Los fracasos de Trump, el callejón sin salida de Israel y la baza apocalíptica iraní
Daniel Lobato .
Donald Trump buscaba marcar una radical diferencia con Joe
Biden prometiendo éxitos geopolíticos y finalizar “guerras interminables” pero
la realidad es que sus fracasos se han encadenado uno detrás de otro. Dejando
de lado los cosechados con Rusia y China, en Oriente Medio llegó el primero en
marzo cuando Trump permitió que Israel reiniciase las masacres contra Gaza, rompiendo
un alto el fuego que él se atribuyó como un gran logro en el estreno de su
mandato.
A pesar de la luz verde de EEUU a aquella reanudación de la
carnicería, los palestinos liberaron hace unas semanas a un prisionero israelí
con nacionalidad de EEUU como cortesía para sondear la disposición real de
Trump como negociador. Sólo obtuvieron a cambio masacres multiplicadas de
Israel y que EEUU visibilizase de nuevo su rol como director del genocidio que
siempre ha tenido desde el 7 de octubre de 2023.
Esa impostada voluntad negociadora de Trump ha provocado que
su enviado a Oriente Medio también haya fracasado hace unos días al pedir a la
resistencia palestina que liberase a todos los prisioneros israelíes,
básicamente a cambio de nada, bajo un disfraz de negociaciones de alto el
fuego, con engaños a la parte palestina según desveló Hamas.
Ese Trump que se anunciaba a sí mismo como duro negociador
ha desaparecido al añadir su fallida coerción sobre Egipto y Jordania para que
colaborasen en vaciar Gaza de palestinos, un punto en el que Biden, Europa y
Emiratos también fracasaron con Al Sisi y Abdallah. El único momento de alivio
para su dañado narcisismo ha sido al recibir billones de dólares de Arabia
Saudí, Qatar y Emiratos, que en realidad no dice nada de la virtuosa persuasión
de Trump sino de su corrupción y de las relaciones de dominación del imperio
estadounidense.
Incluso Trump ha reproducido la tétrica imagen de EEUU en
solitario rechazando un alto el fuego en Gaza en el Consejo de Seguridad ONU que
el anterior presidente también mostró. Solo en una ocasión Biden intentó lavar
la imagen de EEUU y se abstuvo en marzo de 2024 permitiendo que se aprobase en
el Consejo de Seguridad un alto el fuego que ninguno de los patrocinadores
occidentales del genocidio se dignó en forzar su aplicación. Por supuesto
tampoco se han molestado en forzar la implementación de las medidas cautelares
de la CIJ dictadas hace un año y medio. Tampoco el aliado de Israel que dirige
la ONU, Antonio Guterres, se ha ocupado ningún día en exigirlas o al menos
recordar al mundo la existencia de esas órdenes del máximo tribunal de la ONU.
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atreve, con una línea editorial de izquierdas y todo el rigor periodístico, es
gracias al apoyo de nuestros socios y socias.
Por el momento EEUU ha perdido la capacidad de negociación
directa con la resistencia palestina en Gaza hasta que no figuren puntos
garantizados que estuvieron en los anteriores acuerdos de alto el fuego, como
un horizonte temporal largo, la retirada del ejército israelí y los suministros
de todo tipo a la población.
Precisamente el control y dosificación de la alimentación en
Gaza como mecanismo de presión para expulsar a sus habitantes es otro de los
fracasos de Trump. Exportando el modelo carcelario de EEUU a Palestina, la idea
era tratar de imponer a los palestinos unas condiciones de máxima opresión y
vejación para recibir alimentos que a la larga los palestinos no soportasen y
ellos mismos pidieran marcharse de Palestina. Esta hipótesis errónea desde su
concepción conllevó expulsar a la UNRWA o aniquilar a las ONG locales que
distribuían la ayuda, y encargar a una empresa de mercenarios creada por Israel
y EEUU, GHF, que ejerciera esa función de incrementar la tortura colectiva en
el campo de exterminio. A los pocos días EEUU ha tenido que interrumpir la
distribución de los ínfimos comestibles al haber convertido los puntos de
entrega de comida en mataderos de palestinos, masacrados unas veces por los
paramilitares de GHF y otras por Israel. Las imágenes de esas matanzas a las
filas de hambrientos palestinos han ampliado las grietas en la protección
internacional a Israel, por lo que los contratistas de GHF han paralizado el
reparto de comida hasta que se reevalúe la estrategia por EEUU.
Porque esa es la
piedra angular, los nativos palestinos no se marchan. A pesar de la carnicería
diaria y la depravada tortura colectiva, los palestinos de Gaza, los vivos y
los asesinados, han empujado al régimen israelí al callejón sin salida
existencial
Otro fracaso de EEUU revestido como una “reevaluación
estratégica” ha sido su retirada del campo de batalla contra Yemen. Poco a poco
los medios de EEUU han ido filtrando los gigantescos costes en miles de
millones de dólares que ha tenido la fallida aventura bélica contra Yemen y, lo
más importante, las pérdidas militares.
Decenas de drones Reaper derribados, tres F18A perdidos por
insólitos motivos, un F35 a punto de ser derribado y varios portaaviones
dañados, especialmente el Harry Truman que estará fuera de servicio varios años
por una surrealista “colisión con un buque mercante” según la propaganda de
EEUU. En el mundo real, mandos navales de EEUU reconocieron que tuvieron que
defenderse de los drones y misiles yemeníes a cañonazos para intentar
derribarlos por agotarse sus defensas antiaéreas. Este poderío yemení ya
provocó en 2024 un indisimulado miedo en buques de guerra europeos que acabaron
huyendo de la batalla del Mar Rojo dejando en solitario a EEUU.
El primer pilar que sustenta un imperio es el poder
simbólico imponiendo una creencia general cuasi religiosa en su omnipotencia,
por lo que la posibilidad cierta del hundimiento por Yemen de un buque de
guerra de EEUU, y algo inédito en la historia como es un portaaviones, sería un
desastre para un imperio estadounidense en declive.
Siguiendo esa estrategia de control de daños EEUU también
tuvo que abortar su plan B contra Yemen. Este plan alternativo era una
operación similar a la lograda en Siria con las milicias de Al Qaeda
conquistando Damasco desde las zonas ocupadas por Turquía, en este caso
intentando derribar al gobierno de Sanaa lanzando un ejército mercenario desde
el sur de Yemen ocupado por Emiratos. La simetría entre ambas operaciones sería
absoluta, pero al contrario que en Siria el riesgo real aquí para EEUU era una
victoria total del gobierno liderado por Ansarallah y la unificación de todo el
territorio yemení con la derrota y expulsión de los ocupantes emiratíes y sus
milicias.
EEUU busca ideas a contrarreloj
Tras estos seis meses horribles Trump se ve obligado a idear
nuevas estrategias para resolver la cuestión central que descompone lentamente
a su colonia israelí, que es cómo vaciar Palestina de palestinos, y sobre la
cual se superponen todos los demás frentes regionales que aceleran el
debilitamiento de EEUU. En el actual atolladero Trump ha tenido que permitir
que Yemen prosiga su castigo al régimen de Tel Aviv, con la sociedad colona
israelí sufriendo un arrinconamiento y un desgaste cualitativo y cuantitativo,
pero lento, que da tiempo a EEUU a seguir imaginando cómo expulsar a los pieles
rojas palestinos.
Porque esa es la piedra angular, los nativos palestinos no
se marchan. A pesar de la carnicería diaria y la depravada tortura colectiva,
los palestinos de Gaza, los vivos y los asesinados, han empujado al régimen
israelí al callejón sin salida existencial. Conforman una masa humana junto con
los millones de Cisjordania y los millones de las tierras ocupadas en 1948,
llamadas Israel, muy superior en número a la demografía de los colonos
israelíes, en fuga paulatina.
Tanto en Argelia
como en Sudáfrica los colonos percibieron el horizonte de colapso ante
similares callejones sin salida y por ello sus dinámicas avanzaron hacia el
extremismo violento
EEUU y Europa, expertos en colonizaciones, saben que la
clave es la guerra demográfica y coinciden con Israel en que Gaza sea vaciada
de palestinos y, aún más importante, que Cisjordania siga en un futuro el mismo
camino. Lo que les diferencia es la estrategia a seguir para lograrlo, con una
Europa que desea hacer la limpieza étnica de forma “menos violenta”. Si
tuvieran éxito posteriormente se restauraría mediáticamente la "normalidad
democrática" de Israel. Todas las responsabilidades recaerían en algunos
militares, los miembros del gobierno de Netanyahu y en éste último, que podría
morir feliz habiendo cumplido su misión histórica personal. Israel sería
rehabilitado en unos años tras ciertas escenificaciones de penitencia. No es
nada nuevo, una combinación de la ficticia desnazificación de Alemania en la
posguerra y la “normalidad democrática” de EEUU tras exterminar a los pueblos
nativos de Norteamérica. Pero no lo logran, y de ahí su fracaso y
estancamiento.
Por definición, un callejón sin salida como el que se
encuentran Israel y sus patrocinadores occidentales es una posición de
acorralamiento, y en una situación así la respuesta de cada sujeto será
diferente en función de los riesgos que le conlleva esa ubicación.
EEUU se moverá siempre en la balanza entre su deseo de que
la colonia sionista se asiente definitivamente en la historia futura y el
control de daños a su menguante hegemonía imperial. Por el contrario, para
Israel no existe ninguna posibilidad de existencia futura que no pase por
eliminar a corto plazo, expulsados o asesinados, a todos los palestinos de Gaza
para comenzar a voltear drásticamente el balance demográfico entre colonos y
nativos en toda Palestina.
Pero la estrategia de los tres jinetes del Apocalipsis
-bombas, hambre y enfermedades- ha fracasado y los palestinos resisten en un
páramo distópico de escombros infinitos y cada día que pasa el dique
internacional que protege al régimen se agrieta más.
Por tanto para Israel es su guerra existencial contra la
resistencia existencial de los palestinos, y el actual impasse dirige al
régimen hacia su desaparición en pocos años. Israel especula con que si el
contexto geopolítico no permite un exterminio o expulsión de millones de
palestinos, entonces se trata de cambiar el contexto geopolítico y determinar
cuál podría ser ese otro escenario regional y mundial en el que quizá sí
existiese la posibilidad de vaciar Palestina de palestinos. Israel busca ese
cambio radical.
Israel busca un catastrófico escenario regional
Hay que recordar que existe una similitud en la evolución
del comportamiento de los colonos israelíes en Palestina con el que mostraron
los colonos franceses en Argelia o los colonos blancos en Sudáfrica.
Tanto en Argelia como en Sudáfrica los colonos percibieron
el horizonte de colapso ante similares callejones sin salida y por ello sus
dinámicas avanzaron hacia el extremismo violento. Crearon organizaciones
criminales, la OAS en Argelia y el Movimiento de Resistencia Afrikaner en
Sudáfrica, con atentados terroristas que buscaban cambiar el curso de los
acontecimientos para garantizar la pervivencia de sus entidades coloniales. La
gran diferencia aquí es que en Palestina es un aparato estatal, un gobierno y
un ejército con armas nucleares quienes representan esa deriva de los colonos
hacia la máxima violencia.
En la protección ilimitada que occidente ha otorgado al
régimen israelí por 77 años y durante este genocidio, los líderes sionistas
entienden que ese deseado cambio de contexto geopolítico pasa por abrir una
guerra regional de extrema intensidad contra Irán, y por eso han anunciado que
la llevarán a cabo incluso sin autorización de EEUU. La verdadera razón no
estriba en neutralizar el programa atómico de Teherán con ataques “precisos”,
algo que es inalcanzable bajo las montañas iraníes, lo que busca Israel es
abrir el telón a un escenario más sangriento que el actual.
La historia nos
dice que los colonos buscarán un cambio de escenario extremo por medio de
atentados terroristas e Israel así lo ha anunciado en su actual callejón sin
salida
En su apocalíptico horizonte de guerra intensa piensan que
el excepcionalismo que Israel recibe de Europa y EEUU posibilitaría dos
objetivos. El primero, alcanzado un nivel determinado del enfrentamiento, y
dado que las limitadas reservas de misiles y bombas israelíes se ciñen a las
que EEUU y Europa le proporcionen, abrir la Caja de Pandora de las armas
nucleares buscando imponer mediante su uso la exclusividad atómica en la
región. El segundo, al explorar una conflagración caótica con quizá cientos de
miles de muertos en la región, incluyendo multitud de israelíes, explotar los
fantasmas occidentales del “exterminio masivo de judíos” y alcanzar el punto
deseado para la cuestión palestina. Si la manipulación de lo sucedido el 7 de
octubre ha amparado el actual holocausto palestino, los líderes sionistas creen
que incontables cadáveres israelíes sobre la mesa les otorgaría la impunidad a
una “solución final” para el vaciamiento de Gaza.
EEUU ha tenido que hacer un control de daños con Yemen, por
lo que verse arrastrado a una guerra caótica con Irán se adentra en escenarios
catastróficos que los poderes de Washington no desean. Saben que conlleva la
destrucción de sus bases militares en la región, toda la economía mundial
golpeada por un precio del petróleo disparado, la pérdida del poderío
norteamericano en Oriente Medio y la basculación definitiva hacia otro orden
mundial. Aunque coincidan sus deseos con Israel con respecto a que desaparezcan
los palestinos y utilicen un lenguaje parecido con su embajadora en la ONU
llamando a los palestinos “proxies de Irán”, tal como Netanyahu les llama desde
hace muchos años, el objetivo inmediato de EEUU es intentar un escenario como
Líbano en 1982 cuando las fuerzas armadas palestinas fueron expulsadas de ese
país. EEUU buscará en primera instancia expulsar a la resistencia palestina de
Gaza para luego continuar a más largo plazo desterrando al resto de población
desarmada. Pero Palestina es la tierra de los palestinos, no es un país
extranjero como Líbano o Jordania en 1973, por lo que su estrategia también
está condenada al fracaso.
En esta encrucijada no está claro hasta qué punto la
metrópoli de EEUU controla todas las acciones de sus colonos en Palestina,
aunque es y será responsable de los crímenes pasados y futuros, incluyendo la
posibilidad de que rompan el tabú del uso de armas nucleares.
La historia nos dice que los colonos buscarán un cambio de
escenario extremo por medio de atentados terroristas e Israel así lo ha
anunciado en su actual callejón sin salida. Lo que también nos dice la historia
es que, a pesar de esas actuaciones desesperadas, ni los colonos en Argelia ni
en Sudáfrica lograron evitar la desaparición de sus regímenes y finalmente los
poderes coloniales tuvieron que dejar caer las entidades artificiales
existentes. Eso mismo ocurrirá en Palestina en unos pocos años. La clave es si
para llegar a ese punto Europa y EEUU piensan culminar el recorrido a través de
un abismo inimaginable de muerte y devastación regional
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