanes– para mantener el suministro de esclavos” (Junqueras, 2018: 62)

Detrás, pues, del simpático término de indiano radica el secreto vergonzante innombrable, como ha señalado uno de los máximos especialistas en la materia, el ya citado Piqueras: “El negrero es la representación más acabada del indiano al personificar como nadie el triunfo económico y el reconocimiento social, ya que la magnitud de los capitales reunidos raramente admite comparación” (Piqueras, 2021: 27).

Esta burguesía, premiada con títulos nobiliarios por la monarquía, encontrará sistemáticamente el apoyo de ésta para sus affaires desde el principio, con la cédula real del 28 de febrero de 1789 por la que Carlos IV liberalizaba el tráfico de esclavos. Las consecuencias de este apoyo estatal al negocio resultarán en que el 50% de los esclavos introducidos en la América española lo serán entre 1790 y 1867. Y del fruto de esta “deportación continuada y masiva” (Piqueras, 2021: 19) resulta un juicio inequívoco: “el trabajo forzado constituía una de las bases sobre las que se edificaba el capital industrial y financiero de la misma forma que había sido un apoyo fundamental en la primera acumulación a gran escala, comercial y dineraria” (Piqueras, 2021: 43).

¿Cuál fue la participación catalana? Pues las estimaciones más bajas indican que para el período de 1815-1820 un 21,7% de los barcos negreros responsables del tráfico de esclavos con Cuba eran catalanes. Si miramos los años 1821-1845 resulta que del total de barcos negreros capturados y juzgados por el tribunal de Sierra Leona, el 23% eran catalanes (Piqueras, 2021: 71).

Esta participación no quedaba enmarcada sólo en el tráfico, sino que también se incorporaba ávidamente a la propiedad de las plantaciones. Tal y como hará patente Pedro de Sotolongo, delegado de los grandes plantadores en Cuba, al recibir los refuerzos paramilitares, los pelayos, como los calificaba la prensa negrera, enviados desde Barcelona en 1869: “¿sabéis qué guarismo representan en Cuba las fortunas de los catalanes residentes aquí y ausentes hoy en Cataluña? Si posible fuera presentarlos serían asombrosos. Pues si una parte muy considerable de las riquezas de Cuba es propiedad de Cataluña, he ahí vuestro derecho a ser bien recibidos” (Maluquer, 1976: 46 y ss.).

No por casualidad el reformista José Manuel Mestre había descrito algunos años antes al ex secretario del Gobierno Superior de Cuba la existencia de un “omnipotente partido catalán” capaz de poner y sacar a capitanes generales. En el caso de la metrópoli, el omnipotente partido era capaz de asesinar a presidentes, Joan Prim, de derribar a monarquías, Amadeo de Saboya, y de tumbar al primer régimen democrático y popular, la Primera República. Ciertamente, la llamada revolución gloriosa de 1868 logró iluminar de forma fehaciente este secreto atronador, de tal modo que “el orden colonial quedaba revelado a ojos de propios y extraños con total claridad” (Piqueras, 2011: 237).

Por estos motivos, el movimiento obrero catalán combatía frontalmente “la esclavocracia”, como denunciaba la prensa satírica republicana a la burguesía monárquica. Un término que inspiró al gran historiador cubano Manuel Moreno Fraginals cuando lo llamaba, en relación con uno de los grandes negocios esclavistas, “sacarocracia”.

El árbol de la libertad de los negros: jacobinismo contra esclavismo

Junio de 1802, el genial militar que ha conducido a la proclamación de la Primera República negra de América es arrestado a traición por Napoleón, pero en una sola frase Toussaint L’Ouverture hace retumbar los miedos de la contrarrevolución:

“En me renversant, on n’a abattu à Saint-Domingue que le tronc de l’arbre de la liberté des Noirs; il repoussera par les racines, parce qu’elles sont profondes et nombreuses” [Derrocándome, sólo han talado el tronco del árbol de la libertad de los negros; volverá a brotar de las raíces, porque son profundas y numerosas] (Marius, 2002: 69).

Llevaba así hasta sus últimas consecuencias la premonición de Danton cuando la Convención Jacobina inicia la fase más espectacular de la Revolución Francesa. Una fase que se estrena con el decreto de abolición sin indemnización de la esclavitud en las colonias. Danton escribe el 4 de febrero –pluvioso en el calendario republicano– de 1794: “En jetant la liberté dans le nouveau monde, elle y portera des fruits abondants, elle y poussera des racines profondes” [Llevando la libertad al nuevo mundo, traerá frutos abudantes y hará brotar raíces profundas] (Marius, 2002: 68).

Unas raíces y unos frutos que comparten una misma savia jacobina regada con la alianza de los sans-culottes parisinos con los esclavos de Haití y Santo Domingo o, como dejara dicho el gran historiador C. L. R. James, “lo que las masas de Haití comienzan, las masas de París terminan” (James, 2022).

La concepción republicana de la fraternidad, que los jacobinos negros defenderán a ultranza, tendrá un eco abolicionista en las colonias y, al mismo tiempo, marcará uno de los combates más intensos de los jacobinos blancos en Francia. Ya que tanto en la Primera República Francesa (1792) como en la Segunda de 1848 el esclavismo y el antiesclavismo serán las consignas de batalla de la reacción y la revolución, en el agudo análisis de un observador alemán bastante barbudo:

«Bonaparte, que había subido al poder, halagando los más bajos instintos de los hombres, no puede mantenerse en él más que comprando día tras día a nuevos cómplices. Así, con la renovación de la trata de esclavos no ha restaurado sólo la esclavitud, sino que ha ganado a su causa a los plantadores. Cuanto hace degradar la conciencia de la nación es para él una nueva garantía de poder. Hacer de los franceses una nación que se entregue a la trata de esclavos será el medio más seguro de esclavizar a Francia, la cual, cuando fue ella misma, tuvo la valentía de proclamar ante la faz del del mundo entero: ¡Que perezcan las colonias, pero que vivan los principios! Una cosa al menos ha cumplido Bonaparte. La trata de esclavos se ha convertido en el grito de batalla entre los campos imperial y republicano. Si hoy la República Francesa se restaura, mañana España se verá obligada a abandonar el infame tráfico» (Marx, 1971: 100).

“El grito de batalla entre los campos imperial y republicano”… Y si esta dinámica de feroz lucha de clases espolea a las Repúblicas de Francia no es menos cierto que la reencontramos con la misma intensidad en la Primera República española. La diferencia estriba en que la historiografía marxista y republicana francesa nos lleva décadas de ventaja en el estudio del republicanismo antiesclavista. Pero esto no significa que en Catalunya no haya existido un movimiento popular equiparable contra los traficantes de carne humana. Si los esclavistas se organizaban en lobbies, como el de Barcelona presidido por el inefable Joan Güell y Ferrer y Antonio López y López, los republicanos sacan a 14.000 manifestantes contra estos (Janué, 2022: 136). Pero es que las conspiraciones de los primeros serán las que harán caer la monarquía democrática mientras que el empuje de los segundos llevará a que la República se estrene con la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Desde las páginas de El Estado Catalán un joven Valentí Almirall marcará el tono intransigente que siempre ha caracterizado al jacobinismo autóctono:

«Si para conservar las Antillas debemos conservar la esclavitud; si de la integridad del territorio es condición precisa que se haga de los hombres cosas, que el látigo se levante por el hombre contra el hombre, que se pierdan las Antillas y que se resquebraje esa integridad» (Almirall, 1873: 1).

Así pues, pensar que el antiesclavismo es una moda importada de los campus norteamericanos, aparte de ser falso, es más bien propio de una forma de pensar en todo caso ajena a la republicana.

También, insistir en la matraca de que el tráfico de esclavos y las plantaciones coloniales no tuvieron ningún peso en la acumulación de capitales no sólo es una hipocresía, ya refutada, sino que ignora que la prepotencia de la burguesía esclavista llegaba al punto de edificar palacetes de estilo hacienda colonial con plantas de algodón esculpidas en la entrada, tal y como hizo Gaudí para los Güell en la mansión de Pedralbes.

Y más aún, como señaló Oriol Junqueras en Els catalans i Cuba (1998), los apellidos de esta burguesía resuenan en todos y cada uno de los golpes de Estado que desde 1874 hasta 1936, pasando por 1923, se han hecho contra toda revolución democrática y popular.

«Al llegar a cierto punto uno deja de defender cierta concepción de la historia para defender la historia misma”, y esto que dijo Edward Palmer Thompson para el movimiento obrero inglés nos vale para no confundir la historia de los carniceros de humanos con la nuestra. Dicho con las palabras que citaba un espantado Jordi Basté en la emisora de radio RAC1: “Debemos cargarnos Gaudí, los Güell, el cancionero colonial, todos los pilares simbólicos de la marca Catalunya y también de la marca Barcelona”. Una declaración que tiene la virtud de delimitar campos y comenzar a abordar la tarea de la reparación de los mayores agravios imperialistas con el mismo empeño reclamado por Francia Márquez, la vicepresidenta colombiana, en el Forum Permanente de Afrodescendientes de la ONU, donde reclamó “acciones reales y concretas de reparación histórica”» (1).

Albert Portillo es politólogo y miembro de la redacción de Debats pel demà.

Referencias

Almirall, Valentí (1873) “La cuestión de Cuba”, El Estado Catalán. Diario Republicano, Democrático, Federalista.

James, Cyril Lionel Robert (2022) Los jacobinos negros. Toussaint L’Ouverture y la Revolución de Haití. Iruñea: Katakrak.

Janué, Marició (2002) Els polítics en temps de revolució. La vida política a Barcelona durant el Sexenni revolucionari. Vic: Eumo Editorial.

Junqueras, Oriol (1998) Els catalans i Cuba. Barcelona: Pòrtic.

Maluquer de Motes, Jordi (1976) “La burguesía catalana y la esclavitud en Cuba: política y producción”, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (3a época).

Marius-Hatchi, Fabien (2002) “La Révolution caribéenne comme ultime rempart du droit naturel”, en Florence Gauthier (ed.), Périssent les colonies plutôt qu’un principe! Contributions à l’histoire de l’abolition de l’esclavage, 1789-1804. Paris: Société des études robespierristes.

Marx, Karl (1971 [1858]) “El gobierno británico y la trata de esclavos”. Londres: New York Daily Tribune, 18/06, en Marx y Engels, Acerca del colonialismo, Progreso, Moscú, pp. 96-101. Accesible en https://proletarios.org/books/Marx-Engels-Acerca_del_colonialismo.pdf.

(1972) “The Life-Destroying Toil of Slaves”, en Padover, S. (ed.). The Karl Marx Library, Vol. II: On America and the Civil War. Nueva York: McGraw-Hill.

(1975 [1867]) El Capital, Capítulo XXIV: La llamada acumulación originaria, I, 3. Madrid: Siglo XXI.

Piqueras, José Antonio (2021) Negreros: Españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas. Madrid: Libros de la Catarata.

(2011) La esclavitud en las Españas. Madrid: Libros de la Catarata.

Rodrigo y Alharilla, Martín (ed.) (2022) Del olvido a la memoria. La esclavitud en la España contemporánea. Barcelona: Icaria.

Nota:

(1) https://www.youtube.com/watch?v=Md- tewFXvaUc

Fuente: https://vientosur.info/los-indianos-catalanes-en-el-imperio-negrero-espanol/

lunes, 10 de julio de 2023

El espejismo de un nuevo imperio europeo

 

El espejismo de un nuevo imperio europeo

Quinn Slobodian 

22/06/2023

 

En el número de mayo y junio de la revista Foreign Affairs, el historiador y comentarista británico Timothy Garton Ash planteaba un enigma: a la luz de la guerra en Ucrania, ¿tendría la Unión Europea que volverse "más imperial" para desprenderse por fin de su pasado imperial?

 Con ello se refería a una UE que "ya no esté dominada por un solo pueblo o nación", pero que también dependa menos de las decisiones unánimes de los Estados miembros. Esto podría lograrse ampliando la llamada votación por mayoría cualificada en el Consejo Europeo, que requiere la aprobación del 55% de los Estados miembros en lugar de la unanimidad. De este modo se reducirían las posibilidades de que dirigentes sin escrúpulos como el húngaro Viktor Orbán desvíen a la UE de una política exterior consensuada por la mayoría. El resultado es que la UE podría absorber las antiguas colonias y cuasicolonias del imperio soviético-ruso y quizás —se puede leer entre líneas, aunque a duras penas— hacer realidad la visión que para muchos nunca llegó a desaparecer: un Sacro Imperio Romano Germánico resucitado, descentralizado, pluralista y libre de aranceles.

 Merece la pena preguntarse cuáles son, según Garton Ash, las condiciones que integran esta visión de una UE neoimperial.

 Su primera sugerencia es que Europa debería prestar atención a su propio pasado colonial. Cita el trabajo pionero de los historiadores suecos Peo Hansen y Stefan Jonsson sobre la sorprendente popularidad que tuvo la idea de "Eurafrica" en la década de 1950. Cuando se firmó el Tratado de Roma en 1957, el 90% de la superficie de la Comunidad Económica Europea estaba en África, y muchos políticos veían las colonias como apéndices permanentes. Pero la atención de Garton Ash a la persistencia de los imperios ultramarinos de Europa hasta la década de 1970 acaba siendo poco más que una parada rápida de camino al lugar donde "la lente del imperio es aún más reveladora": con el Estado conocido como Rusia, antes Unión Soviética y ahora Rusia de nuevo.

 Garton Ash merece ser felicitado por abordar el tema del imperio. Plantear los orígenes coloniales de la UE es suficiente para levantar suspicacias en los seminarios y think tanks del continente europeo. Pero no debería. Los orígenes coloniales de la UE son un hecho; la cuestión es qué hacer con ellos. En un reciente libro, la historiadora Megan Brown va un poco más allá al describir a Argelia como "el séptimo Estado miembro" en los inicios de Europa. Los franceses querían que sus posesiones de ultramar formaran parte de la nueva Europa. Adaptando una famosa formulación del historiador económico británico Alan Milward, Europa no se diseñó para rescatar al Estado-nación, sino al Estado-nación imperial.

 No se cambió el imperio por Europa; el objetivo era conservar ambos. La idea es que las colonias se beneficiarían de las transferencias económicas financiadas parcialmente por las potencias que habían perdido sus imperios —incluida Alemania Occidental, que aportó 200 millones de dólares para un fondo de desarrollo—.

 Asumir estos hechos como reales no tiene por qué implicar que la UE está podrida hasta la médula. También pueden ilustrar cómo la independencia en un mundo interconectado siempre fue una cualidad muy relativa, y que imperio y nación nunca fueron simples elecciones binarias. En Capital e ideología (2019), el economista francés Thomas Piketty se basó en la obra del historiador Frederick Cooper para explorar la posibilidad de la federación de África Occidental, propuesta que fue debatida por pensadores como el escritor senegalés Léopold Senghor tras la Segunda Guerra Mundial. El próximo libro de Cooper, coescrito con Jane Burbank,  historiadora especialista en Rusia, lleva por título Posibilidades Post-Imperiales: Eurasia, Eurafrica, Afroasia.

 Incluso después de la independencia, Argelia no estaba necesariamente entusiasmada con romper las conexiones con su antigua metrópoli. Mantener algún tipo de trato preferente tenía muchas ventajas. Tiempo después llegarían más acuerdos comerciales de este tipo. Así, el Convenio de Lomé de 1975 concedió un trato especial a las antiguas colonias europeas, permitiéndoles evitar la competencia de otros proveedores a bajo precio. Los plátanos de las Islas de Barlovento en el Caribe, por ejemplo, eran más baratos que los de la empresa estadounidense Chiquita, debido a que la Política Agrícola Común de la UE se extendía de manera transoceánica para abarcar a los nuevos Estados independientes. Pensemos también en el franco CFA, la moneda vinculada primero al franco y luego al euro, que todavía se utiliza en 14 países africanos. El CFA, que en su día significó Colonias Francesas de África, significa ahora Comunidad Financiera de África. ¿Es una reliquia del imperio o un medio de estabilizar las economías locales para tranquilizar a los inversores internacionales? Es, por supuesto, ambas cosas.

 Visto desde otra perspectiva, Eurafrica nunca murió. Francia tiene más de 3.000 soldados en África y ha intervenido en el África poscolonial más de tres docenas de veces. Frontex, la agencia de fronteras de la UE, tiene previsto ampliar su presencia en países africanos. Además, en el continente siguen existiendo enclaves españoles y ciudades portuarias autónomas —Ceuta y Melilla— y cada vez son más los Estados africanos que ofrecen la “ciudadanía por inversión” (citizenship by investment), incluso cuando muchas élites poscoloniales esconden su riqueza en Mayfair Property y en cuentas bancarias suizas.

 La descolonización no consiste en interpretar el nivel correcto de culpa, ni en la sustitución de monumentos y exposiciones, ni en la creación de nuevas cátedras o grupos de investigación, ni siquiera en la repatriación de reliquias. No es un proyecto centrado principalmente en las palabras, las imágenes o los sentimientos, y tampoco puede tener un fin real y preciso.

 Como escribe Kojo Koram en Uncommon Wealth: Britain and the Aftermath of Empire (2022), el imperio "no fue sólo una gira mundial de quinientos años de ser malos con la gente morena (sic)". Conectó la maquinaria de las finanzas y la industria, y grabó sobre piedra las relaciones desiguales que persisten hoy en día, desde los paraísos fiscales hasta las zonas francas de exportación. También benefició a quienes no estaban directamente implicados. Garton Ash señala que muchos países de Europa del Este no tenían colonias propias, pero basta un poco de historia global para ver, como ha demostrado el sociólogo Gurminder Bhambra, que muchos millones de emigrantes de esa parte del mundo se beneficiaron de los territorios que fueron despejados y despojados. Mi bisabuelo abandonó su condición de campesino en la Galitzia de los Habsburgo para ocupar una parcela de tierra "libre" en el centro de Canadá, parcela que las tropas británicas se habían encargado de vaciar.

 En estos momentos, el imperio y la descolonización están más presentes de lo que es habitual. Con la Organización Mundial del Comercio en una situación de parálisis permanente, es el momento de agitar la geografía política mundial. El marco al que recurren los expertos y la clase política es sugerir que la humanidad tiene tan solo dos escenarios: la globalización posterior a 1989 o la vuelta al nacionalismo desde 2016. El historiador sólo ve imperios o naciones. Hace décadas, el politólogo Hedley Bull desaconsejaba la "tiranía de los conceptos y prácticas existentes" que dificultaban la posibilidad de identificar formas políticas emergentes. Ahora nos encontramos en ese punto de inflexión en el que las viejas formas mutan bajo nuevas condiciones.

 La renuencia de la mayoría de los gobiernos del mundo a aceptar el régimen de sanciones de la OTAN contra Rusia ha reavivado el debate, más propio de los años sesenta, sobre el "mundo no alineado". Algunos expertos en libre mercado piden "recuperar la unión polaco-lituana", una monarquía binacional con carácter electivo que duró desde 1385 hasta la década de 1790, mientras que otros abogan por un eje bilateral Estados Unidos-Reino Unido para reconstruir el orden de libre comercio. Otros consideran que el orden mundial se está descomponiendo en un puñado de bloques supervisados por "Estados de civilización". Las reflexiones sobre una "Eurasia" ampliada del filósofo de la corte de Vladimir Putin, Alexander Dugin, han influido en la extrema derecha mundial. Incluso el hermano más débil de la ficticia familia Roy en Succession ha entrado en el juego, susurrando en un episodio al presidente electo sobre una "alternativa pan-Habsburgo a la UE liderada por Estados Unidos".

 En un momento similar, hace casi un siglo, el economista austrohúngaro Karl Polanyi especuló con un futuro dominado por lo que él llamaba "imperios domesticados". Pensaba que el pensamiento Großraum de los nacionalsocialistas era mezquino en su jerarquía racial, pero defendible en su planteamiento de los límites territoriales. Un orden fascista circunscrito a Europa podría ser algo con lo que no quedaría más remedio que convivir. Al otro lado del Atlántico, Polanyi imaginó una Doctrina Monroe revivida, una de las primeras formulaciones de la política exterior estadounidense, vinculando las Américas y, en las "zonas coloniales", la tutela británica según el modelo sugerido por el estadista sudafricano del siglo XX Jan Smuts.

 Los imperios domesticados tuvieron un alto coste: la separación continental permanente. Polanyi imaginó estas unidades como autárquicas, libres del universalismo devorador del mundo propio del capitalismo y del socialismo. Las reflexiones sobre una UE postimperial no deben complacer las fantasías de algunos conservadores de Europa del Este de que el final de la Guerra Fría podría significar un cómodo "retorno a Europa" si eso significa dar la espalda al mundo a sus puertas. No sólo la UE tiene orígenes coloniales: el mundo entero los tiene. Como ha escrito Bhambra, el mayor obstáculo para entender la descolonización es la idea errónea de que los Estados europeos "son naciones y tienen imperios". Deshacerse de lo segundo les permitió acercarse más a lo primero. Abordar el pasado colonial de Europa exigirá algo más que un reconocimiento simbólico de los pecados pasados. Entre las soluciones más radicales figura la propuesta de Emily Tendayi Achiume, Relatora Especial de la ONU sobre racismo y discriminación racial, sobre la migración como descolonización: la libre circulación hacia la antigua metrópoli como la forma más eficaz de reparación. El pasado de Europa no es extraterritorial. Como dijo el político egipcio Hamdeen Sabahi en 2012: "El Mediterráneo es un lago".

 Quinn Slobodian  Profesor de Historia en el Wellesley College, Massachusetts. Es autor de "Globalists: The End of Empire and the Birth of Neoliberalism" (2018) y su último libro es "Crack-Up Capitalism: Market Radicals and the Dream of a World Without Democracy" (2023).

Fuente:

The New Statesman, 17/06/2023 https://www.newstatesman.com/the-weekend-essay/2023/06/europe-rotten-cor.

 

https://www.sinpermiso.info/textos/el-espejismo-de-un-nuevo-imperio-europeo

miércoles, 5 de julio de 2023

Nada es , como nos lo contaron.

 

 El disparate de Prigozhin

La prensa de Washington parece estar haciéndose a la idea de la enormidad del desastre en Ucrania, pero no hay pruebas públicas de que Biden y sus principales colaboradores comprendan la situación

Seymour Hersh 4/07/2023

El fin de semana del 24 y 25 de junio, la administración Biden tuvo unos días gloriosos. La actual situación provocada por el desastre en Ucrania desapareció de los titulares y fue sustituida por la “revuelta”, como decía un titular de The New York Times, de Yevgeny Prigozhin, jefe del grupo mercenario Wagner.

El foco de atención se desvió de la fallida contraofensiva ucraniana para centrarse en la amenaza de Prigozhin al control de Putin. Como decía un titular del New York Times: “La revuelta plantea una pregunta candente: ¿Podría Putin perder el poder?”. El columnista de The Washington Post David Ignatius hizo esta apreciación: “Putin miró al abismo el sábado y parpadeó”.

El secretario de Estado, Antony Blinken –el portavoz del Gobierno en tiempos de guerra, que hace semanas habló orgulloso de su compromiso de no buscar un alto el fuego en Ucrania–, apareció en el programa Face the Nation de la CBS con su propia versión de la realidad: “Hace dieciséis meses, las fuerzas rusas estaban… pensando que borrarían del mapa a Ucrania como país independiente”, dijo Blinken. “Ahora, durante el fin de semana, han tenido que defender Moscú, la capital de Rusia, de mercenarios designados por el propio Putin… Ha sido un desafío directo a la autoridad de Putin… Muestra verdaderas fisuras”.

Blinken sugirió que la deserción del enloquecido líder de Wagner sería una bendición para las fuerzas militares de Ucrania

Blinken, que no fue cuestionado por su entrevistadora, Margaret Brennan, como bien sabía él que no lo sería –¿por qué si no iba a aparecer en el programa?–, pasó a sugerir que la deserción del enloquecido líder de Wagner sería una bendición para las fuerzas militares de Ucrania, cuya matanza por parte de las tropas rusas continuaba mientras él hablaba. “En la medida en que supone una verdadera distracción para Putin y para las autoridades rusas, que tienen que mirar –y de algún modo preocuparse– por su retaguardia mientras tratan de hacer frente a la contraofensiva en Ucrania, diría que esto crea incluso mayores oportunidades para que los ucranianos triunfen sobre el terreno”.

¿En ese momento Blinken hablaba en nombre de Joe Biden? ¿Debemos entender que eso es lo que cree el hombre al mando?

Ahora sabemos que la revuelta del crónicamente inestable Prigozhin se esfumó en un día, cuando huyó a Bielorrusia con la garantía de no ser procesado, y su ejército mercenario se mezcló con el ejército ruso. No hubo marcha sobre Moscú, ni una amenaza significativa para el gobierno de Putin.

Lástima de los columnistas de Washington y de los corresponsales de seguridad nacional que parecen depender enormemente de las reuniones informativas oficiales con funcionarios de la Casa Blanca y del Departamento de Estado. Teniendo en cuenta las conclusiones publicadas de esas sesiones informativas, dichos funcionarios parecen incapaces de ver la realidad de las últimas semanas, o el desastre total que ha recaído sobre la contraofensiva militar ucraniana.

Así pues, a continuación se ofrece una visión de lo que está ocurriendo realmente, que me fue facilitada por una fuente bien informada de la comunidad de la inteligencia estadounidense:

“He pensado que podía aclarar un poco las cosas. En primer lugar, y lo más importante, es que Putin está ahora en una posición mucho más fuerte. Ya en enero de 2023 nos dimos cuenta de que era inevitable un enfrentamiento entre los generales, apoyados por Putin, y Prigo, respaldado por extremistas ultranacionalistas. El viejo conflicto entre los combatientes de guerra ‘especiales’ y un ejército regular grande, lento, torpe y sin imaginación. El ejército siempre gana porque posee los activos periféricos que hacen posible la victoria, ya sea ofensiva o defensiva. Y lo que es más importante, controlan la logística. Las fuerzas especiales se ven a sí mismas como el principal activo ofensivo. Cuando la estrategia general es ofensiva, el gran ejército tolera su arrogancia y sus golpes de pecho en público porque las fuerzas especiales están dispuestas a asumir grandes riesgos y pagar un alto precio. Una ofensiva exitosa requiere un gran gasto en hombres y equipamiento. Una defensa exitosa, por otro lado, requiere administrar esos activos”.

“Los miembros de Wagner fueron la punta de lanza de la ofensiva rusa inicial en Ucrania. Eran los ‘'hombrecillos verdes’. Cuando la ofensiva se convirtió en un ataque total del ejército regular, Wagner siguió ayudando, pero, a regañadientes, tuvo que pasar a un segundo plano en el periodo de inestabilidad y reajuste posterior. Prigo, nada tímido, tomó la iniciativa de aumentar sus fuerzas y estabilizar su sector”.

“El ejército regular agradeció la ayuda. Prigo y Wagner, como es habitual en las fuerzas especiales, acapararon la atención y se llevaron el mérito de detener a los odiados ucranianos. La prensa se lo tragó todo. Entretanto, Putin y el gran ejército cambiaron lentamente su estrategia de pretender la conquista ofensiva de la gran Ucrania por la defensa de lo que ya tenían. Prigo se negó a aceptar el cambio y continuó la ofensiva contra Bajmut. Ahí radica el problema. En lugar de crear una crisis pública y someter al imbécil [Prigozhin] a un consejo de guerra, Moscú simplemente retuvo los recursos y dejó que Prigo agotara sus reservas de hombres y armas, condenándolo a la retirada. Al fin y al cabo, por muy astuto que sea financieramente, es el expropietario de un carrito de perritos calientes sin logros políticos ni militares”.

“Lo que nunca supimos es que hace tres meses sacaron a Wagner del frente de Bajmut y lo enviaron a un cuartel abandonado al norte de Rostov del Don [en el sur de Rusia] para desmovilizarlo. La mayor parte del equipo pesado se redistribuyó y la fuerza se redujo a unos 8.000 efectivos, 2.000 de los cuales partieron hacia Rostov escoltados por la policía local”.

“Putin respaldó plenamente al ejército que dejó que Prigo hiciera el ridículo y desapareciera en la ignominia. Todo ello sin sudar la gota gorda militarmente ni provocar un enfrentamiento político con los fundamentalistas, que eran ardientes admiradores de Prigo. Bastante astuto”.

 ***

Existe una enorme brecha entre la forma en que los profesionales de la comunidad de inteligencia estadounidense evalúan la situación y lo que la Casa Blanca y la supina prensa de Washington proyectan a la opinión pública al reproducir acríticamente las declaraciones de Blinken y sus cohortes de halcones.

Las estadísticas actuales sobre el campo de batalla que me fueron comunicadas sugieren que la política exterior general de la administración de Biden puede estar en peligro en Ucrania. También plantean dudas sobre la implicación de la alianza de la OTAN, que ha estado proporcionando a las fuerzas ucranianas entrenamiento y armas para la actual contraofensiva, que va con retraso. Me han informado de que en las dos primeras semanas de la operación, el ejército ucraniano únicamente se ha apoderado de unos 114 kilómetros cuadrados de territorio anteriormente en poder del ejército ruso, gran parte de ellos en campo abierto. En cambio, Rusia ahora controla aproximadamente 103.600 kilómetros cuadrados de territorio ucraniano. Me han revelado que en los últimos diez días las fuerzas ucranianas no han conseguido abrirse paso a través de las defensas rusas de forma significativa. Únicamente han recuperado unos cinco kilómetros cuadrados más de territorio ocupado por Rusia. A ese ritmo, según un funcionario informado, los militares de Zelensky tardarían 117 años en librar al país de la ocupación rusa.

Rusia ahora controla aproximadamente 103.600 kilómetros cuadrados de territorio ucraniano

En los últimos días, la prensa de Washington parece estar haciéndose poco a poco a la idea de la enormidad del desastre, pero no hay pruebas públicas de que el presidente Biden y sus principales colaboradores en la Casa Blanca y ayudantes del Departamento de Estado comprendan la situación.

Putin tiene ahora a su alcance el control total, o prácticamente, de las cuatro regiones ucranianas –Donetsk, Kherson, Lubansk, Zaporizhzhia– que se anexionaron públicamente el 30 de septiembre de 2022, siete meses después de comenzar la guerra. El siguiente paso, suponiendo que no se produzca un milagro en el campo de batalla, dependerá de Putin. Podría simplemente detenerse donde está y ver si la Casa Blanca acepta la realidad militar y se busca un alto el fuego iniciando conversaciones formales para el fin de la guerra. El próximo mes de abril se celebrarán elecciones presidenciales en Ucrania, y el líder ruso podría quedarse quieto y esperar a que se celebren –si es

que se celebran–. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha dicho que no habrá elecciones mientras el país esté bajo la ley marcial.

Los problemas políticos de Biden, en cuanto a las elecciones presidenciales del próximo año, son graves y evidentes. El 20 de junio, el Washington Post publicó un artículo basado en una encuesta de Gallup bajo el titular “Biden no debería ser tan impopular como Trump, pero lo es”. El artículo que acompañaba a la encuesta, escrito por Perry Bacon, Jr., decía que Biden tiene “un apoyo casi universal dentro de su propio partido, prácticamente ninguno del partido de la oposición y cifras terribles entre los independientes”. Biden, como anteriores presidentes demócratas, escribió Bacon, lucha “por conectar con los votantes más jóvenes y menos comprometidos”. Bacon no tenía nada que decir sobre el apoyo de Biden a la guerra de Ucrania porque, al parecer, la encuesta no hacía preguntas sobre la política exterior de la administración.

El desastre que se avecina en Ucrania, y sus implicaciones políticas, deberían ser una llamada de atención para aquellos miembros demócratas del Congreso que apoyan al presidente pero no están de acuerdo con su voluntad de tirar muchos miles de millones de dinero a la basura en Ucrania, con la esperanza de un milagro que no llegará. El apoyo demócrata a la guerra es otro ejemplo de la creciente desvinculación del partido con la clase trabajadora. Son sus hijos los que han estado luchando en las guerras del pasado reciente y los que pueden estar luchando en cualquier guerra futura. Estos votantes se han alejado cada vez más a medida que los demócratas se acercan a las clases intelectuales y adineradas.

Si queda alguna duda sobre el continuo cambio sísmico en la política actual, recomiendo una buena dosis de Thomas Frank, el aclamado autor del bestseller de 2004 ¿Qué pasa con Kansas? Cómo los conservadores conquistaron el corazón de América, un libro que explicaba por qué los votantes de dicho estado se alejaron del partido demócrata y votaron en contra de sus propios intereses económicos. Frank volvió a hacerlo en 2016 en su libro Escucha, liberal: o, ¿qué pasó con el partido del pueblo? En un epílogo a la edición de bolsillo describió cómo Hillary Clinton y el Partido Demócrata repitieron –o amplificaron– los errores cometidos en Kansas cuando iban camino de perder unas elecciones seguras frente a Donald Trump.

Sería prudente que Joe Biden hablara claro sobre la guerra y sus diversos problemas para Estados Unidos, y que explique por qué los más de 150.000 millones de dólares que su administración ha invertido hasta ahora han resultado ser una pésima inversión.

 

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Este artículo se publicó originalmente en inglés en Substack . https://ctxt.es/es/20230701/Firmas/43449/Seymour-Hersh-guerra-Ucrania-Rusia-Putin-Biden-belicismo-Prigozhin.htm#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mobile-medium

 Traducción de Paloma Farré.

lunes, 3 de julio de 2023

El método Meloni .

 

 El modelo Meloni

 Benoît Bréville,

 Julio de 2023

  Mondiplo. 

Las turbulencias del verano de 2022 son agua pasada. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, amenazaba por entonces a los italianos con represalias si llevaban al poder a Giorgia Meloni. Ahora, las dos dirigentes, una de derechas, la otra de extrema derecha, se muestran sonrientes ante los fotógrafos, intercambian cortesías en las redes sociales y se van de viaje juntas a Túnez. La presidenta del Consejo de Ministros italiano, a la que se tildaba de “populista”, “iliberal” y “posfascista”, se ha convertido en pocos meses en un socia seria y razonable.

 

Meloni descubrió rápidamente cómo operar esa metamorfosis. Tan pronto como se instaló en el Palacio Chigi, elaboró un plan de rigor presupuestario, recortó el gasto social y cesó en sus críticas al yugo de Bruselas; medidas imperativas para obtener el maná del plan de recuperación (191.000 millones de euros de aquí a 2026). También ha reafirmado su adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y exigido sanciones más drásticas contra Moscú y armas más sofisticadas para Kiev. En definitiva, se ha unido al discurso dominante. “No hay nadie que milite más por Europa y el euro que Giorgia Meloni”, aplaude el ensayista francés Alain Minc (FigaroVox, 8 de junio de 2023). “Actualmente, defiende con pasión a Kiev en todos sus discursos. Ya no se la oye criticar a la Unión Europea ni a la OTAN. En unos meses, se ha desembarazado de su imagen extremista”, se regocija el politólogo liberal Dominique Reynié (Le Figaro, 11 de junio de 2023).

 

Así se obtiene el diploma europeo de respetabilidad. El beneficiario debe respetar dos valores cardinales: la austeridad y el atlantismo. Una vez cumplidas esas condiciones, Meloni puede proseguir con las declaraciones xenófobas, estigmatizar a las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans, agitar el fantasma del “gran reemplazo”, restringir el acceso al aborto, tratar de modificar la Constitución en un sentido autoritario, controlar los medios de comunicación y aherrojar las instituciones culturales. Le siguen abriendo todas las puertas. Su visita el pasado 20 de junio a París, donde fue calurosamente recibida por el presidente francés, “ha permitido crear convergencias”, asegura el Elíseo.

 

El modelo Meloni, nacionalista pero europeísta y atlantista, se expande por el continente desde la agresión rusa contra Ucrania. Gracias a sus éxitos electorales, la extrema derecha ya dirige varios países en coalición con los conservadores: Italia, Suecia, Finlandia y puede que pronto España. Estas alianzas ya no suscitan especial indignación. En 2000, cuando ministros de extrema derecha entraron en el gobierno austriaco, los otros catorce Estados de la Unión suspendieron todo contacto bilateral oficial con Viena y redujeron los intercambios diplomáticos a las cuestiones técnicas. La presidenta del Parlamento de Estrasburgo, afiliada al Partido Popular Europeo (PPE), anunció incluso que no volvería a poner los pies en Austria mientras la extrema derecha estuviera en el poder. Desde octubre de 2022, el actual líder del PPE, Manfred Weber, ha viajado cinco veces a Roma para cortejar a Meloni, una aliada de peso de cara a las elecciones europeas de 2024. Radicalización de la derecha en materia de inmigración; derechización de la extrema derecha en materia de economía y política exterior: así se perfila el rostro de la nueva Europa...

 

https://mondiplo.com/el-modelo-meloni