Identidad
La historia de Medusa: una víctima de violación convertida
en monstruo (1)
Desde la antigua Grecia, Medusa, la gorgona con cabellos de
serpiente ha sido un símbolo sexualizado de la ira femenina.
Por Christobel Hastings;
Traducido por Elvira Rosales
En las respetadas paredes de la Galería Uffizi en Florencia
hay una pintura de Caravaggio representando a la criatura femenina con cabellos
de serpiente. La temática es tan majestuosa y terrible que el poeta del siglo
XVI, Gaspare Murtola, una vez escribió sobre ella: "Huye, porque si tus
ojos se petrifican con asombro, ella te convertirá en piedra". Mostrando
los dientes, la cabellera de víboras serpenteantes y la cabeza cortada
escurriendo sangre, la criatura está capturada en el momento en que se da
cuenta de su condición incorpórea. Claro, estamos hablando de Medusa.
Villa San Marco, Stabia .Pompeya.
Desde las primeras épocas de la civilización occidental,
cuando los mitos empezaban a forjarse, la sociedad ha estado fascinada con la
imaginación de la antigua Grecia. Hoy en día, las historias sobre dioses,
Titanes y gigantes constituyen los cuentos infantiles, mientras que una
variedad de monstruos mitológicos ha cautivado el ojo del espectador en la
pantalla grande. Sin embargo, quizá no haya personaje femenino más popular que
Medusa, el monstruo que podía convertir a los hombres en piedra con su sola
mirada.
Desde una villana con vestido ajustado en The Powerpuff
Girls hasta la mordaz metáfora de Margaret Thatcher en la canción “Madam
Medusa” de UB40, el mito de Medusa permanece en la cultura pop contemporánea.
Durante las últimas dos décadas, el personaje ha aparecido en el cine sobre
todo en formas seductoras: Natalia Vodianova prestó su figura como supermodelo
en el remake de 2010 de la cinta Clash of the Titans, mientras que Uma Thurman
jugó un papel particularmente seductor en Percy Jackson and the Olympians: The
Lightning Thief. Incluso la Casa de Versace encontró inspiración en la gorgona,
colocando una versión hermosa (previa a la maldición) en el centro de su
icónico logo. Ahí está, con cabello rizado, encerrada en un círculo de grecas.
A diferencia de otras figuras de la mitología griega, la
mayoría conocemos a Medusa; incluso si no podemos recordar los detalles de su
historia. Un boceto rápido del personaje bien podía incluir serpientes, ojos
fatales y un sabor a destrucción. En su libro Literature and Fascination,
Sibylle Baumbach sostiene que el mito sobrevivió en parte gracias a nuestro
creciente apetito por las grandes narrativas de la fascinación, las cuales a
menudo suceden alrededor de la peligrosa seducción femenina. Ahora, Medusa es
una "imagen multinacional de la intoxicación, la petrificación y la
atracción seductora". Una simple búsqueda en Google diría lo mismo, casi
todas las imágenes oscilan entre una mujer fatal vestida con una víbora (mira
la portada de Rihanna para GQ) y un ser horrible decapitado, salpicando sangre.
Medusa por Arnold
Böcklin , hacia 1878
La historia de Medusa
En el mundo antiguo, Medusa también era multidimensional.
Las primeras vasijas la representan como una gorgona de nacimiento, pero esa
percepción cambió poco a poco. El primero en explorar su historia original en
la literatura fue el poeta romano Ovidio, quien detalló su transformación en
las Metamorfosis alrededor del siglo VIII a.e.c. Según Ovidio, Medusa era una
hermosa doncella, la única mortal de tres hermanas conocidas como gorgonas. Su
belleza cautivó la mirada del dios del mar, Poseidón, quien la violó en el
templo sagrado de Atenas. Furiosa por la profanación de su templo, Atenas
transformó a Medusa en un monstruo con la capacidad mortal de convertir en
piedra a cualquiera que la mirara a la cara.
Sin embargo, las nuevas versiones del mito (por lo menos las
más populares) se enfocan en lo que sucede después, colocando a Perseo en el
papel central. El semidios es enviado por Polidectes, rey de Séfiros, en una
misión para traer la cabeza de Medusa. Utilizando un escudo de bronce
reflejante para proteger sus ojos, Perseo decapita a Medusa, liberando al
caballo alado, Pegaso, de su cuello herido. Después de usar la mirada
petrificante para derrotar a sus enemigos de batalla, Perseo ofrece la cabeza
de la gorgona a Atenas, quien la exhibe bajo la protección de su escudo. Es a
través de esta narrativa masculina que Medusa fue reducida a la monstruosidad.
Si regresamos a la antigüedad griega, Medusa era una fuerza
poderosa dotada de la capacidad de matar y redimir. Los escultores y pintores
utilizaban la cabeza de Medusa como un símbolo apotropaico para protegerse de
los espíritus malvados. Pero su trágica belleza era más inspiradora. Por
ejemplo, los mosaicos que exhibe el Getty, donde los cabellos salvajes y
serpentinos de Medusa se representan como rizos alborotados por el viento,
mientras que su cabeza ligeramente ladeada muestra su mirada petrificante. Su
cabeza se erige desde el centro del mosaico, un talismán protector impreso
dentro de círculos concéntricos. Hay muchos otros ejemplos incontables, donde
aparece más como una musa que como un monstruo.
Para el Renacimiento, esa mística dio paso a una diferencia
temible. La estatua de bronce por Cellini (1554) representa a un Perseo
triunfante encima de su cuerpo, sosteniendo su cabeza en alto. La política
estaba en juego: le pidieron a Cellini que usara la narrativa heroica de
Perseo, el hijo de Zeus que enviaron a matar a Medusa, como forma de reflejar
el poder de la familia Medici sobre el pueblo florentino. Otros artistas
hicieron lo mismo: en 1598, Caravaggio pintó su macabro escudo ceremonial. Él
también quería una pieza que se ganara la admiración de los Medici; así que
retrató a Medusa en el momento en que fue conquistada, transfiriéndole su
inmenso poder al espectador.
Más adelante, en la Revolución Francesa, y durante un
tiempo, Medusa se convirtió en la fuerza del cambio. Los rebeldes jacobinos la
usaron como un emblema de la “Libertad Francesa”, transformando el símbolo
demoniaco en un medio para socavar el sistema. Mientras tanto, los románticos
como Percy Bysshe Shelley se movieron mucho más allá de otras representaciones
del siglo XIX. El poeta estaba tan inspirado por su visita al Uffizi que rindió
tributo, deshaciendo el marco patriarcal que había hecho de Medusa un símbolo
de horror. Una vez se quitó la mirada masculina aterrada y denigrante, podemos
recuperar la "gracia" y "luminosidad" de Medusa,
retratándola como humano otra vez.
Historia feminista de Medusa
Shelley no fue el único que pensó que Medusa había sido
incomprendida. En su manifiesto The Laugh of the Medusa (1975), la teórica
feminista Hélène Cixous sostiene que el hombre creó el monstruoso legado de
Medusa a través del miedo al deseo por las mujeres. Argumenta que si se
atreviesen a "mirar a Medusa directamente", verían que "no es
mortífera, es hermosa y está riéndose". Al documentar sus experiencias,
Cixous escribió que las mujeres pueden deconstruir el sesgo sexista que
considera al cuerpo femenino como una amenaza. Después de siglos de silencio,
las conversaciones sobre la cultura de la violación comenzó a restaurar la voz
de Medusa.
Es fácil ver por qué el manifiesto de Cixous resonó a lo
largo y ancho del mundo. ¿La historia de una mujer poderosa violada, satanizada
y degollada por una sociedad patriarcal? No parece tanto un mito antiguo como
una realidad moderna. La forma en que Medusa ha resurgido en los ciclos
electorales recientes también indica la ubicuidad de la misoginia: Angela
Merkel, Theresa May y Hillary Clinton han recibido el trato Medusa últimamente,
superponen sus rasgos en cabezas decapitadas y sangrantes. Incluso una popular
caricatura muestra a Perseo-Trump, blandiendo la cabeza de su adversaria
electoral.
Cuando se trata de silenciar a las mujeres, la cultura
occidental ha tenido miles de años para practicar, escribe Mary Beard en Women
and Power: A Manifesto. Beard propone que la exclusión de las mujeres de las
estructuras de poder modernas pueden trazarse hasta la era clásica. Y cada vez
que una autoridad masculina es amenazada, escribe, Medusa —el arquetipo de una
mujer ingobernable— se materializa para ilustrar los peligros de la acción
femenina.
Lo que queda claro por el rostro cambiante de Medusa es que
no hay una verdad universal sobre su mito. Hermosa víctima, villana monstruosa,
deidad poderosa... ella es todo eso y más. Quizá es porque su naturaleza
mercuriana la convierte en una fuente inagotable de fascinación. En cierto
sentido ella es vehículo de nuestras proyecciones colectivas tanto de miedo
como de deseo: al mismo tiempo un símbolo de la ira y figura sexualizada de la
mujer por las mismas fuerzas patriarcales de las que busca vengarse.
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