La verdad sobre la economía de Trump
Joseph Stiglitz
Nueva sociedad
En Estados Unidos se está instalando la idea de que será
difícil derrotar electoralmente a Donald Trump porque, independientemente de
las reservas que los votantes puedan tener sobre él, ha sido bueno para la
economía estadounidense. Pero no hay nada más alejado de la verdad.
Ahora que las élites empresariales del mundo viajan a Davos
para su reunión anual, es un buen momento para hacernos una pregunta simple:
¿se habrán curado de la fascinación con el presidente estadounidense Donald
Trump?
Hace dos años, muy pocos líderes empresariales estaban
preocupados por el cambio climático o molestos por la misoginia y el fanatismo
de Trump. Pero la mayoría celebraba los recortes de impuestos a
multimillonarios y corporaciones, y aguardaba con esperanzas sus iniciativas de
desregulación de la economía, que permitirían a las empresas contaminar más el
aire, enganchar a más estadounidenses a los opioides, tentar a más niños a
comer productos que inducen diabetes y entregarse a tejemanejes financieros
como los que provocaron la crisis de 2008.
Hoy muchos directivos de empresas siguen hablando del
crecimiento continuado del PIB y de los récords bursátiles. Pero ni el PIB ni
el índice Dow Jones son buenos indicadores del desempeño económico: ambos
callan en relación con lo que acontece a los niveles de vida de la ciudadanía
de a pie, y no dicen ni una palabra sobre sostenibilidad. De hecho, el
desempeño económico de Estados Unidos en los últimos cuatro años es el
principal argumento contra la confianza en esos indicadores.
Para hacernos una imagen correcta de la salud económica de
un país, hay que empezar por mirar la salud de sus ciudadanos. Si son felices y
prósperos, tendrán vidas sanas y más largas. Y en este aspecto, Estados Unidos
es el país desarrollado con el peor desempeño. La expectativa de vida de los
estadounidenses (que ya era relativamente baja) se redujo en cada uno de los
dos primeros años de la presidencia de Trump, y en 2017, la tasa de mortalidad
en la mediana edad alcanzó su nivel máximo desde la Segunda Guerra Mundial. No
sorprende, porque ningún presidente hizo tanto para aumentar la cifra de
estadounidenses que no tienen seguro de salud. Millones se han quedado sin
cobertura, y en sólo dos años la proporción de estadounidenses sin seguro
médico creció del 10,9% al 13,7% .
Una razón de la disminución de la expectativa de vida en
Estados Unidos es lo que Anne Case y el premio Nobel de economía Angus Deaton
denominan «muertes por desesperación», causadas por el alcohol, la sobredosis
de drogas y el suicidio. En 2017 (el año más reciente para el que hay datos
confiables), esas muertes fueron casi cuatro veces más que en 1999 .
La única vez que vi algo parecido a estos retrocesos
sanitarios (quitando guerras o epidemias) fue cuando siendo economista
principal del Banco Mundial hallé que los datos de mortalidad y morbilidad
confirmaban lo que sugerían nuestros indicadores económicos en relación con el
triste estado de la economía rusa postsoviética.
Tal vez Trump sea un buen presidente para el 1% más rico (y
sobre todo, para el 0,1% más rico), pero no lo ha sido para nadie más. De
implementarse en su totalidad, la rebaja impositiva de 2017 generará aumentos
de impuestos para la mayoría de los hogares en los quintiles de ingresos
segundo, tercero y cuarto.
Puesto que los recortes impositivos benefician sobre todo a
los ultrarricos y a las corporaciones, no debería sorprender a nadie que entre
2017 y 2018 (también los años más recientes con datos confiables) la mediana
del ingreso disponible de las familias estadounidenses se haya mantenido
prácticamente igual . Los hogares más ricos también se llevan la parte del león
del crecimiento del PIB. La mediana de la remuneración semanal real está apenas
2,6% por encima del nivel que tenía al inicio del gobierno de Trump, y ese
aumento no compensa largos períodos anteriores de estancamiento salarial. Por
ejemplo, la mediana salarial de un estadounidense varón que trabaja a tiempo
completo (y trabajar a tiempo completo ya es tener suerte) sigue siendo más de
3% inferior al valor de hace 40 años . Tampoco hubo mucho avance en la
reducción de las disparidades raciales: en el tercer trimestre de 2019, la
mediana de remuneración semanal de los varones negros que trabajan a tiempo
completo fue menos de tres cuartas partes de esa misma cifra para los varones
blancos.
Para colmo de males, el crecimiento habido no ha sido
ambientalmente sostenible, y lo es todavía menos gracias a la destrucción, por
parte de la administración Trump, de regulaciones que habían pasado por
estrictos análisis de costo/beneficio. El resultado será un aire menos
respirable, agua menos potable y un planeta más expuesto al cambio climático.
De hecho, las pérdidas relacionadas con el cambio climático en Estados Unidos
se dispararon, con una cifra de daños materiales que en 2017 llegó a un 1,5%
del PIB , más que en cualquier otro país.
Se suponía que las rebajas impositivas alentarían una nueva
oleada de inversiones. En vez de eso, generaron un récord histórico de
recompras de acciones (unos 800 000 millones de dólares en 2018) por parte de
algunas de las empresas estadounidenses más rentables, y llevaron a un déficit
récord en tiempos de paz (casi un billón de dólares en el año fiscal 2019) en
un país que supuestamente está cerca del pleno empleo. (1) E incluso con la poca
inversión que hubo, Estados Unidos tuvo que tomar prestado al extranjero sumas
ingentes: los datos más recientes muestran un endeudamiento externo cercano a
los 500 000 millones de dólares al año, con un aumento de más del 10% en la
posición deudora neta de Estados Unidos en un solo año.
Asimismo, pese a tanta alharaca, las guerras comerciales de
Trump no redujeron el déficit comercial de Estados Unidos, que en 2018 fue una
cuarta parte más que en 2016. El déficit de 2018 en comercio de bienes fue el
más grande de la historia . Incluso con China el déficit comercial creció casi
una cuarta parte respecto de 2016. Lo que sí consiguió Estados Unidos es un
nuevo tratado comercial para América del Norte, sin las disposiciones en
materia de inversión que quería la asociación empresarial Business Roundtable,
sin las cláusulas sobre aumento de precios de medicamentos que querían las
farmacéuticas y con una mejora de las normas laborales y ambientales. Este
acuerdo ligeramente mejorado fue posible porque Trump, el autoproclamado maestro
negociador, perdió en casi todos los frentes en las negociaciones con los
congresistas demócratas.
Y pese a las cacareadas promesas de Trump de repatriar
empleos fabriles a Estados Unidos, la creación de puestos de trabajo en ese
sector es menor a la que hubo con su predecesor, Barack Obama, al afianzarse la
recuperación post‑2008, y sigue siendo muy inferior a lo que era antes de
la crisis. Incluso el mínimo en 50 años de la tasa de desempleo enmascara una fragilidad económica. La tasa de empleo para hombres y mujeres en edad de
trabajar, a pesar de haber aumentado, lo hizo menos que durante la recuperación
de tiempos de Obama, y todavía es considerablemente inferior a la de otros
países desarrollados. Y la tasa de creación de empleo también es marcadamente
menor a la de Obama.
De nuevo, la baja tasa de empleo no sorprende (en
particular, porque sin salud no se puede trabajar). Además, las personas que
cobran prestaciones por discapacidad, las que están en prisión (la proporción
de población carcelaria en Estados Unidos creció a más del séxtuplo desde 1970,
y hoy hay unos dos millones de personas tras las rejas) (2)y las que se
desalentaron al punto de dejar de buscar empleo activamente no cuentan como
«desempleadas»; pero por supuesto, tampoco están empleadas. Tampoco sorprende
que un país que no provee guarderías accesibles ni garantiza la licencia
familiar tenga menos empleo femenino que otros países desarrollados (más de
diez puntos porcentuales menos al ajustar la cifra según la población).
Incluso según el criterio del PIB, la economía de Trump es
deficiente. El crecimiento del último trimestre fue sólo 2,1%, mucho menos que
el 4%, 5% incluso 6% que prometió Trump, e incluso menos que el 2,4% promedio
del segundo mandato de Obama. Es un desempeño notoriamente malo si se tiene en
cuenta el estímulo provisto por el billón de dólares de déficit y los bajísimos
tipos de interés. No es casualidad, ni cuestión de mala suerte: las
características distintivas de Trump son la incertidumbre, la volatilidad y la
ambigüedad, mientras que para el crecimiento se necesitan confianza,
estabilidad y certeza. Y también igualdad , según el Fondo Monetario
Internacional.
Así que además de fallar en asignaturas esenciales como
defender la democracia y proteger el planeta, Trump también se merece un
«desaprobado» en economía.
Project Syndicate.Traducción: Esteban Flamini
NOTA DEL BLOG (1).-
Esto solo es
parte de la historia , me sorprende que no cite la pobreza , ( 40 millones ?)ni el numero real de desocupados ( ?) ya que
las cifras de paro es de los que
escriben en el y no de los que del
total que renunciaron a hacerlo .
La trampa está en que cuando un estadounidense en edad
laboral no tiene trabajo, las estadísticas federales lo insertan en uno de
estos dos grupos: “desempleado” o “no en la fuerza laboral” (el formado por
aquellas personas que no tienen empleo ni
lo buscan), y es necesario sumar los incluidos en ambos para obtener el
número total de estadounidenses en paro.
Durante la última década, el número de personas encuadradas
en la categoría de “desempleados” ha disminuido, al tiempo que, en paralelo, el
número de las “que no forman parte de la fuerza laboral”, compuesto por las
personas que han renunciado a buscar trabajo, crecía .
La tasa de participación en la fuerza laboral es la
proporción de la población de 15 años y más que es económicamente activa: todas
las personas que proporcionan mano de obra para la producción de bienes y
servicios durante un período específico.
Tampco sabemos nada de los emigrantes ni y menos de los sin papeles de residencia .
Tampco sabemos nada de los emigrantes ni y menos de los sin papeles de residencia .
Ver % del Banco Mundial pero no pone cifras.
Nota del blog ( 2) Hoy los mencionados son 2.300.0000. Siendo negros el 12,6% de estadounidenses, son negros también el 39% de los reclusos. Son tasas incluso de esclavismo carcelario peores que en los años de segregación racial. Ahi esta en negocio carcelario .Y es que los estudios demuestran que “Los afroamericanos son encarcelados a una tasa seis veces mayor que la de los blancos.” Y con los hispanos también .
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