Cristina Fallarás
En marzo de 2018, el
general de división Juan Chicharro Ortega, en la reserva desde 2010, asumió la
presidencia de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF); sí, aún
existente. Lo hizo con una carta donde destacan estas palabras: "Asumo el
reto presente con la mirada en el inmediato futuro pero desde el respeto a
nuestro pasado y a lo que significó la obra de un hombre como Francisco Franco,
un hombre hoy atacado con saña por los mismos enemigos a los que derrotó en la
guerra, y en la paz, y olvidado por una sociedad relativista que tanto le
debe".
A veces el presente se explica siguiendo las miguitas de pan
de Hansel y Gretel. Un hilo fino y terco une unos actos a otros, unos
acontecimientos a otros, une con nombres o con gestos sucesos que parecen pertenecer
a lugares y momentos sin conexión y, sin embargo, basta con posar la mano
encima y avanzar sin levantarla.
El general Chicharro llegaba a presidir la Fundación
Francisco Franco no desde cualquier lugar, no desde las cloacas de un golpismo
triste de pistolas engrasadas con cera de iglesia. Llegaba después de haber
sido durante años "ayudante de campo de Su Majestad el Rey" Juan
Carlos I. Eso quiere decir que formaba parte del selectísimo grupo de
militares, menos de una decena, que asistían al rey de forma permanente y
también a la reina "en el desarrollo de sus actividades oficiales".
La realidad es testaruda como la evidencia, irrefutable como
el contorno metálico de una medalla.
Si este tipo pasó de atender al rey Juan Carlos 24 horas al
día, siete días a la semana, si pasó de ahí a presidir la fundación que honra y
exalta la figura del dictador criminal, asesino, brutal Francisco Franco,
podemos colegir que no fue fruto de una visión llegada a lomos de un rayo
cegador, paulino. Chicharro era ya un franquista convencido, furibundo, los
años que se dedicó a ser la servicial sombra del rey de España, jefe del Estado
y capitán general de los tres ejércitos. Por eso estaba ahí.
Sigamos el hilo llamado Juan Chicharro que arranca en la
Escuela Naval, pasa por los días, oh, y las noches de los reyes Juan Carlos y
Sofía, y llega, por ahora, a la Fundación Nacional Francisco Franco.
El pasado 6 de octubre, este hombre, desde la putrefacción
que preside, creyó necesario dar un paso, un paso serio, contundente. Él, que
había formado parte del cuerpo mismo, del prietísimo cogollo íntimo de la
monarquía española, decidió actuar al ver cómo aquel hombre a quien tanto le
ligaba era acusado, vilipendiado, evidenciada su vileza. Así que escribió una
carta al rey Felipe VI. "¿Acaso no es la monarquía obra de Franco?",
subrayaba. "Si no hubiera sido por Franco", advertía al actual
monarca, "no estaría VM [Vuestra Majestad] en el trono".
Efectivamente. Ahí, Chicharro tenía razón.
Como cabría esperar, su papel junto a Juan Carlos I le hacía
sentir especialmente unido a su hijo. Ah, los hilos. Así que se permitió poner
por escrito la evidencia. La cuestión es que esa evidencia unía de hecho a la
monarquía española, o sea a la jefatura del Estado, o sea a la capitanía
general de los tres ejércitos, con la dictadura de Franco. Y no solo eso, sino
que daba por hecho el mutuo conocimiento de dichas conexiones.
Entre Corinas y cuentas suizas, la misiva pasó prácticamente
desapercibida. Pero la realidad es pertinaz como las decisiones finales, y no
es extraño que Chicharro sintiera que su advertencia a la Corona, su leal
servidumbre franquista a aquellos a quienes Franco había alzado hasta la cabeza
de un país, había quedado desleída. Así que decidió volver a la carga.
Chicharro ha vuelto a mandar, esta vez junto con otros
setenta altos mandos del Ejército retirados, una carta al rey Felipe VI para
advertirle de que un Gobierno "social-comunista, apoyado por filoetarras e
independentistas" amenaza "con la descomposición de la Unidad
Nacional". Esta carta está ligada con un chat donde altos mandos del
Ejército retirados afirman querer fusilar a 26 millones de personas en España y
querer bombardearla, echar de menos la dictadura y lindezas semejantes.
Ya tenemos más recorrido: el hilo arranca de Juan Carlos I
(que a su vez arranca de Franco y la dictadura), de ahí se dirige a la
Fundación Francisco Franco, sigue hacia el actual rey Felipe VI, recoge en un
ramillete a lo más hediondo de la cúpula militar, y vuelve, en una bonita
pirueta siniestra, a Felipe VI.
Este pasado miércoles 2 de diciembre, el diputado socialista
Odón Elorza, secretario de Transparencia y Democracia Participativa, preguntó a
Santiago Abascal: "¿A qué 26 millones de españoles 'hijos de puta' según
un general de división habría que fusilar?". La pregunta venía al caso
porque el líder de Vox había enviado un afectuoso saludo al chat en el que se
afirmaba tal barbaridad, entre otras. Son embargo, al no estar el hombre en la
sala, fue Macarena Olona, secretaria general del grupo en el Congreso, quien
respondió sobre el chat criminal en cuestión. Esto, exactamente: "Es una
manifestación en favor de la unidad de España y, como tal, por supuesto que es
nuestra gente".
Retomemos el hilo, con el convencimiento de que estamos aún
en el camino, que no hemos llegado al extremo: de Franco a Juan Carlos I; del
rey emérito a la Fundación Francisco Franco; de la Fundación Francisco Franco
hasta el actual rey Felipe VI; de ahí a la cúpula militar retirada, y vuelta a
Felipe VI; y desde el chat, el rey y la Francisco Franco hasta VOX.
Para seguir la realidad, cualquier realidad, basta posar la
mano sobre el sedal y empezar a caminar.
Cuando el general Juan Chicharro asumió la presidencia de la
Fundación que honra al jefe de la muerte y la tortura, el dictador Francisco
Franco, escribió en su carta pública: "Hoy cuando vemos tambalearse la
unidad de España, cuando vemos como se derriban Cruces, cuando vemos asesinos
terroristas recibiendo homenajes, cuando la corrupción política se hace
asfixiante, cuando vemos peligrar las pensiones y como se incrementan las
desigualdades sociales, la figura de Francisco Franco se acrecienta en la
historia".
Corría marzo de 2018. A los viejos generales franquistas
retirados que, al amor del rey Felipe VI, amenazan fusilamientos se les ha
unido Vox. Esos no son viejos ni generales ni retirados.
Nota del blog .- "Lo importante es ver el bosque, no solo ver el árbol. Es decir, ver realmente que tenemos un problema estructural en las Fuerzas Armadas en lugar de quedarnos en lo folklórico y creer que esto se trata de cuatro jubilados que ya no están en activo. Al mismo tiempo que pasa esto hemos sabido que el Tribunal Central Militar ha ratificado la expulsión del cabo Marco Antonio Santos Soto por firmar un manifiesto antifranquista hace dos años. Fue expulsado por el Jefe del Estado Mayor del Ejército y fue ratificado por Margarita Robles. Que se le expulse como represalia por firmar un manifiesto antifranquista demuestra que en las Fuerzas Armadas hay un problema ideológico. Y a eso hay que sumarle varios factores. Hay que comparar lo que pasa en España con otros países. En Alemania se han tomado medidas muy serias expulsando a centenares de militares por filias ultraderechistas. Se ha llegado a cerrar unidades enteras, hay verdadera intención de combatir la situación. Que por otra parte es más o menos habitual que siempre nos encontramos al analizar ejércitos del mundo que hay una cierta querencia en las bases de la ultraderecha de entrar en las instituciones militares. Pero países como Alemania y Reino Unido se lo toman en serio. En Reino Unido se han producido advertencias respecto al uso de carteles extremistas en los cuarteles y en España nos encontramos que la ministra de Defensa expulsa a un firmante. Es un problema estructural y una falta de voluntad política de acabar con ese problema".
Texto Teniente Segura expulsado del ejercito por denunciar la corrupción