Josetxo Ezcurra en Rebelión.
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Los atentados de Paris, la sombra de Argelia y las ventas de
armas francesas a Arabia Saudí
Robert Fisk 22/11/2015
París: la sombra de Argelia
No sólo uno de los atacantes se esfumó después de la matanza
en París. Tres naciones cuya historia, acción –e inacción– ayudan a entender la
carnicería cometida por el Isis han escapado en gran medida a la atención entre
la casi histérica respuesta a los crímenes de lesa humanidad en la capital
francesa: Argelia, Arabia Saudita y Siria.
La identidad franco-argelina de uno de los atacantes
demuestra de qué modo la salvaje guerra francesa de 1956-62 en Argelia continúa
infectando las atrocidades de hoy. La absoluta negativa a contemplar el papel
de Arabia Saudita como proveedora de la forma más extrema del islam, la
wahabita sunita, en la que cree el Isis, muestra de qué manera nuestros líderes
aún rehúsan reconocer los vínculos entre el reino y la organización que atacó a
París. Y nuestra falta total de voluntad de aceptar que la única fuerza militar
regular en combate constante con el Isis es el ejército sirio –que lucha por el
régimen que Francia desea destruir– nos impide aliarnos con los inmisericordes soldados
que están en acción contra el Isis con mayor ferocidad aún que los kurdos.
Siempre que Occidente es atacado y nuestros inocentes
perecen, caemos en borrar el banco de memoria. Por tanto, cuando los reporteros
nos dijeron que los 129 muertos en París representaron la peor atrocidad
perpetrada en Francia desde la Segunda Guerra Mundial, omitieron mencionar la
masacre en París de hasta 200 argelinos que participaban en una marcha ilegal
contra la salvaje guerra colonial francesa en Argelia, en 1961. La mayoría
fueron asesinados por la policía francesa; muchos fueron torturados en el
Palais des Sports y sus cuerpos arrojados al Sena. Los franceses sólo
reconocieron 40 muertos. El oficial de policía a cargo era Maurice Papon, quien
trabajó para la policía colaboracionista de Petain en Vichy en la Segunda
Guerra Mundial y deportó a más de mil judíos hacia su muerte.
Omar Ismail Mostafai, uno de los atacantes suicidas en
París, era de origen argelino, y acaso también lo eran los otros sospechosos
identificados. Said y Cherif Kouachi, los hermanos que asesinaron a los
periodistas de Charlie Hebdo, eran descendientes de argelinos. Procedían de la
comunidad argelina en Francia, integrada por más de 5 millones de personas,
para muchas de los cuales la guerra en Argelia nunca terminó, y que hoy viven
en los barrios bajos de Saint-Denis y otros enclaves argelinos en París. Sin
embargo, el origen de los asesinos del 13 de noviembre –y la historia de la
nación de la que proceden sus padres– ha sido casi borrado de la narrativa de
los horribles sucesos del viernes. Un pasaporte sirio con un sello griego es
más emocionante, por razones obvias.(1)
Una guerra colonial de hace medio siglo no justifica un
asesinato en masa, pero ofrece un contexto sin el cual cualquier explicación de
por qué hoy Francia ha sido tomada de blanco tiene poco sentido. Al igual que
la fe sunita-wahabita saudita, que es fundamento del califato islámico y sus
asesinos, presuntos practicantes de ese culto.
Mohammed ibn Abdel al Wahab fue el clérigo y filósofo
purista cuyo implacable deseo de purgar a los chiítas y otros infieles de Medio
Oriente condujo a las masacres del siglo XVIII, en las que la dinastía original
al Saud estuvo profundamente involucrada.(2)
El actual reino saudita, que con regularidad decapita a
supuestos criminales tras someterlos a juicios injustos, construye un museo en
Riad dedicado a las enseñanzas de al Wahab, y la furia del viejo prelado hacia
los idólatras y la inmoralidad ha encontrado expresión en la acusación del Isis
contra París como centro de prostitución. Gran parte del financiamiento del
Isis proviene de los sauditas, aunque, una vez más, este hecho ha sido borrado
de la historia terrible de la matanza del viernes.
Y luego viene Siria, cuyo régimen Francia demanda destruir
desde hace mucho tiempo. Sin embargo, el ejército de Assad, rebasado en número
y armamento –aunque ha recapturado algún territorio con ayuda de los ataques
aéreos rusos–, es la única fuerza militar entrenada que combate al Isis.
Durante años, estadunidenses, británicos y franceses han dicho que los sirios
no combaten al Isis. Pero esta es una falsedad palpable: en mayor, las fuerzas
sirias fueron echadas de Palmira cuando intentaban evitar que los convoyes
suicidas del Isis se abrieran paso hacia la ciudad... convoyes que podían haber
sido atacados por aviones estadunidenses o franceses. Unos 60 mil soldados
sirios han perecido en Siria, muchos a manos de islamitas del Isis y de Al
Nusra, pero nuestro deseo de destruir el régimen de Assad tiene prioridad sobre
nuestra necesidad de aplastar al Isis. Ahora los franceses alardean de haber
golpeado 20 veces la capital del Isis en Siria, Raqqa: un ataque de venganza
por donde se le mire. Porque, si fue un asalto militar serio para liquidar la
maquinaria del Isis en Siria, ¿por qué los franceses no lo hicieron hace dos
semanas? ¿O dos meses? Una vez más, por desgracia, Occidente –y Francia en
especial– responde al Isis con la emoción, más que con la razón, sin ningún
contexto histórico, sin reconocer el sombrío papel que nuestros moderados y
decapitadores hermanos sauditas representan en esta historia de horror. Y así
creemos que vamos a destruir al Isis...
Francia ataca al Isis, pero vende armas a sus mentores
El país que le prestó su credo sunita wahabita a los
asesinos del Isis en París no dará la más mínima importancia al hecho de que
François Hollande sople y resople sobre la guerra. Arabia Saudita ya ha
escuchado todo esto antes, todo lo del Nuevo Orden Mundial desde 1991, cuando
George Bush padre soñaba con una expresión sub hitleriana de Medio Oriente en
la que podría existir un oasis de paz, un lugar sin armas, y la riqueza que de
ellas proviene, en que las espadas se convirtieran en arados, o al menos en
buques petroleros más grandes y oleoductos más largos.
Los sauditas están demasiado ocupados haciendo volar en
pedazos a Yemen en su enloquecida guerra contra los hutíes chiítas como para
preocuparse de los locos sunitas wahabitas del Isis.
Su enemigo sigue siendo el nuevo mejor amigo de Estados Unidos,
el Irán chiíta, y están tan empecinados como siempre en destronar al presidente
alawita chiíta de Siria, aun si el Isis está en la primera fila de los enemigos
de Bashar al Assad.
Arabia Saudita también sabe que la política exterior
francesa ha favorecido el comercio tan fervientemente como alguna vez se opuso
a un acuerdo nuclear con Irán, y miles de millones de dólares en armamento
estadunidense seguirán fluyendo hacia el reino, a pesar de los nexos de este
con el culto que destruyó 129 vidas en París.
Si alguien cree que Barack Obama va a disciplinar a la
democracia teocrática de los árabes sauditas, debería echar un vistazo a la
propuesta de vender armas estadunidenses por valor de mil 29 millones de
dólares al rey Salman, de 79 años de edad, para darse cuenta de que a
Washington no le interesa controlar la ferocidad del reino.
Riad ha dejado de bombardear al Isis en gran medida
(¡sorpresa, sorpresa!), pero necesita armas desesperadamente después de quemar
todos sus arsenales atacando a los yemeníes, hundidos en la pobreza. El
contrato de venta de armas a Arabia Saudita ya fue aprobado por el Departamento
de Estado estadunidense e incluye municiones de ataque directo fabricadas por
la compañía Boeing y bombas guiadas por láser tipo Paveway, construidas por la
firma Raytheon.
Los hutíes, huelga decir, aún controlan la mayor parte de
Yemen, incluida la capital, Saná, pese a que es pura mitología de Riad la
supuesta asistencia militar que el grupo yemenita recibió de Irán.
Grupos de defensa de los derechos humanos han acusado
durante mucho tiempo a los sauditas de lanzar ataques aéreos y de asesinar
indiscriminadamente a civiles. Según cifras de la Organización de Naciones
Unidas, estas muertes ascienden a 2 mil 355. Cada una de estas vidas es tan
preciosa como las 129 a
las que se puso fin el pasado viernes.
Los estadunidenses y franceses presumiblemente querrían que
los sauditas mataran a 2 mil 355 miembros del Isis, pero esto no sucederá. El
Congreso estadunidense ya autorizó a Obama a vender otros 600 misiles
antiaéreos Patriot PAC-3, lo que aporta 5 mil 400 millones de libras esterlinas
a los bolsillos de Lockheed, a pesar de que los hutíes no tienen un solo avión.
Supuestamente estos misiles están destinados a proteger a
los sauditas de un ataque aéreo iraní, que nadie en toda la región del Golfo
cree que tendrá lugar.
En cuanto a las nuevas leyes de emergencia de Francia,
ninguna de éstas afectará a los sauditas ni a ninguna otra nación árabe. En
Medio Oriente, donde los dictadores locales, reyes y emires –casi en su
totalidad aliados de Occidente– regularmente espían a sus ciudadanos,
intervienen sus teléfonos y torturan a su pueblo, a nadie le importa si las
nuevas leyes de Hollande restringen la egalité o la liberté de los franceses.
Para los sauditas, la batalla familiar entre el príncipe
heredero, el ministro del Interior Mohammed bin Nayef, y el ministro de
Defensa, Mohammed bin Salman bin Saud, de 30 años de edad y siguiente en la
línea de sucesión, quien ha encabezado el bombardeo saudita a Yemen, es mucho
más interesante que el futuro del EI.
Y algo que interesa mucho más a Francia son sus propios y
lucrativos acuerdos de venta de armas con Arabia Saudita, donde Hollande aún
tiene esperanzas, algo lastimeras, cabe agregar, de suplantar a Estados Unidos
y al Reino Unido como un proveedor de armas del máximo nivel. Tal vez crea que
está en guerra con Isis, pero los mentores espirituales del así llamado
califato permanecerán intactos.
Robert Fisk Corresponsal del diario británico The Independent
en Oriente Medio.
Sin permiso.
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Notas del blog .
Nota 2 .-Mahoma, cuando escribió el Corán, lo que intentaba precisamente es acabar con las continuas guerras entre las diferentes tribus que poblaban la península arábiga. Mahoma reconocía como suyos los libros sagrados del judaísmo y cristianismo. La “yihad” era la guerra santa contra los politeístas, nunca contra los monoteístas con los que compartían las escrituras y mucho menos contra otros musulmanes. El pretendía solamente restaurar el monoteísmo original contra el paganismo y no fundar una nueva religión . El monoteísmo original de Abraham que era de Ur. Pero incluso en el Corán , aunque condena a los apostatas ..en otra sura dice ..Y quien elija ser guiado por ella, lo hace por su propio bien, y quien elija extraviarse, se extravía solo en detrimento propio; y no tienes poder para determinar su destino.(Qur’án 39: 42)